La Respuesta De La Venganza (...

By KatherinneGarcia756

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La vida de Elizabeth Parker está a punto de cambiar por completo, de una vida ordinaria y apacible a una llen... More

CAPÍTULO #1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
Capítulo 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28

Epílogo

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By KatherinneGarcia756


Todo parecía de cuento, estaba en mi cuarto con los nervios a mil, caminado en círculos y con las chicas persiguiéndome para darle los últimos arreglos a mi cabello y no las he dejado. Hoy es el día, hoy es mi boda. Después de tanto no creí estar más contenta, traía puesto un hermoso vestido de hombros caídos cubriendo el resto de mi brazo con tela trasparente con el top que moldea mi figura, cerca de las caderas se abre y se despliega en una falda amplia con diferentes niveles, todo cubierto de pies a cabeza con un bonito encaje. Mi cabello recogido en un moño con pequeños mechones sueltos rizados, Cloe me ayuda con el último detalle que es una corona de flores de diamantes, y con un maquillaje sutil, pero se nota que llevo maquillaje.

‒ No lo puedo creer ‒exprese con mucho entusiasmo que casi no me deja respirar.

‒ Estas preciosa ‒me dice Samanta que llevaba un vestido azul celeste al igual que Cloe; eran mis damas de honor.

‒ Si toda una reina ‒me halaga está.

Viéndome en el espejo enterizo frente de mí no puedo imaginar un momento más feliz. Después de tanto tiempo, lo que empezó como algo pequeño en la segundaria se concreta hoy con mi boda, me casaré con el hombre que amo y el me ama a mí.

‒ Jamás había estado más emocionada y aterrada a la ves ‒confesé.

‒ Tranquila, todo va a ir de maravilla, hoy es un día feliz ‒me consuela Cloe, siempre tan linda.

‒ Además no es cierto, estabas igual en la despedida de soltera ‒me suelta Samanta, me puse con los bailarines‒se burla de mí.

‒ Por el lado bueno ahora tendrás a tu policía personal ‒Cloe se vuelve cómplice.

‒ ¡Cállense las dos! ‒se me nota la sonrisita de lado, pensando en todo lo que decían.

///Javier///

En mi despedida de soltero mis compañeros de la estación no dejaban de corear "No pierdas el moño" y hoy en la mañana es lo primero que pierdo. No lo encuentro por ningún lado, y eso que he revisado toda la habitación, falta mucho para la boda pero tengo que estar listo para supervisar mientras Elizabeth se arregla.

Estoy emocionado por verla, gloria que consigo el moño y lo acomodo en mi cuello y en mis muñecas de mi traje blanco unas gemelas de oro idea de mi futura esposa. La cual no puedo ver hasta la boda porque según es de mala suerte.

Llego al lugar de la ceremonia, habíamos decidido entre los dos en hacerlo en la misma mansión, en el jardín. Los planeadores de bodas habían hecho un buen trabajo haciendo el altar con telas blancas que colgaban de este, junto con flores muy hermosas, incluyendo rosas blancas que no pueden faltar, también flores en color pastel. Las sillas y mesas estaban igualmente decoradas.

Supervisaba a las personas que iban y venían con copas y platos, cubiertos, servilletas y centros de mesa. Después de unas horas todo estaba listo y los invitados empezaron a llegar, la cantidad era algo limitada y muy privada. Entre las personas veo a mi madre, me acerco a ella y la abrazo, me expresa lo contenta que está de seguir viva para ver este día, con eso pienso en Elizabeth que no tiene a ningún familiar presente, de sin nadie que la entregue hoy.

Un rato después estaba por empezar la ceremonia, en el altar ya se encontraba el cura junto a mí, mis amigos me daban ánimos para que me relajara porque estaba jugando demasiado con mis manos, la música empieza y llegan dos niñas con vestidos rosas claros esparciendo pétalos de rosas por todo el camino de la alfombra, seguidas por otra con una almohadilla con los anillos. Tocaba el turno de ella entrar, estaba con el nudo en la garganta, pero al verla vestida de blanco todo esos nervios se esfumaron, solo quería que todo esto sucediera de inmediato para que al final del día se convierta en mi esposa.

