S5.

By joyplut

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Epílogo.

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By joyplut

Por fin llegó el viernes.

Yibo había enviado un mensaje a Zhan esa mañana. Subiendo al avión pronto. ¿Nos vemos esta noche?

Zhan había escrito de vuelta.

Zhan: No puedo esperar. 

Yibo: Yo tampoco. ¡Pero necesito tiempo para cocinar!

Zhan: Ok. ¿Hora?

Yibo: ¿6?

Zhan: Ugh. Ok.

Zhan terminó de trabajar a las dos. Tenía una bolsa de viaje preparada y cuatro horas para matar. Ya había planeado ir al gimnasio después del trabajo, así que lo hizo. Después, podría ducharse allí y arreglarse antes de ir a casa de Yibo.

Había metido en la maleta un buen atuendo para cambiarse esta noche. No creía que Yibo esperara que se arreglara; había decidido hacer un pequeño esfuerzo.

Cuando Zhan se miró en el espejo del vestuario antes de salir del gimnasio, pensó que se veía bastante bien. Llevaba sus mejores jeans, oscuros y ajustados. Los combinó con un jersey rojo de cuello alto que había comprado en rebajas. No era nada elegante, pero sí apropiadamente cómodo para una noche de San Valentín.

Y se desprendería fácilmente.

Todavía tenía una hora y media, así que decidió ir a comprar un poco de vino.

"¿Debo llevar un regalo?"

Zhan nunca había celebrado el día de San Valentín. ¿Cuál era el gesto apropiado para el hombre con el que salía en secreto desde hacía una semana?

El millonario con el que había estado saliendo en secreto durante una semana.

Poco después, Zhan estaba en la boutique de vinos que había al final de la calle de su gimnasio, frunciendo el ceño ante las botellas que solía comprar: tintos baratos que les gustaban a sus padres y blancos de ocho dólares que Lusi había  descrito como "bebibles". ¿Podía realmente presentarse en casa de Wang Yibo con una de éstas? ¿Qué solía beber ese tipo?

Zhan consideró una botella de treinta dólares. Luego una botella de cuarenta dólares. Consideró la escasa suma que tenía en su cuenta bancaria en ese momento.

Tal vez podría llevar cerveza. No era tradicional, pero...

¿O flores? ¿Las flores serían raras?

De repente, los setenta minutos que le quedaban para matar no le parecieron suficientes.

***

Yibo se limpió las manos en un paño de cocina y admiró la ensalada que había preparado. Era sencilla, sólo rúcula, tomates cherry y piñones con un poco de parmesano, se veía bien.

Comprobó la hora. Quince minutos hasta que Zhan llegara.

Abrió una botella de vino blanco frío y sacó un par de vasos. Ni siquiera estaba seguro de que Zhan bebiera vino. Todavía había muchas cosas que no sabía sobre él.

Queria aprenderlo todo.

Estos sentimientos eran tan nuevos para él. No había tenido a nadie a quien cuidar -o que cuidara de él- desde que su madre había muerto cuando tenía catorce años. Sus compañeros de equipo eran como una familia y esos lazos eran importantes para él, pero este deseo generalizado de estar con Zhan no se parecía a nada que hubiera experimentado antes.

Pensó en dónde había estado hace menos de un año. Y llegaba a la misma conclusión: Solo.

Yibo había pasado sus días explorando anónimamente la pequeña ciudad, a veces dirigiéndose a la playa para nadar o para ver los... lugares de interés. No se había atrevido a ir a la playa "gay" que sabía que estaba ahí.

Por la noche, la oscuridad lo hacía valiente, se había dirigido a uno de los muchos bares gay. Prefería los bares. Era mucho más fácil sentarse en una barra y tomar una cerveza que avergonzarse en una pista de baile.

Nunca había tenido problemas para atraer el tipo de atención que secretamente esperaba. No sabía coquetear ni para salvar su vida, pero sabía que tenía un buen cuerpo. Se sentaba con su cerveza en la camiseta más ajustada que se atrevía a llevar y esperaba que alguien se acercara. Siempre se había acercado alguien.

Hacer cualquier cosa en público aterrorizaba a Yibo, así que había ido con ellos a su habitación de hotel o, en un par de raras ocasiones, los había llevado a la suya. Los encuentros eran provisionales. Habían llenado una necesidad básica, y habían evitado que Yibo perdiera la cabeza. No había nada romántico en ellos.

