Omega [Moon Fighters 5.1]

By JaquelineS97

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Harry es un monstruo... El amor y la felicidad son añoranzas ajenas... Harry tiene el alma hecha pedazos y... More

Antes De Leer
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 25

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By JaquelineS97



Las noches fueron horribles, Harry pasaba una por una con la disciplina y el pavor escaldando sus venas. Cada noche experimentaba un pasado diferente, el sabor del miedo era ahora un gusto que le sería imposible de olvidar, tanto como el latigazo de dolor al despertar y las náuseas.

Cuando fue el turno de vivir el horror de su primera cacería con desenlace fatal; donde su víctima había sido secuestrada con antelación para ser liberada en las tierras de Bulgakov para el entrenamiento de su pequeño asesino, ella tenía la misma edad de Harry.

Nueve inofensivos años.

El horror de la muerte fue insoportable, Harry vomitó sobre el suelo de la habitación, el sudor frío sobre su cuerpo y sus ojos doloridos y húmedos, no era necesario que la sombra le diera una reprimenda. El dolor de lo que hizo era suficiente, una huella caliente que quemaba su cerebro.

Harry sabía que no debía matar inocentes.

Sin embargo, durante el día, atravesaba un optimismo casi radiante. Y aunque se veía como un hombre deshecho, el cabello revuelto, bolsas oscuras bajo los ojos y la piel más pálida de lo normal, se sentía fuerte. Poco a poco el blindaje sobre el vínculo iba cayéndose a pedazos y podía sentir a Sage del otro lado, su vida abriéndose paso lentamente para abrazar la suya.

Harry estaba ansioso por ese abrazo, ansioso por ella.

Porque era su razón para seguir adelante, atravesar cada miedo existente dentro de su alma rota. Con eso en mente, terminó de arreglar la casa de Sage en dos días, luego consiguió el número de Primrose para preguntarle por las tareas diarias de Sage y sus responsabilidades. Harry no podía ocuparse de ninguna de ellas... Excepto del jardín subterráneo que ella cuidaba.

No creía que las plantas pudieran crecer bajo tierra hasta que lo encontró. Un trozo de paraíso a tres metros por debajo de la superficie, con un techo de cristal especial que permitía ver el exterior pero no dejaba ver el interior. Allí había flores con los colores más vívidos y hermosos que había visto, los perfumes más dulces que jamás había sentido en su vida.

Después de echarles agua según la libreta de tareas que Primrose había digitalizado en un archivo electrónico directo a su anotador digital, Harry se recostó en el suelo cerca de las flores.

La tranquilidad que sintió en ese lugar incluso eclipsó los recuerdos de la noche. Demasiado hermoso, demasiado frágil, demasiado lleno de Sage...

Pero momentos relajados son escasos, sobre todo cuando estás dentro de un clan grande y enfermo, al borde del colapso.

Por eso ahora, Harry ha vuelto a su condición natural, un puño de ira contenida y rabia caliente. Pocas horas atrás, tres lobos del clan habían acudido a él con una orden específica. Había un problema grave y Sawyer estaba metido hasta el fondo.

El asunto: Derek Miller había sido interceptado en un viaje de urgencia a Paradise City y tomado como rehén.

Como la mayoría de las fuerzas que todavía estaban ilesas habían sido destinadas a proteger el territorio frente a cualquier amenaza, no quedaban muchos lobos disponibles para sumarse al rescate y las órdenes de Derek exigían que cada uno dedicara su fuerza al clan.

Por eso los lobos recurrieron al leopardo de las nieves que había tomado la casa de Sage Smith.

Fue así como Harry se encontró con la terrible idea del intercambio, lo que significaba que Sawyer y un tipo ruso llamado Vladímir debían exponerse en un plan que no alcanzó a comprender, porque la desagradable presencia de Caden Tucker le hacía ruido de fondo, un criminal a sueldo que embarraba sus garras en todo lo que fuera capaz de llenar con dinero sus bolsillos, y eran unos bolsillos enormes. Su organización criminal era pequeña pero estaban dispuestos a todo, robos, estafas, tráfico de drogas, trata, cacería... Cualquier cosa.

