Los últimos seis meses habían transcurrido tranquilamente, construir de nuevo los cimientos de su antiguo hogar claramente fue un gran reto y necesitó toda la dedicación del mundo. Fue agotador, incluso un poco desesperanzador, ya que después de todo, no era su Casita, no más su amada Casita, pero igualmente, estarían bien...Todo estaría bien.
—¡Mira! —Mirabel apenas pudo guardar el equilibrio ante el impacto de los dos niños contra ella, que se aferraron a su falda.
—¡Toñito! ¡Annie! Casi me dejan en el suelo —Mirabel ríe, acariciándole las cabezas con cariño.
—¡Ya es momento! ¡Ya es momento! —exclamó Annie con emoción, tomando la mano de Mirabel, mientras la otra la tomaba Antonio, sólo para que ambos comenzaran a tirar de Mirabel en dirección cuesta arriba, donde su hogar y la mayor parte de la gente se encontraba reunida.
—Lo sé, lo sé —les repite Mirabel con diversión, dejándose llevar por sus hermanos a toda prisa. Finalmente, su hogar estaba preparado para ser habitable, y por idea de alguien (honestamente no recuerda quien hizo la sugerencia), decidieron hacer una especie de "inauguración" para la nueva casa de los Madrigal en la que todos trabajaron con mucho esfuerzo.
—¡Finalmente están aquí! —exclamó Camilo con su típica sonrisa burlona. Mirabel notó como el lado amarillo y azul de la familia tenían posiciones a cada lado del camino hacia la puerta, pero su atención no duró mucho en ese detalle por culpa de sus hermanos —¿Acaso venías a paso de tortuga, hermanita? —Mirabel sólo le sacó la lengua con reproche mientras su mami se encargaba de darle una palmada en la nuca a Camilo, quien siseó ofendido.
—Bueno, ¿qué tal si hacemos esto finalmente? —interrumpe Isabela, enviándole una mirada de reproche a Camilo, sólo para dirigirla de nuevo a Mirabel —. Oye, mimosa, ¿quieres apurarte? Quiero disfrutar mi habitación nueva.
Mirabel frunce el ceño con confusión, y quiere cuestionar a Isabela, pero Dolores interrumpe de inmediato cualquier intento de Mirabel de hablar.
—Sabes que no es posible abrir una puerta si no tiene un pomo, Isa —la reprende Dolores con cierta diversión, pero su mirada llena de cariño está clavada en Mirabel, quien no puede procesar aún la insinuación de sus hermanas.
—Falta el pomo —la vocecita de Antonio la lleva a mirarlo, notando que ha dejado de aferrarse a su brazo, sólo para que rebusque algo en sus prendas y pronto, su hermanito acuna en sus manos un pomo dorado y brillante, y con una suave sonrisa, se lo extiende a Mirabel, quien lo toma en su mano temblorosamente.
—Yo... ¿Por qué? —pregunta Mirabel con un nudo en su garganta y sus ojos acuosa, recorriendo con la mirada a su familia hasta que sus ojos se encuentran con los de sus padres, quienes le sonríen con cariño.
—Oh, vamos, Bely, ¿en serio preguntas "por qué"? —le dice Camilo con una sonrisa.
Mirabel resopla de mala gana, evitando derramar sus lágrimas por la notoria entonación de obviedad de su hermano. Toñito toca con sus manitas el largo de su brazo, así que ella lo baja y sin soltar el pomo, su hermanito solo envuelve sus manos sobre la de ella.
—Vamos —susurra Annie a su otro costado, apretando su mano con suavidad. Y pronto, los niños la acompañan hacia la puerta.
—Literalmente, hiciste florecer nuevas flores y árboles al ayudarme a ser más valiente, a liberarme de la "perfección" de la que tanto temía soltarme —dijo Isabela repentinamente, provocando un vuelco en el corazón de Mirabel.
—Eres muy fuerte, moviste montañas de miedo para ayudarnos —agregó Luisa, haciendo un pequeño puchero al reprimir las ganas de llorar
—Eres lista, escuchaste las grietas y actuaste —dice Dolores después, con una mirada llena de orgullo hacia su hermana.
—Eres bondadosa, intentaste curar las grietas y proteger a la familia —menciona Camilo con su típica actitud despreocupada, pero su mirada está llena de gentileza hacia su hermana.
—Sanaste a esta familia con tu bello corazón —dice Julieta con dulzura, mientras ella y Agustín miran con orgullo a Mirabel.
—El verdadero milagro de esta familia eres tú, niña, así que ahora... Déjanos entrar —el tío Bruno le sonría con cariño, y en ese punto, Mirabel no puede evitar derramar algunas lágrimas.
Cuando está en la puerta, sus hermanos pequeños la dejan ir, y pronto las manos de su mami acunan su rostro y sobre ellas están las manos de su papi, quienes la ven con mucho amor.
Mirabel sabe que estarán bien, que con o sin magia, que con o sin Casita, que, si perdonan o no a la abuela, ellos estarán bien. Su familia puede seguir sanando, pueden seguir avanzando y superando lo que venga si lo enfrentan y permanecen juntos.
"Yo no estoy esperando por un milagro".
La quinceañera tomó el pomo con fuerza, una sonrisa orgullosa y segura de sí misma se dibujó en sus labios.
"Estoy lista y dispuesta, fui paciente y obtuve respuestas".
