Seducción encriptada

By CarolBranca

2.5K 392 401

Eva era una chica alegre y optimista que confiaba en el mundo y, sobre todo, confiaba en ella y en su potenci... More

Bienvenidas a «Seducción encriptada»
Aterrizó en mi universo aún sin saber que lo destruiría (Cap. 1)
Malas noticias (Cap. 2)
Hola, Uve (Cap. 3)
Lo quiero muerto (Cap. 4)
Pensaba que moría (Cap. 5)
¿Invadirme? ¿Cómo harías eso? (Cap. 6)
Todo al rojo (Cap. 7)
Nuestra palabra clave es Cripto (Cap. 8)
​​Habitación trescientos quince (Cap. 9)

Equis lo protagoniza tutti (Cap. 10)

177 21 16
By CarolBranca


Eva

—Sería así si no fuera porque la respuesta que espera mi seguro de vida, no es tan sencilla como un «todo está bien» —respondo rezumando orgullo hacia mí misma y mis estrategias de seguridad personal—. Tenemos frases clave ya acordadas que, aunque signifiquen a simple vista un «estoy bien», son en realidad un «envía a la policía YA»

Equis me mira sorprendido y con cierta admiración. Me da la sensación de que se sorprende cada vez que le demuestro que no soy solo una cara bonita y hay inteligencia además de belleza en este cuerpecito mío.

—Muy bien, Uve. ¡Muy bien! Nada que decir entonces.

Me pongo el casco y me subo tras él en su moto.

—Ah, por cierto, te he traído una cosa —comenta sacando algo de su bolsillo. Me lo da y, cuando lo analizo un poco, caigo en la cuenta de lo que es.

—¿Esto es para que no te meta mano? —cuestiono divertida probándome los guantes negros tan suaves y bonitos que me ha traído. ¿Y son de Gucci? O son una imitación, o se ha gastado un pastón en hacerme este regalo. ¡Y no parecen una imitación!

—Al contrario, es para que me metas mano y no me congeles con ellas.

—Pero te has pasado, no hacía falta... —comento inquieta al calcular el precio. Diría que trescientos euros mínimo. Puede que cuatrocientos. ¡Ni yo me gasto tanto en unos guantes!

Equis hace un gesto negando como si eso no fuera nada.

Me río y hago justo lo que ha dicho: meter mis manos enfundadas en ellos por debajo de su chupa y apoyarlas sobre su jersey a la altura de su abdomen. Un abdomen duro y trabajado. Ummmm... ¡qué visión me viene a la mente! Lo recuerdo en medio de la suite, a mi merced. Sin camisa, con esos tatuajes tan intrigantes a la vista... ¡Dios! Me habría gustado fotografiarlo.

Cuando Equis arranca la moto, la mierda de realidad que he vivido esta semana —ese nubarrón oscuro que me ha tenido rodeada todos estos días— se va quedando atrás, cada vez más lejos. Me voy relajando y sintiendo mejor a cada minuto que pasa.

Equis cruza la ciudad en dirección a las afueras y, cuando salimos del núcleo urbano, nos mete en una carretera secundaria que pasa entre unas montañas, allí aprovecha para meter gas a fondo.

¡Que no termine nunca este paseo!

¡Qué sensación tan alucinante resulta del combo velocidad, libertad y buena compañía!

Además, me encanta cómo conduce mi compañero de terapias, cómo me va lanzando miradas provocadoras por el espejo retrovisor, cómo presiona mis brazos instándome a que me agarre a él más estrechamente, ¡todo!

Cuando nos dirigimos de nuevo hacia la ciudad, el cielo está cambiando de colores y es todo un espectáculo. El aire es cada vez más frío pero ni eso apacigua el entusiasmo que tengo encima. ¡Me pido un paseo de estos para cada semana! Me iría de perlas.

Para cuando aparca en mitad de una calle del centro, ¡estoy tan bien!, que me sorprende incluso a mí misma. Es como si Equis me hubiese alejado de todos mis miedos. ¡Me siento tan capaz de todo...!

No puedo evitar acercarme a Equis en cuanto me saco el casco, regalarle una sonrisa muy sincera y transmitirle mi gratitud.

—Gracias. ¡Me ha encantado el paseo!

