Arde, mi bella estrella

By -TheDarkSwan-

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"Si ellos intentan asfixiarte, grita, el dolor te dará alas nuevas y el vuelo retomarás. Arde, mi bella estre... More

Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Me plagiaron (1) :)
Me plagiaron (2)
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42

Capítulo 31

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By -TheDarkSwan-

Música de este capítulo:
Inspiración (acortada también por falta de tiempo, presupuesto y ánimos)

~~~~~

5:00 de la tarde.

Mirabel llamó a la puerta de Isabela, el mismo tocar que ha usado durante años y que la mayor de los nietos Madrigal reconocería como propio de Mirabel. Con el corazón latiendo con rapidez y sintiéndolo en la garganta, esperó paciente, en verdad no podía culpar a su prima si no deseaba abrir la puerta, o abrirla solo para reprenderla por lo que había pasado.

La puerta se abrió, clara invitación a que entrara, por lo que Mirabel ingresó de inmediato a la habitación de Isabela, cerrando detrás de ella la puerta. Con cautela se adentró a la habitación, mirando a la cama de su prima que se encontraba muy lejos del suelo.

—¿Isa? —la llamó con inseguridad, si Mirabel era honesta, no sabía que esperar de Isabela en este momento. En la cena su prima le gritó que la odiaba, que no podía creer lo que había hecho y lucía muy frustrada, aún no sabe si era mera actuación por la abuela que se encontraba cerca o era algo que Isabela simplemente sintió en el momento (lo cual la aterraba, que Isa le gritara que la odiaba le hacía temer que de algún modo reiniciaran desde cero y comenzara a comportarse como lo hizo hace unos años).

Mirabel observó como la cama de Isabela comenzó a descender, las lianas florales giraban lentamente la cama para mostrar la figura de la mayor de los nietos, con una mano sobre una de las flores, acariciando sus pétalos.

—Luisa no puede levantar ni una empanada, la nariz de Mariano está hecha papaya y la cena de compromiso fue un fracaso —dijo Isabela con un tono peligrosamente plano, tomando la flor de la enredadera para después aplastarla y girar su cabeza en dirección de Mirabel, quien se estremeció ante la mirada llena de frustración y preocupación en el rostro de su prima —¡¿Enloqueciste mujer?! —grita alterada, bajando de su cama de un salto para comenzar a bajar los escalones.

Mirabel no pudo evitar morder sus labios, por un momento, quizás sería una opción ir directo al grano, decirle a su prima que necesitaban darse un abrazo porque eso resolvería el problema de las grietas, cumplir ese objetivo porque eso había mostrado una visión de Bruno como la solución, pero... No se sentía bien, como si el abrazo no fuera lo único, debía haber algo más.

—Lo siento por arruinar la propuesta, Isa —se disculpa sinceramente, decidiendo que no será una insensible y no tomará a la ligera la molestia de Isabela. Mirabel no conoce si Isa en verdad le gusta Mariano, jamás supo si Isa sabía de qué a Dolores le gustaba Mariano, pero eso no importa, porque aún si no fue la intención de Mirabel, ella arruinó la cena importante de su prima/hermana.

Isabela la miró seriamente a los ojos unos segundos, antes de que su expresión decayera, luciendo repentinamente agotada —. Mimosa, necesitaba que la cena fuera un éxito. Que fuera perfecta —Mirabel no puede evitar sentirse inquieta, por alguna razón, algo no le gusta —. Necesitaba comprometerme y simplemente superarlo —susurró, evitando la mirada de Mirabel y cruzándose de brazos. Por alguna razón, la quinceañera sentía una pequeña muralla entre ellas, estaban a solo unos centímetros separadas una de la otra, pero se sentía una gran distancia, la sensación de que Isabela ocultaba más de lo que dejaba ver había vuelto.

—¿Isa? —la llamó con suavidad, inclinándose un poco para invadir en menor medida el espacio personal de su prima, pero a la vez tratando de entrar a su campo de visión —¿Qué quieres decir con superarlo? —Mirabel se sintió muy preocupada al notar el conflicto en los ojos de Isabela.

—Yo... —los ojos de Isabela se llenaron de lágrimas, finalmente mirando a los ojos de Mirabel —¿Puedo decirte algo y prometes no gritar? —le pregunta con voz temblorosa. Mirabel arruga su entrecejo, asustada de ver a Isa en ese estado, pero asiente en silencio —. Yo no quiero casarme con Mariano, en realidad ni siquiera me gusta —la quinceañera jadeó horrorizada, eso significaba que su prima se estaba casando sin amor.

