Kingdom: Fire will Last [Fire...

By GabriellaBDuarte

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TRILOGÍA FIRE: LIBRO III La unión del fuego reinó pero también ardió y ahora durará hasta el fin de los tiemp... More

Introducción
Prólogo
I: Un infierno en la tierra
III: Víbora mortal
Extra: Vorágine
IV: La furia del fénix
V: Leales a la corona
VI: El inicio del caos
VII: Firenhell en su máxima expresión

II: Indoblegable, inquebrantable

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By GabriellaBDuarte


Brianna

~♛~

Entreabro suavemente mis ojos, parpadeando con lentitud en las melancólicas sombras del anochecer, acabo de volver a despertar de los obligados largos sueños a los que he sido inducida todo este tiempo. Cada vez que recobro la consciencia vuelven a dormirme con pasiflora y amapola, lo reconozco porque cuando asesinaron a mi padre y hermana, lo tomaba para poder conciliar el sueño por las noches.

Pero claramente me han dado una dosis mucho más pura, me siento débil y somnolienta.

¿Dónde estoy?

Lo primero que me viene a la mente son mis hijos y Daeron, ¿les han hecho algo? ¿están bien o sólo me han traído a mi? No recuerdo con exactitud nada más después de que salí a visitar la tumba de mi padre y Aline. Luego de eso llega a mi memoria el haber despertado la primera vez dentro de un barco, donde comenzaron a sedarme cuando me resistía a ser llevada en contra de mi voluntad.

Intento levantarme pero mi esfuerzo es en vano porque me tambaleo y no logro ponerme de pie sin marearme en el proceso. Estoy en una especie de caballeriza abandonada, tirada sobre heno como si fuera piltrafa. Vislumbro por el borde inferior de la puerta siluetas moviéndose en la entrada. Es seguro que son personas costodiando.

Vuelvo a hacer el amago para colocarme de pie pero fallo otra vez, chocando mi trasero en la fría tierra. Golpeo con rabia la hierba seca, me siento frustrada por no poder hacer algo tan simple ¿qué tanto sedante han podido darme para consumir mi fuerza?

Al parecer mi caída fue estruendosa porque abrieron la puerta después de unos segundos, son dos sujetos altos y fornidos los que se adentran al lugar.

—Atrás —los señalo con mi dedo índice, amenazante y fulminante, no permitiré que me intimiden—. No se acerquen más o se arrepentirán.

Se miran a los ojos fugazmente y comparten una risita irónica.

—¿Cómo nos arrepentiremos? —alza una ceja el más alto, es calvo y asqueroso. Es de noche pero puedo ver sus dientes podridos desde la distancia.

—Ustedes son unos insectos insignificantes, tienen que dormirme y debilitarme porque si estuviera en óptimas condiciones —comienzo a elevar mi tono de voz—, rompería sus cuellos y ni siquiera se darían cuenta ¡cobardes!

—¿Escuchaste eso Ralph? —codea a su compañero, burlón—. Esta pequeña prostituta dijo que nos mataría sin que nos diéramos cuenta ¿le crees?

—¿Sería capaz? —le sigue la corriente a su estúpido acompañante.

—Sería capaz de eso y mucho más —una nueva voz que no conozco se escucha detrás, muevo mi cuello para buscar al dueño de la misma. Un hombre con aspecto diferente, mucho más pulcro, se acerca a paso firme—. ¿Acaso no han escuchado sobre la Reina de Fuego?

Los dos renacuajos abren sus párpados desmesuradamente y voltean a mirarme asombrados.

—¡Demonios! —cubre su boca por la sorpresa—. ¿Cómo íbamos a saber que la prisionera era Brianna Armstrong?

—Robert eres un idiota —musita muy bajo pero logro escucharlo. Giro mis pupilas, exasperada—, esta mujer es legendaria y acabas de insultarla.

