𝕯𝐈𝐀𝐙 ▹ COBRA KAI (+18) ✔️

De larxios

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En donde Robby Keene desearía ser Miguel Díaz para que Lara Lawrence le rompa el corazón. ❪ + 18 ; MATURE ❫ ❪... Mais

DÍAZ
𝒊. PERDEDORES
𝒊𝒊. ELI
𝒊𝒊𝒊. CATRINA
𝒊𝒗. PALIZA
𝒗. KARATE
𝒗𝒊. COBRA KAI
𝒗𝒊𝒊. HALCÓN
𝒗𝒊𝒊𝒊. LÁGRIMAS
𝒊𝒙. CENA
𝒙. FOGATA
𝒙𝒊. ALL VALLEY
𝒙𝒊𝒊. PODER
𝒙𝒊𝒊𝒊. VIDA
𝒙𝒊𝒗. SECRETO
𝒙𝒗. AMIGAS
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𝒙𝒙. OJOS DE ACUARELA
𝒙𝒙𝒊. VILLANA
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𝒙𝒙𝒗. NAVIDAD
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𝒙𝒙𝒗𝒊𝒊. JUNTOS
𝒙𝒙𝒗𝒊𝒊𝒊. ROBBY
𝒙𝒙𝒊𝒙. BYE, BYE, BIRDIE
𝒙𝒙𝒙. SOL DE MEDIANOCHE
𝒙𝒙𝒙𝒊𝒊. MALA
𝒙𝒙𝒙𝒊𝒊𝒊. EL PADRE
𝒙𝒙𝒙𝒊𝒗. ALGO EN EL CAMINO
𝒙𝒙𝒙𝒗. PIEDAD
𝒙𝒙𝒙𝒗𝒊. SÓLO UN BESO
𝒙𝒙𝒙𝒗𝒊𝒊. PERDÓN
𝒙𝒙𝒙𝒗𝒊𝒊𝒊. MIYAGI-DO
𝒙𝒙𝒙𝒊𝒙. CAÍN & ABEL
GRÁFICOS

𝒙𝒙𝒙𝒊. DI MI NOMBRE

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De larxios

*•.¸♥️:; CAPÍTULO TREINTA Y UNO
↳ ❝Llámame Eli todo el tiempo. Por favor.❞

El chico del mohawk color rojo se estiró, esperando a que su tatuador de confianza volviera. Quería pintarse el pelo de morado, pero primero quería cambiar el color de su tatuaje. Repentinamente, su celular vibró con un mensaje nuevo.

Lara 🍒
Estoy planeando hacerme un cambio de look.

¿Tienes alguna sugerencia?

Una sonrisa estiró sus labios rojizos. Estaba realmente feliz de que su relación con su amiga rubia volviera a estar bien. Era un alivio verla caminar, sonreír y gritar de alegría cada día porque eso significaba que estaba viva y estaba a salvo.

Era particularmente extraño verla interactuar cada día con Miguel, pero a Halcón no le importaba demasiado. Si Miguel prefería reír y convivir más con Tory, entonces él no se sentiría culpable de poder apreciar el color rosado de las mejillas de Lara y tampoco tendría remordimientos por pensar en los ojos azulados de la rubia mientras se corría en las noches de calentura.

— Rico, ¿estás bien? — preguntó mientras tecleaba una respuesta para Lara en su teléfono.

— La tienda está cerrada por ahora.

La mirada de Halcón se elevó y se encontró con los ojos rasgados y maliciosos de Kyler. Él no perdió el tiempo y se puso de pie, apretando los puños y colocándose en una pose defensiva mientras rodeaba la habitación en busca de la puerta.

— ¿Ya te vas? — preguntó una voz antes de darle un golpe firme en el hombro.

— Keene.... — Robby había sido el que le había dado una patada por detrás.

