Omega [Moon Fighters 5.1]

By JaquelineS97

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Harry es un monstruo... El amor y la felicidad son añoranzas ajenas... Harry tiene el alma hecha pedazos y... More

Antes De Leer
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 22

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By JaquelineS97



Su estómago se aprieta mientras toma un descanso en una de las bancas del aeropuerto de Paradise City. Su boca tiene un sabor amargo con bordes ácidos, la bestia da vueltas, la sensación de inseguridad solo ha hecho que cuestione una y otra vez esta decisión.

Volver a Phoenix habría sido un salvavidas en otra circunstancia, pero ahora mismo, mientras esperaba la llamada para el abordaje de su avión, se sentía como un cobarde.

De verdad la estaba abandonando. La perdería para siempre.

¿Era esto lo correcto?

El clan de lobos estaba pasando momentos difíciles, el aislamiento se había intensificado y la relación entre los cambiantes y la población humana de la ciudad se encontraba en un punto crítico, los alborotadores, fundamentalistas y locos obsesos de las ideologías de segregación racial encontraron tierra fértil para echar a andar sus discursos, cultivar nuevas mentes, sembrar la discordia.

La culpa es de los lobos, después de todo, ellos son los únicos que caen enfermos.

Ha perdido la cuenta de las veces que ha oído eso entre los rumores. Pero nadie habla del hecho de que la enfermedad escapó de un laboratorio clandestino de investigación genética. Del que, según Sawyer, estaban creando nuevos tipos de cambiantes para aumentar la diversidad de la raza.

«¿Por qué crearon una enfermedad que podría diezmar a la población de lobos?»

Tal vez fuera un arma biológica, si ese es el caso, entonces, ¿por qué crearían más cambiantes?

Había muchas dudas alrededor de todo esto, Jessie y Sawyer deberían haber ampliado su investigación. Sin embargo, hubo algo que los obligó a detenerse, algo pasó, algo grave. Lo que transformó a Sawyer de un optimista brillante a un cascarón sombrío.

Ni siquiera intentó evitar que Harry abandonara la ciudad, de hecho, se le adelantó al ordenarle que debía viajar a Phoenix. Aunque, el otro hombre esperaba que Harry se resistiera un poco, no lo hizo.

Sawyer le había dicho que estaba ocupado con los envíos y la distribución de armamento paralizante entre la población de la ciudad, pero parecía estar huyendo de algo, y peleando al mismo tiempo.

«O tal vez está preocupado por la salud de su compañera» piensa, si Jessie enferma no hay posibilidad de que sobreviva sin una verdadera vacuna. «Lo mismo sucederá con Sage»

Tragando saliva, Harry aprieta los puños y vuelve a ver la hora en su reloj, faltan treinta minutos para su vuelo y todavía no encuentra una razón para justificar lo que está haciendo. No debería dejarla, por más que ella hubiera cumplido su amenaza de encontrar algo mejor con otra persona. Por otro lado, ella era una mujer obediente, se mantendría segura en su casa, acataría todas las medidas de seguridad.

No correría riesgos.

Sacando el aire pesadamente de sus pulmones, Harry se cubre el rostro con ambas manos y apoya los codos en sus rodilla, inclinándose hacia adelante. El vínculo, esa extraña unión que todavía sigue ahí, zumba de una forma tenue, le da una sensación de debilidad, un amargo presentimiento de que pronto sentirá lo que de verdad es la agonía absoluta.

—Me lo merezco —murmura para sí mismo.

No importa que ella le ame con todas sus cicatrices, Harry no puede olvidar toda la sangre que mancha su cuerpo, su alma. Por todo lo que hizo, no tiene redención alguna.

Pero... Él quiere encontrarla.

Es un pensamiento egoísta. Su sufrimiento es la venganza de sus víctimas.

—¿Harry Atwood?

Saca la cabeza de su escondite y busca al dueño de ese llamado, ve a un hombre acercándose con las manos en los bolsillos de sus vaqueros gastados color gris. Al subir se encuentra con un par de ojos oscuros, cabello castaño claro, un rostro de rasgos angulares y duros, con lineas de tensión y angustia, rabia y decepción en su mirada.

