If you want love Ꞝ Sahyo

By Ss0ulx

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❥. ᭄ 𝐒𝐚𝐡𝐲𝐨 ★ Adaptación ❝ Quería conocer el mundo detrás de esa sonrisa de ojos tristes. Nunca esperó... More

› 𝒊𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒍𝒐𝒗𝒆
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𝔽𝕚𝕟𝕒𝕝
𝔼𝕡𝕚𝕝𝕠𝕘𝕠

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By Ss0ulx

Abrázame como si nunca hubieras perdido la paciencia
Dime que me amas más de lo que me odias todo el tiempo
Y sigues siendo mía

— Lost On You – LP

Sana's point of view

Después de terminar el álbum, puedo decir que es el mejor que he llegado a escribir. ¿Saben por qué? Porque trataba de un amor tan fuerte que daba miedo.

Mi amor por Jihyo.

Tal vez yo era fría, un poco arisca y seria. Pero soy humana, algunas cosas me dan pavor, como el amor.

Le dije a Jihyo una vez que escribí canciones de amor sin haberlo sentido. Hoy puedo decir que duele más que una estaca al corazón.

El vidrio picado en mis ojos, mis manos temblorosas, la mugre en mi alma, las drogas en mi cuerpo.

Sí, comencé a consumir. Tenía muchos problemas encima, no tenía solución. Me dolía amar, me dolía ser yo a quien ella amara.

Jihyo era tan dulce y melosa conmigo, después de hacer el amor le gustaba hablar. Me contaba sus sueños, incluso sus pesadillas. Yo siempre escuché, siempre.

Y extrañaba tanto eso, no por acostarnos. Sino por las cosas cotidianas que hacíamos. Ella servía café, yo sonreía. Ella miraba la televisión hasta dormirse sobre mi hombro, yo sonreía. Y cuando dormía y la luz de la ventana la acariciaba, yo sonreía.

Nunca intenté contactarla directamente. Sólo le preguntaba a Jimin como iba. Él decía que estaba triste, pero su trabajo nuevo la mantenía distraída.

Yo estaba tan rota. Tan lastimada que no podría cortar sus alas. Cadenas en las manos, atada a un pasado doloroso. Me hería, me mataba.

Quise morir de amor, pero no me salió.

Quise quedarme, quise estar con ella hasta siempre, sí es posible. Usé la excusa de la banda, pero en verdad tenía miedo de perderla también.

— Otra vez piensas de más.

La voz de Momo me salvó, miré en su dirección con lentitud.

— La extraño, es todo.— Solté un suspiro, me pase la mano por el cabello y doblé los brazos sobre la mesa, me acosté ahí.

— Sí la amas y ella te ama, ¿cuál es el problema, Sana?

La miré otra vez desde mi lugar. Momo no entendería eso jamás.

— Mamá está enferma, no puedo.

— ¿Por qué te preocupas por una mujer que te sacó de casa por haber besado a otra mujer?

— Es mi mamá.— dije con simpleza.

— Y Jihyo está mal, he hablado con Jimin. Dice que está viendo a un psicólogo.— Momo comenzó a jugar con un lapiz. — Amala de nuevo.

— Nunca dejé de hacerlo.

— Entonces ve con ella. Deja de aferrarte al pasado. Sí, tu hermano murió, sí, tu mamá está enferma. Pero Jihyo también tiene sus cosas y las dejó de lado por ti.

Intenté hablar, ella me interrumpió.

— Nayeon murió en paz, lo sabemos. El único refugio de Jihyo fuiste tú. Y aunque la banda siempre está para ti, a veces no es suficiente. Amamos para que no duela.

Luego de eso, estaba de nuevo en la ciudad, tres días más tarde.

Pasé por el club, Seulgi estaba ahí. Ya no me miraba con deseo, ya no era su trofeo para ganar. Cuando le dije que amaba a Jihyo, ella no volvió a hablarme.

Supongo que abrí demasiado mi corazón. Pero escondí verdades, escondí dolores. Quería que Jihyo me viera bien, como una persona.

Cuando estuve en el hospital, la escuchaba tararear canciones. Miraba por la ventana y sonreía cuando la luz del sol le daba en la cara. Recuerdo exactamente un momento de ellos.

