𝑀𝒶𝓇𝓇𝓎 𝑀𝑒 || 𝐿𝒾𝓍𝒷𝒾...

بواسطة StayHeart_

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-Y por todo ese cariño que te tenemos Felix - dijo mi padre, radiante con su traje negro que fue especialment... المزيد

Aclaración
Prólogo
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Epílogo
Especial Navideño

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بواسطة StayHeart_

Bailemos.

No quería, era vergonzoso y ridículo, sin mencionar horroroso. El traje era un blanco suave, y terminaba con un bordado plateado. Era el traje de novio que todos soñarían, menos yo. El sólo pensar que me casaría en un mes más me producía nauseas, hacía que la respiración se me cortara y que todo me diera vuelta. Aún seguía un poco enfermo, estuve en cama por una enfermedad respiratoria aunque no fue nada grave. Eso solo sirvió para que el viejo Felix volviera.

A veces me preguntaba qué pasaba por su cabeza, un día estaba bien y el otro no. No me atrevía a preguntárselo, tal vez fuera demasiado obvio y yo no me diera cuenta y de ser así él nunca me perdonaría el habérselo preguntado. Di una pequeña vuelta, mirando el traje y junté valor. Tenía que salir del probador en algún momento de mi vida. Abrí un poco la puerta y los vi allí: Yuna, quien daría el veredicto final, Hyunjin, Yeji y Tzuyu. Todos juntos llenaban el espacio dado para esperar y verían el traje.

Salí sin mirarlos, no quería ver sus expresiones. Pero las vi de todas formas, ya que el lugar estaba rodeado de espejos—. ¡Bin, no lo puedo creer! ¡Mírate! —mi madre fue la primera en gritar. Se acercó a mí corriendo y antes de darme cuenta de lo que hacía, el flash de la cámara me cegó. Sacó más de veinte fotos.

Yuna caminó alrededor de mí, examinando cada detalle del traje mientras BangChan me hablaba sobre las combinaciones que podrían hacer con los trajes de ellos como padrinos. No quería ofenderlo ni bajar su ánimo, pero estas cosas me atraían sin cuidado. No importaba la tela o el diseño de un traje, a final de cuentas me casaría igual con Felix de la misma forma en que lo haría en China, Francia o que en Latinoamérica.

—Este es el indicado —sentenció Yuna. Todos estuvieron de acuerdo. Pidieron mi opinión, no los contradije y les di en el gusto. Tzuyu me ayudó a sacarme el traje sin arrugarlo, y los demás fueron a ver los de Minho y BangChan mientras mi madre pagaba.

—¿En serio te gusta el traje, Seo? ¿O sólo dijiste que sí para no probarte otro? — Tzuyu era muy perceptiva. Reí bajo, dándole a entender que tenía razón.

Negó con la cabeza y su mirada se ensombreció un poco.

—Seo, yo te quiero tanto como a mis hijos, pero no puedo.

Me quedé en silencio con sus palabras, nunca antes me lo había dicho tan directamente. Siempre me decía lo mucho que me quería Felix y que por favor intentará dejarlo que me conquistara. Pero al parecer su paciencia, o tal vez su tolerancia, habían llegado a cero. Y lo comprendía: Si mi hijo estuviera enamorado de un idiota como yo, también hablaría con él.

—Lo siento, Tzuyu.

— No lo sientas, Bin. Pero si las cosas siguen así y tu crees que nunca cambiarán, será mejor que detengas todo. No creo que Felix resista otro divorcio.

Estuve a punto de llorar. Recordé cuando Tzuyu llegó junto a Felix y Chaeryeong, no traían maleta ni nada. Su padre los había abandonado y Tzuyu se vió obligada a trabajar. No dejaría que Felix reviviera eso.

—Si desde un principio nunca hubiera sentido algo por Felix, jamás hubiera dicho que sí. Y aquí me tienes, probándome un traje para novios, y menos de blanco, ni que fuera una novia... —le respondí.

Eso no la hizo sonreír, pero al menos dejó de mirarme como si fuera un villano. Sus palabras me afectaron. Últimamente me confundía mucho, en especial desde el incidente con Lisa. No dejaba que Felix conversara demasiado con otras chicas y se la pasara con chicos. Él no me dejaba acercarme a otros muchachos.

A quién engañaba, tenía que dejar de mentirme a mí mismo. Si lo quería. Ya lo había dicho muchas veces, también admitido, pero esta vez reconocía que lo quería un porcentaje mayor a un cuarenta por ciento. Diría que llegaba a un noventa. Y eso era crítico. Cuando terminé de cambiarme de ropa, salí junto con Tzuyu y mi madre nos dijo que debíamos ver los trajes para BangChan y Minho, y podríamos irnos.
Excepto Yuna, quien iría a ver que el lugar donde se haría la boda fuera perfecto para el evento.

Ese era otro tema que me gustaba. A pesar de que fuera secreto.

