GATO: Deséalo y perderás [+18...

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Una joven oficial de policía deberá entrar al mundo del boxeo clandestino en los suburbios lugares de Londres... More

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EPÍLOGO
E X T R A

V E I N T E | D I F Í C I L

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By thebabypes

«No sé que me estaba ocurriendo, pero Felina estaba ocupando toda mi mente»

Gato.

—¿Preparada? Es tu primera vez —preguntó Carlo a mi lado, mirándome mientras esperábamos fuera de la casa de aquellos padres.

Tragué saliva y miré a mi compañero con un fuerte dolor de estómago por el nerviosismo, al tener que tratar por primera vez con víctimas por una desaparición.

Normalmente los infiltrados también hacíamos este trabajo, el de ir a hablar con los vecinos y víctimas para poder sacar más información de los que cometían los crímenes. Pero encontrarme aquí, de pie y esperando a que unos padres destrozados por la desaparición de su hijo nos abriesen para hablar de eso mismo... Estaba segura que no iba a salir muy bien de esa casa y estaba nerviosa por enfrentarme por primera vez a eso.

Nuestra vestimenta era diferente, para nada lo que solíamos ponernos para ir al club. Estábamos vestidos de oficina, con Cronos que tenía un traje a medida con corbata y yo con unas botas de tacón negras, unos pantalones elegantes oscuros y una camisa blanca.

Teníamos las placas de policía escondidas y, para cuando abrieron la puerta, ambos las enseñamos al hombre que sabía que era el padre del desaparecido, ya que era un famoso opositor político.

Sus ojos se le veían hinchados, algo decaído, pero trasmitía fuerza a pesar de ello.

—Buenas tardes, somos el agente Bianci y Bécquer. —Nos presentó mi compañero y el hombre asintió.

—Hola. Vuestro capitán nos dijo que vendrían.

—Así es. —Asintió Carlo mientras nos dejaban pasar.

En el salón, nos encontramos con lo que supuse que sería la madre del joven desaparecido. Nada más vernos, se levantó del sofá, completamente destrozada, un paño en su mano y limpiándose las lágrimas. Apenas era capaz de levantar cabeza, pero parecía que, al vernos, la ilusión por volver a ver a su hijo sano y salvo estaba ahí.

Nos saludó y nos dijo;

—Por favor, siéntense.

Todos nos sentamos, Carlo y yo frente a los padres de la víctima y comencé a sentir un malestar peor en el estómago por ver a unos padres que echaban en falta a su hijo.

Esto no era nada agradable, lejos de que fuésemos policías, primero éramos personas y ver el desespero de ellos por no encontrar a su hijo, lo sentí yo al instante. Pero no era lo mismo. Yo sentía empatía por ellos, pero el dolor que ellos estaban sufriendo en ese momento, solo lo sentían esos padres que alguna vez habían sufrido la desaparición de un hijo, el desconcierto de no saber donde estaba, si estaba vivo o le había pasado algo. Esa duda, ese temor que debían tener cada instante, no quería vivirlo, nadie quería vivirlo. Pero luego habían personas desgraciadas, malas, que hacían ese daño a esas personas.

Y ver aquello solo me hacían tener más ganas de poder encerrar a Magnus de por vida, sin que viese la luz del sol en toda su vida.

Carlo pudo notar como me estaba sintiendo, y me dio un codazo suave para que pudiese serenarme. Él ya me había advertido lo duro que iba a ser esta visita, que él la primera vez que visitó a unas víctimas fue para avisarles de la muerte de su hijo y que habían hallado su cadáver cuando se había ido a jugar al fútbol con algunos niños de la zona y un pederasta estaba allí cuando hizo todo lo demás.

Como me lo contó fue desgarrador. Y aunque esto era para anunciar sobre la mafia de boxeo clandestino, estaba segura que iba a ser bastante duro para mí estar presente en ello. Me hacía preguntarme si servía para esto y cada día que pasaba se me hacía cuesta arriba ser policía.