— Tú me diste un golpe bajo en el torneo, ahora yo te doy un golpe bajo — observó Robby, su tono no traicionaba ninguna emoción, ni siquiera orgullo o malicia. Pero una sonrisa cruzó su boca mientras ajustaba su mochila, mirando a Halcón. — Supongo que se puede decir que por fin estamos a mano.

La mente de Halcón se aceleró, tratando de pensar qué debía hacer con este nuevo acontecimiento. Si se trataba de Kyler solo, tal vez podría haberlo golpeado, pero ¿cómo iba a luchar contra ambos? Intentó imaginar una estrategia, cualquier cosa menos huir...

Los ojos de Kyler se detuvieron en Halcón durante unos segundos cuando no se lanzó a por él, dedicando una mirada a Robby antes de volver a dirigirlos a Halcón. Entonces, con lo último de sus fuerzas, giró y dio una patada a su pierna, clavando el tacón de su zapato en la rótula izquierda de Halcón con todo el peso de su cuerpo. El chasquido resultante hecho por el punto de contacto fue ahogado por el grito que salió de la garganta del pelirrojo mientras se desplomaba en el suelo, enroscándose en sí mismo y agarrándose la rodilla.

— ¡Joder! ¡Dios! — gritó, entrecerrando los ojos contra el dolor cuando empezaron a llorar. Ni siquiera apretando los dientes pudo contener sus gemidos mientras permanecía tumbado, acunando la rodilla cerca de él. Y a través del dolor agudo y punzante que le llegaba desde la herida hasta el cerebro, Eli tuvo un momento para preguntarse si esto era lo que debía sentir Demetri cuando se había roto el brazo.

Kyler retrocedió un par de pasos y se apartó el pelo de la cara. Luego se quedó quieto, recuperando el aliento, mirando con los ojos muy abiertos a Halcón que estaba allí tumbado, como si estuviera aturdido. No fue hasta que Robby se quitó la mochila que llevaba y abrió la cremallera que él volvió a centrarse.

A través de sus ojos ardientes, Halcón creyó distinguir un par de botellas llenas de shampoo cuando Robby sacó la mano de la mochila. ¿Para qué eran?

— Toma — dijo Robby, presentándoselas a Kyler.

Mirando las botellas, Kyler alargó la mano para aceptarlas, sólo para detener su mano en el aire, curvando sus dedos. Mirando de nuevo a Halcón, dijo: — Ese golpe le dañará el orgullo.

— ¿Recuerdas lo que dijo el señor Silver? — preguntó Robby. — Cuando creas que han sufrido lo suficiente...

— Entonces empiezas con el dolor... — respiró Kyler, aceptando lentamente las botellas esta vez. Sus palabras casi sonaban vacías saliendo de la boca de ambos. Halcón también recordaba lo que era repetir como un loro las palabras sin comprender del todo las consecuencias que había detrás de ellas. Y durante un minuto, Kyler simplemente permaneció de pie sosteniendo las botellas en su mano, sin hacer ningún otro movimiento.

— Kyler... — se esforzó Halcón con la mandíbula apretada. ¿Realmente iba a dañarlo físicamente? ¿Había llegado la Sensei Kreese finalmente a ese punto de rabia? Pero entonces, ¿por qué la duda? ¿Era una duda? Tenía que aprovechar su indecisión y salir de allí mientras pudiera, pero no podía moverse. Estaba indefenso. Casi había olvidado lo que se sentía al estar indefenso.

Kyler dio un paso más hacia él, tomando un poco del producto en su mano, sólo para detenerse de nuevo. Apretó los dientes, como si estuviera trabajando en su ira para impulsarlo hacia adelante todo el tiempo, sin embargo, sus ojos traicionaron otra emoción por completo.

Y esta vez, Robby le puso una mano en el hombro.

— No pasa nada. No se lo diré a nadie — prometió. Con cuidado, le quitó las botellas de la mano. Luego miró a Halcón. — Arreglaré su estúpido corte de pelo.