—No es una prisionera en realidad —aclara, pero mi ceja enarcada intenta discrepar. Si no soy una prisionera ¿por qué estoy en estas condiciones?—, es sólo que hay que pasar desapercibidos para no llamar la atención. Si todos lo supieran se regaría la voz y demasiada gente lo sabría, y su Gracia no quiere eso.

¿Su Gracia?

¿Es un Rey o una Reina?

—¿A dónde me llevan? —ahora tomo yo la palabra—. ¿Quién es su Gracia?

—Pronto lo sabrá, mi Reina. —Hace una reverencia y yo no podría estar más confundida.

No conozco a este hombre, tiene la armadura de un ejército pero las de mis reinos no son similares a esta, su acento tampoco es de ninguna de mis naciones. ¿Por qué dice que soy su Reina?

—¿No vas a presentarte, soldado? —hago hincapié a su cargo, necesito saber quién es—. Es tu deber presentarte ante una monarca.

—En su momento me presentarán ante usted, cuando mi líder principal lo vea necesario. Hasta entonces no puedo revelar ningún tipo de información, lo lamento.

Exhalo una bocanada de aire, el estrés es evidente.

—Y ustedes —ahora empuja con rabia a los otros dos soldados—, discúlpense con su Majestad.

Sin titubear bajan la cabeza apenados.

—Le pedimos sinceras disculpas, Reina Brianna.

—No volverá a suceder algo así. —Agrega, avergonzado conmigo y con cómo sea que se llame su superior.

—Por supuesto que no —sentencio en un susurro entre dientes, reprimiendo mi ira mezclada con confusión. No logro entender qué está sucediendo—. Quiero descansar, me siento demasiado débil.

—Afuera —demanda el hombre incógnito mientras saca a empujones a los otros dos—. Disculpe las molestias ocasionadas.

Y eso es lo último que dice antes de salir y cerrar la puerta. Es obvio que no quiero descansar, fingiré que duermo sólo para que no sigan dándome la infusión para dormir, eso me está quitando vigor.

~•~

En el tiempo en que estoy meditando las cosas, escucho que entran varias veces para cerciorarse de que estoy "durmiendo" y lo que verdaderamente hago es no dejar de pensar en cuál es la razón por la que me tiene aquí. Aunque ni siquiera sé dónde estoy o en qué maldito lugar del mundo me encuentro.

Vuelven a ingresar y continúo fingiendo que duermo, no me remuevo siquiera para que piensen que sigo sumida en inconsciencia. Siento como me cargan para subirme a una carreta, intento abrir sólo un poco mis ojos para ver, tiene una capota de cuero que la recubre, también barrotes que encierran el espacio. Los dos inútiles están sentados dentro, en un par de barriles de madera.

Comienza a andar y pasan aproximadamente cuarenta minutos antes de que comience a removerme para pretender que me despierto.

—Quiero orinar —digo y ambos voltean a verme—, y beber agua también.

Con su garrote golpea el metal de las rejas muy fuerte para que haga el ruido suficiente y el transporte se detiene.

—Abran —pide con fastidio—, la señora tiene necesidades que atender.

Después de un momento, un hombre con el manojo de llaves abre el candado. Me ayudan a levantar porque aún estoy débil y custodian cada uno de mis movimientos, el caballero aseado y con mejor porte que los demás se acerca para darles órdenes que no logro escuchar, me hacen señas para que los siga.

—Van a recoger agua de algún canal o río —me explica—, ya se acabó la que teníamos.

Que conveniente.

—Mientras tanto puede orinar allí. —Señala el tronco de un árbol, que estoy segura no cubriría nada.

—Dense vuelta, ¿o creen que me verán orinar? —enarco una ceja, ofuscada.

Ruedan los ojos con molestia y se dan media vuelta.

Error.

No espero ni un segundo ya que aprovecho la situación y en un movimiento veloz giré sus cuellos con precisión, rompiendo sus nucas para dejarlos caer sin vida. En el tiempo que fingí dormir, sólo recuperaba un tercio de mi fuerza. Comienzo a correr a toda velocidad en dirección contraria pero me encuentro de frente con el caballero que parece el que comanda mi rapto.