—¿Saben algo de nuestro hijo? —cuestionó el padre, mirándome a mí, como si tuviese la esperanza de que tuviera la respuesta. Carraspeé y me sentí torpe frente a unos padres que necesitaban respuestas. —Estamos desesperados... Daría todo lo que tengo por recuperarlo.

Carlo parecía más sereno, aunque me imaginaba que en el fondo también debía sentir lo mismo que yo. Pero él ya estaba más habituado a esas escenas, por desgarradoras que fueran. Un policía se "acostumbraba" a las malas noticias y, sobre todo, a darlas, pero Carlo era famoso en la comisaría por ser alguien completamente diferente a otros agentes. El cual daba la noticia de lo más empática posible, no como otros compañeros que los daban rápidamente.

—No es tan sencillo, señor O'Neill. —Se tomó unos segundos antes de continuar. —Temo ser yo quien se lo diga, pero tenemos la certeza de que su hijo no ha desaparecido, sino que lo ha secuestrado una mafia de boxeo clandestino que opera en Londres.

Aquello, por muy lento que se lo dijera, era como echar un balde de agua fría a aquellos padres desesperados por volver a ver a su único hijo.

—¿Qué? ¿Cómo que una mafia de boxeo? —preguntó el padre, viéndose completamente desinformado por aquello.

Y ese era el problema, que por culpa de los que gobernaban en Londres nadie sabía que es lo que estaba pasando realmente. Porqué habían tantas desapariciones de jóvenes en la zona. Pensaban que era una oleada de crímenes, pero no era eso solamente, había una organización detrás y estaba segura que esa mafia pagaba a los gobernantes de Londres para que les diesen la espalda a sus ciudadanos.

Al ver el rostro de desconcierto de ese opositor político, pude ver el deseo por entrar al gobierno y resolver el problema de esa mafia de una vez por todas. Pero las dudas surgieron en aquel matrimonio.

—Ambos somos infiltrados en esa mafia. Hacemos lo posible por conseguir encarcelar a todos ellos y su objetivo es secuestrar a hombres jóvenes para hacerles luchadores —contesté yo, viendo que Carlo me daba la palabra para continuar.

La mujer comenzó a llorar y a pegarse en el pecho de su marido mientras le hablábamos de lo que estaba pasando en esa ciudad.

—Dime que no es así. Dime que mi hijo no ha sido secuestrado por esos criminales... —susurró el hombre, nuevamente, mirándome a mí como si yo tuviese la respuesta.

Me estaba resultando mucho más duro de lo que me imaginaba y respiré con dificultad al verme envuelta por todo esto.

—Lo sentimos... No es la noticia que menos esperaban —susurré disculpándome, cuando no debía hacer eso, pero es lo que sentía.

—¿Cómo mierda dejáis que una mafia se quede en un sitio como Inglaterra?

—Hay muchas mafias y si el gobierno les deja por dinero, es difícil después —contestó Cronos.

—Son una pandilla de mentirosos, cobardes y manipulables —comenzó a insultar el opositor mientras abrazaba a su mujer, lleno de ira por dentro al escuchar todo aquello.

Tragué saliva, nerviosa, viéndome peor todavía y desenado tomar aire.

—Por eso venimos a decirles que no estén dando recompensas. Ellos no son los típicos secuestradores que te piden algo a cambio. Es muy distinto —susurró Carlo—. Les pedimos que sean discretos.

—¡¿Cómo quiere que seamos discretos?! —gritó el hombre.

—Cariño —susurró la mujer, con los ojos completamente rojos.

Él negó, mirando a su esposa y diciéndole;

—No, Amanda. Han secuestrado a nuestro hijo. —Miró a Carlo y el preguntó con la voz demasiado elevadav—. ¡¿Tu te quedarías de brazos cruzados si su hija desapareciera?!

Carlo no tenía hijos, pero sabía que, de ser así, también se pondría igual o peor que el hombre con quien hablábamos.

No estaba resultando para nada fácil hablar con aquellos padres, que ya llevaban muchos días sin saber nada de su hijo Charlie.

