Omega [Moon Fighters 5.1]

By JaquelineS97

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Harry es un monstruo... El amor y la felicidad son añoranzas ajenas... Harry tiene el alma hecha pedazos y... More

Antes De Leer
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 13

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By JaquelineS97



El famoso tirón.

Esa sensación que creía solo un invento para hacer más tolerable una vida llena de luchas y desafíos por sobrevivir, ese sentimiento que aprieta su pecho y acelera su corazón, un impulso que quema todo su cuerpo.

El tirón... Le empuja hacia Sage.

La loba está paralizada por su confesión, Harry ya no puede controlarse, no con ella demasiado cerca, su frágil cuello, el pulso de la vida palpitando, llamando al monstruo que empuja más fuerte con el reconocimiento. Harry puede desgarrar su garganta en un corte limpio, pero cuando sus ojos de tormenta lo buscan, con un conocimiento tácito de lo que sus palabras implican, su cordura regresa.

Harry fue criado y entrenado para ser el cazador asesino de un vil engendro, hambriento de crueldad, poder y dinero. Pero ahora, veinte años viviendo en libertad... Su bestia se calma bajo las manos de una loba Omega.

—Dime.

La invitación suena como un murmullo que duerme la tormenta violenta en su cuerpo, esta necesidad que quiere dominarlo, para ir hacia ella sin remedio ni permiso y marcarla hasta que nadie pudiera dudar que ella era suya. Harry nunca había conocido la posesividad, hasta ahora.

El monstruo mostró los colmillos.

Y comprendió que Sage era todo menos un objeto de su propiedad, no la merecía, tampoco tener estas sensaciones dentro de su pecho, ninguna de las drogas que probó en su vida le había echo efecto alguno, pero esta pequeña mujer cambiante lo estaba embriagando con su calma.

¿Cómo podía mancharla, empañar sus hermosos ojos con las imágenes del inmundo y sangriento pasado?

Ella es un ser de luz, abrazando al monstruo de la oscuridad. Y entre sus brazos, Harry cae, su corazón irremediablemente roto y torcido, late duro en su interior. La protección que nunca le dieron, regresa a él en este momento.

Una loba le cuida.

—Omega, no me entiendes.

Sage lo rodea, su rostro enterrado en su pecho, sus brazos lo cubren por completo, sus manos acarician su espalda en un vaivén lánguido que despiertan cosas que deberían continuar durmiendo por siempre.

—Lo hago. Estás tan solo, Harry.

Su voz parece tener el peso de un yunque aplastando su pequeño cuerpo, como si algo quisiera salir de ella. Él baja la mirada, la ternura lo azota como un látigo, Sage tiene una pequeña corona de cabello trenzado que rodea su cabeza, como una pequeña reina que hace su vida menos oscura de lo que ha sido en un largo tiempo.

Hasta encontrarla, Harry se estaba hundiendo en la culpa, ahora..., ella le estaba extendiendo una mano para salir del pozo negro.

¿Era capaz de aceptarla?

—Dime, Harry —su voz se escucha frágil—. El peso de emociones dentro de ti..., es tan grande... —Sage levanta la mirada, ojos de lobo tan feroces lo buscan—. No entiendo como has podido soportarlo.

Los lobos son empáticos, sienten las emociones de los demás y reaccionan a eso. Una loba sumisa... Multiplica eso por cien. Sage está sintiendo la asfixiante culpa que arde sobre su corazón, la enorme rabia, lava liquida fluyendo en sus venas, remordimientos viejos como huesos blanqueados por el sol caliente del desierto. Ella está llegando al núcleo, un punto oscuro dentro de él, aplastado desde niño por la crudeza brutal de la vida que le tocó. Un punto donde su fragilidad insegura late y grita que en realidad solo fue un inocente moldeado por un maldito bastardo infeliz.

—No quiero que sientas lastima por el hombre que has escogido.

Harry se atreve a caer en esos ojos grises, a estar cerca de otra loba sumisa que intenta ayudarlo. Nuevos recuerdos, el escozor duele, la última que intentó hacer eso terminó con su creencia de que era alguien bueno y con capacidad de remediar su vida.

Algunas veces podía sentir el sabor de su sangre llenar su boca, los colmillos hundiéndose en la carne caliente...

—Sácalo, no puedes seguir viviendo con eso dentro de ti. —Sage se aparta, pero deja sus manos sobre los hombros de Harry—. Y no siento lástima, solo la necesidad de matar para protegerte. —Ojos dorados vuelven a él—. Alguien te hizo daño, y mi loba quiere su cuello.

A pesar del borde animal, las palabras le cantan dulcemente a esa parte de él que cree no estar dañado lo suficiente como para arrancarse la vida, que tiene un remedio. Con el pecho temblando y la respiración superficial, Harry baja hasta rozar sus labios pequeños y rosados.

