Quédate Conmigo (CAMREN)

By DahilAv

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Lauren y Camila eran las mejores amigas, inseparables pero al ambas tener miedo por lo nuevo que estaban sint... More

1. El Comienzo.
2. La Cita.
3. El Acuerdo.
4. Amistad.
5. Mal Presentimiento.
6. Rumores.
7. Tentación.
8. Respeto Exasperante.
9. Confusión.
10. Perros Y Gatos.
11. Universidad.
12. Cita De Amigas.
13. Cita De Amigas II.
14. Deseo.
15. Cosas Nuevas.
16. Remordimiento.
17. Deseo II.
18. Distancia.
19. Suya.
20. Celos.
21. Conflictos.
23. Maternidad.
24. Amor Múltiple.
25. Oportunidad.
26. Oportunidad II.
27. Destinado Al Fracaso.
28. Rota.
29. El Pasado De Vuelta.
30. El Pasado De Vuelta II.
31. Rota II.
32. ¿Quieres Ser Madre?
33. Amantes.
34. Amantes II.
35. Desición.
36. En El Peor Momento.
37. En El Peor Momento II.
38. Prueba Sanguínea.
39. Resultado.
40. Revelación.
41. Epílogo.
42. Epílogo II.

22. Amor, Deseo U Odio.

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By DahilAv

Presente.

Al llegar a la cafetería recorrí todo el establecimiento con la mirada.
Pude ver a Mani y DJ haciéndome señas para que pudiera localizarlas. Se encontraban al fondo del lugar.
El establecimiento estaba casi completamente vacío, salvo por cuatro mesas que se encontraban ocupadas.

La música ambiental estaba a un volumen moderado y al entrar el olor a café te golpeaba completamente llenando tus fosas nasales de aquel exquisito olor.
Suelos de madera totalmente encerados, todo tal pulcro y organizado, era lo que más me gustaba del lugar, aparte del increíble café que servían, por supuesto y el servicio era excelente.

Me acerque a ellas y me dejé caer resoplando sobre el cómodo sillón color verde bandera sin decir siquiera un educado y amigable "hola".

-Ugh. Jauregui que cara. - Expresó Dinah viéndome con desagrado.

-Discutí con Cabello antes de venir hacia acá. - Solté y masajee mis sienes para tratar de calmarme.

-¿Camila?-Preguntó Dinah extrañada.

-Ni modo que con Sofía.-Habló su esposa.

-A lo que me refiero es que Camila está en Miami. Regresó ayer. -Le aclaró Dinah a Normani para después voltear a verme.
-¿Por eso llorabas, porque peleaste con Mila? - Me preguntó extrañada.
-¿O llorabas por que se fue? - Rió ligeramente.

-No, Dinah te dije que era alergia.-Entrecerró los ojos. No me creía.

-¿Intercambiaron números?-Negué con la cabeza y le hice una seña a la mesera quien estaba recargada en la barra platicando coquetamente con el cajero de rulos castaños, para que se acercara y me tomara la orden.

-No, no está en Miami. Sigue aquí en Seattle y se está quedando en mi casa junto con Tim.-Informé con pesadez.

-¿Qué?-Expresó sorprendida.

-Lo que oíste. - Bufé. La mesera se acercó y tomó mi orden para después retirarse con una sonrisa.

-Que perra, no me dijo nada. - Susurró la mejor amiga de la cubana.

-No te lo tomes personal, amor. Camila ha de tener la cabeza en otro lado. - Normani volteó a verme al decir eso último con un tono sugerente. Yo negué rápidamente sentándome correctamente en el sillón cruzando mis piernas.

-No pasó nada entre nosotras. - Dije de inmediato antes de que comenzaran a...

-¡¿Te estás acostando con Camila?! - Preguntó Dinah escandalizada con sus ojos muy abiertos.

-¡Oh por Dios, Dinah no!

-¿Por qué discutieron, entonces?-Preguntó Normani con más calma.

-No quiero hablar de eso. - Me crucé de brazos y me encogí en el sillón.
La mesera se acercó colocando la taza blanca de café negro humeante frente a mí y deseándome provecho se marchó.

Dinah iba a decir algo pero su teléfono comenzó a sonar haciéndola cerrar la boca. Gracias a Dios. Esa chica es como un detective. Saca la verdad a como de lugar. Me intimidada en ocasiones.