—Soy yo —responde, incorporándose.

El hombre se detiene a unos cuantos pasos de su banca, y lo examina, Harry percibe una mezcla de dos olores diferentes, su leopardo se eriza en su interior, la postura instintiva le indica que se mantenga a la defensiva... Pero para proteger su vínculo.

Porque este hombre, con esa rabia silenciosa inundando sus ojos, es un lobo. Y de ninguna forma puede tratarse de un solitario.

—Ven conmigo —dice él, bajando un poco los hombros.

Quizá trata de ocultar su propia tensión, pero eso no le ayuda en nada.

—No pienso ir a ninguna parte con un extraño. Tengo un vuelo que tomar.

El lobo le da una sonrisa torcida, burlona, que por un momento le recuerda a Seth Meyer.

—Lo harás —asegura, luego su voz se vuelve sombría cuando termina—. Se trata de Sage.

Un latido doloroso es lo que tarda en ponerse de pie, la necesidad violenta quema por dentro, incontrolable, incontenible, sus garras salen, sus colmillos duelen, como la culpa que siente por dentro.

El lobo le da una mirada rápida de pies a cabeza y luego se acerca para murmurar:

—Tranquilo, ¿o quieres terminar encerrado? —inquiere, haciendo un gesto hacia los policías que vigilaban este sector.

No importa la razón, los cambiantes no pueden pelearse en espacios públicos. Es un delito menor, pero penalizado con cuarenta y ocho horas encerrado.

—¿Dónde está ella? —Indaga, entre respiraciones agitadas.

La adrenalina hace que todo se vea diferente, sus sentidos se vuelven agudos, él podría rastrearla por su cuenta si quisiera, arremetería contra cualquier cosa que se interpusiera.

—Está segura dentro del territorio, hay mucho que explicar y poco tiempo. —Un gruñido bajo hace que el pecho del lobo se vuelva más grande cuando endereza su postura y lo mira a los ojos—. Controla a tu maldito animal y ven conmigo.

De reojo, Harry mira su maleta.

—No volverás a verla si subes a ese avión.

No es una amenaza, es simple y dolorosa honestidad, esas palabras salieron en un hilo de voz, impregnado con tristeza.

La decisión estaba tomada.

—¿Qué está sucediendo? —Harry cuestiona dentro de la camioneta del lobo.

Todavía no le ha dicho su nombre, y eso solo aumenta su inquietud.

—Dímelo tú, deberías saber que algo raro está pasando con ella.

Harry sisea, apoya el codo en el borde de la ventana cerrada y recarga su rostro contra el puño. Todo esto es tan confuso...

—El vínculo está bloqueado —admite.

—Hombre, eres un desastre como compañero.

Harry tiene ganas de cerrarle la boca de un puñetazo, pero necesita información.

—¿Qué pasa con ella?

Cualquier rastro de burla abandona el rostro del lobo.

—Hace dos días fuimos atacados por un infectado mientras ayudábamos a un herido al costado de la carretera rumbo al territorio forestal. —El lobo aprieta su agarre sobre el volante, la coloración de sus nudillos se desvanece con la fuerza—. Ella fue mordida —termina. Sus palabras golpean a Harry como bloques de acero estrellándose contra su cuerpo.

Su pulso se acelera, su visión se nubla, la fuerza le abandona, pero la rabia crece más y más, alimentada por su odio. Hace dos días..., entonces recuerda que este hombre es el mismo que la abrazó ese día, debió ser...

—¡¿Por qué demonios no la protegiste?! —Exclama furioso, un poco más..., solo un poco, y se romperá por completo.

El lobo lanza un ladrido ronco.

—¡Tú no eres nadie para cuestionarme cuando lo único que has hecho es dejarla sola! —Gruñe, sin entender que Harry se había gritado a sí mismo.

La verdad, duele demasiado. Harry está dispuesto a hundirse de nuevo en su pozo de miseria. Sage estaba muriendo... Sage morirá...

Sin haber tenido lo que siempre había deseado.

