BOULEVARD © #1 [✔]

Oleh flormsalvador

101M 6.3M 14.2M

• YA A LA VENTA EN TODAS LAS LIBRERÍAS DE LATAM Y ESPAÑA • ADAPTACIÓN AUDIOVISUAL POR WATTPAD WEBTOON STUDIOS... Lebih Banyak

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Epílogo. Lo que fue y será, es por ti.
Eterno | Luke, CUARTO LIBRO
EXTRA ✨ 5 AÑOS

Capítulo 1

7.4M 237K 646K
Oleh flormsalvador







Año 2015.
Último año escolar.




HASLEY


Mis piernas dolían por la fuerza en la que me encontraba corriendo por todos los pasillos del instituto, estaba llegando más de viente minutos tarde a la clase de literatura, quien la daba el profesor Hoffman, el mismo del año pasado y el cual sabía de mi falta de puntualidad. Ésto estaba yendo mal.

Respiré hondo cuando estuve en frente de la puerta del salón de clases y me preparé mentalmente para tocarla, así como también perder la dignidad, otra vez, excusándome con el hombre por mi falta de responsabilidad. En menos de un minuto, ésta se abrió revelando a un hombre calvo mirándome con el ceño fruncido sobre sus anteojos, su cara notablemente irritado por mi mala costumbre de llegar casi siempre tarde a su clase. Le di una sonrisa tímida intentando ocultar la vergüenza que me comenzaba a invadir.

—Weigel — pronunció firme, intentando intimidarme con sus ojos sobre mí —. Así que dígame, ¿cuál es su excusa esta ocasión?

—Me quedé dormida — confesé antes de que pudiese evitarlo.

Apreté mi mandíbula y me golpeé mentalmente por la estupidez que había dicho y, lamentablemente, ya no podía revertir. Tal vez no debí decir eso. Tal vez debí mentir y no decir la verdad.

—Bien — me sonrió con sorna —. Espero y para la próxima no se duerma.

Por un segundo pensé que me dejaría pasar, pero no fue así. El hombre se metió de nuevo al salón y solamente me dedicó una agitación de mano por parte suya.

—Profesor... — intenté hablar.

Aunque entre sus planes, no estaba el escucharme, por lo cual sólo me interrumpió.

—Hasta la siguiente clase, Weigel, y agradezca que no la llevo a la dirección.

Sin más que decir y yo sin que defenderme, cerró la puerta. Me quedé estática en mi lugar, sin moverme o siquiera parpadear, estaba anonadada repasando lo antes ocurrido. No podía hacerme esto. No lo había hecho. Pero que digo, sí lo había hecho. ¡Oh genial!

Volcando los ojos con molestia, bufé para girar sobre mi propio eje y caminar por el pasillo para así arrastrar conmigo mi dignidad. Ésta era la primera vez que me dejaba fuera del salón. Había llegado tarde en unas cuantas ocasiones. Unas cinco, seis o nueve veces. Aunque pensándolo bien, casi siempre llegaba tarde, pero cumplía con mis tareas, siempre trataba de prestarle atención, a pesar de que me diera sueño su clase. Literatura me aburría, simplemente lo hacía. Me gustaba leer, pero no las historias que él solía dejar. Llegaba tarde a las clases por el simple hecho de que me molestaba despertarme temprano, era amante de dormir hasta muy tarde, y eso me dificultaba oír el despertador.

Rendida, inflé mis mejillas y me encaminé hasta las gradas, el pasto del campo hacía contacto con la azuela de mis zapatos y el aire revolvía mis cabellos tapando mi rostro. A lo lejos en una de las gradas donde la sombra caía ligeramente, un cuerpo se encontraba sentado a horcajadas dándole la espalda al campo, el cual se encontraba desierto. Ni equipo de rugby, ni equipo de fútbol. Ladeé mi cabeza y desinflé mis mejillas al observar como sacó algo del bolsillo de su pantalón y empezó a rasgarlo. Mi curiosidad despertó haciendo que caminara vacilante hacia él, subí cuidadosamente cada grada, pero sin ir a su dirección. Aunque éste día había despertado con el pie izquierdo, ya que estaba a punto de llegar a su altura, cuando torpemente mi zapato se resbaló y caí a bruces.

