BRIGHT

By NimWeasley

2.2K 273 63

• Fanfic de Viktor (Arcane) • Mary, una científica excéntrica de la gran Academia de Piltover, esconde un gra... More

Información importante
1. Plantas
Cigarrillos
2. Borrachos, arriba o abajo
Piedras de gravilla
3. Frustración y viejas costumbres
Huérfanos
4. El soplo
5. Caos en Piltover
Otra vida
6. El juicio
La montaña
7. Cuando los mundos chocan
8. Cuando los mundos colapsan
La sangre del molino
9. Estas calles no recuerdan mi nombre
10. Desaparecidos
Money

La tierra se nos deshace

76 13 0
By NimWeasley

—Por favor.

—No —respondió Lysianna cansada.

—Por fa —insistió Mylo.

—Te he dicho que no.

— ¡Venga! Por fa, por fa, por fa, por...

—Mylo —le hizo callar Lysianna.

—Escúchame, por favor, escucha. Tengo un buen argumento.

— ¿Ah, sí? —se cruzó de brazos.

—A ver, vamos a ir a la manifestación, ¿no? Y has dicho que cuanta más gente, mejor.

—Tu amigo puede venir a la manifestación, Mylo, pero no puede quedarse con nosotros.

—Vamos, acaba de perder a su padre. ¡No puede quedarse solo!

— ¿Y cómo vamos a alimentarlo? Apenas gano lo suficiente como para alimentarte a ti, y ni siquiera tenemos un sitio donde vivir.

—Pero piensa que si lo acogemos, seremos dos para robar, y será más fácil conseguir dinero.

—No es suficiente, Mylo. ¿De verdad crees que esa chatarra que consigues vale suficiente como para comer todos los días?

—Con él conseguiremos mejores botines, ya verás.

—Escucha, yo también tenía grandes sueños cuando tenía tu edad, pero con el tiempo aprendí que la suerte no existe. Tal vez consigas un botín decente, una vez al año. Y un poco de dinero extra una vez al año no sirve de nada.

— ¡Si estamos sin dinero es porque tú te lo has gastado todo!

— ¿Disculpa? —se detuvo en seco Lysianna, con una mueca de enfado muy evidente. Mylo se arrepintió de haberla acusado enseguida—. ¿Recuerdas de dónde salió ese dinero? ¿Eh?

—Yo...

—Exacto. Salió de mi bolsillo, de mi —remarcó— trabajo, no del tuyo. Era mi dinero, y lo usé en lo que me dio la gana.

—Creía que lo usarías para tener un trabajo mejor.

—Pues tal vez así aprendas que por mucho que creas que las cosas irán a mejor, no lo harán, por mucho que lo desees. Hay que trabajar por un futuro decente, Mylo. No podemos esperar a tener suerte.

Los dos se acercaron en ese momento a un tumulto de gente en una plaza que escuchaba el discurso de Silco, subido en un altillo.

Mylo intentó seguir discutiendo, pero Lysianna le mandó callar, y tuvo que resistirse. Estaba interesada en lo que su patrón tenía que decir.

— ¡Ya ha sido suficiente! —alzó la voz Silco.

— ¡Sí! —respondió la enfurecida multitud.

—Nuestras vidas no les importan —continuó—. Solo quieren el dinero que producimos con nuestro sudor. Nos extorsionan, nos controlan como si fuésemos chuchos domesticados. ¿Qué derecho tienen de decir que somos su propiedad?

— ¡Eso!

—Ellos no saben lo que necesitamos, ¡porque no les importa! Y aún así nos controlan.

Lysianna había oído muchas charlas de Silco, y todo lo que decía era verdad. A Piltover nunca le había importado la gente de Zaun, y aún así los gobernaban. Los vigilantes patrullaban las calles cuando se sentían amenazados, cerraban el puente cuando les convenía, y controlaban el comercio.

Y todo eso solo eran cuestiones políticas. El tema humanitario era denigrante. La gente moría en las calles, y no había ni un solo hospital para al menos tratar de alargar un poco las vidas de las personas. Mientras tanto, uno en Piltover uno podía enfermar e incluso elegir a qué hospital o a qué especialista visitar.

