GATO: Deséalo y perderás [+18...

Por thebabypes

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Una joven oficial de policía deberá entrar al mundo del boxeo clandestino en los suburbios lugares de Londres... Más

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EPÍLOGO
E X T R A

V E I N T I D Ó S | S E N T I M I E N T O S Y V E R D A D E S

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Por thebabypes

«Solo quería escucharla y que ella confiase en mí. Yo iba a ser su mayor confidente»

Gato.

FELINA.

Observé a Gato, el cual estábamos discutiendo, —otra vez—, por lo que había ocurrido en el día de ayer. Y todo para hacer lo posible y salvarle de una posible muerte. De no haberlo hecho, ni siquiera sabría que sería de Gato ahora mismo y me preocupaba mucho más de lo que me imaginaba.

Los ojos claro de Gato no dejaban de mirarme y observé la herida superficial de bala que había rozado por su costado, pero el cual le había hecho sangrar más de lo que pensaba. Tras haberlo curado el día de ayer, ahora estaba frente a mí, en su cuarto en aquel horrible edificio donde se producían las peores atrocidades que muchos no podríamos imaginar jamás.

—Solo digo que gracias, pero no quiero que vuelvas a correr peligro como ayer —contestó con aquel tono de típico hombre que solía poner a veces.

Era una mujer y no por ello quería que me tratase como a una princesa. No lo era, ni por asomo y tampoco quería serlo. Quería ser alguien independiente, que me protegiese a mí misma. No por ello me hacía más débil y se lo había demostrado en muchas ocasiones. Éramos un equipo, por poco que le gustase que diese mi vida por él. Y si mi jefe de policía se enteraba que daría mi vida por ese hombre que estaba frente a mí, la bronca que me iba a llevar iba a escucharse desde el otro lado del atlántico, pero eso me daba igual.

—Eso no lo decides tu, Gato —contesté, cruzándome de brazos.

Gato asintió, bajando su cabeza y pareciendo un niño pequeño en ese momento, como si el recuerdo de ayer le diera miedo.

—Lo sé... Pero me es inevitable preocuparme por ti, Felina.

Llevábamos un buen rato discutiendo, sobre todo después de que Gato hablase con Magnus sobre lo que pasó en el día de ayer. Sabía que era importante, que era su trabajo decírselo al jefe, pero que le demostrase que había sido débil y que yo fui en su ayuda, eso era lo poco que me gustó, ya que Magnus podía tomar esas cartas en contra en cualquier momento.

Nunca había que fiarse de alguien que podía quitarte de en medio en menos de un segundo.

Vi en la mira de Gato como quería decirme algo más, sabía el que. Era tras haberme visto hablar con aquellos policías, pero quise hacerme la idiota frente a él y por ello le mentí. Era lo mejor para él y para todo aquellos que estaban dentro de esa red clandestina para poder sacarlos de allí.

Por mucho que Gato me dijese que me fiase de él, sabía que eso jamás debía decírselo.

—Dime... Sé que quieres decirme algo más. Te conozco.

Gato negó con la cabeza y respondió;

—Pero no lo suficiente para confiar en mí, Felina.

Yo, cansada, negué con la cabeza, girándome, cuando Gato me frenó, tomándome del antebrazo para hacer que lo volviese a mirar a sus hermosos y penetrantes ojos. Observándome intensamente.

—Siento si soy estresante la gran mayoría de las veces... —susurró, dándose cuenta de lo que me había dicho. —No sé comportarme de otra manera con una persona. Estoy acostumbrado a estar solo, a que nadie me apoye, a que nadie me proteja... Y ahora, por primera vez en mi vida, tengo miedo a perder a la única persona que me protege por las imprudencias que hago por mi trabajo... Cuando somos un equipo y debemos protegernos el uno al otro.