—¿¡Entonces por qué?! —la cuestiona con preocupación, tomando los hombros de Isabela y sacudirla un poco —¡¿Por qué estás casandote con él si no lo amas?! ¡Creíamos que lo hacías! —esto está mal, para Mirabel esto está horriblemente mal.

—¡Por qué es lo que la abuela quiere! —grita Isabela con frustración, separándose de Mirabel bruscamente —¡Por qué al menos si soy yo no lo será ninguna de ustedes! ¡No lo serás ! —Mirabel se queda paralizada, y siente frío, mucho frío —¡Ella puede exigirme tanto como quiera! ¡Pero ella no puede meterse contigo, y si para ello debía de insistirle para que contrajera matrimonio con Mariano entonces que así fuera! —Isabela lloró, cubriéndose el rostro con las manos.

Mirabel no sabía que decir, sus pensamientos corrían desenfrenados sin poder detenerse mientras digería las palabras que Isabela gritó con una voz desesperada.

—Tú... ¿Me estabas protegiendo? —le preguntó con voz temblorosa... Eso no podía ser, eso no...

—Estaba en una conversación con la abuela y la señora Guzmán —dijo Isabela con tono derrotado, descubriendo su rostro y manteniendo la mirada al suelo rosado —. Mostrando siempre una tonta sonrisa bonita y fingiendo que ponía atención en la mayor parte de la conversación. La abuela antes había estado haciendo comentarios acerca de que Mariano era un gran muchacho, que sería un buen prospecto de marido y era casi a diario desde hace casi un año, así que si su conversación con la señora Guzmán iba en ese camino entonces no me interesaba, así que no les puse atención —Isabela tensó la mandíbula, cruzándose nuevamente de brazos —. Pero repentinamente dijeron tu nombre y fue cuando comencé a poner atención —Mirabel observó como la mirada de su prima cambió, una pizca de resentimiento y enojo brilló en los marrones de Isabela —. Abuela le mencionó a Lorena que quería ofrecer tu mano en matrimonio a los Sierra y que fueras a vivir fuera de Casita —Mirabel sintió como la bilis le subió por la garganta, se supone que había un acuerdo de paz entre ellos, abuela casi ni se metía con ella desde que los niños cumplieron cuatro años, ¿se debía a qué ese era su plan? —. No sabes lo duro que fue, mantener una postura perfecta, una sonrisa modesta y la tranquilidad, cuando en realidad quería explotar —Isabela repentinamente parece estar reviviendo la escena, ya que se aleja varios pasos de Mirabel, sus brazos se abren y hace ademanes llenos de frustración a la vez que pisotea el suelo —¡Quería gritarle! ¡¿Cómo podía siquiera querer sacarte de Casita?! ¡Pero debía mostrarle una estúpida sonrisa y parecer que entendía su punto de vista! —Mirabel se percató de los cactus emergiendo en el suelo, pero decidió no sacarlos a relucir, permitiendo a Isabela continuar, le dolía, claro que lo hacía y quisiera expresarlo, pero algo le decía a Mirabel que llegarían más lejos en esto, una ruptura a la muralla que las separaba —¡Entré en pánico cuando la conversación escalaba más, casi como si fuera un hecho! ¡Así que le dije a la abuela que no debía concentrarse en ti ni preocuparse si yo me casaba con Mariano y traía nuevas bendiciones para el Encanto! —sollozó —. Y logré que olvidara el tema, y eso estuvo bien para mí, porque no importa si me caso sin amor, ella no puede hacerles lo mismo a ninguno de ustedes, menos a ti, porque podría usar mi matrimonio para que no salieras de Casita.

Mirabel no pudo evitar derramar las lágrimas que se acumularon en sus ojos en el transcurso de la explicación. Isabela, quien había aceptado en un inicio la postura de la abuela y la ignoró. Isabela, quien se había empezado a desquitar con ella por frustraciones que estaban lejos de la comprensión de Mirabel. Isabela, quien se disculpó llorando desesperada. Isabela, quien estaba ahogándose a si misma para protegerla. Su querida hermana mayor Isabela.

