Completamente mio {Saga Damon...

By leluMuzzi

4.8M 190K 24.9K

Saga Damon #1 Él es mi boxeador Saga Damon #2 Completamente mio °Segundo libro de Él es mi boxeador° Yo. Tris... More

Sinopsis :)
LIBRO EN FISICO, ÉL ES MI BOXEADOR! LEER!
Grupo Whatsapp.
Prólogo :)
Capitulo 1 :)
Capitulo 2 :)
Capitulo 3 :)
Capitulo 5 :)
Capitulo 6 :)
Capitulo 7 :)
Capitulo 8 :)
Capitulo 9 :)
Capitulo 10 :)
Capitulo 11 :)
Capitulo 12 :)
Capitulo 13 :)
Capitulo 14 :) Maraton 1/2
Capitulo 15 :) Maratón 2/2
Capitulo 16 :)
Capitulo 17 :)
Capitulo 18 :)
Capitulo 19 :)
Capitulo 20 :)
Capitulo 21 :)
Capitulo 22 :)
Capitulo 23 :)
Capitulo 24 :)
Final - Parte 1
Final - Parte 2
Epílogo.
¡Buena Noticia!
¡Gracias!
LIBRERIAS com EEMB😍
Completamente mio A LA VENTA 😍❤️
Retirar Capitulos 😭💔
📚3x2 de LIBROS en FISICO📚
PRE-VENTA de Mi vecino, Jaxon 💕📚

Capitulo 4 :)

195K 7.1K 702
By leluMuzzi

Dedicado a @marii_lynch

Al mediodía, salgo antes del hospital para buscar algún restaurante en el que podamos comer. Mis hermanos, más a pedido de Tyler, deciden quedarse un poco más con papá. Por el contrario, yo necesité aire. Estar todo el día encerrada, mucho más con mi depresivo estado de ánimo, hace que quiera tirarme de los pelos con desesperación. No puedo esperar más a que mi padre se recupere. Es toda una agonía verlo día y noche de la misma forma.

Por eso decidí buscar un restaurante en el que podamos almorzar al aire libre; si es uno de esos que tienen el toldo para que la gente no se moje cuando llueve, sería mucho mejor, y así usar esa excusa para poder respirar y tranquilizarme. Tengo la sensación de que allí adentro me ahogo, que no puedo respirar al ver a mi padre en esa camilla. Necesito tiempo para recomponerme y así enfrentar de nuevo todo.

Camino un rato sin rumbo fijo. Paso por algunos restaurantes que se ven bien, pero no tengo ganas de pararme. Caminar me tranquiliza y los deseos de correr se hacen cada vez más grandes. Hace mucho que no lo hago y ya veo que es hora de empezar de nuevo con el ejercicio si es que quiero despejar la mente.

No sé cómo me siento, no tengo ganas de hace nada. La depresión que tenía hoy a la mañana sigue dentro de mí; no quiero sonreír, no quiero comer, no quiero hacer nada. Simplemente estar en un solo lugar y ver la nada, disfrutando de este silencio que tengo en la cabeza durante el lapso que se me permita. El tiempo hoy es perfecto para eso; quedarse mirando el paisaje lluvioso y las hojas de los árboles que vuelan con el viento. Eso es lo que necesito, lo que quiero. La lluvia me tranquiliza, hace que de alguna manera la paz se instale en mí. Toda esa tranquilidad que no consigo desde que estoy aquí.

Las gotas que caen del cielo me mojan con cada paso que doy más cerca de aquel restaurante que veo a lo lejos. Se ve perfecto para que almorcemos allí, por lo que no espero más y acelero mis pasos para llegar a una de las mesas vacías que hay fuera, bajo el toldo.

Mi ropa chorrea cuando llego y me siento. Los toldos logran que la lluvia no me siga atacando mientras pasan los minutos. Ya van dos veces que la camarera se acerca para preguntar si ya estoy lista para pedir, pero le digo que prefiero esperar un poco más. No noto cuánto tiempo me quedo mirando hacia el cielo, pero el celular es el que me trae de nuevo a la Tierra cuando comienza a vibrar.

Lo tomo y leo el mensaje de Sam.

«¿Dónde estás? ¿Encontraste un restaurante?»

«Sí. Ahora te paso la dirección» respondo al instante. No me di cuenta de que no les había enviado la dirección a mis hermanos. Por un momento me olvidé de que me iba a juntar con ellos, pero gracias a Dios, Sam me lo recuerda.

