Blue
La fiesta para agradecerle a la Diosa será en apenas un par de días, toco mi vientre y miro alrededor, la manada nos mira.
Lógico.
A mi derecha camina Oven y a mi izquierda, Honey.
Detrás de nosotros unos alfas apestosos marcando el territorio.
El mío está estresado, no le gusta la idea, no le gusta nada la idea.
Pero cuando vi que día tras día Hammer llevaba a Oven al comedor, indiferente a lo que los demás dijeran. Supe que yo también tenía que hacer algo.
Y esto hago, ya que Dagger está apunto del colapso, tendré que ser yo el que haga algo por la situación.
Oven, como no esperaba menos de él, va con su eterna cara de malas pulgas. Ese es mi gamma, pero Honey no levanta los ojos del suelo.
Aún así vale, el mensaje es claro, yo apruebo esto, y por añadidura, Dagger, nuestro líder lo aprueba también.
Aunque nadie tiene que saber que mi alfa duerme en el sofá, que no le toco ni con un palo, y si me habla me marcho de casa.
Quizás estoy llevando esto muy al extremo y no me estoy poniendo en su situación, lo que sea.
Estoy harto, estoy harto de esta manada.
Y como también es mi manada, tengo el derecho y la obligación de intervenir.
Sin embargo, aunque muchos muestran desprecio, otros nos saludan y sonríen, y es por esto por lo que hago este paseito. Son esos a los que necesito, a esos por los que lo hago.
Me he agarrado del brazo de Oven porque esta semana se me está haciendo dura. Estoy deseando superar los primeros tres meses, a los que me queda poco para llegar, el sanador me ha dicho que el riesgo de pérdida bajará y que el malestar también.
No le quiero decir a Dagger que me encuentro mal, que no duermo por las noches sin él, que cuando despierto lo hago dolido por sentirme vacío.
No, todavía no.
—¿Tú los vas a dejar ahí?—me pregunta Oven mirando el edificio donde un montón de pequeños alfas nos miran serios.
La guardería alfa es un lugar que siempre me ha provocado sentimientos encontrados.
Miro de reojo a mi alfa, él creció ahí, él y los demás que nos siguen, los que nos rodean. Es parte de lo que ellos son.
Las mujeres alfas gestan pero no crían, y siempre ha sido así.
Una beta tiene en sus brazos a una pequeña alfa risueña, como si disfrutara de ese abrazo y de vernos.
Me acerco a ella y la mujer se pone nerviosa, pero yo solo sonrió y acaricio a esa preciosa niña que me tira sus brazos para que yo la tome en los míos.
Pero noto como Dagger se adelanta para impedirlo.
—Luego cuando la dejes, llorará —me dice él— llorará desconsoladamente.
Y esa es la crianza de los alfas, no, no quiero que un hijo mío crezca así. Y me doy cuenta de que si nace alfa, tendré que renunciar a él o ella. Solo podré criar omegas, lo que se espera de mí.
Aquí, porque en mi manada yo fui criado con mis hermanos alfas, al menos hasta que estos cumplieron una edad y se marcharon con el resto a los campamentos de entrenamiento.
Tomo a la niña entre mis brazos, y ella se ríe contenta.
Dagger gruñe molesto.
—No, no los dejaré ahí, yo voy a criar a mis hijos —digo bien alto, para que todos se enteren. Incluido mi alfa.
Entonces la veo, veo a una alfa que nos sigue, pero no nos sigue a nosotros sino a la niña alfa en mis brazos, tan cansados ya de portarla que me paro.
—¿Es tuya? —le digo a la alfa y ella asiente.
Los demás la miran, sé lo suficiente de esta manada para saber que ella no debería saber cuál es la criatura a la que dio a luz. En parte puedo entenderlo, un modo de desligarse de ellos, de no formar vínculos.
Y sin embargo, yo, que estoy gestando desde hace tan poco sé que ese vínculo no desaparece tan fácilmente. Los ojos de esta alfa están llenos de dolor, y le tiendo a su hija.
—¿Serías tan amable de llevarla tú? —le pido, y ella asiente rápidamente, uniéndose a nuestra particular caminata por la manada.
—Eres todo un transgresor, bollito preñado —me dice Oven mirándome contento.
Mop
Veo a Oven en ese particular cortejo, el modo en el que mi amigo se ha metido en ese asunto es aún sorprendente para mí.
Pero ahí está, rodeado de omegas y alfas, miro a Hammer, como no quita los ojos de Oven, y me parece tan bonito.
Mi amigo no se merece menos, pero juro por la Diosa, que no pensaba que eso pudiera ocurrir.