No había medicinas, ni comida, y el trabajo era algo parecido a la esclavitud.

—Pero se lo mostraremos. Les diremos bien claro lo que queremos. ¿Qué es lo que queremos? —animó Silco.

— ¡Libertad! —repitió la multitud varias veces.

— ¡Eso es! No nos mantendremos en silencio. Lucharemos —inmediatamente, la gente coreó, y tuvo que alzar la voz para terminar el discurso—, por la independencia de Zaun.

—Creía que iba a ser una manifestación pacífica —le dijo Mylo a Lysianna, intentando que se le escuchase por encima del barullo.

—Es una forma de hablar de Silco, no te preocupes —lo tranquilizó la joven, aunque opinaba igual que Mylo.

RUIDO

Un hombre con malas pintas echó una ojeada a Lysianna y Mylo. El instinto de ella le advirtió que se acercaría, por lo que se puso delante de Mylo para protegerlo.

—Eh, niño, ¿qué coño haces aquí? —preguntó el hombre en el momento exacto en el que Mylo se escondió detrás de Lysianna.

—Viene conmigo. ¿Algún problema? —dijo ella sacando pecho.

—No te escondas, vamos —hizo el ademán de estirar un brazo para coger a Mylo, pero Lysianna se puso de por medio y le clavó el dedo índice en el esternón.

—Como le pongas una mano encima te la corto en pedazos, ¿me oyes?

El hombre hizo un movimiento amplio y brusco con sus brazos, dándole un empujón a Lysianna.

— ¡No me toques, joder! —vociferó el hombre.

— ¿Cuál es tu puto problema, eh tío? ¿Vienes buscando pelea? Métete con alguien que tenga el pito tan largo como tú. Espera, ¿por eso te estás metiendo con un niño?

Lysianna sabía que con ese comentario solo se metería en un lío, y que como mínimo saldría con la cara amoratada. Pero por suerte, alguien se metió por medio con calma, y ambos se callaron.

Silco era quien se había metido de por medio, y gracias a eso el hombre se pensó dos veces lo que estaba a punto de hacer: darle un buen puñetazo en el estómago a Lysianna.

—Guardad esas energías para la protesta. Recordad que estamos todos juntos en esto —intervino Silco—. ¿Qué pasa aquí?

Como acto reflejo, Lysianna escondió de nuevo a Mylo detrás de ella.

El niño estaba sin habla, el ojo de Silco le daban escalofríos y su mirada era como una espada que se te clava en las entrañas. Además, estaba el hombre que tanto se había interesado por él.

— ¿Pero qué tenemos aquí? —dijo Silco al ver al chico—. ¿Eres tú quien ha causado tanto alboroto?

Silco le echó una mirada al hombre, y este se estremeció.

—Oh, no lo habrás molestado, ¿no? —preguntó al hombre, que negó con la cabeza enseguida.

—Yo solo...

—Eso no está nada bien —lo cortó Silco—. Los niños son el futuro —de repente su amable voz se cambió para dar una orden—. Lárgate.

Aquello no sonaba como una súplica, sino como una amenaza. El hombre se marchó en seguida, y Silco se posicionó frente a Mylo y Lysianna.

— ¿Quién es tu pequeño amigo? —le preguntó a Lysianna.

—Es mi hermano —respondió tan seca como pudo.

Silco sonrió con nostalgia, y algo en su mirada cambió, aunque a ojos de Lysianna no parecía ser nada bueno.

— ¿Sabes? Yo también tuve un hermano. Pero me traicionó. Debes tener cuidado con las personas en las que depositas tu confianza, un día podrían volverse contra ti.

Mylo le dedicó una mirada de incomprensión a Lysianna y se aferró más a su brazo. Ella se mantenía firme como una regla.

—Lo veré en la protesta, ¿verdad?

—Claro —respondió Lysianna con una voz neutra.

Silco asintió con la cabeza y se despidió, para perderse entre la multitud.

—Vámonos de aquí —suspiró Lysianna cogiendo de la mano a Mylo, que se libró de ella en cuanto pudo.