—Mierda — me quejé cerrando los ojos para suplicarle al cielo que me desapareciese.

Apoyé ambas manos sobre el puente de metal y ejercí fuerza para poder levantarme, sin embargo, no pude. Mi brazo dolía. Sentí la mirada de alguien y supuse de quien era, con la humillación cargando sobre mis hombros, alcé mi vista para encontrarme con la mirada azul eléctrica del chico, se encontraba de pie mostrando con firmeza su ceño fruncido.

—Y-yo lo siento — intenté hablar firme, pero salió más como un balbuceo.

No entendía porqué lo sentía, o tal vez sí, sea lo que estuviese haciendo yo lo había interrumpido por mi falta de disimulo y mi gigante torpeza. Él relamió sus labios y me pude fijar que un arito negro adornaba su rosado labio, volcó los ojos y dio un suspiro profundo, con una gran zancada, se acercó a mí y estrechó su mano incitándome a que la agarrara. Avergonzada, la cogí y me ayudó a ponerme de pie. Lo primero que pude confirmar, es que era muy alto, a pesar de que él estuviera un escalón más abajo que yo, seguía rebasándome.

—Gracias — susurré por lo bajo tratando de que el color carmesí en mis mejillas se desvanecieran por completo.

—Uh-huh — fue lo único que musitó sin despegar sus labios.

Por un segundo me sentí torpe, aunque luego comprendí que lo fui. Lo miré fijamente. Era muy lindo. Sus ojos eran un azul eléctrico muy brillante, su cabello rubio se movía por el ligero aire, causando que su flequillo cubriera su frente, sus labios eran un rosado bajo y su piel era clara. Me di cuenta que lo estaba viendo sin descaro alguno cuando él empezó a toser.

—¿Estas bien? — pregunté bajando el escalón.

El rubio movió su mano en señal de que sí lo estaba, o tal vez que me alejara. Quizá ambas. Volví a inflar una de mis mejillas un poco incómoda y cogí mi mochila que no había levantado cuando caí.

—¿Qué haces aquí? — demandó estrepitosamente al aire libre.

Su voz. Su voz era suave y un poco ronca. Lo miré y su cara no tenía expresión alguna, vacía y neutra que daba pequeño escalofríos. Estaba segura que no le iba a decir que la curiosidad de saber lo que había sacado de su bolsillo me había traído hasta aquí, pensándolo bien sonaba tan acosador. Medité unos segundos mi respuesta antes de contestarle y pudiese ser creíble.

—Solo quería pasar el tiempo — dije indiferente y me encogí de hombros.

Y creo que fue lo más estúpido que había dicho en toda mi vida.

—¿No se supone que deberías estar en clases? — atacó con una ceja alzada. Por su tono, pude descifrar un poco de burla.

—¿No se supone que tú también deberías estar en clases? — contraataqué sujetando con fuerzas la correa de mi mochila. Remarqué cada palabra con un poco de superioridad.

El chico desconocido ladeó la cabeza y sonrió de lado, pero era una media sonrisa burlona, aquella que esconde tanto, pero quizá decía todo.

—¿Acaso esta vez no te dejaron entrar a clases, Hasley? ¿O estas empezando el año con el pie izquierdo?

Esperen, ¿cómo sabía mi nombre? Todo se detuvo y, rápidamente, fruncí el entrecejo para mirarlo extrañada ante su pregunta.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Compartimos una clase juntos — contestó rodando los ojos con tanta indiferencia —. A parte, la mayoría de las personas te conocen, ser la mejor amiga del gran Zev Nguyen, sube tu estatus — él ironizó la última frase con un poco de ego fingido.

¿Compartíamos clases? No lo había visto en ninguna, aunque en realidad no conocía a la mayoría del salón, a penas era la tercera semana del inicio de clases y habían unido a otros grupos. Y la otra razón tenía algo de coherencia; Zev era mi mejor amigo y el capitán del equipo de rugby, por lo cual a él la mayoría de los alumnados lo conocía, yo iba a los juegos y a sus prácticas, pero siempre pasaba por desapercibida.

—¿Cuál clase? — fue lo único que pude decir cuando segundos atrás había formulado una hipótesis en tan poco tiempo.

—Con la profesora Kearney — mencionó.