Él responde con una sonrisa enorme y un brillo en sus ojos muy genuino.

—Cuando quieras repetimos. Es mi vía de escape —confiesa pensativo—. Siempre que tengo que pensar, o dejar de pensar: gasolina, velocidad y conducir sin rumbo.

—¡Terapia pura! —coincido enganchada.

—Y, ahora, este es el sitio en el que nos vamos a tomar una merecida copa juntos —señala hacia un bar con no muy buena pinta—. También podemos cenar algo, si te apetece.

—Perfecto.

Equis me sonríe pero expresa dudas con la expresión. Empiezo a pensar que lo del bar ese chungo era un vacile. La verdad es que soy muy pija para muchas cosas, pero me metes en un bar de mala muerte y no me descolocas.

—¡No iba en serio! ¡Tengo algo más de clase! —asegura casi ofendido. ¡A ver si aquí el pijo va a ser él!

—Perdóneme, usted, señor Equis. Será que yo no tengo tanta clase porque ese bar chungui me parece una gran idea ahora mismo.

Equis se parte de risa. Literalmente.

—¡No puedes hablar en serio!

—¡Que sí! —aseguro encaminándome hacia el bar, decidida a demostrárselo.

Equis me coge por el brazo para frenarme y me redirige hacia el otro lado.

—Te creo, «Uve, la chunga del barrio», pero el sitio en el que vamos a tomar algo, es ese —señala un local en la esquina con cristales oscuros a través de los que se intuye un local elegante en el interior.

Hombre, ¡eso está muchísimo mejor!

Cuando estamos a punto de entrar, freno, y le envío un audio a Lena.

—Me meten en un restaurante-coctelería italiano, te saldrá en mi ubicación. Corto y cambio.

Equis sonríe con curiosidad y estoy casi segura que quiere preguntarme algo. Pero no lo hace.

Entramos en el lugar y Equis saluda con la mano a alguien tras el mostrador.

—Giacomo Ferrati, el dueño, es un conocido mío —me explica Equis con su acento sexy italiano.

¡Madre mía!, unas ganas irrefrenables de oírlo hablar en italiano de nuevo me asaltan con fuerza. ¡Me parece lo más sensual del mundo!

La persona a quien había saludado se acerca y nos da la bienvenida a ambos con mucha amabilidad y calidez. Es un tío guapo, de nuestra edad, creo. No se me escapa su mirada recorriéndome fugazmente. Tras el saludo, nos acompaña a una mesa oscura en un rincón; claramente es la mesa más íntima y bien situada de todo el local.

Estoy tan entusiasmada con mi vida en este preciso instante, que me pondría a dar saltitos. Adoro estos sitios tan sorprendentes e inesperados. Y, sí, Equis tenía razón, le pega mucho más este lugar tan estiloso que el bar Manolo, con todos mis respetos a los bares de barrio. ¡Os llevo en el corazón!

Equis me señala el sofá que hay tras la mesa para que me siente en él y se coloca a mi lado. Dejamos las chaquetas a un lado y compartimos la carta mientras decidimos qué vamos a pedir.

Que me incline más de la cuenta sobre mi compi de terapia, ofreciendo una buena vista de mi escote y dejando que el perfume de mi cuello quede cerquita de su nariz, ¿no es una estrategia descabellada ideada para la seducción, no?

—Mmmm, qué dolce hueles —comenta él cayendo de pleno en mi trampa y acercándose aún más para oler mi cuello, se lo muestro como si le ofreciera morderme la yugular.

—Si quieres te pongo un poco de mi perfume en un botecito... para que lo huelas cuando estés en tu casa pensando en mí...

Lo digo en broma, haciéndome la arrogante creída. Equis se ríe despreocupado, así que entiendo que pilla mi humor.

—No es solo el perfume. Eres tú. Por fuera pareces una cosa pero empiezo a verte por dentro. Cálida, suave, dolce...

Estamos tan cerca... y nos miramos de una forma tan profunda...

¡Las ganas de besarnos no pueden ser más tangibles en este instante!

¿Solo de besarnos? Oh, no. De devorarnos mutuamente, más bien.

