Boda por escándalo

By EasyCuteWat

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La cama equivocada, un escándalo y una esposa poco convencida. Camila no esperaba despertar junto a Lauren J... More

Capítulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Epílogo

Capítulo 10

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By EasyCuteWat

Cuando Camila se despertó estaba sola en la cama. Los pájaros cantaban en el exterior. Se desperezó. Estaba cansada y dolorida. Lauren había insistido en que un poco de actividad le quitaría el insomnio y había tenido razón, en cuanto hicieron el amor la ojiverde se quedó dormido. Ella, sin embargo, había tardado algo más y para cuando consiguió dormirse despuntaba el alba. Lauren había suspirado y se había girado hacia ella, abrazándola de un solo movimiento y ella había cerrado los ojos y se había preguntado cuántas mañanas quedarían antes de que despertara en Lauren el instinto de aventura.

Los siguientes días transcurrieron de forma similar. Camila daba largos paseos mientras Lauren trabajaba en la casa. A veces se unía a ella en el camino de vuelta y pasaba el brazo por sus hombros mientras le contaba anécdotas que le hacían sonreír.

A Camila le gustaba verla trabajar y ayudarla ocasionalmente. La admiraba lo habilidosa que era y le gustaba pasarle las herramientas y sentir el roce de sus dedos cuando la tomaba de sus manos.

Por las noches compartían instantes de una pasión que Camila nunca hubiera creído posible. Una y otra vez Lauren la arrastraba al éxtasis y sus gemidos se mezclaban hasta ser indistintamente de una o de la otra. Camila se estremecía con sólo recordar el instante en el que Lauren colapsaba, exhausta, sobre su cuerpo.

El martes llegó antes de lo que hubiera deseado y con ello, la conciencia de que perderían su intimidad y volverían a sus respectivas responsabilidades.

Viajaron en silencio y Camila se dedicó a pensar cómo podría organizar su vida laboral para seguir atendiendo a sus pacientes y reservar tiempo para su vida privada.

Cuando llegaron a la casa de Woollahra, Camila fue a abrir la puerta mientras Lauren sacaba las bolsas del maletero. Antes de que ella metiera la llave en el cerrojo, María, la asistenta, abrió la puerta y la saludó precipitadamente, hablando con un marcado acento que Camila no supo identificar.

Lauren llegó junto a ella y saludó a la mujer madura, a la que se dirigió en su lengua. Camila la miró sorprendida y ella sonrió.

—Hablo italiano desde que pasé en Sicilia seis meses—Le aclaró la razón del porqué sabía el idioma.

La mujer alta las presentó y la mujer estrechó la mano de Camila con timidez.

—María habla poco inglés—Explicó Lauren—Te enseñaré algunas frases pero por el momento, solo asiente y sonríe.

Camila obedeció y la mujer sonrió tímidamente. Lauren le dijo algo en italiano y su rostro se iluminó antes de decir unas breves palabras y marcharse.

—¿Qué le has dicho?—Interrogó Camila con curiosidad.

—Que se tome el día libre.

—¿Por qué?—Levantó la mirada hacia ella,  confundida.

Los ojos de Lauren brillaron.

—Porque quiero tenerte sólo para mí.

Y sin darle tiempo a respirar la besó apasionadamente, apoyándola contra una pared y acariciando sus senos a través de la ropa con manos ansiosas.

Lauren era como una droga para ella. Nunca se cansaba de sus besos y la necesitaba con tanta urgencia que le desabrochó la camisa para acariciarle la piel. La ojiverde separó su boca de la de ella, la tomó en brazos y la subió hasta el dormitorio. Empujó la puerta con el hombro y la llevó hasta la cama, donde la echó antes de terminar de quitarse la camisa que Camila le había desabrochado. Sus ojos no abandonaron los marrones de ella y lentamente, agachó la cabeza y metió la lengua en su ombligo, Camila, sin saber que también aquel pequeño orificio podía ser zona erógena quedó sorprendida y extasiada cuando empezó a mordisquear y lamer. Sin embargo, al tiempo que le quitaba los pantalones fue deslizando sus labios por su vientre, hasta llegar a sus femeninos pliegues y, tras separárselos, adentrarse con su lengua en la húmeda profundidad de su cuerpo, el sabor picoso y dulce de su esposa podría considerarse para ella una de las más magníficas delicias por lo cual ningún perímetro de la zona fue olvidado, lamia, succionaba y daba diminutas mordidas que hacían a la morena levantar las caderas reclamando más. Cuando Camila creyó no poder soportar más la voluptuosa excitación que su lengua le proporcionaba, Lauren recorrió el camino inverso y mordisqueó sus pezones. Camila se arqueó con cada caricia y cada pellizco, recorrida por una corriente eléctrica que la atravesaba de pies a cabeza.