Desvió sus ojos hasta su pies y los miró durante unos segundos, llevó su mano hasta el bolsillo de su pantalón y sacó un papel blanco enrollado, sin molestarse de mi presencia encendió aquel rollo y se lo llevó a sus labios sin pudor alguno. Se me olvidó por completo lo que estábamos hablando, eso no era un simple cigarro.

—¿Qué es? — con cierta curiosidad, me atreví a preguntar apuntando el pequeño objeto que cargaba entre sus labios —. No creo que sea tabaco.

Él dio una risita cínica todavía con aquel rollo entre sus labios, antes de hablar, dio una calada.

—Joint — el humo salió de sus labios y llegó hasta mi cara.

El olor fue un poco fuerte y diferente al de la nicotina, no sabía que era un joint. Hice una mueca de asco y me alejé un poco.

— ¿Por qué lo haces en el instituto?

—Porque quiero y puedo — informó jocoso dándole otra calada.

—Eso es desagradable — farfullé e hice un mohín.

—Al igual que tú — lamió su arito con sorna. No lo tomé tan personal —. ¿Qué es eso? — apuntó con su dedo índice hacia mi blusa entrecerrando los ojos.

Mi mirada viajó a la dirección donde apuntaba y sentí mis mejillas arder.

—Pasta de diente.

El chico me miró con una pizca de diversión durante unos segundos para luego empezar a carcajear, su risa era un poco contagiosa, tal vez me uniría, pero si no fuera yo la causante de ello. Por lo cual puse mi cara en alto y apreté mi mandíbula.

—Te levantas con los ojos cerrados, ¿no es así? — murmuró entre risas.

—¡No soy buena despertándome! — confesé en un chillido dándole un golpe a la grada de metal con mi pie.

—Lo he notado — admitió mirando el rollo entre sus dedos.

Hizo una mueca de dolor y su expresión cambió a una seria, puso el rollo en una grada y lo apagó, para luego cogerlo y tirarlo lejos del lugar. Pasó su mochila por su hombro y de dos en dos bajó completamente, ¿a dónde iba?

—¿Qué haces? — pregunté bajando rápidamente tratando se seguirlo sin éxito.

Él se dio la vuelta y me miró.

—Me voy ¿no es obvio?

—Pero, ¿por qué? — pregunté casi en un grito.

—Las clases siguen, Weigel — pronunció solemnemente, se giró y siguió caminando.

Me había llamado por mi apellido, ¿cómo es que lo sabía? «Esta contigo en una clase» Gritó mi subconsciente. Me di cuenta que no me había mencionado nada de él, ni siquiera se había presentado, así que volví a hablar.

—¡No me has dicho cómo te llamas! — grité poniendo ambas manos alrededor de mi boca.

Él se giró, pero no se detuvo, siguió caminando de espaldas y solamente alzó los pulgares para luego volver a girarse. Su forma de caminar era diferente. Caminaba como si nada le preocupara, su espalda relajada y sus piernas entalladas a esos pantalones negros levemente ajustados.


||


Dejé salir un suspiro y me dejé caer en una de las gradas, mi vista se perdió por el campo verdoso y repetí nuevamente cuánto odiaba al profesor Hoffman

La hora de receso había llegado, y aunque no me gustaba comer en la cafetería, lo hacía por Zev, quien usualmente me obligaba a hacerlo.

Empujé con la punta de mi tenis la puerta de la cafetería y caminé directo hacia la máquina de jugos, cogí unas cuantas monedas para depositarlas y después recoger mi jugo de uva por el orificio de abajo. Me cuerpo se tensó al sentir unos brazos atraparme por la espalda haciendo presión, aunque me relajé al instante cuando escuché la familiar risa ruidosa de Zev haciéndome cosquillas en el lóbulo de la oreja. Me removí entre sus brazos y él me soltó, me giré para poder verlo con una sonrisa.

—Hey — saludé estirando unos de mis brazos y poder revolver su cabello.

—No hagas eso — gruñó divertido haciendo un mohín causando que la ternura se presentara ante él. Yo negué con burla y volví a hacerlo.

—Es en serio, Hasley — me reprendió riendo. Zev sujetó mis muñecas, volviéndome a abrazar, pero ejerciendo un poco más de fuerza.