—Disculpen, ¿saben ya lo que quieren pedir? —interrumpe un camarero y dejo de mirar a Equis para fusilar con la mirada a quien corresponde.

—Yo tomaré un Great Gatsby —Equis señala en la carta la foto del cóctel que acaba de pedir.

—¿Ese qué llevaba? —cuestiono quitándole la carta y leyendo la descripción.

Whisky Macallan de 12 años Double Cask, miel de trufablanca, amaro, esencia de lavanda y ahumado con tabaco de vainilla y chocolate.

Joder, ¡qué nivel!

—¡Que sean dos! —me sumo salivando.

—Y pónganos también algunas raciones de antipasti, per favore —añade Equis haciendo uso de su lengua natal, nuevamente. Mi tanga no va a superar la noche, ¡se volatiliza en cualquier momento!

—¿Algo en concreto? —intenta adivinar el camarero.

—¿Te gusta todo? —me pregunta Equis. Asiento acercándole la carta para que escoja él.

—Sorpréndeme.

—¿Tienes hambre?

—No mucha —respondo calibrando. ¡Tengo más ganas de beber que de vivir, eso sí!

Equis revisa la carta por encima y responde enseguida.

—Una parmigiana di melanzane, una de arancini, una provoleta y una focaccia.

El chico se lleva la carta y yo me recoloco en el sofá hasta encontrar una postura seductora y, al mismo tiempo, cómoda.

—No sé qué es nada de eso que has pedido, pero ya se me está haciendo la boca agua solo de imaginarlo —explico algo traviesa. Equis no pierde oportunidad, claro.

—¿A tu boca le gusta mucho el producto italiano, entonces?

—Oh, sí. Eso parece —aseguro algo acalorada.

—Un día cenaremos juntos en Sicilia, en el mejor restaurante del mundo —propone espontáneo y con una sonrisa que denota algo especial. Algo pasa con ese sitio.

—¿Qué restaurante es ese? —indago sonriente.

—Lo fundó mi abuela, más tarde fue de mi madre y, actualmente lo dirigen unas primas.

—Uau. ¿Cuándo dices que vamos? —pregunto entusiasmada dando palmas.

—¡No me piques que saco billetes para esta misma noche! —asegura muy travieso y encantado con la idea.

—Esta noche igual es un poco precipitado... y está en camino todo eso que has pedido y que suena delicioso pero, podemos improvisarlo cualquier otro día. ¡Me encantan esas locuras! —exclamo muy fan.

—Estás bastante loca, en general —asegura entre risas.

—Tú no te quedas atrás, querido.

Toccato —acepta con una sonrisa genuina que es capaz de hacer arder a cualquiera.

El camarero nos trae los cócteles y no me resisto a probarlo. Cojo el vaso —un vaso de esos tan elegantes de cristal que se suelen usar para servir whisky, con la base pesada para darle estabilidad—, olfateao la mezcla, me deleito con ello y, finalmente, le doy un sorbo para descifrar las notas gustativas.

—Ummmm, ¡delicioso!

Equis me guiña un ojo con complicidad y da un buen sorbo al suyo también.

—¿Me vas a contar por qué has tenido una semana tan mala? —pregunta con tono íntimo y atento. Que su mano se coloque sobre mi pierna y la acaricie de forma ascendente, no ayuda a que pueda concentrarme en elaborar una buena respuesta.

—No sabría por dónde empezar —resumo triste al pensar en ello y recordar mis desgracias. Equis capta mi tono emocional porque su caricia queda paralizada y la cambia por un apretón en el muslo que lo que transmite son ánimos.

—¿Problemas de trabajo?, ¿o es algo personal? —sondea decidido a saber más.

—¿Sabes cuando los problemas de trabajo se vuelven tus problemas personales? —Equis asiente con pesadez, como si supiera exactamente de lo que le hablo—. Pues es algo así.

—Me encantaría saber a qué te dedicas —expresa tal como lo haría pidiendo un deseo al aire.

—¿Quieres contarme a qué te dedicas tú? —se la devuelvo sutilmente.

—Negocios. Inversiones. Arte.

¡Ey! ¡Espera, espera!

—¿Inversiones?

—Preferiría no entrar en detalles, la verdad —comenta arrugando el entrecejo.

Una respuesta muy yo.