—Sabía que haría eso —se adelanta a hablar, descruza los brazos de su pecho y suelta un bufido—. Si aún no llegamos, ¿por qué huye?

—Solo estiraba las piernas —ironizo cuando giro las pupilas—. Es obvio que cuando no nos dicen a dónde nos están llevando, la primera acción sería escapar ¿no lo cree?

—Lo creo, por eso es que estoy aquí, sabiendo cuál sería su reacción.

Saca detrás de su cinturón un par de grilletes.

Genial.

Más hombres y soldados llegan para rodearme, ya no puedo hacer nada más que rendirme «por ahora», le estiro mis manos y él las encadena con suma delicadeza.

Oh vaya, qué sutil, como si no estuviera privándome de mi libertad.

Lo que no logro entender es por qué les dijo a los dos tipos que no podían decirles quién soy porque llamaría la atención y es mejor que piensen que soy una prisionera. ¿Acaso es algo normal llevar de aquí para allá prisioneros en este lugar?

De vuelta en la carreta, con nuevos custodios ya que asesiné a los antiguos, estos me observan intermitentemente de soslayo, al tanto de cualquier movimiento que pueda hacer.

Temen, probablemente.

Y hacen bien, porque no pienso detenerme.

—Me estorba esto —levanto mis manos apresadas para señalar una varilla de metal atascada en mi pierna—. ¿Podrían quitarlo?

La carreta está en movimiento, el de cabello rubio se levanta y se inclina para quitar el objeto cuando lo tomo de sorpresa al enrollar su cuello entre las cadenas que cubren mis muñecas, aprieto con presión mientras él forcejea e intenta zafarse. El otro hombre trata de ayudar a su compañero sujetando su pierna para tirar de ella pero eso sólo hace que mi agarre se fortalezca.

—Por favor, tengo familia. —Suplica nervioso.

—Yo también tengo familia y mira dónde me tienen ustedes.

El moreno iba a gritar para pedir ayuda pero elevo mi pie y pateo su rostro, dejándolo desorientado por un par de segundos. El que está en mis manos ya dejó de respirar, su piel quedó púrpura por la asfixia, así que lo suelto para abalanzarme ahora contra el otro, con el metal oxidado de los grilletes comienzo a golpear su rostro con fuerza y sin cesar, la sangre comienza a salpicar mi pecho, pero el desespero y la furia que siento no me permiten detenerme.

Cuando mi subconsciente se da cuenta que ha sido suficiente, me dejo caer hacia atrás, sentándome de nuevo e intentando acompasar mis respiraciones. Hasta no saber a dónde me llevan o dónde estoy no voy a bajar la guardia.

No soy una mujer que se doblega o se deja intimidar por alguien.

~•~

Después de un par de horas más, finalmente se detienen. Lo más factible es que vengan a revisar cómo está todo, así que voy preparando mi mejor sonrisa triunfal y frente en alto. Que entiendan de una vez por todas qué nadie puede sublevar a Brianna Armstrong.

Abren la reja sin notar con claridad lo que sucede dentro por lo tenue de la oscuridad, pero yo ya estoy de pie en la entrada para salir, apenas coloco un pie en el suelo, el que abrió la reja inhala aire sorprendido.

—¿Qué hizo? —voltea a verme lentamente.

Los demás se van acercando lentamente para ver de qué se trata, son unos cincuenta hombres en total, entre ellos viene el caballero que lidera al resto.

—Esto. —Le respondo, volviendo a tener una rápida acción que todos tardan en asimilar. Tomo su cráneo y estrello su sien en la orilla de la reja de metal, golpear con un objeto contundente en un punto sensible y débil es mortal, su cadáver se desploma con los ojos excesivamente abiertos, el chorro de sangre comienza a desplegarse, manchando el suelo rocoso—. ¿Alguna otra pregunta? —indago, con un tono de victoria en mi voz.