—Déjame respirar — carcajeé con dificultad.

Él liberó de su agarre para pasar unos de sus brazos por encima de mis hombros y, así, atraerme hacia su cuerpo brindando protección, empezamos a caminar hacia una de las mesas del centro donde se encontraban algunos de sus compañeros del equipo, quienes al instante que nos vieron, sonrieron.

—¿Irás hoy a mi entrenamiento? — me preguntó Zev mirándome.


Algo que adoraba de él eran sus ojos color hazel, eran muy bonitos y cuando pedía un favor era imposible negarse.

—Claro — respondí en un asentamiento de cabeza, él esbozó una sonrisa de oreja a oreja —. ¿Cómo podría faltar?

—¿Te paso a buscar? — se ofreció.

Sabía que aunque me negara, él iría de todos modos, eso ya era como una pequeña costumbre entre nosotros, pero aún tenía la decencia y costumbre de preguntar por ello.

Una vez que llegamos hasta la mesa, el castaño empujó a uno de sus amigos para sentarse él sentarse después, el pelinegro lo miró con recelo mientras masticaba.

—¿Tú qué crees, Zev?

—Entonces te paso a buscar— confirmó sonriente ante mi sarcasmo.

—¿Vendrá al entrenamiento? — Neisan preguntó.

Dirigí mis vista hacia el chico pálido con cabellera negra. Iba a hablar, pero Dylan me interrumpió.

—¿Hasley cuándo no ha ido a un entrenamiento de Zev? — éste rió para después darle un sorbo a su bebida.

—El día en que murió su perrita — respondió Zev mirándolo con unas de sus cejas en alto.

—De hecho, sí llegó, al final del entrenamiento, pero llegó — atacó Dylan —. Me acuerdo porque fue el día en qué fuimos a comer pizza y para que no estuviera triste nos metimos a los juegos infantiles.

—Y nos sacaron del local — completó Neisan.

Lo compañeros del equipo de Zev se habían vuelto un poco cercanos a mí y también se habían acoplado a mi presencia durante los últimos tres años. Ir a sus prácticas, oír sus conversaciones y ser la única chica entre ellos cuando comían ya era algo normal en nuestras vidas. Un poco de dedicación por parte de todos.

—Casi todo el instituto piensa que ustedes tienen una relación — informó el castaño, Daniel. Comía una papita frita mientras sus ojos se dirigían a mí y el ruloso.

—Pero aquí sabemos que Has babea por Matthew —Zev indicó rápidamente, a lo que yo le lancé una mirada feroz.

El instituto tenía varios equipos de diferentes deportes y mayormente el equipo de futbol americano, baloncesto y voleibol se iban a los estatales. Matthew era el capitán del equipo de baloncesto y el chico que me gustaba desde hace dos años aproximadamente. Zev molestaba siempre con él, ellos cruzaban palabras cuando los llamaban por el simple hecho de que eran los capitanes de los equipos mas importantes del instituto.

Matthew era un chico alto, de cabello rojizo, de ojos verdes y tez muy blanca. Zev decía que se parecía a Casper, el fantasma. 

En un segundo, todos en la mesa me miraban con una ceja arqueada causando que yo ganase un color rojizo en mis mejillas. Ésto pasaba muy seguido. Jugué con mis labios una vez más antes de hablar.

—Voy a comprar algo de comer— me levanté de la mesa y Neisan igual.

—Te acompaño. 

Asentí y comencé a caminar, el chico me avisó que iba hacia otro lado de la cafetería y desapareció de mi vista. Miré la comida que tenía en frente buscando algo apetitoso, pero nada fue de mi gusto. Después de unos minutos intentando que algo se me antojara, decidí pedir una trozo de pizza y raíz.

—Eso es asqueroso — escuché a mis espaldas. Me di la vuelta para encontrarme con el rubio de hoy en la mañana en las gradas.

—¿Qué? — pregunté confundida ante su oración antes dicha.

—Eso — hizo un ligero movimiento con su cabeza indicando el vaso que contenía el liquido negro.

La raíz, ¿cómo podía decir aquello? Era mi bebida favorita y él la había insultado, así como a mí hace unas horas atrás.

