Omega [Moon Fighters 5.1]

By JaquelineS97

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Harry es un monstruo... El amor y la felicidad son añoranzas ajenas... Harry tiene el alma hecha pedazos y... More

Antes De Leer
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 12

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By JaquelineS97



—No dudaré de tus poderes de persuasión —dice Primrose rodando en su cama para quedar boca arriba—. Pero sigo creyendo que eres demasiado para ese tipo.

Sage siente calor en sus mejillas, y cosquillas en su estómago, mientras su prima le observa de pies a cabeza aprobando su elección de ropa, aunque a ella no le gusta la sencillez, Primrose opta por tomar la atención con cada parte de lo que ella es, pero Sage prefiere ir por los bordes, casi entre las sombras. Destacar nunca ha sido su parte fuerte, por eso esperaba que Prim le ayudase a dar una buena impresión.

—¿Para qué la chaqueta?

—Por si hace frío.

Primrose vuelve a rodar para sentarse y arrebatarle la chaqueta de cuero sintético que tenía en una mano.

—Es primavera, y si dices haber llamado la atención de tu gato, puede que no dures vestida por mucho tiempo. —Primrose sonríe de una forma macabra—. Entre menos lleves, mejor.

—¡Prim!

Sus mejillas arden, y ella prefiere evadir esa mirada e ignorar la risa que sonó como un estruendo colorido en su habitación, Sage va a su mostrador para sentarse en la silla y hacer algo con sus pestañas pequeñas. Le gusta lo que ve en el espejo, en su vida no le han faltado pretendientes, pero los lobos del clan la ven como un objeto al que solo deben proteger y cuidar, por eso ella jamás logró vincularse con uno de ellos.

Eso fue la espina aplastando su autoestima durante mucho tiempo, Sage se veía defectuosa por no poder lograr una conexión emocional con alguno de los lobos, y mientras sus demás compañeros sumisos se emparejaban, ella seguía en el mismo punto de partida, viendo desde la distancia como todos armaban sus vidas.

Le costó trabajo y una experiencia cercana a la misma muerte para comenzar a verse como lo que era, una loba. Y ahora tenía una cita con el compañero que había encontrado, quería que fuera algo perfecto aun si no sabía que debía hacer.

—¿Sage?

—¿Hum?

No puede hablar hasta terminar de aplicarse el brillo labial.

—Siempre creí que lo lograrías con Seth.

Sage cierra los ojos, ya no hay dolor en su corazón al recordar los momentos en que casi estuvo cerca de sentir la felicidad. Solo una sensación agridulce y nostálgica.

—El beta más fuerte del clan no estaba hecho para una omega.

Fue difícil aceptarlo, cuando perdió la cordura aprendió varias cosas. Seth Meyer no tenía la culpa, simplemente no eran compatibles, pero cuando él decidió terminar su relación de unos cuantos meses, ella quedó emocionalmente devastada.

—Pero también pensé que lo lograríamos, porque me quería.

Los recuerdos que tenía de él eran hermosos, pero impregnados de dolor y frustración. Seth era un buen hombre, y un lobo noble, pero jamás le permitió llegar a él, Sage supuso que nunca confió realmente en ella como para abrirse y entregar su corazón por completo. Ella no era quien estaba defectuosa, sino que, él no quería vincularse.

—¿Por qué los dominantes no quieren vincularse con los sumisos?

Primrose se arrastra por la cama para alcanzarle, y luego se pone detrás de ella, toma su cabello fino, comienza a dividirlo para trenzarlo como cuando eran niñas.

—Muchos creen que podrían dañarlos.

—¿Cómo? Ellos solo buscan proteger.

Primrose encuentra su mirada en el espejo, hay comprensión en sus ojos azules.

—Hay muchas formas de hacer daño —responde, mientras desvía su mirada al trenzado—. Yo, siendo Alfa, puedo someter tu voluntad y ordenarte que te quedes en casa toda la noche, y me obedecerías.

Sage juega con sus dedos.

—El mayor miedo de un dominante, es aplastar la voluntad de un sumiso. Por eso se nos enseña mucho sobre comunicación y control de instintos.

Sage baja la mirada, sintiendo sus manos frías.

—¿Es por eso que nadie acepta a Harry?

Hasta su madre temió por ella cuando le dijo quien era su compañero, Eloise le preguntó varias veces si no había confundido las cosas, y aunque no le prohibió nada, tampoco aceptó la elección. Ya varios estaban un poco inquietos con la noticia, y ella no podía entender la razón de eso, ¿qué había de malo en que saliera con un cambiante solitario?

—Porque es alguien ajeno al clan y no lo conocemos, podría hacerte cualquier cosa.

—Él no me haría daño —replica.

—¿Cómo lo sabes?