Aprovecho que ya tengo el celular en la mano y marco el número de Chris. Mi mejor amigo debe estar arrancándose los pelos por no saber de mí o de mis hermanos. Tan solo me fui de la nada sin dar explicaciones a nadie. Estaba tan desesperada por ver a mi padre que me olvidé de mis amigos. Le debo esta explicación; lo último que me falta es que mi amigo, Chris, y su hermano, Carter, se enojen por no contarles lo que pasa. Espero que de igual manera no esté enojado ahora. Me parte el alma pensar que Chris podría enojarse conmigo. Nunca lo hizo y no quiero que esta sea la primera vez.

Un pitido y luego otro se escuchan en la línea antes de que la voz de mi amigo suene con preocupación.

—¡Al fin, Natalie! ¡Te mandé millones de mensajes, maldita sea!

No sé qué responder. Está enojado y molesto; la irritación se percibe en su voz. Pero no puede enojarse mucho tiempo conmigo, él me adora como nadie. No puedo formular ninguna excusa antes de que vuelva a hablar, ahora un poco, solo un poco, más tranquilo.

—Dime dónde estás, o están, mejor dicho. No hay nadie en su departamento. Damon no atiende su teléfono y no sé el de su hermana como para llamarla a ella. Y tus hermanos... no tengo idea. El teléfono se me cayó y se me perdieron todos los contactos. De suerte pude sacarle el celular a Carter para mensajearte —comienza diciendo a modo de reproche. A la vez, su preocupación me hace sonreír. Solo bastaba escuchar su voz, por más molesta que suene, para que me ponga de un mejor estado de ánimo.

—Chris, tranquilízate y te lo explicaré —intento tranquilizarlo mientras le hago una seña a la camarera que de nuevo volvió a mi mesa para de seguro preguntar si quiero pedir algo. Ella se aleja con una expresión de exasperación en la cara mientras guarda de nuevo la libreta en el bolsillo de su delantal blanco. Me encojo de hombros; no me importa su actitud; escucho que Chris suelta un bufido.

—¿Me dirás la verdad o me mentirás?

—Nunca te mentiría —contesto dolida.

—Estuviste días ignorando mis llamadas y mensajes, ¿por qué no me creería que podrías decirme mentiras? Puede ser que me hayas ignorado, porque no puedes decirme algo y ahora que puedes hablar conmigo te hayas inventado alguna excusa fácil.

—¡Chris, no pienses eso! Nunca te mentiría, no es necesario que te la agarres así conmigo. No vi tus llamadas, lo juro.

—Bien, bien, dime la verdad. —Al fin se rinde, pero sé que lo hace a regañadientes. Quiere seguir discutiendo, por la razón que sea. Al parecer tuvo un mal día, nada le afectó tanto como el que no le haya devuelto las llamadas, las cuales nunca vi, por cierto.

—A mi padre lo atacaron, ¿sí? Tuvimos que venirnos y me olvidé por completo de avisarles. Lo siento mucho.

—¿No me mientes? —pregunta susurrando y sé que mi respuesta le duele, porque todo lo que me duele, lo siente él también.

—No te mentiría con algo así. ¿Entiendes lo que te digo? Solo... no se me pasó por la cabeza llamarlos y tampoco vi tus llamadas, mejor dicho, las de Carter si es que usaste su celular.

—Está bien, te creo —sentencia y suelto un suspiro—. Pero... ¿qué pasó con Damon? Él... lo sabe ¿no es así?

—Sí, lo sabe —confirmo cambiando de forma radical mi tono de voz sin darme cuenta.

—Y... ¿Qué hizo? —La pregunta del millón. ¿Es que todos ahora quieren preguntarme sobre la actitud que tuvo Damon al saber esto?

¿Por qué?

—Bueno, se enojó y mucho. Evitó mis llamadas todos estos días hasta que hoy a la madrugada me llamó totalmente borracho.

—¿Damon borracho? ¡Qué locura!, nunca me lo imaginé ebrio...

—Ni yo —suspiro y comienzo a juguetear de manera distraída con la punta de una servilleta que tengo en la mesa.

—Entonces... ¿por qué se embriagó? ¿Te dijo algo? —pregunta y quiero encogerme de hombros, pero no me vería.

—La verdad es que apenas podía decir alguna palabra bien. Aun así, llamé a Rick, quien me dijo que es difícil para él tener que alejarse de las personas, bueno, que las personas que quiere a su lado se alejen, mejor dicho.