Al escucharlo, sentí algo en mi pecho, pero negué con la cabeza porque no debía sentir nada por él, le estaba mintiendo con mi verdadero yo por mi trabajo. Y él odiaba a la policía. ¿Qué haría si descubriese que era policía? Lo más probable es que dejase de hablarme y me diera de lado. Tenía la esperanza de que no fuera así, pero no podía poner la mano en el fuego por nadie.

Observé la desesperación de Gato al decirme todo eso y me acerqué a él, colocando mis manos sobre sus mejillas para tranquilizarlo.

—No vas a perderme.

Gato apretó la mandíbula, temeroso por ello y susurró;

—Nadie sabe el futuro, Felina... Quiero creerte, pero el que juega con fuego, se acaba quemando tarde o temprano. Perdí a mi madre por culpa de un cabrón, quien la tuvo trabajando como prostituta y la asesinó a sangre fría... Años después, cuando entré aquí, me vengué asesinando al asesino de mi madre, pero no me sentí para nada bien. La venganza nunca es la solución... —susurró, dejándome petrificada por lo que me estaba contando y apreté la mandíbula al escucharle.

Traté de decirle algo, pero las palabras no me salían y Gato parecía que, tras la confesión, no quería que dijese nada.

Me sonrió de una manera muy dulce y susurró;

—Vamos al bar. Te invito a una copa.

Me debatí si aceptarla o no, por lo que decidí lo primero.

—Vale.

🥊

Gato pidió 2 cervezas y, ahí, en la barra del bar, nos encontrábamos ambos, uno al lado del otro con la música algo más baja de lo normal, pero que igualmente estaba bastante alta.

Brindemos ambos esa noche, después de las discusiones que teníamos la gran mayoría de las veces y después de que él me confesara algo difícil de contar.

Cuando noté la mirada de Gato sobre mí, supe que todavía estaba con la pregunta en su cabeza de lo que realmente había pasado ayer con aquellos policías. Pero no podía hacer otra cosa, porque de ser por ello, le habrían encarcelado por ser un hombre buscado, a pesar de ser una víctima. Solo esperaba que Gato no me diese de lado o hiciera algo peor conmigo. Prefería mil veces lo primero, pero cuando le miraba a los ojos, no sabía que esperar de él si supiera lo que escondía.

Solo esperaba no tener que llegar a ese punto jamás.

—Ayer hablaste con los policías, pero les diste algo y sé que no fue dinero... —Observó su cerveza antes de mirarme a los ojos nuevamente y preguntarme. —¿Qué era, Felina?

—Mi carnet de conducir —respondí rápidamente y Gato solo arrugó su entrecejo.

—¿Segura? —Volvió a preguntar.

Yo traté de parecer normal, divertida y creí que lo había conseguido por como el rostro de Gato había cambiado.

—¿Acaso lo dudas? —cuestioné divertida.

Él negó varias veces, tomando un trago de su cerveza y luego dejándolo sobre la barra, apoyando su brazo musculado y lleno de tatuajes sobre ese sitio.

—No quiero desconfiar de ti, pero últimamente estoy pensando ciertas cosas de ti, Felina.

Mi corazón empezó a latir con fuerza y el miedo empezó a ser mucho más fuerte que el primer día que pisé este lugar, lleno de incógnitas.

Observé cada gesto de Gato, esperando ver algo que se viera que me había delatado, pero no fue así. Para nada. Era como si no quería creer la verdad o tuviese otro tipo de sospechas. No lo sabía y solo esperaba que él no tuviese que saberlo y que me mirase de otra forma.

—¿Cómo qué? —cuestioné.

Ahí fue cuando vi como Gato observó algo o alguien que había tras de mí, arrugando su entrecejo, cuando noté como alguien se pegaba a mi espalda, molestándome demasiado.

—Oye, guapa... Baila conmigo.

Me giré para mirar a ver quien me había hablado, al ver a un hombre bastante borracho, con pinta de no haber visto un baño en su vida y una barriga que se pegaba a mi espalda. Arrugué mi nariz con asco al verlo y al oler el alcohol de su boca.

