Anochecer Tras El Amanecer (D...

By Dylivm

86 24 89

La historia de Louis Gerald Train sigue, pero ahora en México y no sabe si algún día para encontrar a su más... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19: Final

Capítulo 5

10 2 17
By Dylivm

Estuve yendo al estudio de grabación para filmar 2 videos musicales de un par de canciones de mi disco debut; siendo más específicos, fueron las canciones Sunshine y Extrañarte, fue muy divertido filmar dos videos musicales. Sin embargo, no fue nada fácil grabar esos videos, de hecho: acabamos hasta febrero del año en curso (2022), no fueron los primeros videos musicales que grabé, evidentemente, pero sí fue una experiencia única e inigualable.

Y sí, durante todo enero estuve sin tener noticias de Richard. Pero Fátima, Leonardo, Diego y toda la gente que conocí en México, me invitaron a comer una «Rosca de Reyes». Ya conocía la tradición por mis abuelos, el cinco de enero se partía la rosca y debías de pagar los tamales el dos de febrero si te salía una figura de plástico con la forma de un niño Dios (o eso se suponía). Por buena suerte, a mí no me salió ninguna figura de plástico, por ende: no tuve que pagar los tamales el dos de febrero. Aunque no me hubiera molestado en absoluto haber tenido que pagarlos, o sea: ya contaba con mi propio dinero.

México era igual de hermoso que Francia y los mexicanos eran mucho más amables que los arrogantes francesitos y no te usaban como promoción para un futuro CD. Sí, me estoy refiriendo a ti, Tom Roux. Ese miserable, mentiroso, egoísta e infiel canalla.

Pero Richard Vallaj, mi sueño… ¿él me extrañaba a mí o no?, ¿por qué había tenido ese sueño? ¿Fue una señal del destino o algo por el estilo? Yo elegía creer que Richard me extrañaba de la misma forma en que yo lo extrañaba a él, ¿por qué ? Porque él me hizo sentir muchas cosas en tan poco tiempo que no sentí con Logan en tantos años, creo que ya lo dije mucho; pero es verdad que Richard sí era el amor de mi vida y que siempre habría espacio en mi corazón para él y solo para él. Eso era lo que yo creía y anhelaba.

Era catorce de febrero y me encontraba en mi departamento escuchando mi CD (seguí la tradición de mi cantante favorita al comprar mi propio CD, lo había dejado guardado en un cajón de cosas especiales) mientras aseaba mi casa, cuando de repente un mensaje llegó a mi teléfono de un número desconocido.

«Te reto a que abras la puerta de tu casa», me asusté en cuanto lo leí, era un número de México, pero registré a todas las personas mexicanas que conocía y yo no le di mi número a cualquier persona desconocida, así que no podía ser que el número fuera desconocido. Entonces fue que decidí no acercarme ni a abrir la puerta ni estar cerca de ella. Me llegó otro mensaje al pasar un par de minutos. Estaba muerto de miedo.

«¿No abrirás, pequeño Gerald?»; ahora sí entré en pánico, no respondí el mensaje porque después me llegó otro más. Eso ya lo había visto antes, parecía que al escritor de los capítulos en mi vida, le gustaba repetir secuencias y patrones idénticos.

«Hace frío y tengo un vuelo en dos semanas». ¿Quién me hubiera reclamado por un vuelo en dos semanas?

—¿Con dirección a dónde? —ahora sí decidí que me tenía que acercar más a la puerta, de forma sigilosa, mientras esperaba una respuesta de parte de quien pensaba que era Lezley (porque solo ella hubiera sido capaz de reclamarme sobre un vuelo en dos semanas)—. Voy a abrir la puerta —lo anuncié, esperando que me hablara desde el otro lado de la puerta; no recibí respuesta a alguna—. Sería una completa locura si fueras…

—¿Yo? —¡era él! ¿Qué hacía él y cómo me había encontrado? Nunca le di mi dirección—. Hola, guapo, me extrañaste, ¿verdad que sí? —Scott, con su sonrisa coqueta, una camisa desabotonada hasta casi mostrar su pecho, y con una gran actitud, estaba recargado en el marco de mi departamento; ¿qué carajos hacia Scott Robinson en mi departamento y cómo carajos me encontró?