Apartando a las personas que le cerraban el paso, Lysianna y Mylo consiguieron salir de la plaza, en silencio. Mylo terminó hablando sin poder contenerse.

—Pienso gritar hasta quedarme sin aire en los pulmones —dijo hablando de la protesta—. Los de arriba se van a enterar.

—Eso espero —respondió Lysianna—. Pero de eso nos encargaremos los mayores.

— ¿Qué? ¿Por qué no puedo ir? Es una manifestación pacífica, quiero...

—¿No te das cuenta de que algo pinta muy mal, Mylo? No pienso dejar que vayas. Estará lleno de gente de pocos amigos, como el tío ese, y no podré protegerte. Será mejor que te mantengas al margen.

Por primera vez en la vida, Mylo no replicó. Él también tenía un mal presentimiento.

El chico alzó la vista hasta Lysianna, para buscar su reconfortante mirada. Pero su mirada estaba perdida, pues estaba absorta en sus pensamientos.

Le cogió la mano a Mylo para caminar por las calle por la que se salía de la plaza, con la cabeza gacha, sin preocuparse por vigilar si alguien les seguía o les iba a asaltar.

Tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Ya no solo quería ir a la manifestación, sino que sabía que debía ir. Silco la vigilaría de cerca, él era el ojo de Zaun que todo lo ve. Y necesitaba su protección para sobrevivir, estaba completamente convencida de eso.

Y para más inri, le había prometido a Silco que Mylo iría con ella a la protesta. Y si no lo cumplía, había amenazado con asesinarlo. Cuando pensó en ello, apretó con más fuerza la mano de Mylo.

Ambos estaban distraídos, y no se dieron cuenta de que un chico bajo y regordete se había puesto delante de ellos, cerrándoles el paso.

—No, no, no —dijo Mylo al reconocer al chico—. Tienes que irte, no es buen momento.

El chico puso una mueca de decepción, y Lysianna comprendió lo que pasaba al momento. Estaba tan tensa, que se puso de muy mal humor.

— ¿Qué demonios es esto? —preguntó a Mylo poniendo los brazos en jarra.

— ¿Eh? ¡Nada! Él ya se iba, ¿verdad que sí?

— ¿Mylo? —insistió Lysianna.

—Vale, eh... —rodeó con el brazo la cabeza del chico—. Esto es Claggor. ¿Recuerdas ese amigo del que te hablé?

Claggor hizo el amago de sonreír, pero Lysianna no parecía dispuesta a recibir sonrisas.

— ¿Recuerdas lo que te he dicho sobre el tema?

—Te dije que haría una señal —le recriminó Mylo a su amigo.

Lysianna negó con la cabeza.

—Mylo, nos vamos.

— ¿Y qué hay de Claggor? —preguntó Mylo.

— ¿Me has oído decir su nombre? Venga, tenemos que irnos ya.

— ¿Y a dónde irá Claggor? —insistió.

— ¡Pues a donde vaya normalmente!

— ¡De eso se trata, no tiene adonde ir!

Lysianna suspiró y le echó una mirada asesina a Mylo. Luego, se acercó a su amigo y respiró hondo para tranquilizarse.

—Mira, Claggor, Mylo y tu podéis vivir en el mismo sitio, pero es solo un escondite. Apenas gano lo suficiente para alimentarnos a los dos con raciones mínimas y asquerosas. No puedo darte de comer. Y aunque Mylo te comparta la comida, no es suficiente para que vivais. Así solo moriréis los dos. Es mejor que sigas tu camino e intentes salir adelante. Lo siento.

Lysianna le echó una triste mirada de soslayo a Mylo.

—Vámonos, tenemos mucho que hacer.

Ella echó a caminar sin pensarlo dos veces, pero Mylo tardó en darle la espalda a su amigo.

—Venga Mylo —apremió Lysianna con bajo tono de voz.

Al poco tiempo de marcha, Lysianna miró hacia detrás. El chico había desaparecido, y por fin estaban solos, en las oscuras calles de Zaun.

