—Eve. —Escuché a alguien murmurar— Evelyn. —Abrí mis ojos lentamente y vi a Harry mirándome.
—¿Hmm? —balbuceé, estirando mis extremidades adoloridas. Bostecé y me senté, mirando alrededor del avión; personas bebiendo sus cafés y jugando con sus iPads.
—Empezaron a servir el desayuno —Harry me comentó— Tal vez no sea la mejor comida, pero si estas hambrienta...—Se encogió de hombros y se movió en su asiento.
—¿Hay algún menú? ¿Qué tienen? —pregunté, pasando mi mano libre por mis despeinados cabellos.
—Tostadas, panqueques, magdalenas...fruta. —Harry apago su voz— Eso es todo, creo.
—Eh. —Me encogí de hombros, no tenía ganas de comer— ¿Qué hora es? Siento como si hubiera dormido por veinte minutos.
—Son las seis de la mañana —Harry respondió, tomando un sorbo de su jugo de naranja que estaba descansando en su mesa inestable— Así que has dormido como por cinco horas.
—Ugh —gruñí, frotando mis adormecidos ojos— No me gusta que me despierten temprano.
—A nadie le gusta. —Harry rió— Así que, ¿no comerás? Quiero que estés satisfecha.
—Estoy bien. —Suspiré— ¿Puedo volver a dormir? —cuestioné, mirando a su bronceado rostro.
—¿Me estas preguntando si puedes dormir? —Harry rió— No.
Fruncí el ceño con su respuesta, haciendo pucheros.
—Estoy bromeando —parloteó él— Tu puedes dormir, y si necesitas una almohada, mi hombro es cómodo.
—Oh —respondí, levantando mis cejas en diversión— Tú eres muy abierto conmigo.
—Sip —él contestó, acentuando la "p" —Si tienes frío, puedes usar mi camisa.
—¿Qué? —Sonreí— ¡Eso es muy lindo de tu parte!
—Cualquier cosa por ti, muñeca. —Harry sonrió. Me sonrojé ante sus palabras, no comprendiendo por qué estaba siendo tan bueno.
—Oh —murmure—. Gracias...
—¿Estas emocionada por que empiece la escuela? —Harry preguntó de repente. Jadeé internamente, no queriendo entrar en todo el asunto de la escuela. Solo quería dormir cuanto pudiera.
—Nunca. —Me reí en voz baja— Amo hacer tarea, creo.
—¿Te gusta la tarea? —Harry chilló, riendo para sí mismo.
—Amo —corregí, sonriendo.
—¿Por qué?
—Me da algo que hacer. —Me encogí de hombros— Me gusta que me digan qué hacer, ¿sabes? Sé que si no lo hago, seré castigada. Es por eso que me gusta la escuela, para bien. Me mantiene motivada.
—Eres muy inteligente —Harry remarcó, sonriendo.
—No. —Me sonrojé, apartando mi mirada de la suya.
—No mucha gente se motiva cuando le dicen qué hacer. Normalmente son rebeldes —Harry comentó— Me gusta que seas obediente.
—Bien —murmuré de manera confusa, no segura de qué responder.
—Creo que eres asombrosa, Eve. Quiero conocerte mejor. —Harry sonrió.
—Eres el primero —murmure para mí misma.
—Siento que seré el primero para todo. —Harry soltó una risita, pensando que no escuché lo que dijo.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunte, mirándolo con una ceja levantada.
—Nada realmente. —Harry se sonrojó— Como, ayudarte con matemáticas y eso.
—Oh —reí incomoda— Claro.
—¿Quieres algo para beber? —Harry cuestiono.
—No —gruñí— Tan solo quiero dormir.
—Oh, claro —Harry murmuró, sus mejillas se tornaron rojas. El suspiró y se saco su camisa verde, volteándose a mí, dándome la delgada y cálida tela.
—Gracias. —Me puse la camisa, acomodándome a la misma y recostándome en el asiento de avión con mi oso de felpa, sabiendo que no podría volver a dormir de igual manera.
[...]
—Incluso me pregunto, ¿cómo alguien descubrió cómo hacer un avión? ¿Cómo es posible que alguien sea tan inteligente? —pregunté, descansando mi cabeza en la ventana y mirando a el paisaje de abajo, campos verdes siendo lo único en mi vista.
—De la misma manera en la que piensa sobre el colegio. Ellos se esforzaron para hacer más trabajo de lo normal —Harry respondió, inclinándose sobre mí un poco para mirar por la ventana también—. Solo tres horas más.
—No puedo esperar para llegar a casa. Extraño a mis padres —dije calmadamente, mirando el paisaje desparecer a causa de que entramos en una nube.
