( No dije que te salvaría. )
❝ MADISON ❞
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DIN SE ENCONTRABA CAMINANDO AL LADO DE VIOLETTE y el pequeño Grogu en una pequeña ciudad donde se supone qué hay alguien que los ayudaría a encontrar a más Mandalorianos a cambio de una generosa cantidad de créditos.
Realmente era un lugar de mala muerte, apenas y tenían faroles que les iluminaba el lugar, además que habían monstruos que se escondían en la oscuridad. Que a la mínima que se vayan las luces, no dudarían en saltar sobre uno y comerte.
—¿No crees que sería más efectivo mi sable? —Preguntó Violette detrás del mandaloriano, apuntándole con su linterna.
Y es que si eran lógicos, su sable de luz alumbraría mucho mejor al grupo, pero Din no quería exponerla. No en ese planeta lleno de cazarrecompensas y ladrones.
—Ya habíamos hablado de eso, Blade. —La nombrada suspira, negando.
No podían exponerse tan rápido. No quería ponerla en peligro.
—Por el lugar y por el simple hecho de ser el único sitio donde hay ruido. Supongo que es el lugar que estamos buscando. —Din asintió, viendo hacia los extremos—. Solo espero que esté ese señor para poder lárganos rápido de aquí.
—Lo estamos por averiguar. No te alejes tanto y no bajes la guardia. ¿De acuerdo?
Din espero que Violette entrara primero con el niño y buscaran un lugar "seguro" para los dos. Y es que era un pequeño bar donde había personas apostando mientras miraban como peleaban otras criaturas.
Ya al localizar a la persona que estaban buscando, Din fue directo y concreto.
—Solo buscó información sobre más mandalorianos, no vengo a apostar. —El negociador apenas y lo vio, demostrando una gran sonrisa al ver a Din.
Violette apretó su sable, había practicado más con este en el Razor Crest además de conectarse más con la fuerza, aún que sabía que nunca sería una Jedi, quería usar sus habilidades para un bien mayor.
Ayudando a Grogu para que él sí pueda hacerlo. Él tenía mucho que vivir y aprender. Algo que ella, no pudo.
—¿Sabes? El Beskar está subiendo de precio cada día y por lo que veo, estás bañado en ella.
Todos los secuaces le apuntaron y los que no sabían de nada, se fueron corriendo de ahí. Violette al ver la situación apretó el botón del huevo de Grogu y lo ocultó, saltando y yendo hasta los demás.
Todos voltearon a ver y lo primero que se fijaron fue en el sable de luz de la chica que traía en sus manos.
—Una Jedi. —Dijo uno de estos asombrado por la belleza de esta.
—Más dinero para mi cuenta. —Din al escuchar eso, dio el primer golpe.
Alterando a todo el grupo y comenzar una pelea, pero no solo contra Din, si no también a Violette en tomar su sable y agarrarla. Ya que si eran sinceros, es una mujer hermosa, con dotes impresionantes y gracia. Una mujer que podría ser perfectamente de la realeza, muy fácil y rápida de vender a los Hutt.
—¿¡Que esperan?! ¡Atrápenla! —Grito uno de los ladrones al ver como no podían alcanzarla.
Daba grandes saltos que incluso asombraban al mandaloriano, la había visto practicar un poco en la nave pero nunca como tal con el sable, así que verla en esos momentos usarlo era un espectáculo para el.
—¡Cuidado! —Grito, llamando su atención y apartarlo, cortándole el brazo al estafador con su sable de luz.
—¿¡Estas loca?! —Iba a golpearle pero Din sujeto su brazo, golpeándolo y comenzar a caminar hacia la salida.
Violette con la fuerza atrajo a Grogu con ellos, viendo como Din ataba al señor al farol.
—¿Donde has visto a otro mandaloriano?
—Te lo dire, a cambio que no me mates. —Silencio, Din vio hacia la castaña, buscando alguna sugerencia.