El rubio comenzó a echarle shampoo al pelo de Eli y lo hizo con una sonrisa mientras Kyler retenía al muchacho para que Robby pudiera echarle agua y sacarle todo el gel que tenía en el cabello con el propósito de deshacerle el peinado y tal vez después cortarle el cabello para terminar de destrozarlo.

Tal vez le habrían hecho sufrir más si Sam no hubiera llegado a la escena.

— ¿Qué carajos están haciendo? — preguntó con voz tranquila y los ojos fríos.

— ¿Acaso estás ciega, LaRusso? — murmuró Kyler, apretando su agarre en Eli.

— Déjenlo en paz — Sam se acercó al par y detuvo a Robby con una mano. Ambos chicos la miraron confundidos y ella comenzó a enrojecer por la rabia—. ¡Suéltenlo ya!

Kyler iba a protestar, pero se acordó de que Sam tenía el potencial de romperle todos los huesos del cuerpo y se contuvo, cerrando la boca de inmediato.

La morocha se acercó a Halcón y le tomó de la mano, ayudándolo a ponerse de pie. Eli la miró con los ojos llenos de lágrimas.

— ¿Por qué me ayudas? — susurró, recordando vagamente los besos que se habían dado hacía meses.

— ¿Has besado a muchos chicos antes? — le preguntó él en voz baja.

Su pregunta le devolvió la atención a Sam. Levantó una ceja.

— ¿Chicos? Eso es una suposición.

Halcón se rió, con un sonido bajo y ronco. — ¿Chicas, entonces?

— No.

— ¿No hay muchas chicas? ¿O no hay muchos chicos?

— Ni lo uno ni lo otro — dijo ella. Que él haga de eso lo que quiera.

— ¿Cuántos?

— ¿Por qué...?

— Te voy a quitar esa palabra. Ya no se te permite usarla. ¿Cuántos?

Las mejillas de Sam se sonrojaron, pero su voz se mantuvo firme al responder.

— Dos.

Al oír esto, Halcón se inclinó imposiblemente más cerca, los delgados músculos de su antebrazo se flexionaron al doblar el codo para acercarse a ella, casi tocándose. Su proximidad la embriagó y le preocupó legítimamente que su corazón pudiera explotar. Tal vez Halcón no estaba preguntando. Tal vez a Sam no le importaba. Cerró los ojos y sintió que la mejilla del pelirrojo le rozaba la mandíbula, y el leve susurro de sus labios en su oído.

— Entonces arreglemos eso.

— Porque me importas — respondió la castaña y señaló la puerta con la cabeza —. Sal de aquí. ¡Ahora! — vociferó cuando vio que él no se movía.

Eli se sorbió la nariz y salió corriendo del lugar.

🗯♥️🗯

Lara se quedó fuera de la habitación, en el pasillo, frotándose las manos. Más allá, vio a la madre de Eli, sentada y esperando a que ella se animara a hacer algo. Esa noche, la rubia había decidido no asistir al entrenamiento porque se había sentido un poco mal del estómago, y ahora resultaba que todo había salido mal. Su padre y el señor LaRusso se habían enfrentado y Halcón había sido abordado por Robby y Kyler.

Podía oír el bombeo de la sangre en sus oídos. Podía oír su propia respiración, que entraba y salía, que entraba y salía. Todo lo demás podría haber sido silenciado. Clavó la uña del pulgar en uno de sus nudillos, comprobando que al menos aún podía sentir algo, que estaba presente.

Su primer instinto fue decirle a la madre de Eli que tenía que irse. Odiaba tener que enfrentarse a la verdad: Robby había hecho algo malo. Y el olor a aromatizante le daba ganas de perder el almuerzo. Sin embargo, luchó contra el instinto de huir. Era más fuerte que eso, se recordó a sí misma. Tenía que serlo.

Así que, respirando profundamente otra vez y dejándolo salir lentamente, Lara se puso en pie y entró en la habitación de Halcón.

Lara...

