Omega [Moon Fighters 5.1]

By JaquelineS97

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Harry es un monstruo... El amor y la felicidad son añoranzas ajenas... Harry tiene el alma hecha pedazos y... More

Antes De Leer
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 18

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By JaquelineS97

¿Qué rayos ha pasado? Se pregunta Harry, mirándose al espejo redondo y pequeño empotrado a la pared de azulejos de un celeste muy claro, ubicado por encima del lavabo blanco. Lleva una toalla atada a la cintura, el cabello húmedo por el agua helada de la ducha, pero aún cuando el frío beso del liquido pudo mitigar el calor que lo había inundado desde que Sage lo echó de su coche y lo dejó a mitad del bosque desconocido, no hizo nada con el torbellino de su mente.

Se siente extraño, como si estuviera a punto de enloquecer, si es que no lo ha hecho ya.

Una vez más, incursiona en su atormentada existencia dentro de su cabeza, halla el grueso cúmulo de nubes que envuelve un jodido vínculo real, vivo e inestable.

—Mierda.

¿Y por qué carajos lo está bloqueando con tanta fuerza?

No ha sido de manera consciente, él ni siquiera tuvo el tiempo suficiente para asimilarlo, o considerar la idea de un bloqueo.

Entonces...

—Eres un desgraciado —se dice a su reflejo, aunque no está hablando con el lado humano, sino con el animal materializado en sus ojos, amarillo pálido como una hoja seca—. Un jodido desgraciado.

La tormenta de emociones vuelve a crujir dentro de él una vez más, el conocimiento es innato, instintivo, sabe que no fue provocada desde el interior. Es de Sage. Él puede sentir todas sus emociones y ahora la loba está llorando, su alma tiembla con dolor y rabia.

Rabia que él ha provocado, aunque no puede entenderla. No entiende lo que pasó más allá de este vínculo inesperado. Harry solo dijo la verdad, ¿por qué entonces ella reaccionó de esa forma? Como si lo que en realidad hubiera dicho fuera te voy a abandonar para siempre.

Mujeres.

Por esta razón nunca quiso tener una relación, su trato con el sexo opuesto fue solo encuentros rápidos de una noche.

Ahora, sin embargo, la idea de un encuentro con alguien diferente a Sage provoca que su bilis suba a su garganta.

Negando, Harry se concentra en el bloqueo que ha construido y no sabe cómo quitar. Recibe una respuesta cruel y poderosa, garras y dientes azotando su mente, es como un rotundo ¡No! Que lo empuja, lo obliga a retroceder.

—Le haces daño, maldito infeliz.

El leopardo de las nieves gruñe sin hacerle caso, y la niebla espesa vuelve a enroscarse alrededor del vínculo. Le muestra los colmillos, un siseo de advertencia.

—Uh, la estás protegiendo, ¿de qué?

El animal lanza una línea de pensamiento que se escurre a través de las imágenes del pasado y luego vuelve, empuja, y Harry regresa a la realidad de este pequeño baño de hotel, al reflejo del espejo, del hombre al borde del colapso.

—De nosotros —entiende, y aunque eso ya no suena como una idea terrible, en el fondo sabe que están haciendo las cosas muy mal.

Sage es una criatura sensible, ella vive en la emoción, impedirle sentir las suyas debe tener alguna clase de efecto nocivo.

—Le hacemos daño.

Harry intenta encarar la niebla pero recibe la misma respuesta, y un rugido furioso.

—¿Por qué?

El leopardo lo ignora, las imágenes llueven, recuerdo tras recuerdo, cada uno atado a fieras y negras emociones, Harry había pensado que había olvidado esas cosas, está muy equivocado. Él vinculo solo ha hecho que todo vuelva con mayor fuerza, ¿por qué? No puede saberlo.

—Hay que enterrarlos.

Su animal se queja, lamentándose con la verdad.

«No estamos listos»

—¿Listos para qué?

El pelaje se mueve bajo su piel, como si tratara de consolarlo y entonces, Harry obtiene una respuesta que duele. Por más que quisiera, no pueden admitir que otra persona vea en su interior, las cosas que ha hecho..., son un tormento y una pesadilla. Sage no tiene acceso a los recuerdos, pero puede sentir las emociones atadas a ellos y eventualmente si llegasen a emparejarse ella lo verá todo.

—Ella no debe ver eso.

Es la conclusión del animal, quien parece desesperado por protegerla de sí mismo.

