Ser un ninja implica aceptar cualquier misión, desde la mas ridícula, hasta la mas peligrosa, incluso si se habla de una relacionada al arte de seducir.
Teniendo esos puntos en mente y cansada por tantos años perdidos, Sakura intenta olvidarse de Sasuke, usando una misión de seducción como remedio para el desamor.
Cuando da por hecho su decisión, rápidamente es trasladada al reclutamiento, el lugar donde permanecen todas las ninjas solteras de cada aldea.
Al poco tiempo de su estadía, se da cuenta que ha cometido el peor error de su vida, ya que el pergamino entregado estipula que su objetivo a cautivar es nada menos que su maldición en forma de hombre, el mismo chico frio y desterrado, que la rechazo en mas de una ocasión. Sin darse el tiempo de pensarlo, lo descarta y entre suplicas pide que le cambien el destino, pues se siente incapaz de enamorarlo.
Cuando creyó que el inconveniente había quedado atrás, al sostener un nuevo encargo entre sus manos, algo inesperado cambio sus planes, ya que el egoísmo del Uchiha no le dejara el camino tan fácil para entregarse a los brazos de otro hombre.
De presa, a cazador.
De cazador a presa.
Los papeles cambiaron.
—¿Piensas usar tu capacitación conmigo? —Levanta la mirada y sonríe altanero. —Esas patéticas acciones, ni de broma surten efecto en mi.
—Si no represento un peligro, entonces deja caer estos grilletes y libérame. A menos que te este molestando mucho la misión que tengo con otro. —Respondió contundente, frenando la sonrisa burlona del azabache.