///Elizabeth///

Sosteniendo el ramo de flores con listones sigo a las lindas niñas que tiran pétalos de rosas y a la que lleva los anillos, seguidas de mis damas de honor. Llego a estar frente a todos los invitados y ante Javier, se ve muy guapo con ese traje blanco. Avanzo y cada paso crece la ansiedad.

Al estar caminado sin nadie que me tome del brazo para entregarme en el altar me siento algo solitaria, pero al estar frente a él, esos pensamientos se disipan y se cambia por alegría. La ceremonia transcurre hermosamente, dijimos nuestros votos, y colocamos los anillos. Más tarde esa noche en la fiesta en el salón de la mansión, estaba bailando un vals con Javier, mientras bailábamos yo sentía volar y quería pensar que él se sentía igual. Estuvimos con los invitados otro buen rato bebiendo y gozando, Javier bailo con su madre, y yo luciéndome en la pista con mis amigas en la hora loca.

Al fin de un rato nos despidieron de la fiesta entre gritos de felicitaciones y aplausos, nos dirigíamos a un hotel 5 estrellas para celebrar nuestra noche de bodas, y puedo decir que ni la miel sería tan dulce como ese momento.

*1 año después*

Rodando en la camilla de un hospital con dolores de parto insoportables, las contracciones eran cada segundo más fuertes. Llegamos a la sala de partos, Javier estaba a mi lado sosteniendo mi mano con fuerza mientras el doctor me pedía que pujara, y eso hice con esa fuerza sobrehumana de las madres. Tardamos como dos horas en ese proceso, para mi sorpresa los ecos y ultrasonidos se habían equivocado, contábamos con que tendríamos una niña preciosa, pero después de escuchar el llanto de la primera, yo seguía teniendo dolores. El doctor me pidió un esfuerzo para seguir pujando, lo intenté y de eso nace otra bebe.

Estaba esperando gemelas y no lo sabía, me las dieron a cagar y las miraba al igual que Javier que no pudo evitar soltar lágrimas por el momento, acabábamos de tener gemelas preciosas, con mejillas rosadas y por lo que se podía notar iban a ser pelirrojas como su padre.

Me las quitaron para limpiarlas y revisarlas, yo me quede dormida y le había pedido a Javier que las vigilara. Al despertar quería ver a mis hijas de nuevo, habían pasado 5 horas desde que di a luz. Le pedía a Javier que las traiga o que consiga información de ellas. Después de un rato llega una enfermera con el doctor que me atendió, la enfermera traía solo una bebe. Mire al doctor y le pregunte por qué no habían traído a mi otra hija.

- Doctor ¿Dónde está mi otra bebe? ¿Por qué solo traen a una? -no sé si sea instinto maternal pero había algo que no me gustaba de todo esto. El doctor junto con la enfermera ambos guardan silencio por un momento hasta que el hombre rompe el silencio.

- Quiero que mantenga la calma, no hay manera fácil de decir esto, pero una de las bebes no sobrevivió -siento un peso muy grande en mi pecho, el mundo se me viene abajo en ese momento.

- NO, ESO NO ES CIERTO, DIGAME QUE NO ES VERDAD -perdí por completo los estribos, de no ser por Javier me hubiera levantado a buscar a mi bebe.

- ¿Qué sucedió? -pregunto Javier, con un poco más de control emocional que yo, pero se notaba que también estaba conmocionado.

-Falta de oxigeno en el cerebro, fue la segunda en nacer -explica y yo aun no quiero aceptar nada de lo que me dicen.

- Llévensela -pedí refiriéndome a la otra bebe, no la odiaba y si la quería, era mi hija recién nacida, pero no podía tenerla cerca en ese momento, estaba alterada y me sentía culpable de la muerte de su gemela, no podría cargarla ahora.

El doctor y la enfermera se fueron y se llevaron a la niña dejándome con Javier, estaba mal, me sentía terrible y estalle a llorar, quería morirme.

///Javier///

Ya había pasado un día desde que Elizabeth se negaba ver a la niña, me preocupaba que se privara de nuestra hija por la muerte de la segunda bebe.

‒ No fue tu culpa ‒trato de explicarle acariciando su mano, su rostro estaba apagado sin brillo. También se había negado a comer, y se mantenía en silencio todo el tiempo, solo hablaba conmigo, y solo unas pocas palabras.