—Pero... ¿por qué?

Dudo en decirle la respuesta a esa pregunta, pero es mi amigo y nunca le mentiría. Tengo que contarle, aunque sea un poco, lo que le sucedió a Damon. No puedo mentirle ni tampoco ocultarle la verdad. Me odiaría a mí misma. Sin embargo, también deseo descargarme, liberarme de aquel peso, de la preocupación que llevo encima. Es mi amigo, confío en él. Quizá hasta pueda darme consejos sobre mi siguiente movimiento.

Antes de contestar, respiro hondo para intentar que mis palabras no me hieran más de lo que ya lo hacen al decirlas en voz alta.

—Al parecer relaciona mi ida con algo de su pasado, siente que lo voy a dejar de la nada, sin explicaciones o algo así.

Sinceramente, lo entiendo. Perder a alguien es lo peor que te puede pasar. Mi madre murió también, solo que no se... mató como la de Damon. Ese vacío que dejó en mí nunca se fue, tan solo... lo dejé muy dentro. Damon debe estar mucho peor que yo, pasó por peores cosas en relación con su madre; ella y todo ese pasado le dejaron ese trauma.

—Mmm... entiendo, sigue —murmura y sé que piensa en todo esto con detenimiento. Me duele hablar de esto, mucho más sin Damon presente. Es como si contara un secreto muy íntimo a todo el mundo, pero no lo hago. Solo... necesito contarle algo de lo que siento y pienso acerca de Damon a alguien y qué mejor que mi querido Chris.

Sabe escuchar y no critica, da buenos consejos y nunca juzga. Es el mejor de todos.

—Tan solo... pensar en esas cosas hace que me sienta mal y, a la vez, enojada. Mal por el hecho de que su pasado fue un horror, y enojada por lo que lo hicieron vivir y presenciar, sea o no intencionalmente.

Me abro con mi mejor amigo de la única manera que puedo. Hablar de cosas profundas y personales nunca fue mi fuerte. Lo típico de mí es guardar todo dentro y hacer que no existe, o bueno... ignorarlo también es la palabra correcta. Pero no siempre puedo pasar por encima de ello sin tener algún recuerdo en el camino. No sé cómo expresarme o sacar todo lo que hay dentro, en lo más profundo de mi interior.

—Bien, no sé qué decir. Es duro haber pasado por tanto, pero lo entiendo. Supongo que Carter pasó por algo horrible antes de que mis padres lo adoptaran. La verdad, nunca quiso hablar de eso con detalle.

—Qué pena por Carter. Es bueno que los tenga a ustedes.

—Sí, eso creo.

En ese momento, la camarera vuelve, me hace un gesto y se marcha, por lo que decido hablar con mi amigo después, para estar más tranquilos y sin interrupciones. Podríamos hablar de otra cosa no tan importante para que mis ánimos se recuperen.

—Chris, mis hermanos llegaron, tengo que colgarte —anuncio con una pequeña e inocente mentira, mientras escucho un ruido bien fuerte del otro lado de la línea.

—Está bien, Nat. Carter acaba de llegar, así que le contaré dónde estás. Por cierto... no me lo dijiste. —Suelta una leve risa y puedo escuchar que la voz de Carter resuena cerca de Chris que anuncia su llegada.

—Estoy en Wesley Chapel. Por cierto... ¿cómo es que atendiste tu teléfono si me dijiste que estaba roto? Te llamé a tu número, no al de Carter, Chris. —Eso es algo que quería preguntarle desde el principio.

—Uso uno de mis antiguos celulares, con el mismo número. Es feo y viejo, pero es todo lo que tendré hasta que me compre otro —contesta restándole importancia, mientras luego le grita a Carter dónde se encuentra.

—Oh, bien. —Me río y me despido rápido cuando, esta vez, es un mesero el que se acerca a mi mesa y no la mujer irritante de antes.

El chico me sonríe y no puedo esperar más a que mis hermanos lleguen. El aire gélido que viene a la par de la lluvia ataca durante un segundo más fuerte de lo normal. Mi piel se eriza debajo de mi suéter de lana y, como reflejo, me paso la mano por mi brazo para calentarme un poco. Mientras, veo al camarero llegar a mi mesa y me pregunto si allí dentro también está tan frío. No lo creo, el tipo lleva apenas una camisa larga junto con unos pantalones de trabajo negros y el mismo delantal que llevaba la anterior mujer.