Puse mi mano sobre su pecho y lo empujé hacia atrás, dándole a entender que quería mi espacio.

—Búscate a otra que quiera.

Vi a Gato nuevamente, el cual parecía divertido de verme como comenzaba a enfadarme por ese hombre que se había pasado de copas.

—Mira, ayer fue un día estresante para ambos —contesté a Gato—. Yo simplemente les soborné y les enseñé mi carnet antes de sobornarles... ¿No te parece que los policías son casi todos corruptos? —bromeé, siguiéndole la corriente como él y Afrodita siempre decían, aunque en el fondo odiaba tener que decir todo eso.

Todos los policías no éramos iguales y era doloroso ver que los ciudadanos habían perdido la fe en nosotros por 4 que no hacían bien su trabajo y que utilizaban el poder para ello.

Gato asintió, no muy conforme conmigo.

—¿Qué fue lo que pasó en tu pasado para no confiar en nadie? —preguntó, cambiando de tema—. Sé que yo no confío en nadie... Solo en ti. Pero porque me han enseñado a esto para ser luchador... Pero tú... Debió ser algo duro, algo que no has superado y que te culpas. Puedo verlo en tu mirada, Felina.

Ambos callamos, mirándonos mientras las luces rojas de neón del bar nos iluminaba.

Sentí algo hacia Gato que me asustó más, más incluso de que él descubriese que era policía. Y lo que sentía era prohibido, debía serlo. Jamás lograríamos tener un fina feliz como se veían siempre en las películas. Ojalá, pero habían que cambiar muchas cosas para ello y no estaba segura del futuro. Nadie estaba seguro del futuro.

—¿Segura que no quieres, guapa? —El hombre volvió a estar detrás de mí.

Comencé a respirar con fuerza, enfadándome por ese hombre pesado mientras que Gato lo observaba furioso y supe que estuvo a punto de levantarse, dejando la sonrisa de lado cuando me vio así de incómoda y molesta.

—Vamos, nena. No seas aburrida.

Gato se levantó, pero yo aproveché que la mano de él estaba al lado de la mía. Tomé el tenedor que tenía Gato cerca y, con rapidez, se lo clavé en el dorso de la mano con todas las fuerzas, consiguiendo que el hombre comenzara a gritar por largos segundos al ver aquel objeto clavado en su mano. Pareció que se despertó de la borrachera.

Me levanté de la butaca y me acerqué a aquel hombre, para susurrarle;

—Como vuelvas a tocarme los ovarios, la próxima vez te lo clavo en la polla, ¿vale, nene?

El hombre no me dijo nada, solo comenzó a llorar por el dolor y el camarero fue el que le sacó el tenedor de su mano, pero no estaba espantado, como si ya estuviese acostumbrado a presenciar esas escenas en su bar.

Me marché de allí, caminando entre la multitud que bailaba sin percatarse de l que acababa de pasar, cuando vi como Gato me seguía, sacando una caja de cigarrillos de su bolsillo para fumar, como si nada hubiese pasado.

—No conocía esa faceta tuya.

Me giré, parándome en medio de la gente y dije;

—Gracias por ayudarme, gatito —contesté con ironía.

Encendió su cigarrillo y echó todo el humo.

—¿De verdad necesitabas mi ayuda? No me lo dirás en serio. Le acabas de clavar un tenedor a un hombre en la mano, creo que lo tenías bajo control.

Apreté la mandíbula, enfadada con él por otros motivos, por no poder ser algo más conmigo, por no poder contarle la verdad, por no ser quien era a su lado y tener que fingir ser otra persona por mi trabajo.

Estaba enfadada con él por eso y se lo hice pagar en ese instante.

Seguí caminando, pasando al lado de Venecia para poder salir al exterior y marcharse de ese lugar.

—Vete a la mierda.

Gato me siguió y dijo;

—Me gustan las mujeres poderosas como tú, Felina.

