Omega [Moon Fighters 5.1]

By JaquelineS97

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Harry es un monstruo... El amor y la felicidad son añoranzas ajenas... Harry tiene el alma hecha pedazos y... More

Antes De Leer
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.2
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 17.1

115 21 1
By JaquelineS97


Advertencia:

Este capítulo tiene una escena +18

Léase con moderación.

Gracias y espero que lo disfruten.













El aire se siente pesado dentro del vehículo de Sage, las ramas de los árboles alrededor proyectan sombras que se mezclan con los pocos rayos de luz de luna que se filtran entre el dosel. Harry ni siquiera sabe donde los ha traído, o por qué de pronto se siente tan inquieto, con temor en la sangre y el corazón latiendo duro.

La cita había sido perfecta. Nada fuera de lugar. Pero luego ella tuvo que tomarlo de la mano y detenerlo cuando había pensado que lo mejor era tomar la bicicleta alquilada y regresarla al puesto y volver a pie. Sage había sido insistente incluso cuando no puso palabras de por medio, sino una mirada, una sola invitación silenciosa, y Harry la siguió.

Ahora, sin embargo, no se encuentra muy seguro de lo que está pasando y eso le molesta.

—Omega, ¿qué estamos haciendo?

De reojo nota como su pecho sube y baja, un llamado salvaje que humedece su boca.

—Atrás —demanda con voz suave, y luego hace un gesto con la cabeza.

Profundamente intrigado, Harry obedece, y desliza su cuerpo torpemente entre los asientos para acomodarse en la parte trasera. Sage no tarda en acompañarlo, ya sin la chaqueta negra y con un brillo distinto en los ojos, una mirada febril. Harry se queda sin aliento cuando ella se sienta a horcajadas encima de él y le rodea el cuello con los brazos.

—Omega —la observa, desconcertado con su belleza y la suave provocación de sus labios tan cerca—. ¿Qué...?

Pero ella no le permite terminar la pregunta. Su boca es tibia al buscar la suya y pronto el asedio aumenta con fuerza, los labios de Harry se sensibilizan y las puntas de sus colmillos salen para morder y arrastrar...

—Oh, Harry...

Sage se abre más para él, Harry aprieta su trasero llevándola hacia él, su aliento se agita. Y la conciencia de él también.

—Omega —dice al romper el beso—. Sé a donde nos puede llevar a esto y debo decirte que no es necesario si no quieres.

Sage ladea un poco la cabeza, parte de su lacio cabello le cae por un costado. Es una criatura hermosa, que no debería estar a punto de encender a un hombre en la parte trasera de un carro. Pero una vez más, no deja de sorprenderlo la manera en que lo mira, en que sostiene su rostro con las manos y luego las hunde en su cabello. Se muerde el labio inferior y sus ojos cambian al dorado.

—Claro que quiero. Aquí, ahora, quiero tocarte.

Harry respira profundo con esa declaración, algo se calienta en su interior cuando Sage se mueve en su regazo, adelante y hacia atrás, la fricción lo despierta.

—¿Segura?

—Sí.

—No te gustará lo que verás.

La falsa seriedad en el rostro de Sage le da un pinchazo.

—Deja que sea yo quien juzgue eso.

Y con eso lleva su cuerpo un poco hacia atrás para darle espacio, Harry se incorpora para quitarse la chaqueta negra, la arroja al piso del coche. De forma inesperada, Sage lo empuja por los hombros hacia atrás y luego aleja sus manos que habían comenzado a desabrochar los botones de la camisa blanca.

Fueron sus manos las que ocuparon el lugar. La respiración de Harry se volvió irregular y ni siquiera tenía demasiada piel expuesta. Pero pronto, ya tenía cuatro botones de cinco y su corazón bombeaba duro. Una orden en su cabeza le decía que debía parar esto, bloquear la luz o gruñirle para alejarla, pero aun con la imperiosa necesidad de evitar que ella lo viera de esta forma, él no podía moverse.

