Omega [Moon Fighters 5.1]

Galing kay JaquelineS97

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Harry es un monstruo... El amor y la felicidad son añoranzas ajenas... Harry tiene el alma hecha pedazos y... Higit pa

Antes De Leer
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 21

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Galing kay JaquelineS97

—Gracias por la ayuda.

La risa abandona el cuerpo de Sage en el momento en que siente el fuerte impulso de retroceder, de apartarse. La sensación es demasiado intensa como para ignorarla, incómoda y abrasiva, como si le estuvieran tirando por dentro. Su loba retrocedía nerviosa en medio del abrazo, pensando que era incorrecto estar así, y ella luchaba contra sus emociones acumuladas.

La razón no era el instinto secundario que ardía en su interior, como un grito interno diciendo que se aleje para estar segura, sino que, el dolor de la quemadura que sentía era por el simple hecho de que un lobo emparejado todavía la reconocía como un peligro potencial para su pareja, y entonces debía alejarla.

Una evidencia más de lo que estaba mal con ella, hasta se había puesto a pensar en que quizá su vínculo era falso. Un nuevo tirón aparece dentro de ella, y esta vez la respuesta de Lexter es un sonido bajo retumbando en su pecho.

Con el vínculo y los emparejamientos, se activaba un equipaje completo de nuevos instintos que los preparaban para una nueva etapa de vida, pero también había otros que se activaban según las condiciones externas, como un condicionante capaz de alterar las conductas en diferentes situaciones, la presencia de un cambiante vinculado y/o emparejado, por ejemplo, provocaba que cualquier soltero alrededor quisiera mantenerse lejos.

De esa forma se evitan muchas peleas innecesarias...

—¿Qué ocurre? —Cuestiona Lexter, Lex para abreviar, en el momento en que se aparta para mirarla a los ojos su postura se torna defensiva.

El típico lobo omega preparándose para saltar en su defensa frente a cualquier amenaza...

—Nada..., es solo que... —Sage suelta una pequeña sonrisa nerviosa—. Sentí el tirón...

—Uh..., disculpa —Lex se aparta, esboza una sonrisa tímida y sus mejillas se colorean de un notable tono rojo mientras se rasca la cabeza con abundante cabello castaño claro, brillos dorados aparecen en la parte superior—. Siempre ha sido un lobo gruñón —termina, y luego sonríe.

Lexter no tiene idea por lo que Sage está pasando ahora mismo, la forma en que su loba tira de ella..., como si quisiera perseguir algo que anda por ahí. Pero, aquí solo hay humanos, no queda casi ningún cambiante, la situación para salir no es favorable en este momento. En esta zona comercial llena de tiendas pequeñas, el único rastro persistente es el de los humanos.

—Lo controlaré mejor —Promete Lex, apretando su mejilla, es un gesto habitual cada vez que están juntos.

Eso hace que le devuelva un sentimiento de calidez que ayuda con el débil temblor sosteniendo sus órganos, Lexter es cinco años más grande que ella, también es el hermano mayor de Primrose y el segundo Beta más fuerte después de Seth Meyer. Un hombre alto, atlético y bien parecido.

Con verlos a ambos hermanos, se llegaba a la afable conclusión de que el linaje de los Smith tenía una tendencia hacia la fuerza, Martha y Dev Smith también eran betas.

Sin embargo, por parte de la única hermana de Devon..., estaba Sage, una omega, y aunque amaban a Jessie, ella no tenía la sangre de la familia, por lo que no era una Smith en toda la regla. Así que el único conservante del linaje de Eloise Smith era Sage.

Sin embargo, de igual manera, la fuerza y tenacidad se trasladaron a aquella niña adoptada y se hicieron parte de ella.

—No importa, está bien —Sage le devuelve una sonrisa, está vez un poco más abierta.

La mirada oscura de Lex se estrecha con alivio, unas líneas se forman en los bordes de sus ojos.

Esa emoción no llega a tapar la amargura que tiene formando un judo en su interior, pero debería soportarlo, es algo que ella debe aceptar, debe acostumbrarse al triste hecho de que ninguno de sus compañeros de clan reconozcan que está vinculada. Tal reconocimiento no debería tener importancia, afirma para sus adentros.

—Se nos acaba el tiempo —le recuerda, tragando su propia decepción—. Debemos regresar.

Lexter deja sus manos en sus caderas y mira por la ventanilla de la puerta de equipaje al interior, luego frunce el ceño y hace una mueca al torcer los labios.

—¿No hemos olvidado nada?

—Creo que no, cumplimos con toda la lista.

—Uh, bueno, con esto debemos aguantar un par de semanas.

Sage mira las bolsas de alimentos y elementos de higiene que acaban de comprar de una de las tiendas.

—Sí, solo procura contener tus ataques de gula.

