El Adiós Dorado 1L

Door Sele_Aspiazu

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Todos sabemos que entre policías y ladrones solo hay una regla en cada bando: Arrestar al delicuente Salir... Meer

DEDICATORIA
PRÓLOGO:
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48 (EPÍLOGO)

CAPÍTULO 4

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Door Sele_Aspiazu

ALEXANDER VITAL

La luz entraba por las pequeñas rendijas que tenían las ventanas.

Aún recordaba cuando volví al bar por llamado de uno de los gerentes informando de que unos policías de mi cuartel habían estado bebiendo en demasía lo cual habían optado por hacerlos hablar para que dijeran quién podría ir a recogerlos ya que no podían caminar de lo alcoholizados que estaban.

Suspirando los veía sostenerse la cabeza mientras se quejaban del dolor que les hacía latir las sienes, los había encerrado en mi despacho para que no hicieran un escándalo entre mis hombres y mujeres que tenían casos que realizar.

-Alexander solamente te pido que nos dejes irnos a nuestras casa- imploro con agonía Manuel.

El rubio miraba hacía mi dirección con los ojos entrecerrados mientras me hacía llegar su odio hacía mi persona en silencio, en cambio Ethan nos observaba mientras jugaba con una lapicera que había encontrado hace unos minutos atrás.

-Tienes una obligación Manuel, cúmplela- le dije mirando la lista de pendientes que había colocado Carla sobre mi escritorio, papá se había salido de su cargo hace años por lo que todo el peso cayó sobre mis hombros.

Situación que no me molestaba ya que estaba preparado, rozaban las tres de la tarde cuando mi secretaria entró por la puerta con la mirada cubierta por una gafas de marco negro que resaltaban sus orbes azules claros.

Una chica de uno sesenta que contrate hace más de tres años, era una de mis compañeras de instituto cuando pasaba mis días en ese lugar, cuando nos graduamos ella tomó otro rumbo por lo que me sorprendió que viniera a pedir un trabajo ya que por lo que sabía ella había conseguido un buen puesto en una empresa internacional lejos de Francia.

Sospechaba que era una infiltrada pero con el tiempo me acostumbre a no encontrar pruebas que contuviera mis acusaciones, era una simple muchacha que no tuvo éxito y prefirió venir a mí.

-Señor Vital- exclamó reprimiendo la sonrisa divertida que tenía en sus labios por la situación que pasaban mis colegas.

-Carla- contesté sin apartar la mirada del informe del forense, el tipo me había hecho llegar su parecer sobre la escena del crimen en el museo.

Se produjo un silencio en completo mientras yo levantaba la mirada hacía la presencia de la chica que no encontraba las palabras coherentes que tenía que decirme, la examine por unos instantes mientras esperaba con paciencia a que hablara, no podía pasar por alto lo hermosa que era esa mujer pero no lograba fijarme en ella desde que la rubia del bar se había hecho llevar mi atención.

Carla siempre tuvo mi atención pero desde que esa chica se había metido en mi mente no lograba congeniar mis pensamientos.

-Victoria Smirnova ha venido a presentarse a la cita que pidió su representante- tartamudeo con miedo.

Todos mis sentidos se frenaron cuando escuche su nombre salir de los labios temblorosos de Carla, me paré por instinto al momento que veía como mis colegas abrían los ojos lo más grande que podrían hacerlo alguna vez, traspase el escritorio sin mirar a mis compañeros que comenzaron a hacer sus comentarios idiotas sobre la chica que me estaba esperando.

-Dile que puede pasar, que me de unos minutos- le pedí agarrando a mis amigos de la ropa y levantándolos de golpe.

Cuando ambos estuvieron en pie y un poco arreglados hable de vuelta hacía mí secretaria que no aguantaba la risa que estaba a nada de salir.

-Vayan a sus puestos de trabajos- les ordene con una fingida sonrisa tranquilizadora.

Mentiría si dijera que las piernas no me temblaban por la sola presencia de la mujer que odiaba, desde hace dos meses no la veía, cuando la encontré en medio de todo ese problema, vi en sus ojos el miedo que cruzó por ellos pero fue efímero ya que al momento me sonrió diciéndome ese sobrenombre que me coloco, le entendía ya que tenía experiencia en el ruso y ella al parecer practicaba el italiano.

-Como usted diga comandante- dijeron al unísono.

Los empuje al instante que me giraba hacía el escritorio tratando de aparentar la normalidad que quería mostrarle a la otra persona, mi corazón latía rápido por su sola esencia ya que podía saber en donde se encontraba: Ella tenía la presencia de un soldado y la fuerza de un general como la hermosura que podría tener las brillantes medallas.

Me senté sobre mi trono y admiré como el trío salía de mi despacho con una risa incluida, suspiré mirando como la puerta se cerraba pero era tocada amablemente por una mano delicada que golpeó con tranquilidad.