—No eres quién yo creí que eras —su mirada de decepción me decía que lo arruiné—. Pero agradezco que estés aquí, no te lo tomes a mal. es una gran sorpresa.

—Tranquilo —mejoraron las cosas entre Scott y yo después de que me lo encontré en un concierto; pagó por una entrada del tipo M&G (Meet and Great) para tener una foto conmigo—. No creí que fueras a venir a verme aquí en México, es todo —sabía que él estaba feliz de verme, al igual que yo me sentía feliz de verlo.

—También me da mucho gusto verte, Louis Gerald —mi relación con Scott fue mejorando después de la foto en el Meet and Great debido a que él fue la última persona; dicho gesto le incitó a querer invitarme un café en Starbucks, yo acepté a pesar de que tenía mil proyectos en mente y mi corazón destruido porque Richard se había ido y me encontraba triste; pero eso fue en París, ¿cómo carajos me había encontrado en México?—. ¿Me vas a dejar pasar o qué vamos a hacer?

—Cierto, ¿dónde están mis modales? —me di una face palm, porque me porte muy maleducado con él—. Adelante, pasa, lo siento mucho.

—No te preocupes, Louis —si algo era de admirarse de Scott era su educación; cualquier otra persona (menos Lezley y Richard) habría sido un poco más grosera conmigo y tal vez se hubiera molestado, pero Scott no era así.

—¿Cómo estás, Scott? —él me miraba fijamente, nunca me habría imaginado que Scott y yo terminaríamos siendo colegas muy unidos (tal vez no de trabajo pero lo consideré mi amigo por cómo me trató desde que nos vimos unos meses atrás)—. ¿Qué tal la vida? ¿Qué tal la escuela? ¿Alguna novedad en el amor, querido? —comencé a preguntarle.

—Sabes que me gusta dejar todos esos temas más privados; no me gusta compartirlos con nadie por el temor a ser juzgado.

—¡Qué locura! —parecía que mi carcajada podía oírse hasta el otro lado del edificio, fue raro; bastante—. Sí sabes que yo no voy a juzgarte por nada en particular, ¿verdad? Porque, de no ser así, espero que sepas.

—Mmm, no sé, recuerda que no tienes buen historial porque antes eras más como…

—Marcus Miller —creí necesario que debía terminar la frase por él—. ¿Por qué nadie lo puede superar? ¡Marcus sí era así pero ya no lo es porque cambió para bien!

—¿Lo has visto últimamente?

—Sí; cuando se reunió con Logan y Richard Vallaj para cantarme un show completo; fueron mis teloneros.

Wow! —¿tan difícil era creer que Marcus Miller sí había cambiado?—. Lo siento, es solo que no creo que Marcus Miller de verdad haya cambiado —sí, era muy difícil de creer, es bien sabido que la hierba mala nunca muere.

—¿Qué quieres que haga Marcus para que le creas?

—Que hable con la escuela Apple White y que me ofrezca una disculpa pública por hacer de mi vida un infierno durante mi último año ahí mismo —Marcus Miller nunca se disculpaba; salvo conmigo, no iba a querer hacerlo con Scott.

—¿Una disculpa pública? —seguí sin poder creerme lo que Scott pedía.

—O lo puedo demandar por acoso escolar y levantar falsos testimonios al decir que yo consumía drogas.

—Tienes razón, Scott —sí, Marcus Miller le hizo la vida imposible en Apple White al pobre Scott—. ¿Todo esto para creer que de verdad cambió?