— Hola — respondió ella. No sabía dónde debían posarse sus ojos primero mientras se acercaba a trompicones a la cabecera de Halcón. ¿En las mejillas pálidas y húmedas del chico? ¿O en sus ojos de vidrio rotos? ¿O en su pelo...?

Miguel le había contado lo que había pasado, pero no estaba preparada hasta que vio el daño por sí misma. El mohawk estaba deshecho. El pelo de Halcón había sido lavado con agua, dejando atrás mechones desordenados que necesitaban ser peinados. Tenía un aspecto horrible.

Eli la miró y un par de lágrimas bajaron por sus pómulos. Se sentía humillado y acabado. Keene lo había abordado y toda su confianza había desaparecido con él. Sin embargo, la sensación de algo cálido entrelazándose con sus dedos hizo que se volviese a concentrar en la joven, la cual, sin mediar palabra, lo abrazó con fuerza. Eli bajó la cabeza, con la vista fija en sus manos entrelazadas. ¿Qué se suponía que tenía que decir ahora? Nunca se había visto en una situación parecida, esperaba que Lara tuviera más conocimiento sobre el tema.

— ¿Robby te hizo esto? — preguntó ella con lágrimas contenidas mientras lo soltaba y lo miraba con ojos llorosos. Eli suspiró y trató de evitar su mirada. No dudaba que ella ya supiera la verdad... pero si se lo confirmaba, entonces el corazón de la rubia quedaría hecho polvo —. Por favor, dime — suplicó Lara

— Fue él — murmuró Eli con la mandíbula tensa.

El corazón de Lara se partió en miles de pedazos cuando oyó al chico a su lado.

— Perdónalo — las manos de la rubia se apretaron a sus costados y una horrible mueca de sufrimiento se instaló en su boca. En realidad ella sabía que su amigo difícilmente perdonaría a su hermano, pero su cerebro seguía procesando la información. Robby la volvía débil —. No sabe lo que hace, él...

— No puedo y no quiero — Eli se las arregló para hablar aunque sabía que sus ojos lo delataban. Incluso ahora sentía las lágrimas de enojo y arrepentimiento, las lágrimas que se había jurado no derramar.

Pero tal vez el prospecto de que su medio hermano hubiera hecho algo horrible había provocado que Lara se volviera envalentonada y descuidada, cosas que antes no era. Ella tomó su mano de nuevo, jalándolo hacia ella. Estaba traicionando a la pequeña porción de su corazón que aún pertenecía a Miguel y estaba apuñalando el resto de su órgano rojizo que amaba profundamente a Robby. Eli estaba traicionando a su mente, a su tatuaje que representaba la muerte y se estaba traicionando a sí mismo. Pero no quería parar.

Cualquiera puede traicionar a cualquiera.

Los labios de la rubia estaban sobre los suyos, sólidos y cálidos y ejerciendo presión. El toque estaba electrificado, pero no de la forma en la que Lara esperaba. Esto no era una chispa de destrucción, sino una de vida.

Sin importar que ella quisiera alejarse, simplemente no podía hacerlo. Eli era una montaña y Lara se estaba aventando desde la cima de ella, sin molestarse en preguntarse lo que esto podría hacerles a ambos. Algún día, él se daría cuenta de que ella solo tenía espacio en su corazón para una persona y algún día, ella se daría cuenta de que eran demasiado similares como para ser felices juntos. Pero ese día todavía no llegaba.

Eli le dio besos suaves y prolongados por todos los labios mientras le cogía la cara con una mano callosa y le pasaba la otra por la mandíbula, el cuello, el brazo, hacia abajo y hacia arriba. La piel de gallina cubrió la piel de Lara mientras se contenía para no tomar la iniciativa, como siempre hacía. No, este Eli era nuevo para ella. ¿Había sido alguna vez tan curioso? Esto era dolorosamente bueno.

Un ridículo gemido delató su necesidad cuando Eli le lamió los labios, pidiendo permiso.