Acomodo mi gorro de lana en mi cabeza y le sonrío de vuelta al camarero.

—Disculpe, señorita —dice con su voz ronca y con un acento un tanto... peculiar. Eso es lo que más llama la atención, aparte de sus hermosos ojos de color azul celeste, los cuales resaltan de forma espectacular gracias a su cabellera negra muy despeinada, sin mencionar que la palidez de su piel le da un aire tierno, todo lo contrario a la frialdad de sus ojos. De lejos parece tener un cuerpo común, apenas con músculos, pero ahora lo miro con más detenimiento y me doy cuenta de que es bastante fornido a comparación de lo que me imaginé. Su sonrisa es perfecta y sé al instante que es la imagen publicitaria del lugar. Tal vez lo utilizan para hacer llegar más clientela. Hay personas que quizá asistan aquí solo para verlo. Las adolescentes de mi antiguo instituto lo harían, al menos.

Flexiona levemente su brazo y busca en el bolsillo de su delantal, para luego sacar una libreta de allí dentro. Ante tal movimiento, su brazo se hace aún más grande y tengo que apartar la vista para no ruborizarme. Es el primer chico que veo que está cerca de tener la misma medida de músculos en los brazos que Damon, aunque mi novio por ahora lo pasa por mucho, pero algo es algo. Este chico no debe tener más de 18 años, por lo que es una gran sorpresa encontrármelo en esta forma... tan parecida a la de Damon.

Da igual, siempre voy a elegir a Damon por más que el chico frente a mí tenga más músculos que él.

Le sonrío, pero parece ser más una mueca que una sonrisa en realidad.

—Señorita, creo que ya es hora de pedir. Lleva aquí más de cuarenta minutos y si quiere quedarse, tiene que pedir algo —dice y asiento con entendimiento. Supuse lo que quería decir, pero me da risa que la mujer que me quería atender haya tenido que recurrir a este lindo chico para hacerme pedir algo.

—Claro, solo querría esperar a mis hermanos, pero por lo que me dices no tengo opción más que pedir. —Él asiente mientras una mueca parecida a la mía se hace presente en su nariz—. Por ahora pediré un café con leche, por favor. Esperaré a mis hermanos para pedir otra cosa. Gracias.

Anota mi pedido en su pequeña libreta y me sonríe, dejando ver unos blancos dientes que parecen de propaganda mientras guarda su libreta de nuevo en su delantal.

—Por cierto, soy Sebastian West. Si necesitas algo, para comer o cualquier cosa, estoy a tus servicios —comenta y de inmediato sé que esas palabras tienen doble sentido y que me coquetea. No se me da bien coquetear; la verdad se me da fatal. Pero aun así me da gracia verlo intentar algo. «Lo siento, lindura, mi corazón pertenece a otro.» Quiero decirle eso, pero creo que sería de muy mala educación, así que afirmo con la cabeza, haciendo como si no hubiera entendido su doble sentido.

—Está bien, gracias. —Está por darse la vuelta, pero lo llamo para hacerle la pregunta que tanto quería desde que me habló—. Uh... ¿podrías decirme de dónde eres? Sé que suena raro, pero tu acento hace que me interese saberlo. Me tiene algo... intrigada.

—Soy de Italia, pero viví también en el Reino Unido antes de mudarme aquí —responde con algo de dureza. Al parecer no le gusta que le pregunten eso, pero lo tenía que hacer. Los acentos son algo que intriga a las personas por más que sea un desconocido al que le preguntes. No es mi culpa estar interesada en saber de dónde viene ese acento.

—Está bien, otra vez gracias.

Se aleja con rapidez, tomando distancia del aire frío y se adentra en el que parece un interior cálido, todo lo contrario a lo que es aquí afuera.

Mis hermanos llegan un poco después, justo cuando termino mi café; se ven agitados por la corrida que de seguro se tuvieron que dar para llegar del auto hacia el restaurante y no mojarse.

Me sonríen levemente los dos antes de sentarse uno al lado del otro frente a mí.

—¿Por qué tardaron tanto? —cuestiono para comenzar alguna plática.

—Ty no se quería ir; con suerte logré sacarlo del hospital a empujones. —Sam es el que contesta, reprendiendo a su hermano con el ceño fruncido.

—No es mi culpa querer quedarme con papá —se defiende el otro gemelo volteando los ojos con molestia.