—No, eso sería algo estúpido —¿qué querías realmente, Scott Robinson?, ¿qué querías?—. Quiero que me pida perdón por todo el infierno que me hizo pasar en Apple White, quiero que de verdad lo sienta y quiero que no vuelva a mencionar mi nombre en su vida. Una disculpa que sea genuina.

—¿No crees que es algo exagerado que no quieras que Marcus mencione tu nombre por el resto de su vida? ¿No crees que solo una disculpa sería más que suficiente?

—Ay, no, Dios —Scott se rio, pero ¿qué fue tan gracioso en todo lo que dije?—. Es lo mínimo que merezco después de toda la mierda por la que pasé por culpa suya e incluso pienso pedirle que me pague una cantidad de dinero por el trauma que me generó.

—Dios, eres una bruja —mascullé, el plan era que Scott no lo oyera, pero sí escuchó y me reclamó después—. No, no hable de ti; me refería a Marcus Miller por lo que te hizo vivir en Apple White.

—Te perdono —¡al fin!—. ¿Podemos poner algo de música, ir por unas botanas, alcohol y fumar un poquito aquí en tu departamento? —¡justamente eso era lo que estaba pensando!, ¡esa idea era asombrosa!

Subimos a mi automóvil (porque me compré un automóvil una vez que me empezaron a pagar en México), encendí el radio y empezó a sonar una canción de una estrella de Disney que hablaba justamente sobre manejar; ¡qué ironía, ¿no?!

Después de conducir un rato, llegamos al Walmart cerca del centro comercial Perisur (elegimos ir a ese establecimiento porque Scott quería seguir conociendo la Ciudad de México; estaba detrás del ya mencionado, literalmente estaba muy cerca), nos bajamos con nuestro cubrebocas puesto y nos dejaron entrar al supermercado, después de pasar por todos los filtros de seguridad que exigía el supermercado para evitar contagiarnos de COVID.

Pasamos entre todos los pasillos buscando una buena botella de alcohol acompañada de un par de botanas y unos cigarrillos; todo iba bien, salvo que yo quería unos cigarrillos específicos y que no vendían en Walmart; o en cualquier tienda de autoservicio (o eso nos comentó la amable cajera que tuvo la dicha de atendernos), tuvimos que comprarlos en un minisuper que estaba cerca.

—Iremos al Oxxo más cercano —no hubo necesidad alguna de explicarle a Scott lo que me refería con un Oxxo, le entregué a la chica mi tarjeta de crédito y nos cobró lo que llevábamos.

No llevábamos bolsa alguna para llevarnos las cosas, así que tuvimos que llevarlas en las manos; en México nadie nos veía raro si llevábamos alcohol y botanas, a nadie le interesaba lo que fuéramos a hacer (a diferencia de los franceses y los estadounidenses; ese tipo de gente sí podían llegar a tirarnos una mirada de pocos amigos y a criticarnos, si nos veían con alcohol, tabaco y botanas).

—¿Sabes de algún Oxxo cerca? —al llegar a la salida del estacionamiento, nos olvidamos de que teníamos que pagar el tiempo que nos quedamos.

—¡Puta madre! —tiré mi cabeza directo al volante, haciendo sonar el claxon (como la escena de una película dramática americana).

—Volvamos a pagar el servicio de estacionamiento —así pasó. Al mismo tiempo, me encantaba estar con Scott; él me trataba con tanta gentileza y educación. Era tan lindo y atento. Nos dirigimos directamente a pagar el estacionamiento y después encontramos el Oxxo más cercano que pudimos hallar (no sé en dónde; la verdad es que condujimos sin parar hasta encontrar un Oxxo), y ahí compramos más alcohol (porque había promoción) y algunos cigarrillos (unos de sabor, otros típicos que todo el mundo fumaba; todo el mundo excepto yo, y unos más que tenían doble cápsula; sabían deliciosos y, en mi opinión, tenían sabor a uva, o tal vez a alguna flor morada, con menta).