Tampoco que unos brazos me tomen por detrás pegándome a su cuerpo, nadie nos ve, solo tienen ojos para los que pasan ante ellos.
Pero noto los labios de Slate en mi cuello, besándolo.
Poco a poco, andando hacia atrás, desaparecemos del grupo de espectadores.
—¿Has terminado?—le pregunto, girándome para besarle.
—No, solo me he escapado para venir a mirar el espectáculo.
—Alucinante, ¿verdad? —Pero Slate no me deja hablar correctamente, noto su urgencia, y yo la siento igual.
Desde aquel beso robado, no hemos parado de buscarnos. Creo que Slate sabe que lo suyo con Oven ya es del todo imposible, sé que eso es lo único por lo que yo he tenido esta oportunidad.
Sé que es así, pero no me importa, nunca soñé con que él quisiera algo más conmigo. Tampoco hablamos sobre el tema, así está bien, no necesitamos más.
Yo no necesito más.
Lo noto sobre mi cuerpo, y nunca he sentido tanto no poder gozar de ningún lugar privado. Teníamos que hacerlo en mi barracón cuando menos gente hay, en alguna esquina poco transitada, en el bosque pero sin salir de las puertas.
Pero él me está arrastrando a otro sitio, a uno al que yo no he ido nunca.
Cuando entro me quedo congelado, eso es uno de los barracones betas.
—No habrá nadie, todos están fuera mirando al séquito del omega loco por los gammas.
Me hace sonreír, pero sé que lo que hace Blue no lo ha hecho nunca nadie.
—¿Dónde estamos? —le pregunto, pero me temo que lo sé.
—Vamos a mi habitación.
—No podemos, ¿qué dirán tus compañeros? Lo voy a apestar todo.
—Por favor, deja tu olor por todos lados, creo que me he hecho adicto a él.
Y noto cómo sus manos se meten debajo de mis pantalones buscando mi pene erecto y lubricado por sus besos.
Slate me hace perder la cabeza cuando me dice esas cosas, mi olor es malo, y él lo hace sentir como si yo oliera a dulce omega.
Voy a hacer cualquier cosa que él quiera, y lo sabe, yo lo sé.
Abre la puerta, y veo por primera vez una habitación beta.
Es pequeña, pero solo la ocupan cuatro betas, y ahora no hay ninguno.
La mezcla de olores es curiosa, pero no es desagradable, sobre todo porque ahora solo puedo sentir a Slate.
—Esta es la mía. —Me enseña su cama, y me tumbo en ella refregándome contra las mantas.
Él me sonríe desde arriba, aprobando como me muevo, aspiro el leve aroma de su dueño. Me encanta el lugar, es de Slate, y él lo ha querido compartir conmigo.
Se tumba a mi lado, atrayéndome hacia sí.
Me encanta cuando me abraza, cuando me hace sentir así de bien.
—Si lo que está haciendo nuestro omega cuaja —dice Slate abrazándome más fuerte mientras beso su cuello—, voy a pedirle al consejo una casa propia.
Yo le miro, una casa propia son para las parejas betas. No quiero sentirme mal, pero es normal, no veo a beta más bueno y que se merezca su propia familia que a Slate.
Asiento, y me centro en el presente, donde Slate aún es un poco mío. Cuando llegue el momento, le desearé lo mejor, que es lo único que él se merece.
Pero busca mi cara y me doy cuenta de que me lo va notar, intento esconderla. Slate no me debe nada, soy feliz así.
—Para ti y para mí, Mop —me aclara.
—¿Qué? —le pregunto pensando que he oído mal.
—Una casa para nosotros, no quiero seguir así, quiero tenerte en mi casa. Quiero besarte en mi casa —me dice buscando mis labios suavemente.
—Pero... —digo sin saber qué decir, no tengo palabras.
—Pidámosles a la Diosa que ese omega que nos ha regalado lo consiga —me dice como si de verdad le estuviera haciendo una plegaria a nuestra Diosa—. Sino, la haré con mis propias manos, pero tú y yo vamos a estar juntos, si tú quieres.
Me subo sobre él, más rápido de lo que yo mismo me doy cuenta, él me mira sonriente.
—Sí quiero, claro que quiero, yo lo quiero todo contigo —digo intensamente.
Slate sonríe, buscando mis labios.
—¿Todo? —Y noto como su tono cambia, mi trasero está justo sobre su miembro.
—Todo —digo frotándome contra él.
Ya estoy de vuelta, con las pilas recargadas y ganas de entrar en la recta final de esta historia.
Blue sí que es un regalo de la Diosa, y mi Mop se merece todo lo bueno de este mundo.
Ahora, veamos el mundo arder XD
Hasta el jueves.
Besos
Sara