Destinos Cruzados

By kellyythoralabatalla

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Angela Bennington es engañada por su hermanastra y acusada de matar a sus abuelos. Tras ser enviada a prisión... More

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By kellyythoralabatalla

Me forcé a una sonrisa: —Muchas gracias por salvar a mi hijo.

Fui a dar media vuelta cuando su mano me detuvo.

—No me trates con tanta distancia, pequeño Gorrión. —Su pulgar empezó a dar caricias en mi brazo.

—Creo que me confunde con alguien, no sé de qué está hablando, señor. _Traté de dar la vuelta pero me detuvo otra vez.

—No tienes que fingir, sé que eres tú. —Se agachó para quedar cara a cara conmigo—. Aunque pasaran mil años seguiría recordando tu cara y tu aroma. Pero hay otras partes que me encantaría verificar por mí mismo.

—Mama —Kael me haló la blusa y miró expectante al hombre—, ¿Papa?

—¿Ángela, todo bien? —La voz llegó de mi espalda.

Suspiré aliviada al saber que se trataba de Daphne.

—Sí, todo está bien, ya me iba. —Terminé de voltearme y zafarme de su agarre.

No lo miré, pero no dijo ni hizo nada para detenerme, así que me alejé apresuradamente mientras abrazaba fuerte a Kael.

—¿Quién es ese bombón? —Daphne me preguntó sonriendo mientras alzaba sus cejas repetidamente.

***

—¿¡Ese es el hijo de puta que te embarazo!?—gritó Daphne.

—Lenguaje —dije regañándola, aunque ella era mayor que yo.

—Es que... es que no lo puedo creer. Ese hombre es el hombre... el papá de ... —Señaló a Kael con la cabeza.

Miré a mi hijo que se encontraba jugando con legos sobre la alfombra en el suelo.

—No menciones nada delante de Kay. —Llevé mis manos a la cabeza—. Justo unos segundos antes que llegaras me preguntó si él era su papá, me sentí mareada.

—Y tiene razón, es su papá —dijo encogiéndose de hombros—. Kael es un genio, con dos años y medio y ya descubrió quién es su papá. —Me sonrió.

—Sentí miedo. ¿Y si me lo quiere quitar? —Se me aguaron los ojos.

Daphne dio la vuelta y me quitó las manos de la cabeza, haciendo que la mirara.

—Sabes que eso no va a pasar. Él no sabe que es su hijo y si intentara quitártelo, tienes más probabilidades de ganar la custodia por ser la madre. —Miré el suelo—. Pero se ve un buen tipo y rico, además, dijiste que durante ese encuentro en la cárcel se comportó bien, hasta dulce y cariñoso contigo. —Alzó varias veces sus cejas.

—No me importa que sea multimillonario ni cómo sucedió lo de la cárcel, solo quiero estar tranquilas, tener la justicia que tanto necesito, terminar lo que se empezó hace ocho años y vivir una vida con Kael. Tengo que hacer esto para vengar las muertes de mis abuelos.

Daphne no dijo nada pero asintió y me sonrió entendiéndome. Después de eso hablamos un poco hasta que llegó la hora de cenar donde comimos los tres juntos y Daphne se fue. Cuando terminé de organizar el pequeño apartamento, llevé a Kael a darle su baño para aclararlo.

—Mama, patito. —Me mostró sonriendo el pato de goma amarillo chillón.

—Sí, cariño. Cierra los ojos para mamá.

Él lo hizo mientras sonreía, mostrando sus hoyuelos. El agua calló de su cabeza salpicando un poco en mi blusa.

—Mama, ¿papa está? —La barra de jabón se me resbaló de las manos cayendo a la bañera.

Maldije mentalmente. Kael ha visto muchos hombres e incluso se ha dejado cargar por algunos, aunque era un poco esquivos con ellos pero nunca los había llamado papá.

—Bebé —cogí su carita entre mis manos—, ese hombre que te cargó no es papá y no lo llames así, se podría enojar.

Kael hizo un puchero, sus ojos aguándose.

—¿No papa? —Una lagrima cayó de su ojo derecho.

Me lastimaba verlo así. Yo sabía lo que era crecer sin uno de tus padres, aunque fue casi que sin los dos, pero en este momento no podía decirle a él que tenía un hijo, ni siquiera sabía si lo iba a volver a ver. Lo de hoy podría ser solamente una coincidencia y no volverlo a ver más, podría tener esposa y hasta hijos. Yo no quería dañar una familia ni afectar a mi hijo en el proceso.