Sage parpadea rápido, se muerde el labio. No puede contradecir el hecho de que Harry sigue siendo un extraño, y que no sabe absolutamente nada de él, pero si hubiera tenido intenciones de lastimarla, ya lo hubiera hecho, porque ella le dio muchas oportunidades.

—No digo que no estés con él —agrega Prim, moviendo sus dedos con los mechones que trenza, formando una corona alrededor de su cabeza—. Solo que tengas mucho cuidado, a la menor señal de agresión, huye.

Sage frunce el ceño.

—Eso es absurdo.

—Sage...

—Me dices que abandone todo ante el primer conflicto, así no funcionan las parejas.

Cuando estuvo con Seth, discutieron algunas veces por el mismo problema, inseguridades y la manera en que el rastreador evitaba hablar de sus pesadillas, pero jamás hubo un golpe de su parte. Un par de palabras hirientes, sí, pero nunca algo físico.

—Me refiero a si él intenta hacerte algo que no quieras. —Las palabras salen un poco temerosas, Primrose teme activar el instinto de Sage que protege todo lo relacionado con Harry, pero más allá de eso, parece temer su rechazo—. Defiéndete y huye a la primera oportunidad, que sea tu compañero no significa que no sea peligroso. Lo sabes.

Sage quiso defenderlo, pero no pudo.

—Sí...

Había historias que servían para el aprendizaje de las nuevas generaciones, algunas tristes, otras horribles, compañeros emparejados que resultaron ser incompatibles, lastimándose mutuamente hasta que uno terminaba matando al otro, historias de cambiantes demasiado posesivos que convirtieron la vida de sus parejas en un calvario, el lado más cruel de la parte humana podía ser multiplicado por mil si se le añadía la falta de control de los instintos animales.

Por eso los instructores preparaban a los jóvenes para que pudieran reaccionar adecuadamente a cada experiencia que pudiera significar un riesgo para los aprendices, sin importar cual fuera la fuente del peligro, desconocidos, cazadores humanos, o un compañero agresivo.

—Mantén tus sentidos en alerta, ¿sí? —Primrose besa su cabello trenzado y deja sus manos en los hombros de Sage.

—Lo haré.

Al ponerse de pie, echa un último vistazo a su reflejo, se siente bien, se siente atractiva, tiene una agradable sensación de poder en su pecho y no es por la loba que se mueve ansiosa bajo la piel. El vaquero negro se ajusta a sus piernas de una forma delicada, la blusa roja con volados en las mangas le da frescura a sus movimientos, sus zapatillas de lona que Primrose no pudo quitar de su conjunto, y el dije de metal brillando bajo la luz en su pecho, esto, era lo mejor de ella.

—Vamos.

Salieron al pequeño pasillo, con una entrada en forma de medio círculo que conecta con el comedor, donde Eloise está sentada en una de las sillas de madera, revisando su teléfono celular esperando recibir noticias de su hija.

—Mamá —Sage se acerca, sostiene a su madre por los hombros y le besa en la mejilla.

Eloise cubre una de sus manos, esboza media sonrisa, que se desvanece cuando gira la cabeza hacia ella.

—¿A donde van a esta hora?

—Tengo una cita.

—Y yo la llevaré —agrega Prim.

Eloise abre los ojos, el temor se hace presente en sus ojos oscuros.

—No quiero que estés a solas con ese hombre.

Sage rodea la mesa.

—No dijiste lo mismo de Jessie.

Ha ido demasiado lejos, su madre está al borde de explotar, piensa que debería ser más comprensiva, con su hermana que no da señales Eloise se encuentra muy tensa.

—Es diferente, tú eres Omega.

—Tengo treinta y dos años, mamá, no diecisiete, puedo cuidarme.

Eloise levanta la mirada, y niega.

—Pero te vas a ver con un desconocido.

—Es mi compañero.

—¿Y eso que tiene que ver?

—Para que deje de ser un desconocido debo pasar tiempo con él, ¿cómo podré hacerlo si no me dejas? Ya soy adulta y puedo cuidarme.

Eloise busca el apoyo de su sobrina, pero Primrose solo esboza una sonrisa suave.

—Iré como apoyo, Sage sabe que si se mete en problemas solo debe aullar y yo iré por ella.

Su prima le toma de la mano, y a Eloise le cuesta ceder, Sage entiende que solo quiere protegerla, pero esta vez, tiene que seguir sus instintos.

—Tu hermana está desaparecida, y tú te vas de fiesta, ¿qué clase de comportamiento es ese?

Rueda los ojos, ya no caerá en manipulaciones.

—Jessie está en una misión, y tiene a Sawyer de su lado, va a volver. —Su hermana es tan dura como una roca—. Y no importa lo que digas, tengo un compromiso y no quiero faltar.

—Sage...