Cuando sus padres la dejaron ir, finalmente se plantó frente a la puerta.
"Bendiciones me otorgó, aunque no tuviera un don".
Más emocionada, Mirabel finalmente insertó el pomo a la puerta. Una sensación de cosquilleo se instaló en su pecho, y repentinamente, su respiración se atascó en su garganta cuando un brillo relucientemente dorado se extendió desde el pomo en espiral, envolviendo la casa a una rapidez excepcional.
Mirabel retrocedió junto a su familia, observando totalmente asombrados el suceso frente a ellos, y con total fascinación, la quinceañera vio como la puerta brillaba intensamente hasta dejar tallado un retrato que dejó boquiabiertos a todos.
En la puerta, Mirabel se encontraba de pie en frente y el centro de todo, con una suave sonrisa y sosteniendo una vela familiar, mientras que, a su alrededor, toda su familia la rodeaba, incluso, hasta el fondo, la abuela y el abuelo se encontraban ahí, con expresiones pacíficas observando a la descendencia Madrigal.
Ni siquiera hubo momento para procesarlo cuando el chirrido familiar llegó a oídos de Mirabel. Sus ojos se llenaron de lágrimas y de inmediato miró hacia arriba, sonriendo con emoción cuando la ventana la saluda.
—Hola, Casita —saludó Mirabel con cariño, feliz de volver a su querida amiga.
—¡Así se hace, Bely! —grita Camilo con emoción. Mirabel se ríe y está a punto de responderle a su hermano, hasta que repentinamente, los azulejos del suelo serpentean y pronto están arrastrando a todos al interior.
Camilo cambia de forma, siendo más larguirucho logra impulsarse para alcanzarla y pronto, ambos están tomados de las manos, girando con diversión en el centro de Casita mientras la música comienza a sonar y su hermano los obliga a bailar desordenadamente a ese ritmo. Y ella ríe, ríe tanto que su estómago podría doler.
Finalmente, en un giro, se suelta de su hermano, sólo que, bendita su sorpresa, tropieza y casi cae, pero una extravagante flor roja la atrapa como si un cojín fuera, Mirabel de inmediato ve a Isabela, quien le guiña un ojo con complicidad sólo para después continuar llenando las paredes con sus coloridas flores.
Mirabel se queda semi-recostada en la flor, observando su alrededor. Luisa cargó fácilmente una maceta muy pesada para cambiarla de lugar, sólo para al final ser empujada por unos burros hacia un catre, Antonio se acerca montado en su amigo jaguar, mirando a Luisa con una sonrisa cómplice, y Luisa con gusto acepta y se relaja en el catre. Luego, Annie está felizmente sobre los hombros de Camilo, quien gira mientras la pequeña crea copos de nieve que deja caer sobre sus amiguitos. Julieta está riendo, tirando de un Agustín que tiene un chicón en la frente en dirección a la cocina. Y ahí están sus padres, quienes bailan con alegría bajo una nube de su mami que deja caer granizo y lluvia, aunque de pronto, su mami está atrapando a su tío Bruno para que bailen juntos, haciendo reír un poco a Mirabel por lo avergonzado que se ve su pobre tío. La gente del pueblo está conversando felizmente, bailando al son de la música. Dolores está sentada junto a Mariano, quien parece estar susurrándole algo mientras ella tiene una mirada curiosa, cómo si se concentrara a la vez, sólo para abrir sus ojos con asombro y voltear a ver a Mariano con emoción... Mirabel le preguntará a su hermana más tarde que pasaba. Y luego su mirada encontró a su abuela, quien estaba ahí, al pie de las escaleras, observando las puertas brillantes y en blanco en total silencio, sólo para suspirar y girarse hacia la señora Guzmán cuando ésta la llamó.
Mirabel sabe que muchas cosas cambiarán, que sus vidas no dejarán de estar en constante cambio. Ciertamente, será un ajuste vivir en la misma casa con su abuela después de todo lo que pasó, pero no era imposible, nada lo era. Estarían bien.
Bueno, también resolverían después lo de las puertas y porque eran doce puertas brillantes en blanco... Sí, más tarde lo resolverían.
Y ellos están bien, después de todo, su familia está tan bien como puede estar y está sanando a su debido tiempo.
Mirabel finalmente pudo arder como la estrella que es, y te aseguro que lo seguirá haciendo, superando todo el dolor de una línea familiar maltratada, superando el miedo y el dolor, gritando con fuerza hasta ser escuchada, nunca guardando silencio. Tiene a su familia; Pepa, Félix, Dolores, Camilo... quienes la salvaron, quienes siempre, sin ninguna condición, la amaron y protegieron, eternamente, Mirabel podría agradecerles sin parar y nunca dejar de amarlos. Antonio y Annie, sus pequeños hermanitos que la amaron sin ninguna restricción, Mirabel es quien es por las personas que la formaron, y ella está orgullosa de quien es por ellos. Luisa e Isabela finalmente pueden ser llamadas sus hermanas mayores de nuevo y eso le trae de nuevo paz. Al final, sobrevivieron a esa guerra familiar.
Fin.
[...]
N/A: Yo, finalizando esta historia y dejándola ir me está destrozando, pero ya es momento de volar TwT.
Muchas gracias por todo el apoyo y amor que le dieron a esta historia, espero que la hayan amado tanto como lo hice yo, y todo lo que me queda por decir es, gracias por todo y espero vernos en mis otros proyectos, ¡los quiero!