Lo abracé sin importarme que me mojara y sobé su cabecita.

Sabía que no podía privar a un hijo de su padre por mi egoísmo, sabía que tenía que decírselo y lo haría, simplemente esperaría a terminar mi plan y se lo diría, si podía ponerme en contacto con él. Ya estaba preparada para que se negara y me llamara loca por presentarle un hijo tiempo después, pero no me importaba, seria hasta mejor que no quisiera formar parte de nuestras vidas. Un nerviosismo me recorrió al pensar en que quisiera a Kael y en ese caso podría estar dispuesto a compartir su custodia. Lo único que importaba era el bienestar de Kael.

—Papá vendrá después, bebé.

Kael me miró con sus grandes ojos verdes llenos de lágrimas. Alzó su manita derecha y me mostró su dedito meñique, queriendo que lo prometiera. Le sonreí y entrelacé nuestros dedos. Esperaba no equivocarme y que las cosas no salieran mal.

***

Estaba mirando la puerta del edifico al frente de mi negocio. La fachada impecable casi que brillaba. Había dos hombres de seguridad parados al frente del edificio, con gafas y auriculares, mirando la plazoleta y como si estuvieran esperando algo.

Sabía que era por Margareth, mi hermanastra y la culpable de todas mis desgracias. Ella era ese tipo de persona que le encanta hacerse notar, le encantaba ser el foco de atención; desde que nos conocimos cuando yo tenía 13 años y ella 14, había sido así. Se complacía con los cumplidos y las miradas, sobre todo de los hombres, de ahí el extravagante cuerpo que se había formado a la semana de haber cumplido la mayoría de edad. Con dinero de fideicomiso de su madre, se operó varias partes de su cuerpo.

—Hola, dulzura, me darías dos muffins. —Una voz habló a mi frente justo en el momento que un Ferrari rosado chillón aparcaba. No necesitaba ser un genio para saber quién era ella.

—Claro, con gusto —dijo distraídamente.

Pero no me moví, seguí mirando hacia esa dirección.

Se bajó del auto, sacudiendo un cabello rubio casi blanco que le llegaba hasta la cintura. Su vestido blanco le quedaba como un guante y hacia lo mejor posible para contener los balones que eran su trasero y sus tetas; por lo visto se había operado otra vez desde que estaba en la cárcel. Yo no era nadie para criticar el cuerpo de otra persona pero a mi parecer se veía muy extravagante.

—Hola, Ángela. ¿Tienes de esos brownies que me encantan? —reconocí la voz de Megan, una de las secretarias del banco de la esquina que me compraba desde hace un mes, desde el día que puse mi puesto aquí.

Noté el toque suave en mi mano, la que estaba sobre el estante. Estaba caliente y su ritmo me relajó. Tenía buena relación con Megan, pero no éramos tan cercanas como para tener contacto físico y así de cariñoso.

Al voltear mi cabeza cuando mi hermanastra ya había hecho su entrada triunfal, un quejido salió de mí: la persona que me sobaba la mano no era Megan, era él.

Quité mi mano como si quemara.

Megan nos miró, no perdiéndose que habíamos estado cogidos de las manos. Ahí caí en cuenta que él fue el que me había hablado antes.

Megan se aclaró la garganta.

—Claro, en seguida. —Me agaché para servir el brownie—. Estás de suerte, tengo los últimos dos del día.

Los empaqué en una caja y se los pasé a Megan. No perdí las miradas que le daba al hombre al otro lado de la vitrina, pero él no la miraba, la ignoraba y me seguía mirando a mí. Mi ceño se frunció.

—Aquí tienes los brownies, Megan —dije un poco duro.

Ella dejó de mirarlo y me sonrió apenada.

—Eh, gracias, Ángela.

Me dio su dinero y se volteó despacio, con pesar en su mirada.

—¿De qué quiere sus muffins, señor? —dije sin mirarlo.

—Maddox, mi nombre es Maddox Castile. —dijo acercándose más al estante.

Su apellido hizo eco en mi mente pero no sabía de qué o de dónde.

—¿De qué quiere sus muffins, señor Castile? —Pregunté de nuevo.

—De lo que quieras, de todos modos, estoy aquí por ti y tu dulzura —dijo mientras se saboreaba los labios.

No era una santa para no entender la referencia, y maldije a mi cerebro por traer el recuerdo de sus lamias a mi coño en la cárcel.

—Mi repostería es para hacer feliz a las personas, si va a comprar para botarlo o porque no los quiere, no lo atenderé, señor Castile —dije volteándome.