‒ Me siento... ‒sabía lo que iba a decir.

‒ No tienes por qué sentirte culpable, nadie quiere que estas cosas pasen ‒levanto su rostro para verlo, demacrado con la tristeza, ojeras que dicen que no durmió bien‒ perdimos a una, a mí también me duele ‒veo sus ojos cristalizarse y ahoga un hipido‒ pero nos queda una, y hay que luchar por ella ‒parece analizar mis palabras un momento, pero se queda en silencio‒ no la has visto desde ayer, tiene que comer ‒no responde, solo asiente, eso ya es un avance.

No tardó mucho en traerle a la bebe, ya cambiada, limpia y envuelta en una manta verde, no queríamos ponerle rosa, más por un tema contra sexista, que no creemos en eso, presentíamos que el cabello tendría que ser rojo como el mío, así fue y con el verde menta combina.

‒ Tenla ‒se la entrego con delicadeza y ella la recibe igual. Estoy expectante a todo lo que pueda pasar, ella la mira con detenimiento y acerca su mano a su carita, le acaricia la mejilla, y de la nada sonríe y ríe bajo. Estaba contento de que ya no la rechaza, de pronto rompe en llanto y abraza a la niña firme sin llegar a lastimarla, es como si le estuviera diciendo "lo siento".

La bebe al parecer siente que su madre llora y también lo hace, me conmuevo al ver ese momento y me uno al abrazo.

‒ Ahora todo estará bien.

///Elizabeth///

Estaría partiéndome de risa al ver a mi esposo, un policía prestigiado, siendo perseguido por una padilla de niñas amigas de nuestra hija Carolina. Todas vestidas de princesas pero dispuestas a bañar al pobre hombre con chocolate, el cual no se puede oponer ya que su adoración le había pedido ser la víctima para que lo convirtieran en un hombre chocolate para defender el castillo de las princesa, la mente de los niños es algo impresionante y tierno.

Javier no sé podía negar a los caprichos de su hija, entre los dos él tenía más que ganado el título de alcahueta, y ahora que se aguante.

Carolina estaba cumpliendo 5 años y era una princesa malcriada pero muy dulce, la consentíamos mucho. Ha pasado tiempo y aun no se borra el hecho haber perdido a una, pero al ver y vivir estos momentos, más me decido a darle todo el amor que puede haberle dado a las dos, y luchar por la que quedo en memoria de la que se fue.

‒ Niñas a comer ‒llamo la atención de las pequeñas en un intento por salvar a Javier, las niñas se reúnen en la pequeña mesa larga especial para ellas, que estaba decorada al igual que todo el patio, con colores muy llamativos y globos inflados con helio flotando amarrados, toda princesa tiene que tener un castillo, así que había un gran castillo inflable. Javier se me acerca‒ de pronto te veo más dulce.

‒ No te pases ‒se queja estaba cubierto de manchas de chocolate derretido por todas partes, y para rematar tenía todo el traje blanco. Paso un dedo por su mejilla, tomando algo del chocolate y la pruebo.

‒ Vete a limpiar yo me encargo.

Más tarde era la hora de picar la torta, todos estaban alrededor de la mesa, le cantamos feliz cumpleaños a Carolina y repartimos el pastel, mi niña me dio mucha risa con más torta en la cara que en la boca.

*años después*

La pequeña niña que ayer jugaba, hoy es una mujer, que deja el nido. Carolina había crecido hermosa, fuerte e independiente, me dolía ver que se fuera, pero estaba tranquila al saber que la habíamos criado bien entre su padre y yo para que tuviera valores que la lleven a cualquier lugar.

Ella estaba por irse al centro del país, había decidido ser modelo aprovechando una impresionante belleza de la que era portadora, ella era una pelirroja imponente, con unos ojos grandes miel, alta, inteligente y todo esto a mérito y no porque fuera su madre.

‒ Esto nunca es fácil verdad ¿verdad? ‒le menciono a Javier.

‒ No te preocupes, ahora tenemos más tiempo para nosotros ‒me dice mientras vemos el auto de Carolina irse.

‒ ¿Qué tienes en mente?

‒ ¿Aun tienes esa visión de viajar por el mundo? ‒sonrío y alzo la mirada para verlo.

‒ Sí ‒afirmo‒ si es contigo todo.

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