Lobo Perdido Libro 2

By AlexKiaw

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Ranshaw Lennox, Mike Denner, Amatis Stevenson y Kris Larsson están dispuestos a dejarlo todo para vivir la vi... More

Notas
Las manadas
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Parte 1 | DENNER
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Parte 2 | Dankala
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Parte 3 | Müller
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Parte 4 | Dankala
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Parte 5 | Lennander
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By AlexKiaw

Apoyado sobre sus codos, con las manos unidas en un mismo puño, la cabeza colgando y con los brazos oponiendo una firme resistencia, toda la que podía, Miden recibía todo el poder de la pasión incansable de Hadrien. Sus manos enormes sostenían  su cadera o sus hombros. ¡Era tan fuerte!

Las sábanas debajo eran suaves y perfumadas, las almohadas muy cómodas, pero habían sido descartadas un rato antes.
La única luz entraba por la ventana era la blancura de la luna llena que hacía resaltar la ropa de cama y brillaba sobre su piel sudorosa y la de su Alfa.

Cada encuentro entre ellos era especial. Parecía que Hadrien no se cansaba de tener a Miden con él. En cualquiera momento y lugar terminaban enredados y anudando.

De repente sintió un peso ligero sobre el lugar en donde Hadrien lo sostenía.
Al girar el rostro vio a Sax, a horcajadas en su cadera, usando a Miden como su mueble. Simplemente se sentó en él para abrazar y besar a Hadrien y para que el Alfa lo abrazara.
¡El muy sinvergüenza!

¡Hadrien dejó de follarlo! Y decidió convertirlo en una adecuada superficie para acostar a Sax y penetrarlo.

No pudo evitar mascullar una maldición, mitad asombrado, mitad divertido.
¡Pero habráse visto tamaña desfachatez de ambos!
No solo le quitaron su turno.
¿Además era la mesa de trabajo?

Pero Sax era capaz de eso y de muchas cosas; como de extenderse sobre su espalda  para disfrutar del momento. Un escalofrío le recorrió al escuchar el gemido de dolor/placer de su novio por la bruta  intrusión del Alfa.

Miden no podría creerlo.

Pensando en la venganza, bajó el pecho y se escurrió de su honorable posición de mueble, rodando hacía un lado. Hubo un poco de lío y Sax terminó cayendo sobre el colchón, pegado al Alfa por las caderas. Sus piernas y brazos se extendieron a los lados y como cayó, se quedó, porque Hadrien no se detuvo por una minucia como un Omega despatarrado.

De rodillas en la cama, Miden miró a su novio gozar de las placenteras sacudidas que unos minutos habían sido su derecho. Parecía ajeno a todo lo que no fuera sentir al Alfa. Tenía los ojos cerrados, los brazos  relajados y la boca entreabierta.

Miden decidió ir a ese lugar a exigir una justa reparación por el robo en despoblado de su Alfa.
Sax aceptó encantado ser follado también por el otro extremo. Acomodó la cabeza de la mejor forma y Miden pudo deslizarse hasta la empuñadura por su garganta. Solo una vez, lento y profundo. Al retirarse, cerró  los ojos.
Sax tomó aire y sonrió, listo para la siguiente. Miden se empujó dos veces con gran lentitud y salió.

Cuando se acomodó para el tercer asalto, Hadrien insertó  dedos en su trasero lo que  casi le provoca correrse encima de Sax.

Tres profundas embestidas, más fuertes y lentas le obligaron a cerrar los ojos.

No pudo acometer de nuevo y eso que en la siguiente,  penetraría la boca de Sax tan despacio, que iba a ponerlo rojo.

Sax tomaba sin problemas  hasta ocho de aquellos embates. Nunca habían averiguado si el aire le alcanzaba para una novena ronda porque que ocho era el límite de Miden antes de correrse.

