𝐋𝐚 𝐌𝐚𝐬𝐜𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐏...

By MJMoonwalker3

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❝Me prometí que te mataría. Pero ahora que te tengo delante, tan indefenso, jugaré contigo un poco. Te tortur... More

Sinopsis
Capítulo 2 - Sí, amo
Capítulo 3 - Orejas de gato
Capítulo 4 - Necesito sangre
Capítulo 5 - Hora del baño
Capítulo 6 - Caricias
Capítulo 7 - El dolor del rechazo
Capítulo 8 - Castigando al demonio
Capítulo 9 - Debilidades
Capítulo 10 - Gato en celo

Capítulo 1 - La Petición

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By MJMoonwalker3

Después de una larga batalla, los cazadores se proclamaron victoriosos ante la derrota de su rival, el rey de los demonios, Muzan Kibutsuji.

Estaban en el territorio enemigo. Mandaron a un cuervo para que notificara a todos en la sede. Anunciando que ya se encontraban fuera de peligro para que pudiera venir la ayuda, ya que hubo bastantes muertos y heridos.

Esperaban recuperar fuerzas para por fin acabar con él. Entre tanto, los pilares se encargaron de contener al demonio de ojos rojos. Shinobu le inyectó una sustancia en la que había estado trabajando antes de venir a la batalla. Un líquido que era capaz de anular temporalmente los poderes demoníacos de Kibutsuji.

No quisieron actuar hasta que la respuesta de la sede llegara. El cuervo volvió con un mensaje importante directamente del patrón.

"Capturen a Kibutsuji y tráiganlo ante mí".

Un tanto sorprendidos los cazadores siguieron las órdenes de su líder. Estaban dudosos de esa orden, pero confiarían en su patrón. Él era una persona pura y sabia, si les había pedido eso tendría una buena razón para hacerlo.

Amarraron al demonio y lo mantuvieron cautivo. Durante el viaje de regreso a la sede Muzan no paraba de insultar a los pilares. Tanto así que tuvieron que amordazarlo para que los dejara tranquilos un rato.

Al llegar las personas en la sede los recibieron con una gran gratitud. Muzan no se estaba fijando en eso, si no en el humano de ojos púrpuras. Su presencia lograba tranquilizarlo y eso es algo nuevo para él.

De repente uno de los pilares lo empuja hacia el suelo, obligándolo a arrodillarse frente a esa persona de cabello lacio. ¿Él arrodillándose ante alguien? ¡Ja! Primero muerto antes que hacer eso.

Intenta levantarse pero el mismo pilar volvió a estamparlo contra el suelo.

—Patrón, hicimos lo que nos pidió —habló el que tenía sometido al demonio, Sanemi—. Le trajimos a Kibutsuji con vida.

—Es lo que estoy viendo —le responde el menor mirando al de cabello rizado—. Sé que deben estar muy molestos con este ser que ha quitado tantas vidas de nuestros cazadores y de personas inocentes. Yo comparto su mismo sentir, así que les agradezco por cumplir mi petición de traer a este demonio a la sede sin matarlo en el camino.

Los pilares sonrieron al escuchar eso. Recibir un agradecimiento por parte de su patrón era algo muy valioso.

Kagaya se aproximó hacia el demonio.

—Alza tu rostro, Muzan —le pidió con esa voz calmada—. Quiero verte.

El de ojos rojos simplemente lo ignoró. Sanemi molesto por haber hecho eso lo jala del cabello para hacer que mirara al menor.

El chico se agacha para estar a su altura. Y una pequeña risa se presenta en su rostro al ver que estaba amordazado.

—¿Pueden quitarle la mordaza?

Tomioka se acerca detrás del demonio y se deshace de la mordaza. El de cabello lacio pasa su mano por el rostro del mayor, acariciándolo. Muzan disgustado ante eso intenta morderlo. De no ser por Giyuu el patrón hubiera terminado herido, ya que le colocó la mordaza de nuevo de una manera veloz. Kibutsuji forcejea, queriendo terminar con su cometido. Tomioka no tiene intenciones de soltarlo, sigue sujetando con fuerza las cadenas de los extremos de la mordaza.