—Es raíz y sabe rico — defendí frunciendo mi entrecejo. Él ladeó la cabeza sin quitar su mirada de mi vaso y negó unas cuantas veces.

—Sabe a medicina — arrugó la nariz.

—¿Qué haces aquí? — pregunté copiando su acción y tratar de desviar el tema.

—Vengo a comprar comida — mencionó obvio con una sonrisa juguetona, entrecerrando los ojos y haciéndome sentir imbécil.

Estaba punto de hablar, cuando las puertas de la cafetería se abrieron revelando al chico con cabellera roja. A su lado venían algunos de sus amigos del equipo de baloncesto, mientras reían. Se veía demasiado hermoso. Su sonrisa era lo que más brillaba en su rostro mientras sus ojos se enchinaban.

—¿Quieres una toallita? —la voz del rubio hizo que meneara la cabeza y quitara mi vista de Matthew para dirigirla hasta la de él—. Casi inundas la cafetería con tu baba —remarcó jocoso, sentí mis mejillas arder de la vergüenza y quise ocultarlas. Él rió y me empujó con suavidad por mi hombro para pedir un jugo de naranja. No entendía porqué mis pies no se movían para poder irme de aquí, sin embargo, cuando me di cuenta de ello, su voz volvió a sonar —. ¿Te gusta el capitán del equipo de baloncesto? —preguntó posándose de nuevo a mi al frente. Separé los labios para hablar, pero me interrumpió—. Mejor no respondas, es demasiado obvio —rió—. ¿Por qué no has intentado acercarte a él?

—Es inútil — hablé sin muchas ganas de seguir con una conversación que no le interesaba.

—¿Él? lo creo.

—No, el intentarlo — expliqué. Sorbí por mi pajilla mirando hacia todos lados, algunos ojos estaban encimas de nosotros, ¿él estaba esperando por alguien o no?

—No lo sabrás si no lo haces — el ojiazul volcó los ojos dando un suspiro. Relamió sus labios y rascó su barbilla.

—Apenas nos conocemos ¿y ya me estas dando consejos? — inquirí con una ceja en alto.

Aunque lo decía con un poco de diversión, no por sonar tan borde y grosera ante su ayuda, o fuese lo que él estuviese haciendo.

—Tómalo como quieras, Weigel — cotejó sin ganas, metió su mano libre en el bolsillo de su pantalón.

Repetí de nuevo lo que había dicho y lo miré con cautela.

—No me has dicho tu nombre.

—Si te importa tanto — dejó de hablar, cortando su oración y así acercarse hasta mí para poder susurrar cerca de mi oído —. Investígalo.

Iba a protestar por lo cruel que estaba siendo al no decirme de una buena vez su nombre, en serio tenía una pizca de curiosidad por él, aunque la voz de Neisan pronunciando el mío a una distancia me lo impidió.

—¡Hasley!

El rubio y yo dirigimos la mirada hacia el chico pelinegro quien se encontraba con el ceño levemente fruncido por la escena que estaba observando.

—Hasta luego, Hasley, te están esperando — el desconocido se despidió, antes que pudiera contestarle, él ya estaba caminando lejos de mí.

—¿Qué hacías con el? — preguntó Neisan una vez que estuve cerca de él.

—Estábamos hablando — respondí neutra, sin darle tanta importancia al asunto, aunque para él era todo lo contrario... O eso parecía.

—¿Lo conoces? — inquirió y volteé a verlo con determinación. Sus ojos estaban clavados antes los míos esperando mi respuesta clara y precisa.

—Lo conocí hoy en la mañana — confesé un poco perezosa—. Aunque no sé su nombre.

Lo último fue pronunciado cuando llegamos a la mesa y tomé asiento. Zev despegó la vista de su celular con una sonrisa simpática y me miró moviendo sus dedos sobre la mesa.

—¿De quién no sabes el nombre? —preguntó moviendo su vista hacia Daniel y beber de su refresco. El dueño se quejó en un gruñido.

—De un chico que conocí hoy en la mañana —repetí los mismo, pero esta vez dándole el tono de que no me importaba tanto mientras me encogía de hombros.

—¿Ah sí? — alzó una ceja con una risa burlona y mirarme son picardía — ¿Quién es el galán que le quitará el lugar a Matthew?