Pero Hadrien tiró de él, aferrando sus caderas. Tenía las garras expuestas y eso hablaba de lo muy caliente que estaba. Salió de Sax solo para hacer que la dura erección de Miden ocupara el mismo sitio. Ver a los dos chicos haciéndolo era hermoso. Ya había tenido la oportunidad de ser solo espectador de los amores de esos chicos.
Pero esa noche, Hadrien tenía el control total. Se deslizó despacio en el cuerpo de Miden, quien escondió el rostro en el cuello de Sax para resguardarse del placer que le recorrió desde dos frentes al mismo tiempo. Y su novio le pródigo caricias llenas de cariño mientras Miden lo follaba a él con la fuerza del Alfa durante unos minutos antes de gritar su orgasmo.
Hadrien no se detuvo; en cuanto anudara, Miden se correría una y otra vez dentro de Sax y ambos iban a disfrutarlo mucho.

—¿A quién le toca esta vez? —preguntó Miden.
Hadrien sonrió como un canalla, pero no respondió.
Y Sax desvió la mirada como si alguien hubiera dicho su nombre en otra habitación.

Había tomado la decisión de no tener más hijos. Pero todavía no se lo decía a nadie. Esperaba un mejor momento que estar follando, algo que no dejaban de hacer desde que sus parejas volvieron.

Pero de algo estaba seguro; no recibiría otro nudo hasta que encontrarán una solución anticonceptiva permanente. Por el siguiente año o tal vez para siempre, Miden sería el feliz receptor de todos los nudos del mundo.

Sax le hizo bajar la cabeza para besarlo como si no hubiera para ellos otra oportunidad, con toda su pasión y amor y también para distraerlo. Detrás, rasguñando su cadera y gruñendo, Hadrien anudó en medio de los más excitantes rugidos. Y siguió moviéndose, aunque se volviera loco por las  sensaciones que parecían desbordar el límite de lo soportable.

La luna llena hacia hervir su sangre, le enardecía al punto de que, cuando terminará con Miden, tomaría de nuevo a Sax y después a Miden otra vez.

Tener a dos era lo mejor del universo. Un solo amante tendría dificultades para satisfacerlo esa noche.  Era increíble, tanto tiempo juntos, tantas cosas habían pasado y esa era la primera luna que podían disfrutarse a plenitud.
Los chicos aún no tenían idea de lo que vislumbraba para ellos en las siguientes horas.

Era un poco divertido pensar en su inocencia.

Miden estaba perdido, lloriqueando en los brazos de Sax, corriendose en su interior cada vez que su Alfa se movía. Sax, en efecto, estaba fascinado con el arreglo. No tenía los orgasmos múltiples del nudo, pero estaba gozando como nunca de las vistas y de las sensaciones. De ser cubierto, abrazado, sacudido, a veces golpeado contra la cabecera de la cama. El peso de Miden a  aumentaba por el peso de Hadrien cuando aquel se inclinaba. Nada que le molestara. El Alfa era considerado incluso esa noche.

Y tenía besos. Muchos besos. Todos los que quería.

Cuando todo terminó, Hadrien salió de Miden y abandonó la habitación.
Sax tuvo que hacer el trabajo de sacarse de encima a su novio destruido. La cama era un desastre. Y Miden estaba prácticamente muerto. Se quedó dormido apenas lo dejó quieto.

Se levantó y salió para averiguar a dónde fue su Alfa.

Lo encontró en la cocina preparando una charola de alimentos y una pequeña jarra de leche.

¿A poco no era un gran tío? Pensó Sax.

—¿Qué diablos haces?

De todos modos, su tono fue de regaño, sin importar lo detallista y cuidadoso que era. No era de buena educación salir de la recámara después de follar sin decir ni siquiera,
: "ahora vengo".

—Necesitarán energía.

—Miden está fuera del área de servicio. Le sugerimos, Alfa, que llame más tarde. Como... mañana a medio día.

—Es luna llena, Sax —dijo, como si eso llenará todos los campos del formulario.

