Ese último momento

By BiancaMond

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Lucas Urriaga está pasando por el mejor momento de su vida. Su noviazgo avanza de manera maravillosa, está si... More

Nota inicial. Secuela de "Por culpa de un instante".
1. El mejor cumpleaños
2. ¡Que me lleve el diablo!
3. ¿Nuestra última esperanza?
4. Tristemente jodidos
5. MT Entertainment
6. Una confesión desafortunada
7. Todo lo que deseo
8. Actitud
9. ¿Un fantasma?
10. ¿Por qué?
11. Secretos
12. Ocho meses
13. Pasar página
14. ¿Una nueva oportunidad?
15. Noche de "hombres"
16. Su guerra: mi problema
17. Una más del montón
18. Bésala
19. Si te duele, te aguantas
20. Exclusividad, no. Preferencia
21. Miedos
22. Pulga
23. Compañeros de vida
24. Algo así como una madre
25. Para aliviar la fiebre
26. Las mujeres de mi vida
27. Mi primera amiga
28. Si todavía me quiere
29. Nunca me dijo "te quiero"
Extra: "Mejor de lo que esperé" Samantha Burgos
30. Por ti
31. No son celos
32. Me estoy volviendo loco.
33. De cero
34. Distracciones

35. Ese último momento

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By BiancaMond

Melania y Lucas llevan varios minutos hablando en un sector más apartado del resto. Todavía me siento culpable por haberlo apartado cuando intentó besarme. Aunque me estuviera muriendo por hacerlo, por nada del mundo podría permitir que ella lo viera y, de nuevo, volví a lastimarlo.

No me doy cuenta de que están discutiendo hasta que los pierdo de vista en un suspiro. Los busco con la mirada, pero no parecen estar por ningún lado de la terraza. Entonces mis ojos se posan en ambos, dentro del salón, y la expresión de enojo de Lucas me demuestra que algo malo acaba de suceder entre ellos.

Cuando llego hasta ahí, Lucas ya se ha perdido de vista a través de las escaleras.

—¿Qué pasó? —le pregunto a Melania.

—Le he dicho la verdad —confiesa ella.

—¿Por qué?

De todas las maneras en que pensé que él podría enterarse, no creí que fuera por medio de ella y mucho menos en una noche como hoy, con el viaje a solo unos días.

—No lo sé —contesta, con la mirada casi perdida—. Solo sé que ahora me detesta... incluso más que antes.

Decirle que se merece ese desprecio sería tan cruel como innecesario. Ya lo sabe, se nota en su mirada y le está pesando. Le pesa tanto que ni siquiera tiene la fuerza que requiere disimularlo. Lucas le importa ahora mucho más de lo que le ha importado jamás. Sin embargo, por mucha pena que pueda sentir por ella, él me necesita ahora, así que no puedo quedarme.

Me muevo carrera abajo y, a medida que voy descendiendo escalones el miedo empieza a hacerse presente. Lucas tiene derecho a enojarse conmigo. Después de todo, le escondí algo tan importante como esto, le mentí e incluso llegué a herirlo para no decirle la verdad. Este podría ser el final para nosotros. Él podría no volver a confiar en mí nunca más.

Y, tal vez, al igual que Melania, yo también me lo merezco.

Me detengo durante un instante, para decidir si es correcto continuar o sería mejor esperar a que se le pase la conmoción.

"Lucas me necesita" me repito. Él me necesita y debo estar a su lado, aunque tal vez no me quiera allí.

Me fuerzo a moverme a pesar de saber que en los próximos minutos podría perderlo por completo. Me toma al menos tres pisos llegar hasta donde está. Lo encuentro sentado al costado de los escalones y gira levemente el rostro al oírme llegar.

—Lucas —susurro.

Luce herido, molesto y decepcionado, lo cual solo hace aumentar mi intranquilidad.

—Es mi madre... —expresa—, Melania. Ella es mi...

—Lo sé —termino su frase porque noto que le está costando asimilarlo.