—Bueno, no importa. ¿Qué quieren comer? —Sam nos da una ojeada antes de adentrar su mirada al menú que me saca de las manos.

—No tengo mucha hambre. —Jugueteo un poco más con la servilleta mientras miro a mi alrededor. Tan solo unas pocas y solitarias personas decidieron sentarse al igual que nosotros afuera. Todo en mi entorno es colorido, todo lo contrario al grisáceo paisaje de hoy.

—Tienes que comer, Natalie. Hoy no desayunaste, tan solo tomaste café al igual que lo hiciste ahora. Te voy a pedir un sándwich, simple y rico. Puedes comer solo la mitad si quieres, pero come.

Asiento. Mi hermano odia cuando no como, porque sabe que algo anda mal. Soy de esas personas que aman la comida y cuando la rechazo, es porque algo me pasa. Por eso, no quiero preocuparlos por mi falta de apetito, por lo que acepto aquel medio sándwich que me trae el mesero italiano. Está rico, pero no hace nada por quitar ese malestar que siento.

Mis hermanos piden lasaña, algo perfecto para el tipo de clima que tenemos hoy. Tiene una pinta estupenda, lo tengo que admitir, y ellos la degustan con admiración absoluta.

—Bueno, ahora sí podemos hablar de lo que quieran —comienza diciendo Sam—. Pueden... abrirse con sinceridad. Es nuestro almuerzo de hermanos, no nos vendría mal sincerarnos ¿no? —Se detiene y lleva otro pedazo de lasaña a su boca con el tenedor—. Habla tú primero, Ty. Cuéntanos sobre Lili y su «relación de amor odio». Lo único que sé es que te la follaste y la dejaste.

Esperen, eso no se lo dije, nada de lo que Tyler me contó. ¿Es que Ty se lo dijo? Eso debe ser, porque mi boca no fue abierta.

—Le pedí disculpas por todo e intenté que confiara de nuevo en mí. ¿Saben? Lili no es una mujer fácil. —Ty niega con la cabeza, pero luego sonríe inmensamente—. Pero nadie puede ignorar y rechazar el encanto Lawler.

—¿Y qué hiciste? Bueno... ¿Ella qué hizo?

—Me dio una oportunidad. Estuvimos bastante tiempo saliendo a escondidas para que ninguno de ustedes nos viera y piensen que podría haber mucho más. No pensábamos que iba a funcionar, pero me sorprendió el hecho de que disfruté de cada momento con ella. Las salidas, las comidas... y todo eso.

—¿Te dejó sin sexo, no es así? —lo corta Sam con una mirada divertida. Mi otro hermano suspira aún sin quitar la sonrisa de sus labios.

—Durante más de un mes —afirma.

Sam comienza a carcajear, pero aun no logro entender algunas cosas. ¿Qué es lo que tienen ahora entonces?

—¿Ahora qué son? —cuestiono con el ceño fruncido. Por más que no pase mucho tiempo con la hermana de Chris, no me gusta pensar que mi hermano y ella podrían estar tan solo jugando. Eso no me gusta, la idea me aterroriza. No me gustaría para nada que salga herida al final de todo esto y mucho menos quiero que de alguna forma mi hermano se perjudique también. Él es sensible, pero supongo que Lili lo es mucho más. Los dos estarían destrozados si sus sentimientos crecen y, en realidad, no son nada. Pueden engañarse entre sí. —Digo... ¿novios, amigos con derecho...?

—Ni idea. —Tyler se encoje de hombros.

—¿Y quiere tener algo contigo?

—Yo... no lo sé.

—Dime algo. —Ya estoy enfadada por la poca cooperación que da mi hermano—. ¿Quieres algo serio o solo probarte a ti mismo que puedes volver a tener a la chica que te rechazó? —Soy directa. No me gusta que mi hermano juegue con las mujeres solo por su orgullo. Los hombres son estúpidos cuando de orgullo se trata y no excluyo a mis hermanos de ese pensamiento. Todo lo contrario, los incluyo y los pongo en la cima de la lista.

Veo la duda en los ojos de mi hermano y de reojo noto que Sam presta suma atención a su gemelo. Está tan interesado como yo de lo que nuestro hermano pueda responder.

—Me... me gusta... —susurra tan bajo que, si no fuera por el hecho de que estoy casi pegada a su cara, no lo hubiese escuchado. Aun así, me hago la estúpida y le pregunto de nuevo. Lo repite, solo que un poco más fuerte para que nosotros lo escuchemos—: Ella me gusta.