Finalmente, no pudo separar sus labios lo suficientemente rápido.

Su piel ardía y estaba tensa y desesperada. ¿Desde cuándo es tan paciente? Ella empezó a frotar los muslos.

Él le cogió la cara con ambas manos mientras le inclinaba la cabeza para conseguir un mejor ángulo y profundizar en la lenta y enloquecedora exploración de su boca. Ella se levantó sobre sus rodillas e intentó inclinar su cuerpo.

Mordiéndose el labio, le arrancó un gemido bajo y sintió que goteaba placer líquido. Él le movió los dedos en la nuca y le palmeó los pechos por encima de la camisa y ella no pudo soportar más aquella burla. La rubia se quitó la camisa de un tirón.

Él apretó los labios en la unión de su cuello y su clavícula mientras ella se apoyaba en sus almohadas, suspirando por la comodidad de las sábanas. Sus dedos recorrieron su columna vertebral, provocando escalofríos en su piel. Ella se arqueó ante su contacto, y él se inclinó para darle un beso en el hombro.

Sus pensamientos se convirtieron en papilla cuando él recorrió con su lengua el centro de su pecho, abrió el broche de su sujetador y se lo quitó antes de pasar la lengua por su pecho.

La respiración se le entrecortó a ella en la garganta mientras bajaba las manos para desabrocharle los vaqueros.

Halcón levantó la cabeza desde donde sus labios estaban presionando un cinturón de besos en su estómago. La mirada oscura de sus ojos estimuló sus acciones, por lo que Lara no pudo resistirse a tirar de él para darle un beso.

Tienen tiempo, y por mucho que Lara quiera bajar las luces y subir el nivel, quiere saborear más esto, cada momento. Halcón parece saberlo también y la besa lentamente, algo para saborear y ahogarse. Le levanta una mano para acariciar su mandíbula, y el simple contacto de su mano con su pulso hace que éste se dispare, que palpite con fuerza.

Halcón le arrastra los dientes por el hombro, sacando la lengua por donde estaba el tirante de su sujetador. Ella suspira y hunde las manos en su pelo para acercarlo.

Sin decir nada, Lara le baja los vaqueros y los saca de la cama de una patada junto con los suyos. Las manos de Halcón rastrean la curva de sus caderas, y chupa suavemente una marca en el costado de su pecho, haciéndola jadear su nombre. Su verdadero nombre. Siempre su nombre real.

Las manos de ella se enroscan en el pelo suelto de él y zumba de placer cuando el pulgar de él roza la punta de su pecho, perdiéndose en su tacto. Parpadea hacia el techo de su habitación y baja una mano para frotar distraídamente su espalda. Se siente lo suficientemente bien como para sentir que podría flotar, evaporándose por completo en la nada ante su contacto.

Halcón baja los dedos por su cuerpo y le quita la ropa interior, sus dedos se deslizan dentro de ella con facilidad. Ella jadea, con los ojos cerrados. Dios, se siente tan bien, cada vez.

— Joder, eres preciosa — murmuró él, presionando con besos arriba y abajo su estómago. Lara gimió ante los elogios y sus uñas se clavan en las sábanas, raspándolas.

Halcón le besa la cadera una vez antes de que sus dedos rocen ese punto de su interior que ella sabe que le da más hambre.

Él sube, rozando suavemente con sus dientes el cuello de ella. Su aliento es caliente cuando pega sus labios a la parte inferior de su mandíbula. Ella gime. Dios, ¿otro chupetón? No entiende la obsesión de Halcón por los chupones, pero desde luego no la cuestiona. No cuando el placer que le producen sus labios en el cuello le dispara el cuerpo y las venas de sensaciones.

Halcón le pasa el pulgar por el clítoris y se inclina un poco más, pasando la lengua por la curva de su pecho.

Ella engancha una pierna alrededor de su rodilla, atrayéndolo más cerca.