—Gorrión, no quería decir eso. Me comería cualquier cosa que prepares con tus preciosas manos. —Sentí como se hizo detrás de mí.

Tragué tratando de no ponerme nerviosa.

—Señor Castile, le pido que se retire o lo denunciaré a la policía por acoso. —Puse mis manos en puños.

—¿Cómo podría acosar a mi futura esposa? —susurró al lado de mi oído haciendo que mi piel se erizara—. Simplemente quiero tenerla cerca.

Me volteé para encararlo, aunque eso era casi imposible por los 30 centímetros que él me llevaba.

—Le repito lo mismo de ayer, creo que me confunde con alguien. Yo no lo conozco, agradecería que midiera sus palabras y me deja en paz. —Trate de salir de su lado.

—Y ya te dije que sé que eres tú, nunca te olvidaré mientras esté vivo. —Se acercó de nuevo mientras ponía sus manos sobre mis brazos—. Y ahora no dejaré que te vuelvas a escapar de mí, como lo hiciste hace tiempo, y menos con mi hijo.

Sentí que me mareé al escucharlo decir lo último.

—Kael no es tu hijo —Me reí nerviosamente—, ni siquiera es mi hijo, no vez que no nos parecemos.

Maddox entrecerró los ojos.

—Cuando salí de la cárcel me encontré con una vieja amiga que estaba embarazada, pero murió mientras daba a luz y me hizo prometer que me encargaría de Kael como su fuera mi hijo, eso es lo que hago, por eso me llama mamá —dije tratando de sostener su mirada.

Él no dijo nada pero podía sentir su recelo y me ponía nerviosa.

—No es tu hijo, ¿eh? —Camino hasta ponerse detrás del aparador—. Entonces deberías dejarlo en una institución que se encargue de él.

—Yo nunca haría eso, Kael es mi hijo y nadie me lo va a quitar. —Me pare al frente de él.

—Te podrías meter en problemas criando a un niño que no es tuyo —dijo alzando los hombros.

—Ya te dije que no pueden quitármelo porque es mi hijo biológico. —Él sonrió al escucharme.

No están preparada para verlo de nuevo y no planee nada y el resultado de mi desesperación estaba aquí, haciéndome lucir como una loca mentirosa.

—Bueno, está bien, Kael sí es mi hijo biológico pero no dejaré que nadie me lo quite. —Eso lo dije sin titubear porque era verdad—. Además, él no es tu hijo. —Me voltee.

—Bueno, no importa —Alzó sus hombros restando importancia otra vez—, sigue siendo mi hijo porque tu es tu hijo.

—Ya le dije que no... —Me callé al darme cuenta que ya había aceptado ser la de la cárcel con todo lo que había dicho.

Él alzó sus gruesas cejas sonriendo con suficiencia.

Suspiré y masajeé mis sienes.

—Mira, lo que pasó en la cárcel se queda allá. Tú me ayudaste con algo que necesitaba en ese entonces, y te agradezco demasiado. Pero eso ya quedó en el pasado, fue hace tres años. —Su sonrisa se borró—. Creo que los dos somos adultos que podemos dejar las cosas en buenos términos.

Maddox dio un paso hacia mí.

—¿Tú crees que después de probar el paraíso voy a dejarlo ir de mis manos? Te equivocas, pequeño Gorrión. Te hice una promesa y planeo cumplirla. En la cárcel te escapaste porque mi poder era casi nulo allá, y cuando pude averiguar por ti, ya habías cumplido tu condena. —Dio otro paso quedando pegado a mí—. Traté de buscarte cuando saliste de la cárcel, pero solo tenía un nombre: Angélica, y resultó ser el incorrecto, pero eso me motivó a seguir buscándote y da la casualidad que un día que salgo temprano del trabajo, te veo. —Bajó su cara hasta mi oreja—. El destino tiene una manera graciosa de manifestarse. —Besó mi cuello—. Y, cariño, planeo aprovechar esta oportunidad al máximo, hasta que tu nombre sea Angela Castile, tengas un anillo con el diamante más grande que puedas soportar en tu mano y hayamos formado un equipo de futbol con nuestros hijos.

Y me besó.





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Cuéntenme qué les está pareciendo.

Trataré de actualizar lo más seguido posible o, en su defecto, cada domingo o lunes.

Kael en la imagen, aunque las imágenes que pongo con para hacerse una idea de como son los personajes.

Voten y comenten, me ayudan mucho.

Nos leemos luego.

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