Cuando Sage abre los ojos, hay un cambio sustancial en su cuerpo que le hace contener el aliento, al principio no lo comprende, incluso piensa que sigue durmiendo, pero su loba empuja contra su piel, con ganas de poner el aullido en el cielo.
«Nos hemos vinculado» eso explica por qué se había quedado dormida en el regazo de Harry, en el asiento trasero de su coche. Una parte de ella sucumbió a la vergüenza, pero otra, estaba encantada. No era el sitio más romántico y convencional para hacerlo, pero poco le importó.
Porque realmente tiene lo que ha deseado desde hace muchos años. Aunque, sabe diferente a como los demás lo han explicado. Cierra los ojos otra vez y decide explorar el lazo, suave, frío y resbaladizo, como el hielo, muy propio de un leopardo de las nieves, y sin embargo, cuando encuentra el núcleo donde debería ver su vida envuelta por él todo lo que ve es un espeso cúmulo de niebla gris que rodea el núcleo por completo. Su loba gruñe al encontrarse con eso, es difícil retenerla cuando quiere abalanzarse y morder la niebla para hacerla desaparecer.
«Del otro lado está él»
Pero sigue escondiéndose, no puede entenderlo. Tal vez si atravesara la niebla...
—No vayas por ahí.
La voz ronca de Harry le hace querer acurrucarse alrededor, pero luego descubre que la atrajo solo para alejarla de esa barrera en su mente. Solo entonces Sage frunce el ceño, han compartido algo íntimo y maravilloso y no comprende por qué de pronto se ha distanciado tanto. Harry no ha vuelto a enterrar sus emociones, puede sentirlas, aunque solo haciendo uso de su habilidad natural. Pero aquellas más profundas... Son inaccesibles.
Eso no debería suceder, el vínculo entre dos cambiantes es una conexión emocional, deberían sentirse el uno al otro. Y a pesar de que el lazo entre ellos es tan real como los latidos de sus corazones, hay algo irregular en todo esto.
—Harry, yo...
—La niebla bajará cuando esté listo —apresura, al mismo tiempo la abraza y eso la desconcierta.
¿Cuantos cambios de actitud puede tener de un momento a otro? ¿Es eso algo normal?
—¿Listo para qué?
Harry toma aire y su pecho se infla.
—Para enfrentarlo —suelta.
El interior del coche se llena de incomodidad cuando se quedan en silencio. Así no es como se supone que debería ser luego de haber formado un vínculo, pero luego recuerda que Harry no es un lobo del clan, es un hombre con cicatrices por dentro y por fuera.
Sage jamás debe olvidar eso. Todavía no conoce todo de él.
—¿Te arrepientes? —Cuestiona, sus labios tiemblan con solo pronunciar esas palabras.
Ella nunca hizo este tipo de conexión con un hombre, si Harry la rechaza a ese nivel jamás se recuperará de eso.
—No. —Sage relaja su cuerpo al sentir la seguridad en una única palabra—. Pero no esperaba que sucediera tan rápido. —La vibración en su pecho cuando habla es una caricia—. Ha modificado mis planes.
Confundida con eso último, Sage levanta la cabeza y se encuentra con un brillo diferente en los ojos verdes de Harry, apenas entre abiertos y con sueño, pero todavía guardan esa ferocidad natural en él, la mirada fuerte de un hombre al que el mundo le importa muy poco.
—¿Cuales planes?
Harry peina el cabello de Sage con los dedos de una mano, esos movimientos podrían llevarla a otro sueño profundo pero ella adivina la jugada y no pierde la concentración.
—Dime —insiste.
Harry continúa observando su rostro, hasta que se detiene en los labios de Sage. Parece debatirse su siguiente acción, surcos se delimitan en su frente cuando frunce el ceño un poco, un segundo después se despeja con un suspiro largo.
—Me iré de la ciudad en una semana.
Su loba chasquea los dientes cuando esas palabras raspan su pelaje. El corazón de Sage da un vuelco doloroso en su pecho.
—¿A dónde? ¿Por qué?
—El contrato entre mi empresa y tu Alfa tiene solo un año de duración, el plazo vence en siete días, después de eso tengo que regresar a Phoenix.