Porque ese interés en su mirada, esa fascinación en sus ojos de tormenta, era algo que jamás había visto en una mujer. Y él había estado con muchas, había tenido sexo demasiadas veces como para recordar nombres, pero las mujeres lo miraban con deseo.

Sage... Era algo distinto.

El último botón es desabrochado y ella detiene sus movimientos, lo mira a los ojos como pidiendo permiso, él puede sentir los nervios de su loba, los instintos de ella son tan fuertes como la hoguera en su interior. Y eso es bueno, porque ella se encuentra en un lugar muy peligroso, con un depredador mucho más grande, un monstruo cuyo control y voluntad se agrietan mientras se llena más y más de ella.

Tomando los bordes, Sage abre la camisa exponiendo su pecho y vientre. Una mujer humana ni siquiera podría notarlo en este espacio en penumbras, pero los refinados sentidos de la loba verían cada una de ellas. Harry se prepara para ver su hermoso rostro desfigurarse por el horror.

Pero algo diferente hace que el dorado en los ojos de Sage se vuelva más feroz, ella observa las cicatrices que marcan su cuerpo, traza las líneas, los bordes irregulares, primero con la mirada y luego con sus dedos. Lento, sin miedo, recorre las marcas, una por una, y después de haber hallado hasta la última y más pequeña, extiende sus manos en el pecho. Harry se tensa por completo, el calor, su toque, es como una nueva marca en su cuerpo.

—Tantas cicatrices —susurra, y luego le da un beso suave.

—Te dije que no te gustaría —responde, cierra los ojos.

—Al contrario, con o sin cicatrices, sigues pareciéndome guapo.

Harry frunce el ceño. Él no es guapo, él es una bestia criada y entrenada con el cuerpo marcado por heridas de su pasado, no es algo de admirar. Luchar contra la voluntad de una loba omega... Bien, eso es otra cosa.

—Bien, ya tuviste lo que querías —dice, acomodándose la camisa.

—No. Quiero más.

—¿Más?

Sage vuelve a abrir la camisa pero esta vez la extiende hasta el máximo, luego con una determinación que lo conmueve, baja hasta el cuello y comienza un reguero de besos húmedos que lo tienen jadeando en cuestión de segundos. La boca de Sage dibuja su cuerpo como si fuera un pincel, arrastrándose por su piel, abrazando cada marca que pudo alcanzar. Al encontrarlo tras el viaje de regreso a los labios de Harry, se ve satisfecha, pero el hambre de sus ojos sigue ahí, más grande, más fuerte, lo que la vuelve desinhibida. Y eso mueve cosas dentro de él, que no sabía que estaban ahí.

Al enderezar su cuerpo de nuevo, Sage sonríe y se saca la chaqueta, luego la blusa, arrancándole un suspiro. Tanta piel, cálida, suave y delicada, tan fácil de desgarrar... El monstruo está tentado y curioso.

—¿Qué haces? —murmura, las palabras apenas salen de su boca.

—¿No es obvio? —Sage levanta una ceja—. Es tu turno.

Sage lleva las manos a su espalda, y desabrocha los ganchillos del sostén, el material es liso, sin encaje, pero de un color rosa que se ve adorable en ella. La prenda cae después de que quita las tiras y se desliza hasta que se detiene a medio camino de los brazos. Hipnotizado por los montes apenas descubiertos, Harry encuentra la voluntad para tirar de una copa y ayudar a liberarla.

Su dulce olor enloquece sus terminaciones nerviosas. Sage se mantiene quieta con las manos en sus muslos, esperando, como una presa.

Una presa inesperadamente obediente.

Harry es un hombre que duda hasta de su propia sombra, por eso Sage se queda pacientemente en su lugar, aunque el calor la invade y la necesidad es un grito apretado en su interior. Quiere tocar cada parte de él, cada tramo de piel, pero por encima de todo, quiere que sepa lo que significa para ella, como lo ve, como lo siente, como lo necesita. Sage quiere que sienta una de las emociones más fuertes, pasión.

