Mirando La Lluvia Caer

By Ai31_28

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Becca Hithek es una chica divertida y positiva que siempre espera lo mejor incluso en los peores momentos. Su... More

Prólogo:
I Mala Suerte
II Different Worlds
III El 100%
IV Quesito
V Tóxica
VI Tarea De Psicología
VII Guerra
VIII Happy Birthday
IX Día De Locos
X Amigos
XI Defectos
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
NOTA:
CAPÍTULO XVII
CAPÍTULO XVIII
CAPÍTULO XIX
CAPÍTULO XX
CAPÍTULO XXI
CAPÍTULO XXII
CAPÍTULO XXIII
CAPÍTULO XXIV
CAPÍTULO XXV
CAPÍTULO XXVI
CAPÍTULO XXVII
NOTA SÚPER IMPORTANTE
CAPÍTULO XXVIII
CAPÍTULO XXIX
CAPÍTULO XXX
CAPÍTULO XXXI
CAPÍTULO XXXII
CAPÍTULO XXXIII
CAPÍTULO XXXIV
CAPÍTULO XXXV
CAPÍTULO XXXVI
CAPÍTULO XXXVII
CAPÍTULO XXXVIII
CAPÍTULO XXXIX
CAPÍTULO XL
CAPÍTULO XLI
CAPÍTULO XLII
Lo siento.
CAPÍTULO XLIII
CAPÍTULO XLIV
CAPÍTULO XLVI
CAPÍTULO XLVII
CAPÍTULO XLVIII
CAPÍTULO XLIX
CAPÍTULO L
CAPÍTULO LI
CAPÍTULO LII
CAPÍTULO LIII
CAPÍTULO LIV
CAPÍTULO LV
CAPÍTULO LVI
CAPÍTULO LVII
CAPÍTULO LVIII
CAPÍTULO LIX
CAPÍTULO LX
CAPÍTULO LXI
CAPÍTULO LXII
CAPÍTULO LXIII
CAPÍTULO LXIV
CAPÍTULO LXV
Notita:
CAPÍTULO LXVI
CAPÍTULO LXVII
CAPÍTULO LXVIII
CAPÍTULO LXIX
CAPÍTULO LXX
CAPÍTULO LXXI
CAPÍTULO LXXII
CAPÍTULO LXXIII
CAPÍTULO LXXIV
LXXV La cacería empieza
LXXVI Amor de madre
LXXVII Caos y desconfianza
LXXVIII El gato y el ratón
LXXIX ¿Todo estará bien?
LXXX CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
¿Segunda Parte?
Nota nueva:
Ya esta disponible el segundo libro.

CAPÍTULO XLV

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By Ai31_28


Al llegar a casa pude escuchar a la banda tocar desde el estudio. Tenía horas afuera. Ya faltaba poco para anochecer, pero aún así me sorprendía la destreza y talento que tenían para adaptarse tan rápido a las canciones escritas por Julliethe. Y era impresionante lo perfectas que eran para ellos.

Caminé hasta llegar a la puerta y me quedé mirándolos desde ella. Jull le hacía señas al resto de vez en cuando como guía. Sonreían y disfrutaban cada segundo, dándose la oportunidad de experimentar y volver aquel ritmo suyo. Ya no era de una sola persona, era de todos.

Era de Different Worlds.

Cuando terminaron de tocar no lo evité, empecé a aplaudir demasiado, resaltando mi presencia.

— ¿Te gusto? —Jull fue la primera en preguntarme, muy ilusionada.

— ¡Me encantó!

La mayoría suspiró como si se hubieran quitado un gran peso de encima al oírme.

—Siento que aún puedo hacer más en el coro —dijo Hera con las manos en el teclado, no estaba muy convencida —ensayemos solo una vez más.

—Está bien —aceptó Parch, y al oírlo sentí una presión diferente en mi pecho que causaba haberlo extrañado.

Sabía que solo había pasado horas sin verle y aún así no podía evitarlo. No podía imaginar cómo serían las vacaciones en Londres con él en Los Ángeles. Mis ojos no querían dejar de visualizarlo. Se veía muy apuesto en una sudadera negra y pantalones gastados. Su cabello rubio estaba desordenado como si acabara de levantarse, cayendo sobre su frente.

Y cuando me miró y sonrió la presión se volvió calor y mariposas.

—Toquemos una vez más, así Jull se va a casa y nosotros nos organizamos para la fiesta.

Di tres pasos hacia él sin poder creerlo.

— ¿Si tocaran para Mónica? —mi voz salió molesta, no pude ocultarlo.

Me resultaba tonto, muy tonto.

—Sí —su mirada enfocada en mis ojos transmitieron demasiado en un segundo. Él tampoco estaba muy contento con la idea —no tenemos muchas opciones.

— ¿Por qué?

—Ella afirmó en sus invitaciones que nosotros ya aceptamos, y si no vamos quedaremos mal —explicó Auggie.

—De seguro dirá que le dejamos plantados —aseguró Hera.

El único que no parecía de acuerdo era Raion, quien se evito opinar.