Felix me había dicho que como él no podía ver el traje hasta la boda, yo no podía ver el lugar donde la harían. Era una sorpresa. Me permitían elegir el color de las cosas, las servilletas, la lista de invitados y demás, pero como no me entusiasmaba la organización, dejaba eso en manos de Yuna y el gusto de Felix. No presté mucha atención al color y a la textura que deberían tener los trajes para que combinara con el mío. Me puse a pensar en Felix y qué se sentiría estar en su lugar. Pero me abruma muy rápido y desistí.

Sólo me puse de acuerdo en que tenía que hacer algo para que los demás se dieran cuenta de que esto no me daba lo mismo, que de verdad me importaba Felix. Y tuve la solución frente a mis ojos después de dos horas en que los chicos se probaron trajes. Cuando ibamos saliendo de la tienda, sobre el mesón que tenían en la recepción había folletos dedicados a actividades que hacían las parejas antes y después de casarse. Uno en particular llamó mi atención. No era el más indicado, sabía que no tenía ese talento y mucho menos Felix, pero tendríamos que hacerlo frente a todos y pisarnos los pies hasta que sangrara.

Nos inscribiría en clases de baile.

Saqué un folleto del mesón y lo escondí en mi bolso. Mi madre fue a dejar a cada uno de los chicos a su casa, Yuna la vino a buscar Jisung -a quien nombró como su chofer personal- y después, finalmente, nos fuimos a casa a descansar. Escondimos el traje en mi armario, cubierto por un protector para que no se ensuciara ni se lo comieran las polillas y cuando al fin me dejaron solo, no sin antes una mirada veloz de Tzuyu que expresaba que nuestra conversación estaba pendiente, busqué mi celular y marqué el número que estaba en el folleto. Acordé las horas por las tardes después de clases en los días en que Felix no trabajaba en la pastelería. Imaginaba el rostro que pondría, tenía dos opciones, alegrarse por poner de mi parte y dedicarme en la boda o enojarse otra vez por arreglar cosas sin su permiso. Cualquiera de las dos me servía, lo obligaría a ir aunque no quisiera.

En la noche, a la hora de cenar, Felix llegó tarde. Lo trajo Jisung, quien también venía con Yuna, y ellos dos se quedaron a comer. No suponían ningún problema, Jisung era muy divertido y alivianaba el ambiente en la mesa. Yuna habló sobre la gran producción que tenía para "nuestro día especial" y lo mucho que se estaba esforzando. Su cabello fosforescente me distraía y muchas veces Yeji me dió un codazo para que no la mirara tan raro. Felix no habló mucho, se veía cansado y con ojeras y tampoco probó bocado. Más de una vez tosió y bebió desesperado agua. Lo había contagiado. Se notaba a kilómetros, sin mencionar que él fue el que me cuidó mientras yo estuve en reposo. Frunci el ceño, si Felix estaba enfermo eso significaba que no podría bailar de lo contrario se agotaría y podría empeorar. Hice una mueca, pensé que mi plan funcionaría, pero ya veía que las cosas nunca me salían como lo esperaba.

Después de que Jisung y Yuna se marcharan, obligué a Felix a acostarse.

—Estoy bien, SI. Sólo necesito dormir un poco —me dijo cuando lo empujé para que cayera sobre su cama.

—Exacto, necesitas dormir. Yo te cuidaré esta noche y para mañana estarás mucho mejor.

—No creo que...

—Nada de peros, ahora cepillate los dientes y ponte pijama —le ordené.

—Tú sabes que no ocupo pijama —me dijo, poniendo énfasis en el "no ocupo".

—Y por eso mismo te enfermas, esta noche dormirás como una persona normal —con eso dí por finalizada la discusión. Ya me había dado cuenta que no tendríamos problemas para dormir en la misma cama, así que aprovecharía el poco tiempo que me quedaba de libertad. Aparté sus rizos de su rostro y lo observé hasta que el sueño le ganó. Le deposité un casto beso en los labios antes de cerrar los ojos también y sumergirme en un sueño profundo.

Lo arropé con las mantas y me acosté encima de éstas, no me había vuelto a cambiar desde la pelea y tampoco tenía planes de volverlo hacer.

—¿Ya te sientes mejor? —le pregunté cuando bajó a desayunar por la mañana. Vestía su uniforme como siempre, desaliñado pero a la vez genial. Me sonrió y asintió con la cabeza, la verdad es que se veía mucho más descansado.

—Tus cuidados son muy efectivos —me dijo. Se sentó a mi lado y le pidió a Yeji que le pasará la mantequilla, ella se la pasó sin soltar el libro que leía mientras tomaba té.

—No hice mucho, sólo me dormí a tu lado.

—A esos cuidados me refiero —aproveché el momento en que Yeji no nos miraba y le di un beso. Cada vez que lo besaba una suavidad me llenaba y era tan cómoda la forma en que nuestros labios se acoplaban que ya no me resistía cuando él profundizar el contacto.