Como para volverla aún más loca, él se desliza por su cuerpo, con su aliento soplando sobre su clítoris, y por un segundo, Lara se congela. Él no... no va a hacer lo que ella cree, ¿verdad?

Por suerte, Halcón se limita a pellizcarle el muslo y sus dedos aumentan la velocidad. Lara suspira con alivio o frustración, no está segura de cuál.

Desliza otro dedo dentro de ella, y ella se levanta de la cama, el placer inesperado la atraviesa. Los mete y los saca lentamente, como si quisiera hacer arder cada una de sus terminaciones nerviosas.

Se detiene de repente, y la conmoción es suficiente para que ella jadee. — ¿Qué... por qué has parado?

Él vuelve a subir por su cuerpo, presionando con suaves besos a lo largo de su costado.

— Quiero mirarte — murmuró, mordiéndole suavemente el cuello. Los ojos de ella se cierran con delirio, y Dios, se siente tan bien que quiere fundirse en la cama y no levantarse nunca.

— Ah — respiró.

Halcón sacó sus dedos de ella y ella arquea la espalda, doblándose como un arco ante el repentino placer que le recorre la columna vertebral como un rayo. Entonces, siente que él se aparta de ella, y sus ojos se abren de golpe. — ¿Adónde vas?

Él le sonríe, divertido. — Creo que nos estamos olvidando de algo, ¿no?

Se inclina y abre el cajón de la cómoda, sacando un paquete de papel de aluminio. Ella agacha la cabeza, tratando de no sonrojarse. — Claro.

El pelirrojo se pone el condón y le levanta la cara, besándola tan profundamente que ella no puede evitar enhebrar sus dedos en su pelo, increíblemente suave.

Lara jadea cuando él empuja dentro de ella. Dios, se siente bien. El modo en que sus dedos tiemblan mientras recorren su cuerpo demuestra que está un poco nervioso, y a ella le encanta, porque ella también lo está. Vuelve a recordar que ella y Halcón están en igualdad de condiciones, son compañeros e iguales, y eso la reconforta.

Se inclina y la besa, comenzando a moverse lentamente y, maldita sea, ¿cómo se siente esto mejor cada vez?

Lara memoriza todo lo relacionado con este momento: la forma en que se siente el pelo de Halcón cuando ella lo jala suavemente, la suavidad de la seda en sus dedos cuando lo besa, la ligera aspereza de sus mejillas, la forma en que él parece no poder dejar de tocarla por todas partes y la hermosa forma en que le susurra al oído. Quiere morderle el cuello y obligarle a acelerar el ritmo y separar toda emoción de este momento, pero no puede, porque está envuelta en él, en todo lo que le está haciendo sentir.

Ella agacha la cabeza y chupa una marca en su piel. Él sabe cómo mantenerla justo en el límite, para evitar que se deslice por el borde, y Dios, se siente imposiblemente bien y ella quiere destrozarse, llevada al éxtasis por él.

Los ojos de Lara giran hacia su cabeza cuando él pierde un poco el control y se hunde en ella profundamente, y sus uñas arañan la piel de su espalda. — E-Eli-

— Estoy aquí, Lara — susurra él contra la piel de su garganta, besándola suavemente.

Ni siquiera puede pensar ahora, la forma en que Halcón sabe exactamente cómo penetrar en ella para hacerla enloquecer, la forma perfecta en que sus dedos se clavan en su cadera y cómo arrastra sin esfuerzo la pierna de ella por su costado, con el talón rozando su espalda. Él traza un mapa de su cuerpo mejor de lo que ella podría esperar, estudiándola intensamente.

Lara gime en su piel cuando él introduce una mano entre sus cuerpos para rozar su clítoris con los dedos, suavemente. Halcón se inclina y rodea su pecho con la boca. La sensación de la lengua del pelirrojo sobre su piel, combinada con la forma en que la penetra, firme y segura, le hace ver colores que nunca antes había visto.

