váyanse al diablo
Eijiro abrió tanto los ojos que creyó que se le salían de sus cuencas. ¿acababa de escuchar bien?
La mano del cenizo seguía sobre sus labios, pero al ver que este bajaba la guardia y lo liberaba, la apartó y se permitió respirar, ni siquiera se había percatado que aguanto el aire todo este tiempo.
Por otro lado, Katsuki, en cuanto escucho que Deku se marchaba, cogió de la muñeca al pelirrojo y lo guio fuera el local por la parte trasera hasta uno de sus autos, verificando en todo momento que el pecoso no saliera de entre las sombras.
El arrastrado protestaba a cada paso, sin embargo, lo ignoro hasta que se encontraron dentro del vehículo.
- Oye, lunático, si no me sueltas, tendré que dispararte- apenas lo dijo, Bakugo solo contesto con una ceja elevada. - ¿sabes qué? Ha sido muy divertido y todo, pero creo que lo mejor será dejarlo aquí.
- ¡¿Ahh?! Hace un día me querías quitar la ropa y ahora huyes- dijo despectivo y rio- que cobarde.
- Yo no soy...- tranquilízate Eijiro, pensó- eso fue... un error. No veo por qué hacerlo. Me disculpe. Me perdonaste. Fin de la historia.
- ¿Y quién dice que te perdone?
- ¿Eh?- no creyó hacerlo evidente, pero su rostro de superioridad no le dejó de otra- ¿todo lo que estuvimos hablando?
Katsuki solo lo escudriño con la mirada un momento antes de que arrancara el auto. Condujo a su velocidad habitual antes de que percibiera la cara de sorpresa de su copiloto.
El cenizo solía manejar de una manera brusca y casi sin control.
El club estaba un poco alejado de la ciudad, por ello, no tararon en salir a una carretera abierta. Permitiéndole ir más veloz sin alguna preocupación legal.
Solo ver la expresión del pelirrojo lo animo a ir más rápido. Y a reír mientras lo hacía.
Eijiro giro a ver a su piloto cuando escucho sus carcajadas, el también estaba acostumbrado a la velocidad, pero solo en cuestiones de vida o muerte, no por diversión.
Se sentía bien.
Sobre todo, en tanto el rubio abrió el techo, dejando que el aire golpeara sus rostros.
No tenía idea de adonde iban, si lo quería matar, secuestrar o qué. Sin embargo, no pudo evitar reír a lado de su enemigo.
...
Después de la euforia, el cenizo detuvo el vehículo cerca de la ciudad y el pelirrojo descendió. Aun reía un poco, pero al ver a Bakugo esta se fue apagando. Tenía la mirada perdida en el volante y sus orejas estaban rosadas, talvez por el viento, aunque suponía que no fuese por eso.
Por poco y le tenía lastima, no sabe por qué. El chico parecía combatir internamente Eijiro sabia la razón, una razón que él había dejado salir. No había sido su intención, pero ahora era lo único que rondaba en la mente de ambos.
Tomo una hoja arrugada de su bolsillo y con su bolígrafo escribió una dirección, una cabaña a las afueras de la ciudad y se lo extendió a su rival.
- Está bien- Katsuki y su habitual ceño fruncido giraron a él con confusión- lo que me pediste antes. Yo estaré mañana aquí- dijo mostrando el papel.
- Muérete no te pedí nada.
No entendía a ese hombre, le decía algo y tiempo después lo mandaba al infierno por estar de acuerdo en él.
El cabello de mierda levanto el pequeño pliego como si dijera "esto es tuyo" estirándose dentro para depositarlo dentro uno de sus bolsillos. Seguía sonriendo como idiota cuando se recargo en la puerta del copiloto.
- Por si cambias de opinión estaré ahí el sábado hasta las diez de la noche... o más, si decides aparecer.
Dicho eso, no espero respuesta y le dió la espalda. Bakugo quiso grítale que se fuera al diablo, en cambio solo condujo devuelta a su hogar, esperando no encontrase con el pecoso al llegar.
-
¿A dónde fuiste ayer?
- Eso no es de tu maldita incumbencia, ojos de mapache. - le grito más enojado de lo normal.
- Midoriya salió furioso de aquí a buscarte.
- Que le den y a ti también. - apresuraba el paso para alejarse pero la pelirrosa lo alcanzaba lo más de prisa.- no es mi madre y aunque lo fuera también que se vaya a la mierda.
Creyó deshacerse de ella al entrar a uno de los cuarto sanitarios, sin embargo, esta abrió la puesta sin pudor.
- De hecho, ella te busca.
- ¡Sal de aquí, maldita lunática!
La empujo fuera, pero cuando salió de nuevo seguí ahí. La miro con odio y camino en sentido contrario al despacho de su progenitora. Mina lo siguió durante casi media hora lanzando preguntas y comentarios de un amorío secreto, no importase cuanto Katsuki le gritara para callarse, esta continuaba. Hasta que su paciencia se acabó.