—¿Y por qué no le pides ser novios? ¿Qué esperas? —Sam hace la pregunta que yo quería hacer.

—Porque no sé si querrá o no. No sé lo que piensa de mí...

—Eso es lo más estúpido que escuché en mi vida —prácticamente exclamo—. ¡Por Dios! Aceptó salir más de un mes y medio, ¿por qué no querría estar contigo? Vamos, todos sabemos que se hace la dura para hacerte sufrir.

Tyler lleva su mirada hacia la de su hermano gemelo, para que le confirme que mis palabras son ciertas, que Lili está colada por él. Sam afirma con la cabeza y Tyler deja caer la suya para enterrarla en sus manos con gesto de derrota.

—Sé que ella es difícil, pero ¿no crees que vale la pena ese esfuerzo? —susurra Sam.

—Sí, lo vale.

—Entonces ni bien volvamos a Filadelfia, quiero que tu gran trasero se dirija directo a la casa de Lili para pedirle ser tu novia.

—Lo haré. —Tyler, ahora mucho más decidido que antes, sonríe levemente, y sé que lo que siente es terror por lo que ella pueda responder, pero estoy segurísima de que le dirá que sí. Sería una estúpida si no lo hace. No sabe lo que se pierde.

Seguimos comiendo mientras hablamos de nosotros mismos y nos sinceramos como nunca lo habíamos hecho. Ninguno tiende a abrirse con frecuencia y siento que necesitábamos con urgencia hablar de lo que nos preocupa y de lo que no. Por más que dejé de comer antes de terminarme medio pedazo del sándwich que me pedí, disfruté de la alegría que vive Sam con Emma.

Nos relata de forma breve sus aventuras y excursiones, o citas también, que tuvo con mi amiga. Me hace feliz oír lo bien que la pasan. Por una vez desearía tener la paz que ellos tienen. No hay problemas en su relación, no hay boxeadores secuestradores que le hacen la vida imposible. Tan solo... tienen un noviazgo tranquilo y común. Una parte de mí quiere tener esa paz, pero a la otra parte le encanta toda esta emoción que la vida da como obstáculo. Al final de todo siempre me siento orgullosa de haber salido adelante.

Aun así, el miedo de no poder sobrellevar esos obstáculos me persiguen de manera constante.

Por mi parte, les cuento sobre todo lo que viví con Damon desde el principio hasta el final, algo que con insistencia pide Tyler que cuente. Por eso hago todo un resumen de mi vida con Damon desde que lo conozco. Obvio, les cuento todo a excepción de las cosas íntimas que tuvimos Damon y yo, como nuestra primera vez y todas las demás veces que hicimos el amor (las cuales las dejo para nuestra preciada intimidad), al igual que también omito su pasado.

Me escucharon con atención, suma concentración en mis palabras, mientras que a la vez mis hermanos pidieron postre. Supuestamente querían escuchar nuestra loca vida con algo de dulce. Dicen que el dulce lo hace mucho más emocionante de lo que es, tal y como son las películas. Son sus palabras, no las mías.

El tiempo se nos pasa volando; no sé cuántas horas nos quedamos en ese restaurante, pero cuando pagamos y nos vamos de allí, miro el reloj y veo que son más de las cuatro de la tarde. No me había dado cuenta de todo el largo rato que hablamos hasta ahora.

Vamos hacia el auto caminando, ya que tan solo está aparcado a unos pocos metros del restaurante. Tyler juguetea con las llaves del coche, Sam manda mensajes a alguna persona y yo me limito a caminar detrás de ellos con la vista fija en el cielo. Sigue lloviendo, esta vez un poco menos que antes, pero sé que solo es el comienzo de otra gran lluvia. Sam frunce el ceño y eso lo noto ni bien bajo la mirada del cielo grisáceo cuando llegamos al auto. Un segundo después intenta disimular una sonrisa. Pero la veo, es imposible no mirarlo cuando se sonroja por contener aquella carcajada que sé que quiere soltar. Estoy tentada por preguntarle qué sucede, pero me retracto al instante. Puede ser una conversación íntima con Emma y no quiero meterme en eso.