Harry no ha cambiado en absoluto, sigue siendo el mismo monstruo egoísta de Bulgakov, cosechando dolor y muerte a donde quiera que vaya, las personas que son alcanzadas por él terminan mal.

La historia se repite, y otra vez, como si fuera su eterna maldición, no ha podido hacer nada para evitarlo.

—Pero tú eres bueno —dice una dulce voz, enterrada en lo profundo de su memoria—. Obedeces ordenes, pero ayudas a los que terminan aquí. —El recuerdo flota en su mente, agitada por las turbias aguas de la culpa—. Tú no quieres hacer daño, solo no tienes otra opción. Yo no puedo culparte.

«Blair..., Blair..., no supe como proteger a mí compañera, ¿este es mi castigo? ¿Debo..., acaso debo morir de dolor por todo lo que hice? Blair...»

—Oye..., oye, ¡¿qué haces?! ¡Para!

El lobo frena de golpe, intenta alejar las garras del cuello de Harry.

—¡Detente maldita sea! ¡¿Qué mierda crees que le pase a ella si te quitas la vida? ¡Piensa un poco maldito cobarde!

Sus manos tiemblan mientras forcejea contra el lobo, sus ojos arden, las lágrimas queman mientras siguen el camino hacia su cuello. Duele, duele tanto... Su garganta se cierra cuando lo deja fluir «Tú eres bueno» Blair le había dicho eso después de haber sacrificado a una omega de la manada de lobos peleadores, Harry había llorado tanto, hasta enfermarse, Bulgakov no le había tomado importancia pensando que se trataba de una rabieta por la edad, pero no imaginaba la enorme rabia que Harry sentía por sí mismo.

Solo Blair podía sentirla, y por eso, pasó toda la noche junto a él repitiendo lo mismo: tú eres bueno.

Ahora, llora casi sin emitir sonidos, el llanto lo ahoga, lo tortura. Harry se rinde ante la voz que se niega a dejarlo solo en la oscuridad.

El lobo se aleja de nuevo y maldice por lo bajo mientras golpea el volante con su puño. Luego regresa al camino.

—Sufre, maldito. Sufre y llora todo lo que quieras. Ella te perdonará, porque así es ella. —El lobo sacude la cabeza—. Deberás postrarte de rodillas y obedecer a cada cosa que ella diga para compensar lo que le has hecho. Prepárate, caerás en el infierno.

El lobo lanza su puño, golpeando su pecho, una advertencia letal en sus ojos cuando le dijo:

—No te atrevas a dejarla otra vez.

Cuando las emociones se estabilizaron un poco, el hombre le dijo quien era y qué relación tenía con Sage, Lexter Smith, era uno de sus primos mayores.

—La próxima vez —comentó tras escuchar lo que había pensado cuando los vio abrazados aquel día—. Investiga bien antes de sacar conclusiones.

—Pero..., yo pensé...

—Hombre, ¿no tienes nada de sentido común? Ningún lobo se metería con una mujer vinculada, eso es una ley básica.

En su defensa..., Harry no aprendió las normas de comportamiento del resto de cambiantes, y al crecer, no sintió la necesidad de hacerlo pues había decidido una vida sin lazos sociales.

—Hablas como si estuvieras seguro de que ella va a mejorar.

Lexter chasquea la lengua.

—Solo han pasado cuarenta y ocho horas, con los nuevos medicamentos se puede combatir los síntomas, eso nos da entre tres y cuatro semanas hasta que se vuelva grave.

Eso no ayuda a aliviar el peso sobre su corazón.

—Además, Derek aprobó la implementación de los prototipos de vacunas. Eso dará más tiempo, tal vez retrase los últimos síntomas o elimine el virus, yo espero que suceda lo último.

—¿Prototipos?

—Jessie trajo vacunas de ese laboratorio, pero Derek debía decidir si probarlas en los enfermos más graves o usarlas como base para replicarlas.

—¿Qué hizo?

—Las dejó como bases.

Harry aprieta un puño.

—¿Los dejó morir?

—Eran solitarios en última Fase, a veces un alfa debe elegir lo que sea mejor para el bien mayor.

—Pero...