Pero primero tiene que descongelarlo, por eso está así, con la mitad superior del cuerpo desnudo y un cambiante paralizado, sus ojos verdes brillan en la oscuridad, están clavados en sus pechos. Oh, eso se siente bien, pero sería mucho mejor si se atreviera a ir más allá de solo mirar.

La aparente timidez de este hombre la asombra.

—Adelante —lo alienta.

Harry parpadea y luego sus ojos viajan a través de su cuerpo, de lado a lado, de arriba a abajo y de regreso. Sage se inclina hacia adelante y se sostiene colocando las manos en los hombros de Harry. Él vuelve a hacer ese sonido que arde en ella, ese suspiro bajo, encantador.

—Omega, estás pidiendo algo que no puedes controlar.

—Había que intentar —responde, y luego mueve sus caderas en círculos.

Harry aprieta la mandíbula, todo su cuerpo se tensa, su mirada se vuelve depredadora.

Bien, tiene la atención del cazador, eso es un avance. Pero luego el cazador saca una garra y gruñe. Con la punta afilada presiona la barbilla de Sage, su pulso se acelera por la crudeza del acto y la forma en que la observa, como si luchara contra su propia voluntad. Un latido después, Harry acomoda la garra inclinándola de forma que solo el lado curvo toca su piel y así comienza un viaje.

Por su garganta, sus clavículas, su esternón, donde se detiene unos instantes y luego traza la curva inferior del pecho izquierdo y sube alrededor del contorno. Una garra, un pedazo de colágeno y calcio endurecido usado para desgarrar no se siente tan bien como un dedo, pero diablos... Sage casi no puede respirar y ni siquiera está siendo tocada de verdad.

Harry sube por la masa de carne y se detiene en la pequeña areola, ahí con sus ojos en los de ella, da un giro y la punta toca el pezón. La descarga eléctrica atraviesa su cuerpo hasta el núcleo y cuando cierra los ojos, la mano áspera de Harry toma una ávida posesión del pecho, lo aprieta, lo mueve en círculos, lo provoca, y la sensación hace que Sage se entregue por completo.

Pero vuelve a entrar en alerta cuando él se mueve hacia adelante, pone la mano libre en la espalda baja de Sage y acerca sus cuerpos. Cuando ella abre los ojos, se encuentra con un amarillo muy pálido, grandes pupilas dilatadas, él la está viendo. Él está luchando.

No es que fuera tímido, estaba peleando por el control.

—Aquí, ahora —dice entre dientes.

Sage se esfuerza para conseguir algo de aliento y decir:

—Sí, sí.

Despacio, Harry la gira hasta acostarla en el asiento y luego se endereza y termina por quitarse la camisa, Sage hace lo mismo con sus zapatos y el pantalón. Él se queda con la mitad superior desnuda y el cinturón a medio desabrochar. Apenas cabe erguido sin golpearse la cabeza con el techo, pero se ve... Como una criatura salvaje que va a devorarla y ella solo puede decir «Sí por favor» Pero esto no es solo sexo, y ambos lo saben bien.

Aunque ninguno tiene palabras para expresarlo.

Harry se acomoda encima de Sage y toma de su boca lo que quiere, ella abre sin resistencia y recibe una entrega inmediata, hunde las manos en ese cabello suave y tira para tener más de él. Jadeando, Harry termina el beso y va al cuello. Sage cierra los ojos al sentirlo ahí, su aliento le hace cosquillas pero todavía no ha puestos sus labios.

Sage hace la conexión y recuerda algo que había dejado pasar. Una loba omega difícilmente le permitirá a un macho alcanzar su cuello, salvo en contadas excepciones. Por supuesto, Harry sabe esto, sus vulnerabilidades, pero aquí y ahora, la jerarquía no existe y él no es cualquier macho, es su compañero.

Así que arquea su espalda y presiona sus pechos contra el músculo rígido del pecho masculino, con las manos acaricia la tensa espalda de Harry y repite la maniobra hasta que él comprende el mensaje. Sin jerarquía, sin dominios ni juegos de poder, solo ellos dos.