—Yo también estoy en ese mundillo, por eso te preguntaba —me defiendo, tirando un anzuelo.

—¡No jodas! —exclama Equis abriendo los ojos de par en par. Asiento coqueta y orgullosa—. ¿Puedes darme detalles? Me encantaría saber en qué sector estás y qué haces exactamente.

¡Jo! Me gusta tanto hablar de mi trabajo... pero debo ser cauta, un poco más.

—Mejor que no.

—Está bien. ¡A ver si vamos a ser competencia! —añade muy divertido ante esa idea.

—Lo dudo. En mi mundo, la única competencia que tengo es conmigo misma.

Equis eleva las cejas, muy asombrado.

El camarero aparece de nuevo y nos coloca en la mesa los diferentes platos. ¡No sé cuál tiene mejor pinta! Identifico unas berenjenas con salsa de tomate y queso fundido, algo que parecen croquetas, una cazuela con queso fundido y una especie de base de pizza que debe ser la focacia.

Equis coge un trozo justo de esto último, coloca un poco de la berenjena asada encima y, cuando trago saliva por el cúmulo que había generado en mi boca, veo que lo acerca hasta mis labios.

—Tienes que probarlo.

Acepto la invitación y muerdo la combinación con un buen bocado.

Oh, pero, ¿qué manjar es este?

Delizia, ¿vero?

Asiento efusiva, con cara de disfrute y Equis se come el otro trozo restante del bocado.

Pruebo el resto de cosas y me sorprenden todas. Disfruto mucho de la combinación de sabores entre los platillos y el Macallan. ¡Qué alucine para mis sentidos! Y, cuando me doy cuenta de que Equis me observa como si fuera algo único y maravilloso en el mundo, aprovecho para soltar una duda que tengo sobre lo que ha dicho antes.

—¿Arte?, ¿a qué te referías?

—Arte... digital.

—¡No jodas! —exclamo replicando su expresión de hace un momento—. Como me hables de NFTs me da algo.

La cara de Equis en este momento es de susto.

—¿¡En serio!? —cuestiono muy sorprendida dando su silencio por una respuesta afirmativa.

—Tengo algunas obras NFT, sí. Soy algo así como un coleccionista amateur.

No-puede-ser.

—¡Ese es mi mundo! Bueno, uno de ellos —rectifico al recordar mis amadas criptos.

—¿E vero?

Asiento dando por hecho que he entendido la pregunta.

—De hecho, tengo una colección propia esperando ser publicada —explica con ilusión en la mirada.

—¿En serio? ¿Una colección de NFT's? —repito incrédula. Equis asiente y no me cuenta más. ¡Quiero saberlo todo!

—¿Así que tenemos mucho en común? —comenta encantado con ello.

—Eso parece.

—Para otra cita te llevaré a un sitio que te encantará —asegura convencido y con cierta ilusión.

—¿Otra cita? —cuestiono haciéndome la dura.

—Sabes que la tendremos, ¿para qué negarlo? —La seguridad que rezuma por cada poro de su piel es tan sexy, que me pone momentáneamente nerviosa, ¡muy nerviosa!

—Así que, recapitulando... tenemos pendiente ir a un sitio misterioso relacionado con el arte digital, también una escapada-locura a Sicilia para cenar en el restaurante de tu familia... Chico, para no saber ni nuestros nombres, estamos haciendo muchos planes juntos... —comento alzando una ceja y mirándolo con escepticismo. Equis se ríe entre bocado y bocado.

—¡Eso parece, Uve!

Pruebo lo que parecía una croqueta y descubro un interior compuesto por arroz, cebolla, carne y queso. Mamma mia, ¡qué bueno!

—Antes has dicho que me ibas a dar tu número —recuerdo contenta con ello.

—¿No decías que habías tenido ganas de llamarme? —replica recuperando el aire chulito.

—Sí, me hubiese gustado hacerlo.

—Y a mí que lo hicieras —aclara con una sonrisa que me comería a bocaditos.

—¿Me lo das?

—Toma nota —pide resolutivo.

Saco mi móvil pero, en vez de apuntarlo en la agenda, apunto el número que me dicta en las notas.

—¿Me haces una perdida así guardo el tuyo? —pregunta sacando su móvil.

