Eijirou Kirishima y la Orden...

By Tori_Lovegood

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By Tori_Lovegood

Podría haber esperado de todo, menos eso. El despacho representaba a la perfección la actitud y la personalidad de quien lo ocupaba, pero a pesar de eso se le hacía demasiado espantoso y extraño.

Las paredes eran de un celeste que a Kirishima le producía demasiadas ganas de dormir; había un hechizo por el que en el techo flotaban pequeños copos de nieve, y extrañamente tenía colgados en la pared diferentes cuadros de lobos blancos, en un fondo de nieve. Todo parecía rondar en torno al invierno, y pronto empezó a sentir frío por estar allí, mirando a uno de los lobos de la pared.

—Es un amarok —se sobresaltó al escuchar al profesor detrás de él, y por un momento sintió una punzada de dolor en su cicatriz—. Siéntate, Kirishima, comenzaremos con tu castigo.

Señaló una mesa más pequeña, en la que había un pergamino junto a una pluma y su correspondiente tinta. Estaba situada en una esquina, cerca del escritorio del profesor, y Kirishima se dirigió allí. Al menos solo debería copiar unas líneas, y después se largaría, no sería tan duro.

—Quiero que escribas "No debo decir mentiras" —Geten se sentó en su asiento cómodamente, observando a su alumno con una mirada gélida.

—¿Cuántas veces?

—Las que sean... necesarias. —Las palabras del profesor no le daban buenas vibraciones, pero tomó la pluma y comenzó a escribir.

Llevaba unas tres líneas cuando el dolor comenzó; sentía horribles punzadas recorrer su mano, y jadeó dejando de escribir por un momento, dirigiendo su vista hacia donde notaba el dolor. Vio para su horror que la frase que estaba copiando se reflejaba también en su mano, y por mucho que trató de ocultar su mueca no lo logró.

—No te he dicho que puedas dejar de escribir, Kirishima; continúa.

Frunció el ceño, sin si quiera contestar, y continuó escribiendo, retorciéndose de vez en cuando gracias a la marca que ahora tenía en su mano. Intentaba centrarse en lo que estaba escribiendo, pero en algún punto comenzó a ver borroso. Podría haber rellenado el pergamino unas cinco veces, después de todo, las líneas se iban borrando y el volvía a escribirlas una y otra vez.

Tras una hora de redactar sin cesar, Geten dejó a un lado su taza de té, y se levantó para observar mejor el castigo de Kirishima. La sonrisa que le daba era malévola a ojos de Eijirou, mientras este continuaba aguantando las ganas de llorar, para no darle también ese lujo a su profesor.

—Puedes retirarte, te veré mañana a la misma hora.

Al pronunciar esas palabras, tomó su bolsa rápidamente y salió de allí. Sus amigos estaban todavía en el césped, saludándole con la mano para que se acercase a ellos. Sonrió débilmente al llegar y ocultó la herida que le había hecho la pluma, diciéndoles que Geten tan solo le pidió escribir en un pergamino, y nada más.

Kaminari, que estaba a su lado, dijo que entonces no habría sido para tanto, y Kirishima asintió. A su grupo se habían unido algunos más de sus compañeros y Uraraka, que jugaba con el cabello de su novio mientras le hablaba. Pero Bakugo no le hacía caso, observando a Eijirou con el ceño fruncido.

Se sintió nervioso lo que quedaba de tarde, hasta que llegó la hora de cenar. Tetsu fue el primero en levantarse, mencionando que ya debían de haber servido la comida y que tendrían que estar allí para poder comer antes de que la mayoría de sus compañeros llegasen.

—Adelántate —escuchó las palabras de Katsuki a su novia mientras Sero le hablaba, y se giró a tiempo de ver que Bakugo se acercaba a ellos—. Oe, idiota quiero hablar con Shima.

—Vamos Hanta, yo también tengo hambre —Kaminari tiró de la túnica de su amigo para evitar una riña al ver que este iba a contestarle, y Sero le hizo caso, marchándose de allí.