Los besos de Harry funden el poco autocontrol, el calor se convierte en un incendio, los vidrios se empañan, los jadeos aumentan tanto como los latidos de su corazón, Harry baja hasta llegar al valle entre sus pechos y hace un movimiento muy felino que de no ser por las oleadas de placer; se habría reído al ver al felino marcar su carne con la mejilla, pero la aspereza de una barba crecida le hace agarrarse de los bordes del asiento.

Y su boca... La deshace en gemidos acalorados y un vaivén de su cuerpo que trata de ir hacia él y salir huyendo. Literalmente la devora, como lo que es, un depredador hambriento, y cuando siente que no puede más, que un solo movimiento certero podría empujarla, Harry se aleja.

La observa desde el extremo opuesto del asiento, jadeando. Sus ojos brillan, nuevamente verdes. Frustrada, Sage se incorpora y lo mira con un ceño fruncido.

—Eres más de lo que podría tomar.

—Entonces ven y termina el trabajo.

Gruñendo, Harry vuelve encima de ella pero solo observa, atento. Sage necesita que vuelva a tocarla, en cualquier parte, de cualquier forma, lo necesita.

—Harry.

—No quería que lo hagas de esa forma.

Mordiéndose el labio al leer entre líneas, Sage debate:

—No eres dueño de mis orgasmos, se supone que debes ayudarme a conseguirlos.

Consigue un mordisco en el labio, un golpe sensorial a su núcleo.

—Se supone que una omega obedece alguna vez.

—Ni en un millón de años.

Inhalando profundo, Harry entierra la nariz en la curva de su cuello, Sage besa la piel a su alcance, se retuerce cuando una mano se desliza entre la humedad de sus pliegues y la sostiene.

—Hay un problema aquí —dice él, su voz profunda y grave.

—Sí, y tú todavía tienes ropa.

Harry chasquea los dientes contra su oreja y desliza la mano, lento, arriba y abajo, desarma sus defensas y encuentra el punto más sensible con un siseo áspero. Su cuerpo está caliente, tenso y alterado, las cicatrices resaltan junto a las venas en su piel perlada por gotas de sudor. Todo dentro de él palpita.

Sage ya no puede hablar, oleada tras oleada, chispas en su interior que se arremolinan alrededor del fuego. Apenas puede concebir un pensamiento coherente cuando lo siente deslizarse en su interior palpitante, la necesidad de su deseo incrementa las sensaciones, él se mueve con una cruda gentileza que se astilla al momento cuando pierde el control en el beso que asedia su boca y toma todo.

Harry ya no es dueño de sí mismo, tampoco Sage, ambos cabalgan en un tormentoso mar de sensaciones, sus corazones al unísono, corrieron al borde y se entregaron al abismo en un grito y un rugido animal.

Y cuando cayeron, sus cuerpos lánguidos, sus mentes abstraídas de la realidad incluso cuando se recuperaron y vistieron, algo había cambiado entre ellos, no solo en lo físico.

Ella lo supo de inmediato, y se quedó sin palabras.

Él solo la abrazó y acomodó en su regazo, satisfecho como nunca antes en su vida. Pero en el interior, el leopardo de las nieves se abalanzó hacia esa tenue luz que brilló en medio de la oscuridad antes de que pudiera entender qué cosa era. Y cuando supo lo que podría significar, Sage lo distrajo con un beso.

—Eso fue bueno.

—¿Solo bueno?

—No alimentaré tu ego.

Harry la abrazó con fuerza, besó su cabello e intentó ir hacia la luz tenue en su cabeza, se sentía raro, algo extraño corría por su cuerpo, su corazón tenía algo alrededor.

Pero no pudo hacer mucho.

—Harry, tengo sueño. Esto es raro.

—Huh —Él bostezó—. Tal vez deberíamos...

Y entonces sus párpados cayeron, y la oscuridad lo rodeó.








──────⊱◈◈◈⊰──────






Un padrenuestro y sigamos adelante :3

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