—Sí, lo sabes desde hace tiempo —dice—. Y te exigió terminar conmigo, me lo ha dicho todo.

Me siento a su lado, con delicadeza, pero él se levanta de golpe y baja dos escalones más, como si no pudiera soportar siquiera compartir el mismo espacio conmigo.

—Es que no lo puedo creer —se descarga, mirando al techo y suspirando con fuerza—. ¿Cómo puede alguien decir que se preocupa por mí y al mismo tiempo hacerme tanto daño? ¿Cómo puede, luego de abandonarme, acercarse y mentirme de esa manera?

Sus palabras me aprietan el pecho. Yo hice todo eso. Lo dejé, le mentí y lo herí de tantas formas distintas en todo este tiempo. Mis ojos se empiezan a sentir pesados y las palabras que pensaba decir se borran de mi mente. Solo puedo verlo a él, frustrado y dolido por mi culpa.

—Lo... lo siento —expreso, antes de que las lágrimas caigan hasta mi mentón y la presión termine por cerrar mi garganta.

Él posa su mirada sobre la mía y su angustia se transforma en desconcierto.

—¿Por qué te disculpas? —pregunta, mientras se acerca a mí.

—Yo hice todo eso... Sabía que estaba lastimándote y... y...

Él niega y toma mi rostro entre sus manos, secándolo con sus dedos.

—Nada de esto es culpa tuya. Ella fue la causante de todo —me asegura—. No tienes que disculparte, te hizo tanto daño como a mí.

—¿No estás enojado conmigo? —susurro, confundida.

Su respuesta es envolverme entre sus brazos para apretarme contra su pecho y alcanzar mi boca con la suya. Me besa tierna y dulcemente, sin contenerse. Me besa tanto que los latidos de mi corazón comienzan a volver a la normalidad. Ya no siento esa presión en la garganta o en el pecho, solo paz. La misma paz que siempre he sentido al estar con él.

—Te amo —dice luego—. Jamás me enojaría contigo por algo como esto. Sé que lo hiciste porque la familia es demasiado importante para ti y pensaste que sería lo mejor para mí. Pero no quiero estar cerca de alguien como ella. Ahora solo quiero ser tu novio de nuevo y que nadie nos vuelva a separar.

—¿Nadie? ¿Ni siquiera Lía o Maia? —bromeo.

—Nadie —asegura, sonriendo—. De ahora en más seremos los pulgos inseparables.

—Por favor, no permitas que nadie nos llame así.

Él me abraza de lado y me lleva por las escaleras.

—Vámonos de aquí, pulga —me pide.

Asiento y lo sigo camino abajo. Solo quiero estar con él y no pienso dejarlo ir nunca más.

Me gustaría decir que al día siguiente amanecemos abrazados, pero la verdad es que Lucas está sentado en la cama y su expresión perdida me lleva a pensar que ni siquiera habrá pegado un ojo en toda la noche.

—Mi amor —lo llamo y eso le hace fijar la vista en mí—. ¿Estás bien?

Hace un asentimiento con la cabeza y se recuesta del todo, con su rostro a unos centímetros del mío.

—Cuando era pequeño, he llegado a ver una foto de ella —comienza a contarme el motivo de su distracción—. Tenía el cabello largo y era al menos veinte años más joven, pero ¿cómo puede ser que no me haya dado cuenta?

—Lucas, no te culpes por esto...

—No, no lo hago —asegura, lleno de frustración—. Es solo que... todo lo que ha llegado con ella ha sido mentira. Todo lo que ha pasado en los últimos meses con la banda, todo lo que hemos logrado. Solo se fijó en mí por ser su hijo. Después de años de seguir el camino de papá, se suponía que estaba empezando a abrir el mío... y al final solo estaba siguiendo el suyo.

—No digas eso. —Tomo sus manos entre las mías y las aprieto con fuerza, para consolarlo, pero él prosigue.