—En algún momento lo hará, no podemos esconder todo debajo de la alfombra.

«Y el miedo no puede dominarnos»

Porque Sage le ha hecho sentir cosas que no había sentido antes, le hizo despertarse con ganas de vivir. Ella tenía su promesa de tener algo mejor. Ella tenía su esperanza.

—Debe haber una forma.

Necesitaban dar el salto, pero al parecer el coraje los había abandonado a los dos.

Además está el hecho de que ambos quedaron en un punto muerto, y para colmo de males, enojados.

—Maldita sea.

Terminó de vestirse con la misma ropa ya que no tenía nada más, dormir en un hotel no le gustaba mucho pero fue la segunda mejor opción dada las circunstancias. La primera fue su casa, pero el instinto le hizo descartarla, cuando salió Sawyer había estado tan lleno de enfado y amargura que reconoció la advertencia silenciosa. El leopardo de Amur necesitaba un tiempo a solas.

Harry quiere saber lo que le había pasado, pero sabe que es mejor darle su espacio.

Así que por lo que quede de esta noche dormirá en una cama usada por vaya a saber cuantas personas antes que él.

Hizo una mueca, pero no hay otra opción.

Apenas sale del baño tiene una sensación de peligro que le eriza el pelaje, la habitación está en sombras profundas, de mediano tamaño y con solo una cama doble, dos mesas de noche, una lámpara sobre una de ellas y una pantalla en la pared frontal. Pero nada de eso parece haber sido alterado, así que viaja más allá de los insípidos objetos y encuentra una figura sentada en el único sillón pequeño junto a la ventana grande con vista a la calle. Las cortinas están corridas, solo un poco, lo suficiente para que la luz de la luna bañe su presencia.

Harry aprieta los puños, el leopardo muestra los dientes al ver que ha sido invadido. Por supuesto, ella sabe que ha sido descubierta, que se muestre de esta forma indica que así lo quiere. Alguien que haya decidido invadir su lugar de descanso habría preferido mantenerse en la oscuridad y luego atacarlo, pero esta mujer escogió una ubicación visible e ignorarlo deliberadamente.

—¿Cómo entraste aquí? —Demanda.

La mujer permanece en silencio, con sus piernas colgando por el apoya brazos derecho del sillón y la parte superior de su cuerpo girada para descansar la espalda. Su mirada está en la ventana, pero su postura está tensa. El poder zumba por todo su cuerpo y causa un picor incomodo en la piel de Harry.

—Te hice una pregunta —siseó.

—No eres el único que puede moverse como un fantasma.

Y como si su cabello rojo oscuro y sus ojos azules no fueran suficientes para delatar su identidad, el cándido tono de voz termina por sepultar sus dudas.

—Vete.

—No.

—Te obligaré entonces.

Un par de ojos lobunos lo cruzaron a través de la habitación, no habría pensado que Primrose tuviera tanto poder, pero Harry no ha interactuado con ella desde que ambas fueron al bar en el que él estaba esa noche.

—No pienso repetirlo —eleva su voz, con un gruñido contenido y rodea la cama, siempre con la mirada en la visita indeseada.

Primrose es la prima de Sage, pero Harry no está de humor para fingir ser amable, incluso tolerante.

Descruzando esas largas piernas en un movimiento que no pasó desapercibido, Primrose gira el cuerpo y se endereza, le clava esos ojos dorados que brillan con poder.

—No me iré porque tenemos que hablar.

Harry se traga un gruñido.

—Oh, no me digas... ¿Vienes a advertirme sobre Sage?

Primrose parpadea.

—Por supuesto que no, nadie hace tal cosa entre compañeros. Aunque quiera hacer una excepción, maldito saco de pelos, nadie puede evitar que ella quiera estar contigo.

—Bien, ya lo dijiste, ahora vete.

—No he terminado todavía.

Malditos lobos metiches.

—Lo que haya entre Sage y yo no es tu asunto.

—Lo es cuando veo el inminente desastre que se aproxima. Lo he hecho antes, una y otra vez, con cada uno de ellos.

Primrose saca las garras de una mano. Y entonces Harry lee entre líneas, ella ha cazado a todos los que lastimaron el corazón de su prima, y por su mirada, tan depredadora como humana, Harry está en esa lista.

Muchos hombres han pasado en mi vida y se han ido...

La idea de Sage en los brazos de otro hombre le hace hervir la sangre.