Apreté la mandíbula y miré a otro lado, mal, muy mal.

—Claro que no... Pero así no le ayudan —anunció Carlo.

—No me vengan con esas —respondió el hombre—. Removeré cielo y tierra para encontrarle sano y salvo y si es necesario, quemar vivos a esas malas personas que le han hecho esto. Mi hijo está sufriendo allá donde esté y no pienso permitirlo.

No sé como estaba consiguiendo aguantar todas esas lágrimas que amenazaban por salir de mis ojos. Solo sé que levanté mi mirada y vi a aquellos padres completamente rotos por lo que le estábamos contando.

—Lo comprendemos, pero pondría en peligro una operación...

—¡Me importa una mierda vuestra operación! —gritó, levantándose del sofá, lleno de ira por dentro y tanto Carlo como yo, sabíamos que debíamos marcharnos de allí antes de que se pusiera peor.

—Por favor, Teodoro... Solo nos quieren ayudar —susurró su esposa.

Y el hombre negó con la cabeza.

—¿Ayudar? No ayudan en nada, solo hablan. ¿O es que no sabes que la policía es así? —Nos miraron y dijo. —Nosotros buscaremos los medios, encontraremos a las personas que puedan hacer un buen trabajo. Pero ustedes márchense de mi casa. ¡Ahora!

Carlo se levantó del sofá y yo le seguí.

—Vámonos, Bécquer.

Salimos de allí, peor de como entramos y una vez subimos al coche de Carlo, le pregunté;

—¿Es siempre así de duro?

—A veces es mucho más, otras algo más sencillo. Pero, es nuestro trabajo.

Tragué saliva, asintiendo y ambos nos marchamos, para cambiarnos antes de irnos al boxeo.

🥊

Las luces rojas y azules de neón iluminaban a todos los que nos encontrábamos en aquel bar del edificio, donde se celebraban casi todas las peleas.

Acababa de entrar después de haber tenido una tarde bastante mala tras hablar con los O'Neill. No me encontraba bien ese día emocionalmente para plantarle cara a mi trabajo, pero debía estar ahí, seguir fingiendo ser una persona diferente y buscar pruebas para sacar a todas esas personas que se encontraban dentro de ese lugar.

Mientras pasaba, esquivando a algunas personas, me encontré con Serpiente hablando animadamente con algunas chicas, ligando con ellas. Negué con la cabeza al ver que, quizás, Serpiente le gustaba estar con muchas chicas porque se sentía solo. Al menos, esa era la sensación que me daba a veces por la mirada de él. No terminaba nunca de sonreír con los ojos y en el fondo creí que debía de ser por algún trauma del pasado.

No sabía nada de Serpiente, solo nos habíamos divertido aquel día y ya. No sabía si nos volveríamos a divertir, pero debía centrarme en mi trabajo.

Observé las escaleras y las subí, escalón a escalón, desganada por la mala tarde que tenía y luego llegué a la planta, donde el cuarto de Gato se encontraba.

Al abrir la puerta, lo vi dándole fuertes golpes al saco de boxeo y sonreí delicadamente al verlo siempre con ese rostro de enfado.

—¿Son ideas mías o siempre te veo enfadado? —bromeé, consiguiendo que Gato me observara.

Las incógnitas que tenía sobre él, el misterio de su pasado, su vida y, sobre todo, su nombre real, era realmente una tortura. Pero sabía muy bien que yo conocía más cosas de él, de las que Gato pudiese decir de mí.

Arrugué al frente al ver como se quitaba las protecciones, las tiraba al suelo y se dirigía directamente hacia mí.

Me tomó de la cintura con fuerza, pegándome a su torso tatuado, duro y sudado, para estampar sus labios en los míos y dándome un beso que me dejó excitada.

Lo miré con la boca abierta y me mordí el labio, mientras que él se relamía su boca con una mirada llena de hambre.

Coloqué mis manos sobre su torso duro y pregunté;

—¿Qué pasa? Si estás así, es por algo.

Él solo negó con la cabeza, pegándome más a él y levantándome la cabeza para que lo mirase a los ojos.