Ella no tarda en atar los hilos sueltos. La sangre se calienta en sus venas y ella resiste el impulso violento de marcarlo. Harry es suyo, su leopardo también, no pueden irse ahora, no cuando por fin está a un paso de tenerlo por el resto de su vida.
Que él quiera alejarse es un golpe de agua helada en su cuerpo.
—Entonces ibas a dejarme —responde con nervios, intenta controlar su respiración, su pulso.
Sage espera un no rotundo que le haga recuperar la seguridad que ahora está resquebrajándose en su interior, pero la única respuesta que obtiene es un silencio más pesado que el anterior. Sabiendo que él no hablará, suspira y evita la mirada de Harry, se incorpora y baja para deslizarse en el asiento, poniendo distancia entre los dos.
Su corazón late con fuerza, sus labios tiemblan mientras trata de retener las lágrimas que nublan su vista, aprieta los dientes, los puños. No va a llorar por esto, no ahora. Pero vuelve a sentirse débil, necesitada y ansiosa por la atención de un hombre, había jurado no volver a caer en eso cuando sufrió el último incidente.
Pero este hombre junto a ella... Es su compañero, aquel que debería estar con ella de manera definitiva.
—Omega... —Harry suspira su nombre y extiende una mano, ella permite el contacto pero se mantiene firme.
«No puedo llorar por esto» se vería desesperada, histérica y dramática por algo que era lógico, Harry no pertenece al clan, tampoco a la ciudad, él solo es un hombre solitario de negocios que se quedó en Paradise City por eso: negocios, nada más.
Sage solo era un imprevisto en su vida.
Que ahora lo había atrapado en un vínculo.
Ahora definitivamente se sentía como una mujer desesperada, ¿había sido ella la que forzó el vínculo? Sonaba tan estúpido...
—Omega no puedes enojarte conmigo por esto.
—No estoy enojada.
«Solo tengo miedo» las emociones la habían atrapado y ahora apenas puede hablar con suficiente firmeza para evitar quebrar su voz, ¿qué sucedería con ella si Harry decide romper el vínculo?
—Mírame.
Su voz era una exigencia que viajó hasta su núcleo primario, ella lo encontró, por un momento efímero.
—No tengo idea de como manejar esto, tampoco tu reacción. —Harry gruñe por lo bajo y aprieta su muslo—. Parece que vas a echarte a llorar en cualquier momento —Chasquea la lengua—. Y solo porque te he dicho que debo cumplir con una formalidad legal.
—No trates de hacerme sentir culpable Harry.
Él aleja su mano, un escalofrío sacude el cuerpo de Sage. Gruñendo bajo, Harry aparta la mirada y gira para ver algo en su ventana. Pero no hay mucho paisaje para ver, afuera solo hay árboles ensombrecidos por la noche.
—Esto no es lo que quiero Sage; sentirme miserable por el drama de una mujer.
El dolor que sus palabras producen se aloja dentro de ella, se cocina demasiado rápido, transformándose en una rabia amarga que enciende la luz de su orgullo.
—Oh, discúlpame por vivir mis emociones —Sage gruñe—. Ni siquiera es por ti, maldito gato, ¿sabes por qué es?
Harry voltea hacia ella.
Su loba empuja, la rabia arde en su corazón.
—Muchos hombres han pasado en mi vida y se han ido, con ninguno he hecho alguna conexión emocional, mucho menos un vinculo como este. —Comenzó a arreglarse la ropa y continuó—. Pero si no quieres eso que llamas drama en tu vida, bien por ti, no pienso llorar ni una sola lágrima tampoco voy a arrastrarme, y para evitarte la molestia de romperlo con otra mujer voy a arrojarme a los brazos del primer lobo que encuentre para terminar con el problema por mi cuenta. —Sacude la cabeza, al mismo tiempo todo su interior se quiebra—. Esto no debió suceder.
El gruñido de Harry crece con la velocidad con la que aprieta su brazo, Sage tiene la puerta a medio abrir, el corazón acelerado.
—Suéltame —exige furiosa.
—Tú no harás tal cosa, omega.