-Un momento. Iré a contestar.-Dijo Dinah. Ambas asentimos, ella se levantó y se alejó de la mesa.

-¿Me dirás que ocurre? ¿Por qué discutiste con Mila? - Preguntó en un susurro una vez que su esposa nos dejó solas. Solté un pesado suspiro. Bebí un pequeño trago de mi café negro para comenzar a hablar.

-Noel y yo tenemos planeado embarazarnos. - Ella frunció el ceño.

-Pero Noel no se puede embarazar.-Le dediqué una mirada asesina.
-Lo sé. Mal chiste. - Rió entre dientes. Alcé una ceja.
-Y en un mal momento. - Asentí bebiendo un poco más del líquido humeante.
-¿Qué tiene que ver eso con Camila?

-Que la muy idiota piensa que sólo hago eso porque aún la amo.-Bufé y me encogí de hombros.

-¿Y lo haces? - Inclinó su cuerpo sobre la mesa para así estar más cerca de mí. Me quedé callada un momento ante esa cuestión, sopesándola.

¿Aún amaba a Camila?

-No lo sé... - Murmuré.

No sabía lo que sentía por ella, no sabía si era amor, deseo u odio.
Lo único que sabía es que su voz me hacía vibrar y cada que la tenía cerca mi pulso se aceleraba. Pero no sabía a qué se debía. Quizá la impresión de no haberla visto por dieciséis años. No lo sé. De igual modo no es algo que le diría a Normani.

-Mierda, Lauren. - Se echó para atrás apoyando su espalda en el respaldo del sillón.

-No sé lo que me pasa cuando estoy con ella, Mani.-Acepté después de unos minutos en silencio.
-¡Dios! Ni siquiera creí que me fuera afectar tanto volverla a ver.
Creía que el resentimiento que sentía por ella era más fuerte. - Solté un suspiró frustrado pasando ambas manos por mi rostro.

-Estás jodida. - Me veía fijamente con una ceja alzada. En su mirada podía ver desaprobación total.
Sabía lo que pensaba al respecto. Conocía a Normani perfectamente, casi como llegué a conocer a Camila. Como la palma de mi mano.

-Lo sé. Ni siquiera quiero hablar de esto. Me abruma. - Suspiré pesadamente.

Nos quedamos en silencio unos minutos más.
En verdad no quería hablar de eso, ya tenía suficiente de Camila por hoy. Mani parecía respetarlo y entenderlo y yo se lo agradecía inmensamente.

-Walz vendrá. - Informó Dinah llegando a la mesa y sentándose junto a su esposa.

-¿Quién es Walz? - Pregunté extrañada.

-Camila. - Respondieron al unísono.

-Ay no. - Me quejé haciendo reír a Normani.

-Se escuchaba mal y la invité. - Se encogió de hombros.
-Si no se están acostando, entonces no veo el problema. - Dijo restándole importancia bebiendo de su café frío. Voltee a ver a Normani y ella frunció los labios alzando uno de sus hombros.

-¿Le dijiste que yo estaba aquí?-Cuestioné con interés.

-No.

-Eso explica el por qué aceptó venir. - Viré los ojos. Dudaba que Camila quisiera verme después de la cachetada que le dí antes de venir aquí.

-¿Qué tanto está pasando entre ustedes, Jauregui? - Preguntó de manera inquisitiva.

-Le dí una bofetada porque dijo algo que no me pareció. - Respondí simplemente y me encogí de hombros restándole importancia. Dinah me vio sumamente sorprendida al igual que Normani.

-¡Lauren! - Expresó con escándalo.

-Cállate. Ni siquiera sabes las cosas que me dijo, Dinah. No la defiendas. -Dije con fastidio para después beber un poco de mi café.

-No la defiendo, de hecho no las quiero cerca y te lo dije. - Normani se mantenía en silencio viéndonos alternativamente. Su mirada viajaba de su esposa a mí y de mí a su esposa, como pelota de ping-pong.

-Pues contenta puedes estar. No pasó, ni pasará nada entre nosotras. - Espeté. Mi mejor amiga alzó una de sus cejas. Sabía que no me creía.