—Ah, entonces ¿soy otro más en su lista?

Primrose gruñe, la fiereza de la loba aparece en sus ojos.

—Mi prima no es una promiscua, pero tampoco una puritana. Solo es una mujer que ha vivido lo más alegremente posible y no tienes el derecho de juzgarla.

—¿Qué haces aquí? —Harry suspira—. ¿Qué quieres?

—Ya te lo dije, hablemos.

—¿Por qué?

Primrose hace rodar los ojos.

—Porque ambos han salido huyendo sin siquiera haber intentado encontrar el equilibrio, suele pasar entre los más tercos y rotos.

En esa última palabra, la loba pone su atención en él pero Harry continúa observando la cortina blanca iluminada por la luna. Siendo tan cercanas, debería dar por sentado que él no es ningún extraño para Primrose, pero el hecho de que Sage le haya contado esas cosas delicadas...

«No, ella es confiable. No nos traicionaría»

—Hablar... —murmura, y se deja caer en el borde de la gran cama—. ¿Sobre qué?

Primrose se inclina hacia adelante y reposa los antebrazos en las rodillas.

—¿Cuánto sabes sobre Sage?

Harry copia su postura.

—No mucho; le encanta patinar sobre el hielo, la comida no muy elaborada, con muchas calorías y sabor —sonríe, le es imposible no hacerlo cuando la recuerda—. Los juegos, tejer, cultivar flores...

—Detalles superficiales —Primrose mueve un hombro.

Harry frunce el ceño, entrecierra los ojos hacia ella.

—¿Hay algo que debería saber? ¿Algo que me explique por qué entró en pánico cuando le dije que debo irme de la ciudad en una semana?

Primrose se le queda mirando con incredulidad, el leopardo se fastidia.

—Sabes que en cualquier momento puedes pedirle a mi Alfa un permiso de residencia permanente en el territorio, ¿o no?

Harry se pasa una mano por el cabello.

—No había tomado en cuenta eso.

Entrelazando las manos, recarga la nariz en ellas y apoya los codos en las rodillas.

—Pero soy un solitario, no nos gusta quedarnos en un mismo sitio por demasiado tiempo.

—Hay solitarios que lograron adaptarse al clan después de haberse unido a los nuestros.

Harry duda que alguno de ellos tuviese los mismos demonios en su interior.

—Tengo mis propios problemas.

Primrose se encoge de hombros.

—Sage también —suspira, su voz baja—. Sabes, ella ha crecido creyendo en el cuento de hadas, el príncipe azul y el vivieron felices para siempre. En parte, gracias a su madre quien al parecer quiere verla felizmente emparejada con un buen lobo, pero Sage siempre ha tenido una actitud un poco ingenua.

Los recuerdos llegan a él sin pedirlo, sus sonrisas genuinas, su obstinada tendencia a repetirle que no es un monstruo, su alegría al encontrar plantas y flores, y ese brillo en sus ojos de tormenta al verlo... Como si encontrara algo bueno en él.

Tal vez porque ella ve lo bueno del mundo.

—Sage tuvo muchas parejas antes de ti, estuvo obsesionada con formar un vínculo, tener a alguien solo para ella. Pero esa obsesión hizo que no lograra conectar con ninguno.

Primrose baja la cabeza, relajando el cuerpo.

—Llegó a tener pensamientos negativos sobre sí misma, creer que era defectuosa. Seth fue el último en romper con ella y eso la empujó al borde.

Harry observa a esta mujer, tan fuerte, hacer temblar la voz en las últimas palabras. Su intriga crece, pero sabe que está a punto de saber algo que solo alimentará su ira.

—¿Qué fue lo que hizo? —Pregunta, en un tono demasiado plano, pero tiene un nudo construyéndose en su garganta.

—Se fue. —Primrose traga saliva—. Desapareció por un mes. Un par de pumas del clan White Claws la encontraron desmayada a las afueras de Lake Saint Jerome.

—¿Alguien le hizo daño? —Harry tensa la voz.

A lo que Primrose suspira, triste.

—Solo ella misma. Había dejado de transformarse, al momento en que Dash llegó para atenderla estaba al borde. La salvó, pero estuvo a muy poco de matar a su loba.

Con el corazón latiendo duro y la impotencia golpeando dentro de sus huesos, Harry desvía la mirada. Ahora sabe por qué estaba tan determinada a salvarlo cuando se desvaneció en la carretera, por qué insistía tanto en sacarlo, en hacerlo vivir.