-Adelante- dije casi gritando hacía la persona que se encontraba detrás de esa puerta.

Me levanté de mi silla en completo silencio con una sonrisa sarcástica al momento que veía como ambas puertas se abrían de par en par dejándome ver a la figura de una mujer poderosa, los rulos negros que se había hecho rebotaban sobre sus hombros mientras sus ojos abarcaban todo detrás de unos lentes negros que combinan con su vestimenta que contaba de un vestido largo que tenía un gran corte desde su muslo derecho hasta sus pies, en ellos habían unos borcegos del mismo color que lo demás pero con brillantes, sus brazos estaban protegidos por un saco del mismo color que toda su vestimenta.

Camino el trayecto que la separaba de estar cerca de mi al momento que no aceptaba la mano que levante con la intención de saludarla, observe como se sentó sobre la silla bajando un poco sus gafas para mirarme directamente a los ojos, sus orbes azules compitieron con los míos en una lucha silenciosa al momento que sonreía hacía mí.

-Alexander Vital, Jefe de la CRS de Francia o mejor dicho las fuerzas de seguridad- saludó con una sonrisa.

Una media sonrisa surco mis labios al momento que mi cargo salía de sus labios color fucsia.

-Victoria Smirnova, la mejor ladrona y mafiosa en toda Francia- salude sentándome en mi lugar.

-Gracias por recibirme- agradeció con simpleza.

Examine su mirada que se paseaba por toda la estancia buscando algo que no lograba encontrar al parecer ya que volvió a hablar dejándome impactado por su pedido.

-Necesito que me ayudes a encontrar a los responsables de la muerte de unos familiares- me pidió sin mirarme en lo absoluto.

Me atragante con mi propia saliva al momento que la escuchaba, la misma chica que hacía temblar a toda Francia con solo mirar a las personas que quería ahora mismo me estaba pidiendo información que ella misma podría encontrar sin siquiera mover un solo músculo.

-¿Para qué quieres mi ayuda Victoria?- le pregunté con la mirada fija en ella.

Analizo mis palabras por unos instantes al momento que suspiraba con normalidad y ocultaba de mí esa faceta que la atormentaba, ella estaba sufriendo por algo y a mi parecer no se refería a un simple familiar.

-Habla Victoria, para algo estás aquí supongo- le dije perdiendo la paciencia por su silencio que no me daba nada.

Giró su cabeza hacía mí fingiendo lo más bien mientras movía las manos con frenetismo, parecía que en cualquier momento se moriría pero sorpresivamente me volvía a tomar por sorpresa cuando hablo de un tema que no quería tocar.

-¿Estuviste en mi bar?- interrogó ocultando la sonrisa de mi.

Me quedé callado por unos instantes al mismo tiempo que buscaba la parte coherente de mi visita a ese lugar pero por desgracia no encontré una respuesta que estuviera a la altura de un jefe de policías por lo que opté por otra vía más transitable.

-Se que no has venido a mi lugar de trabajo solamente para interrogarme sobre la visita en tu lugar de diversión nocturna- le reclamé con ironía.

-Como siempre tienes razón Alexander- concedió con risa.

Sin poder contenerme le pregunté la cosa más idiota que alguna vez salío de mis labios.

-¿Por qué me llamas Coba?- pregunté como imbécil.

Victoria me observó con el ceño fruncido por unos minutos hasta que volteo la cara hacía la puerta que se abrió bruscamente por la mano de Ethan que sonrió hacía mi y inclinó la cabeza hacía ella que imitó su movimiento sin siquiera inmutarse por la interrupción.

-Jefe hay un altercado en el banco, dos heridos y tres hombres identificados como los atracadores- informo con velocidad.

Me paré sobre mis pies a la velocidad de la luz al momento que Victoria imitaba mi acción con la rapidez que la caracterizaba para los robos, la miré por unos minutos al mismo instante que sacudía la cabeza con insistencia para volver la atención a mi presente.

-Prepara los hombres con velocidad, salimos en milésimas- le dije sacando mi pistola de mi cinturón.

Lo vi salir mientras gritaba a los cuatro vientos, salí de detrás del escritorio pero cuando pase por al lado de Victoria ella me sostuvo la muñeca dejándome en mi lugar pero sin voltearme.

-Necesito tu ayuda Vital- imploro.

-Tengo cosas que hacer Smirnova, pero podremos hablar más adelante- le dije sin mirarla.

-Mi empresa hará una fiesta de máscaras mañana, está cordialmente invitado a ser mi visitante estelar, en esa fiesta estarán los que quieren asesinarme así que necesito sus servicios- dijo soltándome de pronto y yéndose de mi lado sin mencionar más palabras.

Suspiré escuchando sus pisadas al momento que susurraba.

-Esa mujer me matará en algún momento- dije con una sonrisa.

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