—Bueno, un ensayo más —les guió nuevamente Parch señalando a Jull que se había alejado un poco del micrófono.

—Cuando terminen acá, ¿puedes subir a mi habitación? —pedí al chico rubio ocasionando que el resto lo mal pensara y empezaran a silbarnos, riéndose.

—Tan inocente que se ve —se burló Auggie.

Incluso Parch rió mientras que yo estaba exageradamente sonrojada.

— ¡No es por eso! —me excusé.

Parch me guiñó.

—A penas termine voy, conejito.

Me puse aún más roja.

— ¡No me digas así!

Todos se estaban riendo de mi cara y yo moría de vergüenza así que, señalándolos a todos empecé a caminar hacia atrás.

—Son crueles —los acusé justo antes de chocar mi espalda contra unas cajas llenas de baquetas y otros materiales que casi se caen, dando fuerza a la risa de mis amigos y a mí más razones para huir —perdón.

— ¡No destruyas la casa!

Escuché a Parch gritarme cuando ya estaba cerca de la salida para tomar las mis compras del auto de Auggie, y solo pude reír ante mi propia torpeza. Quería aprovechar que todos estaban ocupados para subir las bolsas y no tener que preocuparme por las preguntas, así que sin tiempo que perder cargué todo a la vez y corrí escaleras arriba hasta mi habitación. Cerré la puerta con el pie, lancé todo a la cama y luego puse el seguro.

Tenía que hacer todo lo más rápido posible si íbamos a esa estúpida fiesta. Si no envolvía los regalos de una vez no tendría tiempo. Por suerte empezaba a las doce y aún faltaban horas. Él primero fue el obsequio de Parch porque pronto acabarían de ensayar y subiría a mi habitación, a demás de que obviamente era el que más me emocionaba.

Parch había sido muy atento conmigo. Moría de nervios, emoción y miedo, preguntándome si de verdad le gustarían las cosas que compre.

— ¿Y si no le gustan? —empecé a aterrarme al terminar de envolverlas y cuando lo escuché tocar la puerta casi se me sale el corazón del susto.

Estaba exaltada, tanto que escondí todo con mis sabanas y con las manos sudándome me puse de pie para abrirle.

Tenía una mano en su cabello y la otra en el bolsillo. Cuando sonrió mis nervios aumentaron al igual que mis latidos. Quizás no pude ocultar la añoranza en mi mirada porque sus labios se ladearon y la mano de su cabello terminó tomándome de la barbilla.

El espacio se redujo instantáneamente cuando ambos nos movimos. Prácticamente choque contra él. Me puse de puntillas, pero la urgencia y posesión que ejerció me debilitaron hasta el punto de necesitar aterrizar los pies de vuelta al suelo. Su mano salió de su bolsillo para apretar mi cadera.

No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos. El inclinado hacia mí y yo correspondiéndole, queriéndolo cada vez más cerca. Pero cuando al fin nos separamos, la caricia en mi mejilla terminó de llenarme. Un segundo a su lado era más que suficiente para sentirme completamente feliz.

—Ven —lo jalé de la mano haciéndole entrar y cerré la puerta — ¿te enteraste que nos vamos mañana?

—No me lo recuerdes —dijo con desanimo, su sonrisa desapareciendo.

—Bueno, tengo un regalo de navidad para ti.

Su mirada recorrió mi cuerpo lentamente, enfocándose demasiado en mis piernas desnudas por llevar falda. Sonrió pícaramente y de nuevo la sangre subió a mi rostro.

— ¡Pervertido!

Rió así que golpeé su hombro con toda mi fuerza, pero ni siquiera se movió, por lo contrario, me tomó de la muñeca y dejó un beso en mis nudillos.

— ¿Te he dicho últimamente lo mucho que me gustas?

<<Iba a morir si mi corazón seguía latiendo de esa manera exagerada>>.

— ¿Quieres tu regalo... o no? —tartamudeé quitándole de su poder mi mano y él solo reía orgulloso.

—A ver, ¿Qué tienes para mí?

Caminé hacia la cama y antes de que volviera a mal pensar saqué los regalos envueltos de debajo de mis sabanas. Me senté y con palmadas le indique que tomara lugar a mi lado. Cuando obedeció dejé las cosas sobre sus piernas y por un instante incluso me pareció sentirle más nervioso que yo.

—Espero te guste...

Me llevé una mano a la boca a punto de morder mis uñas por ansiedad, más él la intercepto y entrelazó nuestros dedos mirándome fijamente.

—No importa lo que sea —aseguró —pensaste en mí, así que va a encantarme.

<<Era perfecto>>.

—Bueno ya, no aguanto la intriga, ¡Ábrelo! —lo animé y riendo me soltó para con ambas manos empezar a abrirlo.

Fue bastante estresante, lo admito. Parch era muy cuidadoso, no quería romper el papel, solo quitar la cinta y esto volvía demasiado desesperante el proceso para mí. Estaba que se lo arrancaba de las manos y lo abría yo misma. Justo cuando estaba por quejarme logró ver que era y la expresión de felicidad tan bonita que llenó su rostro me dejo muda. Era muy gratificante saber que esa alegría era gracias a mí, y si alguna duda de estar enamorada seguía por allí, fue asesinada completamente por esa sonrisa.