—Yo manejo mi vida, mamá. Regresaré luego, prometo enviar un mensaje cada tanto para que estés tranquila. —Vuelve a darle un beso en la mejilla de Eloise y luego mira a su prima—. Vamos.

El ambiente está un poco fresco, la noche sobre ellas se atenúa debido a la luna en cuarto menguante. Sage siente nervios, sus manos sudan, el viaje es silencioso y se rompe solo cuando Primrose estaciona frente a la casa de Harry.

—Hay un parque recreativo que es muy concurrido y tiene varios puestos de comida mexicana —dice Prim antes de que salga—. Está a seis manzanas de aquí, si algo sucede...

—Prim...

—Si algo sucede —insiste, mirándole a los ojos—. Aúlla lo más fuerte que puedas y vendré por ti, ¿entendido?

Sage ve el verdadero temor reflejado en los ojos azules de Primrose, entonces, confirma con un movimiento y le besa en la mejilla, luego abre la puerta del Jeep y sale. Ahora siente el aire tibio sobre la piel, aunque su cuerpo tiemble por dentro, respira, controla la ansiedad del animal, y mientras abre el portón de hierro negro, el tirón dentro de ella le hace más difícil respirar. Voltea a ver hacia atrás y le sonríe a su prima, pero Primrose no se irá, no le dejará tan fácil.

El sudor de sus manos se torna molesto, al golpear la puerta, los nervios se anudan en su estómago. Pero cuando Harry abre la puerta, y su esencia masculina le toca suavemente, todo en ella se libera.

—Est..., estas..., he..., hermosa —Harry se sonroja, y se aclara la voz—. Adelante.

—Gracias —Sage le sonríe, él le abre para que pueda entrar y cuando ella lo hace, sus miradas se conectan, pero los ojos del hombre miran más allá de ella y se estrechan—. ¿Qué pasa?

—Entendí la indirecta —dice al cerrar la puerta.

—¿Q-qué?

—Si te lastimo de alguna forma, no viviré para contarlo. —Su mirada se fija en ella, la intensidad con la que le observa, de pies a cabeza, es abrumadora—. Ponte cómoda.

Y solo entonces, Sage nota la sala oscurecida, hay un par de velas encendidas en la isla de granito en el área de la cocina. La casa se siente tan grande, tan vacía, que ella se apresura a ir hacia él. Harry parece tener la cena lista, tiene dos platos de cerámica blanca sobre la isla y una cesta de mimbre con pan.

Sage no puede evitar mirar su espalda ancha, cubierta con una remera gris jaspeada que abraza su figura de una forma casi deliciosa, tiene el cabello humedecido y fresco.

—Hice brochetas de verduras y carne —dice al girar con una bandeja de cerámica en sus manos que contiene la cena humeante—. Espero que te guste.

—Gracias, huele bien.

Él sonríe como un felino complacido mientras toma su lugar frente a ella, Sage jamás le dirá que notó el envoltorio arrugado en el cesto de basura.

Estoy bien, mamá” escribe en su teléfono celular, luego prueba un trozo de papa marinada en salsa.

—¿Problemas? —Inquiere.

A la luz de las velas, sus ojos verdes lucen depredadores.

—No, todo está bien.

Harry toma un trozo de pan.

—No le agrado a tus compañeros de clan.

—Eso no tiene importancia.

—Debería, es una razón más para no estar juntos.

Sage le sonríe, por la forma en que lo dice, no cree en sus palabras. Pero esta noche no está dispuesta a pelear, ganaría de todas formas, lo único que quiere es conocer más de este extraño y solitario hombre.

—Cuéntame sobre ti, ¿puedes?

Harry compone una sonrisa ladeada, que envía chispas de calor a su cuerpo.

—Depende de qué quieras saber.

—¿Tienes otros amigos además de Sawyer? ¿O familia?

Harry toma su segunda brocheta, pero no responde a sus preguntas y Sage presiente que este hombre es igual de cerrado que Seth.

—No tengo familia ni amigos, solo mi socio de negocios. Mientras más reducido sea mi círculo social, mejor.

Sage toma una servilleta para limpiarse la boca.

—¿Por qué?

—No puedes confiar en nadie.

Era una respuesta muy abstracta.

—Mi círculo es grande.

—Es de suponer, eres una loba de clan, una sumisa, pero una que no actúa como tal.

Sage siente la observación de esa mirada intensa con cada fibra sensible, pero se mantiene alerta.

—El comportamiento de los sumisos va más allá de agachar la cabeza y meter la cola entre las patas.

La risa de Harry decora el ambiente, y recorre su cuerpo. El tirón se hace más fuerte y va en dirección del hombre frenr a ella. Imágenes llueven sin control mientras le observa beber un poco de vino en su copa, ¿qué sucedería si decidiera acercarse, le aceptaría? Es una idea muy loca, pero Harry le hace perder los estribos de una manera muy fuerte.