—No, lo siento. No puedo darte mi número.

Su cara pasa a la sorpresa absoluta.

—¿Entonces?, ¿cómo vas a llamarme?, ¿para qué me pides el mío? Estoy confuso.

—Esta semana me haré con un teléfono prepago, o algo así. Y te llamaré desde ese.

—¿Hablas en serio? —cuestiona con los ojos fuera de órbitas.

—Sí, lo siento. Tengo ciertas... manías con mi privacidad y, ahora mismo, esto es lo que puedo ofrecerte.

Me duele pero lo tengo aceptado y lo transmito con firmeza.

—Está bien. Esperaré tu llamada, entonces —acepta enseguida.

—No estoy loca —me defiendo con buen humor—, bueno, no del todo, al menos —río calibrando qué nivel de locura debería admitir en este momento de mi vida—. Es que estoy pasando una etapa difícil. Vivo un poco en... estado de alerta permanente.

—Así vivo también yo desde hace algún tiempo —susurra en una confesión que parece muy sincera y sentida.

Le doy un sorbo al Macallan y miro a Equis expectante. Me gustaría que me contara mucho más pero yo no estoy dispuesta a contar nada sobre mí, así que... no puedo exigir nada. ¡Es una mierda estar tan limitada!

—Aprendes a sopesar riesgo-beneficio constantemente —resume Equis con aire triste—. Te acaba saliendo automático.

—Tú al menos eres capaz de dar tu número de teléfono —reconozco avergonzada.

—No te creas. Tengo doble SIM en mi móvil —señala la parte trasera de su iPhone—. Te he dado el número que no compromete mi identidad.

La mandíbula se me abre sola. Equis se encoge de hombros con un gesto travieso que me acaba de desarmar. La mezcla entere sincericidio y picardía es tan patente en él, que me descoloca.

—No es nada personal, Uve. Recuerda que estamos los dos en ese grupo de terapia en el que nos mantenemos anónimos. Es mejor seguir así.

—Ya, ya. Es que... no sé, a veces pienso que estas cosas solo me pasan a mí. Que nadie más vive con tanto miedo constante.

—¿Vives con miedo constante? —pregunta inclinándose hacia mí y arrugando el entrecejo lleno de preocupación. Diría que también muy sorprendido.

Asiento con cierta culpabilidad al reconocer esa parte de mí. ¡La detesto!

—¿Es por algo concreto? ¿Estás amenazada acaso? —intenta adivinar.

—Prefiero no entrar en detalles —zanjo con tristeza y un nudo acecha con bloquearme la garganta al recordar la habitación de hotel y la sangre manchándolo todo. Doy un sorbo largo intentando deshacerme de esas imágenes.

Equis no dice nada más pero su mirada me penetra, interrogante, y su gesto sigue siendo consternado.

—¿Te puedo pedir algo muy random? —suelto cambiando de registro y mostrando una sonrisa juguetona que activa la de Equis de forma instintiva y le relaja el rictus.

—Cuanto más random, mejor —acepta muy valiente. ¡Me encanta que sea así!

—¿Me puedes hablar un poco en italiano? —se lo pido con voz mimosa y lo acompaño con un gesto coqueto que incluye morritos—. Me encantaría escucharte hablar en tu lengua natal.

Equis no parece muy entusiasmado en un primer momento. Sin embargo con mi confesión final, se inclina acercándose más a mí, clava sus ojos en los míos y comienza a hablar en italiano haciendo que se me derrita incluso el DNI.

Cosa posso dirti? —susurra acariciando mi cara con ternura—. Non mi è mai venuto in mente che sei stato minacciato —esto lo dice con... ¿rabia?—. Spero di poter porre fine a tutto questo prima o poi —eso ha sonado muy decidido y la arruga de su entrecejo me lo confirma—. Desiderio che tu possa sorridere di nuovo come l'altra sera scommettendo sul rosso: impavida, libera, potente.

La última parte la pronuncia acompañada de una sonrisa seductora que tiene algo especial: contiene notas de algo muy íntimo, como si fuese una confesión importante.

Dios. Me muero por saber qué demonios me acaba de decir.

Aunque a mi sexo le da completamente igual la traducción. ¡Me está latiendo entusiasmado!