No se habían parecido en nada a las veces que había estado con Zhan. Yibo había guardado cuidadosamente el recuerdo de cada beso, caricia y gemido que Zhan le había dado, había llenado las horas de soledad en la carretera repitiéndolas una y otra vez.

Estaba enamorado. Esa era la única palabra para describirlo.

El agua se estaba calentando para la pasta, y los langostinos estaban limpios y listos para ser puestos en una sartén con mantequilla y ajo. Su plan era prepararlo todo después de que llegara Zhan.

Comprobó la mesa para asegurarse de que todo estaba perfecto. Ajustó la iluminación y encendió una pequeña vela en un soporte de cristal en el centro de la mesa. Estaba nervioso. Nunca había celebrado el día de San Valentín.

Se inspeccionó en el espejo del pasillo. Se había vestido un poco más allá de su camiseta y sus jeans habituales, con unos bonitos pantalones gris marengo y una camisa azul abotonada. De todos modos, no esperaba llevar ropa durante mucho tiempo.

Pero él no se apresuraría. Tenía planes. Muchos planes.

Sonrió para sí mismo y bajó a saludar a Zhan. Llevaba todo el día contando los minutos. Toda la semana, en realidad. Había perdido la cuenta del número de veces que había mirado la foto que Zhan le había enviado.

Y entonces, allí estaba él. Entrando por la puerta principal del edificio de Yibo con una tímida sonrisa que hizo que el corazón de Yibo se acelerara.

—Hola —, dijo Zhan.

—Hola —. Yibo quería abrazarlo, pero le preocupaba que si hacía contacto no pudiera controlarse. Es mejor estar detrás de las puertas cerradas. En el ascensor, un minuto después, Yibo dijo: —Me alegra volver a verte. No tienes ni idea.

—Creo que la tengo.

Se sonrojó y apretó los labios.

—¿Tienes hambre? Tengo que hervir la pasta, pero sólo me llevará unos minutos.

—Claro. Lo que quieras hacer.

—Quiero decir, podríamos esperar, pero estaba pensando que podríamos querer quitarnos de encima la comida...

Zhan se mordió el labio y sólo ese pequeño gesto excitó mucho a Yibo.

Tanteó el código para abrir su apartamento. Zhan estaba justo detrás de él, dejando apenas espacio entre ellos, pero sin llegar a tocarse.

Finalmente, la puerta se abrió y entraron. Cuando la puerta se cerró, se quedaron un momento frente a frente, nerviosos y sonrientes. Después de unos ridículos segundos, Yibo soltó una carcajada y, con una mano suave en la cara de Zhan, lo acercó.

Se besaron profunda y abiertamente durante mucho tiempo. Yibo oyó cómo la mochila de Zhan caía al suelo antes de que sus manos rodearan la espalda de Yibo. Yibo bajó sus propias manos a la espalda de Zhan y lo apretó contra él. Se sentía tan bien abrazarlo. La frustración y el estrés que Yibo había llevado toda la semana se desvanecieron.

Cuando finalmente se separaron, Zhan se rió.

—Yo también te he echado de menos.

Yibo sonrió y le quitó la chaqueta para colgarla. Zhan llevaba un jersey rojo que le hacía parecer tan guapo y mimoso...

—Te ves bien —, dijo Yibo. —Realmente bien.

—Estaba pensando lo mismo sobre ti.

—Entra —, dijo, extendiendo una mano. Zhan sonrió y la tomó.

Yibo lo condujo a la mesa de la cena que, tuvo que admitir, parecía bastante romántica. Había hecho un buen trabajo de ambientación, teniendo en cuenta su falta de experiencia.

—Vaya —, dijo Zhan. —¿Todo esto por mí?

—Yo, eh, lo siento si es un poco demasiado. Es que... Nunca he celebrado el día de San Valentín antes.

—¿Sabes algo? —Dijo Zhan. —Yo tampoco.

—¿De verdad?

—De verdad. Nunca.

—Me resulta muy difícil de creer.

Zhan se encogió de hombros.

—Nunca he tenido una relación seria. Quiero decir, hubo algunos tipos que vi por un tiempo, pero nunca en febrero, supongo.