"— ¿No crees que las nubes son hermosas? — preguntó ella.

— No.

— Sana-ssi~ No seas amargada.

— Ni siquiera puedo levantarme de la cama, Jih.

— Yo estoy aquí, usa mis pies. Usa mis manos, usa todo de mí. Estaré para ti incluso cuando me odies.

— ¿Por qué te podría odiar?

— La gente hace eso, te quieren y te odian luego.

— Yo jamás te odiaría.

— ¿En serio?

— ¿Sabes qué pensé antes de que me encontraras?

— ¿En qué?

— Eres hermosa, Jihyo. Tan hermosa para un amor cruel. Me iré pronto y duele como sí estuviera muerta."

Ella quería decir que no me fuera entonces, pero no lo hizo.

Sí ella me lo pidiera una sola vez, yo me hubiera quedado.

Supongo que sí quieres amor, tienes que doler.

Le mentí diciendo que no lo quería. Sí Jihyo me pidiera algo, yo se lo daría. Una galaxia entera le compraría. Y fue cruel que no se despidiera de mí, porque sí veía sus ojos, no podría soportarlo. Miré a todas partes, Seulgi me dijo:

— No vendrá, Sana.

A veces quisiera ser más sincera, pero nunca lo fui.

Aunque hay una excepción, siempre oculté bien mis problemas. Incluso con Jihyo. Ella era luz, yo una sombra apagada que se rompía a pedazos.

Estoy hecha de cristal, pero Jihyo no se daba cuenta de eso.

Miré por la ventana de mi estudio en el club, la extrañaba. Cuando me acerqué a ella sólo quería compañía, porque ese día perdí a mi hermano en un accidente en la carretera. No lloré por él.

Lloré porque las cosas empeoraban en mí, porque quería estar en lo más alto de las nubes y gritar, nada en particular, sólo gritar. No era tan devota a Dios, pero esperaba que me escuchara. Que me ayudara.

Y entonces me envió a Jihyo.

Cada toque suyo borraba el infierno. La miraba y su cabello castaño me gustaba, la miraba y sus ojos brillantes me gustaban, la miraba y sus gestos me gustaban.

Estaba tan perdida, la ansiedad me consumía. Pero el temor estaba siempre. A veces me despertaba con ella durmiendo a mi lado. Y lloraba en silencio, me había enamorado tanto que estaba a la deriva. Miraba mis manos, esas que la habían tocado, y quemaban. Quemaban tanto. El fuego imaginario se enfrió cuando ella despertó y agarro mis manos para abrazarme. Entonces ya no era fuego, era un atardecer en la montaña más alta.

No dije nada a nadie, salí del club. Tomé un taxi. El corazón se me aceleraba.

Y entonces llegué al edificio.

Golpee la puerta, su amiga Mina me miró.

— ¿Qué haces aquí? — su voz molesta, la entendía.

— Quiero verla.— mi simple respuesta parecía hacerla enfadado.

— ¿Tienes idea de lo que has hecho? — atacó con una mueca enojada. — Desde que escuchó tu voz en el álbum proclamando amarla, Jihyo estuvo peor que nunca.

— Hablé con Jimin, él me lo contó.

— ¿Te contó que intentó matarse?

Me quedé callada, meditando sus palabras. Jimin dijo que estaba en una clínica hace unos días, que le habían dicho que tenía depresión.

Intenté no llorar, pero estaba abrumada. Necesitaba decirle que estaría ahí, que no me iría otra vez.

— No sabía eso...

— Claro que no.— rió sin gracia. — He perdido al amor de mi vida, Sana. Y sé que Jihyo te ama también, pero no quiero que ninguna se pierda al punto de tener que irse otra vez.— miró dentro un momento, luego volvió a verme.— Está en su cuarto, salió hoy del hospital. Nunca deja de escuchar tus palabras. Supongo que necesita que se lo digas en persona.

Mina abrió más la puerta, yo entré lentamente. No tuvo que señalar donde ir, sólo caminé hasta estar frente a la puerta. Ella se fue a su propio cuarto. Yo miré la puerta blanca con flores que Jihyo pintó cuando era feliz.

Feliz.

Yo fui incapaz de hacerla feliz.

Entré sin tocar, ella miraba a su escritorio de espaldas a mí. Me acerqué hasta sentarme en su cama. Supe que sabía que era yo cuando habló.