—¿Y?

Sax aún no veía una diferencia perceptible. Con los brazos en jarras, esperaba una respuesta. Lo único que notaba es que el Alfa hablaba mucho menos esa noche que cualquier otra.
También se veía más sexy

Hadrien lo miró con picardía y sonrió. Lo abrazó y levantó de pronto, como si no pesará sus buenos setenta y cinco kilos.

Sax no terminaba de acostumbrarse a ser izado, empotrado contra los muebles y penetrado con toda fuerza. Pero tuvo que aferrarse al cuello de Hadrien y tomar el momento, al hombre y sus movimientos poderosos.

—¡No puedes anudar, canalla!
—Puedo y lo haré. Y cuando termine contigo iré por Miden y también lo anudaré a él.
—¡No vas a preñarme de nuevo! —gritó y pataleó sin ningún efecto sobre el hombre, que esa noche estaba más grande y fuerte que nunca.
Hadrien lo inmovilizó para susurrar sobre su boca.
—No estás fértil. Anudaré todo lo que quiera dentro de ti, y vas a disfrutarlo,  sinvergüenza.

Sax lo miró, sorprendido. ¿No era fértil?
Era difícil pensar, ya no decir hablar mientras la encimera se clavaba en su trasero y el tío le perforaba hasta la locura. Perdió la noción del tiempo, el dolor no era una cosa a considerar esa noche, ya a esos niveles, la diferencia entre "ay, qué rico" y "ay, qué cabrón eres" no existía. Y cuando Hadrien anudó en medio de las más deliciosas exclamaciones de placer, le mordió el cuello.

Eso sí que dolió pero como al mismo tiempo se estaba corriendo, seguramente ese  fue el motivo por el que, por un momento, pareció perder la conciencia.

Cuando regresó en sí, Hadrien había encontrado la manera de que Sax estuviera sentado y recargado en la pared al mismo tiempo. Y él, de pie, pero medio derrumbado sobre su cuerpo, la cabeza apoyada en el muro frío, con los ojos cerrados, muy quieto.
—A ver, explícame ¡Y sin moverte mucho! ¿Por qué no soy fértil?
Hadrien, sin abrir los ojos, levantó la mano para acariciar la mejilla de su Omega que no entendía aún que era luna llena.
—Cierra la boca —dijo con su voz de Alfa, modo mandón y severo, mientras trataba de ir más dentro de su cuerpo, cosa por demás imposible y deliciosa.
—¡Te dije que... ! ¡Dios! ¡Para!
—¿Quieres que pare? Entonces guarda silencio.
—¡Tú a mí no me vas a decir...!
A pesar de que necesitaba quedarse quieto, la única manera de que Sax cooperara, era molerlo contra el muro.

Aquella discusión de cuerpos duró bastante tiempo, entre sacudidas, reclamos, besos y caricias, insultos y exclamaciones de placer.

Cuando el nudo desapareció Hadrien no soltó a Sax. El chico finalmente había dejado de luchar y permanecía con los ojos cerrados pegado al pecho de Hadrien. Quieto, lo más posible, derrotado a punta de orgasmos imparables hasta que tuvo que ondear la bandera blanca de la obediencia. Con una mano sostuvo a su Omega en el mismo lugar en el que estaba, firmemente empalado y con la otra cargó con la charola.  Llevó ambos a la habitación. Sax cayó sobre la cama y se quedó acostado, con los ojos cerrados. Hadrien dejó la charola a un lado, en la mesita de noche.

Miden despertó cuando Sax se acomodó a su lado.
—¿Qué pasa?
—Despiertas justo a tiempo, cariño —susurró Hadrien. Se acostó, hizo qué Miden se acomodara sobre él y lo abrazó. Miden levantó el rostro, sorprendido cuando lo siento empujando para entrar en él.
—¿Qué...?
—Duerme si quieres.
—¿¿Mientras me follas??
—O quédate despierto. Da igual.
—¿Así serán todas las noches de luna llena, Hadrien? —preguntó Sax, adormilado.
—No, mi vida. Algunas estaré realmente caliente. Hoy estoy tranquilo.