—Y no puedo seguir con esto. Ella es lo mejor que le ha pasado a la banda y ahora debo decirles a los chicos que se acabó, cuando apenas estaba empezando. ¡Es tan injusto!

—Lucas, mírame —le ordeno y consigo que se enfoque en mí—. Melania se equivocó muchísimo, pero en eso no. Tal vez se acercó a Musageta por ti, pero sabes cómo ha sido de exigente todo este tiempo, sabes que ella jamás se habría quedado si ustedes no hubieran estado a la altura.

Mis palabras lo hacen reflexionar, pero no lo suficiente como para convencerlo.

—Ella misma me dijo una vez que confiaba en tu talento —insisto.

—Pero ¿qué se supone que haga? ¿Seguir con MTE como si nada? No quiero tener que volver a verla, no después de todo lo que nos ha hecho. No puedo perdonarle que te haya amenazado.

Niego con la cabeza.

—No quiero ser la razón por la que le guardes rencor a tu madre.

Suelta un suave suspiro y recuesta su frente contra la mía, antes de volver a hablar, triste.

—Se que preferirías que la perdone, porque le has perdonado muchas cosas a tu padre, a Sam, a Bruno. Tú siempre encuentras la forma de perdonar a los demás. Pero yo...

—Lucas —lo interrumpo—. No espero que hagas nada que no quieras hacer. Ni siquiera tienes que pensar en lo que yo haría. ¿Sabes? Una de las razones por las que Melania quiso separarnos es porque pensaba que tú no podías tomar decisiones sin mí. Y estoy segura de que está equivocada. Así que solo espero que, lo que decidas, sea algo que te haga feliz.

Levanta el torso y se sienta de nuevo sobre la cama, recostando su espalda contra la almohada.

—¿Cómo puede ser tan cruel? —pregunta, sin esperar respuesta—. Tuvo toda mi infancia para arrepentirse y volver, cuando en realidad la necesité. Pudo haber regresado en mis años de rebeldía, cuando volvía loco a papá, o para ayudarme cuando no sabía qué carrera seguir. ¿Por qué volvió ahora que tengo todo, que ya no la necesito? Y encima solo para hacerme daño.

—No creo que haya vuelto para lastimarte, amor. Creo que ha estado equivocada, eso es todo.

—Sí, tal vez, pero tuvo diecinueve años para volver a mi vida. ¿Por qué tuvo que esperar hasta este último momento?

Me quedo en silencio unos segundos, pensando si lo que podría responder no lo hará enojar, pero me arriesgo.

—Tal vez se parecen en eso, ustedes dos —confieso. Él me mira, sin entender, por lo que continúo—: Tú también has esperado, más de una vez, hasta ese último momento para hacer lo correcto. Y no está del todo mal. Lo importante es hacer las cosas bien, aunque a veces pueda parecer tarde.

Él me sonríe, entendiendo por completo lo que he querido decir.

—Tienes razón, pulga, pero ¿por qué piensas que está intentando hacer las cosas bien ahora?

Me siento a su lado y tomo su mano, recibiendo también unas caricias de su parte.

—Hace un tiempo, le dije a Melania que le daba ocho meses para hacerlos famosos y que, si no lo hacía, te diría toda la verdad. —Le sorprende mi confesión, pero se mantiene en silencio para seguir escuchándome—. Luego de que les diera un disco, popularidad en redes, un montón de entrevistas, su primer concierto y ahora el inicio de una gira, es obvio quién de las dos fracasó. —Encuentro de nuevo mis ojos con los suyos y suspiro—. Yo perdí, Lucas. Te perdí a ti y ella ganó a Musageta. Entonces ¿por qué te dijo la verdad?

Él se arrima para darme un beso y no dice nada más hasta que sale de su habitación y reúne a los chicos para contarles toda la verdad.

Volver a la oficina el lunes se siente como si todo estuviera retomando a su normalidad, con la diferencia de que Lucas y yo al fin estamos juntos de vuelta. Y eso me tiene sonriendo desde el día anterior. Él me pidió que almorcemos juntos, puesto que mañana empieza el viaje de la gira y no nos veremos durante un mes entero.