Mirabel se acercó a Isabela, sus manos buscaron de inmediato las de la mayor, tomándolas con dificultad —. Gracias, por amarme tanto como para sacrificarte por mi —le dice con voz temblorosa, una sonrisa se desliza por sus labios cuando los ojos de Isabela finalmente la miran —. Pero por favor, nunca te sacrifiques así, ¡es tu felicidad, Isabela! ¡Es tu vida! ¡Ya no soy una niña pequeña, tengo quince! Además, ¿crees que mis papás no habrían impedido el matrimonio incluso antes de que la abuela terminara de dar la idea? —la cuestiona con una pequeña pizca de diversión, que obtiene el efecto deseado cuando Isabela resopla y pone los ojos en blanco —, y te aseguro que mis papis nos habrían sacado de la casa de ser necesario, incluso las hubiera arrastrado a Luisa y a ti de ser necesario —Mirabel suavizó su expresión, acariciando con los pulgares el dorso de las manos de Isabela —. Por favor, ¿puedes ser sincera conmigo? —la mayor asiente lentamente —¿Por qué casi te ahogas a ti misma con tal de protegerme?

Mirabel esperaba una expresión alarmada de parte de Isabela por la pregunta o quizás una evasión, pero a cambio, notó como la expresión de Isabela se suavizó con un amoroso dolor.

—Quizás, no he podido superar el hecho de que me comporte como una perra cuando eras una niña y desquite mis frustraciones sobre ti —le dice con tranquilidad, como si decirlo liberara un peso invisible en sus hombros —. En algún momento comencé a odiar ser perfecta, no entraré a detalles sobre eso porque la verdad es algo que aún debo meditar —suspiró —. Cuando la abuela me habló de muchas cosas cuando le exigí respuestas el día que mamá nos dijo a Luisa y a mi que ya no serías reconocida en el lado de nuestra familia, y que mucho menos podíamos hablarte por un tiempo indefinido. La abuela me dio sus respuestas, y, aún si odio admitirlo, las acepté y me convencí de que eran válidas, por lo tanto, aún si me dolía, me pondría una máscara y serías indiferente para mí... Me pondría una máscara y sería perfecta para mantener en alto que seguíamos siendo los bendecidos y maravillosos Madrigal —Isabela repentinamente tenía una expresión en blanco, viendo más allá de Mirabel —. Me estaba ahogando, cada día era más horrible, más cansado y era más frustrante, pero debía seguir... Cuando menos me di cuenta, ya había explotado contra ti, y horriblemente, eso se sintió bien, me liberó, pero a la vez me comía la culpa —negó con la cabeza, mirando de nuevo a Mirabel —. No puedo superarlo, ni olvidarlo. Desde ese día en que te pedí perdón... No, desde el momento en que la abuela nos encontró caminando juntas después de que estuviste trabajando en mi vestido de quinceañera, justo en ese momento en que te encogiste ante su mirada, de alguna forma me ví en ti, y por Dios, juro que no deseaba volver a verte así, y por eso, decidí que te protegería, a los demás y a ti, si tenía que ser más perfecta, si necesitaba ser por completo el foco de atención... —Isabela arrugó su rostro con tristeza, dejando escapar algunas lágrimas —. No me importaba, yo soy la mayor de los nietos Madrigal, entonces, debo cuidarlos. Sobre todo, debo protegerte a ti, porque ya te fallé una vez, y no iba a hacerlo de nuevo.

Mirabel se lanzó de inmediato a Isabela, rodeándola con sus brazos y atrayéndola a un fuerte abrazo.

—Te perdoné hace mucho tiempo, así que, por favor, Isa, si quieres hacer algo para protegerme, primero dímelo, odio que te lastimes —le susurró. Isabela le devolvió de inmediato el abrazo.

—Sé que las cosas cambiaron, pero para mí aún eres mi hermana pequeña, así que siempre intentaré protegerte —murmura Isabela en respuesta contra su cabello.

Mirabel se separa de ella, sonriéndole —. Bueno, en ese caso, me enojaré contigo si vuelves a hacer algo así —dice concluyente, ganando una carcajada sollozante de Isabela —. Pero oye, ¿te das cuenta? No has hecho flores ni algo simétrico mientras explicabas enojada —le dice con una sonrisa traviesa.

Isabela de pronto se separa abruptamente de Mirabel, observando para ubicar a qué se refiere, y sus ojos de inmediato se posan en uno de todos los cactus que creó.

Mirabel observa como Isabela se pone de cuclillas al suelo, acercando vacilante su mano al cactus. Una melodía comienza a sonar en las paredes de la habitación. Mirabel amaba la magia, se manifestaba siempre de formas extraordinarias, y ahora, reflejaba la canción en el corazón de Isabela.

~No esperaba este efecto, forma audaz, que impresión~

Mirabel sonrió a Isabela, observando como tocaba con ojos maravillados el cactus y éste crecía un poco más.

~No es simétrico perfecto, pero es único~

La quinceañera observó como su hermana tomó el cactus, girando en círculos en ademán de presumirlo.