Salí del lugar y cuando me giré, pude ver como Gato me había acompañado a la salida y podía ver como se tensaba al verme marcharme.

Negué con la cabeza al mirarlo a los ojos, a esos ojos que para otros temían, pero para mí significaban algo mucho más. Me giré, dispuesta a irme, cuando la mano de Gato me frenó, colocándola sobre la mía.

Lo volví a mirar y esta vez vi temor en su mirada y un brillo inexplicable que llevaba viendo desde hacía semanas. Respiré con dificultad, cuando él rompió el silencio en aquella calle, en aquella noche.

—Déjame que te lleve —susurró, alargando su mano para retirar el cabello que tenía en mi rostro, colocándolo tras mi oreja.

Tragué con dificultad, nerviosa por ese hombre que lo quería para mí en todos los sentidos. Y me sentía egoísta por ello.

—¿Para que? ¿Para que sigas dándome sermones sobre mi pasado? —cuestioné, sabiendo que no podía confesarle las cosas.

Entonces, lo hizo nuevamente. Ver el interior de él, como era realmente Gato y no ese hombre que le habían enseñado a hacer el mal, sino un hombre diferente que podría haber sido si no lo hubiesen dado el camino equivocado las personas equivocadas.

—Siento ser un pesado.

Tragué saliva y apreté la mandíbula, mientras dejaba que él se acercase a mí.

—Mira, fue un suceso traumático que no quiero recordar.

Gato lo comprendió, asintiendo y respondió;

—Vale, no hablaré más sobre ese tema. Déjame llevarte, no quiero que claves más tenedores.

Ambos reímos y acepté su oferta.

No sabía que pasaría a partir de ahí, a partir de esa noche, pero no estaba para nada segura de lo que estaba sintiendo por el hombre que estaba espiando para conseguir información. Sabía pocas cosas de él, algo nuevo esa noche, pero ni siquiera sabía su nombre o su apellido, si tenía abuelos, que es lo que le gustaba... Nada. Y él tampoco sabía nada de mí.

En el coche de él, estuvimos en silencio durante todo el trayecto por las calles de Londres, hasta que llegamos a mi piso.

Lo invité a subir, sin saber que es lo que estaba haciendo. Y ambos terminamos en el salón de mi piso, solos, pero sin tocarnos.

Ahí sentí algo que necesitaba ir más allá.

Necesitaba confesarle a él lo que llevaba años sintiendo, lo que oprimía en mi pecho y no supe lo que hacía. Quizás estaba haciendo algo malo y sabía que podría tener repercusiones en la investigación si lo hacía, pero mi corazón necesitaba decírselo a él.

Quizás cometería un error, pero cuando miré a Gato, supe que era lo correcto en ese momento.

Él esperó a que hablase.

—Perdí a mi madre con 16 años...

Gato silenció, petrificado por lo que le acababa de contar, cuando dijo;

—Lo siento mucho, Lisa.

Negué con la cabeza, acercándome a la ventana, con aquellas vistas de la ciudad de Londres algo lejana y me abracé a mí misma, recordando aquella noche una y otra vez, como se repetía en mi cabeza, como se convertía en pesadilla desde hacía años y como no me dejaba dormir después de todo eso.

Negué nuevamente, mientras él me daba espacio, sorprendiéndome nuevamente.

—Lo peor fue como —susurré. —Mi padre no lo conocí, pero mi madre salió con un hombre durante algunos años. No me gustaba, mantenía mi cuarto siempre cerrado con llave por miedo a ese hombre, porque en más de una ocasión trataba de abrir mi puerta cuando era de madrugada.

No lo estaba viendo, pero podía sentir como se enfadaba, ya que Gato era reconocido por ello. Solo me seguí abrazando, sin mirarle para poder decírselo.