Sawyer había tenido la pésima idea de recurrir a él durante su investigación con Jessie. Había sido un milagro que Caden no se haya dado cuenta de que era un leopardo de Amur en su primer encuentro hace quince años, donde casi terminaron en un reformatorio por un incidente dentro de un casino.

Eran jóvenes desesperados por dinero que se metieron donde no debían, Caden perdonó eso, también el robo de sus ganancias esa noche. Llegaron a un acuerdo donde ninguno volvería a permanecer en el mismo territorio. Estuvieron bien con eso. Hasta que Sawyer rompió el trato.

Caden ya no se quedaría quieto.

Harry no tenía dudas de que había movido sus piezas para investigar a Sawyer.

Y luego el desastre vino cuando se dio cuenta de que tenía una mina de oro...

No obstante, el maldito puma infeliz estaba muerto. Un demonio menos en la tierra. Habían logrado rescatar a Derek, pero el alfa estaba herido y débil.

Y Jessie..., bueno, ella había recibido un disparo. Sawyer estaba irreconocible cuando lo encontró en el granero abandonado donde iba a ocurrir el supuesto intercambio. Se negaba a soltar a la mujer sangrando en sus brazos.

Había planeado golpearlo y gritarle por haber hecho esto, la preocupación ardía junto al dolor y la angustia. Quería gritarle que era un idiota al pensar que podía venderse a sí mismo a los traficantes, como si no fuera nada, sólo un adorno con manchas bonitas.

Pero aunque estaba furioso con él por haberse arrojado a esa clase de peligro, lo vio tan abatido que se mordió la lengua y aplazó el regaño para después.

Ahora, tanto él como Jessie, Derek y el resto de heridos estaban siendo trasladados en las unidades de emergencia móviles del clan.

—Hay una teoría escalofriante sobre todo esto —dice Heath, uno de los lobos que lo contactó para unirse a la misión—. La enfermedad L pudo haber sido una especie de arma biológica.

Observando de reojo al lobo alto y delgado que se detuvo un par de pasos a su derecha, su piel de un marrón oscuro y apenas una fina capa de cabello negro asomando en su cabeza, Harry chasquea la lengua.

—¿Tu clan es un objetivo o un campo de experimentos?

Por alguna razón, le desagradaba. Antes, incluso podría haber volteado la mirada y dejar las cosas seguir su curso a pesar de saber que el porcentaje de muertos sería abrumador, ahora, sin embargo... Sentía una profunda necesidad de cazar.

¿Quién demonios había sido el condenado infeliz que pensó que sería bueno crear una enfermedad altamente contagiosa y luego diseminarla entre los lobos?

Era como planear un asesinato masivo, un genocidio.

No se trataba de eliminar un solo clan. El catastrófico efecto secundario sería la pérdida de un eslabón completo de la raza cambiante, la erradicación de todas las líneas de lobos si esto no se controlaba.

—Eso es lo que tenemos que averiguar. —La voz de Heath contiene un gruñido del lobo—. Pero nos hemos acostumbrado a tener más enemigos desde que nos volvimos cercanos al clan de pumas.

Harry no entendía cómo aliarse entre clanes para ganar fuerza era considerado al mismo tiempo como una señal de debilidad e impureza. Pero, él nunca se había detenido a informarse sobre las corrientes de pensamiento, o cualquier cosa sobre su raza. Él simplemente existía, para proteger a la única persona que le quedaba, aquel que lo liberó de sus cadenas.

Ahora tenía otra persona que estaba removiendo las cadenas invisibles que quedaron grabadas en su consciencia, una por una.

—Como fuera —Heath continúa cruzándose de brazos, como resultado, la camisa negra con cuello alto de su equipo de combate se ajustó a sus poderosos músculos. Tenía además, un chaleco antibalas, pantalones térmicos y botas de resistencia—. Cometieron un error brutal al liberar una enfermedad tan incontrolable solo para debilitar a un clan. Es estúpido.

Harry asiente. Con sus sentidos en alerta, no puede evitar ser consciente del enorme poder junto a él, así como el resto de los lobos que todavía merodeaban por la granja. Nunca se había sentido tan diferente, tan fuera de lugar.

Y no es por estar usando una sencilla sudadera gris oscuro, vaqueros gastados y zapatillas deportivas negras.

