Virus Letal |CAMREN|

By AllysonDeVil

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"- Voy a morir -Acepté con tristeza-. Ellas van a morir -Continué. Y jamás había sentido peor nudo en mi ga... More

Prólogo: Simon Cowell
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
AVISO
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30 |FINAL|
Epílogo

Capítulo 1

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By AllysonDeVil

El virus que acabó con más de la mitad de la población mundial apareció tres años antes de que ésta historia comenzara.

No conocíamos muy bien su origen, pero algunas páginas Web decían que un científico loco había querido crear algún tipo de estimulante que nos ayudara a alcanzar el cien por ciento de nuestra capacidad cerebral. No funcionó, por supuesto.

Nadie sabe exactamente cómo se esparcieron las partículas del estimulante alrededor del globo ni cómo se mezclaron con varias enfermedades contagiosas, pero el punto es que terminó sucediendo... Y sí, se supone que así es cómo el virus nació.

¿Su nombre?

Los científicos lo llamaban de una forma que se me hacía imposible pronunciar y escribir.

Los del noticiero se referían a él como La Enfermedad de Cowell.

Para el resto era solo el Virus Letal.

... Tengo que dejar de hacer esto... Ésta no es una historia de medicina ni de misterio. No usaré términos complicados ni habrán pistas que nos guiarán al culpable.

Ésta es la historia de un amor en sus últimos días...

Supongo que debería dejar de darle tantas vueltas al asunto y empezar, y para eso debo llevarlos al comienzo de la historia que en verdad quiero contar.

El día uno...

La mañana fue normal... O, al menos, tan normal como puede serlo cuando has pasado tres años de tu vida intentando no contagiarte de una extraña enfermedad.

Mi mente se despidió de los sueños y me guió hacia la conciencia antes de que el sol saliera. ¿La razón? Los suaves labios que comenzaron a recorrer la desnuda piel de mi espalda y lentamente fueron a encontrarse con el punto más sensible de mi cuello.

Buenos días —Y el tono ronco de su voz sumándose al hecho de que su respiración golpeó contra mi sensible cuello lograron erizarme la piel de forma agradable.

¿No te bastó con lo de anoche, Jauregui? —Pregunté mientras me giraba en la cama y escondía mi rostro en su pecho, inhalando de esta forma su inconfundible aroma a vainilla y a mí misma. Es extraño, pero era como si después de tanto tiempo juntas yo fuese parte de ella y ella fuese parte de mí— ¿Por qué tienes que levantarme tan temprano? Estaba teniendo un bonito sueño relacionado con bananas...

Tal vez no quiero que sueñes con bananas —Contestó con una débil risita mientras me abrazaba y me acercaba más a su cuerpo. Yo la imité porque sus risas también eran las mías.

No voy a soñar contigo, Lauren —Me negué de inmediato—. Ya tengo suficiente con soportar que pases a mi lado la mayoría del tiempo —Intenté burlarme.

Mesentiría ofendida si no supiera que eso de pasar el tiempo conmigo te gusta.

— ¿Cómo es que estás tan segura?

¡¿Es en serio, Camz?! Ahora mismo estamos desnudas gracias a ti... En realidad, la mayoría del tiempo terminamos desnudas gracias a ti.

Es tu culpa por ser tan sexy —Me quejé mientras alzaba una de mis manos para tomar su pecho juguetonamente. Ella emitió mi sonido favorito—... Y tan excitable.

— Amor, me... me encantaría continuar con esto —Balbuceó—... Pero es sábado.

Mis ojos se abrieron de inmediato, casi como si me hubiesen golpeado el estómago con un martillo, y me senté en la cama con tanta brusquedad que terminé mareándome.

¡¿Qué haces allí, Jauregui?! —Le recriminé mientras volteaba a mirarla. Mi novia estaba riendo— ¡El centro comercial no abre todos los días!

Ella simplemente intentó no carcajearse demasiado alto y corrió al baño. Yo fui un poco más atrás y me di el tiempo de ayudarla... En silencio agradecí al cielo por tenerla un día más a mi lado, y sé que ella hizo lo mismo...