Miden, pensó que Hadrien estaba loco cuando sus caderas chocaron y comenzó a sacudirlo. Nadie podría dormir mientras el Alfa más grande de Lennander aún sentía deseo.
—Descansa, Sax.
—¿Estaremos así toda la noche? —preguntó Miden con cierto temor, aceptando a su Alfa, pero dudando de su propia resistencia.

Como repuesta, Hadrien solo los hizo girar. Miden debajo y el Alfa encima con las piernas del chico alrededor de su cintura. Tomó las riendas y comenzó a moverse como si estuviera conectado a la toma de corriente, en vez de tener batería inagotable.
Para el caso cualquiera era peor. Miden solo gemía,  besado hasta el sinsentido por su pareja, su gran lobo peligroso.
Sin protestar. Sin querer hacerlo.

Por más demoledor que fuera, esa noche estaba convirtiéndose en la mejor que podía recordar.


Por la mañana, Hadrien salió de su habitación recién bañado y radiante como si hubiera tomado vacaciones.

Por primera dejó que sus apetitos le controlarán para satisfacerlos en su totalidad. ¡Cada maldita luna llena de su vida fue una historia de carencia, soledad o insatisfacción! Se conformó con otros solitarios como él o con humanos. Pero nada se aproximó a la planitud que experimentó la noche anterior y que aún le acompañaba.

Hizo lo que se sintió bien hacer. Y resultó que su lobo estaba feliz como si fuera su cumpleaños.
Cierto era que hubiera sido suficiente con tomar a cada uno de sus chicos una o dos veces, luego dormir entre ellos y su lobo hubiera estado bien.

Pero algo muy especial —y divertido— fue tomar a sus Omegas una y otra vez a turnos hasta que suplicaron piedad, justo al amanecer. Sin quererlo ni buscarlo, había logrado someterlos por la fuerza bruta, pero sin violencia ni humillación. Solo con el poder de su amor, cómo debía ser, según la naturaleza de su animal.

Ellos se habían rendido. Miden de inmediato, apenas comprendió lo que significaba luna llena en el diccionario de Hadrien. Sax, por el contrario, peleó, pataleó y se resistió a tomarlo como un condenado que era, toda la noche. Pero con el paso de las horas también se entregó a la pasión de Hadrien, guardando silencio cuando tenia que hacerlo y relevando a Miden cada vez que Hadrien soltaba el nudo y sonriendo como un canalla, tomaba su cuerpo una vez más.

Hadrien tenía claro que no fue el quien los sometió. Él fue el primer subordinado a los deseos del lobo que lo dominaba. Los tres trabajaron duro esa noche para complacer al animal y ahora, una clase de felicidad nacía en su pecho. Tal vez, el sentimiento era la versión de "buen trabajo" de su lobo, por su tenacidad y entrega.

Eran las nueve de la mañana. Sus hermosos muchachos estaban dormidos nivel inconciencia profunda. Seguramente permanecerían en cama, sin poder caminar, uno o dos días. Hadrien sería feliz de atenderlos en todo cuanto necesitarán. La noche fue la más caliente de su vida y cierta parte de él, aún quería ir y follarlos hasta perder el sentido. Pero ya no era la necesidad del lobo, sino la del hombre, que solo quería hacerles el amor.

Eso no iba a ocurrir.  Se dirigía a la sala de reuniones para asistir a la primera de ejecutores desde su vuelta, entre sus hermanos, cada uno con la bebida de su preferencia y galletas como desayuno. Tenía curiosidad sobre si John, el único otro Alfa con pareja, tendría el mismo aspecto satisfecho que el había descubierto en su propio espejo.

En los brazos llevaba a sus cachorros, despiertos e interesados en el paseo.

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