Ambos habían hecho la misma estupidez.

—Después de eso tuvo un cambio importante, ella estaba mejor, vivía un día a la vez.

—¿Y luego?

Ella hace un sonido con la lengua, un chasquido contra el paladar y luego sisea.

—Te encontró a ti y su obsesión regresó con fuerza, camuflada, pero evidente.

Harry traga un nudo de amargura.

—Entonces soy el culpable de su recaída —concluye.

—Sí. Pero ahora Sage es diferente, no quiere volver a sufrir, el miedo de perder a alguien otra vez le hace mucho daño. Y si dejó a su compañero solo en el bosque fue porque se escudó en su orgullo y esa actitud de no-me-importa-una-mierda cuando en realidad le importa todo.

—Ella tiene miedo.

Igual que él.

—Solo a la idea de perderte y quedar sola otra vez. Ella solo quiere alguien que la ame y se quede, pero veo que tú no estás en la misma línea.

Ante el tono acusatorio de su voz, Harry levanta la mirada.

—No te atrevas a negarlo —continúa, indiferente a su furia—. O a decirme que la quieres de verdad porque si así fuera no le habrías dicho que te irías justo después de vincularse.

—¿Qué rayos eres ahora, psicóloga?

—No, solo veo los problemas. Es por eso que estoy dispuesta a hacerlos enfrentar la verdad.

—Nadie te lo pidió.

La mujer vuelve a mover un hombro. El gesto comienza a ser irritante.

—Pero lo necesitan. —Primrose lleva su espalda hacia atrás y cruza las piernas—. El asunto es así: si no estás dispuesto a asumir un compromiso real con Sage, romperás el vínculo lo más pronto posible.

Un gruñido hizo vibrar todo su cuerpo, Primrose solo lo observa dando lentos parpadeos hasta que termina.

—Sé que debes estar luchando contra ti mismo ahora, no es fácil elegir. Has hecho un cambio radical en tu vida y eso debe ser aterrador. También tienes un montón de problemas fuera de eso, y créeme, lo entendería, pero la vida y el bienestar de Sage es lo único que me importa.

—¿Cómo puedes decir eso y pedirme que lo rompa? —Inquiere entre dientes—. Si lo hago ella sufrirá.

Y Harry prefiere morir antes de volver a lastimar a otra omega.

—No más de lo que haría teniendo a una pareja fuera de su alcance, los lobos somos seres sociables y táctiles, si encontramos una pareja necesitamos sus emociones, su contacto, su presencia. Negarnos eso, nos mata por dentro.

Harry recuerda la niebla alrededor del vínculo, siente una enorme necesidad de golpearse, y al animal también.

—No voy a dejarla.

—Pero tampoco piensas quedarte en Paradise City, o hacer una solicitud para integrarte al clan.

Frustrado, Harry se levanta y va hacia el extremo opuesto de la habitación.

—Es demasiado pronto para confirmar eso.

—Pero no niegas que has pensado en la salida fácil.

Ante su silencio, Primrose lo observa, sabe que ha dado en el clavo.

—No sabes entregarte a una mujer.

Tiene razón, Harry no sabe que hacer en una relación, lo que debe hacer, lo que no, como hacer feliz a una mujer, ha pasado demasiado tiempo lejos de todo, solo y aislado del contacto.

¿Cómo podría hacer feliz a una mujer que ha vivido buscando exactamente lo que él evadía?

Ella quería amor, él no sabía si era capaz de demostrar tal cosa.

—No me considero un experto en el asunto.

—Entonces déjala, antes de que sea demasiado tarde.

Con eso último, Harry levanta la cabeza, frunce el ceño y estrecha la mirada.

—¿Tarde para qué?

—Los lobos podemos vincularnos muchas veces, pero si pasamos por el proceso de apego y lo terminamos, reconocemos a nuestra pareja de por vida. Si ella o él mueren, el otro también.

Harry niega, mechones húmedos le caen por la frente.

—Estás loca.

—Solo veo el inminente problema entre la unión de un cambiante solitario lleno de pesadillas con una mujer que busca entregarse pero recibir la misma entrega.

—Vete, por favor.

Primrose levanta las manos y se pone de pie.

—Ve por ella o déjala ir —dice mientras camina hacia la ventana y la abre—. El tiempo se agota. No quisiera ver a Sage muerta en vida, tampoco moler tus huesos por eso.

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