-Te conozco y la conozco a ella. Por su propia boca sé que aún te ama, pero tú... Si bien no lo haz dicho lo puedo ver en tus ojos. Cada que ella se cruza en tu campo de visión se te ilumina el rostro. No hace falta que me digas que aún sientes algo por ella, yo lo percibo. - Dijo duramente y muy segura de sus palabras que me hizo desviar la mirada nerviosa.

-No siento más que odio por ella Dinah. - No fui capaz de verla a los ojos.

-¿Odio? - Rió.
-¿Odio por haber sido una cobarde y decirte que no era como tú? - Preguntó con veneno y mi corazón dio un vuelco al recordar aquello.

-No. Eso ya lo olvidé, éramos tontas y apenas unas niñas. - Mentí. Ella viró los ojos y Normani me sonrió tristemente.

-Bueno, entonces haz a un lado tu "odio" y compórtarte cuando ella venga. - Exigió la Polinesia haciendo comillas con los dedos en la palabra odio.
-No quiero pasar vergüenzas aquí. - Acomodó su largo cabello rubio con aires de grandeza.

-No soy un animal, Dinah. Sé comportarme perfectamente. - Crucé mis brazos con fastidio.

-Bien.

Después de lo que calculé cinco minutos entró Camila a la cafetería.
Dinah se puso de pie y se acercó a ella abrazándola y besándola en la mejilla.
Ambas tomadas de la mano se acercaron al mostrador.
No podía quitar la mirada de aquella morena.
Vestía un pantalón de mezclilla blanco ceñido a sus piernas con varios cortes. Una blusa igualmente blanca que dejaba a la vista su plano abdomen y una chaqueta negra al igual que su bolso.
En sus pies llevaba unos tacones color beige. Su cabello lo llevaba lacio y un maquillaje discreto y sencillo. Se veía preciosa.

-¿Podrías dejar de babear? - La voz de Normani hizo que saliera de mi transe.
-Tendré que llamarle a la mesera para que venga a limpiar tu desastre.

-Cállate. No estoy babeando por nadie, estúpida. - Expresé con fastidio apartando mi vista de aquella mujer.

-No, claro que no. - Dijo con ironía y sarcasmo.

-Convence a tu mujer que invite a Cabello a quedarse con ustedes.- Pedí, casi supliqué. Esa era una increíble idea. Así yo no tendría que ver más a Camila y no volvería a caer en la tentación de perderme en su cuerpo bronceado y perfectamente trabajado que alguna vez me perteneció.

-¿Qué? No. Tim ni siquiera le agrada a Dinah. - Sabía que la polinesia no tragaba al hombre por haberle sido infiel a su mejor amiga con la joven practicante.

-Por favor. - Junté ambas manos casi suplicándole haciéndola reír.

-¿Es demasiada tentación para ti? - Preguntó divertida.

-No. Es que cada que la veo la quiero asesinar. - Hice un gesto con mis manos simulando ahorcar a alguien.

-¿Con orgasmos? - Preguntó riendo con sarcasmo.

-Cierra la boca. Estoy casada, ¿recuerdas? Mi esposo y yo estamos buscando ser padres. - Ella se aclaró la garganta y se acomodó en su asiento.

-Lauren, ¿es cierto lo que dijo Camila? - La vi extrañada.

-¿Qué cosa?

-Que buscas la maternidad porque aún la amas. - Respondió.

-No. ¡Por supuesto que no! Es algo que desde hace tiempo estoy pensando, creo que es el momento.

Y era verdad. Ya tenía tiempo dándole vueltas al asunto.
Me costaba tomar la decisión porque sentía que no sería buena madre. Supongo que era una inseguridad por la que todas las madres primerizas pasaban.
No creernos capaces de hacerlo bien. De ser buenas madres. El temor de cometer los mismos errores que nuestras progenitoras cometieron con nosotras.

Quizá, sólo quizá puede que sea cierto que mi temor por sentir algo por la morena me haya dado el impulso para decidirme y hacer feliz a mi esposo. También puede que lo haya hecho por culpa. Ya que le había sido infiel y Noel merecía estar bien, contento.
A parte Noel era un excelente hombre y no dudaba que sea un padre extraordinario.

-Dime la verdad. - La voz de mi mejor amiga me sacó de mis pensamientos.

-Te la estoy diciendo. -Dije con obviedad. No entendía que quería si le estaba diciendo la verdad de las cosas.