—Sigue tú, tengo que hacer una cosa antes —le dijo la mayor a Mylo.

Él asintió, y Lysianna se quedó atrás. Giró hacia la derecha, y esperó a que Mylo se fuera, para volver sobre sus pasos.

Fue directa al sitio donde se habían encontrado al chico, y los buscó en todas las direcciones. Tenía que elegir entre ir a una calle ancha repleta de gente o un callejón solitario y tenebroso.

Y eligió el callejón.

Para su suerte, encontró allí a Claggor sentado en un rincón, secando sus silenciosas lágrimas con el puño de su manga derecha.

Claramente quería estar solo. No se dio cuenta de que había alguien allí con él.

—Ni siquiera has intentado convencerme —dijo Lysianna, sorprendiendo al chico, quién se quedó mudo—. ¿No piensas decir nada?

—Nada de lo que diga te va a convencer.

—Eso depende. ¿Eres valiente, chico?

Claggor se puso de pie y asintió con decisión.

— ¿Qué quieres que haga?

—Eso está mejor —observó Lysianna—. ¿Sabes de algún buen escondite?

—Hay un lugar en...

—No me lo digas, alguien podría oírnos —cortó, mirando con cautela los extremos del callejón—. Además, prefiero no saberlo. Así será más seguro.

— ¿El qué?

—Claggor, tal vez no pueda darte una familia, pero puedo darte una oportunidad. Quiero que Mylo y tu os escondáis allí el día previo a la protesta, y estéis escondidos hasta que empiece. Cuando comience el caos en el puente, deberéis cruzar hasta Piltover.

— ¿Cómo?

—En barca, nadando, escalando... No importa cómo. Lo importante es que, sea como sea, no os acerquéis al puente, y que nadie os vea. ¿Lo has entendido?

Claggor asintió muy serio.

—Tu trabajo será cuidar que Mylo no haga ninguna estupidez. No querrá separarse de mí, y eso lo pondrá en peligro. Espero que en Piltover tengáis un futuro mejor que el que os espera en este infierno.

Lysianna volvió a mirar a los lados, por si alguien les escuchaba, y le dijo unas últimas palabras al chico.

—Búscame mañana y te daré una bengala. Si tenéis problemas, enciéndela, y os encontraré.

Lysianna estaba dispuesta a marcharse rápidamente, pero Claggor la detuvo diciéndole:

—Gracias. Lo apreciado mucho, ¿verdad?

—Es mi hermano.

Y se largó de allí a paso rápido, vigilando sus espaldas, para reunirse de nuevo con Mylo, algo más aliviada.

• • •

El pueblo de Zaun rugía en el puente que separaba las dos ciudades. Algunos zaunitas habían hecho pancartas coloridas e ilustradas, en las que había pocas palabras, y si las había, la mayor parte tenían faltas de ortografía.

Los vigilantes que retenían a la muchedumbre utilizaron esto último como objeto de burla.

— ¡Aprended a escribir antes de pedir estupideces! —vociferaban.

Pero su voz apenas se escuchaba entre tanto griterío. Los zaunitas se habían cansado de escuchar lo que los de arriba tenían que decir sobre ellos y sus asuntos.

— ¡Dadnos la libertad!

— ¡Muerte a los vigilantes!

Tras ese grito de odio, alguien lanzó una bomba de humo, que les cayó encima a los vigilantes. Ellos le dieron una rápida patada y la echaron río abajo.

Como no sabían de dónde había sido lanzada, decidieron apuntar con sus armas a la multitud, que no se dejó intimidar. Más aún, los zaunitas se apretaban y empujaban, deseosos de abrirse paso entre los piltovianos.

Había mucha tensión, e iba en aumento. A los vigilantes no les gustaba sentirse amenazados, y los protestantes no tenían intención de someterse.

— ¡Nos morimos de hambre! —denunció Lysianna entre empujones—. ¡Queremos estudiar!

Estaba entre los primeros, y debido a que su estatura no sobresalía, era empujada repetidas veces. Sin embargo, usaba todas sus fuerzas en dar gritos, para hacerse oír.