—Vaya —, dijo Yibo. —Bueno, eso me quita un peso de encima. Pensaba que tendría que enfrentarme a una dura competencia.

—No —. Zhan sonrió. —Y tengo la sensación de que habrías ganado de todos modos.

Yibo lo besó, porque no pudo evitarlo.

—Me gusta ganar.

Lo llevó a la cocina. Sirvió dos vasos de vino y se puso un delantal, que a Zhan parecía encantarle.

—Mírate —, dijo Zhan, apoyándose en la nevera con el vaso en la mano. —Otro lado de Wang Yibo.

Yibo puso los ojos en blanco.

—Tengo un montón de lados —. Echó la olla de pasta al agua hirviendo y encendió un segundo quemador. —Esto no llevará mucho tiempo —, le aseguró a Zhan mientras colocaba una sartén en el quemador.

—Tómate tu tiempo. Me gusta verte trabajar.

Charlaron mientras Yibo preparaba la cena. Era fácil y cómodo, tal como Yibo siempre había imaginado que sería una relación.

—Bien —, dijo cuando la cena estuvo lista. —Ve a sentarte. Quiero llevártela bien puesta en el plato .

Zhan hizo lo que se le dijo y Yibo reunió los platos. Los llevó a la mesa y se le cortó la respiración al ver lo despampanante que estaba Zhan en la tenue luz del comedor.

Colocó la pasta junto a los platos de ensalada y se deslizó en su silla. Levantó su copa de vino.

—Feliz día de San Valentín.

—Feliz día de San Valentín. Por cierto, esto se ve increíble.

—Oh, gracias. Quería mantenerlo un poco ligero, ¿Sabes?

Los labios de Zhan se movieron.

—Creo que lo entiendo.

—Estaba pensando —, dijo Yibo después de un par de bocados, —No es sólo el Día de San Valentín lo que celebramos esta noche.

—¿Oh?

—Hoy también hace un mes que te vi por primera vez.

—Vaya —, dijo Zhan, —No había pensado en eso.

—Me alegro mucho de haber decidido tomar un batido ese día —, dijo Yibo, sonriendo.

Zhan le devolvió la sonrisa, esa sonrisa fácil y sexy que siempre desarmaba completamente a Yibo.

—Yo también.

Comieron, hablaron, rieron y bebieron más vino. Yibo había colocado sus sillas de forma que estuvieran enfrentadas al otro lado de la mesa porque pensó que sería lo más tradicional, pero ahora se arrepentía. Quería estar más cerca de Zhan. En cuanto terminaron de comer, sugirió que se trasladaran al sofá.

Antes de reunirse con Yibo en el salón, Zhan se detuvo y dijo: —¡Oh! Un segundo.

Se acercó a donde había dejado su mochila junto a la puerta y volvió con una pequeña bolsa de papel.

—Te he traído algo. Es... Quiero decir, no es nada. Sólo los vi y... En fin, toma.

Le lanzó la bolsa a Yibo, que la tomó.

—¿Me has traído un regalo?

—Más o menos. Es una tontería. No sabía qué traer.

Yibo abrió la bolsa y sacó...

—Calcetines —, dijo.

—Sí, son como el color de los arándanos. O, como, el color del batido que te di. Pensé que tal vez podrías llevarlos cuando estés de viaje. Sería como llevar la buena suerte contigo...

Yibo pasó el pulgar por el suave material de los calcetines, completamente sin palabras.

—Como he dicho —, murmuró Zhan, —Es una tontería.

—¡No! —Yibo se puso de pie para recibirlo. —No. Los quiero. Son... Me encantan, Zhan. Voy llevarlos todo el tiempo cuando esté fuera y pensaré en ti. Gracias.

Zhan parecía aliviado y encantado, Yibo lo besó, porque ¿Cómo no iba a hacerlo? Podía parecer una tontería, pero tener estos calcetines le ayudaría mucho cuando estuviera lejos de Zhan.

Se besaron y esta vez la boca de Zhan se movió desde los labios de Yibo hasta su mandíbula, luego hasta detrás de su oreja. Aspiró una bocanada de aire, completamente abrumado por la necesidad de este hombre hermoso y reflexivo.

—Así que ahora que la cena está fuera del camino... —Zhan respiró contra su oído.

—También hay postre —, dijo Yibo débilmente. —Fui a una panadería...

