Mentiras Negras ✓

By Gimenabazante

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Raven Anderson no sabía muchas cosas de la vida, lo que si sabía era hacer un buen pan, atender su panadería... More

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Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36

Capitulo extra

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By Gimenabazante

Raven suspiro y se pasó el dorso de la mano por la frente, secándose el sudor. Su marido estaba igual que cansado que ella, sudoroso y agitado.

— No entiendo cómo pudiste hacer esto solo. — Susurro mirando la pesada mesa que estaban moviendo.

— Me llevo toda la jodida semana. — Informo el con una sonrisa.

Finalmente si había recordado dónde había dejado el último cofre. Lo recordó en el momento exacto en que se paró en esa pequeña capilla que tenía su madre en el jardín, mientras miraba a su esposa vestida de blanco y poniéndole la banda de oro que en ese momento relucía a la luz de la luna.

Finalmente si había visitado la casa de sus padres en esos trece años de desaparecido, aunque ellos no se habían enterado de su visita. El cofre estaba debajo del altar dónde el padre del pueblo concedia una misa privada para la familia Van den Hurk a veces. La mesa de mármol pesaba como la mierda, le había llevado tres noches de trabajo correrla, cavar y guardarla debajo de la alfombra. Durante tres noches seguidas había vuelto en la noche a correr esa mesa y seguir el trabajo, hasta conseguir el espacio debajo de la tierra para meter el cofre y luego de lograrlo, había sudado cargando el cofre y guardarlo ahí, tapar todo de nuevo y dejar todo como estaba. Una semana entera, trabajando en la noche, cavando y sacando maderas en absoluto silencio.
 
Y ahí estaba, con su esposa, frente al altar dónde horas antes la había desposado frente a su familia y Dios, cavando nuevamente para recuperar su fortuna. Una risa histérica le burbujeo en el pecho. Su maldita esposa estaba con un camisón ayudándolo a desenterrar su último cofre, en su noche de bodas. Raven había pedido quedarse con la familia, porque no quería viajar a casa, y ellos habían aceptado, sin sospechar que sus intenciones eran otras que pasar tiempo con la familia.

  Desenterrarlo fue más fácil que enterrarlo, las maderas crujieron. Después de quitar una hacían silencio y él podía jurar que podía oír el corazón acelerado de Raven cuando eso pasaba. Sacar el cofre fue un desafío, el hoyo dónde lo había metido era demasiado justo, así que no les quedó otra opción que sacar lo que contenía y dejar el cofre ahí dentro. Las joyas dejadas así nomás sobre seda brillaban, mientras ellos volvían a guardar y dejar todo como estaba.

— ¡Joder Chris! — Exclamó ella mirando finalmente el resultado cuando terminaron se poner la mesa en su lugar.

Sonrió al oírla maldecir y le estampo un beso rápido.

— ¡Mira la cantidad de cosas! ¿Que carajo robaste?

Él miro la montaña realmente grande y las hermosas telas de brocado, seda y el encaje más delicado.

— Me iba a retirar. — Reflexionó y se dio cuenta de la verdad. — Era el último. No sé porque lo iba a hacer, pero se que tome esa decisión.

— Eres un cabron con suerte. — Dijo ella arrodillándose y juntando las joyas como si fuese cualquier cosa dentro de una tela.

Él se sentó sobre sus pies y la miró largamente.

— La verdad es que si, soy un cabron con suerte. Encontré a la mujer perfecta.

— Estoy lejos de ser perfecta. — Dijo ella con sorna.

Él Negó suavemente y la tomo de la nuca, apretando su cabello en su puño.

— No te ves como realmente eres. Eres tan perversa que me pones duro de solo verte, tu cerebro maquinador nunca deja de sorprenderme.

El paso la mano libre por su garganta apretando ligeramente y paso la lengua por sus labios entreabiertos.

— Incluso aqui, en medio de la noche… — Él la beso profundamente como quería y su vientre se apretó cuando ella gimio sobre sus labios. — No puedo pensar en otra cosa que estar dentro de ti.

— Debemos volver. — Susurro pasando los brazos por sus hombros.

— ¡Que curioso! Tus labios dicen: debemos volver. — Su mano bajo por su garganta hasta sus pechos y apretó uno, rodeando el pezón duro con sus dedos. — Pero tu cuerpo arde de deseo. Dime Raven, si meto mis dedos en tu vagina ¿La encontré mojada?

— Sabes que si. — Coincidió ella con una sonrisa divertida.

— ¿Has visto? Te excita hacerlo aquí, donde alguien podría encontrarnos, en este lío de joyas y tesoro robado.