Veía las miradas de asco de los vigilantes, diciéndoles que retrocedieran y volvieran a sus casas.

— ¡No tenemos casa a la que volver! —respondían los zaunitas.

Lo que no veía era su líder. El ojo de Zaun, que todo lo ve, estaba desaparecido. Y eso, fuera lo que fuese, no podía significar nada bueno.

Aunque todavía no había pasado nada malo, Lysianna presentía que los habían enviado a morir.

— ¿Alguna vez has disparado a alguien? —le preguntó un zaunita a Lysianna.

— ¿Qué? —preguntó ella despistada.

—Que si has matado a alguien.

Lysianna se sobrecogió. No había disparado a nadie... pero sí que había matado a alguien.

—No... No soy una asesina —dijo en voz alta, aunque se lo decía a sí misma—. No he cogido un arma en mi vida.

—Pues vamos bien —respondió irónicamente el zaunita, claramente decepcionado.

Un zaunita logró darle una bofetada a un vigilante. El vigilante se sintió personalmente ofendido y se tomó la libertad de darle una paliza al zaunita, con la ayuda de dos compañeros.

El amigo del zaunita comenzó a gritar su nombre y a intentar saltarse la barrera humana de vigilantes para auxiliarlo. Al ver que le daban patadas en el suelo al zaunita, entró en pánico y comenzó a agredir a los vigilantes para que lo dejaran pasar.

Ellos se defendían, y unos cuantos zaunitas más ayudaron al amigo desesperado. En ese momento, los vigilantes se sintieron sobrepasados y volvieron a apuntar con sus armas, dando un tiro al cielo como amenaza.

— ¡Este es el último aviso! —dijo un vigilante—. ¡Un forcejeo más y disparamos!

Todos los zaunitas levantaron las manos y dieron un paso atrás. Lysianna estaba aterrada. Se estaba dando cuenta de que ambos bandos estaban dispuestos a pelear, y los vigilantes tenían armas. Intentó retroceder, pero los zaunitas empujaban hacia delante, y no estaban dispuestos a retirarse.

—Dejadme pasar, ¡dejadme pasar!

— ¡Cállate, niña! —le gritó un anciano, dándole un codazo en la cabeza.

—Van a matarnos, ¡tengo familia!

—Todos tenemos a alguien, y por ellos estamos aquí. Deberías haber tenido tus ideas claras antes de venir.

Lysianna enmudeció, presa del pánico. Miró hacia delante, y vio cómo se llevaban al zaunita que había cruzado el puente, medio muerto por la paliza.

El amigo no se había quedado tranquilo, y seguía intentando pasar. Terminó consiguiéndolo, pero al hacerlo un vigilante le disparó a las piernas, sin pensárselo dos veces.

Los zaunitas enfurecieron y se abalanzaron contra los vigilantes. Estos intentaron defenderse por la fuerza bruta. Sin embargo, los vigilantes de la retaguardia, al ver que sus compañeros eran gravemente heridos por los puñetazos de los zaunitas enfurecidos, dispararon a quemarropa.

Se escuchó un grito de terror que le heló la sangre a Lysianna. Alguien había muerto.

A los zaunitas esto les alimentó el odio y las ganas de matar a los vigilantes, símbolo de la Piltover opresora que solo les sacaba provecho y no les ayudaba.

Lysianna fue arrastrada por la muchedumbre y se vio envuelta en medio de un montón de vigilantes y zaunitas, peleando con sus manos, rifles, y armas blancas como cuchillos, navajas y hachas.

No podía hacer nada. No era capaz de retroceder, y si avanzaba, sabía que moriría.

Era una mera espectadora del horror de la muerte y la guerra. Le salpicó la sangre de un vigilante, y cayó un zaunita a su lado, herido de muerte.

El zaunita le agarró del pantalón, y Lysianna salió de su ensimismamiento, asustada.

—Tengo un hijo. Se llama... —jadeó, expirando su último aliento.

Lysianna aprovechó que la muchedumbre estaba dispersa y distraída, e intentó regresar a Zaun.

Una granada explotó en la parte del puente perteneciente a Piltover, matando a zaunitas y vigilantes.