Lexter vuelve a reír, sus ojos tienen ese brillo..., su rostro sostiene esa expresión de auténtica felicidad..., de seguro está pensando en su compañera Vanessa, con quien se emparejó hace poco menos de dos semanas.

Sage podría arder de envidia y dicha al mismo tiempo al ver a su primo tan feliz...

—Esto será difícil, no prometo nada —dice Lexter, riendo entre dientes se sube a la camioneta.

—¡Lex!

—Solo bromeo, sube.

Sage lo sigue del otro lado, pero antes de abrir la puerta su loba vuelve a tirar de ella, Sage levanta la cabeza y revisa los alrededores, la dirección con la que empuja su loba la confunde, ¿qué es lo que la tiene tan inquieta? ¿Por qué un callejón entre dos tiendas? No es como si hubiera algo escondido por ahí, por la hora el sol alcanza a iluminar la mitad del sitio.

Mordiéndose el labio inferior, la incertidumbre ahogando sus pensamientos, Sage se sube a la camioneta con la duda picoteando en su interior, y cuando Lexter arranca le da una mirada de reojo que le hace sentir un poco incomoda... Tal vez ella tiene una expresión... Como si estuviera enloqueciendo...

Tal vez debería abandonar la paranoia, un poco.

—Felicidades por tu vínculo —suelta Lexter.

El corazón de Sage se encoge dentro de su pecho al escucharlo.

—¿Lo sabías? —Sage pregunta en voz baja.

—Tardé un poco en darme cuenta, pero Primrose fue de gran ayuda, aunque no me quiso dar el nombre. —Lexter emite un gruñido pequeño de protesta y sacude la cabeza—. Supongo que es debido a que no es del clan ¿me equivoco?

—No, es verdad.

—Hmm... Deja de hacer eso, me irrita.

Sage frunce el ceño, voltea hacia él y Lex hace un ademán a su regazo, ella se mira los dedos, los tenía apretados tan apretados que la piel se ponía blanca.

—No tienes porqué sentirte nerviosa —agrega con suavidad y tono amable—. Después de todo las cosas han cambiado para bien.

—Sí, lo sé.

Pero lo que ella siente no tiene nada que ver con que si pareja no se del clan, mucho menos de otro tipo.

Lexter esboza una sonrisa tenue y regresa su atención al camino, ese gesto logra tranquilizarla un poco. Lexter siempre ha sido bastante comprensivo y atento con ella, al igual que Primrose, crecieron juntos pero se fueron distanciando en la adolescencia debido a las diferencias de temperamento entre los tres. Lexter fue el principal apoyo para Prim en ese tiempo, le ayudó a sostener una naturaleza de Beta que le permitiera no sobresalir.

Sage, en cambio, sacaba el lado más protector de él y él casi no podía controlarlo, por eso se apartaron. Eventualmente, tras madurar y aprender, volvieron a reforzar los lazos de amistad, sin embargo ese aire de autoridad protectora continúa en él, un poder que causa en ella sensaciones opuestas, seguridad pero también cautela. Y ahora que sabe que el lobo de Lexter la ve como algo a lo que debe alejar, quizá lo mejor sería apartarse, al menos hasta que su problema se solucione de manera definitiva.

Aunque..., no sabe como podrá lograr eso...

—Huh... —Lexter deja salir un gruñido bajo—. No te ves chillando de emoción como deberías..., ¿necesitas ayuda?

Leyendo entre líneas, él quería confirmar si debía usar sus puños.

—Estoy bien, solo me preocupa la situación del clan.

Es una verdad a medias. Lo cierto es que hay una atmósfera cada vez más tensa y las medidas de aislamiento solo generan preocupación y miedo, los casos de infectados por la enfermedad L aumentaron de manera sorpresiva y ahora todos conocían la verdadera cara del enemigo. Y el alfa Miller estaba en el frente luchando por contener el avance de la enfermedad en el clan, había asegurado que gracias a la información de Jessie tendrían una vacuna experimental en dos meses.

Demasiado tiempo para los infectados, aún cuando encontraron algunos medicamentos que ralentizaban los síntomas, la última esperanza para ellos es la vacuna.

—Mentiría si dijera que todo estará bien —dice Lexter—. Pero si seguimos las ordenes del alfa al pie de la letra saldremos adelante.

Hay un pequeño deje de optimismo en sus palabras.

—Tienes razón.

Pero eso también implica reducir el movimiento en el territorio al mínimo, la sensación de vulnerabilidad que eso conlleva no es fácil de omitir. Sin embargo, Derek nunca ha dejado de repetir que el clan es más fuerte gracias a sus aliados, los pumas y leopardos de las nieves, al no contraer la enfermedad, acordaron apoyar con suministros, ayuda médica y de ser necesario con soldados. Por otro lado, los humanos estaban ayudando a reportar cualquier persona sospechosa de estar infectada, para obtener eso Derek había tenido que repartir armas paralizantes entre la población de Paradise City, era la única forma de que la gente se sintiera segura a pesar de tener lobos enfermos rondando cerca de ellos.