- ¿Sabes qué?, cierra la boca y no me sigas- habían dado una vuelta a toda la mansión y cogió camino al cuarto de su madre- veré que quiere la bruja, ve a molestar a alguien más.
- Estoy aburrida, ¿de acuerdo? Momo y Midoriya salieron a ayudar a Todoroki y Kenji está en quién sabe dónde, solo estás tu.
Camino más de prisa al ala donde estaba la habitación de su madre.
- Bueno, pues ahora solo estas tu- y con eso entro a la alcoba.
La vieja estaba sentada en la cama mirando el libro de fotos viejas. Katsuki odiaba ese libro.
- ¿Qué quieres?
La mayor giro para ver a, lo que ella consideraba, su niño. Y tenía exactamente la misma expresión de cada vez que veía o escuchaba algo relacionado a su esposo. Nostalgia.
De inmediato el cenizo se puso incomodo, aunque no lo demostró.
- Suki, tenemos que hablar.
- No me llames así. - era la manera en la que su padre lo solía llamar. Y cuando ella lo hacía era para algo importante.
- En cinco meses cumplirás veintiuno y haremos la ceremonia de sucesión.
Eso ya lo sabía, así que no entendía por que su madre parecía ansiosa.
- Técnicamente ya manejas todo en este lugar, los negocios, empresas, personas. Solo hace falta hacer oficial que seas el líder de todo esto. - dejo el álbum en la cama y se levantó- pero como están las cosas, es inestable la lealtad de algunos socios fuera del país
- Entonces no son leales.
- Sí lo son, pero somos dos mafias poderosas las que regimos en el país. Ellos, al igual que nosotros, eligen quien les den la ventaja. Esos seremos tu y yo.
No necesitaba decirlo. Sus ojos, sus miradas eran suficientes para entenderse mutuamente.
Tenía que deshacerse de una vez por todas de lo Kirishima.
- El joven Todoroki hablo de archivos prometedores, consigue esa información. Antes de abril tenemos que ejecutar una manera de dejarlo en el lugar donde pertenecen.
- A nuestros pies.
Habían pasado dos días desde... eso, por fin era sábado y vería a Bakugo en la vieja cabaña.
Sero, Kaminari y él se dirigían allí. Claro, sus dos amigos se irían de las seis de la tarde de ahí. No habían hablado nada sobre el incidente del almacén, por lo que prefirió no sacarlo a la luz. Verificarían unos contratos en privado, esperaba y no tomaran mucho tiempo para que ambos se retiraran de inmediato.
El día transcurrió tranquilo lleno de bromas, sin embargo, existía un ambiente tenso entre los tres, podía jurar que Hanta hizo uno que otro comentario despectivo hacia la familia rival, quizá estaba equivocado después de todo era algo no habitual en él por qué, aunque no los odiase tanto como sus madres, nunca decía cosas por el estilo.
llegada las siete de la tarde Eijiro dispuso a sus colegas que se podían retirar.
- No- dijo Sero.
- Ya es tarde, me quedare un poco más para terminar de ordenar, estaré bien.
- Esperaremos contigo. - el pelinegro ni siquiera se había movido de su lugar- ¿no hay algún problema o sí?
- Quiero estar solo un rato
Sostuvieron una breve batalla de miradas cuando el rubio entro a la sala sin entender que pasaba.
- Tengo que irme, Sero ¿podrías...
- No quedaremos un poco más- lo interrumpió- los tres.
El chico necesitaba contexto, y de prisa o llegaría tarde a su cita con el pelimorado.
- ¿Es de vida o muerte? Porque de verdad necesito irme, a menos que sea importante
- Lo es
Los dos amigos no despegaron la vista uno del otro. Eijiro se estaba poniendo nervioso, si Bakugo llegaba no sabría qué les diría a sus amigos, si no se lo podía explicar la situación así mismo tampoco a terceras personas. No tuvo de otra.
- Quiero estar solo. Kaminari tiene cosas que hacer. Así que te ordeno que te retires.
El jamás había dado una orden directa a sus amigos, siempre eran peticiones o sugerencias, después de todo se había criado prácticamente juntos. El pelinegro sintió como si le hubiesen golpeado en el estómago, no por ordenarle irse sino la manera en lo que lo hizo. Luego de unos segundos, este se puso de pie.
- Bien, nos vamos- recogió su chaleco y ajusto su arma- esto no tiene nada que ver con el beso del almacén, ¿cierto?
Demonios
- Solo quiero estar solo. Ahora váyanse- también poniéndose de pie. - por favor.
Aquí está el capítulo, lo más seguro es que suba el otro el lunes o martes así que no desesperen.
Espero les haya gustado, y una disculpa si hay alguna falta de ortografía. Como se... los quiero, tomen awita.