—No lo cuestiones —advierte, su voz se vuelve baja y peligrosa, con un borde animal—. No eres del clan, no sabes el infierno que hemos vivido durante el último año.

Un golpe tras otro, pensó. Con la revuelta del año pasado, y la enfermedad llevándose a los más fuertes..., el clan se encuentra en la crisis más grande conocida desde su creación. El orgullo de estos lobos debe estar siendo ahogado en estos momentos por un enemigo invisible del que no pueden defenderse. Harry de pronto entiende el verdadero terror de no poder hacer nada por aquellos a quienes quiere.

Se sintió así una vez, cuando el usurpador que tomó el cargo del Alfa por medio de la fuerza, comenzó a usar los lobos para atacar y desterrar a todos los cambiantes de diferentes tipos que estaban viviendo en el territorio.

Sawyer fue uno de ellos, de no ser por el médico que sostuvo sus heridas y los lobos que sirvieron como su escudo hasta cruzar al territorio de los pumas, él estaría muerto.

¿Qué habría hecho Harry si eso hubiera pasado? ¿Qué haría ahora si Sage muriera?

—Lo siento —dice, mientras que en su mente, la bestia se estira sobre una estela de prometedora violencia.

Lexter hizo un gesto con la cabeza.

—Los científicos e investigadores están trabajando sin descanso, pero con la escasa información de base no podemos esperar réplicas idénticas, solo prototipos. —Lexter voltea para mirarlo, en sus ojos brilla una determinación feroz—. Sage recibirá uno, sobrevivirá —asegura regresando la mirada al frente—. Tiene la sangre Smith, y todos saben que somos más tercos que las cabras.

Tras un largo trayecto en camioneta, le siguió uno mucho más duro por terreno boscoso, Lexter lo acompaña hasta el pie de una montaña en lo profundo del territorio del clan. Allí, mueve una enorme capa de arbustos artificiales poniendo al descubierto la entrada del laboratorio principal.

—Esto iba a ser una segunda guarida —comenta el lobo, introduciendo una serie de códigos en un panel integrado—. Si esto alguna vez termina, espero que cumpla su función inicial.

Las puertas se abren deslizándose hacia abajo, pero solo es Harry el que ingresa, antes de que la entrada se cierre detrás de él, mira al lobo por encima del hombro.

—Gracias.

Lo último que ve de Lexter, es una oscura mirada de advertencia.

«¿Qué voy a hacer si ella muere?»

Y con esa pregunta echa un largo suspiro, él sabe la respuesta pero no quiere admitir la verdad, ha luchado demasiado para encadenar al monstruo, esto..., esto puede empujarlo más allá del borde.

Harry, asesinará a cualquier cosa se encuentre en su camino, como el monstruo que es, una bestia sin consciencia.

Tragando duro por la brutalidad de ese escenario incierto, Harry se permite distraerse con los alrededores, está solo en un espacio amplio iluminado por largos tubos incandescentes en el techo, todo esta cubierto por concreto pulido, el ambiente está frío y huele a humedad, tierra y piedra. Al fondo hay una pared de piedra natural desde donde cae agua formando una cascada, el emblema del clan está tallado en la piedra y brilla con una coloración metálica.

A medida que se acerca, Harry nota que hay dos puertas, una de cada lado. Segundos después, la izquierda se abre y sale una persona envuelta en un traje protector blanco de pies a cabeza, lleva guantes y botas negras, una lámina protectora transparente cubre su rostro.

Es una mujer.

—¿Harry Atwood? —Pregunta, a lo que él confirma con un asentimiento—. Sígueme por favor.

La mujer lo condujo a través de una serie de pasillos de paredes y pisos blancos, bien iluminados, hasta que en uno de ellos encontraron a Derek.

—Por favor, sigan todos los procedimientos de desinfección antes de salir —dice la mujer, luego se va.

Harry pronto se encuentra frente a un muro de poder diferente a todo lo que ha visto antes. Este hombre, lo paralizó con la mirada. Su lobo puede sentirse en sus ojos ambarinos, es el último atisbo de fuerza y lo está usando para guardar las apariencias.