—Habla.
—En Tattooonie, s-se llama Cobb Vanth, es el mandaloriano que conozco.
—No te creo. Estuvimos mucho tiempo ahí y no vimos a otro mandaloriano en el planeta.
—Lo juro, es de una fuente muy confiable.
El dúo se vio entre sí, arriesgándose ya que de igual manera. No tenían nada que perder, siendo Din el que dispara hacia el farol de luz, llamando la atención de los demás monstruos a su alrededor.
Al ver las acciones del mandaloriano, Violette lo imitó y lo siguió, sabiendo que no tardarían en llegar los monstruos a comérselo.
—¡Mando! Prometiste no asesinarme. Mi v-vida, ¡escúchenme!
—No dije que te salvaría.
El trío siguió caminando de regreso al Razor, traían más suministros para el resto del viaje. Después de administrar y dejar todo organizado, Violette dejó al pequeño al lado de Din para que pudiera cuidarlo.
A pesar de sus quejas, Grogu se quedó ahí sentado al lado de Din. No es que no quisiera estar con él Mandaloriano, es decir. Le encantaba estar con él, pero Grogu quería estar con Violette. Desde lo que sucedió en Nevarro, su protectora se a puesto de tarea mejor con su sensibilidad a la fuerza como se debe.
El pequeño como pudo se zafó de los trucos del mandaloriano, encontrándose con la ojiazul practicando con un nuevo robot que compró para poder usar su sable de luz.
—Has mejorado mucho en poco tiempo, mi querida Violette.
La castaña al escuchar esa voz se sorprendió, quitándose su casco y observa la silueta de su antigua amiga.
—Dios mío, yo... Madison, te, te estoy viendo. —Incrédula se acercó hasta la mayor, observándola.
—Veo que ya aceptaste la fuerza en ti, y por lo que estoy escuchando... —Madison vio hacia las escaleras, encontrándose con el pequeño que las miraba emocionado—. Grogu quiere pasar más tiempo contigo.
—Lo haré cuando esté lo suficientemente preparada con mis habilidades, yo sé que... Nunca seré una Jedi, pero nunca podré cuidar de los que amo si no puedo controlarlos, a Grogu y a... Din.
—El apego es algo que no se les puede permitir a un Jedi, Violette. Y si ese es el camino que quieres darle al pequeño, que así sea entonces. Pero no creo que ese sea tu preocupación.
—¿Que?
—Tu hermana, noto una gran preocupación en ti sobre ella.
—La siento. Sentí su presencia cuando estaba en Balmorra... Ella quería sangre, venganza y por lo poco que se sobre los jedis, ella se pasó al lado oscuro.
—Estas en lo correcto, Aisha se llenó de odio todos estos años y al parecer ahora quiere encargarse por ella misma.
—No solo viene por mi, vienen por...
—¿Violette? ¿Con quien hablas? —La castaña volteó a ver, encontrándose con Mando a su lado.
—Yo... —Al señalarle, este la vio extraño.
Fue cuando también vio hacia donde estaba Madison y ya no se encontraba ahí, se había esfumado.
—Olvídalo, ¿s-sucede algo?
—No, ya llegaremos a Tattooonie e iré a investigar. Solo por si quieres pasar a comprar algo o... No lo sé.
—Claro. —Sonrió, acercándose a él y tomar al pequeño en sus brazos—. Se nota que Grogu está un poco cansado de ti y lo siento, tienes que trabajar en la nave y todo, debe ser agotador.
Mando apretó ligeramente la mandíbula, estaba tenso por la cercanía. No por que no le gustara, realmente ambos estaban ignorando el tema después de lo que sucedió en Nevarro. A pesar de haber dicho que lo hablarían, simplemente lo dejaron al aire, como si no hubiera sucedido.
Como si Violette no se le hubiera declarado indirectamente.
—Aún se me es difícil llamarlo como... Grogu. —El pequeño al escuchar su nombre lo vio sonriente—. Pensé que era un apodo que le habías puesto.