Ella se arrodilló y se acercó sentándose en sus piernas, el paso las manos por sus costados encantado. Levantó sus caderas justo cuando ella se acomodaba, sus deliciosos rizos por todas partes. No pudo evitar agarrarlos, enredando sus dedos en los suaves mechones y tirando de ella para arquear su espalda.

— Puedo sentir tu sexo reluciente, la humedad me moja las piernas. — Beso su cuello expuesto y bajo la otra mano hasta su entrepierna. — Puedo saborear el dulce sabor que desprendes.

— Chris… — Gimio poniéndose colorada.

Pero jadeo cuando sus dedos pasaron por sus pliegues húmedos.

— ¿Quieres probarte? — El la alejo del pelo y clavo sus ojos negros llenos de deseo.

Abrió los labios hechizada, cuando él metió los dedos en sus labios él sonrió. Nunca había pensado en probarse a sí misma, y ese acto la lleno aún más de deseo.

Christopher aplastó los labios en los de ella en un beso abrasador. La boca de Raven era puro calor, sus manos fuego líquido, quemando cada centímetro de el que tocaban. Nada en el mundo se comparaba con esto, con la sensación de su lengua contra la suya, con el sonido de su respiración apasionada, con las manos clavándose en su piel mientras lo recorrían.

No fue suave cuando la tomo de los brazos y la recostó en el piso, sus manos no fueron gentiles cuando subieron su suave camisón hasta su cintura.
Era adicto a los sonidos que escapaban de sus labios cuando su lengua comenzaba a lamer, sabía que nada se compararía con la sensación de sus manos en su cabello, sus muslos presionados contra su cara. No podía parar, no cuando ella gritó tan fuerte que estaba seguro de que había sacudido toda la jodida capilla y las copas de los árboles, no cuando sus caderas se arquearon en el suelo y empujó su cabeza. Christopher no se detuvo hasta que ella rogó,

— Chris por favor, voy a correrme… — sus palabras rompiendo en otro gemido ahogado, otro arco de su cuerpo, más de su liberación cubriendo su rostro.

Saboreo su orgasmo como si fuera lo único de lo que se podía alimentar y paso las manos reverente por sus piernas abiertas y miro esos ojos nublados de deseo.

— Tú, ahora tú —exigió ella, alzándose hacia arriba.

Christopher capturó sus labios, obligándola a probarse a sí misma. Sus dedos tiraron de su pantalón, buscando los botones y cuando los encontró, los arrancó de sus caderas.

— Levántate. —  exigió ella.

Él hizo lo que le dijo, las manos cerradas en puños, se arrastró hacia él, el dobladillo de su camisón todavía enredado alrededor de su cintura, se lo quito de un rápido movimiento y el la observo lascivo.

La sintió envolver su suave y pequeña mano alrededor de la base de su polla, trabajando en tándem. Su respiración era temblorosa, su abdomen tenso. Y ella se lo llevó a la boca, chupando como sabía que le gustaba, llegando hasta el final y apretandolo con la base de su garganta, clavo sus ojos en los suyos y paso la lengua sobre su longitud demostrándole cuanto disfrutaba darle placer y le sonrió suavemente, perversa al saber cómo lo tenía esclavizado.

— Pajarita. —  trató de advertirle que estaba a punto de correrse, sus piernas temblaban debajo de él. — Raven, detente, estoy…

Sospechaba que ella no se detuvo porque había ignorado sus súplicas en el suelo. El mundo entero de Christopher explotó en estrellas y oscuridad. Él estaba sosteniendo su cabello con una fuerza imperdonable, empujando más de sí mismo en su boca de lo que pensó que ella probablemente apreciaría. Pero ella no se quejó y, para el deleite infinito de Christopher, se tragó todo lo que le ofreció antes de alejarse.

Finalmente hemos llegado al final de esta historia. Espero que hayan disfrutado tanto de estos personajes como yo. Una nueva era, nuevos personajes que querer y conocer.
  Un placer leer sus comentarios y les agradezco muchísimo por darle sus estrellas y cariño.
Las animo a seguirme en instagram #Gimena_bazante me ayudan mucho compartiendo esta historia.

Como saben soy una autopublicada y cada estrella, cada vez que comparten mís historias me ayudan mucho.

Si les gusta mí forma de escribir pueden leer mis otras historias gratis que están aquí en esta aplicación o tengo dos en Amazon Kindle.

Sin nada más que decir más que gracias y más gracias.

Las leo con cariño 🥰🥰

Hasta que nos volvamos a ver 😘😘😘😘

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