—Uffff, Equis... no tengo ni pajolera idea de qué has dicho, pero... ¡a mi cuerpo le ha gustado!, ¡mucho!

Equis se parte de risa al verme tan abochornada.

—Tú ríete, pero seguro que no soy la primera a la que derrites con tu acento. ¡Dios, qué sexy!

¿Esto último lo he dicho en voz alta? ¡Ups!

—Tu sei quello che mi fa sciogliere.

Me dejo caer derretida contra el respaldo del sofá y no puedo dejar de mirarlo y embobarme con los detalles. Esas arruguitas tan sinceras que aparecen en sus ojos cuando sonríe. Esos labios... el inferior, tan grueso y comestible, parece que me esté llamando a gritos. Mis labios se separan para poder emitir un suspiro que sale de muy adentro. Mi mano se va sin permiso a su camisa, y puede que tire un poco de ella para acercarlo más a mí.

Non vedo l'ora di mangiarti intera. Inizierò con la tua bocca.

Ni idea de qué clase de embrujo ha sido ese, pero me da que tiene mucho que ver con mi boca y con besarme porque no ha dejado de mirarme los labios con hambre mientras lo pronunciaba.

Tal como Equis se cierne sobre mí y me besa, me queda completamente confirmada la traducción.

Mi cuerpo, lejos de tensarse, se derrite un grado más. Pero él no se frena, al contrario: arrasa conmigo. Succiona mis labios con fuerza, saquea mi boca, marca territorio frente a mi lengua y me invade. Y esa invasión italiana resulta ser la cosa más deliciosa y afrodisíaca que me ha pasado en los últimos tiempos.

Cuando me recupero del impacto inicial, me agarro a su nuca con las dos manos, me levanto un poco haciendo que él retroceda con su cuerpo y tomo el control. Comienzo a moverme y a dirigir el beso a mi gusto. Desacelero su potencia y lo convierto en una montaña rusa: primero con movimientos suaves, lamiendo su labio superior; después añadiendo fuerza: mordisqueando el labio grueso de abajo y tirando un poco de él, lo que le provoca un gruñido ronco que me atraviesa todo el cuerpo por dentro; y, después, lo convierto en un beso lánguido —aunque intenso— cuando dejo que mi lengua jugueteé y dance con la suya encontrando un ritmo entre los dos.

Este beso es mejor que cualquiera de los que he soñado y fantaseado desde que lo conozco. ¡Me muero de ganas por avanzar con él esta noche sin interrupciones!

—Mmmm... eres tan dolce...—susurra sobre mis labios al separarse lo mínimo y se relame como si analizara mi sabor.

—¡Y espera a probarme bien! —suelto sin pensar refiriéndome a... a otras zonas de mi cuerpo. Estoy muy excitada ahora mismo. No juzgarme, gente.

—¿Qué? —pregunta descolocado con una sonrisa traviesa comenzando a formarse.

—¿Qué? —repito automática con la idea de hacerme la loca y correr un tupido velo.

Equis comienza a reírse mucho.

—¿Has hecho alusión a que...? —se calla y vuelve a reír mucho antes de seguir hablando y señalar mi entrepierna—. ¿A que te coma otra cosa? ¿En serio?

Me tapo la boca con una mano, muy abochornada. A veces me doy vergüenza a mí misma, aunque por suerte se me pasa rápido.

—No, yo... me refería a... —a ver cómo salgo de esta—. Sí, me refería a sexo oral.

A veces es mejor rendirse a tiempo y perder con toda la dignidad posible, que intentar ganar a toda costa y sacrificar el caché por el camino. Este es uno de mis lemas de vida.

—¿Tienes muchas ganas de que te lo haga? —cuestiona acercándose a mi oído para preguntármelo como si fuera un secreto. A la vez, su mano aparece entre mis piernas y me sobresalto en el sofá por la sorpresa. ¡Una sorpresa de lo más interesante! Con dos dedos acaricia la tela de mis tejanos justo por encima de la costura de en medio. Mi vagina palpita con más fuerza al sentirlo tan cerca.

—Muchas... uffff... ganas, sí. ¡Muchas ganas! —respondo desordenada por lo alterada que me tiene.