Sage desnuda los colmillos, puede que sea sumisa, pero habiendo crecido en el clan Moon Fighters, provocarla es un error que costaría sangre y fuera o no su compañero, Sage hará todo lo necesario para salir de su agarre si él intenta retenerla.
—Suéltame —repite con un gruñido, la loba se levanta en su voz.
Harry abre su mano. Sage sale del coche, cierra detrás, da un rodeo y patea la tierra, luego baja la bicicleta del soporte y la tira en el suelo del bosque, tomando una larga bocanada de aire camina alrededor del coche y abre la puerta de Harry.
—Afuera.
Harry rueda los ojos.
—Estás malinterpretando las cosas.
—No, tú no eres claro con lo que quieres.
—¿De qué demonios estás hablando? —Demanda.
Sage hace un gesto con la cabeza, y él termina por salir.
—Las opciones son fáciles, tienes libertad para hacer lo que quieras, ve a recorrer el mundo pero no me tengas en un limbo, estoy cansada de eso. Si quieres quedarte conmigo hazlo, sino dejame ir.
Con el cuerpo tenso y los ojos llameando, Harry gruñe y cierra la puerta con fuerza.
—¿Sabes por qué dudé?
Sage se cruza de brazos, evade sus ojos.
—Porque lo primero que pensé fue en llevarte conmigo cuando el contrato expire, pero en el fondo no podía hacerte dejar al clan en el que naciste.
Algo se ablanda dentro de ella, pero tan rápido como lo hace, se transforma en hielo cuando Harry dice:
—No quiero pensar que eres controladora.
Las palabras de Harry se clavan en la consciencia de Sage, y duelen.
—No quiero controlarte —responde, tiembla de rabia—. Solo quiero que por una vez alguien me ame por completo y se quede conmigo.
Ante su silencio, Sage se aleja.
—Pero entiendo si esto te asusta. Deberíamos tomarnos unos días.
—Omega... —Harry gruñe y levanta la mirada al cielo nocturno con las manos en la cintura, suspira exasperado—. Espera, ¿vas a dejarme en medio del bosque?
—La bicicleta tiene GPS —responde, con encogimiento de hombros—. Estamos a quince minutos de la carretera, solo sigue el sendero.
Y con eso, Sage sube al coche y pone marcha atrás hasta encontrar el espacio suficiente para girar y tomar el camino de tierra otra vez. Por el espejo retrovisor ve a Harry mientras se aleja. Su pecho se aprieta, sus ojos arden y ella maldice a su mala suerte.
—¡Todos son unos malditos estúpidos! —Grita—. ¡Cobardes!
Aprieta el volante y se permite sentir el amargo enojo que la inunda, desde adentro hacia afuera, apenas puede ver el camino, así que a pesar de que quiere regresar a casa lo más pronto posible mantiene una velocidad inferior al límite.
«Casa» no, ese no es un buen lugar en este momento. Llegar en este estado solo le haría creer a su madre que tiene la razón respecto a Harry. Eloise ha estado actuando extraño desde que se enteró de la relación y Sage estaba segura que en cualquier momento lo encontraría.
Amaba a su madre, pero la protección excesiva no era sana.
La segunda opción en la lista era la casa de Primrose.
Con eso en mente Sage toma un camino secundario que se interna más en el bosque y se aleja de la carretera principal, en una hora llega al área de estacionamiento a trescientos metros de la cabaña. Se toma unos minutos para tranquilizarse y luego baja del coche.
Cuando ubica la casa de Primrose entre los robles, Sage busca un par de piedras pequeñas y rodea el sitio hasta encontrar la ventana de la habitación principal. Las escaleras de emergencia están cubiertas por enredaderas. Sage arroja las piedras, pero a la quinta sigue sin tener respuesta.
Sage se muerde el labio, su prima debe estar durmiendo en otro sitio.
«Tendré que tomar la primera opción»
Y empezar a acelerar los trámites para tener una casa propia.
—¿Buscas a alguien?
Con un sobresalto, y un grito que se expande en el silencio del bosque, Sage gira y encuentra a Primrose detrás de ella.
—¡Deja de hacer eso! —Chilla, lo que solo provoca la risa de su prima.