Las barreras se desploman.

Girando, ella lo empuja contra el refrigerador, las manos de Harry en su cintura, las de ella apretando sus hombros, el beso los recorre con la voracidad necesitada, la de una loba que busca proteger a este hombre frágil que intenta ser fuerte, la de un cambiante que trata de aceptar el brillo de esperanza latiendo al ritmo de su corazón, Harry no pensó ser merecedor de esto. Una feroz protección abrazaba al monstruo asesino desde la infancia.

Viendo que Sage casi estaba en puntas de pie, Harry se aparta un segundo, respira, dulzura que envuelve el aire, un latido sordo dentro de su alma que parece sincronizarse con el pulso que late entre ellos. Une sus frentes un breve segundo, al siguiente la lleva hacia atrás y la levanta en el aire una fracción, la deja sobre la isla de granito, Sage lo envuelve con las piernas, una mano en su nuca, la otra se hunde en su cabellera. Y vuelve a ser atacado.

Duele. Quema. Su pecho se aprieta con la sensación de sus labios, tras años de encontrarse con mujeres para calmar la irritación animal, por fin comprende la necesidad de comunicación emocional, que solo puede ser lograda a través de esto. Una feroz entrega, una aplastante unión que los marca, toque a toque.

Esto no es algo de lo que vaya a prescindir, tampoco olvidar. Esta nueva forma de sentir..., tan abierta y demoledora..., es adictiva.

Cuando Sage rompe el beso, con un ligero arrastre de su labio inferior que le arranca un gruñido que mueve su pecho con la vibración, a Harry le cuesta regresar de la niebla espesa, sus pensamientos están aplastados, su capacidad de hablar desconectada por la intensidad.

—Dime —exige—. O volveré a hacerlo, tantas veces como sean necesarias. —Un beso duro y áspero, las puntas de los dientes agregan un condimento que explota su mente—. Dime, por favor, habla conmigo.

—Vittorio Bulgakov era un inversor popular por donar grandes sumas de dinero a hogares para niños cambiantes. —Un hombre con una forma de hablar encantadora y gestos elegantes, había engatuzado a los medios de comunicación con su generosidad y principios—. Decía que era su forma de contribuir con los necesitados.

Harry siempre supo que eso solo fue propaganda, el hombre era un calculador estratégico a la hora de impulsar su propia imagen. Vittorio era un iceberg que solo dejaba ver una minúscula punta, definida y estilizada, según su conveniencia.

—Nací en un laboratorio clandestino, donde me compró.

Sage le toma del mentón con gentileza, pero Harry no quiere verla, no mientras confiesa esto, puede desbordarse, su voz ya está comenzando a tornarse frágil. Ella acerca su cuerpo, encierra sus caderas con las piernas, Harry le abraza, acaricia su cabello lacio mientras trae los recuerdos a flote.

—Desde el primer momento me alimentaron con fórmula alterada con hormonas de crecimiento especializadas. —Esa fue su primera etapa de entrenamiento—. Con una cuidadora a la que le ordenaron que no estableciera ningún tipo de vínculo, solo atender las necesidades básicas.

Sin una madre cerca o una figura familiar que sirviera como su conexión con un entorno social, sus primeros años fueron llenando una percepción extraña de si mismo. Harry no pudo reconocerse como persona hasta que cumplió los seis años, antes se llamaba a sí mismo “Animal”

—Bulgakov me formó como un experimento, quería un super depredador con el menor sentido de consciencia posible.

Sage se aprieta contra él, Harry solo puede quedarse mirando un punto fijo más allá de ella, la oscuridad que llega hasta el resplandor de las velas. Se siente tan vacío... Pero con una sensación extraña dentro de él, a la que no puede definir con certeza.

—¿Qué pasó después?

—A los seis comenzó a entrenar a su animal —respondió, el sonido áspero, contenido apenas entre un gruñido—. Con un neurotransmisor y un sistema de condicionamiento, yo no era dueño de mi leopardo, era él.

Para un cambiante, ese era el peor golpe que podría recibir, la disociación a ese nivel se convertía en una tortura. Harry vivía con una mentalidad animal que reaccionaba a las demandas de Bulgakov como si fuera un perro entrenado, aun cuando Harry luchaba por dirigirlo en direcciones opuestas, el animal volvía a seguir las órdenes. A los nueve años, dejó de luchar por el cansancio, y se convirtió en el monstruo por el que su dueño invirtió dinero y tiempo.

—Yo debía cazar lobas sumisas y traerlas para calmar a sus lobos de pelea.

Lobos huérfanos que terminaban en el mercado clandestino, fueron adoptados por él, alimentados, sus mentalidades truncadas, entrenados como perros de pelea, destinados a luchar hasta matar o morir en un sangriento negocio millonario. Incluso ellos tenían un soporte mejor que el de Harry, sabiendo que iban a morir, se tenían los unos a los otros, Harry sin embargo, no tenía nada a lo que aferrarse para seguir cuerdo.