—¿Y como te comportas? —Pregunta—. Si un lobo dominante se te acerca, ¿qué haces?

—Si no se muestra agresivo, actúo normal. —Sage se encoge de hombros—. Soy una loba sociable, me gusta tener muchos amigos.

—He conocido a otras lobas sumisas que huyen de mi apenas me ven, porque son tan tímidas que no son capaces ni de levantar y sostener un contacto visual.

Sage una vez fue así, pero cuando era apenas una cachorra.

—Depende de la crianza, algunas dominan su propia naturaleza, a otras les sucede lo contrario. El círculo social influye mucho.

Si toda tu vida te enseñan que eras el cambiante débil, el que debía bajar la mirada y obedecer, cuya voz y voto no importaba, por supuesto que sus instintos sumisos serían imposibles de controlar. Pero Sage creció viéndose a si misma como una loba sumisa, pero siendo el eslabón más útil del clan y con la misma capacidad de proteger que cualquier otro lobo dominante.

—Entonces creo que eres un caso especial, Omega.

Harry le sirve vino en su copa, la conexión en sus miradas es tan potente que hace que su loba se mueva más cerca, arañando la superficie.

—¿Quieres postre? —Pregunta luego de recoger la bandeja y los platos.

Han quedado dos brochetas intactas, ninguno de los dos quería seguir comiendo.

—¿Qué hay?

Sonidos agudos resuenan en el ambiente, y los utensilios quedan abandonados en el lavabo, Harry se mueve ligero y audaz hacia el refrigerador, saca un contenedor de metal y lo coloca abierto sobre la isla. Helado, de tres sabores, los clásicos, vainilla, frutilla y chocolate. Estirando un brazo para abrir una de las puertas de l alacena superior de madera, Harry saca dos tazones de metal y dos cucharas, cuando gira y se acerca para darle una, sus dedos se rozan, y le electricidad los traspasa, de lado a lado.

Harry se muestra cada vez más abierto y táctil hacia ella, y vaya que le gusta eso, mucho. Ninguno pone helado en los tazones, comen desde el mismo contenedor en un silencio cómplice, cargado por una sensación vitalizante, incapaces de dejar de mirarse el uno al otro, la presión de sus cuerpos, el calor, el tirón visceral que por poco los obliga a abalanzarse en un abrazo primordial, son impulsos que ya no pueden negar.

Ambos son desconocidos, pero pareciera como si estuvieran destinados a volver a encontrarse.

Para cuando las velas se consumen a la mitad, ya han acabado con la porción de chocolate, el tiempo ha volado sin que se dieran cuenta y un mensaje llega al teléfono de Sage.

Hija, cuidate mucho mi niña”

—¿Quieres un poco más o lo guardo? —Harry pregunta, un ligero ronroneo en su voz, su mirada se desvía a sus labios.

—No, gracias, estoy satisfecha.

—De acuerdo.

Harry guarda el resto del helado en el refrigerador y arroja las cucharas con lo demás, este silencio entre los dos se torna incomodo. Él no lo soporta, Sage siente al leopardo presionar contra la piel de su dueño, a pesar de tener el estómago lleno, hay un hambre diferente en su mirada que debería hacerle correr en la dirección opuesta.

—Bien..., supongo que ya es tarde y te esperan en tu casa. —Nervioso, Harry se rasca detrás de la cabeza—. Ya cumplí con mi promesa, lamento si no fue más...

—Fue perfecto —Sage agrega sonriente.

—Es la primera vez que hago esto —confiesa, ladeando un poco su cabeza—. Y creo que será la única.

Sage se baja del banquillo de madera.

—¿Sigues pensando que esto es una mala idea?

Harry sigue su camino, con sus ojos a medio mirar y el gris oscuro resaltando el depredador vivo a través de él.

—Sí.

Voz baja, áspera.

—¿Una muy, muy mala idea?

Harry traga saliva.

—Sí.

—Pero no puedes mantenerte alejado de mí.

Sage no espera que le detenga, y le tome ambas muñecas para evitar que sus manos alcancen a tocar su rostro.

—Omega —Harry contiene un aliento, sus pupilas se dilatan, y la quemadura sensorial se aloja donde la toca con fuerza—. No quiero hacerte daño.

Sage ríe por lo bajo, sacude la cabeza.

—¿Otra vez con eso? Harry tú no...

Su gruñido rompe su argumento, y entonces, la mirada del hombre le invade, Harry lleva sus brazos hacia atrás para dejar las manos de Sage sobre su pecho fuerte, la cercanía ya les quema, el cambiante baja la cabeza y ella puede sentir el pulso acelerado en su cuello, el bombeo de un corazón al máximo.

—Omega... —Suspira, y luego susurra en su oído—. Yo cazo lobas como tú.

La confesión áspera, inundada por el crudo borde animal, heló sus sensaciones.




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