—Dime una cosa, Uve... ¿has fantaseado con esa idea?, ¿me has imaginado entre tus piernas?, ¿lamiéndote y haciendo que te corras con mi boca?

¡Dios!

Presiono los muslos uno contra otro apresando su mano entre ellos. Él sigue acariciando de arriba abajo por la costura de mi tejano y la humedad va creciendo con potencia en el interior.

—Sí...

—¿Y te has corrido mientras te lo imaginabas?

—Sí. ¿Y tú? —pregunto mirando la oscuridad y el morbo que transmiten sus ojos en este instante—. ¿Tú has pensado en mí también?

Equis asiente con una media sonrisa que catapulta mi placer.

—Desde que vi tu imagen, supe que desencriptarte sería, no solo un objetivo, sino también un deseo muy profundo. Sabía que escondías un buen tesoro y yo soy un buscador de oro, ¿sabes?

¿De qué habla? ¿qué imagen? ¿buscador de oro? ¿tesoro?

Mi mente no está procesando bien. Mi vagina en cambio... ¡uffff!

—¿Qué imagen? ¿a qué te refieres? —pregunto impulsada por la curiosidad.

—Desde que te vi en la terapia —aclara sonriente—, me refiero a la tua imaginne. Perdona, he traducido mal en mi mente lo que quería decirte. Cuando estoy tan caliente me sale el italiano...

—Uffff, yo estoy ardiendo —confieso agarrando su mano, la que sigue entre mis piernas y presionándola con fuerza contra mi sexo—. ¿Lo notas?

Equis traga saliva y asiente muy entusiasmado con ello. No me doy ni cuenta pero mi mirada recorre el local, primero por asegurarme de que nadie lo ve metiéndome mano, segundo, ¿habrá buenos lavabos en este sitio? ¿tendrán pestillo?

—¿Estás buscando el servicio? —cuestiona Equis pillándome de pleno. Sonríe pero deja de tocarme. ¡Mierda!.

—Sí, buscaba un lavabo, un pequeño almacén, un armario con fregonas, ahora mismo... ¡me vale cualquier cosa! Por cierto, ¿¡por qué diablos paras!?

Equis se ríe muy alto. Parece que le hago reír mucho. ¡Pues yo estoy hablando muy en serio!

—Nos merecemos algo más que un armario con fregonas, ¿no crees?

¡Me da todo bastante igual ahora mismo! ¿Qué parte no ha quedado clara?

—¡Dame una solución rápida o te meto en el primer armario que encuentre! —amenazo muy en serio.

Equis estalla en carcajadas de nuevo.

—Me matas, Uve. ¡Me matas!

—¡Te voy a matar como no soluciones esto pronto! —aseguro riendo y señalando hacia mi sexo.

—¿Qué te parece si miramos el hotel más cercano y hago una reserva online para ahora mismo?

—¡Me parece que por fin hablamos el mismo idioma!

Reímos los dos al descubrirnos tan ansiosos. Equis saca el móvil para ponerse manos a la obra pero su cara cambia radicalmente. Espero unos instantes y cada vez lo veo más serio y más preocupado.

—¿Todo bien?

Niega con la cabeza y sigue leyendo cosas en su móvil muy concentrado. Tras un largo minuto, hace una llamada.

—¿Situación actual? —pregunta con tono seco y cortante. Creo que nunca lo he visto tan serio, me mantengo en silencio y lo observo llena de curiosidad—. ¿Ha sido en mi piso o en el despacho? —¿así que tiene un despacho?—. Entiendo. Voy ahora mismo.

Tras colgar, guarda el móvil, se gira hacia mí y habla con mucho pesar y agobio.

—Lo siento, Uve, nuestro hotel tendrá que esperar. ¡Tengo que irme ya!

Alza la mano pidiendo la cuenta y se pone la chaqueta. Yo estoy a cuadros. ¿En serio?

—¿De verdad? ¿Te tienes que ir ahora mismo?

No me lo puedo creer.

—Lo siento mucho, dolce. Es una emergencia. ¿Me llamarás esta semana? Per favore... —añade en un susurro que suena a un ruego desesperado.

—Sí, te llamaré.