Kirishima ni siquiera pudo inventar una excusa cuando el cenizo se acercó un poco más a él, tomando su mano y descubriendo la manga que estaba tapando la herida. Pensaba que iba a regañarle por mentir, pero se sorprendió al ver que pasaba sus dedos sobre la frase, notando también preocupación en el rostro de Katsuki.

—Era imposible que te hubiese hecho copiar unas líneas solamente después de lo que dijiste, debía haber hecho algo horrible, y has estado ocultando tu mano todo el tiempo.

—Se habrían preocupado y yo no quería... dar problemas—miró a los ojos de Bakugo, sintiendo cómo se le iba el aire.

No quería apartar la mirada, hacía demasiado tiempo que no estaban los dos solos, de esa forma. Extrañaba a su amigo, le quería a su lado más que nunca; con los rumores que ya circulaban sobre él, sumado a que no muchos creían lo que estaba pasando con All for One, se sentía solo.

No lo estaba, sus amigos le apoyaban y era su única esperanza, pero necesitaba a Katsuki a su lado. Desde que se dio cuenta de lo que sentía por su amigo, quería estar junto a él todo el tiempo posible, a pesar de que sabía que no podría ser así. Se obligó a apartar la mano de Bakugo de la suya, y rompió el contacto visual.

—Vayamos a cenar, no quiero preocupar a los demás —caminó hacia la salida, y no se dio cuenta de que el rubio tardó unos momentos en reaccionar, alcanzándole segundos después.

No hablaron de eso de nuevo, ni durante la cena, ni en la sala común más tarde. Kirishima ocultó en todo momento la marca hasta que estuvieron en su cuarto. No pudo evitar que al cambiarse sus demás amigos la vieran, y tuvo que explicarles por qué la tenía.

Shoto, Sero y Denki le miraron con preocupación, y Eijirou trató de suavizarlo diciendo que no le había dolido tanto. Solo esperaba que al día siguiente el dolor fuese menos, no podría aguantar una semana así.

Katsuki le miró una última vez antes de irse a sus rondas como prefecto, sonriendo ligeramente. Eso hizo que Kirishima apartase de inmediato los pensamientos negativos de su mente, quedándose solo con ese momento antes de irse a dormir.

Las clases eran más aburridas que los años anteriores. Todos los profesores les recordaban continuamente los TIMOS, mencionando los hechizos y contenidos que iban a caer seguramente en los exámenes, y poniendo cada vez más nerviosos a los alumnos que no los dominaban en la primera clase.

Kirishima sentía que en ese momento prefería volver a la casa de sus tíos antes que quedarse allí. Había escrito a Izuku, que le había enviado algunos dulces a escondidas de sus padres, contándole cómo estaba siendo el colegio. Era al único que le decía la versión completa de cómo se sentía, sin contar a Bakugo.

Ahora esperaba una respuesta por su parte, aunque ya podía apostar que no iba a decirle nada que no supiera ya. Las tardes de castigo con Geten eran horribles, no podía sentir bien su mano, y tenía una venda que quitaba solo para entrar en el despacho de su profesor, colocándola en cuanto salía para que no vieran lo que significaba tener un castigo con él.

Por los pasillos continuaban susurrando cosas, y Monoma no le dejaba en paz desde que se había enterado de lo "chiflado" que estaba su compañero. Kirishima habría deseado decirle que su padre estaba esa noche en el cementerio, que le había visto junto al padre de Kaminari; pero prefirió no hacerlo. No sabía si Neito podía usar algo en su contra, o en la de alguno de sus amigos.

Bakugo era el único que se quedaba esperándole las siguientes tardes al salir de su tortura, a petición del pelirrojo porque no deseaba que nadie más viese su cara de puro dolor. Se lo había pedido y, tras avisar a su novia, no había tenido problemas en esperarle allí todos los días.

Ese sería el último en el que tendría castigo, y copió las líneas lo más rápido posible para poder irse antes de ese sitio. Se concentró en lo que debía redactar para intentar no sentir el dolor que se formaba en su mano. Podía sentir que Geten le miraba de vez en cuando, y en esos momentos sentía que su cicatriz ardía, como el primer día de castigo.