El cabecilla baja la mirada, esbozando una sonrisa de derrota, pero inmediatamente vuelve a mirarme con los labios fruncidos.

—Ahora entiendo porqué embelesó a más de un Rey —expresa, completamente calmado. No le ha sorprendido demasiado o sabe ocultarlo muy bien—. No es sólo por su belleza.

¿Qué quiere decir con eso?

—¿Quién es esta mujer? —interfiere otro de sus acompañantes—. ¿Cómo es posible que haya asesinado a cinco hombres en menos de tres horas y sin usar una puta arma?

—¡Pues yo soy... —iba a explicar cuando siento que varios hombres me toman desprevenida, sujetando mis brazos sin darme cuenta.

—Una delincuente —termina por mi y me guiña un ojo antes de que otro de ellos me obligara a abrir la boca con sus manos y echara mi cabeza hacia atrás para empinar la asquerosa infusión que me dopa, el líquido recorre mi garganta sin mi consentimiento—. Por eso debemos mantenerla dormida hasta llegar, es peligrosa.

Y sólo toma cuestión de segundos para que comience a desvanecerme, siento el hormigueo en mi cuerpo que me indica que pronto voy a caer en un profundo agujero negro.

~•~

Despierto en una alcoba desconocida, ya no estoy en la putrefacta carreta. En su lugar, este espacio es amplio y con los lujos que he tenido siempre en mis aposentos, definitivamente debe ser un castillo, una mansión o un palacio. Aunque tiene toques góticos y tétricos que lo hacen ver oscuro a comparación. Me levanto de la cama y me estabilizo sosteniéndome de la pared cuando siento un leve mareo.

Maldita pasiflora mezclada con amapola.

Voy hacia la puerta para salir a investigar dónde estoy, pero «sorpresa» está cerrada con llave. Por más que intento girar el pomo, no cede. Golpeo la madera gruesa con la palma de mi mano.

—¡Déjenme salir! —aumento la cantidad de toques insistentes—. ¡Abran la puerta, cobardes! —me alejo y camino de un lado a otro, frustrada—. Mierda. —Murmuro, gruñendo la palabra con rabia.

No me queda más que esperar. Vuelvo a tomar asiento en la cama, recostado mi espalda sobre las almohadas y viendo el techo en busca de un poco de serenidad. Es entonces cuando un hermoso recuerdo viene a mi mente:

»Respiro profundo y no paro de apreciar como Daeron acaricia mi frente sin dejar de admirar la belleza de nuestro hijo recién nacido.

—Es tan apuesto —le sonríe mirando todos sus gestos y facciones—, como sus padres. ¿Cómo lo llamaremos?

-¿Tienes algo en mente?

Me recuerda a mi abuelo, la forma de sus ojos es similar a la suya —manifiesta cuando sube su mirada para verme, buscando aprobación—. Fue el gran Aenar III, lo apodaban la bestia salvaje por el estandarte de mi familia, que era el oso, antes de que yo tomara el fénix después de ascender al trono.

Me encanta ese nombre —sonrío ilusionada. Adoro poder nombrar a mi hijo como una leyenda de los Firenhell—, entonces se llamará Aenar Basil Firenhell Armstrong.

Será un niño imparable —dice con un tono cargado de orgullo—, lo puedo ver en sus ojos.

Mi pequeño Aenar, Daeron tiene razón, a pesar de ser el menor de sus hermanos, algo me dice que su temple será imponente.

Y también guapo como mamá y papá —agrega unos segundos después, haciéndome reír por sus ocurrencias—. Acaba de nacer y ya es hermoso, mi madre decía que el día de mi nacimiento mis ojos ya se veían muy azules e iluminaba el palacio con mi atractivo y tierno rostro.

No es algo extraño que diga algo así, su ego siempre está por los cielos y con mucha razón.

Suprimo una sonrisa burlona pero la verdad estoy tan orgullosa de lo que hemos logrado juntos hasta hoy. Tenemos tres perfectos hijos, los reinos marchan de maravilla y nos hacemos ampliamente felices.

