El asesino de Easter High (+2...

By -Anivy

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El primer cuerpo apareció sin ojos. El segundo apenas se podía llamar un cuerpo. Al tercero le faltaban todas... More

S I N O P S I S
A D V E R T E N C I A
P R E F A C I O
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C A P I T U L O 9

C A P I T U L O 10

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By -Anivy

Hay una notita de autor muy importante de abajo, no olvides leerla. 

Disfruta tu lectura ;)


—Buenas tardes. ¿La señorita Giselle Graves? —preguntó con profesionalismo.

El apartamento de Giselle se encontraba en una zona un poco más tranquila de la ciudad. Era un lugar un poco simple, moderno y cálido. Me agradaba el lugar, aunque fuera algo que no pudiera permitirme pagar.

Ella nos recibió apenas tocamos el timbre. Su ropa estaba completamente manchada con pintura y todo su cabello recogido en un moño despreocupado agarrado solo con un pincel.

Artística, amable y alegre. Esa era la forma perfecta para describirla.

Todo lo contrario, a su hermana mayor, en pocas palabras.

—¿Sí? —Su mirada cayó en mí, esbozando una sonrisa—. ¡Grace! Oh, por dios. Estaba a nada de llamarte —Parecía que iba a decir algo más, pero se fijó en el muy serio Alex Johnson que estaba a mi lado—. ¿Sucede algo?

—Solo vinimos a hacerte algunas preguntas —le sonreí, intentando calmarla.

Porque ya era suficiente con tener un posible asesino en serie, no necesitábamos crear más caos en la ciudad.

—Por supuesto, pasen —invitó, sonriente—. Estaba por ir a almorzar, pero puedo preparar algunos snacks rápidamente.

—No tomaremos mucho de tu tiempo —aclaró Alex, en tono frío.

—Bien, entonces será mejor que te des prisa, muero de hambre —bromeó en mi dirección.

Pero luego su mirada volvió al detective. ¿Eran ideas mías o lo estaba viendo con ojos coquetos? Porque Giselle tenía novia, pero también le gustaban los chicos.

Aunque no sabía cómo me hacía sentir, decidí dejar mis sentimientos de lado y sentarme silenciosamente en el comedor, a donde nos guio.

—Giselle Graves —habló con voz ronca y seria, llamando aún más su atención—. ¿Ha notado algún comportamiento inusual a su alrededor? ¿Algo ha llamado su atención?

—¿Disculpe?

Eso pareció romper el encanto en ella. Parpadeó varias veces, frunciendo el ceño. Claro, no era algo común que un detective apareciera en tu puerta preguntándote sobre... ¿Sobre qué le estábamos preguntando exactamente?

—Alguien siguiéndola, la sensación de ser vigilada, algo como eso —Alex especificó, con un poco más de tacto.

—No, no lo creo —frunció el ceño—. ¿Por qué?

—Creemos que alguien podría estar, o no, acechándote —informé con precaución—. No tenemos ninguna pista, pero creemos que podrías ser un objetivo.

—¿Quieren matarme? —preguntó con horror.

Bueno, eso no salió muy bien.

—¡No! —exclamé rápidamente—. No, no, no. No se trata de eso.

—Puede que tengamos un asesino en serie —aclaró Alex, tomando el control—. Este asesino puede que tenga la particularidad de dejar pistas para las personas que pudieran estar enemistadas con sus víctimas. No estamos seguros de nada, pero preferimos descartar el peligro.

—Oh —se mostró un poco más calmada, pero aún consternada—. Eso es extraño, pero tiene sentido. Creo.

—¿No has notado nada extraño? ¿Algún auto siguiéndote? ¿Algo? Cualquier información nos vendría bien.

—No, lo siento. Apenas he salido de casa y no creo haber visto nada. ¿Están seguros de que yo sea de interés? No veo por qué lo sería. Solo soy una artista, ni siquiera estoy involucrada con los asuntos de mi hermana.