Sin embargo esa tarde no salió con dolor en su rostro, sino con alivio. Había sido su última tarde de castigo, y por fin era libre, Ya no tendría que soportar eso nunca más, se aseguraría de ello. Porque a pesar de que no iba a admitir que se equivocaba, haría caso a la profesora Kayama.

—Vayamos al campo, necesitas desahogarte —Bakugo se acercó a él, y pasó su brazo por los hombros de Kirishima para guiarle al exterior del colegio.

Este asintió envolviendo su mano en la venda, y ambos fueron directamente al campo de quidditch. Kirishima guardaba su escoba en el castillo, por lo que para ahorrar tiempo tomaron dos de las que se guardaban en los almacenes y salieron.

—¿Te estás preparando para las pruebas? Pony no dijo fechas, pero serán dentro de poco —Kirishima habló mientras abría la caja en la que se guardaban las diferentes pelotas, y Bakugo asintió.

—Claro que sí, idiota. Pienso quedar en el equipo este año.

—¡Eso es genial! Me gustaría mucho estar contigo en el equipo, Suki.

Esa noticia le terminó de alegrar, y sacando la snitch dorada decidieron hacer una competición para ver quién podía atraparla más veces. Podían estar varias horas buscándola, pero no pensaron mucho en esa posibilidad cuando la dejaron libre.

Kirishima sentía la adrenalina recorrer su cuerpo cada vez que notaba un destello dorado cerca de él, aunque Bakugo no era nada malo. Se notaba que había entrenado muchos años por su cuenta.

Pararon en el momento que escucharon a alguien llamarles, y se dieron cuenta que ya había empezado a oscurecer. Mina y Sero agitaban sus manos para llamar la atención de ambos, y bajaron para reunirse con sus amigos.

—Sabía que estaríais aquí, veníamos a avisaros de que ya es la hora de la cena. Toca sentarse con los de Hufflepuff —Ashido sonrió.

—Cierto... debo ir a por Ochako, nos vemos allí —Katsuki le dio su escoba a Sero y se fue de allí para recoger a su novia antes de ir al Gran Comedor.

—Viejo, qué memoria tan mala —el pelinegro se quejó y tanto él como la pelirosa acompañaron a Eijirou a guardar todo.

Le habría gustado que el tiempo pasase más lento. Sobre todo al ver cuando llegaron al comedor que Bakugo ya estaba allí con Uraraka, comiendo mientras ella le hablaba cariñosamente.

Siguió a Sero y Mina hasta donde se encontraban, sentándose a un lado de TetsuTetsu, que devoraba su comida como si no hubiese probado bocado en días. Probablemente habría hecho lo mismo en otro momento, después de todo había carne, pero no tenía demasiados ánimos como para disfrutarla.

Probó algo de la cena, observando a su alrededor mientras sus amigos mantenían una conversación; algunos alumnos miraban en su dirección de vez en cuando, lo que le hizo sentir incómodo. Él no había mentido, ¿por qué nadie le creía? No podía culpar a All for One por la muerte de Reiji, ya que ocurrió en el castillo a manos de Shigaraki.

Este estaba encerrado en Azkaban, de por vida, y no le sacarían de allí. Tampoco podía hablar con Shinsou, él había estado inconsciente así que no servía de testigo. Tan solo tenía su palabra, que no era más creíble que los artículos del profeta, diciendo todo tipo de mentiras en su contra.

La siguiente semana conocieron por fin a su profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas. Nadie sabía por qué se había ido Taishiro, algunos alumnos preguntaron a otros profesores, pero ninguno sabía el paradero del semigigante.

Su nuevo profesor parecía temible y amable a partes iguales, murmurando cosas para sus adentros mientras los alumnos llegaban a las lindes del bosque, donde iba a ser la clase. Algunos de los chicos estaban aliviados de que Taishiro no fuese a darles clase, la mayoría de ellos eran del grupo de Monoma, pero el resto extrañaba a su guardabosques.