-No... Dime la verdad. ¿Qué pasó entre Camila y tú? Y no hablo de lo que pasó hace años, hablo de lo que pasó hoy. - Tragué con dificultad el café.
Coloqué la taza encima del pequeño plato blanco de porcelana que posaba sobre la mesa de madera color caoba frente a nosotras.

-Nada. - Desvié la mirada. Siempre lo hacía cuando mentía y ella lo sabía.

-Lauren... - Advirtió. Bufé derrotada.

-Nos hemos besado en más de una ocasión. - Solté con pena. Ella asintió.

-¿Nada más? - Cuestionó incrédula.

-Anoche casi...-Aclaré mi garganta.
-Casi teníamos relaciones. - Ella abrió los ojos ampliamente sorprendida, pero no dijo nada. Sabía que si esta información la soltaba frente a Dinah me gritaría e incluso me mataría.

-¿Por eso estás molesta con ella?

-No sólo estoy molesta con ella, estoy molesta conmigo misma. - Admití.

-¿Por no poder frenar el deseo que sientes por tu ex mejor amiga? - Mejor no pudo haberlo dicho.

-Algo así.

-¿Quieres acostarte con ella? - Su pregunta directa me tomó por sorpresa. Voltee a ver a la morena que platicaba con Dinah animadamente. Ambas comenzaron a reír divertidas. Mordí mi labio inferior al recorrer su cuerpo de arriba a abajo.

-Sí. - Musité más para mí que para ella, pero logró escucharme.

-Estás jodida.

-Lo sé. - Suspiré pesadamente volviendo mi mirada a mi mejor amiga frente a mí.
-No quiero ser la esposa infiel, Mani. Noel no se merece eso.

-Por supuesto que no se lo merece. - Estuvo de acuerdo.
-Noel es un marido excelente. Pon todo en una balanza, Lauren. ¿Dejarías todo por nada?-Mordí la cara interna de mi mejilla y desvié la mirada nuevamente a la cubana pudiendo ver que ella y Dinah se acercaban con una sonrisa.
Sonrisa que se desvaneció del rostro de Camila al verme.

-Oh. Hola, Lauren. No sabía que estabas aquí. - Volteó a ver de manera asesina a su mejor amiga junto a ella, la cual la ignoró y tomó asiento junto a su esposa no dejándole más opción que sentarse junto a mí.

Ambas nos removimos incómodas y nos sentamos lo más alejadas que el pequeño sillón nos lo permitía.

*  *  *

Lo que creía que sería una tarde desagradable e incomoda se convirtió en una bastante amena y divertida.
Las cuatro reíamos sin parar por las ocurrencias de Dinah. Había olvidado lo graciosa que podía ser Camila. Me tenía riendo todo el tiempo con sus chistes e imitaciones ridículas.
Hace tanto que no reía de esta manera y se sentía bien.

Después de la cafetería habíamos ido al hogar del matrimonio de mujeres y estuvimos bebiendo y jugando verdad o reto enterándome de varios secretos de la morena.

Como por ejemplo que había estado en un trío en una ocasión que se emborrachó en un bar de Sidney, Australia cuando viajó con Sofía y su mamá por el cumpleaños de esta última.
Ya no volvió a saber nada de aquellas dos mujeres y ella estaba muy agradecida por eso.
Mani le preguntó si lo volvería a hacer y ella negó diciendo que a pesar de haberla pasado bien no era algo que iba con su personalidad.

También confesó que su virginidad la perdió a los 18 años con la persona que más amaba sobre la tierra, que fue maravilloso y que daría lo que fuera por volver a ese día. Normani y Dinah voltearon a verme y yo me encogí en mi lugar completamente sonrojada y bebí lo que restaba de mi trago que constaba de vodka con jugo de piña y cerezas.

Noel me llamó para informarme que ya había hablado con la doctora Vives y que había programado una cita para dentro de dos días, que sería el día martes.
También me dijo que Tim y él se irían a un bar, que llegarían tarde, que no me preocupara.

Él escuchó la voz de Camila al fondo y me agradeció por haberla invitado, no dije nada al respecto, sólo me llevé el crédito por eso.