Eso era cierto. Giselle era joven más pequeña que todo el grupo. Estudiaba en la universidad sobre marketing, pero su verdadera pasión eran las artes. No cualquiera pensaría en ella siendo alguien de particular interés de un asesino en serie.

Pero yo tenía un presentimiento.

—Brandon Lee está desaparecido. Estamos buscando algunas pistas, entonces...

—Grace le dijo lo que él me hizo, entiendo —asintió, captando la idea—. Sí, el maldito Brandon Lee mutiló a mi cachorro. Él solo tenía quince años. ¿Puedes creer que lo mató solo porque le mordió un zapato? Su madre lo único que hizo fue lanzar un cheque hacia mí. Como si eso compensara la muerte de Snowball. Claro, no lo hizo frente a nosotros, pero cuando encontramos el cadáver en el jardín...

—Fue terrible —comenté—. Aún tengo pesadillas con eso.

—Igual yo. Pero no había nada que pudiera hacer. Su madre me mataría antes de que yo pudiera hacer algo contra su hijo, así que tuve que dejarlo pasar. Lo odié desde entonces. Y el sentimiento parece mutuo. Aún así, espero que logren encontrarlo con vida y no como a Jean.

—Gracias por la información, señorita Graves. De todas formas, si nota cualquier actitud sospechosa...

—Lo llamaré al instante. Estaré alerta, detective.

—Bien —asintió, dando por finalizado la pequeña entrevista.

Se levantó del asiento, estrechando la mano de Giselle con profesionalismo, antes de darse vuelta y comenzar a caminar hacia la puerta. No me perdí la mirada de Giselle justo en sus nalgas. Aunque había que admitir que ese pantalón le quedaba bastante bien.

—Y Grace —me llamó, cuando estaba a punto de seguirlo hasta la salida—. Ten cuidado.

—Lo haré —sonreí a modo de despedida.

De vuelta en su auto, parecíamos un poco perdidos. No había señales de que Brandon fuera secuestrado de su hogar, ni tampoco la posible receptora del contacto con el asesino estaba siendo vigilada.

¿Entonces qué?

¿Qué era lo siguiente que debíamos hacer? Ni siquiera estábamos seguros de que Brandon estuviera en manos de un asesino en serie. ¡Ni sabíamos si aún quedaba un asesino en la ciudad! Alguien pudiera haber matado a Jean y escaparse a Las Bermudas.

—Lo siento —me disculpé, un segundo más tarde—. Parece que hemos estado perdiendo el tiempo.

—No, investigar la desaparición de Brandon era algo que debía hacer —refutó.

—Sí, pero ahora no parece haber desaparición alguna.

—Retomaré el caso de Jean —informó—. Estaremos atentos a Brandon, pero hasta que no encontremos alguna señal, no podemos buscarlo.

—Irás a ver a Antoine.

—Necesito comprobar algunas cosas —asintió—. Puedes quedarte en el hotel, si quieres.

—No, está bien. Iré contigo.

—Te ves cansada.

Me sentía cansada. Tantas cosas habían pasado en tan poco tiempo que aún me costaba asimilarlo todo. Pero él no se veía tan inmune tampoco.

—Tú también.

—Este es mi trabajo —señaló.

—Estarías completamente perdido sin mí.

—Lo he estado —se mostró de acuerdo.

Algo me dijo que no hablaba del caso.

—Alex...

—No, ahora no, Grace.

—Pero.

—No —interrumpió—. No vamos a hablar de lo nuestro mientras tenemos a un asesino suelto y al acecho. Habrá otras oportunidades.

Quería hablar con él. Quizás si aclaráramos lo que pasó entre nosotros pudiéramos... ¿Qué? ¿Volver a estar juntos? ¿Era eso lo que quería? Porque siendo honesta conmigo misma, ni yo entendía muy bien mis sentimientos.

—De acuerdo.

—No deberías estar aquí —fueron las primeras palabras que me dedicó Antoine D'Lacos, con una mirada seria y voz firme.

Quizás tuviera razón. Ahora que toda la ciudad aclamaba mi nombre como la asesina de Easter High, quizás no fuera la mejor idea acercarme al hermano menor de la víctima.