El viaje es un poco más largo de lo que pienso. Tardamos veinte minutos en llegar de nuevo al hospital. Los caminos están mojados, por lo que la velocidad con la que Tyler conduce es mínima. Por más que casi no haya autos en la calle, ninguno quiere correr el riesgo de chocar y ser otro de los Lawler que esté tendido en una cama de hospital.

El doctor Staller se encuentra tocando botones y supervisando todas las máquinas cuando entramos en el cuarto de mi padre, quien sigue en la misma posición, con la piel pálida y unas ojeras enormes bajo sus ojos cerrados. Todos saludamos al doctor con un leve «hola», que es mucho menos entusiasta que de costumbre. A todos se nos baja el ánimo ni bien entramos al hospital.

Sin embargo, el doctor Staller no hace caer su sonrisa, sino que esta crece un poco más cuando todos nos sentamos en nuestras respectivas sillas, en las cuales de seguro estaremos sentados hasta altas horas de la noche.

Acerco mi silla mucho más a la camilla y recuesto mi cabeza en el colchón, junto a la mano grande de mi padre. No dejo que las lágrimas salgan de mis ojos, las retengo lo más que puedo. No quiero llorar. No tengo ganas, ni fuerzas. Estoy cansada de hacerlo. Tan solo espero el momento en el que William abra los ojos y nos encuentre allí. Quiero que sea pronto, ya si es posible. Lo necesito y lo quiero a mi lado. Las millones de preguntas que tengo para él son para mucho tiempo después, para cuando esté lo suficientemente bien como para responder a todas con claridad y sin dudas.

⦿ ⦿ ⦿

Tan solo unas horas después, mis hermanos deciden volver a casa. Me niego de forma rotunda; quiero quedarme toda la noche con mi padre, ya que la anterior no lo hice, pero ellos no aceptan un no por respuesta.

Se me hace extraño, ¿por qué no querrían que me quede en el hospital con papá?

En toda la tarde se comportaron extraños. No entendía por qué miraban sus celulares con frecuencia, tampoco el motivo por el que se comportaban con nerviosismo al hablarme o mirarme. Me pregunté aquello, sin intención de decírselo de frente, mientras las horas pasaban cada vez más con mayor lentitud.

Insistían e insistían en dormir en casa, algo que no me agradaba mucho. Los recuerdos son lo que odio; revivir a cada rato lo sucedido, caminar una y otra vez por uno de los lugares en los que aquello sucedió. Me avergüenza recordar, me enoja, me frustra, me pone mal. Odio las miles de emociones y sensaciones que mi pasado me hace vivir en el presente.

En algún momento me decidí a llamar a Carter y hablarle sobre cualquier cosa para nada importante. Intentamos charlar tanto como pudimos, pero tuvimos que cortar en el momento en el que se tenía que ir a no sé dónde. No me preocupé y lo saludé de manera afectuosa antes de colgar la llamada.

Mientras ahora me levanto de mi asiento, luego de escuchar de nuevo la voz de Sam pedirme (obligarme) a irme con ellos a casa, pienso en el hecho de que hoy no recibí ninguna llamada de Damon.

Eso me preocupa. Puede ser que se haya olvidado de toda la conversación que tuvimos, por menos importante que fuese esta, y eso no me cae bien. No me gusta la idea de que se olvide de alguna conversación que tuvo conmigo. O puede ser también que se haya acordado de todo, pero que lo haya tomado como un sueño.

Uf, me irrita pensar en estas cosas malas.

Refunfuñando, por no querer volver a casa, pero haciéndolo de igual manera gracias a que prácticamente me arrastran con la silla por el pasillo del hospital a los ascensores, me subo al auto mientras miro cómo mis hermanos hacen los mismos sonidos desganados que yo hice con anterioridad.

No les hablo, no los miro ni les dirijo nada de atención, o eso es lo que les hago creer al recostar mi cabeza sobre la ventana. Sigue lloviendo con fuerza y eso es lo único que hace que quiera salir para tomar aire. No lo hago, sin embargo, muy a mi pesar.

De reojo, veo que Sam, antes de arrancar el coche, se pasa la mano por su desordenado cabello mientras mira directo a los ojos a Tyler. No sé qué se dicen con esa mirada, pero sé que traman algo. No estoy muy convencida de qué, pero de seguro es algo grande. No creo que mis hermanos puedan ocultar mucho tiempo algo pequeño por decir, pero si es algo grande, hacen todo lo posible por callar la ansiedad que les crece dentro por decir lo que se traman.

Los conozco lo suficiente para decir con certeza que lo que tienen entre manos es algo grande.