—Creo que preferirías que siguiera siendo Jones — admitió Neisan con desliz de ojos. Por su cara, pude ver que se arrepintió de ello y dio una bocana de aire.

—¿Por qué? — Zev frunció el entrecejo ante el comentario del chico y lo miró — ¿Quién es?

—¿Lo conoces? — intervine preguntando hacia Neisan con mucho interés.

El chico rodó los ojos.

—Howland.

¿Ese era el nombre del rubio? Zev rápidamente me miró con una expresión dura haciendo notar su mandíbula tensa. Su rostro se miraba enojado, como si lo que hubiese dicho Neisan fuese demasiado malo.

—¿Desde cuándo te hablas con él? — demandó el ruloso con la voz firme y dura.

—A penas lo conocí hoy en la mañana — relamí mis labios defendiendo, volví mis ojos al pelinegro y pregunté: — ¿Su nombre es Howland?

—Es su apellido, se llama Luke — esta vez, respondió Dylan.

—Luke — repetí.

—¡Importa una mierda su nombre! — espetó mi mejor amigo —. Hasley, aléjate de él.

—¿Por qué? — pregunte extrañada.

—Solo hazlo — ordenó ecuánime.

—Si no me das un por qué no hay validez — dije irritada por su comportamiento tan repentino.

—¿Quieres saber? El chico se droga — informó con desdén. Abrí ligeramente la boca y traté de procesar lo que había dicho. Ahora entendía lo que había sacado de su bolsillo y lo que había fumando en frente de mí. Había inhalado droga o lo que fuera ese papel —. Luke tiene problemas psicológicos — Zev pasó una mano por su cabello —. No te conviene tener una relación de amistad con él.

—Pero si es así, solo necesita ayuda — musité.

—Sí — asintió —, pero tú no se la darás.

—¿Y por qué no? — ataqué, me estaba enfadando.

—Porque no sabes nada de él, ni como actúa con esas sustancias — espetó irritado por mi actitud tan necia.

—¿Y tú sí? — me levanté de mi asiento — ¡Tú tampoco sabes nada!

Cerró los ojos durante unos segundos intentando contenerse, sus amigos estaban presenciando la escena en silencio, no mencionaban nada. Zev abrió sus ojos nuevamente para hablarme severo.

—Sé lo suficiente para decirte que te alejes de él.

—Deja de ser tan dramático — bufé cruzándome de brazos.

—Hasley, es en ser... — antes que pudiese terminar, lo interrumpí.

—¿Sabes? No quiero seguir, estas actuando como un completo idiota — corté y me di la vuelta para alejarme de allí.

—¡Hasley! — oí que gritó, pero lo ignoré.

Salí de la cafetería dirigiéndome a mi casillero. Zev sabía algo que no me quería decir. Entendía que se preocupara por mí, era mi mejor amigo y su sobre-protección hacia mí era muy grande, pero yo podía cuidarme sola. No necesitaba mucho de él.

Llegué a mi casillero y lo abrí para depositar unos cuantos libros. Por el rabillo del ojo pude ver la silueta de alguien, por un segundó pensé que sería Zev, pero no fue él.

Matthew venía caminando con sus pantalones negros ajustados y su camisa blanca con negro por el pasillo. Su mirada se dirigió a mí y me sentí desfallecer. El guiñó uno de sus ojos verdes y me sonrió para luego seguir caminando.

Oh por Dios, oh por Dios. La sangre subió hasta mis mejillas, y mordí mis labios para evitar soltar un grito de alegría. Metí la cabeza en mi casillero y reí. Él era hermoso.






Flor M. Salvador
Ig: flormsalvador
Tw: ekilorhe

Lanjutkan Membaca

Kamu Akan Menyukai Ini

68K 1.7K 5
En esta historia habrá una lucha entre Ghost y tú para que quede claro quien de los dos manda, pero,¿Quien será y a qué costo?...🔥
8.2K 261 23
Todos tenemos a esa persona que desearíamos que fuera eterna, pero lamentablemente nosotros los humanos somos instantes. Este libro es para ese human...
3.2K 562 22
DECLARO QUE ESTA HISTORIA ES DE MI AUTORÍA Y NO PERMITO NINGÚN TIPO DE ADAPTACIÓN. LOS PERSONAJES NO ME PERTECECEN.