—Por supuesto que no y créeme, pase casi tres años con él y aún así no sabía su nombre. Bueno, no era tan familiarizada con la "fuerza" y él tampoco recordaba mucho, así que fue difícil saber su nombre.
—¿Entonces tu intuición todo este tiempo fue la fuerza?
—Se podría decir que si.
—¿Y no lo podrías entrenar tú? Tienes las mismas habilidades que él.
—Que las tenga no significa que sea una Jedi, Mando. He estado investigando en los planetas que hemos estado y no, el camino del Jedi no es algo que... Busque.
—¿Por que?
'Por el apego, los Jedi no tienen permitido tener relaciones en cualquier sentido.' Recordó las palabras del anciano que la ayudo en el mercado.
—Lo único que haré, es aprender más sobre esto y que nos ayude. Ya sabes, a salir de los aprietos. Además que tengo que aprender a usar más el sable.
—Bueno, iré a buscar más información sobre ese tal Cobb Vanth. No te alejes demasiado, por favor.
Poco a poco vieron como la rampa iba bajando y al salir, Din sujeto ligeramente su brazo, atrayéndola a él y posar su casco en su frente. Después de todo, se volvió una costumbre para ellos antes de salir del Rezor Crest.
Se había vuelto algo de ellos.
—Bien, vamos. —Sonrojado se fue de ahí, se habían quedado en la estación de peli.
Violette podía ver como Din hablaba con su ahora nueva amiga, preguntándole quien podría saber dónde encontrar al famoso mandaloriano. Marchándose del lugar dejando las chicas solas.
Peli solo vio como este se fue para fijar su vista en la ojiazul que venía saliendo del Rezor con el pequeño Grogu en sus manos.
—¡Pedazo de cielo! Es bueno volverte a ver. ¡Oigan! Traían algo de comer, yo que se, algo que traiga huesos para el pequeño.
—Es bueno verte, peli. —La castaña negó, sintiendo como la mayor tomaba a Grogu.
—Si, si. Veo que están mejor que nunca. ¿Acaso ya se casaron? ¿Un bebé en camino?
—¿Que? Por supuesto que no, n-no somos nada Mando y yo. —Estaba sonrojada, por supuesto que lo estaba. No ahora que sabe sus sentimientos sobre Din.
—Wow... ¿En serio no se han dicho sus sentimientos? Eso si que es un récord. —Sonrió, acercándose a un androide—. Dame mis créditos.
—¿Es en serio?
—¿Que? Lo siento preciosa, créditos son créditos. ¿Pero que estás haciendo por el amor de las estrellas?
Peli miraba como sacaba una pequeña bola, la cual era la que usaba para practicar. Esperaría a Din, sabía que él era rápido para conseguir información. Así que solo se limitó a practicar mientras miraba a Grogu comer felizmente.
—Cada día se vuelven más extraños, primero Mando con no usar droides para reparar su nave, ahora si y resulta que tu practicas con una pelota voladora y un sable de luz.
Estuvieron así más de una hora, hasta que Violette sintió que ya había tardado demasiado. Así que decidió ir tras el, yendo por las arenas de Tattooonie, sabía que no era común ver un mandaloriano hoy en día. Así que sabía que sería fácil encontrarlo en este planeta, ya que bueno. Con solo describirlo y con un poco de creditos cualquiera hablaría hasta de su madre.
—Vamos Mando, ¿Donde carajos estas? —La ojiazul suspiró, realmente odiaba Tattooonie.
Fue hasta donde encontró un Bar conocido del lugar, entrando con un poco de desconfianza. Sabía que encontraría todo tipo de persona, así que cualquier cosa. Usaría su Sable para defenderse.
—Hey, disculpa. ¿Has visto algún Mandaloriano por aquí? Con solo verlo todo brilla.
El cantinero iba a responderle, cuando alguien más se apresuró a hablarle.