Llegamos a mi departamento un par de horas después de que salimos del mismo, tuve que alimentar a Hades y pusimos música después de terminar de alimentar a mi pequeño y lindo gatito.

—¿Qué te gustaría oír, guapo? —quise cambiar la rutina porque yo siempre escuchaba lo mismo todo el tiempo (por lo general: escuchábamos a mis artistas favoritas con música movida y una que otra canción lenta, ya no quise repetir el patrón); entonces me dispuse a que él escogiera lo que íbamos a escuchar.

—Pon algo de reggaetón —¿así que querías escuchar reggaetón, Scott?—. No me mires así, es solo que sí escucho ese tipo de música y creo que es uno de los géneros musicales que más se escucha aquí en México, ¿no?

—Así es, mi estimado —y es que sí era verdad—. Escuchan reggaetón, corridos bélicos y un poco de rap.

—¿Te gustan los corridos bélicos y el rap, Louis? —ay, Scott, yo ni siquiera sabía qué géneros eran los que me gustaban.

—Solo Jenni Rivera y el rap no me gusta del todo, prefiero el trap.

—¿O sea que el reggaetón? —oops!, Scott tenía razón.

—Sí, el reggaetón —le nombré distintas y distintos cantantes que incursionaron o fueron pioneras, pioneros del género que estábamos a punto de escuchar y a él le encantó la idea.

—Pero le eres fiel a tu cantante norteamericana favorita, ¿verdad que sí, Louis Gerald? —comentó mientras encendía un cigarrillo de pepino.

—Sí; igual que a mis otras cantantes que también sigo desde que era un niño, literalmente crecí con su música y ellas fueron un gran exponente en mi vida.

—La sagrada trinidad de Disney —sí, sí era verdad que yo me consideré fan de la Sagrada Trinidad de Disney Channel.

—Sí —me pidió que le contara cómo me iba en la vida, cómo fue mi proceso para salir adelante y, una vez que terminé de contarle todo, pusimos mi disco debut; a la vez no me gustaba, porque me di cuenta de que no me gustó mucho el resultado final—. Estuve muy presionado grabando el disco y casi no podía cantar mucho debido a unos factores que me distraían horrible.

—¿Qué es lo que te distraía, Louis Gerald? ¿Crees que puedas decírmelo? —no respondí, ni siquiera yo mismo estaba seguro de qué es lo que me distraía; ¿o sí lo sabía y simplemente no quería decirlo?—. ¿Richard Vallaj o tu fan anónimo #1? —me quedé en silencio y abrí mis ojos de par en par (dejé mi boca cerrada; aunque después la abrí, gesticulando una letra «o»)—. Cierra la boca, hay moscas ¡y qué asco!

—Perdón, no entendí nada, ¿me puedes repetir lo que acabas de decir? ¿Cómo carajos sabes que yo tenía un fan durante mi estadía en el último año de la preparatoria Apple White?

—Es que todo el mundo se enteró en la escuela de lo que pasaba —¿todo el mundo se enteró, Scott? ¿En serio?—. No era un secreto lo que pasaba contigo. Creo que no tiene nada de malo, ¿o sí?

—Es solo que me da muchísimo miedo que todo el mundo sepa.

—No tengas miedo, Louis Gerald —Scott tomó mi mano entrelazando sus dedos con los míos—. Yo te protejo —y esto último me lo susurró.

—¿En serio me protegerás? —no intenté soltarme de su agarre porque me sentí bien.

—Sí, siempre lo haré —me acercó más a él y me abrazó tiernamente, fumó un poco y posó sus labios en los míos, lanzó el humo de su cigarrillo antes de besarme, pero con sus labios sobre los míos; terminé sacando el humo cuando nos separamos y ni con Richard hice eso; o tal vez sí—. ¿Te gustó?

—Me encantó —empezó a reproducirse una canción que hablaba sobre el sentimiento de por fin conocer s alguien por primera vez en mi mente; such a song—. Pero no estoy seguro de querer esto.