Y mucho menos en pleno velorio, a tan solo unos pasos de lo que quedó de Jean.

Las personas a nuestro alrededor usaban trajes y vestidos negros, todos elegantes y pulcros. El ambiente era tan tenso como se podría esperar de un funeral. Alex me había advertido de no llamar la atención, pero eso parecía imposible, pues apenas pusimos un pie en el lugar, los cuchicheos no tardaron en aparecer.

Habíamos encontrado a Antoine en un rincón solitario en las afueras de la funeraria, fumando a pocos metros. Su traje negro parecía incomodarle. Su rostro era frío y quizás un poco solitario, pero no se veía triste.

Para ser un funeral, nadie parecía llorar.

Ni siquiera su propia madre.

—No planeo ir a ningún otro lado —me encogí de hombros.

Antoine sonrió, apagando su cigarrillo con la punta de su zapato. El movimiento fue natural, por lo que de seguro era un fumador empedernido.

—Solo te haremos unas preguntas —retomó el control Alex.

—Si mi madre te ve aquí, va a matarte —replicó, ignorando al detective.

—Me gustaría verla intentarlo —sonreí de lado.

Antoine asintió, como si hubiera logrado pasar alguna especie de prueba de la que no tenía conocimiento.

El traje parecía incomodarle. Era un poco más bajo que Alex, pero lo suficientemente alto como para tener que levantar un poco la mirada. No me perdí la marca en sus nudillos. Estaba claro que se había metido en una pelea recientemente, aunque en su rostro no había señal de heridas.

—Tenemos entendido que no se llevaba bien con su hermano —comenzó el interrogatorio.

—¿No llevarnos bien? Por favor, detective. No suavice las cosas. Nos odiábamos a muerte.

Mi corazón dio un vuelco al escucharlo. ¿Antoine acaso sabría lo que eso significaba? ¿Se daba cuenta de que se estaba señalando a sí mismo como un sospechoso?

Quizás... ¿Lo estaba haciendo a propósito? ¿Quería él que pensáramos que estuvo involucrado en la muerte de su hermano mayor?

—Esas palabras no son las más inteligentes —intervine.

—¿Crees que no sé qué están aquí para preguntarme si yo maté a Jean? —sonrió con sarcasmo—. Por favor, Grace. No me creas idiota.

—Entonces sabes que eres sospechoso.

—Lo único que diré, es que me arrepiento de no haber sido yo quien lo matara.

Había logrado probar un punto.

Era curioso. Las personas tenían formas tan distintas de lidiar con el dolor. Antoine odiaba sentir dolor por la muerte de su hermano, así que estaba buscándose un problema en otro lugar. Compartí una mirada con Alex, preguntándole silenciosamente qué creía. Y él sacudió la cabeza.

Eso significaba que no creía al cien porciento en las palabras de Antoine.

—¡Antoine! —el grito de su madre no me tomó por sorpresa—. ¡Aléjate de esa maldita mujer!

Se había tardado demasiado en hacer una escena, más bien.

—Ah, aquí vamos de nuevo —suspiró con cansancio—. Estoy hablando con el detective, madre. No interrumpas.

—¡Váyanse de aquí! —gritó, ignorándolo—. No tienen ni una pizca de respeto.

—Pero si es usted quien está haciendo un escándalo en el funeral de su hijo —hablé sin pensarlo dos veces.

Un ruido sordo explotó en mi oído y me tomó unos segundos darme cuenta de que el ardor en mi mejilla se debía a una bofetada. Mi mano rozó aquel lugar, notándolo caliente al instante. Aturdida, no hice nada mientras Antoine se interponía entre nosotras.

—¡Mamá! —Antoine se mostró sorprendido, alejándola de mí—. Perdiste la cabeza.

—Ella mató a Jean —escupió hacia mí.

—No, no lo hizo y tú lo sabes —replicó.

—¡Ella lo hizo!

Ok, ya había sido suficiente.