Te amo Daeron Firenhell.

Me mira extrañado por mi repentino cambio de tema, mi respuesta no tiene nada que ver con lo que me había dicho antes. Pero sé que es algo que él adora que le diga, se conmueve y se acerca a mi rostro para acunar la palma de su mano allí, cierro mis ojos para disfrutar de su tacto en mi piel.

Y nadie podría amarte más que yo Freya —el sonido de su voz aterciopelada deleita mis oídos, susurra con calma allí—, ningún hombre o mujer en la faz de la tierra sería capaz tan siquiera de imaginar todo lo que yo haría por ti y para ti.«

El cerrojo de la puerta comienza a moverse, me alarmo rápidamente, están abriendo la puerta y tengo ansias de saber quién es. Esto me saca rápidamente del recuerdo en el que estaba plácidamente sumergida, no quería salir de él ni volver a la realidad. Quería quedarme con Daeron y mis hijos. Luego de un par de interminables segundos, la puerta se abre y entra una mujer con ropa muy sencilla, ni siquiera parece una empleada de servidumbre, su vestido es un arapo de retazos mal cortados.

Su piel es morena oscura, su cabello es negro y encrespado, en su mirada denoto el miedo y la duda de estar allí, hasta podría decirse que tiembla un poco, cierra la puerta detrás de ella, hace movimientos con sus labios, como indicio de que quiere hablar pero las palabras se atoran en su boca.

Sí, definitivamente está nerviosa.

—Se-señorita —titubea, cabizbaja—, la esperan en el salón principal para comer algo.

—¿Quién me espera? —presiono con mi pregunta. Necesito saber quién está haciendo este teatro.

—El señor de este palacio. —Me explica a medias, mirándose los dedos en todo el proceso.

—¿Por qué no me miras?

Sube su vista y nuestros ojos conectan por primera vez, también son oscuros como la noche, sus facciones son pronunciadas y un poco toscas, pero no deja de ser atractiva.

—Por favor, debe bajar —vuelve a pulsar ese botón que activa mis dudas—. La están esperando.

¿Debo? Pero si a mí nadie me da órdenes.

—Querida, hasta no saber quién se encuentra allí no saldré de esta alcoba. —Cruzo mis brazos contra mi pecho, renuente a obedecer a alguien—. Dile a esa persona, quién quiera que sea, cómo sea que se llame, que Brianna Armstrong no sigue órdenes de absolutamente nadie.

—P-por favor, no puede hacer esto. —Noto su desespero al hablar, sus gestos aterrados cambian a unos suplicantes.

—Claro que puedo —camino lentamente hacia la cama otra vez y tomo asiento de manera elegante, cruzando una pierna por encima de la otra—, mira como lo hago.

—Señorita, se lo suplico...

¿Por qué tanta insistencia?

—... No conoce a Enzo Alighieri. —Termina y ahora siento el toque de advertencia en su voz.

¿Así que así se llama mi captor?

—Y al parecer él no conoce a Brianna Armstrong —dejo la frente en alto con una mirada soberbia—. Dile a ese señor que si quiere hablar conmigo debe venir él hasta aquí y pedírmelo. No saldré de esta alcoba hasta que eso no suceda.

Va a arrepentirse de haberse entrometido en mi vida.

~•~

Hace un par de días fue el cumpleaños de una de mis chicas: Crys ❤️ la quinceañera más hermosa, este capítulo tiene dedicatoria especial para ti. Eres una niña divertida, auténtica, con una personalidad espectacular. Que seas muy feliz y que sigas brillando cada día, te adoro. ✨

Ahora sí, cada vez está más cerca el caos en Europa.

Nos leemos pronto💖

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esto es una historia de tierra x todos , disfrútenlo ^^
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me gusta Jujutsu Kaisen vas a caer Gege gato de mierda creo que hubo un error ahora el capítulo 8 está después de el diez