—El no sabe pero yo si, preciosa. —La castaña al escuchar eso volteó, encontrándose con un joven.
—¿En verdad? ¿Podrías decirme por donde pudo haber ido?
—Claro, pero por que no primero tomamos un trago y después yo mismo yo mismo te llevare con el.
—No gracias, no será necesario, conozco Tattooonie.
Este ignoro su comentario, levantándose de su lugar y ponerse enfrente de la ojiazul. Tomándola de la cintura para que pudiera sentarse en su mesa, hasta que sintieron otra presencia en la conversación.
Era Din.
—Fue bastante clara en decirte que no quiere ir contigo. —El mandaloriano se puso al lado de Violette, viendo como este tenía puesto su mano en la cintura de la ojiazul.
El hombre al ver lo que estaba viendo el cazarrecompensas, rápidamente la soltó, logrando que Din por fin pusiera sus manos en la cintura de Violette, indicándoles a todos en el bar de cierto modo que ellos eran algo.
Específicamente pareja.
Algo que sorprendió por completo a la castaña, no se lo hubiera imaginado y es que cuando sintió su frío pecho producto del Beskar, se le erizo la piel al sentirlo tan cerca. Sin dejar de lado que tenía sus manos en su cintura.
Como pudo, giro su cabeza para verlo pero él se encontraba mirando seriamente a todos en el lugar. Tan callado y serio, que a la mínima provocación acabaría con todos.
Pero al ver que todos entendieron su acción, se tranquilizó.
—Nos vamos. —Tomó su mano con delicadeza, empezando a caminar hacia la salida.
Din sabía de perfecta mano que Violette podía cuidarse sola, la ha visto pelear múltiples de veces.
Pero ese sujeto, lo hizo enloquecer.
Quería golpearlo. No tenía derecho de tocarla de esa forma.
—Din...
Ni siquiera él se atrevía a tocarla, ella no debía ser tratada como objeto, él la vio como un pedazo de carne.
—¡Din! —Grito esta vez Violette, logrando que el Mandaloriano se detuviera.
Pero solo hubo silencio, no sabía que responder hasta que vio como Violette miraba su muñeca. Y eso es lo que menos le preocupaba a la ojiazul. Y es que ella entendía sus silencios cuando estaban en el Razor Crest, pero este; realmente que no lo entendía.
—Se que dijiste que regresarías, pero no lo hacías y yo... Me preocupe, ¿está bien? Pensé que te había pasado algo y... —Se quedó en silencio, buscando las palabras correctas—. Yo podía encargarme de él y todos en el bar.
—Te creó.
—¿Que? ¿En serio? —Din entendió en todo este tiempo, que el lenguaje de amor de Violette era hablar.
Expresar sus sentimientos, la atención a los pequeños detalles. Como el simple hecho que tenía la razón, se había tardado y reacción como él lo hubiera hecho si hubiera sido ella en su lugar.
—Dije que te creó... —Estaba por decir otras palabras, pero se quedó mudo. Realmente quería decir más, quería decirle sus sentimientos como ella lo hacía fácilmente.
Pero simplemente se quedó en blanco, todo lo que había pensando mientras la buscaba se había esfumado.
—Conseguí la información, pero queda demasiado lejos y ya está oscureciendo. Lo mejor será ir temprano mañana.
—Claro, le dire a Peli que nos ayude a conseguir una speeder. —Estaba nerviosa, el cambio repentino de Din le hizo cortocircuitó.
Y le gustaba.
—Gracias por salvarme aún sabiendo que podía hacerlo.
—Yo debería agradecerte a ti. —Susurro Din para sí mismo.
Siguieron su camino de regreso a la estación, solo que esta vez Violette tenía tomada el dedo anular de Din, indicándole que estaba detrás de él y que seguía con el.
—Mos pelgo, será interesante ver ese pueblo fantasma en medio de toda esta arena.
—Ni que me lo digas.