Sacó la camiseta roja con Edna Moda que había mandado a hacer especialmente para él y la estiró para apreciarla mejor.

—Es... perfecta —susurró y sin poder esperármelo giró muy rápido hacia mí envolviéndome en sus brazos con demasiada fuerza —Estoy muy enamorado de ti, joder.

<<No podía ser más feliz>>.

Cuando intenté devolverle el abrazo se apartó, tomó mi rostro y nuevamente me besó. Esta vez era tan diferente, ambos transmitíamos en los labios lo mucho que nos gustábamos mutuamente. No era sexual, era mucho más allá que eso.

—Yo también estoy enamorada de ti —admití cuando apenas nos separamos, acariciando sus manos sobre mis mejillas —abre el otro.

—voy a ponérmela para la fiesta.

— ¡No puedes! —Me reí de su actitud bonita de niño chiquito, pues ya había empezado a pasarse la camiseta por la cabeza —es de gala.

—Me vale mil hectáreas de mier...

—Te pondrás traje —ordené lo más autoritaria posible, y eso encendió una pizca de lujuria en sus ojos.

—No me hables así.

— ¿Por qué?

—Porque harás que te folle justo ahora y te demuestre quien manda.

Así de fácil podía excitarme.

Sentí la garganta seca y de no ser porque faltaban regalos le hubiese seguido retando para que cumpliera su amenaza. Lo único que pude hacer fue tragar saliva y empujando ligeramente su hombro señalé el otro paquete.

Él tomó el siguiente y con el mismo cuidado lo abrió quedando esta vez con una expresión más sorprendida que me hizo preocuparme.

— ¿Qué? ¿Ya lo tienes?

Era un disco de vinilo de Imagine Dragons Evolve, firmado. Lo había conseguido a alto precio, pero valía la pena.

—Lo siento, Becca...

Me estaba preocupando.

Llevo una mano a su rostro y después de intentar apartarse el cabello me miró. Vi sus ojos muy cristalinos y esta vez fui yo quien tomé su cara dándome cuenta que no era que no le gustaba, solo no sabía que decirme.

— ¿Por qué haces algo así por mí? —preguntó suavemente como si en serio no pudiera creerlo.

Esto significaba mucho más de lo que creía para él. Había podido ver por encima su colección en su habitación, incluso en su casa tenía más discos. Por eso lo quería firmado, no importaba si lo tenía o no, quería que el que le diera fuera especial.

—Sé que es una de tus bandas favoritas, y tu siempre recuerdas las cosas pequeñas que te cuento sobre mí así que, quería devolverte el favor.

Abrió la boca como si fuera a decirme algo más, pero volvió a cerrarla.

—El ultimo regalo en realidad es más una propuesta que puedes rechazar.

— ¿Más regalos? —Negó con su cabeza —luego te quejas si gasto dinero en ti.

Ambos reímos.

— ¿Quieres ir conmigo a Londres? —dije muy rápido, nerviosa de lo que pudiera contestar.

— ¿Tú quieres que vaya?

—Sí, no quiero estar sin verte hasta enero.

Sentía mi rostro caliente y su manera de verme no me estaba ayudando.

—Me encantaría, Becca —suspiró pesadamente —pero no puedo.

<< ¿Estaba mal si lloraba? >>.

—No te preocupes.

—Hey —tomó mis manos —de verdad me encantaría, pero empezaremos a tocar en un bar importante cada fin de semana. No podemos fallarle a Kwang, y tenemos demasiado por ensayar. Todos quieren aprovechar las vacaciones para darle seriedad a la banda, y no puedo simplemente irme después de ser yo quien más insistió.

—Está bien.

Él tenía razón y aunque me entristecía no verle por tanto tiempo, sabía que su banda era más importante.

—Quizás pueda ir un par de días...

— ¡No! —Me apresuré en negarme —no tienes que hacer el esfuerzo de ir solo porque te invite. Entiendo, y tienes toda la razón.

—No iría por obligación —aseguró antes de darme un pequeño beso —yo también te extrañaré. Te escribiré seguido, y podemos incluso llamarnos.

Sonreí encantada y asentí un par de veces.

—me tendrás al tanto de lo que pase con la banda.

—y te enviaré muchas fotos sin ropa —susurró haciéndome reír y sonrojar casi tanto que me sentí a punto de estallar —no estoy bromeando.

—Esperaré con ansias esas fotos —acepté.

—podemos incluso tener sexo por video llamadas...

Volví a empujarle riendo.

—pervertido.

Me tomó de la cintura y atrajo a él hasta obligarme a sentarme en sus piernas. No pude rechazarlo, de hecho fui yo quien busque sus labios y sin preámbulos le besé con tanta posesión como él me había enseñado.

—Te encanta que sea pervertido contigo.

Mordió mi labio haciéndome jadear.

—Sí, y mucho.

Definitivamente iba a extrañarlo.

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