~¿Quién sabrá, si es inspiración?~

Mirabel sonrió con alegría, corriendo a Isabela, solo para tomarla de los hombros estando a su espalda, comenzando a empujarla.

~¡Hey, ven aquí! ¡Ven aquí!/¿Será inspiración?~

Cantaron juntas, Mirabel empujando a Isabela hacia el área abierta de su habitación, dándole un impulso a Isabela para que al final corriera.

~De mis brazos brotan rosas, flor de mayo, por el patio~

Isabela dio sus típicas poses y piruetas perfectas, su habitación respondía a ella.

~Y en mis poses muestro hermosa, la mejor sonrisa en labios~

Mirabel se emocionó cuando su hermana mayor sonrió con picardía, rompiendo con sus enredaderas las estatuas hechas de mera vegetación que la mostraban perfecta.

~¿Que lograría si creciera el sentimiento del momento?~

Isabela corrió por toda la habitación, los pétalos de las flores se levantaron con gran diversión, como si se divirtieran.

~¿Hacia donde estás yendo?~

Acompañó a su hermana en la canción, preguntando con una enorme sonrisa y siguiendo de cerca a la mayor.

~¿Que lograría sin tener que ser la hermana perfecta? Sin tener miedo a surgir, nadie lo va impedir~

Isabela se subió a su cama, con fuerza se agarró de las enredaderas, y cuando la cama se elevó rápidamente, Isabela se columpió con un montón de pétalos arremolinando y creando un pequeño tornado.

~¡Un huracán de jacarandas! ¡Por subir! /¡Si! /¡Y enredar! / ¡Suena bien!~

Mirabel animó a Isabela con energía, viendo cómo saltaba fuera de la cama, corriendo a un espacio abierto de nuevo, con Mirabel siguiéndola de cerca.

~Palma de cera llena el aire y va escalando en expansión, ¿será inspiración?~

Isabela hizo crecer una palma bajo sus pies, haciéndola crecer alto, mientras Mirabel era sostenida por un par de enredaderas, subiéndola a la altura de la palma.

~Una magnífica rocío de sol, pero es carnívora, será con precaución~

Mirabel se rió, encantada por las flores claramente peligrosas mientras su hermana le extendía la mano y la jalaba a la palma, ambas juntas ahora.

~Yo quiero emocionarme con mi versión, no vas a ser bella, hoy descubriré quién soy~

Mirabel le sonrió a su hermana con suavidad al notar como su semblante decayó.

~Hoy tus ojos se abren, al fin de este sueño podrás despertar / ¿Sabré ser original? / Solo he visto tus flores brotar, pero adoro mirarte volar~

Algo se renovó en ambas, era como reconectar raíces al suelo, elevándose una vez más. Juntas se levantaron, haciendo un juego de manos para levantarse mutuamente.

~¡Comienza/Comienzo a elevarte/elevarme hasta el cielo y alcanza/alcanzo el sol!~

Ambas dieron una pirueta sobre la palma que escaló hasta el exterior de Casita y a su techo, solo para quedar cara a cara, emocionadas y continuando cantando con total emoción.

Continuaron, ese momento era de Isabela, solo de Isabela, y aún así, Mirabel estaba extasiada por acompañar a su hermana en este preciso momento, ayudándola a resurgir, que la fachada que tanto la lastimaba se quemara con las llamas del sol del atardecer. Juntas saltaron por el techo, juntas cantaron mientras más flores extravagantes y coloridas surgían, juntas se elevaron al sol mientras Isabela se envolvía en el polen colorido que está llevando al aburrido rosa irse.

Juntas, abrazándose justo frente al alféizar de la ventana mientras las notas parecían llegar a su final. Mirabel notó el brillo intenso de la vela, notó como las grietas se curaban y ella sonrió, pero sonrió aun más cuando le devolvió la mirada a Isabela, quien sonreía extasiada, tomándola de la mano y ambas finalizando su travesía cuando Isabela las arrastró por el cielo y cayeron en el patio de Casita sobre un montón de pétalos de flores.

—Eres una mala influencia —le dice Isabela entre risas y Mirabel no puede evitar resoplar con burla ante su declaración.

Mirabel quiere responder a eso con un comentario mordaz, pero jamás lo logra.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —la estridente voz de la abuela provoca que ambas abran sus ojos alarmadas, sentándose de inmediato solo para ver cómo la matriarca ingresa a Casita, mirando con horror las creaciones de Isabela.

Mirabel sabe solo una cosa... Esto se iba a ir al carajo.

[...]

N/A: El infierno se está desatando, es lo único que diré.

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