Zhan le cortó con un beso que hizo que Yibo se olvidara de los macarons que estaban en una caja en su mostrador.

Ya estaba duro. Había estado así al menos en parte desde que Zhan había entrado a su apartamento, si era sincero. Era ridículo. Había pasado años y más recientemente meses, sin sexo y ahora no podía pasar unos días sin sentirse desesperado por tenerlo.

Zhan no lo iba a hacer esperar más. Desabrochó la camisa de Yibo, destruyendo el bonito conjunto que Yibo había confeccionado con tanto cuidado. Pero a Yibo no le importó. No podía esperar a deshacerse de esta ropa. Para sentir a Zhan en todas partes.

Cuando se liberaron los últimos botones, Zhan bajó el cuello de la camiseta de Yibo y raspó con los dientes su clavícula. Yibo se estremeció y apretó su erección contra el estómago de Zhan. Si Zhan no lo tocaba ahí pronto, iba a empezar a rogar.

Zhan se rió suavemente contra su cuello.

—¿Esto es para mí?

Deslizó una mano por el muslo de Yibo. Cuando su mano finalmente hizo contacto con el pene de Yibo a través de la tela de sus pantalones, Yibo ahogó un gemido.

Se sintió decepcionado por su falta de disciplina. Había querido hacer una previa. Sacarlo adelante. Saborearlo.
Pero Zhan ya estaba desabrochando el cinturón de Yibo y bajando la cremallera de sus pantalones y deslizando una mano dentro y...

—Tengo planes —, balbuceó Yibo.

Zhan le sonrió y tiró un cojín al suelo a los pies de Yibo.

—Yo también.

Se puso de rodillas.

—He estado pensando en esto toda la puta semana —, dijo, acariciando el miembro de Yibo a través de su ropa interior -su bonita ropa interior- y respirando con calor sobre ella. 

Deslizó los pantalones de Yibo hacia abajo pasando sus manos firmemente por los muslos de Yibo. Yibo deseaba tener algo en lo que apoyarse, pero estaba de pie entre el sofá y su mesa de café sin ninguna pared al alcance. Iba a necesitar toda su fuerza para evitar que se le doblaran las rodillas.

Yibo acarició el pelo de Zhan y suspiró felizmente cuando Zhan volvió a deslizar una mano hacia arriba. Yibo se estremeció y aspiró un poco.

Había querido mimar a Zhan. Tomárselo con calma para que pudieran explorarse mutuamente. Pero tal vez tomar el borde no era la peor idea...

Zhan sacó la polla de Yibo y besó la cabeza.

—Tan jodidamente hermoso —, murmuró. —Mírate.

—Ha estado así desde que llegaste, más o menos.

—Déjame ayudar.

La boca de Zhan estaba tan caliente, tan resbaladiza y Yibo estaba tan excitado que iba a correrse vergonzosamente rápido. Unos minutos con la boca de Zhan sobre él, con las manos de Zhan en sus muslos, en su culo… y Yibo estaba temblando.

—Ya estás muy cerca, ¿No? — Lamió el semen que goteaba de la punta en gruesas gotas.

Yibo se limitó a agarrar el pelo de Zhan, incapaz de hablar, entonces Zhan lo introdujo profundamente en su boca, chupando con fuerza y sin descanso hasta que Yibo se destrozó y se corrió. Zhan siguió lamiendo suavemente la cabeza hasta que Yibo dio un paso atrás tambaleante.

—Eso —, jadeó Yibo, —No era así como se suponía que debía ir esto.

—¿No? —Dijo Zhan, poniéndose de pie. —Estoy bastante satisfecho con los resultados.

Yibo se rió y sacudió la cabeza.

—Iba a tomármelo con calma esta noche.

—Todavía podemos tomarlo con calma. No tengo ninguna prisa.

Yibo lo besó y luego lo arrastró juguetonamente al sofá con él. Cayeron enredados el uno en el otro. Yibo se movió para que su espalda estuviera apoyada en uno de los brazos, con una pierna estirada a lo largo del sofá. Zhan estaba ahora en su regazo, besándolo, mientras volvía a meter a Yibo en sus calzoncillos.

Se besaron en el sofá, con las manos metiéndose bajo las camisas. Yibo se sintió salvaje. 

