↳ Disclaimer: Ni Naruto ni sus personajes me pertenecen son del autor Masashi Kishimoto, yo solo los utilizo para crear esta historia.
Capítulo Corregido.
Parte 1/2.
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(⏳) Advertencia de lenguaje.
Una leve sonrisa se asomaba en su rostro.
Su humor empieza a mejorar.
Deidara sobándose la mano lo mira furioso, mira el estúpido rostro del Uchiha y su risa burlona. Dándole a entender lo satisfactorio que es el sufrimiento ajeno.
Baboso.
— ¿De qué te burlas idiota? — Contratacó salvajemente.
La sonrisa de Obito se esfumó.
Su buen humor se desapareció.
Deidara se esforzaba en amargarle la existencia.
— De nada en especial — Comentó a secas. No tenía ganas de seguir discutiendo con el rubio.
Antes de que el contrario empezará una discusión, se escucha como llaman a Obito desde lo que podía ser la sala.
Oh, no.
Obito sudo frio.
Era lo que más temía desde que el rubio irrumpió en su casa.
Era la hora de cenar.
Lo que significaba comer junto con Deidara, y lo peor.
Cenar en la misma mesa con esa alimaña de cabellos amarillo y su padre, Madara Uchiha.
— ¿Obito? — Deidara lo llamo confundido sacándolo de su burbuja de pasmo y nerviosismo, se veía pálido. Obito al reaccionar ve a Deidara recostado en el marco de la puerta de su habitación. — ¿Estás bien? Pareces asustado — Afirmó para nada preocupado por su actitud — ¿Acaso lo que te espanto fue tu reflejo en el espejo?
— Estúpido... — Murmuró a lo que Deidara se carcajeo con evidente descaro. Obito dio un par de pasos al frente y jalándolo de la camisa lo acercó a él. — Escucha muy bien, mi NO querido Deidara... — Masculló. El mencionado solo lo miraba a los ojos sin protestar — ¿Sabes lo que significa la hora de la cena?
— ¿Comida, no? — Pregunto cómo lo más obvio haciendo irritar al otro.
— Vamos a bajar a cenar, pero prométeme por tu estúpida y patética vida que te vas a comportar en la mesa — Deidara frunció el ceño — No solo seremos tu y yo... Mi padre también estará presente y necesito que te comportes como una persona civilizada y educada. — Finalizó demandante pero amenazante.
Deidara solo le dio una sonrisa de medio lado.
— ¿Me vas a partir todos los huesos de mi cuerpo? — Preguntó curioso.
— Eso y mucho más... — Contestó — Es bueno saber que tienes en mente clara lo que te hare si haces el ridículo frente a Madara.
El rubio chasqueo la lengua mientras empujaba al Uchiha para que lo soltara. Obviamente no le tenía ni el más mínimo miedo y mucho menos respeto.
— Relájate ¿Quieres? No soy un animal, se comportarme — Le dejó en claro haciéndose el ofendido, pero ni se sentía así. — ¿Ya podemos bajar a comer o me vas a tener aquí encerrado para darme tus estúpidas charlas de madre a su hijo malcriado? — Se cruzó de hombros.
— Promételo — Presiono.
— Te lo prometo, Bo-bi-to.
Obito suspiro resignado.
Sin decir nada más, emprendió el camino hacia el comedor. Paso por un lado del rubio que no tardó en seguirlo.
Mientras bajaban las escaleras del segundo piso, Deidara pudo detallar muy a fondo la casa de Obito pues este apenas estaban en la entrada -cuando llegaron de compras- se apresuró a entrar a su habitación y él rápidamente le siguió el paso antes de que le estrellara la puerta en el rostro.
La casa no era para nada modesta ni sencilla. Era grande, espaciosa y lujosa.
«Malditos Uchihas y sus ganas de sobresalir en el mundo» Pensó confirmando que tan resumido podía a llegar ser Obito y su familia.
— ¡Deidiota...! — Susurro Obito, Deidara quien se quedó viendo un cuadro pintoresco volteo el rostro a dónde provenía la voz — Apresúrate o te pateo el trasero — Volvió a susurrar.
¿Porque susurra si Obito podía llegar a insultarle hasta con un megáfono encendido?