Harry sabe que el lobo se está debilitando, su piel está pálida, sus labios agrietados, pequeñas bolsas oscurecen debajo de sus párpados. Derek no está bien, se ve como..., como si cargara el peso del mundo sobre sus hombros.

¿Qué hace aquí? ¿No debería mantenerse a resguardo? ¿No debería alejarse de los enfermos? ¿Acaso él no es el miembro más importante del clan? ¿Por qué el resto no lo está llevando a rastras a un lugar seguro?

Pero no hay tiempo para esas dudas, porque los rastros de debilidad desaparecen si capturan tu atención, y si pueden ser usados como una distracción..., Harry ha caído completamente. Lo siguiente que obtiene es una mano veloz apretando su cuello, su cuerpo es empujado con una fuerza despiadada contra una de las paredes. Se ha movido tan rápido, ni siquiera le dio un segundo de reacción. En este momento, las habilidades de Derek Miller, puede que se estén acercando al mismo nivel que las de Aria Ashburn.

El ámbar de sus ojos se fusiona con un dorado rabioso y violento, el corazón de Harry tiembla con un miedo diferente. Ser subyugado de esta manera se siente como un chiste cruel, el solitario, el errante, aquel que se burlaba de los míticos poderes que poseían algunos cambiantes, aquel que se creía tan fuerte que no podía ser doblegado por aquellos a quienes el resto llamaba Alfas.

Qué idiota, qué inocente.

—Así que tú... —Derek gruñe, tomando su olor—. Eres tú... —Desnuda los colmillos—. El que fue tomado por Sage.

«¿Tomado?»

—S-sue.... —Resuella—. Sué..., s-suéltame...

—¿Creías que podías irte sin pagar por lo que has hecho? —Un brillo de diversión sangrienta—. Realmente no entiendo como has sido capaz, alguien normal se habría entregado sin pensarlo dos veces. —Un jadeo, una mirada intensa... Derek ha llegado a la única conclusión válida—. Entonces tú... Eres un huérfano criado como una herramienta.

Derek lo suelta y Harry cae al suelo, el lobo apenas ha apretado su garganta lo suficiente para cortar levemente su vía de aire, pero él sintió la desesperación de la asfixia como si lo hubiera aplastado con todas sus fuerzas.

—¿Quién eres realmente? —Demanda.

—No puedes... —Tose—. Tú no..., no puedes..., intervenir.

—Eso es lo que todos piensan, pero... —Derek recrudece la profundidad de su voz, sus párpados se cierran en dos líneas afiladas, sus ojos brillando a través del breve espacio—. Tengo el poder para intervenir cuando uno de los míos está sufriendo.

Harry jadea, un dolor sorpresivo inunda su pecho. La sonrisa torcida del lobo se vuelve perversa.

—Que no seas del clan me facilita las cosas, podré romperte a gusto y gracias al blindaje que le impusiste, Sage no sentirá dolor alguno.

—¡¿Qué demonios quieres?! —Harry grita, la desesperación del miedo hace que su voz tiemble—. ¡¿Tú enviaste a buscarme?!

—Sí —Derek admite, sacudiendo ligeramente la cabeza para mover los mechones color castaño claro que cayeron por su frente—. El dolor de Sage es mi dolor —agrega, apuntando con un dedo a su cabeza—. Ha sido muy fuerte soportando eso por su cuenta, estoy orgulloso de ella, pero... —Derek se agacha a su nivel su mirada se oscurece—. Ya no puedo permitirlo, no más.

El lobo juega con sus garras, sacando y ocultando cada una, el sudor comienza a salir, su felino se prepara para la pelea.

—La maldad de aquel que ha lastimado a consciencia a su propio compañero debe ser purgada solo por su propia mitad —recita, como un verso antiguo—. Detrás de esa puerta está su habitación —con un ademán apunta hacia su izquierda—. La loba que te ha tomado será quien juzgue y castigue lo que has estado haciendo.

Solo entonces, cuando Harry de pronto vio un poco de lástima en los ojos del Alfa, lo que Lexter le había dicho en el viaje cobró sentido.

Prepárate para caer en el infierno.

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