—¿Por qué? Es tan divertido.
Sage le mira ceñuda, Primrose pasa un brazo alrededor de sus hombros y le besa en la frente.
—¿De dónde vienes?
—Salí a dar una vuelta. ¿Tú?
Sage echa un largo suspiro, se hace más pequeña en el abrazo de Prim.
—Larga historia.
—Uh... Mi querida prima aparece vinculada ¿y no va a decirme nada de eso? Qué decepción.
Primrose se lleva una mano al corazón, forma un puño y luego hace una mueca, casi le hace reír su actuación.
—¿Cómo sabes?
Cuando encontró la mirada de Primrose, ella levantó una ceja y se dio un ligero golpe de dedo en la nariz.
—Oh... Cierto.
Sage tenía el olor de Harry en ella, una de las marcas más evidentes para cualquier cambiante con el que se encuentre a partir de ahora. Estaba fuera del mercado para cualquiera.
—Ha sido... —Murmuró haciendo una mueca al torcer los labios—. No ha sido lo que yo esperaba.
—Espera, vamos a tomar algo fresco y me cuentas.
Ya en el balcón trasero de la casa de Primrose, Sage observa la quietud del bosque mientras su prima llena un largo vaso con jugo de limón, hielo y unas hojas de té.
—Así que tu gatito se irá en unos días y tú solo hiciste una rabieta.
Sage rueda los ojos y recibe el vaso.
—Eso no fue lo que hice.
—Claro que sí. —Cuando Sage le mira, Primrose ladea el rostro—. Entraste en pánico, igual que él.
—¿Y qué esperabas? Estamos vinculados y él quiere salir huyendo, como todos los demás. No quiere dramas en su vida y yo soy uno enorme.
—Sage..., tienes un largo historial de citas, sabes perfectamente como es el comportamiento de los hombres como Harry, sienten que perderán su hombría cuando alguien les pone una correa en el cuello.
—¿Qué hago entonces? —Cuestiona—. ¿Dejo que se vaya? Ni siquiera sé si me quiere. —Revuelve si bebida con la pajilla de metal—. El vínculo ha aparecido de la nada.
—Tal vez si dejaras de actuar por miedo...
Temblando, Sage lleva su cuerpo hacia adelante y evita la mirada de Primrose.
—Tengo mis razones Prim.
—Lo sé —Primrose da un largo sorbo a su bebida—. Pero toda tu vida has buscado la atención de los hombres, casi mueres por eso —baja un poco la voz—. Deberías dejar que las cosas sucedan cuando deban suceder, y poner atención a tu propio bienestar.
Un nudo se forma en la garganta de Sage.
—Pero Harry...
—Es tu compañero, pero no tu propiedad. Deben ponerse de acuerdo, estar en la misma sintonía, pero para eso tienen que ser sinceros con lo que quieren.
Solo entonces, Sage levanta la mirada y conecta con los ojos azules de su prima, el brillo de sabiduría resalta el color. Tiene una mirada amable, no es arrogante cuando sabe que tiene la razón.
—¿Qué hago si lo que él quiere no es lo mismo que lo que quiero yo?
Primrose aprieta los labios en una línea firme, y se recuesta en la silla de mimbre.
—Tendrás que cortarlo, antes del apego.
Su loba araña las paredes de su cuerpo, se niega a hacer tal cosa.
—No tengo tanto tiempo.
Sage sabe que el apego puede consolidarse en menos de una semana.
—Es por eso que tienen que hablar lo antes posible, a largo plazo será más doloroso si no son compatibles.
El tiempo corre, piensa, pero su loba se rehúsa a dejarlo ir.
—Oye, ¿sabes que tu madre habló con él?
Sage gira de inmediato hacia su prima.
—¿Qué?
—Lo que dije, papá habló conmigo antes de cenar, está preocupado porque su hermana se vuelva loca con su nuero, dijo que iba a intentar hacerla entrar en razón sobre la edad de su sobrina.
Horrorizada por la actitud de su madre, Sage se cubre la cara.
—Esto no puede estar pasando —se queja.
Primrose suspira.
—Tengo el presentimiento de que se pondrá peor.