—Aquellas que se resistían o escapaban, debía matarlas y enterrar sus cuerpos.

Sage succionó el aire, su loba tenía furia en la sangre, la sentía, acumularse desde adentro hacia afuera, mientras ella pasa sus manos extendidas por su cuerpo, tocando, acariciando, buscando una reacción porque sabe que Harry está en un lugar peligroso. Los recuerdos... Pueden volverlo a ser lo que era.

—¿C-cómo? —Sage traga saliva, el nudo de emoción—. ¿Cómo podías hacerlo? Solo eras un cachorro.

Sus manos llegan a su rostro, y se quedan ahí, cubriéndolo con un afecto ajeno y extraño pero cálido de una manera que lo desconcierta.

—Nunca fui un cachorro, Omega.

—Tú leopardo solo tenía *nueve meses.

—Pero por las hormonas, medía y pesaba lo mismo que uno de dieciocho meses.

Su leopardo envejeció tan rápido... Era una presencia ajena en su mente, jamás estuvieron coordinados en una sola acción, hasta ahora.

—Al finalizar mi noveno año había cazado a cincuenta y cinco lobas sumisas de mi edad, treinta de ellas dieron pelea. —Eran las voces de sus pesadillas, sus gritos, su condena—. Todas de diferentes lugares y clanes.

La mayoría demasiado pequeños y cerrados en si mismos como para imaginar que alguien como Bulgakov extendía su coto de caza en sus territorios.

—Una de ellas se adaptó a la manada de peleadores, tenía trece años. —Una joven loba de trece meses, delgada y bonita—. Sus ánimos mejoraron tanto que Bulgakov le permitió verme.

A su cazador. Su asesino.

Sage toca sus labios, la ternura del beso corto lo inunda con una fuerza descomunal. Harry suelta una lágrima, ella la borra de inmediato, le entrega todo el contacto que nunca tuvo.

—Ella se llamaba Blair.

Inocencia y consuelo para los maltratados, una pobre alma que tuvo el infortunio de explorar más allá de las tierras de su familia de lobos, padre obrero, madre florista, un pequeño hermano de apenas unos meses.

—¿Ella era importante para ti?

—Sí. Fue la primera persona en toda mi vida que me dijo que necesitaba amigos. —Un soporte social. Afecto—. Engañó a Bulgakov, le dijo que me volvería inestable y peligroso sin eso, dejaría de estar bajo su correa.

Harry habría preferido eso...

—Entonces me presentó a..., Sawyer.

El otro cachorro era todo lo opuesto a él, un trofeo viviente que gozaba de lujos y comodidades que solo alguien como Bulgakov podía ofrecer, la entrada de Harry en su vida solo sirvió para que aprendiera sobre la injusticia y la crueldad de su dueño. Plantó la semilla de la rebelión en su corazón.

—Él es tu amigo desde entonces —concluye Sage, besando su cuello en un camino lento—. Y no lo niegues, lo eres para él.

Sí, porque Sawyer era una criatura emocional que decidió quedarse junto a él para evitar que cayera en las garras de la locura.

Silencio. Harry descansa su barbilla sobre el cabello suave de Sage, recordar las cosas malas es tan doloroso... Pero ella sigue junto a él, sosteniéndolo en un abrazo intenso, llevando su oscuridad lejos, a un lugar donde ya no puede tocarlo.

—¿Qué pasó con Blair?

Una pregunta que no quiere abandonar sus labios. Harry tiene que terminar con esto, de una vez por todas.

—La maté.

Sage se tensa al oír las palabras secas, Harry quiere creer que se ha asustado, pero eso es una idea falsa. Esta loba solo está cocinando su propia emoción de furia, mientras imagina como un niño podría ser capaz de matar.

La respuesta es simple, Harry nunca fue un niño completo, nunca se lo permitieron.

—¿Por qué?

—Blair estabilizó al monstruo, lo puso de vuelta de mi lado. Eso no le convenía a Bulgakov, nos encerró en una de las habitaciones del sótano de su mansión de verano, activó el neurotransmisor y dio la orden.

Y él no pudo detenerse, no pudo resistirse, luchar, su otra mitad era demasiado fuerte.

—Oh..., Harry...

Él podría jurar que en este momento, no era su cuerpo el que estaba siendo abrazado, sino su alma..., sus labios tiemblan cuando intenta pronunciar las palabras que no quieren salir. La emoción es demasiada, ella lo ha liberado, respira a través de la claridad.

—¿Por eso querías matarlo? —Pregunta, una de sus manos peinan su cabello con cuidado—. ¿Es eso?

Harry mueve la cabeza.