La ropa que nos colocábamos consistía en camisetas agujereadas, pantalones manchados, zapatos con las suelas desgastadas... No le dábamos importancia, por supuesto. No se puede exigir mucho cuando la gente que confeccionaba tu ropa ha muerto.

Salimos de allí con nada más que nuestras cartas de racionamiento, un par de dólares que ganamos con trabajos clandestinos y el arma de Lauren.

Tener algo con qué defenderse era muy importante en esos tiempos, pues, aunque casi todos los portadores del virus eran internados, siempre había algún listillo que lograba pasar inadvertido. Eran ellos quienes terminaban atacando a la gente sana en medio de la calle para arrebatarle sus alimentos... Por supuesto, en cuanto uno de ellos te tocaba dejabas de ser una persona sana.

Lauren y yo caminábamos de la mano con rapidez mientras intentábamos no tocar a las personas que pasaban a nuestro lado. Yo casi nunca miraba sus rostros, pero constantemente me preguntaba quién sería el próximo en caer.

A veces ella me besaba la mejilla porque decía que me veía muy tensa. Yo intentaba calmarme aunque sabía que Lauren estaba en el mismo estado que yo.

Las personas a nuestro alrededor no miraban nuestro comportamiento afectivo con desprecio. En realidad, no lo miraban para nada.

... Ya no importaba si éramos dos chicas amándose en medio de una vía pública.

 Lo único que importaba era sobrevivir.

¿Las chicas estarán allí? —Pregunté a mi novia. Solo podíamos salir de casa los sábados y las líneas telefónicas estaban constantemente colapsadas, así que no podíamos hablar con nuestras amigas muy seguido.

Dinahy Normani sí. Ally solo estará si Troy acepta cuidar a Tyler —Contestó mientras miraba hacia todos lados con cierto temor. Ella siempre estaba alerta, pero no de esa forma... Supongo que presentía algo—. Ahora camina. Esa anciana no me da buena espina...

Llegamos al centro comercial unos pocos segundos después. Por suerte no tuvimos ningún problema... Nunca los tuvimos, en realidad. Nuestra arma jamás fue usada.

A la entrada y salida de cualquier lugar siempre encontrabas a los hombres de blanco, quienes guardaban tus armas y se aseguraban de que tu sangre no estuviese infectada. También eran quienes te llevaban al área de aislamiento si descubrían que el virus estaba en tu sistema.

El procedimiento era fácil: Te pinchaban un dedo y colocaban la sangre en un aparato. Si la luz era verde podías pasar, y si era roja significaba que tenían que llevarte.

Siempre la dejaba pasar primero... Si se la llevaban a ella tendrían que llevarme también.

La luz fue verde para ambas, así que entramos al centro comercial con un suspiro de alivio.

... Sé que al leer "Centro Comercial" muchos piensan en un lugar colorido repleto de tiendas y compradores, pero el nuestro era algo distinto.

Las personas eran escasas y la mayoría de las tiendas habían cerrado. El suelo estaba sucio, las escaleras mecánicas se habían averiado, las luces parpadeaban... Aun así, estar allí era como el paraíso.

Dejé escapar un gritito cuando sentí unos fuertes brazos envolverme y un fuerte beso plantarse en mi mejilla.

Dinah... estás... ahogándome —Jadeé mientras intentaba alejarme de mi amiga. Sus demostraciones de afecto solían ser algo bruscas, pero aun así era la persona más confiable y fiel que podrías haber tenido en esta vida.

¡¿Dos semanas sin vernos y es lo único que me dices?! —Me reclamó ofendida mientras se alejaba de mis brazos y se llevaba las manos al pecho en un gesto bastante teatral— Casi pareces mi último ex.

¿El que tenía nombre de mujer y cara de...? —Recordó Lauren con cierta burla. Ella siempre intentaba molestar a Dinah, pero paraba cuando mi amiga le devolvía la broma.

Ni me lo recuerdes, Lauren, o comenzaré a hablar de la época en la que saliste con aquel chico afeminado solo porque querías creerte el cuento de tu heterosexualidad...