Sin embargo, el tiempo se les pasó rápido. Inui explicaba todo de forma que fuese fácil de comprender para los estudiantes; era un poco temible a simple vista, igual que Taishiro, pero un buen profesor.

—¿Seguro que ninguno sabe dónde está? —Mina le susurró a Yaoyorozu, atenta para que no se diesen cuenta.

—No, he preguntado a algunos compañeros de casa, pero nadie lo sabe. ¿Kirishima tampoco se ha enterado?

Mina negó, y continuaron atendiendo a la clase. Ni siquiera el pelirrojo había logrado averiguar a dónde fue su guardabosques; y todos, en el fondo, sabían que no se había ido de vacaciones. Era demasiado rara su ausencia.

Durante la cena, Tsunotori se acercó a la mesa en la que se encontraba Kirishima con una sonrisa. Tenía unos papeles en la mano, y le entregó uno al pelirrojo cuando llegó a su lado, saludando a los demás.

—He hablado con Kayama, podremos realizar las pruebas este sábado. Seguramente duren todo el día, voy a renovar cada posición, así que las harán incluso los que ya tienen un puesto en el equipo.

—Está bien... gracias Pony, allí estaré.

Una vez se fue, Kirishima notó que Bakugo se acercaba un poco más a él para poder leer correctamente la información anotada en el folio. Se puso nervioso, viendo de reojo como su amigo leía el papel atentamente, para luego alejarse de nuevo.

—Machacaré a los idiotas que se presenten contra mí, asegúrate de hacer lo mismo, idiota. Quiero estar contigo en el equipo.

—Te lo prometo, Suki —sonrió ante sus palabras, y guardó el papel sobre las pruebas en la mochila, para seguir comiendo.

Las pruebas llegaron rápido, y se presentaron bastantes personas. Kirishima reconoció a algunos porque estaban en el equipo juntos, esperaba que pudiesen quedarse pero también deseaba que Bakugo entrase. Pony explicó lo que harían, y pidió que se dividiesen según los puestos a los que se iban a presentar.

—Recuerda, idiota, machácales—Bakugo golpeó su brazo antes de alejarse hacia donde estaban los demás aspirantes a cazador confiado.

Las pruebas transcurrieron más rápido de lo que Kirishima pensó. Bakugo anotó prácticamente todas las veces que lanzó, así que Kirishima esperaba que quedase dentro del equipo. Por su parte, estaba seguro de que estaría también dentro; después de todo, había conseguido atrapar la snitch más veces que otros dos aspirantes a su puesto.

Lo confirmó una vez terminaron todos, y anunciaron al nuevo equipo. Consiguieron un nuevo guardián, además de tener a Bakugo como cazador. Se alegró tanto que de inmediato buscó al chico con la mirada para celebrarlo, quería ser el primero en felicitarle.

Lo encontró y su sonrisa se borró de inmediato. Estaba abrazado a Uraraka y ella lo besó en los labios, ambos parecían felices. Esperó a que la pareja terminara su momento y se acercó también. Felicitó a su amigo, y él le devolvió el gesto por quedar nuevamente como buscador, pero no tuvieron demasiado tiempo para hablar, pues Uraraka quería celebrar con el cenizo.

— Podemos festejarlo en el jardín interior. ¡Es genial, serás el mejor de todos, Katsuki! También puedes venir Kirishima, y avisar a los demás —La chica miró a su compañero amablemente, mas Eijirou rechazó la oferta.

—Quiero mandar unas cartas, pero espero que lo paséis muy bien vosotros dos —se despidió de ellos, sin notar la mirada que le daba Bakugo, y se encaminó hacia los vestuarios para cambiarse.

Quería contarle a su padrino varias cosas, incluido el extraño dolor que había sentido en su cicatriz cuando estuvo cerca de Geten. Tal vez solo era porque le daba mala espina, pero mantendría informado a Hizashi, para que no se preocupase.