Alargó la mano y rodeó el sexo de Lauren. Primero delicadamente y luego con firmeza fue intensificando la fuerza de la presión que ejercía sobre ella, deteniéndose en la parte más sensible de su anatomía hasta que Lauren le asió la mano y se la sujetó a la cama, sobre la cabeza, mientras la penetraba con un único empuje acompañado de un gemido de placer.

Camila se sintió transportada al paraíso con los movimientos de vaivén que sentía en lo más recóndito de su interior hasta que su cuerpo respondió con una violencia que se manifestó en un hondo grito seguido de gemidos entrecortados y al fin, cuando un orgasmo la golpeó quedó casi desmayada, con la respiración agitada y los brazos rodeando el cuello de Lauren como si temiera caerse.

O que ella se fuera.

Lauren esperó a sentirla plenamente satisfecha antes de dejarse arrastrar por una palpitante oleada que la sacudió hasta lo más profundo de su ser.

Se quedó tumbada, escuchando el dulce sonido de la respiración de Camila y se preguntó por qué había tardado tanto en darse cuenta de que la amaba. Había querido engañarse pensando que la deseaba como había deseado a tantas otras personas. Pero en aquel instante, al sentir su corazón palpitar junto al suyo y oler la fragancia de su piel, supo que Camila era una droga sin la que no podría sobrevivir.

Camila se arrebujó entre sus brazos, buscando el calor de su cuerpo. Lauren le acarició el cabello y se preguntó si debía decirle lo que acaba de descubrir. Pero recordó que Camila debía enterarse de cosas más urgentes y que lo que debía hacer era estar a su lado cuando su mundo se desvaneciera y necesitara un hombro en el que apoyarse.

Cuando Camila llegó a la clínica al día siguiente, le sorprendió la curiosidad que su boda había despertado y pasó gran parte del día contestando con evasivas las preguntas de sus colegas y pacientes.

Llevaba apenas unos minutos en casa cuando sonó el teléfono.

—¡Camila, eres una bruja! —Exclamó su hermana Sofía  al otro lado del hilo—¡No puedo creer que te hayas casado con Lauren!

—Casi nadie se lo cree—Dijo en tono seco.

—Creía que te caía mal.

—He cambiado de opinión.

—Eso es lo que pasa con el amor —Suspiró Sofía, animada—A mí Finn no me gustaba hasta que me dio un beso y…

—¿Qué tal la luna de miel? —Le cortó Camila inmediatamente supo que detalles podría contar su hermana.

—Maravillosa—Sofía  adoptó tono de ensoñación—Perfecta.

—¡Qué suerte!—Le felicitó.

—Supongo que Lauren no ha tenido tiempo de organizar una luna de miel como Dios manda—Su voz quejumbrosa le hizo saber cuán decepcionante era.

—No.

—Es una mujer genial, Camila. Seguro que te hará muy feliz—Trató de animarla con alagos hacia su esposa.

—Seguro.

—¿Sigues enfadada con mamá y papá?—Inquirió en voz baja.

—¿Por qué iba a estarlo?

—Tengo entendido que insistieron en que se casarían después de que fueras descubierta en su cama—Le recordó el incidente.

—Algo así.

Sofía rió.

—No tienes que hacerles caso. Lauren no es como la describen en la prensa.

—Eso espero—Verdaderamente Camila lo esperaba.

—No ha tenido una vida fácil. Sus padres murieron sin dejarle nada y ha dependido de la caridad de Michael y Harriet hasta que ha hecho fortuna. ¡Ahora es inmensamente rica!—Camila frunció el ceño ante lo dicho por su hermana, ¿Lauren era rica por ella misma?

—Tenía entendido que su madre le había dejado una herencia—Murmuró insegura.

—No, Finn me lo ha contado hace poco. Y si hubiera dejado algún dinero, se lo habría gastado Harriet. Es una derrochadora—Comentó con desagrado en su voz.

Camila necesitaba reflexionar—Sofí tengo que irme.

—Llámame pronto—Dijo animada—Quiero enseñarte las fotos de la boda, hay una en la que parece que estas lanzando dardos a Lauren con la mirada—Se burló soltando una profunda risa.

Camila colgó y se quedó pensativa.

Lauren le había mentido. Había inventado la herencia de su madre y se había aprovechado de la presión a la que sus padres la habían sometido para conseguir que hiciera lo que ella quería. ¡Qué orgullosa debía sentirse! Había conseguido la víctima perfecta. Una mujer con fama de casquivana, la hija descarriada de un obispo que había destrozado la carrera de otro hombre. Había sido un objetivo fácil para sus maquinaciones. Y su victoria había sido completa al conseguir que se enamorara de ella, de Lauren, y que la cabeza se le llenara de estúpidos sueños de felicidad conyugal.

Lauren giró la llave. Tenía un espantoso dolor de cabeza que se había ido incrementando a medida que el día empeoraba.

Había visto a su padrastro por la mañana para hablar de la herencia de su madre, pero Michael se había limitado a hacer un gesto despectivo con la mano.