— Es lindo, ¿no? Como cae todo. Mi corazón se rompió cuando caí en un agujero sin luz.

— ¿Por qué sería lindo eso?

— Porque busco en el aire otro beso o algo al azar.— su silla giró, me vio a los ojos. El aire quedó en mis pulmones sin querer salir.— ¿Sabes dónde quiero estar?

— ¿Dónde? — pregunté.

— Donde tu risa me saca a bailar.

Ella se levantó y se sentó a mi lado, su cabeza se puso en mi hombro, yo tomé su mano. Eran más blancas, se notaban venas fácilmente. Sus uñas ya no eran arregladas como siempre, se notaba que las mordía.

— Todas mis esperanzas están perdidas en ti.

— Jihyo.— susurré.

— Dime.

— Por favor, ámame más de lo que me odias todo el tiempo.

Ella sacó su cabeza, soltó mi mano. Volteó a mí, yo a ella. Puso sus palmas en mis mejillas, yo en las suyas, las cuales eran frías y delgadas.

— Incluso sí no volvieras jamás, no podría odiarte. Sigo siendo tuya.

Sigues siendo mía.— repetí. — Y te daré mi corazón, roto en pedazos, porque cada pieza lleva tu nombre. Juntaré las de el tuyo, porque no quiero irme otra vez.

Jihyo se acercó, juntó nuestras frentes y las lágrimas de las dos salieron sin permiso. Después me besó.

Me besó con tal dulzura, tal tacto sensible. Sin decir nada, sentí su sufrimiento. Mis labios extrañaban los suyos, mi cuerpo extrañaba el suyo. Todo de mí era suyo sin importar qué.

Y ella era toda mía.

Esa tarde, me acosté en su cama. Ella a mi lado. Hablamos sin parar. Ella contó sobre Sooyoung, una universitaria que trabajaba con ella, me contó sobre el hospital, me contó que tomó un café con Jimin una vez.

Yo siempre escuché.

— Quiero pedirte una cosa, Sana.

— Pídeme el cielo, Jihyo, y yo te entregaría hasta el sol.

— Ya tengo mi paraíso justo aquí.— tocó mi pecho, sobre el corazón.— Pero quiero caminar.

Ya era de noche, pero lo acepté. Su mano se aferró a la mía, sus ojos miraban a los lados. Yo la miraba a ella. ¿Por qué demonios me fui? Estar con Jihyo era paz al alma, incluso sí estaba destrozada, porque ella llenaba las grietas con su luz.

Tenía miedo, así que se lo dije cuando llegamos a una esquina.

— A veces me asusto igual.— confesó.— Pero me siento fuerte contigo. Es una pena que tú hayas elegido la debilidad.

Miré al farol sobre nosotras. Su luz amarilla caía sobre nuestras cabezas. Jihyo también lo miró.

— Soy más fuerte ahora.— dije.— Porque te tengo a ti. Es lo único que necesito.

— ¿Y la banda?

— Al diablo con ellas, pueden conseguir a alguien más. Pero yo no puedo conseguir otra tú.

Nuestras miradas bajaron a vernos. Ella sonrió.

Sonrió tan grande, tan resplandeciente que no dolía, sólo curaba. Poco a poco mis pedazos se volvían uno con los suyos.

La abracé esperando que supiera que estaba ahí. No era una ilusión tampoco. Nunca sentí amor antes, pero el amor de Jihyo me hacía feliz.

Mejoraría pronto. Yo sanaría.

Reímos en medio de la noche, acompañando con besos. Nos sentamos en el césped de una plaza.

Prometí entonces, ya no podría ocultarle nada. Diría cada cosa.

Excepto aquello que más me atormentó antes, porque eso la lastimaría.

Jihyo quería amor, yo lo quería. Sí queríamos amor, entonces debíamos ser sinceras.

Terminamos la noche durmiendo abrazadas, su cabeza escuchando mis latidos. Latidos que eran para ella, jamás para mí. Eso no me mantenía viva, lo hacía Jihyo.

Juré a mí misma, Jihyo sería feliz y yo igual. Besé su cabeza.

Jihyo era el amor para mi vida, la única capaz de hacerme sentir que podía tocar el cielo con las manos. 

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