Si tan solo tuviéramos más tiempo.

Salgo del ascensor, de camino a la calle. Quedamos en un restaurante que está solo a una cuadra del edificio del estudio jurídico, para que no tenga que salir en auto. Estoy cruzando las grandes puertas de vidrio, cuando me detengo de golpe al ver a Melania recostada contra una pared. Se está mordiendo las uñas, lo cual no es propio de alguien con un ego tan elevado como el suyo. Me acerco por un lado y le hablo:

—Melania.

Da un pequeño brinco antes de girar su rostro y encararme.

—¿Brenda? ¿Qué haces aquí? —pregunta.

—Yo trabajo aquí.

Sus ojos se abren en sorpresa.

—¿Trabajas con Anthony?

—Sí, pero no por ser la... es decir, empecé como pasant... me gané mi puesto —lo resumo, intentando aclarar que esto se debe a mi esfuerzo, pero prefiero pasar a lo verdaderamente importante—: ¿Viniste a ver al señor Urriaga?

Ella asiente y ahora entiendo por qué se ve tan impaciente.

—Ahora que Lucas lo sabe, supongo que no tardará en decírselo a su padre y... prefiero ser yo quien lo haga.

—Eso es muy valiente de tu parte —expreso.

Ella deja escapar un bufido y me mira con una sonrisa de burla.

—¿Valiente? Llevo al menos media hora aquí, sin animarme a subir.

—El hecho de que estés aquí ya demuestra valor —contesto.

Le muestro una sonrisa y ella cambia la suya por una mucho más amigable, tanto que me recuerda a las de él.

—¿Por qué le dijiste la verdad? —le pregunto, porque me gustaría escuchar su versión.

Ella se pone seria y lleva la mirada al suelo.

—Porque me di cuenta de que él no te necesita, como yo pensé. Él te quiere en su vida, lo cual es muy distinto. Tú lo complementas y lo ayudas a ser feliz. Así que supongo que estaba equivocada con respecto a ustedes dos.

Tenía razón. Ella es de las que espera hasta el último momento para rehacer sus errores.

—Y me alegra haberte encontrado aquí —vuelve a hablar —. De todos modos, iba a ir a buscarte para disculparme por todo lo que te he hecho pasar durante este tiempo. Y también porque quiero invitarte a ir a la gira.

—¿A la gira? ¿Hablas en serio?

Ella asiente.

—Tienes unas semanas sin clases, al igual que ellos, supongo. Así que no tendrás problema en ir, si quieres, por supuesto.

Le muestro una sonrisa tan grande como no se esperaba, así como el abrazo que le doy, de repente, y casi la hace saltar a un lado. Pero en lugar de eso, se pone a reír.

—Gracias —le digo, cuando la suelto—. Los chicos estarán muy atareados durante el viaje, pero seguro que tú y yo tendremos tiempo suficiente para conocernos mejor.

Su sonrisa se diluye y lleva la mirada al costado.

—Llamé a Bruno esta mañana para decirle que Johnny irá en mi reemplazo.

—¿Por qué lo hiciste?

—Es lo mejor —se encoje de hombros—. No creo que Lucas quiera tenerme cerca un mes entero.

Miro mi reloj y veo que se me está haciendo tarde para llegar junto a él.

—Eso ya se verá —le digo, antes de hacerle un gesto de despedida con la mano y continuar mi camino hasta el restaurante en el que acordamos comer.

Me detengo como a tres metros de él y lo contemplo durante unos segundos. Sus ojos están puestos en el menú del restaurante, aunque estoy segura de que ya debe haber elegido lo que comerá. Sigue siendo la clase de chico que prefiere mirar cualquier cosa antes que su celular para pasar el tiempo. Sigue guapo, alto y con esa mirada tierna que lo caracteriza. Su cabello claro y despeinado, cuya base mantiene corta para no tapar el tatuaje de su cuello. Y yo sigo tan enamorada de él como lo he estado desde hace tiempo, así que me acerco y lo primero que hago es darle un corto beso en la boca.