No tardó mucho en redactarla, y la envió con Hedwig para asegurarse de que llegase bien. No le había dicho a ninguno de sus amigos sobre el dolor que sintió, y no pensaba hacerlo, o estarían encima de él todo el tiempo.

Se dedicó entonces a buscar a los demás, pero no encontró a nadie. Pensaba que estarían en los patios interiores, pero no tuvo suerte, y probó a ir a los bosques. A veces iban allí, pocas, pero no era imposible que estuviesen en las lindes. Fue entonces cuando la vio.

Reconoció su pelo de inmediato, era la única con mechas azules en el cabello, pero le resultó extraño verla cargar un saco en sus hombros mientras se internaba en el bosque. No pudo evitar seguir a su compañera, y la alcanzó cuando ya había ingresado a un pequeño claro, en el que estaba ya Kaminari.

—¿Kirishima? —El rubio se sorprendió al verle, y fue hacia él mientras Tsuki dejaba el saco en el suelo, y así sacar una manzana de él—. No esperaba verte aquí, ¿terminaron las pruebas, lograste pasar?

—Sí... lo logré, Bakugo también. Ahora está con Uraraka celebrándolo.

—¡Eso es genial! Quería ir a felicitaros, pero se me olvidó que había quedado con Tsuki para darle de comer a los Thestral.

—¿A los qué? —parpadeó sin entender, y entonces reparó en las criaturas que Tsuki estaba alimentando.

Los reconoció de inmediato, como los animales que vio tirando de los carros a principios de año. Eran caballos de color negro, con unas alas que parecían las de un murciélago, y un cuerpo esquelético, como el de una criatura que encontrarías en tus peores pesadillas. La chica les daba manzanas, que comían en pocos segundos, y no parecían peligrosos. Kirishima dio un paso hacia atrás, sin embargo, por precaución.

—Y... ¿sabes dónde están los demás?

—Ni idea, he venido hace rato, tenemos que ayudar a los más pequeños a empezar a comer algo que no sea carne, pero se nos acabaron las manzanas. Si quieres puedes quedarte, porque puedes verlos, ¿no?

—Sí, puedo verlos. Pero, mejor iré en busca de Mina o Sero, no se me dan bien los animales.

No mentía con eso, la asignatura de cuidado de criaturas mágicas era difícil para él, además esos caballos le daban repelús, y salió del claro justo para ver cómo empezaba a oscurecerse el cielo. Al final fue directamente al Gran Comedor, donde ya empezaban a llegar alumnos, y se sentó en su mesa a la espera de que llegasen los demás.

Los primeros fueron Bakugo y Uraraka, la chica se despidió del rubio y fue a su propia mesa, mientras Katsuki se dirigía hacia Kirishima. No hizo preguntas de por qué ese día no se sentaban juntos, le hacía feliz estar un momento a solas con su amigo.

—¿Escribirás a tus padres para decirles que has conseguido un puesto en el equipo?

—Sí, lo haré mañana... ¿Encontraste a los idiotas?

—Solo a Kaminari, pero estaba en el bosque con Tsuki, preferí irme.

Se quedaron en silencio, a Kirishima le costaba sacar un tema de conversación. Cualquier otro le preguntaría a Bakugo qué tal fue su rato con Ochako, pero él no quería saberlo. Por eso agradeció que Mina apareciese pronto por la puerta, junto a us amigas, y se sentasen a su lado.

Sin embargo, a mitad de la cena notó de nuevo un agudo dolor en su cicatriz, y frotó su ojo con una mueca. Notaba que alguien le miraba, y al girar su rostro pudo ver claramente que Geten no apartaba la vista de él, entrecerrando sus ojos cuando se cruzaron con los de Kirishima.

—Kirishima, ¿estás bien? —notó la mano de Bakugo sobre su hombro, y su pregunta discreta para que los demás no se diesen cuenta.

—Sí, creo que me entró algo en el ojo —lo frotó un poco más, y continuó comiendo, rehuyendo la mirada de Katsuki.

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