Él, abraza entre lágrimas al chico que yace con los ojos cerrados entre sus brazos. Repite su nombre con desesperación y se aferra a cada suspiro del ensangrentado chico.
Me acerco, despacio, cada paso vacilante. Me detengo a su lado. Aprieto su hombro con fuerza, las lágrimas se desbordan. La ira, el dolor, la venganza recorren mi cuerpo.
Una última mirada, corro en busca del culpable de nuestro dolor. Lo encuentro. Nuestras miradas se cruzan, una sonrisa siniestra se forma en sus labios y susurra un secreto olvidado.
Un secreto capaz de derrumbar mi mundo y mi cordura.
Mis manos cubiertas de sangre. El sonido tintiniante de los cristales a mis pies. Las sirenas de fondo anuncian la llegada de nuestra salvación, así como de nuestra condena. Todo depende de como nos juzguen.
¿Para la sociedad que somos?
Víctimas o asesinos.