¡Ew! —Exclamó asqueada mientras sacaba la lengua y fingía vomitar— Solo por eso te dejaré en paz... Creo que vomité el desayuno que aun no he tenido.

¿Alguien dijo desayuno? —Interrumpió una voz a nuestras espaldas. Se trataba nada más y nada menos que de Ally, la pequeña mujer que siempre tenía una sonrisa para regalarnos. A veces me preguntaba si realmente estaba viviendo en nuestro mundo. Yo no podía sonreír de esa forma sabiendo que el Virus Letal amenazaba con matarnos a todas en cualquier momento— Muero por un Waffle...

Yo moría por Chris Brown hace algún tiempo —Ahora quien llegaba Normani, la chica a la que no le importaba reducir sus raciones de alimentos con tal de tener ropas en buen estado. Solía decir que quería morir con estilo... Era una buena amiga, por cierto. Siempre estaba allí para escucharnos—... Luego fue él quien murió.

Al igual que Beyon... —Intentó decir mi novia mientras miraba sus uñas en un gesto de despreocupación.

¡Ni te atrevas, Jauregui! —Saltó Dinah claramente irritada— ¡¿Acaso quieres que te recuerde la muerte de...?!

¡Lauren! ¡Dinah! ¡Ya basta! —Las detuvo Ally. Nunca le gusto vernos pelear, y mucho menos antes de que ella desayunara—... ¡¿Saben lo agotador que es tener un niño de dos años corriendo por toda la casa?! ¡Tengo hambre!

Y no recuerdo si fuimos a desayunar por la insistencia de Ally o porque ya no queríamos seguir hablando sobre la muerte.

Solo había una trabajadora en el local. Sus Waffles estaban viejos y no había nada para acompañarlos, pero aun así pensé que era un gran desayuno... Supongo que cuando lo único que te dan para mantenerte vivo es pan y unos litros de agua cualquier cosa que comas aparte de eso se convierte automáticamente en un festín.

¿Cómo van las cosas con Troy? —Pregunté a Ally mientras ésta devoraba su desayuno sobre la vieja mesa del lugar. A pesar de ser bajita era una de las que más comía además de mi.

Supongo que bien —Respondió mientras se encogía en hombros—... Esta noche hará una entrega al orfanato —Nos notificó en un susurro. Teníamos que hacerlo porque se suponía que trabajar después de las cinco estaba prohibido—. Le pagarán bien, así que con suerte podremos comprar un árbol de navidad para Tyler.

Aun no entiendo por qué te preocupas tanto por la navidad —Le dijo mi novia mientras intentaba no ahogarse con su seco desayuno—... Deberías estar más preocupada en no contagiarte.

Eres tan pesimista, Lauren —Se quejó Dinah—. No hemos escuchado de un contagio en semanas, y no han habido asaltos en las calles desde hace meses ¡Deja a la enana celebrar su navidad!

No le digan a nadie —Susurró Normani—, pero mi tío, ese que trabaja en el área de aislamiento, dijo que sus colegas han comenzado a desarrollar una vacuna. Puede que volvamos a nuestras vidas normales antes de fin de año.

¡Ese sería un muy bonito regalo de navidad, Mani! —Exclamó la pequeña con una gran sonrisa. Ella siempre encontraba algún motivo estar feliz.

Hace años que no veo la nieve... —Murmuré con tristeza. Si ir al centro comercial era algo que solo podíamos hacer los sábados ni hablar de ir de viaje.

Hey, Camz —Me llamó Lauren suavemente mientras tomaba mi mano bajo la mesa. Me gustaba que hiciera eso, pues era reconfortante—, si salimos vivas de ésta prometo que te llevaré donde quieras.

No era un buen consuelo, pero era lo mejor que tenía para ofrecerme.

Lamento decirte esto, Mila —Esa era Dinah—, pero tienes una novia muy negativa.

Realista —Corrigió Lauren.