—Siempre es un placer verte, Marianne —le sonreí, haciéndola enojar más—. Ni siquiera estamos en el funeral. No ingresé por el poco respeto que me queda hacia ti. ¿Así que por qué no vuelves de donde viniste y nos dejas hacer nuestro trabajo?

—Maldita mujer —insultó, intentando abalanzarse hacia mí—. ¡Vete de aquí!

—La calle es libre, Marianne.

Mis comentarios solo la hacían enfadar más, revolviéndose entre los brazos de su hijo.

—Suficiente.

Una palabra bastó para que todos nos congeláramos en el lugar. Ni siquiera Alex parecía saber que hacer, pero cuando Lucas D'Lacos apareció, incluso Marianne recuperó su compostura.

—Detective, entiendo que quiera resolver el caso, pero espero que respete nuestro luto —se dirigió primero a Alex—. Al menos déjenos enterrar a nuestro hijo antes de hacer que nos lancemos cuchillos el uno al otro. Mañana hablaremos. ¿De acuerdo?

—No tengo ningún problema con eso.

—Grace —fue mi turno, haciéndome encoger en mi lugar—. No sé qué es lo que haces jugando a la detective, pero te pido que te detengas. Si tu padre estuviera aquí...

—Yo estuviera haciendo exactamente lo mismo —declaré con firmeza.

—Sí, puede que sí —asintió—. Sin embargo, deberías tomarte esto más en serio. Una persona murió y tú estás molestando a su madre. Sé más madura.

Por eso odiaba a Lucas. Siempre me regañaba. Como uno de los mejores amigos en vida de mi padre, Lucas D'Lacos hizo lo posible por hacerse cargo de mí, cuando su amigo murió.

Sin embargo, su esposa se negó y su hijo mayor hizo mi vida un infierno.

Quizás por celos, quizás por algo más.

Al final, terminó alejándose de mí. Y aunque por mucho tiempo lo resentí, ahora entendía que lo hizo por mi propio bien.

—Marianne —ahora fue el turno de su esposa—. No sé qué crees que haces, pero lo mejor será que entres. Haciendo un espectáculo en el velorio de tu hijo...

—Pero...

—No lo diré dos veces.

Sin decir palabra alguna y con las mejillas sonrojadas, Marianne se devolvió. No sin antes darme una mirada furiosa, como si pudiera lanzarme cuchillos por sus ojos.

—No entiendo como lo hace —comentó Antoine, ignorando a su padre—. Siempre llega y pone todo en orden.

—Antoine.

—No, papá —se negó, antes de que le dijera algo—. Está bien si ustedes quieren llorarle y pretender frente a los demás, pero yo no quiero ser parte de esto. No voy a jugar a ser el hermano herido y lastimado. El que tiene el corazón roto. No pretenderé estar triste. No cuando por primera vez en mi vida me siento libre.

Fue algo sorprendente. Después de años y años conociéndolo, por primera vez observé como Lucas D'Lacos se avergonzaba. ¿Era por las palabras de su hijo frente a nosotros? ¿O era por qué tenía razón?

—Me quedaré con el detective —exclamó con una firmeza que me sorprendió—. Tú ve a decirle al mundo lo triste que estás por la muerte de tu hijo.

Se dio media vuelta, dejando a su padre varado en plena calle. Lucas solo lo miró, como si estuviera intentando decidir qué hacer. Hizo el amago de ir tras él, pero lo detuve con un gesto.

—Dale un tiempo —aconsejé, con voz suave—. No sé sobre cuáles eran sus sentimientos por su hermano, pero aun así esto debió ser un shock. Nadie se esperaba que algo como esto sucediera. Yo de verdad lamento tu perdida, Lucas. Estoy aquí por si me necesitas.

Porque al final del día, Lucas fue el mejor amigo de mi padre. Y por mucho que odiara a su hijo cuando estaba en la preparatoria, él siempre cuidó de mí. A su manera.

—Gracias, Grace.

Me dio un asentimiento como despedida. Alex me hizo un gesto para que siguiéramos a Antoine, quien ya estaba un poco más alejado.

Casi corrí detrás de él, mientras que a Alex solo le tomó unos segundos alcanzarlo.