Él me sonríe y sé que también debe estar agradeciendo por dentro de que podamos sentarnos de nuevo a pasar unas horas juntos, sin nadie que nos lo impida.

—Melania fue a ver a tu padre —le comento, mientras me siento a su lado—. Acabo de cruzarme con ella afuera de las oficinas.

Su sonrisa se borra, pero asiente, con algo de resignación. Estoy segura de que, de alguna forma, le preocupa cómo pueda afectar a su padre esta noticia.

—Supongo que le debe una charla desde hace tiempo —concluye.

—También tuvo una conmigo —le contesto—. Me invitó a ir a la gira con ustedes.

Sus ojos se iluminan al instante.

—¿Irás?

No he terminado de asentir cuando me planta otro beso y eso me causa una leve risa.

—Si me dan permiso en la oficina —le aclaro.

—Yo me encargaré de eso —asegura, sonriendo. Entonces suelta un suspiro que me recuerda que aún le preocupan muchas cosas.

—Melania me dijo que enviará a Johnny en su reemplazo —le comento, esperando que él también se esté enterando, pero enseguida entiendo que ya lo sabía.

—Bruno me lo comentó esta mañana.

No parece tener intenciones de hacer algo al respecto. Tal vez Melania tenía razón y él no soportaría un mes entero cerca de ella. Siento una especie de revuelo dentro. Una parte de mí entiende que él necesita tiempo y que todo lo que ella hizo no se borra de la noche a la mañana. Pero mi lado más sensible no ha parado de pensar en que está arrepentida y que debe ser suficientemente doloroso el no poder recuperar todo el tiempo que perdió.

En mi caso, Stacy y yo no significamos demasiado para nuestro padre, así como Lucas no despertó sentimientos en su madre durante diecinueve años. Pero ella está aquí ahora, está intentándolo, y solo espero que no sea tarde. Por el bien de él, principalmente, y porque ha perdido a la única persona que ocupaba su lugar. Y sé que, para Lucas, Melania jamás podrá reemplazar a Gloria, pero también sé que Gloria hubiera querido que ellos dejaran de ser completos extraños el uno para el otro.

Él me pasa la carta, para que elija mi comida y le hace una seña al mozo para que venga a tomarnos el pedido.

—Será mejor que comamos —me dice—. Así puedo llegar antes de que se vaya.

Lo miro sin comprender bien.

—¿Antes de que se vaya quién?

—Melania. Quiero ver cómo está papá y de paso decirle a ella que no es necesario que renuncie a la gira.

Mi sorpresa es tanta que no disimulo mi satisfacción.

—¿Le pedirás que vaya?

Él se encoje de hombros suavemente.

—Es muy pronto para decidir si quiero darle la oportunidad de ser mi madre, pero es mi manager. No voy a quitarle eso —declara, con seguridad—. Tal vez me ha perdido a mí, pero a pesar de lo exigente e injusta que es a veces, ha logrado ganarse a Musageta.

Esta vez soy yo la que no puede contener las ganas de darle un beso. Lo atraigo tomando el cuello de su camisa y disfruto durante unos instantes de sus dulces labios.

—Estoy muy orgullosa de ti. Has madurado mucho y me alegra que ya no quieras ser esa clase de persona.

—¿Qué clase de persona? —pregunta, con una mirada curiosa.

—La que espera hasta ese último momento.

"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""

Creyeron que esta vez no veríamos el título de la novela en ningún capítulo, no? 😉

Queda poco, poquísimo para despedirnos. Gracias por el apoyo de siempre, por los videos en tiktok, las hermosas fotos que me envían de la novela en físico y por escribirme tanto aquí como en las redes sociales para pedirme actualizaciones (es lo que más me impulsa en el caos del día a día)

❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️





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