—Solo quiero besarte.

Elevé la ceja, algo irónica y él sonrió al ver esa expresión que solía poner.

—Gato... —advertí.

Pero alguien nos interrumpió.

—¿Interrumpo algo? —cuestionó Serpiente entrando en escena.

Me giré para verlo, como Gato me dejaba al tenerme tan apretada hacia él y arrugué mi frente por verlo.

—Siempre interrumpes, pero luego te fascina unirte —contestó Gato.

Miré para Gato nuevamente mientras que escuchaba como Serpiente cerraba la puerta del cuarto. Y empecé a notar algo en el ambiente que me dejaba completamente excitada. No sabía si era por aquellos 2 hombres que tenía para mí en ese instante o simplemente es que ya me estaba sintiendo así desde que Gato me había besado nada más llegar esa noche.

—Estás evadiendo mi pregunta —advertí.

La diversión en la voz de Serpiente se hizo más que evidente.

—No te fíes de esa cara de culo que tiene. Suele ser así.

Me solté del agarre de Gato, quien arrugó su frente por alejarme de él y empecé a caminar por el cuarto, alejándome de aquellos 2 hombres que me tenían completamente acalorada y me apoyé en la camilla donde solía sentarse Gato.

Miré a Serpiente, quien parecía no estar demasiado bien ese día y, cruzándome de brazos, cuestioné;

—¿Y tu? ¿Estás bien?

Serpiente negó con la cabeza, mientras se peinaba el cabello rubio hacia atrás y susurraba;

—Las mujeres soléis ser tan complicadas...

Elevé una ceja al escuchar eso de Serpiente y casi le digo una ironía.

Si nosotras éramos complicadas, ellos debían de ser el triple.

—¿Por quien lo dices? No será por falta de sex-appeals —pregunté, bromeando.

—Por otras cosas, pero prefiero no pensar en ello.

Tragué saliva, asintiendo y prefiriendo dejar ese tema aparte.

Entonces, al mirar a ambos hombres, supe lo que estaban pensando. No hacía falta sacarse un máster al ver como ambos se quedaban mirándome con unos ojos llenos de hambre y por mi, no me importaba.

—En algo estáis pensando.

Serpiente se relamió sus labios con su habilidosa lengua y se acercó a mí para decirme;

—Creo que ya sabes que es lo que nos gustaría hacerte.

En cambio, Gato dijo;

—Pero no haremos nada que tú no quieras.

Elevé la ceja, sonriente y al ver como 2 hombres esperaban mi consentimiento, aunque ya lo tenían desde hacía tiempo.

Sonreí y susurré;

—Ya tenéis mi sí, chicos.

Gato, con pasos contados, se acercó a mí, para colocar su boca sobre mi oído y susurrarme al oído;

—Pues déjame ofrecerte a Serpiente.

La mano de Gato tomó la mía y me dio la vuelta para abrazarme por detrás. Mientras, Serpiente estaba de pie, mirándome y mordiéndose el labio inferior. Podía ver el deseo de Serpiente sobre mí y me gustó sentirme deseada por 2 hombres. Aunque uno de ellos me hiciera sentirme de muchas formas.

Las manos de Gato comenzaron a pasar por todo mi cuerpo, haciéndome suspirar en voz alta y pegando mi cabeza sobre su pecho desnudo. Al abrir los ojos, vi como Serpiente empezaba a quitarse la ropa, como si de un stripper se tratase y aquello me fascinó. Su ropa cayó al suelo con elegancia y, cuando empezó a quitarse los pantalones y estos cayeron al suelo, mordí mi labio al comprender porqué le decía Serpiente y dudaba que fuese solo por su lengua.

El rubio comenzó a acercarse a mí, mientras Gato, que estaba semidesnudo, con su miembro duro y pegada a mi espalda, me hacía sentirme completamente placentera. Serpiente me levantó la barbilla y su boca comenzó a comerme el cuello con aquella lengua tan habilidosa que tenía. Me hizo gemir en alto mientras sentía como los ojos de Gato se clavaban sobre mi rostro.