—¡No, estoy desayunando! —nos separamos con la exclamación de Yeji, quien tenía una mueca entre asco y risa en el rostro. Le lancé mi cuchara para que nos dejara en paz. En la escuela, le conté a Woo mi plan de llevar a Felix a unas clases de baile.

Le entusiasmó mucho la idea y dijo que le encantaría ver como nos caeríamos y hacíamos el ridículo.

—Serán la pareja más cómica —me dijo en la clase de matemáticas.

Pasé todo el día con los nervios de punta, siempre estaba la posibilidad de que Felix se negara a asistir a las clases. A la salida, cuando nos despedimos de los chicos, Felix se subió al auto y comencé a conducir.

—Bebé, esta no es la dirección hacia la casa —me dijo cuando tomé el desvío. Me sorprendió su apodo tan cariñoso, siempre me llamaba por "Bin o Binnie". Pero no dije nada.

—Ya lo sé, es que te tengo una sorpresa. —Me detuve frente al edificio y cuando entramos, Felix ató cabos.

—Espera un segundo... Esta es una academia de baile... ¿no me digas a que...?

—Tienes que admitirlo, ambos somos una aberración para la raza humana si de baile se trata, no querrás hacer el ridículo en nuestra boda, ¿verdad?

—Por supuesto que no.

Bueno, al menos no se negaba a tomar las clases. Subimos hasta el tercer piso y nos encontramos con cinco parejas más -éramos los únicos hombres- que esperaban a la maestra. Nos quedamos apartados en un rincón, sentados en el suelo.

Las demás parejas se veían muy unidas y cariñosas, además de preparadas para la clase.

Nosotros íbamos con nuestros uniformes y seguro pensaban que éramos demasiado jóvenes para esto.

Una de las parejas se nos acercó. Tendrían alrededor de treinta años.

—Chicos, las clases de danza contemporánea son en el cuarto piso —nos dijo la mujer.

—Me alegro —le respondí. Felix ocultó la risa en mi hombro.

—Sólo decía, por si se equivocaron de piso —recalcó ella.

—No nos equivocamos, esta es la clase para novios, ¿cierto?

—¿Cuantos años tienen? —preguntó atónito el hombre.

—Sólo son unos estudiantes —murmuró la mujer. Ya me habían aburrido, así que tomé de la mano a Felix y lo arrastré hasta el otro rincón, alejados de las demás parejas. Si todas se pondrían como aquella lo mejor sería bailar y no socializar.

La maestra llegó y nos explicó que aprenderíamos el vals básico para una boda. Era una mujer de cabello castaño, altura mediana y estilizada, dijo que la llamáramos Yena.

Al principio nos enseñó los pasos, uno por uno y después nos hizo bailar. Antes nos preguntó—: ¿Quién de ustedes dos es la mujer en la relación? —su pregunta me molestó, a ella que le importaba, no por ser una pareja homosexual debíamos tener algún rol.

—¿Disculpe? —le dije— Eso a usted no le interesa en lo absoluto. —La maestra rodó los ojos y prosiguió a enseñarnos.

—Niño, por dios, no sabes mover tus pies sin tropezar. Dejáme a mí... —me dijo cuando Felix se afirmó de mi cintura y le pisé los pies.

Me apartó de Felix y se puso en mi lugar. Eso no me gusto para nada.

Pegó su cuerpo al pecho de Felix y comenzó a bailar lentamente, casi con sensualidad.

—Eso no es vals, eso es tango —repliqué.

—No interrumpas, le estoy enseñando a tu novio —me dijo Yena casi sin prestar atención, estaba muy ocupada pasando sus manos por los hombros de Felix. Lo que me molestó más fue que él no hizo nada para quitársela de encima, o tal vez sí lo intentó y no pudo. Sin embargo, no lo soporté ni un segundo más en el momento en que ella bajó sus manos por las piernas de Felix.

Eso sí que no. Nadie lo toca. Nadie.

Apagué la radio de una patada y todo el mundo se me quedó viendo. No me importó y liberé a Felix de las garras de esa víbora, si creía que Lisa me daba problemas, esta mujer me daba jaqueca. Bajamos en silencio, no me importó haber pagado una clase completa sin siquiera pasar veinte minutos en ella.

—Binnie, te juro que trate de...

—Te creo —le interrumpí. Nos subimos al auto y él me observo un momento— ¿Qué sucede?

—¿Eso es todo? ¿No estás enfadado, no irás y la tirarás por la ventana?

—¡Por supuesto que quiero lanzarla! Es que estoy a un mes de cumplir la mayoría de edad y correría el riesgo de ir a prisión, asi que lo mejor es evitar problemas... —Felix asintió con una sonrisa y miró por la ventana—... Aunque, si te vuelve a tocar de esa forma, juro que le arranco esas extensiones baratas.

Al otro día llamé a la academia para que nos cambiara a la profesora. Esa bruja jamás volvería a ver los ojos de Felix nunca más en su vida, de eso me encargaba yo.


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