Incluso en el resplandor de una mamada (realmente excelente), ansiaba más. La erección de Zhan estaba ahora dura contra su cadera, Yibo la alcanzó, apretándola a través de sus pantalones. Zhan gimió suavemente en su boca y se balanceó en su mano. Yibo trató de desabrochar la bragueta de Zhan, pero éste lo detuvo con una mano alrededor de su muñeca.

—¿Estás bien? —Preguntó Yibo.

—Sí —, exhaló Zhan, con la frente apoyada en el hombro de Yibo, —Es que... Hay algo que quiero hacer. Y no quiero perder los nervios.

A Yibo le picó la curiosidad, como mínimo.

—¿Qué quieres hacer?

—¿Podemos ir al dormitorio?

—¡Sí! Sí, por supuesto.

Zhan se desenredó de Yibo y lo llevó al dormitorio. Cuando llegaron allí, se giró, empezando a desvestirse.

—La última vez… —, dijo, después de sacarse el jersey por encima de la cabeza, —Dijiste... Que querías...

—La última vez... — Yibo repitió, luchando por recordar la petición específica a la que se refería Zhan. Quería muchas cosas cuando se trataba de Zhan. —¡Oh!

—Sí —, dijo Zhan con una sonrisa torcida. —Dijiste que querías verme. Querías ver cómo me excitaba.

—Sí —, dijo Yibo, aturdido. —Lo quiero. Quiero eso. Dios.

—Bueno —, dijo Zhan, desabrochándose la bragueta, —Toma asiento —. Señaló la silla en la esquina de la habitación de Yibo.

—Sí... sí, bien. Dios.

Yibo se sentó en la silla. Aparte de tener la camisa desabrochada y los pantalones abiertos, seguía vestido. Zhan, en cambio, ya estaba en calzoncillos negros. El desequilibrio hizo que Yibo se sintiera muy sucio. Ya se estaba poniendo duro de nuevo.

Zhan amontonó las almohadas contra el cabecero y se lanzó juguetonamente sobre la cama, con la espalda apoyada en la montaña de almohadas.

Yibo arrastró la silla un poco más cerca. Acataría las reglas de Zhan, pero que lo condenen si no conseguía la mejor vista posible.

Zhan cerró los ojos, exhaló con fuerza y luego deslizó una mano por su estómago hasta el muslo. Movió la mano en círculos perezosos en la parte interior del muslo durante un momento, luego la llevó hasta donde su miembro se tensaba contra los calzoncillos.
Inhaló bruscamente, abrió los ojos, mirando primero su mano y luego a Yibo. Yibo asintió lentamente.

—Bien —, murmuró Zhan, aparentemente para sí mismo.

Yibo pudo ver cómo la tensión lo abandonaba mientras movía la mano, agarrando y acariciando el bulto de sus calzoncillos. Suspiró y se mordió el labio, los ojos se cerraron y volvieron a abrirse para mirar a Yibo bajo sus pesados párpados.

—He estado pensando mucho en esto —, dijo Zhan, su voz somnolienta y fácil. —Que me veas así.

—¿Sí?

—Mm. Mientras me estaba masturbando... mierda, después de que lo hiciéramos la otra noche... me imaginé que me estabas mirando.

—Dios.

—Casi... casi te llamo de nuevo. Quería hablar por videollamada o algo así para que pudieras verme de verdad.

—Joder, sí. Tendremos que hacerlo. Pronto. Cuando mi compañero de cuarto no esté.

Zhan se rió.

—Sí. Compañero de cuarto. Lo olvidé —. Se tiró de sí mismo a través de la tela, la cabeza rodando hacia atrás contra las almohadas. Era tan sexy y atrevido, le estaba dando a Yibo todo lo que quería.

—¿Cómo estás ahí? — preguntó Yibo, con la voz ronca.

—Muy bien, Yibo. Se siente tan bien. Voy a quitármelos ahora —. Enganchó sus pulgares en la cintura de sus pantalones cortos, levantó sus caderas y los deslizó. Yibo fue impactado con la perfección del cuerpo desnudo de Zhan, con su hermoso y grueso pene, que estaba tan duro ahora mismo, que estaba casi plano contra el vientre de Zhan.

Yibo tuvo la previsión de colocar el frasco de lubricante encima de la mesita de noche. 