—Estoy seguro de que ellos también te extrañan —Harry respondió—. Tres meses lejos de ti debe ser duro. No sé como lo hicieron. Me refiero... su propia hija.
—Nunca estoy con ellos. Solo para la cena. —Me reí— A veces ellos ni cocinan. Tan solo salimos a comer. No me importa salir a comer, sólo desearía que pudiéramos comer una comida adecuada.
—Amo cocinar —dijo Harry.
—¿Enserio? Yo no puedo hacer mucho —reí, cerrando la cortina de la ventana y prestando mi atención a Harry.
—No soy el mejor cocinero, tampoco. ¡Pero es bastante divertido! —Harry rió entre dientes, descansando su brazo en el posa brazo que nos separaba.
—Prefiero leer —sonreí— ¿Estas emocionado de llegar a casa? —Cambié el tema de conversación, aferrándome a la camisa que me envolvía.
—Sí, estoy bastante emocionado —Harry farfulló.
—¿Emocionado de ver a tu novia? —presioné, sacándole la lengua.
—Totalmente. —Harry rodó sus ojos— No, pero hablando enserio, no tengo novia.
—Oh —jadeé— Lo lamento.
—Espero que eso cambie pronto. —Harry sonrió, jugando con sus dedos.
—Te deseo suerte, Harry. Eres alguien agradable. —Sonreí entre dientes, tomando una bandita de mi muñeca y tirando de mi pelo ondulado en una cola de caballo.
—¿Emocionado de ver a tu novio? —Harry bromeó, masticando su chiche y sonriendo.
—Al igual que tu, estoy soltera.
—Deberías conseguir uno. —Harry sonrió, ajustando la bandana en su cabello.
—No estoy interesada. —Arrugue mi nariz— Muy joven.
—Tienes dieciséis —Harry comentó.
—Ese es exactamente mi punto. Mis padres dicen que debo comenzar cuando tenga dieciocho —informé, posando mis manos en mis muslos.
—¿Dieciocho? —Harry tosió— Por favor dime que tienes algún flechazo, por lo menos. Te faltan dos años para llegar a los dieciocho.
—Nope —conteste— Había uno es preescolar. De cualquier manera, nadie mas es lindo para mí.
—¡Ouch! —Harry rió, poniendo su mano en su pecho en forma de falsa ofensa.
—No te lo tomes a pecho. —Sonreí— ¡Eres muy grande! Pero eres lindo.
—¿Acaso me ves canas? —Harry bromeó, girando su cabeza hacia mí.
—Oh, cállate. —Reí, golpeando su cabeza en broma. Harry me miro con una gran sonrisa— ¿Por qué estas sonriendo?
—Tú piensas que soy lindo para ser un hombre grande.
—No eres tan grande —razoné, enrollando las mangas súper largas de la camisa de Harry.
—Y tú no eres tan joven —Harry respondió.
—No me fastidies —dije respondiéndole rudamente, no gustándome su actitud de coqueteo.
—Lo siento —Harry farfullo— ¿Hice algo malo?
—Es que me haces sentir incomoda. —Me acomodé en mi asiento, mirando al frente.
—Oh —Harry murmuro— Lo siento, tan solo trataba de ser amable.
—Lo sé. —Suspiré— Lo siento, tan solo pensé que estabas coqueteando conmigo.
—Tienes dieciséis años. —Harry rió forzadamente— Eres siete años menor que yo.
—Lo sé —respondí— Perdón —murmuré.
[...]
—Hola, pasajeros. Estamos por arribar a Londres, Inglaterra. Gracias por volar con nosotros. Por favor, abróchense los cinturones de seguridad hasta que aterricemos, que será en treinta minutos.
—Oh mi dios —murmuré, sonriendo y cubriendo mi cara—. Estoy tan emocionada de ver a mi pez dorado.
—¿Pez dorado? —Harry rió, tomando un trago de su botella de agua— ¿Cuál es su nombre?
—Su nombre es Burbujas. —Sonreí, jugando con mis dedos.
—Hermoso y cliché nombre —dijo Harry.
—Lo sé. —Sonreí, pensando en casa—. ¿Tienes alguna mascota?
—No. —Harry negó con la cabeza— Seria lindo, creo.
—Sí. —Suspiré— Creo que tomare una siesta otra vez. Tomara un rato hasta que lleguemos a casa.
—¿Tus padres te pasaran a buscar? —Harry preguntó, acomodándose y mirando hacia mí.
—No. —Suspire calmadamente— Mi tía me dio dinero para un taxi o un autobús.
—¿Qué tal si guardas tu dinero y te llevo hasta tu casa? —Harry ofreció.
—Hmm. —Tomé una respiración profunda— Eso sería muy lindo de tu parte, realmente. Pero sería injusto para mi tía. Ella me dio cincuenta dólares.