—¿Porque no soy Richard? —dejó de abrazarme y cruzó los brazos—. Pensé que yo también te gustaba.

—Pero…

—No soy él —no me dejó terminar mi frase; me molestó bastante—. ¿No es cierto?

—Nunca dije eso —obviamente tenía que ponerme a la defensiva.

—Entonces ¿qué es lo que pasa? —fue a servirse un poco más de alcohol con una bebida gaseosa, me preguntó si quería un poco y tuve que agradecerle, porque me encontraba bien, mejor decidí encender un cigarrillo—. Por favor, sé sincero conmigo, ¿qué pasa?

—Tú —lo señalé con mi dedo—. Eso es lo que pasó; tú.

—¿Acabas de decirme un verso de una canción nueva? —me atrapaste, Scott.

—Sí, disculpa —me quedé helado porque era de esos momentos en los que no sabías qué hacer o qué decir.

—Yo sé lo que te pasa y no sé si deba decírtelo o no —¿por qué no me lo decía?, ¿qué era? Tuve que insistirle; algo que casi no hacía—. Tú esperabas que detrás de la puerta estuviera Richard y no yo —sí, al final lo dijo.

—Pero ¿por qué piensas que me preferiría que Richard estuviera aquí y no tú? —ok, sí era verdad, pero ¿de dónde diablos lo sacaste, Scott?

—¿De verdad quieres que te diga qué fue lo que me hizo darme cuenta de que quieres que esté Richard Vallaj aquí, Louis Gerald? —le respondí que sí, solo se aclaró un poquito la garganta antes de hablar y soltó un largo suspiro antes de hablar—. También sigo a Richard Vallaj en Instagram, lo que quiere decir que sí sé lo de Louchard y también sé que se fue a trabajar a Suiza por culpa de su padre, por lo tanto, lo extrañas muchísimo y ahora no sabes qué hacer porque no te ha llamado ni para desearte felices fiestas —¿cómo sabía lo de Richard si él no publicó nada ni en sus historias ni en su feed de Instagram? Oh, claro, yo lo publiqué en Twitter.

—Sí, en eso tienes toda la razón —no entendí por qué me tardé tanto en admitirlo—. Además de que tú y yo somos muy buenos amigos, ¿no es cierto, Scott? ¿Miento?

—Pero me gustaría que fuéramos algo más que solo amigos.

—Disculpa, ¿qué acabas de decirme? ¿No te quedó claro lo que tú mismo dijiste? Tú ya sabías que Richard estaba en Suiza, ahorita no sé dónde carajos está; pero tú sabes lo que siento por él, don't you? ¿Qué era lo que esperabas realmente?

—Olvídalo —se acercó a mi celular (el cual estaba desbloqueado) para poner una canción—. Espero que esta canción te guste.

—¿Safaera de Bad Bunny? —sí, me gustaba la canción y la disfrutaba mucho—. Pues gracias, Scott, me encanta esa canción.

Seguimos hablando, fumando y bebiendo un poco de alcohol; fue muy divertido y en verdad intenté no besarlo a él o que él me besara a mi, evidentemente fallé porque sí nos besamos un par de veces más; pensamos en tener sexo, yo no quería y no lo hicimos por «respeto» a Richard Vallaj. Vaya estupidez, porque ¿él también me estaba siendo fiel?

—¿Y ahora qué más quieres hacer, Louis Gerald?

—No tengo idea, pero ambos estamos muy borrachos y creo que es hora de que hagamos algo divertido —me levanté del piso y lo tomé para que nos pusiéramos a bailar, no solo reggaetón, también bailamos: salsa, cumbia, Tex Mex (porque pusimos a Selena Quintanilla), me hizo darle un concierto privado; los vecinos tuvieron que ir a mi departamento varias veces para intentar callarnos y aproximadamente a las cuatro y media de la mañana decidimos salir a caminar (mientras fumábamos un cigarrillo) para encontrar un Oxxo; no tan lejano, a comprar una sopa instantánea.