Apenas avanzó diez metros antes de ser atrapada por un vigilante, que le dio una patada en las piernas. Lysianna cayó al suelo de espaldas, y se dio la vuelta para mirar al vigilante, que le apuntaba con su arma.

— ¡Manos arriba! ¡Te vienes conmigo!

— ¡No he hecho nada! ¡Por favor...!

—Eso díselo a la persona a la que pertenece esa sangre.

Mientras el vigilante esposaba a Lysianna, una zaunita se abalanzó sobre él, tirándolo contra la barandilla del puente. Del empujón, al vigilante se le cayó el rifle, y la zaunita aprovechó para darle varios puñetazos en la cara.

— ¡Corre! —le dijo la mujer a Lysianna.

En ese momento, el vigilante detuvo la mano de la mujer y forcejearon. El vigilante se libró dándole una patada en sus partes íntimas a la zaunita y se arrastró con prisa hacia su rifle. La mujer se recuperó tan rápido como pudo y le propició una patada al vigilante en las costillas, con todas sus fuerzas.

Lysianna no sabía qué hacer. Sabía que debía ayudar a la mujer, pero era presa del pánico, y sólo quería irse. Al mirar hacia otro lado, para ver por dónde escapar, se fijó en que el puente de estaba llenando de un humo rojo muy denso, el humo de una bengala. Y entonces se aterró todavía más. Tenía que ser la bengala que le había dado a Claggor.

Mientras pensaba a toda velocidad, escuchó un disparo a sus espaldas, y comprobó que el vigilante había recuperado su arma y había disparado a la zaunita en el estómago.

La mujer cayó lentamente al suelo, y se desangró en cuestión de segundos.

Los ojos de Lysianna se abrieron como platos, y salió corriendo a toda velocidad, empujando a algún que otro zaunita que se cruzaba.

Se cruzó con el sabueso de Zaun, aplastando los cráneos de dos vigilantes con sus guanteletes metálicos, haciendo un ruido escalofriante.

Todo pasó tan deprisa...

Lysianna encontró a los dos niños aterrados, abrazados el uno al otro, petrificados en medio de la violenta muchedumbre, sosteniendo la bengala con sus temblorosas manos.

— ¡Lys! —gritó Mylo aliviado, corriendo a abrazarla.

Claggor, algo despistado, dejó la bengala en el suelo, aún liberando humo rojo, y se quedó esperando a que Lysianna le hiciese un gesto para abrazarla.

No tuvieron demasiado tiempo para reencuentros, pues había vigilantes por todos lados, dispuestos a matar a cualquier dianita violento.

—Vamos, ¡corred!

En otro escenario, Lysianna les habría pedido explicaciones de por qué estaban en el puente, cuando les había pedido expresamente que no fueran bajo ningún concepto. Pero era más urgente salir de allí con vida y pedir cuentas más tarde.

Los tres esquivaron a toda persona con la que se cruzaban, pero en medio de aquel caos era imposible retroceder.

— ¡Alto! —dijo una vigilante magullada, apuntándoles con su rifle.

Lysianna miró rápidamente al suelo en busca del algún arma para defenderse. Se agachó para arrancar una escopeta de las manos frías de un vigilante muerto.

Al ponerse de pie, colocó a los chicos detrás de sí y apuntó a la vigilante con la escopeta, cogiéndola con ambas manos, cerca del vientre. Pesaba más de lo que se imaginaba.

— ¿Qué crees que haces? —preguntó la vigilante acercándose a ellos—. Ni siquiera saber coger eso.

— ¡Ni un paso más!

— ¿Vas a disparar?

— ¡He dicho que ni un paso más! —gritó Lysianna temblorosa.

—Baja el arma, te vienes conmigo.

—Mis hermanos y yo vamos a irnos por donde hemos venido. Somos inocentes.

Claggor echó una mirada confusa a Lysianna.

—Estás apuntando a un agente de Piltover con un arma. Voy a tener que arrestarte.

— ¿Para separarme de ellos y que terminen en la calle? Me temo que no.