Y ya que los lobos que vivían en las tierras forestales no podían salir de sus casas del mismo modo como tampoco podían hacerlo aquellos que vivían en la ciudad, todo el clan estaba fragmentado, eso es un duro golpe para la naturaleza social de cada uno.

El contacto entre la ciudad y el bosque estaba restringido hasta nuevo aviso, solo se podía salir una vez a la semana por suministros.

—Desearía poder hacer más que esconderme en casa.

Lexter chasquea la lengua.

—Siento la misma impotencia, créeme, pero por la salud de nuestra familia, amigos y compañeros, debemos cuidarlos. —Hace una breve pausa y luego—. Me enoja mucho no poder ayudar a los enfermos, pero tengo una compañera ahora y quiero tener una vida larga a su lado.

«Una vida a su lado...» Lexter realmente está enamorado de ella, la forma en que lo dijo guardaba una certeza absoluta de que era algo recíproco. Una sensación de sobrecogimiento le embarga desde adentro, aturdiendo su cabeza durante unos segundos, no puede evitar pensar, comparar..., cuan lejos están el uno del otro, ¿por qué Sage no puede tener un vínculo normal? ¿Por qué no puede tener esa seguridad infalible de que la persona con la que comparte la mitad de su ser, la ama? Nunca estuvo segura de los sentimientos de Harry, ahora que lo piensa..., fue tan difícil de leer..., ¿y si de verdad esto solo era un error? ¿Algo que sucedió por accidente? No, los vínculos no se dan porque sí, hay razones, motivos, son lazos emocionales después de todo.

Cuarenta minutos pasan cuando están a la mitad del camino, por la carretera de asfalto rodeada en ambos lados por bosques de coníferas. Cuando Sage se acomoda en el asiento, percibe un movimiento inusual al costado de la carretera.

—Detente.

—¿Qué?

—Mira —apunta hacia adelante—. Se está arrastrando..., es..., ¡Dios mío, detente!

Lexter orilla la camioneta, Sage no espera a que se detenga por completo y baja con prisa.

—¡Espera, no te adelantes! ¡Sage!

Sage llega hasta el cuerpo de la persona y se arrodilla frente a él, es un hombre más joven que ella, un montañista por la ropa térmica de camuflaje que lleva puesta, la misma que está rasgada en el pecho, brazos y costados, ahí las manchas de sangre comienzan a extenderse cuando lo pone boca arriba.

—A-ayu... —Balbucea, pero se ahoga con la sangre en su boca.

A riesgo de empeorar las heridas, Sage lo levanta hasta casi sentarlo, la posición ayuda un poco con su ahogamiento.

—¡Lexter pide ayuda! —Grita—. ¡Está herido!

—De acuerdo, si puede hablar, pídele su identificación.

Mientras Lexter se ocupa de solicitar ayuda, Sage baja al herido al suelo.

—Tranquilo, estarás bien —dice, tratando de calmarlo—. ¿Cómo te llamas?

—Angus..., Derrick..., leopardo...

Es un cambiante, hasta ese momento la sangre, el sudor y la tierra no le habían permitido buscar olores distintivos.

—Bien, Angus, yo me llamo Sage, soy del clan Moon Fighters. —Recordando los procedimientos básicos de auxilio que Dashiell le enseñó, Sage revisa la profundidad de las heridas—. ¿Puedes decirme qué pasó?

Angus parpadea de forma muy lenta, tiene los ojos pesados, la mirada, de color marrón claro, perdida en la conmoción.

—Estaba..., a mitad de Ashmore Peak —tose, su voz suena áspera—. Esa cosa..., saltó de repente..., era demasiado rápido...

—¿Cosa? ¿Un animal salvaje?

—No. Era más humano, pero de aspecto salvaje.

Angus se agitó un segundo después y comenzó a arrastrarse otra vez, sin entender su reacción Sage iba a tomarlo de los hombros de nuevo para que se quedara quieto, cuando decidió seguir lo que estaba viendo. Su corazón da un vuelco, definitivamente hay algo entre los árboles, algo que espera, tiembla y se retuerce, algo que tiene a Lexter como su objetivo.

«Los casos más avanzados tienen conducta agresiva, salivación excesiva y movimientos erráticos» recuerda el informe de Dashiell sobre la enfermedad, su piel se eriza «en ese estado son extremadamente contagiosos. Si ves a uno, corre tan lejos como puedas y luego alerta al equipo de contención, no puedes entrar en contacto con secreciones» El miedo electrifica su cuerpo, lo hace temblar con un escalofrío que lo recorre de punta a punta, ¿qué debería hacer? Si grita, puede hacer que el enfermo reaccione y ataque a Lexter, pero no puede esperar que su compañero de Clan se quede quieto hasta que se vaya, debe alertarlo de algún modo pero sin hacer que este se ponga a la defensiva.