—Alguien me contó por ahí que las sopas instantáneas son buenas para la fiesta y la hangover —comenté mientras comía mi sopa instantánea de camino a mi casa.

—Ya se me está bajando un poquito el alcohol, ¿a ti no? —sí, es que Scott había empezado a comerla desde antes y ya casi la terminaba—. Tenías razón, Train.

—Siempre —admití desde un punto de vista privilegiado; mi privilegio era conocer y vivir en diferentes países, por lo tanto, conocí diferentes culturas—. Es un gusto que hayas venido a verme a México, te lo agradezco.

—¿No te pareció un poquito extraño que te pidiera tu ubicación la última vez que hablamos por Face Time? —se me había olvidado ese pequeñísimo detalle.

—Un poco —la verdad es que sí lo vi venir, pero no lo recordaba—. Me sorprendió que fuera tan pronto.

—Ya tenía muchas ganas de verte, Louis Gerald —Scott se había terminado su sopa instantánea y fumaba un cigarrillo (Dios mío, entre Scott, Richard y yo, sí fumábamos demasiado; muchísimo, en verdad), teníamos un tipo de problema muy serio—. Fumas mucho, ¿verdad?

—Solo cuando estoy bebiendo —le dio una última bocanada a su cigarrillo y tiró la colilla—. Creo que lo entiendes; me gusta fumar solo cuando bebo; y tal vez también disfruto hacerlo de vez en cuando, algo así como un “Social Smoker”.

—Ya se van a acabar los paquetes de cigarrillos…

—Sí, pero tú también has fumado muchísimo; casi tanto como yo —no había manera en que yo solito me hubiera terminado casi tres paquetes de cigarrillos.

—Sí, yo también fumé demasiado —gracias por admitirlo, Scott—. No hay problema alguno, aunque ya son las 5 y cuarto de la madrugada, ¿no tienes sueño?

—¿Bromeas? —definitivamente Scott no estaba bromeando con lo que me preguntó y lo sabía—. ¿Cómo dice Nicki Minaj en su canción de su tercer disco "The Pinkprint"?

—No sé de qué canción estés… —mi destino era impedir que Scott pudiera terminar de decir la oración.

The Night Still Young! —y no lo dejé, casi grité esto último.

—Supongo que no tienes sueño, ¿o sí lo tienes?

—Para nada —tal vez sí tenía un poco de sueño—. Pero ya podemos dormir, si gustas.

—Estoy bien, ¿no tienes nada que hacer este 15 de febrero de 2022? ¿Algún plan o algo?

—Eso no fue lo que pregunté, pero no importa; supongo, no, nada de sueño —y es que era verdad; tal vez sí no tenía sueño.

—¿Jugamos verdad o reto? —muy buen juego; excelente, en realidad.

—¿Verdad o reto? —sí, admito que le pregunté primero y  esa era mi forma de aceptar el juego.

—Verdad —ay, mierda, no pensé en qué preguntarle a Scott y después pensé en algo.

—¿Eres tú mi fan anónimo?

Continue Reading

You'll Also Like

535K 33.9K 69
"Sshhhhh....." he hushed and pinned us against the wall leaving no space between us. I held onto his biceps with my hand in reflex. He shook his head...
5.5M 227K 68
The story of Abeer Singh Rathore and Chandni Sharma continue.............. when Destiny bond two strangers in holy bond accidentally ❣️ Cover credit...
734K 105K 39
Yaduvanshi Series #3 it is a book under yaduvanshi series. But it could be read as standalone too. Nitya Raghavendra is a telugu businesswoman earnin...
188K 14.3K 47
[Under editing]* "Charche nashe ke chal rahe the main zikr teri aankhon ka kr aaya, jab baat sukoon ki chidi main baat...