Ni siquiera era una persona bajita, pero en comparación con el detective... No había mucho que mis piernas pudieran hacer.

—No esperaba que trataras así a tus padres —comenté, intentando recuperar el aliento.

Nos había guiado hasta un parque, apenas un par de cuadras del funeral. La vibra por aquí se sentía mucho mejor, más tranquila. Niños corriendo a la distancia, perros paseando y personas disfrutando el día.

Me tomé un segundo para recuperarme, mientras veía como Antoine encendía otro cigarrillo.

—No es algo nuevo —fue lo único que dijo al respecto.

—Alex —llamé su atención—. ¿Qué te ocurre hoy?

No estaba intentando robarle el interrogatorio, pero él ni siquiera parecía estar interesado en Antoine.

—Lo siento —parpadeó repetidas veces—. Estaba pensando en otra cosa.

—Pues concéntrate.

—Grace, relájate —interrumpió Antoine, hablando con demasiada confianza—. No planeo ir a ningún lado.

—¿Dónde está Sophie? —pregunté sin pensarlo mucho.

Me parecía extraño que no estuviera apoyando a su pareja en este momento. Incluso si Jean no era alguien de su preferencia.

—Está internada —dijo con voz tensa—. Jean la hirió hace unos días.

—¿Qué? ¿Fue algo tan grave? ¿Está bien?

—Ya está bien —sonrió con ironía—. Está recuperándose en silencio. Para que nadie sepa que Jean la atacó.

—No mientes al decir que no sientes tristeza...

—No, no lo hago. Estoy feliz de que muriera. Alguien le hizo pagar por sus pecados. No voy a pretender estar consternado.

—Pero...

—¿Alguna vez has tenido que vivir con un monstruo, Grace? —su pregunta me tomó por sorpresa—. No lo creo.

—Antoine —Alex parecía querer intervenir, pero lo detuve.

—Tuve que vivir en silencio por tantos años... Que Jean no te vea, que Jean no te escuche, no hagas molestar a Jean. Eso se acabó. Soy libre.

La forma en la que hablaba, el temblor de sus manos, todo en su ser parecía sufrir. No lloró, pero no era como si le hiciera falta. Antoine D'Lacos estaba roto y eso era gracias a Jean.

—¿Qué te hizo ese animal? —pregunté, horrorizada.

—Mi vida un infierno, Grace. Eso hizo.

Su expresión fue tan clara que no tuve ninguna duda. Sabía que Jean molestaba a su hermano, pero jamás creí que llegaría a ese nivel.

¿Cuántas cosas ocurrieron en esa casa de las que yo no estaba enterada? Porque los chismes siempre corrían por la ciudad. ¿Y qué había de las cosas que la familia D'Lacos ocultaba?

—Suficiente —Alex me tomó del brazo, haciéndome levantar hasta estar a su lado—. Eres consciente del peso de tus palabras.

—¿Qué harás? ¿Arrestarme? Te deseo buena suerte.

—¡Espera! ¿Qué hay sobre la malversación de fondos?

—¿Cómo sabes de eso? —su sorpresa fue sincera, pero se recuperó pronto—. Digamos que eso ya acabó.

—¿Qué quieres decir?

—Que, muerto el perro, se acaba la rabia.



Ustedes no se imaginarían todo lo que me costó editar este capítulo. Incluso llegué a llamarlo la maldición del capítulo 10. Cada vez que estaba por terminar, algo pasaba y tenía que empezar de cero.

Pero hey, aquí está. Brandon Lee sigue desaparecido y Jean D'Lacos sigue bien muerto. La historia cada vez se enreda y se complica, pronto vienen otros personajes. 

Espero que les haya gustado. 

Por cierto... ¿Alguien de aquí conoce Patreon? Dicen los rumores que si se suscriben, encuentran dos capítulos más adelatandos de El asesino de Easter High y los capítulos editados de Donovan también. Además de otro montón de beneficios exclusivos.

Si deseas saber más, no olvides pasar por Patreon.com/Anivy.



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