Entonces, cuando creía que Gato empezaría a bajar sus manos para levantarme la falda, fue cuando la sorpresa me invadió por completo, levantándome del suelo y con Serpiente agarrando mis piernas a cada lado de sus caderas, quedándome expuesta ante él.

Me mordí el labio, mirando la puerta, temerosa de que alguien entrase, pero Gato pegó sus labios sobre mi oído, mordiendo el lóbulo de mi oreja y haciéndome gemir.

—No te avergüences, nena. Quiero que te oigan y quiero verte lo que te hace otro que no sea yo —susurró Gato a mi espalda.

Las manos grandes de Gato levantaron mi falda y rompió mis bragas, dejándome desnuda de cintura para bajo, mientras que el hombre rubio y rudo que tenía frente a mí, estaba completamente desnudo, a punto de enterrarse dentro de mí y volverme loca.

Y entonces, disfrutando de todo lo que me estaban haciendo aquellos hombres, Serpiente aprovechó para colocarse un condón mientras Gato me sujetaba. Y, de un momento a otro, se enterró en mí con delicadeza, con soltura y de una manera lenta pero que me hizo gemir y de tener que agarrar el cuello de Serpiente mientras Gato se pegaba a mi espalda, dejando libre su hombro para poder apoyar mi cabeza mientras Serpiente entraba y salía de mí, moviendo de una manera habilidosa sus caderas.

Mientras Serpiente me follaba, Gato me sujetaba también, mirándome y comenzando a besarme el cuello, dejándome más y más agitada por cada embestida de Serpiente y cada caricia que me daba Gato.

Serpiente no apartaba la mirada de mi rostro, de mis gestos y es que no sabía porque estos hombres les encantaba mirarme como llegaba al final. Estaba perdida, susurrando cosas incoherentes que ni yo sabía que estaba diciendo, cuando sentí los labios de Gato en mi mejilla, ya sintiéndome sudada por cada movimiento de Serpiente.

Gemía en alto, agarrándome a ambos hombres, mientras uno me follaba y el otro me besaba.

Y ahí fue cuando Gato me susurró;

—Así me gusta verte.

Noté como Gato comenzaba a frotarse en mi trasero, moviéndose lentamente al mismo ritmo que Serpiente y aquello, junto con todo lo demás, fue cuando me hicieron estallar en mil pedazos, siguiéndome después Serpiente. Caí rendida en el pecho duro de Gato, mientras Serpiente salió de mi interior, sonriente y chulesco, como su amigo Gato.

Me ayudaron a colocarme en el suelo, a pesar de sentir mis piernas temblorosas, pero Gato me sujetó con dulzura y Serpiente se acercó a mí para susurrarme;

—Nunca hay suficiente de ti, ¿verdad?

Miré a ambos, sonriente, antes de tomar caminos separados en esa noche y antes de que mi teléfono sonara y si sonaba cuando sabían que yo estaba en ese edificio, no eran para cosas buenas.




***

Aquí tienen un nuevo capítulo de "GATO".

Siento mucho no haber actualizado el viernes, pero me ha resultado difícil acabar el capítulo ese día. Pero trataré de que no vuelva a pasar.

¿Qué les ha parecido?

¿Qué piensan de los padres del joven desaparecido?

Hoy me fijé que ya estamos por la mitad de la novela y me da vergüenza admitir que el documento tiene casi 200 páginas. Como siga así esta será la novela más larga que jamás haya escrito. Y de momento, la primera es "PROHIBIDA" con más de 300 páginas.

La semana que viene tendremos el punto de vista de un nuevo personaje que aun no he presentado y que ya va siendo hora de que haga su entrada en esta novela.

¿Están deseando conocerle/a?  ¿De quién creen que se trate?

Por cierto, ¿habéis visto la nueva portada? Enamorada estoy :3

Nos leemos el viernes a por más y con más personajes ;)

Esta historia todavía le queda mucho, pero que mucho.

Patri García

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