Paga la cuenta con efectivo en cuanto nos la traen. Me da un beso rápido sobre los labios, me mira con mucha pena por tener que irse, yo hago pucheros con los labios como respuesta.

—Te lo compensaré. Promesso!

Asiento tomándole la palabra y veo cómo se marcha. Primero pasa por la barra y le dice algo a su amigo, quien coge un teléfono y se pone a hablar como si siguiera una orden. Luego se va a la calle; yo miro por la ventana y lo veo subirse a su moto y salir disparado.

—Señorita, scusa —Giacomo está delante de mi mesa y me sonríe con amabilidad—. El señor me ha pedido que le consiga un taxi. Ya lo tiene en la puerta, la llevará a dónde usted diga. Pero no tenga prisa por irse, ¿puedo ofrecerle algo más de comer, o de beber?, ¿quiere la carta? Me ha dicho que pida usted lo que desee, él invita.

—Muchas gracias, es usted muy amable y... mi amigo también —agradezco muy reconfortada. ¡Qué bien sienta que te cuiden así! Por cierto, tal vez este hombre podría darme algún dato de Equis, aunque parece que se esfuerce a propósito por no mencionar su nombre—. Tomaré el taxi. Esto estaba todo delicioso, ¡seguro que volveré otro día! Y traeré a mis amigas.

—¡Serán tutti benvenuti! —sonríe satisfecho.

Cuando me levanto y me pongo la chaqueta, Giacomo me acompaña hasta la puerta, la abre y se despide de mí con dos besos.

¡Qué cercano y amistoso!

Me subo en el taxi que hay en la puerta, no sin antes comprobar la licencia y asegurarme de que es un taxi de verdad. De hecho, durante el trayecto le paso hasta la matrícula a Lena.

¡En estas me veo!

Puta locura de vida.

Cuando llego a casa, me doy cuenta de que va a ser mi primera noche en casa después de todo lo que ha pasado esta semana. Analizo que el calorcito que sigue emanando de mi cuerpo, aplaca al miedo y me siento muy capaz de afrontar una noche sola hoy.

Aviso a Marc y a Lena. De hecho, mi amiga me llama y nos tiramos al teléfono media hora. Le cuento todo sobre la cita y ella se entusiasma cada vez más y me anima a buscar un teléfono cuanto antes para poder llamarlo.

Sí, lo haré.

Suena una playlist de música muy sensual cuando me meto en la cama. Mis dedos se encargan de darme placer con caricias suaves repartidas por la zona más sensible de mi cuerpo. Mientras, en mi mente, Equis; su acento italiano; sus pintas de macarra mafioso; y lo picante que es cuando estamos juntos; lo protagonizan tutti.

¡Hola, Lectoras Vibrantes!

Siento mucho no haber publicado el lunes. ¡Pero aquí está lo que os debía!

¿Os ha gustado? ¡Ojalá que sí! 🙏

Siento comunicaros que, por el momento, este es el último capítulo de SE que publico en Wattpad. Tengo que aparcar TEMPORALMENTE «Seducción encriptada». Os cuento todos los detalles por Instagram!!!

Espero y deseo volver muy pronto por aquí con más cositas, (de SE o nuevas!!!) ❤️

Gracias por haber compartido estos capítulos conmigo, por haberme dado vuestras opiniones e impresiones, por haber dedicado vuestro tiempo a leerme, comentar, compartir... ¡Ha sido genial! ✨🥰

¡Nos vemos muy, muy pronto!

Carol

🌟 Grupo de Telegram para hablar de las novelas: https://t.me/joinchat/ADAGlEUox_Wy4pUBF2tQSg

Continue Reading

You'll Also Like

8.8K 1.9K 23
¿Alguna vez has imaginado lo que pasaría si aparecieras en el Universo Marvel? También imagina que tienes habilidades especiales como esos superhéroe...
14.9K 2.8K 16
Alex era una persona común con el sueño de algún día transmigrar a un mundo mágico. Pero lo que no esperaba es que sería transmigrado a un mundo much...
28.6K 2.2K 22
Eres mi perdición...
20.6K 1.7K 14
Izuku midoriya un chico que nació diferente a las demás de su generación no por el hecho de no tener un don El tenía algo más El era un prodigio Tod...