Ambos tienen que alejarse del infectado para evitar el contagio, pero no pueden dejar a Angus solo, sus heridas no son muy profundas pero está perdiendo sangre, ya no puede pelear más.

«¿Qué hago? Piensa Sage, piensa..., piensa»

—Estás..., vinculada... —Angus balbucea—. Yo también..., ella es..., mi humana es... —Y luego se desmaya. Necesita ayuda médica desesperadamente, quien sabe como debe estar su pareja vincular.

—Lex...

—La ayuda viene en camino —exclama, demasiado fuerte.

A veces se necesita una fracción de segundo para ser más veloz, pero esto..., iba a otro nivel. El salto que dio el infectado tiró a Lexter a mitad de la carretera, Sage despegó casi sin pensarlo, por su cuerpo corrió una energía caliente que avivó cada músculo de su cuerpo, es una necesidad primaria, poner la vida por los demás...

«Quiero tener una vida a su lado»

No puede permitir que suceda, no puede, ¡no puede dejar que ese hombre enfermo lo lastime! ¡No puede!

Sage se abalanza contra el infectado, el impulso a máxima velocidad y fuerza los hace rodar lejos de Lexter, pero ella queda de espalda con el infectado sobre ella. La visión que tiene es aterradora y horrible, el miedo le estruja el estómago mientras mantiene su mano en la cabeza del hombre para empujar y hacer tiempo. La saliva impregna su mano, esta es una muy mala situación, terrible.

—¡Sage! —Lexter gruñe, se levanta dispuesto a quitarlo de encima.

—¡No, espera! —le advierte, girando un poco la cabeza, su brazo comienza a cansarse.

«Tienes una compañera..., no puedes dejarla así...»

Un dolor punzante se extiende en su mano, entre el índice y el pulgar, la mordida quema por dentro y los colmillos se hunden en la carne, un segundo después Lexter golpea al infectado con una barreta de hierro en la parte trasera de la cabeza, este cae de costado, inconsciente.

El corazón de Sage late tan rápido, siente la sangre espesa, el cuerpo caliente, y cuando ve a Lexter acercarse ella se arrastra lejos.

—Sage...

—No, aléjate. Angus Derrick, es un leopardo, tiene heridas de desgarros en los brazos, pecho y costados, no son muy profundas pero está perdiendo sangre.

Las palabras salen a mil por hora, pero ella las siente lentas, como si tuviese arena en la boca. Baja la mirada a su mano, los hilos de sangre alcanzan su brazo, el terror la invade junto al sudor, probablemente le ha salvado la vida a Lexter, pero... ¿A qué costo? La enfermedad se llevará la suya...

Sage toma una larga bocanada de aire y se pone de pie, acentuando más la distancia entre ella y Lexter, quien tiene esos ojos marrones llenos de lágrimas, está mirando la herida de su mano con rabia y culpa y dolor...

—Activa el código —Sage ordena en voz baja—. Y vuelve a pedir ayuda médica.

Lexter no se mueve, está paralizado.

—¡Lexter! —Ella grita—. ¡Muévete!

El hombre arrastra los pies y regresa a la camioneta para activar el código.

Mientras, Sage camina hacia la orilla contraria y se sienta, ni siquiera se molesta en limpiar la sangre que mancha su mano, los pensamientos giran en su mente a una velocidad violenta y el inicio del llanto quema su garganta y arde en sus ojos, pero intenta tranquilizarse, porque reaccionó como debía, como le enseñaron, y cumplió con su deber.

Porque una loba omega debía proteger a aquellos que están en peligro de muerte, a los que no pueden defenderse, no importa si son alfas, betas, gamas o solitarios, ella solo debía protegerlos.

«Está bien» se dice, como un consuelo «hicimos lo correcto, no tenemos nada que perder» Lexter no alcanzó a entra en contacto con las secreciones del infectado, Sage no le dio el tiempo necesario, su primo tendría lo que tanto quería, eso debería ser suficiente para ella..., nunca le tuvo miedo a la muerte después de todo, pero..., ahora tenía una sensación diferente, una profunda amargura ante el conocimiento de que tal vez este era el fin.

Justo en el momento en que iba a resignarse frente a lo inevitable, la niebla alrededor de su vínculo giró formando un espiral y luego el rugido animal invadió su mente, rabioso y salvaje, como una protesta, como si le dijera ¡pelea!

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Todxs saben cómo va esto, así que espero que disfruten porque creo que faltan historias de Day6 y aquí está una. ♡