Como sea —Terminó diciendo Ally—, negativa o no tendrá que terminar de comerse ese Waffle... Este lugar estará abierto solo una hora más y quiero comprar algunas cosas... Además, la entrega de suministros comenzará pronto y no quiero los alimentos aplastados —Cuándo llegabas de primero a la entrega te daban los alimentos que estaban en la parte alta de la pila y que por ende no habían sufrido daños. Si eras de los últimos tu comida daba asco.

Apresurarnos no sirvió nada, por supuesto, pues no volvimos a ver el exterior.

Lauren y yo fuimos a comprar libros, Dinah y Normani a la tienda de discos y Ally a algún lugar que tuviera rebajas.

¿Tenemos suficiente dinero para dos? —Pregunté a mi novia mientras le enseñaba los polvorientos libros que habían captado mi atención.

Los trabajos mal pagados concedidos por el gobierno más los trabajos clandestinos daban  buen dinero, pero no el suficiente.

Lo siento, Camz —Se lamentó mientras contaba los arrugados y viejos billetes que guardaba en el bolsillo de su pantalón—. Solo tenemos para uno... Pero prometo trabajar esta noche junto a Troy para comprarte el otro el próximo sábado...

Su voz se escuchaba triste, y yo sabía la razón.

Ella decía que yo era su princesa y que quería darme todo lo que necesitara, pero debido a la crisis no podía hacerlo. A mí no me importaba, por supuesto. Lo único que realmente necesitaba era a ella.

No tienes que hacerlo, amor —La tranquilicé mientras la abrazaba con fuerzas y depositaba un tierno beso en su mejilla—. Tengo otros libros en casa y...

Esos ya los leíste.

No me importará leerlos de nuevo. He olvidado algunas partes —La reconforté—... ¿Sabes qué? No llevaré ningún libro —Decidí mientras me alejaba.

¡¿Qué tonterías estás diciendo, Camz?!

Vamos a comprarte algo.

La tomé de la mano y comencé a arrastrarla fuera de la librería, y aunque sabía que ella quería alejarse no se lo permití.

No es necesario, amor —Intentaba persuadirme.

¿Hace cuanto tiempo no compras algo para ti? —Sabía que había sido mucho. Ella siempre solía concentrarse en complacerme a mí y no a sí misma.

Ese no es el punto.

Sí lo es —Aseguré con firmeza—... ¿Quieres un disco de Lana del Rey o un beanie?

Lauren eligió el beanie porque no teníamos un reproductor para el disco.

Te queda bien —La halagué mientras salíamos de la tienda con las manos unidas.

Y me alegra que gastáramos el dinero en esa bonita prenda, pues no volví a comprarle regalos.

Nos encontramos con Dinah y Normani minutos después. Habían comprado varios discos de Beyoncé y estaban peleando por quién los escucharía primero.

Ally llegó un poco después con unas cuantas decoraciones navideñas de segunda mano.

Ha sido un buen día —Dijo la más bajita.

Una vez leí que algunas personas creen que decir ciertas frases puede traer mala suerte.

Supongo que fue la frase de Ally la que acabo con el "buen día".

Lo primero que vi fue a una anciana sentada en las mesas del área de las comidas. Había un trozo de pollo en su plato y estaba tosiendo como loca mientras se cubría la boca con un pañuelo rojo. Supuse de inmediato que se estaba ahogando con algún hueso.

Debemos ayudarla —Dije al verla, y de inmediato corrí hacia el lugar donde la anciana se encontraba.

Al principio Ally fue la única que me siguió.

Se ahoga —Jadeó mi amiga mientras veía a la anciana caer al suelo y toser aun más.

Casi al instante ambas la sujetamos de los hombros y le dimos la vuelta. Ally retiró el pañuelo rojo de su boca y lo hizo a un lado dispuesta a realizarle maniobras de primeros auxilios.

Fue una mala idea, por supuesto, pues en cuanto hizo esto la anciana tosió fuertemente.

Cerré mis ojos al sentir un líquido caliente llenar mi rostro, y los abrí sólo cuando la curiosidad de confirmar mis sospechas se hicieron demasiado grandes.