—Guárdatelos para ti misma. —Harry sonrió— Compra algunos libros más.
—Yo prácticamente me compré toda la librería así que...—me callé.
—Creo que sería mejor si te llevo yo.
—Sí —hablé— Pero, no quiero meterme en problemas. Tomare un taxi, está bien.
—Oh. —Harry frunció el ceño— Esta bien. —Me sentí culpable mirando su triste expresión.
—Quiero decir. —Suspiré— Te vez como un buen chico y te ves muy solo, así que sí. —Asentí con la cabeza— Llévame tú. —Me puse de acuerdo sumisamente.
—¡Genial! —Harry sonrió, alzando sus manos y aplaudiéndolas— ¡Viaje!
—¡No hay nada para leer, entonces! —me quejé.
—Hay un manual de auto. —Harry se encogió de hombros.
—Ergh. —Lo miré— ¿Tienes radio?
—Duh —Harry replicó— Pero preferiría hablar.
—Suena divertido. —Sonreí, cruzando mi pierna izquierda sobre la derecha.
[...]
—¿Dónde está tu auto? —pregunté, mi mochila pesaba mientras agarraba mi maleta y caminaba por los largos e anchos pasillos del aeropuerto.
—Tan solo sígueme —dijo Harry, acomodando su mochila en su hombro. Su forma de caminar era muy rápida.
—Por favor más lento —me quejé— ¡Estas valijas son un poco pesadas!
—Aquí. —Harry se detuvo en el concurrido aeropuerto, las personas maldiciendo y poniéndose irritadas gracias a un hombre parado a mitad de camino— Dame tu mochila y tu maleta. —Suspiré en alivio y me saque la pesada mochila.
—¡Whoa! — Harry rió en cuanto tomó mi mochila— No estabas mintiendo cuando me dijiste que tenias como veinte libros aquí.
—Lo sé. —Reí. El tomo mi maleta en su otra mano.
—Aquí, toma mi mano para no perderte. Está un poco lleno —Harry dijo, llevando a su mano hacia la mía. Accedí y sostuve su áspero y encallecida mano.
Luego de caminar por treinta minutos, bajando escaleras mecánicas y encontrando el aparcamiento de autos, Harry se acerco a su auto.
—Tú no has comido hoy. ¿Está bien si nos detenemos a comer? Estoy un poco hambriento —Harry preguntó, destrabando su carro y abriendo el maletero.
—¡Sí! Estoy hambrienta. —Sonreí. Harry posó su abrigo, mi maleta, y ambas mochilas en el maletero.
—¡Genial! —Harry sonrió—. ¿Quieres que ponga tu oso de peluche en el maletero o aquel, para que lo puedas abrazar?
—Lo abrazaré. —Sonreí tímidamente, caminado alrededor del auto y sentándome en el asiento del pasajero.
—Asombroso. —Harry asintió, encendiendo el auto— ¿Necesitas usar el baño, también?
—Hmm —tartamudeé— Si —dije tímidamente.
—Bien —Harry tarareó, sacando el auto del aparcamiento y llevándonos a la vía—. ¿Qué tipo de comida te gusta? —preguntó.
—Cualquier tipo, para ser honesta —murmuré, siendo cohibida ante él.
—No quiero sonar mezquino... —Harry se calló— Pero, ¿prefieres comida rápida o de calidad?
—Cualquiera de las dos —mentí, prefiriendo comida de calidad antes que comida chatarra. He estado comiendo comida para llevar con mi familia durante los últimos diez últimos años.
—Muy bien —Harry respondió— Vamos a McDonalds y luego paremos en la estación de gas por aperitivos.
—Está bien —murmuré, mirando hacia la ventada.
—Hay uno muy cerca de aquí. ¿Quieres comer fuera, o en del auto? —Harry cuestionó.
—Afuera —respondí.
—Bien. —Harry prendió la radio, palmeando su muslo al ritmo.
—¿Qué canción es esta? —pregunté, mirando como él tarareaba en voz baja la canción.
—Olly Murs —respondió. Harry puso su mano en mi muslo, haciendo círculos con su dedo índice en mi suave piel al ritmo de la música.
—Oh. —Me sonrojé, volviendo mi vista a la ventana.
—Cambio de planes —dijo Harry luego de unos momentos de silencio.
—¿A qué te refieres? —pregunté, mirando a su cara de concentración.
—Vamos a comer en el auto. No quiero comer afuera...
—Bien —dije confundida— ¿Por qué?
—Tan solo es que creo que será más cómodo en el auto y así te puedo levar a tu casa más rápido.
—Correcto. —Asentí, ajustándome en el suave asiento, abriendo el compartimiento frente a mí para leer el manual del auto, pero solo encontrándome con sogas y vendas para los ojos.
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