—Baja el arma, es una or-

La vigilante seguía caminando hacia Lysianna. Había conseguido estar tan cerca de ella que la chica entró en pánico, y disparó sin mirar.

La metralla hizo un agujero en el pecho de la vigilante, y esta, en el instante en el que sintió dolor, se encogió, disparando su rifle contra Lysianna.

— ¡Ah! —gritó Lysianna, soltando la escopeta.

Se miró las piernas y descubrió que la bala le había alcanzado el muslo izquierdo. La pierna se le llenó rápidamente de sangre. Se mareó al ver tanta sangre brotando del interior de su pierna. Incluso podía ver sus propios músculos.

— ¡Lysianna! —gritó Claggor. Mylo se quedó petrificado.

Lysianna intentó arrancarse una manga de su camisa, pero al hacer fuerza el dolor de la pierna se multiplicó, y salió más sangre.

Mylo reaccionó entonces y le ayudó a romperle la manga. Lysianna se la anudó a la pierna por encima de la herida de bala, y rápidamente tiñó la tela de rojo.

—Venga, hay que seguir —musitó.

A cada paso que daba, sentía que perdería la pierna. Le dolía tanto que le temblaba todo el cuerpo del esfuerzo. No podía correr.

—Tenéis que correr, yo os cubro.

— ¡No vamos a dejarte aquí! —se negó Mylo.

—No es momento para réplicas, Mylo. Salido corriendo, ¡ya!

—Pero...

—Nos veremos en unos minutos, os lo prometo.

Ambos miraron a Lysianna con una pena profunda. Pero al final, entendieron que debían hacerle caso.

—Todo saldrá bien —animó Lysianna—. Iré justo detrás de vosotros.

Los niños asintieron y se fueron, echando un par de miradas hacia atrás. Salieron corriendo, mientras Lysianna los seguía cojeando, soltando grandes quejas.

Vio cómo unos vigilantes se interesaban en los dos chicos que corrían solos por el puente, y sin pensarlo dos veces, Lysianna apuntó y disparó. Por desgracia, ya fuese porque estaban demasiado lejos o porque Lysianna nunca había cogido ningún tipo de pistola, falló, llamando la atención de los vigilantes. Al menos así no les harían nada a Mylo y a Claggor.

Comenzaron a disparar a Lysianna, y ella hizo lo mismo. Esta vez tuvo un poco más de suerte y consiguió abatir a uno. El otro se tiró al suelo para auxiliar a su compañero, y Lysianna aprovechó para seguir avanzando.

Pocos metros más adelante, un vigilante intentó dispararle, esta vez más de cerca. Lysianna esquivó el disparo agachándose, y desde el suelo disparó a la cabeza al vigilante, quien murió en el instante.

Sin embargo, cuando intentó ponerse de pie, las piernas le temblaron bruscamente, y tuvo que desistir en su intento.

Usó todas sus fuerzas para arrastrarse por el suelo, esquivando la sangre de personas que habían caído por el puente o habían sido brutalmente asesinadas.

Las fuerzas le duraron poco tiempo, y rápidamente se sintió fatigada, incapaz de avanzar un centímetro más. Intentó alzar la voz para pedir ayuda, sabiendo que nadie le ayudaría, más de su boca solo salió un balbuceo poco coherente, hasta que terminó desfalleciendo.

En menos de un segundo, dejó de poder hablar, de poder ver, de poder oler, y de poder sentir, y finalmente dejó de oír los gritos.

Continue Reading

You'll Also Like

1.7K 164 7
Raquel es un Fantasma que hace mucho tiempo había muerto en La Casona De La Nahuala. Había pasado casi dos siglos encerrada en aquel lugar en el que...
241K 16.7K 103
[TERMINADA] Todos los derechos de los personajes y demas les pertenece a Masashi Kishimoto ,a excepción de _____ ,Daiki y Eiji. las Imágenes les pert...
31.4K 1.4K 9
Watergirl una creación de la mente de max una chica con dos poderes fuego y agua gracias al amor que surgió de dos clanes muy diferentes acá es donde...
535K 72.6K 44
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!