—Una vez, como mi madre estaba siendo agredida por él, traté de ayudarla, pero ese hombre tenía demasiada fuerza. —Me agarré del pecho y continué. —Me agarró del cuello, me empujó contra la pared y me asestó varios puñetazos. Diría que me pegó 3 veces en mi vida. Mi madre se culpó y lo echó de casa, pero había algo en él que no me gustaba nunca... Una noche apareció con 2 amigos más. Vinieron a robarnos, por lo visto vendía drogas y necesitaba dinero para pagar cosas que debía y así se vengaba.

Me quedé callada unos segundos, mientras observaba la noche en Londres.

Las vistas de la calle, como el silencio se apoderaban de ese lugar alejado de mi verdadero piso, aunque nunca me sentí que había encontrado un hogar. Nunca lo había sentido así, solo cuando mi madre estaba conmigo.

Y no había día que no la echara de menos.

Noté como Gato se acercaba a mí, mientras yo solo podía mirar las calles para evitar llorar.

—Fue la mayor paliza que me dieron, robaron todo lo que había y ese hombre acuchilló a mi madre delante de mí. Se marcharon corriendo, pero ya era tarde para que los médicos hicieran algo por ella —susurré—. Aún recuerdo las últimas palabras de ella; "perdóname por no protegerte".

Y ahí, recordando aquella escena de ella en el suelo, desangrándose, comencé a llorar.

Gato me abrazó, sin yo pedírselo. Me abrazó, colocando sus manos en mi cuerpo, haciéndome sentir como en casa y se lo agradecí inmensamente.

Jamás supe que necesitaba ese abrazo, hasta que me lo dio Gato.

Ni siquiera cuando asistí a su funeral, con varias personas dándome el pésame y haciéndome sentir peor de lo que ya estaba. Me encontré sola siempre, desde los 16 años.

No quería sentirme así, pero terminabas acostumbrándote y, cuando él me abrazó con amor, lloré en su pecho, agarrándolo de la camisa con fuerza mientras me daba cariño.

—A los pocos días pudieron encerrarlos, pero ese hombre no estuvo mucho tiempo en la cárcel y salió hace poco después de hacerle la vida imposible a mi madre y a mi y después asesinarla... —Me callé unos segundos, cuando logré decir. —John Robertson... La de veces que escuché ese nombre en el juicio y no pagó ni 5 años por todo lo que hizo.

No podía ver a Gato, pero me imaginaba que su rostro debía ser inexplicable, sin saber que decirme a pesar de haber vivido con la muerte de su madre como yo.

Pero estas cosas eran difíciles y ambos lo sabíamos.

—Lo siento, Lisa —susurró. —Lo siento mucho... Sobre todo, el haberte agobiado todo este tiempo... Ahora que lo sé, comprendo porque no confías en nadie...

Negué ante su respuesta y solo pude contestarle;

—Era mi única familia.

Cerré los ojos por unos segundos, cuando las manos de Gato se colocaron sobre mis mejillas, haciendo que lo mirase a los ojos y me dijo;

—Ahora tu familia somos Afrodita, Serpiente y yo. No lo olvides, Lisa.

Sonreí, sintiendo algo en mi pecho que quemaba.

No lo era si descubrían que era policía. Y eso era lo peor.

Prefería seguir creyendo que no tenía familia, porque no soportaría perderla otra vez frente a mis ojos, pero estaba vez por mi. Por mentirles.

Solo asentí, silenciando mientras Gato me abrazaba nuevamente y besaba mi frente con cariño.

***

Siento no haber subido capítulo el viernes, pero últimamente estoy teniendo poco tiempo, pero no se quedarán sin novela.

Si ven que no puedo subir el viernes, el domingo si tendrán capítulo. Para que cada semana puedan leer un capítulo de esta novela.

Ya lo he dicho, pero ya vamos por la mitad y la historia va a tener muchas cosas interesantes.

Quizás la semana que viene tengamos el punto de vista de otro personaje querido ;)

¿Que les ha parecido?

¿Que piensan de Felina? ¿Es malo para el caso que ella se abra emocionalmente a Gato?

Nos leemos la semana que viene :3

Patri García

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