Simplemente, Harry resalta demasiado entre los lobos.

—Pusieron en riesgo a todos los lobos, no sólo a los Moon Fighters —concluye.

Con una ligera inclinación, Heath hace un barrido panorámico.

—La amenaza no tardará en extenderse fuera del país.

—¿Crees que tenga un impacto negativo en la población?

Heath tensa la mandíbula cubierta de rastrojo negro como su cabello demasiado corto, su voz tiembla un poco cuando agrega:

—Es probable. Nuestra única salvación es distribuir esas vacunas lo más rápido posible.

Al escuchar eso, una sensación reconfortante le invade de pronto. Frágiles zarcillos de esperanza forman un entramado complejo que abriga su corazón, justo ahí, donde la energía vital de su loba sigue protegiendo su corazón.

«Resiste un poco más, Omega»

Harry advierte el acercamiento de otro lobo por la derecha, y gira en consecuencia. Reconoce al segundo lobo que lo contactó, Rydan.

—¿Hay algún problema? —Pregunta, leyendo las líneas de tensión en el rostro ovalado hacia abajo del lobo.

Sus ojos pasaron del marrón pálido a un dorado oscuro en fracción de segundo.

—Nos falta un niño.

—Imposible —Gruñe Heath—. Contuvimos a los niños durante la operación.

—Puede que no haya sido el número exacto de niños al momento de la operación —razona Harry—. O tal vez...

Con un gesto, caminó hacia el recinto donde habían encerrado a cien niños cambiantes para una venta, los mismos habían sido tomados de un laboratorio de investigación genética. Hasta ese entonces, sus vidas habían sido dirigidas estrictamente en una rutina tan ajustada que sus pequeñas mentes estaban al borde de un colapso cuando los lobos aparecieron.

Ellos no conocían nada del mundo exterior, nada fuera del entorno donde crecieron, que a pesar de tener un enriquecimiento psicológico y emocional, seguía siendo un encierro.

Al revisar el recinto, hecho de un material dotado con la tecnología de proyección en la que desde afuera podía verse el interior pero no sucedía lo mismo a la inversa, más de cerca Harry percibe que uno de los paneles cerca del extremo estaba corrido, el espacio suficiente para que algo pequeño y delgado pudiera deslizarse. Empujando el panel con toda su fuerza para terminar de correrlo, el material cede fragmentandose con líneas y grietas, Harry ingresa y de inmediato siente que la tierra se hunde ligeramente.

Debajo de tierra removida, encuentra un cambio de ropa.

—Tenemos un fugitivo —confirma Heath detrás.

Un pequeño asustado hizo todo lo posible por escapar. Pero hay otro problema, quizá más grande, porque entre la ropa Harry encontró una delgada cadena con una placa de metal, allí vio algo escalofriante.

La identidad de este niño era un nuevo linaje en sí mismo.

—Es un ciervo —dice tras ponerse de pie, en una mano sostiene la cadena, en la otra lleva un prenda de ropa a su nariz.

—¿Cómo diablos atraparemos a un ciervo? —Ladra Heath.

—No lo sé —una corriente helada cruza la espalda de Harry—. Pero, o lo capturamos nosotros o lo mata un cazador.

«O muere solo en el bosque»

—Rastrea, encuentra y captura —Rydan ordena—. Le dejaré un vehículo a Heath, los demás debemos regresar al territorio.

Harry se enfrenta con el dorado oscuro del lobo, cada parte de él grita de rabia en su interior ante la idea de volver a rastrear a un niño, el pánico lo asalta, las náuseas regresan, pero la sombra se mueve entonces junto a una suave emoción, confianza. Casi podía oír la dulce voz de Sage «no eres un monstruo» temblando por dentro, Harry sabe que este es un temor diferente uno que viene de su pasado pero que estará conectado con su futuro por el resto de su vida.

Las habilidades que desarrolló, las cualidades físicas que cultivaron en él durante su infancia, fueron usadas para traer muerte y dolor... Un mordisco bajo la piel, la sombra de la loba animándolo, empujándolo, un afecto desbordante en su sangre termina por convencerlo.

—De acuerdo —dice, y se apresura a salir del recinto y alejarse de los lobos.