—La culpa me llevó a odiarme, a odiarlo.

Y por eso había planeado muchas formas de hacerlo desaparecer, sin éxito, todo siempre regresaba a él.

Sage vuelve a besarlo, lento y calmo, aprendiendo su sabor, sus movimientos, los sonidos que se clavan en lo profundo de su memoria, entre uno y otro, ella murmura palabras de consuelo, agridulces notas de sonido en sus oídos. Harry desea poder creer en cada una de ellas...

—A quien deberías culpar es a Bulgakov —dice luego de diez minutos en donde solo lo reconfortó con su toque. Sage pasa los dientes sobre la piel de su mandíbula, un gruñido vibra a través de ella—. Quiero matarlo por lo que te hizo.

Una loba furiosa en su voz. Harry jamás dudaría de sus instintos, de su protección. Cuando ella vuelve a besarlo, él siente como sus nudos comienzan a aflojarse. La presión disminuye, cierra los ojos, un peso ha caído.

Eran los efectos psicológicos de una loba sumisa.

«No la merezco»

Un gruñido reclama su atención. Ojos dorados inyectados con la promesa de una cacería salvaje.

—¿Dónde está él?

Por primera vez, Harry le responde con una sonrisa, la mujer se congela por un segundo, apreciándolo de una manera que le hace sentir cosas, desear cosas, mucho más de esto.

—No vale la pena, ya está muerto.

La oportunidad de tomar la vida de su dueño no estuvo en sus manos, ni en las de Sawyer. Un infarto repentino acabó con el millonario caritativo un par de años atrás, su hijo mayor heredó todo y donó la mitad a la beneficencia, expuso los crímenes de su padre contra la raza y liberó a todos los cambiantes cautivos. Ahora es un importante socio de una empresa de biotecnología.

La mirada de Sage continúa siendo depredadora.

—¿Donde están sus restos? —Una sonrisa afilada cruza su rostro—. Podría profanarlos.

—Omega..., tú no harás eso.

Sage frunce el ceño.

—¿Por qué no?

—Eres demasiado dulce como para imaginarte buscando los huesos de un asesino.

Pero apreciaba que quisiera vengar su vida maltrecha. Harry haría lo mismo en su lugar...

—¿Harry?

—Dime.

La esperanza en sus ojos grises es absoluta. Él podría perderse ahí.

—No eres un monstruo. No lo eres, ¿entiendes? Quiero que lo grabes en tu memoria.

Un beso suave en sus labios, otro en su mejilla. Sage volvió a rodear su cuello con sus brazos, a acariciar su cabello, a tocar cada tramo de piel para hacerle saber que estaba ahí para él, que lo entendía.

—Me gustaría que consideraras la idea de quedarte conmigo —dice, su voz llena de optimismo, como si imaginara el futuro donde ellos dos alcanzaban un estado pleno. El tirón dentro de él se hizo más fuerte, Sage apoya su mejilla en su hombro—. Ya no estas solo Harry. Yo estoy contigo, y no te dejaré, no voy a hacerlo.

«Porque somos compañeros, y los compañeros están juntos hasta el final»

Ahora entendía las palabras de Sawyer cuando Harry le preguntó por qué no renunciaba a Jessie.

Harry abrazó a Sage con fuerza.

La tranquilidad de su calor recorrió su cuerpo llevándose todo lo nocivo que antes le había hecho pensar las peores cosas de sí mismo, y no supo por qué escuchar esas palabras hizo que el pasado doliera menos. El leopardo se estiró dentro de su mente, con su pelaje moviéndose bajo la piel, Harry permitió que se mostrara frente a alguien después de un largo tiempo haciéndole tanto daño. Solo entonces se dio cuenta de lo estúpido que fue.

Por poco casi lo pierde.

Pero ahora tal vez tenía la posibilidad de llegar a un acuerdo con sus pesadillas, para encontrar el perdón por todo lo que hizo, aún si solo había sido otra víctima de la crueldad humana.

—Omega... —murmuró, un nudo en su garganta, su corazón subiendo fuera de control—. ¿Puedes prometerlo?

Cuando Harry se encontró con una mirada llena de compasión y cariño en el color gris, supo que Sage le estaba extendiendo su mano, la luz tratando de acercarse a la oscuridad, dándole una oportunidad...

—Lo prometo.

Atrayendo sus cuerpos en una unión de afecto y gratitud, el beso hambriento como su sello de confianza, Harry aceptó la oportunidad, la luz, la idea de que ya no estaba tan solo y enojado con el mundo.


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Nota:

El crecimiento en edad es equitativo, por cada año humano, el lado animal crece un mes aunque el crecimiento no se relaciona con la maduración. Harry tiene treinta años, por ende su leopardo de las nieves tiene dos años y seis meses, aunque su tamaño resulte ser el doble por el efecto de las hormonas.

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