—No creerás que queda nada de ese dinero.

Lauren se tensó.

—Me lo dejó a mí y estoy aquí para que me lo des—Exigió con seriedad.

Michael removió unos papeles que tenía sobre el escritorio.

—Educarte ha supuesto un considerable desembolso de dinero. Y más, teniendo en cuenta la de veces que te hemos tenido que cambiar de colegio—No parecía arrepentido, sino parecía estar hablando con uno de sus tantos socios que con su hijastra.

Lauren frunció el ceño.

—¿Quieres decir que no queda nada?

—Tu madre insistió en que recibieras una buena educación y yo he cumplido sus deseos, incluso a pesar de tu constante oposición—Añadió al final con desprecio.

Lauren había salido del despacho furiosa. No creía la explicación de Michael, pero tampoco tenía sentido amenazarlo con llevarlo a juicio.

Lo peor era que ya no existía la principal excusa para haberse casado con Camila. Y que si ella llegaba a enterarse…

Cerró la puerta y, tras dejar las llaves sobre la mesa de la entrada, se peinó el cabello con los dedos e intentó ignorar el dolor que taladraba sus sienes.

—¿Has tenido un buen día?—Interrogó Camila con frialdad, apareciendo en la puerta del salón.

—Hola, Camila—Saludó irónica. Una nueva punzada de dolor le atravesó la cabeza—Ni te imaginas el día que he tenido.

—Seguro que no.

Lauren la miró fijamente.

—¿Estás bien?—Ladeó la cabeza inquisitiva.

—Por supuesto.

—Tengo un espantoso dolor de cabeza.

—¡Pobrecita!—Exclamó con ironía.

Lauren la interrogó con la mirada.

—¿Te ha disgustado algo o alguien? ¿Has hablado con tus padres?—Inquirió, pues no encontraba otra razón de su mal humor.

—No, sólo con mi hermana—Respondió con voz seca.

—¿Sofía?

Camila asintió.

—Finn también me ha llamado. Se ve que lo han pasado en grande —Lauren fue hacia la cocina.

Camila la observó en silencio mientras llenaba un vaso de agua y se tomaba un analgésico que había encontrado en los cajones.

—Me va a estallar la cabeza —Murmuró pasándose una mano por la frente, sentía el palpiteo contra sus sienes con bastante fuerza.

—Me da una pena horrible—Mentía horriblemente.

Lauren se apoyó en un mueble y la miró fijamente.

—No me gusta repetirme, pero ¿estás segura de que estás bien?—Instigó con irritación.

—¿Por qué no iba a estarlo? ¿O es que no tienes la conciencia tranquila?—Lanzó la interrogación furiosa. Lauren esquivó su mirada y dejó el vaso en el fregadero.

—No sé a qué te refieres, pero estoy segura de que me lo vas a contar—Suspiró cerrando levemente los ojos pero Camila dejó escapar el aire bruscamente a lo que Lauren inmediatamente abrió los ojos.

—¿Por qué me has mentido sobre la herencia de tu madre? —Lauren no dijo nada, pero Camila leyó en sus ojos que se sentía culpable—Me dijiste que tenías que casarte para conseguirla.

—Ya lo sé.

—Y no hay ninguna herencia—Escupió.

—Ya no.

—¡Y nunca la ha habido! Me mentiste para que hiciera lo que tú querías. Debía haberme dado cuenta antes de… —Camila se mordió el labio. Había estado a punto de declararse.

—Camila, estás llegando a conclusiones erróneas y cuando te explique la verdad…

—No quiero que me expliques nada—Interrumpió con rabia recorriendo cada célula de ella—Quiero saber la verdad y tú sólo sabes mentir.

Lauren dio un puñetazo a una mesa haciéndola callar pero la mirada de odio no se quitó el ningún momento.

—¿Vas a dejarme hablar o no?—Gruñó.

—¿Acaso crees que me interesa la historia que estás inventando a medida que hablamos?

—No estoy inventándome nada —Lauren se pasó la mano por el cabello en un gesto de frustración, moviéndolo hacia en lado contrario del que estaba —Pensaba contártelo cuando fuera oportuno, pero acabo de…

—¿Oportuno? —Camila la fulminó con la mirada—Debías habérmelo contado antes de que fuera lo bastante estúpida como para firmar el certificado de matrimonio.

Lauren necesitaba tiempo para pensar. Camila tenía derecho a estar enfadada, pero no podría hablar con ella hasta que se calmara. La miró fijamente.

—Tengo un espantoso dolor de cabeza y no me merezco esta escena.

—Pues no debiste haber venido —Habló con amargura—Ve a refugiarte en los brazos de alguno de tus amantes.

Los ojos de Lauren brillaron con una emoción que Camila desconocía. —¡Tienes razón!—Alzó la voz con tono áspera—Y eso es exactamente lo que voy a hacer.

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