Al rededor de las doce de la madrugada Camila y yo volvimos a casa. Yo tenía que trabajar al día siguente al igual que Normani y no nos podíamos dar el lujo de desvelarnos; es por eso que nos tuvimos que regresar temprano.

-La pasé muy bien. - Habló Camila al entrar a la cocina tomando un vaso de la cocineta para servirse un poco de agua del dispensador que estaba ubicado en la puerta del refrigerador.

-Sí, también yo.-Admití apoyando la cadera en la isla.

-¿Gustas? - Preguntó refiriéndose a si quería agua.

-Por favor. - Me tendió el vaso que anteriormente había llenado para comenzar a hacer lo mismo con otro.

-¿Ves? Si podemos estar sin pelear. - Se colocó a lado mío y empujó ligeramente mi cuerpo con el suyo. Ambas reímos.

-Sí... ¿Cuándo se irán? - Bebí del agua fresca.

-¿Qué? ¿La pasamos bien y ya me corres? - Preguntó divertida.

-¡No! Si no te corrí cuando peleamos, ¿por qué lo haría ahora? - Volvimos a reír. Ella arrugó la nariz haciéndola ver adorable.
-Es sólo que los viernes solemos salir a algún bar y no sé, quizá podrías venir. - Me encogí de hombros restándole importancia.

-Me encantaría. Gracias por la invitación. - Asentí dejando el vaso de cristal sobre el mármol de la isla.

-Muy bien. Nos ponemos de acuerdo en la semana. - Ella asintió y nos quedamos en silencio unos momentos hasta que ella lo rompió. El silencio no era incómodo, me sentía relajada por la bonita tarde que pasamos las cuatro como amigas y por supuesto por los tragos de vodka.

-¿Te puedo confesar algo? - Habló suavemente.

-¿Tan pronto quieres pelear? - Pregunté con diversión por si confesaba algo así como "muero por hacerte el amor en este instante".

-No. - Volvimos a reír.
-Créeme no quiero otra bofetada.-Ella rió aún más y yo desvíe la mirada avergonzada.

-Lo siento. -La vi directamente a los ojos para que pudiera notar que lo decía con sinceridad.

-Está bien. No te voy a decir que no me sorprendió, porque lo hizo. Jamás me habías golpeado.

-Perdóname en serio. Me molesté y... - Me interrumpió.

-No, perdóname tú a mí. No debí de haber dicho eso. - Se veía sincera y arrepentida. Me giré un poco para quedar frente a ella.

-¿Te duele? - Acaricié su mejilla con cautela. Ella negó y apoyó un poco su cabeza en mi mano.

-No y tampoco dejaste marca.-Rió entre dientes y yo negué con la cabeza.

-En verdad lo siento. - Ella colocó ambas manos sobre la mía acariciando suavemente con sus dedos.

-Ya pasó, Laur. - Sonrió.
-Sólo quería decirte que te extrañaba. - Musitó suavemente.
Nos quedamos viendo fijamente a los ojos. 

Me perdí completamente en los suyos, en su color, en el brillo de estos. Me acerqué lentamente a ella. Ella desvió su mirada a mis labios y se acercó otro poco haciendo que nuestras narices rozaran.
Cerré los ojos dejándome llevar por esa sensación que sentía dentro de mí al tenerla tan cerca.
Con mis labios busqué los suyos pero ella corrió el rostro haciendo que mis labios aterrizaran en su mejilla.
Suspiré apretando fuertemente mis ojos y apoyando mi frente en su sien.

-Creo que lo mejor será que...-Hizo una pausa y yo me alejé de ella sintiéndome una completa idiota.

-Sí, claro. Lo siento. Descansa...-Mi corazón lo sentía latir violentamente dentro de mi pecho.
-Me iré a... - Señalé hacia la planta alta dándole a entender que iría a dormir, ella asintió.

-Igualmente, Laur. Descansa. - Me quedé ahí de pie viendo hacia el suelo.

-Adiós.

-Adiós. - Respondió y con eso salí de la cocina dejándola sola y caminé con dirección a mi recámara.

No podía creer lo que estaba apunto de hacer.
¡La iba a besar!
Me sentía estúpida, tanto que le decía que ella no me respetaba y que la quería lejos de mí y quien la iba a besar ésta vez iba a ser yo. ¡Yo! Y ella lo impidió.

Estaba perdida.

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