Las motas rojas en el rostro de Ally me hicieron saber que era sangre, y el evidente temor en sus ojos me dijo que nos habíamos equivocado.

Jamás supe cuanto tiempo estuvimos mirándonos con temor mi amiga y yo mientras la anciana moría bajo nuestros cuerpos, pero creo que fue lo suficiente como para alertar a Dinah y a Normani, pues ellas corrieron hasta donde estábamos.

¿Qué sucede? —Preguntó mientras tomaba el pañuelo rojo que había en el suelo.

¡¿Por qué no la ayudan?! —Ahora era Normani, quien nos empujó y se colocó sobre la anciana dispuesta a ayudarla con el hueso de pollo inexistente.

¡No lo hagas...! —Exclamé en cuanto pude encontrar las palabras.

Pero era demasiado tarde, pues la anciana volvió a toser y el rostro de Normani se llenó con un montón de motitas rojas.

— ¡¿Qué mier...?! —Preguntó asombrada mientras se limpiaba el rostro y miraba las gotas de sangre que habían quedado en la palma de su mano.

Y fue esa, una frase incompleta, las últimas palabras que escuché decir a mi amiga.

Fue entonces que oí los agudos chillidos de Dinah sobre nosotras.

Elevé la vista de inmediato, asustada. Mi amiga no había estado tan cerca como para que la sangre de la anciana llegara a ella, pero sus manos estaban completamente rojas.

Noté el pañuelo que sostenía y supe que me había equivocado al pensar que era rojo... En realidad, solo estaba lleno de sangre.

Y sí... Dinah también estaba infectada.

De repente escuché los pasos de alguien que corría hacia nosotras, y supe de inmediato de quien se trataba.

¡No te acerques! —La detuve mientras ladeaba mi rostro para que pudiera verme y extendía mi brazo frente a mi cuerpo.

Ella notó la sangre de inmediato y se cubrió la boca en una mano. Sus ojos se cristalizaron.

Camz —Sollozó sin aliento.

No te acerques, Lauren —Supliqué de la misma forma, pues no quería infectarla. No quería verla morir.

Pero ella no me obedeció y corrió hasta donde yo estaba.

Me besó tan lenta y pasionalmente que lloré contra sus labios, pues sabía que era el primero de los últimos besos.

No voy a vivir en un mundo dónde tú no estés, Camz —Sentenció una vez terminado el beso. Y sus palabras se escuchaban ahogadas, y sus mejillas se habían llenado de lágrimas.

En el suelo, justo a nuestro lado, la anciana murió.

Te dije que no me daba buena espina —Intentó burlarse.

Yo reí levemente porque sentí que debía hacerlo, pero de inmediato mis carcajadas se convirtieron en sollozos y enterré mi cabeza en su pecho.

Creo que Normani, Dinah y Ally también lloraron, pero realmente no lo recuerdo. Lo único que sé es que Lauren intentó permanecer fuerte hasta que simplemente sus sollozos se unieron a los míos, creando la perfecta sinfonía del dolor.

Los hombres de blanco llegaron pocos minutos después, aislaron la zona, se llevaron a la anciana a la fosa común y nos realizaron las pruebas de detección del virus.

Me dejé pinchar primero porque sabía cuál sería mi resultado y tenía la mínima esperanza de que el de Lauren fuese distinto.

... Pero ambas luces fueron rojas.

Nos ingresaron en el camión que nos llevaría al área de aislamiento antes de que tuviera tiempo de lanzarme a los brazos de Lauren para llorar por nuestra inminente muerte.

La parte trasera del camión era bastante oscura, pero aun así podía distinguir las siluetas de mis deprimidas amigas. También podía apreciar los ojos cristalizados de mi novia, quien estaba a tan solo unos centímetros de mi cara.

Y fue en ese momento en el que lo sucedido anteriormente golpeó mi mente con una fuerza tan increíblemente arrolladora que me hizo abrir los ojos de golpe.

Voy a morir —Acepté con tristeza—. Ellas van a morir —Continué.

Y jamás había sentido peor nudo en mi garganta que aquel cuando finalmente dije:

Tú vas a morir.

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