Minutos después llegamos a casa y Fernanda tiene preparado para la cena unos fideos con salsa que tienen un olor exquisito que te hacen desear probarlos con desesperación.

En verdad, están tan buenos como lo imaginé. Pensaba que no tendría hambre, pero los fideos de Fernanda siempre pueden conmigo. Mis hermanos comen a la par, saboreando a medias y tragando casi sin masticar. Fernanda come con nosotros; su hija por suerte decidió llevarse la comida a su habitación. Estoy segura de que solo lo hizo porque estaba yo. Si no hubiera estado yo sentada aquí, gustosa comería en esta mesa con la vista de mis hermanos casi al desnudo. Tan solo llevan puesto sus pantalones de pijama, con el torso descubierto y los pies descalzos; algo que de seguro no notó o se habría quedado aun con mi presencia.

Como dos platos repletos de fideos casi sin respirar. Están tan buenos que no puedo parar de servirme más y más. Prácticamente me los devoro yo sola.

Mis hermanos no se quedan atrás, pero Fernanda se limita a servirse media porción de lo que yo me habría servido.

Cuando terminamos todos, hago el intento de lavar los platos, pero rápido Fernanda me echa de la cocina para que no haga su trabajo. Me molesto con eso. No la considero un ama de llave como otras personas la considerarían; la trato más como a una madre.

Sam me despide con un beso rápido en la frente y, para mi sorpresa, lo hace con una sonrisa inmensa. Pensaba que me harían algo, pero al parecer no es así. Por ahora no logro ver ningún signo de maldad hacia mí, sea por jugar o no.

No sé qué les pasa por la cabeza a mis hermanos. Sonríen mucho hoy y eso me da mala espina. Tendríamos que estar todos deprimidos por papá, pero solo tienen una sonrisa feliz en la cara... sea por la razón que sea.

No le doy más importancia y abrazo a Ty antes de entrar en mi habitación. El pijama me lo puse un segundo antes de cenar, por lo que solo me meto en la cama con rapidez y cierro los ojos, con la intención de dormir, pero la voz de mis hermanos en el pasillo hace imposible mi misión.

No puedo evitar escuchar.

—...que nos culpe por no decir nada... —Tan solo son susurros, pero de tan silenciosa que está mi habitación, pueden escucharse mucho más que las gotas de lluvia chocar contra la ventana. Mis hermanos no quieren que nadie los escuche, pero para su mala suerte lo hago con bastante claridad.

—Estará tan distraída que no nos prestará atención. —Esa es la voz de Sam, quien le responde con un tono bajo a su hermano gemelo. No sé de qué hablan, tal vez tenga que preocuparme, o no. Estoy confusa y desconozco qué pretenden. Me intriga, pero a la vez me aterroriza.

—Cierto, de igual manera no quiero llevarme su bronca solo por no decir nada con anterioridad.

—Falta poco, hermano, y podremos ver una sonrisa genuina de su parte. Solo espera.

Así es como termina la conversación, o eso supongo al notar que cada vez sus voces se hacen más bajas. Sé que se alejan, pero no tengo ni idea si es porque terminaron con su pequeña charla o por otra cosa.

Un segundo después, no tengo nada más en la cabeza que no sea dormir y soñar con algo lindo, nada del otro mundo. Con tal de despertar con buen humor, no algo como hoy a la mañana, y ser «la misma» Natalie de siempre, a excepción de que no quiero tener nada de pensamientos, sobre todo. Odio esa parte de mí, así que casi rezo para que mis deseos se cumplan. Pasé por mucho y no quiero estar con más problemas sobre mis hombros. Los pensamientos son mi peor enemigo.

Caigoen un profundo y relajante sueño minutos después, deseando que la mañanasiguiente sea mucho mejor. 

Continue Reading

You'll Also Like

9.8K 494 17
Ruby Dorothea se va con su padre a vivir en Rusia por un trabajo, así que tiene que adaptarse a su entorno y conocer nuevas personas, pero un chico u...
371K 24.4K 28
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
4.3K 425 77
Dicen que los polos opuestos se atraen , pero hay veces que es solo eso , "atracción" , pero uno de ellos puede sentir mucho más que eso y le puede c...
66K 4.8K 31
Destructor ataca nuevamente. Al fin tiene a una de las tortugas en su poder. Pero... Por qué al pasar el tiempo... ¿Comenzó a sent...