—Escucha, demonio  —habla Rengoku al rizado—. Si te atreves a hacerle daño al patrón no dudaremos en cortarte el cuello.

Poco a poco el de ojos rojos logra calmarse y Giyuu le retira la mordaza. Si quería tener el derecho a estar sin la mordaza no debía de morder a nadie, que fastidio.

Kagaya siguió acariciando su rostro, nunca pensó que un demonio tan vil y cruel tuviera la piel tan suave. 

—Muzan Kibutsuji —mencionó el menor alzando la cabeza de el rizado hacia él—. Desde hace tiempo me prometí que te mataría aunque fuera lo último que hiciera. Ahora que te tengo delante, tan indefenso, jugaré contigo un poco. Te torturaré y a pesar de eso, no creo que esto pueda hacerte pagar por las tantas muertes que provocaste.

Muzan en su cabeza pensaba "Aww, que ternurita". Su voz era tan dulce que no parecía que lo estuviera amenazando a muerte. Tenía ganas de reírse, pero no quería recibir más maltratos por parte de los presentes.

—Por suerte, tu derrota me tiene de buen humor. Así que tu tortura durará tres meses. Luego te mataré.

Todo esto lo decía con una sonrisa que a los pilares comenzó a darles miedo. Se notaba que el patrón estaba enojado, pero era tan gentil que se forzaba por mantener la cordura frente a ese monstruo que ha acabado con miles de vidas.

Kibutsuji seguía fascinado con ese chico de ojos púrpuras, era tan tierno que nunca pensarías que él haría todo eso que estaba diciendo. Amaría devorarlo justo ahora.

—Desamarrénlo y pueden retirarse.

Los pilares lo desataron, liberándolo de las cadenas; no estaban de acuerdo con eso. Era demasiado peligroso dejar a Kibutsuji suelto por el jardín de la sede.

—Pero, Patrón...

—No se preocupen. Muzan se portará bien, ¿no es así? —contestó el menor mirándolo—. A menos que quiera que lo asesinen justo ahora.

El mayor simplemente se cruzó de brazos y volteó hacia otro lado.

—No te enfades, Muzan —le dijo el de cabello lacio— Oh, ya sé, te daré una noticia que te pondrá más alegre —propuso y sonrío—. Desde ahora serás mi mascota.

Todos se encontraron estupefactos ante la noticia de el menor.

—¿Yo cómo tu mascota? —soltó Muzan sin creerlo—. No me jodas. Escaparé en cuánto pueda.

—Bien, házlo, escapa.

Dijo el de ojos púrpuras, retándolo. Kibutsuji miró a su alrededor, los nueve pilares estaban a menos de un metro de distancia, las paredes que limitaban la propiedad estaban repletas de glicinas, y además no sentía que podía usar sus poderes. No tenía escapatoria, debería de rendirse ante el menor, por ahora.

—No escaparé porque en este momento tengo mucho sueño —puso como excusa—. Pero cuando recupere energías huiré.

Los pilares se fueron alejando lentamente de ellos mientras soltaban una gran carcajada, haciendo reír también un poco al menor.

—¡¿De qué se ríen, bola de imbéciles?! —. Les gritó realmente molesto.

—No grites o tendré que ponerte de nuevo el bozal —le advirtió dándose la vuelta—. Ven, te enseñaré donde dormirás.

—Los demonios no necesitan dormir, niño —. Refunfuñó.

—Pensé que habías dicho que tenías mucho sueño —le recordó Kagaya casi riéndose de él—. ¿O sólo lo dijiste porque en realidad no eres capaz de escapar de este lugar?

—Agh, es verdad, necesito dormir —respondió sin querer aceptar su debilidad, se levantó y siguió al de cabello lacio—. Muéstrame mi habitación.

A Kagaya le daba mucha gracia que Muzan pensara que tendría su propia habitación. Si sólo supiera que lo dejaría durmiendo en el suelo.

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