Ellos pueden sentir sus emociones, su inestabilidad. Aunque trata de levantar un muro para poder concentrarse mejor, Heath lo tira abajo con una simple pregunta:

—¿Estás bien?

Abriéndose paso hacia un área de maleza alta, Harry siguió el débil rastro de olor del niño, fue sencillo encontrar el hilo, pues estaba enredado con un miedo profundo y espeso. Lo golpeó con el peso de una lápida, y aún así, continuó por voluntad. Sus presas tenían ese mismo miedo acompañándolos, sin embargo, y algo de lo que pretendía repetirse para tranquilizar sus propios nervios, era que no estaba cazando para matar.

«No eres un monstruo»

—Hice cosas muy malas —dice, cuando ambos se encuentran en la espesura de la maleza.

Cosas terribles a niños pequeños... Pero eso, este lobo no debe saberlo.

Solo Sage, solo ella.

—Vi cosas horribles —Continúa, luego se detiene para inhalar una vez más—. Pero no voy a abandonar un niño.

No cuando ese pequeño era como él, un producto de diseño, traído al mundo para cumplir con un destino fijo desde su concepción. No sabía con qué fin lo habían creado, pero Harry vino al mundo para convertirse en un asesino, sus manos estaban tan manchadas de sangre que jamás podría limpiarlas. A pesar de eso, se liberó y forjó su propio destino. Uno que planeaba ser solitario hasta que Sage lo encontró y lo reclamó.

Harry sólo esperaba poder devolver el reclamo, con la misma devoción y ferocidad de su loba.

¿Sería capaz?

—No sé si debo saber —masculla Heath.

—No es como si fuera a abrirme al primer lobo que no me gruñe por ser un felino solitario.

Heath entendió, y guardó silencio.

Continuaron caminando por un largo tramo hasta alcanzar el límite de la granja, trazado por un cercado de alambre de púas y postes de madera. Harry se detiene, indeciso. El cervatillo pudo haber cruzado el cercado, del otro lado la tierra está más expuesta, habría dejado huellas reconocibles a su paso. De este lado donde se encontraban, el terreno arbustivo poblado por densas hierbas y malezas, había ahogado las huellas del pequeño por lo que fue complicado obtener un rastro visible.

Lo único que tenían era el olor, e incluso eso se estaba atenuando.

—Puedo escuchar algo —Heath murmura, girando la cabeza hacia la derecha—. Viene de allí. Fue breve, pero lo sentí como un quejido.

La sangre de Harry se calienta en sus venas.

—Tal vez está herido —replica con urgencia, luego encuentra un escondite posible—. Hay que hacer un rodeo.

—Es mejor ir directamente —sugiere el lobo—. Rodear es verlo como una presa y él no debe sentir eso.

—Sí, tienes razón.

«Él no es una presa. Y yo no soy un monstruo»

Ahora ¿cómo le harían entender eso a un niño traumatizado, con instintos de huida disparando cada uno de sus sentidos? Más allá de sus intenciones, ambos seguían siendo depredadores. Sería siendo más sencillo si fuera depredador.

A lo lejos, hay un tronco caído sobre el cercado, el cual ha aplastado la línea hace mucho tiempo, en alguna otra época fue un árbol grueso con pocas ramas, ahora es como un viejo esqueleto, del que sospecha está hueco.

Todo se confirma cuando escucha un pequeño latido apresurado desde el interior. Compartiendo una mirada con Heath, el lobo luchaba contra un fiero instinto protector hacia el cachorro, ambos van hacia la punta del tronco hueco.

Nervioso por la reacción que pudiera tener el pequeño al verlos, Harry se permite sumergirse en el interior, hacia el vínculo. El blindaje es débil pero persistente, pero las emociones de Sage gotean lentamente. Harry no puede entenderlas por ahora, pero bebe de ellas para tranquilizarse, porque son de Sage, su loba Omega.

La sombra se desliza también y deja caer sobre él un afluente protector, ella está con él, él no está solo.

«¿Puedes ayudarme a no sonar como un depredador mortal?»

No obtiene respuesta, solo un pequeño empujón.

Harry mira a Heath y en silencio le pide que se agache, recordando la radiante sonrisa de una loba que tocó las partes más oscuras de un corazón desgranado, Harry se asoma un poco sobre la apertura del hueco. A menos de un metro, el pequeño cervatillo tembló.