Sin perder tanto tiempo, siguió al chico hasta el comedor.
Al llegar, puedo visualizar una larga mesa de madera con varias sillas, sobre la ella yacía un mantel como de veinte centímetros de ancho pero su largor era justo para que cayera en los bordes de la mesa. Donde no había mantel, vio individuales con platos encima más una especie de servilleta hecha de tela. Sobre el mantel, en línea vio un florero lleno de un ramo de rosas blancas, y lo que parecía ser dos botellas de algún vino o champán. Pero eso sí, debían ser costosos porque Deidara sentía que ni el oxígeno en esa casa era gratis.
Visualizo a su alrededor buscando al chico, pero no lo vio cerca. ¿Dónde se había metido? Tanta prisa que tenía como para desaparecer.
Después de unos minutos, como si un Ángel le hubiera metido un puño, apareció Obito de lo que parecía ser el camino hacia la cocina.
— Listo — Dijo — Siéntate ahí — Le indicó una silla más lejos de la cabecera de la mesa. Él lo hizo y Obito se sentó en la misma silla pero del lado contrario de la mesa. — Le dije al cocinero que sirviera un plato extra porque se me olvidó anunciar tu presencia.
Obito se notaba algo nervioso.
Unos segundos después, aparece un hombre alto de cabello largo y negro que le cubría un ojo. Mira a Deidara y luego mira a Obito.
— ¿Tenemos visita?
Obito se levanta de la silla.
— Padre, él es Deidara. Es un amigo del instituto — Señaló con la mano al chico quien se quedó pensando algo — Se quedará esta noche a dormir.
Deidara reconoció al Uchiha mayor, lo conocía muy bien. Deidara lo insultó varias veces en un grupo de compra y venta de Facebook. Era un gran pasatiempo, jamás pensó topárselo.
Como diría Hidan. Esperemos que por Jashin-sama y no lo reconozca.
Deidara reaccionó.
— B-Buenas noches señor Madara — Hizo una reverencia — Lamento no haber avisado mi estadía. Con un asunto del proyecto escolar, Obito no anticipo mi presencia. — Le dio la mano. Obito se quedó estático con la tremenda cara de duda.
¿Desde cuándo Deidara tenía modales? Ni en sus pensamientos se le ocurrió.
La angustia que emanaba en su cuerpo desapareció cuando la cena finalizó.
Cuando se aseguró de que Madara ya no estuviera cerca, emprendieron el camino a su habitación pero las quejas y regaños de Obito no se hicieron esperar.
— ¿Qué demonios fue todo eso? — Preguntó ya en la habitación.
— ¿De qué hablas?
— ¿Dónde aprendiste a ser tan decente?
Deidara resoplo: — No deberías juzgar a un libro por su portada.
— No te pongas filosófico, animal.
— Réstale importancia ¿Quieres? No fui criado por criminales, vagabundos o personas salvajes.
— Te conozco, la última opción me parece acertada.
Obito suspiró agarrando la jaula de Polo, al echar un vistazo adentro se dio cuenta que el pequeño conejito no estaba.
— ¿Dónde está? — Preguntó alarmado a lo que el rubio contesto "¿Quién?" — El conejo, imbécil. No está en su jaula.
¿A qué horas iba a terminar la noche?
Mejor dicho, ¿A qué horas iba Obito a mandar a Deidara a dormir con el perro?
Lastimosamente, Obito no tiene perro.
Oh, no...
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E x t r a
El transcurso de la cena fue normal, Marada preguntaba temas y ambos respondían adecuadamente pero Obito no podía evitar estar más que nervioso.
— Diganme ¿Porque compraron un conejo? — Preguntó limpiándose los labios con la servilleta. Obito iba a responder pero el rubio se le adelantó.
— Lo compramos porque somos pareja de- — El otro lo interrumpió.
— ¡Compañeros! Somos compañeros de un proyecto escolar.
No quería que su padre malinterpretara la palabra "Pareja" o sino el señor correcto y justo lo echaría de la casa y tendría que ir a vivir debajo de un puente con la garrapata de Deidara y Polo.
Qué dilema.
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Siento que el cap fue aburrido y feo, perdón por eso </3
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