Se agarra a sus hombros y resiste el impulso de empujar más su pecho en su boca, persiguiendo esa liberación. — Eli, muévete más rápido, por favor.

Él gime contra su piel mientras su nombre cae de sus labios, tan natural, tan suave, como la miel.

— Llámame... llámame así todo el tiempo — tartamudeó él, murmurándolo contra la piel entre su cuello y su clavícula.

— ¿Q-qué? — Lara no puede mantener los ojos abiertos, no puede, pero jadea la palabra, preocupada por los dedos de Halcón frotando círculos en su clítoris. Piensa durante una fracción de segundo en lo bien que le sentaría tener su boca ahí abajo antes de volver a la realidad.

Él le pellizca la piel. — Llámame Eli todo el tiempo. Por favor.

Lara tiene ganas de llorar por el tono desesperado y suplicante de su voz, por la forma en que se rompe mientras él sigue moviéndose dentro de ella. Ella ahoga un sollozo y, al no responder, él dice su nombre, en voz baja, contra su piel. Una pregunta.

Eli... Halcón... Eli... De todos modos, a Lara nunca le gustó demasiado llamarlo por su apodo.

— De acuerdo — respiró, los dedos se enroscan en su pelo y tiran suavemente. — Eli.

Él vuelve a gemir contra su piel y entonces acelera, pellizcando su clítoris con el pulgar y el índice, y ella se derrumba por completo.

Se aferra a él mientras se tambalea y se rompe, la única cosa estable que la une al mundo, y cuando él se corre en el preservativo encima de ella, la libera, y se regodea en el calor que se instala en sus cuerpos. La sangre ruge en sus oídos, y ella apenas registra el paso de su mano por su cara cuando él se inclina para besarla.

Todavía está medio en la agonía del orgasmo, por lo que devolverle el beso es difícil, pero, Dios, ¿besar a Eli mientras todavía está temblando a su alrededor? Es una experiencia completamente alucinante, y lo único de lo que está segura en este momento es de él, de su cuerpo contra el suyo. Jura que cada momento de él está inmortalizado en su piel. Su cuerpo es un testimonio de su presencia, su cuerpo es el lienzo sobre el que él dibuja.

Incluso cuando están aquí, en su cama, enredados en sus sábanas, con las caras pegadas al cuello del otro, Lara sigue sintiendo el fantasma de sus manos recorriendo cada centímetro de ella. Él persiste, como el olor de la lluvia después de una tormenta, y ella no quiere moverse por miedo a que él desaparezca de su piel.

Los ojos de Lara se abren después de un rato, componiéndose una vez más. La cara de Eli sigue pegada a su cuello y ella le pasa las manos por el pelo. Empuja suavemente su hombro, y él se mueve al instante, casi dando a Lara un latigazo por lo rápido que se apresura a soltarse de ella.

— Lo siento — murmuró él, pasándose una mano por el pelo.

— No lo sientas. No pasa nada. Sólo... — Hace un gesto hacia sí misma, y los ojos de Halcón se iluminan en reconocimiento.

— Oh. Sí, sí, por supuesto. El, eh, baño es la primera puerta a la derecha.

Lara sonríe amablemente y se baja de la cama, cogiendo una sábana y envolviéndola.

— Vuelvo enseguida — dijo.

Siente los ojos de él en su espalda cuando sale de su habitación, corriendo hacia la puerta que él dijo mientras el calor le llena la cara.

¡Hola! ¿Qué tal? Espero que estén muy bien todos ustedes y también que les haya gustado el capítulo.

Sé que van a pensar que en este fic lo que le ocurrió al pelo de Hawk no fue gran cosa, pero para él sí lo fue porque estuvieron a nada de cortárselo y también lo tuvieron "sometido" sin nada que hacer mientras sus dos grandes rivales hacían con él lo que querían.

Anyways... ✨Sam✨. 🙈😍

¡Tengan un bonito día!

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