No quería que las cosas se interrumpieran una vez que empezaran. Ahora agradecía esa planificación, mientras veía a Zhan tomar el lubricante y untarse la dura erección.

—Mm... es un lubricante muy bueno. ¿Lo he mencionado? —Preguntó Zhan, con los ojos cerrados de nuevo. —Se siente increíble.

Los largos dedos de Zhan se enroscaron alrededor de su pene y se deslizaron hacia abajo, luego volvieron a subir para que su palma pudiera girar sobre la cabeza. Su pulgar presionó un poco justo debajo de la cabeza al volver a bajar. Su otra mano acariciaba suavemente sus pelotas, a veces tirando de ellas. Todo era bastante lento y suelto.

—Te gusta mantenerlo suave, ¿Eh? —Preguntó Yibo.

Zhan abrió los ojos y le dedicó una sonrisa perezosa.

—Estoy tratando de no venir de inmediato. Intento dar un buen espectáculo aquí.

—Lo haces —. Yibo se movió en su silla. Le costó toda su fuerza de voluntad permanecer allí. —¿Dices que ya estás cerca?

—Estoy diciendo que podría ser...

Yibo tragó.

—Te ves tan jodidamente bien, Zhan. Quiero ir ahí. Quiero tocarte. Pero también quiero mirarte.

—Tal vez te deje... más tarde... Ah...

Yibo observó obedientemente desde su silla cómo la mano de Zhan se aceleraba y sus ojos se cerraban de nuevo. Era la cosa más hermosa que Yibo había visto nunca, retorciéndose en la cama, completamente concentrado en su propio placer. Su respiración era agitada, emitiendo pequeños y hermosos gemidos.

La propia respiración de Yibo se estaba volviendo agitada.

—Zhan... Ay, mierda —. No podía aguantar más. —¿Puedo... puedo sentarme en la cama contigo? —, preguntó. —No voy a tocarte. Sólo quiero estar más cerca.

—Sí —, dijo Zhan, con la cabeza apoyada en las almohadas. —Ven aquí.

Yibo se sonrojó ante el apelativo cariñoso, pero al mismo tiempo le produjo una emoción vertiginosa. Se acercó a la cama y se sentó en la esquina, girando para poder ver a Zhan mientras se sentaba cerca de su único pie extendido.

Y podía ver las gotas de semen. Podía ver el sudor que humedecía los bordes del cabello de Zhan, la forma en que los músculos de su cuello se tensaban y la forma en que su mandíbula se apretaba cuando algo se sentía particularmente bien.

—Uff —, gritó Zhan. —Intento que esto dure, pero dios...

—No tienes que hacerlo —, dijo Yibo, con la boca seca. Quería tocarse a sí mismo, pero también quería esperar la mano de Zhan más tarde. Sobre todo, necesitaba ver a Zhan correrse.

Zhan gruñó y movió su mano más rápido.

—Estás cerca, ¿Verdad? ¿Necesitas correrte? Estas tratando de aguantar por mí, pero ya estás ahí, lo puedo sentir.

—Yo... oh, mierda —, tartamudeó Zhan.

—¿Vas a terminar por mí? ¿O quieres que te ayude?

—Ah... Dios... No sé...

Su pecho se agitaba, los músculos de su brazo se tensaban al bombear con más fuerza. Miró fijamente a Yibo y éste supo que estaba a punto de...

La boca de Zhan se abrió dejando escapar un ruido roto al sentir su orgasmo. Largas tiras cayeron sobre su pecho y su estómago, recorriendo sus dedos, mientras se estremecía y frenaba su mano.

—Dios, Zhan. Es tan hermoso. Deberías ver.

Zhan cerró los ojos y se hundió, en las almohadas.

Yibo se arrastró sobre su cuerpo y se cernió sobre su cara. Cuando Zhan volvió a abrir los ojos, Yibo lo besó, lenta y tiernamente.

—Gracias —, dijo Yibo. —Eso fue... Voy a guardar eso durante mucho tiempo.

—Algo más para llevar en el camino. —Zhan sonrió.

—Maldita sea, sí —. Yibo lo besó de nuevo. —Ahora parece un momento perfecto para la siguiente cosa que he pensado.

—Mierda, no me hagas hacer nada ahora, Yibo.

—Te gustará esto. Sólo un segundo.

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