Debía estar realmente traumatizado para elegir esconderse en un sitio cerrado en lugar de continuar corriendo.

—¿Valiant? —Susurra, recordando el nombre grabado en la placa de metal que encontró.

El más débil sonido tembloroso sale del pequeño.

—Soy Harry, este es mi amigo Heath. Venimos a rescatarte, a llevarte a casa.

No hubo ninguna respuesta. Solo una temblorosa reticencia, el pequeño no iba a salir, no frente a dos desconocidos, dos depredadores, el mundo demasiado grande para él, una criatura que no comprendía donde encajaba en todo esto.

Alejandose de la única salida del cervatillo, Harry se sienta y deja salir el aliento.

—Sería más sencillo si Sage estuviera aquí —le dice a Heath, quien toma su distancia también—. Ella tiene una forma de hacer que los cachorros salten hacia ella.

Aunque fuera una loba, Harry está seguro de que podría tranquilizar a Valiant.

—No vamos a hacerte daño, pequeño. Venimos de un clan. Un clan es como una familia donde todos cuidan a todos.

Harry le explica lo poco que sabe de los clanes, aquello que ha aprendido en estos años. También le habla sobre su mejor amigo, el que necesita un regaño por haber cometido una estupidez, pero también un abrazo porque debe estar muy asustado también.

—Pero estará bien —continúa, no sabe cuanto tiempo ha estado así, simplemente hablando. Cosas sencillas que para él ya son normales, pero para Valiant suenan desconocidas, abrumadoras, tal vez intrigantes—. Porque él es muy fuerte, ¿tú eres fuerte, Valiant?

—¿Bromeas? —Heath bufa del otro lado, un atisbo de risa sale en su voz—. Logró escapar del recinto, no sólo es fuerte también es muy listo. El chico me agrada, ¿sabes a quien le agradaría más?

Siguiéndole el juego, al mismo tiempo atentos a los pequeños pasos que se arrastraban cada vez más a la salida, Harry negó:

—¿A quién?

—Tía Gloria —los ojos oscuros de Heath brillan—. A ella le gustan los niños valientes, los llena de galletas de caramelo y manzana.

—No hables de comida —Harry finge un gruñido bajo, una voz apesadumbrada mientras mantiene la mirada en la apertura del árbol caído—. Tengo hambre.

Y ahí, un par de orejas marrones aparecen con cautela. El cervatillo se transforma en un niño pequeño que termina de salir y se detiene a unos metros. Cuando gira, se queda petrificado, sus grandes ojos oscuros se abren con miedo, un latido después su rigidez desaparece y Harry se da cuenta que le ha salido una sonrisa natural.

Suaviza su mirada sobre el niño y le deja ver la cadena con la placa de metal.

—Valiant —murmura—. Es un bonito nombre.

Lentamente, el niño se acerca a él, Harry contiene la respiración, como si el mínimo sonido pudiera hacerlo correr.

—Tengo una compañera —le dice en un tono tranquilo—. Ella se llama Sage. A ella le gusta cuidar a los niños, los protege.

Consciente de la aguda mirada que cayó sobre él al decir eso, que venía del lobo silencioso del otro lado, Harry decide ignorarlo por completo. Sabe que está reclamando a este niño, uno que no puede cuidar y no tiene seguridad de que lo verá otro día o lo conservará. Pero también sabe que Valiant necesita seguridad después de ser lanzado al mundo, al peligro más terrible para un cambiante.

—¿Ella me dará galletas también?

El corazón de Harry latió dolorosa y apresuradamente en su pecho, sus ojos se humedecieron cuando esa pequeña mano tomó la placa de metal y se mantuvo ahí, cerca de la suya. Ese par de ojos oscuros y temerosos buscaban un signo, una señal de confianza.

Este hombre con tanta sangre en sus manos, con tanta muerte a su alrededor, le sonríe a un niño que le recuerda a tantos otros que no tuvieron oportunidad de encontrar un lugar seguro...

—Sí, ella nos hará galletas.

Solo debía sobrevivir a la enfermedad que la devoraba lentamente, y entonces él la abrazaría y no la dejaría ir nunca más.


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