Mil vainas de loto

Par DaenaBlackfyre

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[Chengxian. Omegaverse] Luego de revivir en ese nuevo cuerpo, Wei Ying se dio cuenta de algo muy importante:... Plus

¡Aclaraciones!
Capítulo 1: Renacimiento. Parte 1
Capítulo 2: Renacimiento. Parte 2
Capítulo 3: Expiación. Parte 1
Capítulo 4: Expiación. Parte 2
Capítulo 5: Expiación. Parte 3
Capítulo 6: El cantar de los lirios. Parte 1
Capítulo 7: El cantar de los lirios. Parte 2
Capítulo 8: El cantar de los lirios. Parte 3
Capítulo 9: Profundo en el mar
Capítulo 10: Inapropiado
Capítulo 11: Presentimiento
Capítulo 12: La tumba de las alimañas. Parte 1
Capítulo 13: La tumba de las alimañas. Parte 2
Capítulo 14: La tumba de las alimañas. Parte 3
Capítulo 15: La tierra de los demonios
Capítulo 16: Acuerdo
Capítulo 17: Cruzando el mar
Capítulo 18: El Pepino de Mar vs. La Sirena
Capítulo 20: El Santuario de los Gatos
Capítulo 21: El Gato vs El Perro
Capítulo 22: Onsen
Capítulo 23: Susurros del Pasado
Capítulo 24: Detrás de la Cascada
Capítulo 25: El aroma de las flores
Capítulo 26: Ahogar las Penas
Capítulo 27: Confianza
Capítulo 28: Intenso

Capítulo 19: Maestro

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Par DaenaBlackfyre

—No te creo —dijo Jin Ling con desconfianza mientras caminaba—. ¿En serio sabes que es por aquí?

—Por supuesto, me oriento muy bien —aseguró Wei Ying con orgullo—. Además, esas amables mujeres de la casa de té me dieron las indicaciones que necesitaba.

—Te echaron porque eras muy ruidoso.

—Claro que no, si me regalaron este durazno —Alzó la mano para mostrarle al niño la fruta a medio comer que tenía.

—Te lo lanzaron por la cabeza.

—No fue exactamente así...

El niño que caminaba junto a él gruñó molesto porque ignorara lo que había pasado, pero para Wei Ying no había sido algo grave. ¿Qué iba a saber él sobre que en esa casa de té había que hacer silencio de una forma exagerada? Ni que fueran parte de la secta Gusu Lan. Además, sólo quería hacer una pregunta a las señoritas que allí trabajaban, pero no parecían dispuestas a responder. Al menos una de ellas se apiadó y le dijo hacia qué dirección debía dirigirse.

Un poco le pareció divertido cómo Jin Ling se mostraba avergonzado por sus tonterías, como si no terminara de entender por qué actuaba así, y no pudo evitar molestarlo un poco. Le recordaba mucho a cómo Jiang Cheng se enojaba con él cuando hacía tonterías en la adolescencia, pero su shidi no se veía tan tierno como ese chico.

Por su parte, Jiang Cheng también había conseguido información y Wei Ying se molestó porque a él no le gritaron ni tampoco echaron de ningún lado. A pesar de no estar cerca de su territorio, su shidi seguía manteniendo ese porte fino y elegante que provocaba que las personas a su alrededor se voltearan a verlo. Todo el mundo le hablaba con respeto y accedían a sus pedidos con mucha facilidad. ¿Cómo podría alguien decirle que no? Si a pesar de su expresión malhumorada, Jiang Cheng era muy atractivo y no tenía que hacer nada para captar la atención de las personas a su alrededor. Eso siempre había sido así, pero cuando eran jóvenes su shidi no notaba esas cualidades que tenía y Wei Ying jamás se explicó por qué.

Pensó por un momento en eso y tal vez su shidi no notaba ese tipo de rasgos porque estaba muy ocupado peleando con él. Wei Ying disfrutaba mucho competir con su shidi, quería ser el mejor, pero también reconocía que Jiang Cheng tenía cosas únicas con las cuales él mismo no contaba. Eso debería haber hecho que se complementaran, pero seguía sin poder vislumbrar donde esa relación comenzó a agrietarse hasta quebrarse de la forma en que lo hizo.

Sacudió la cabeza para no pensar en eso, porque no ganaba nada con atormentarse con pensamientos oscuros. Sólo terminó de comer su durazno y miró de reojo a su shidi. Parecía bastante concentrado mientras caminaba y por suerte ya no estaba tan nervioso por tener que estar con los chicos ahí. Tenían que confiar en que eran fuertes para saber cuidarse y defenderse de ser necesario.

Se supone que debían dirigirse hacia el noreste, al menos esas fueron las indicaciones, para poder llegar al santuario donde la mayoría de personas de esa zona se acercaban para rezar y pedir protección. Wei Ying tenía un buen presentimiento, sobre todo porque le dieron esa pista sobre los gatos, pero Jiang Cheng no parecía muy entusiasmado por la idea. Aun así, Wei Ying estaba seguro que en ese lugar podrían encontrar algo interesante.

Una de las señoritas que habló con ellos de una forma amable, dijo que mucha gente solía ir a rezar en ese lugar que estaba dedicado a sus dioses regionales, pero el más importante de ellos era el dios del valor y deber, a quien le pedían continuamente por protección, salud y prosperidad. Nadie le supo decir con exactitud cuántos años llevaba ese santuario allí, pero Wei Ying intuyó que eran unos cuantos cientos de años o más incluso. También mencionaron que solían celebrar varios festivales allí y que todo el mundo estaba emocionado por el próximo festival de primavera. Eso le interesó un poco y se preguntó si podrían quedarse lo suficiente para ver ese evento.

Por un instante, se quedó sin aliento cuando, mientras caminaban por aquel sendero en medio del bosque, se encontraron con un gran arco. Observó la madera tallada y recordó cómo las mujeres de la casa de té dijeron que si seguían por ese camino encontrarían el santuario cuando llegaran al torii. Ese pequeño límite que marcaba la transición de lo profano a lo sagrado.

Eso le emocionó. Wei Ying estaba ansioso por descubrir qué podrían encontrar al final de ese camino y avanzó junto con los demás atravesando el portón que conducía a ese santuario hasta llegar a unas escaleras que ascendían por la montaña y supuso que ese debía ser el famoso pasaje de los dioses, así que no dudó en comenzar a subir.

El gran santuario se mostró frente a ellos imponente y majestuoso. No pudo evitar perderse en la estructura de madera y en los techos del templo que, por alguna razón, le pareció un edificio con un aire cálido, por más que sabía que en realidad debía ser la morada de un importante dios regional.

Varios metros antes de ingresar al templo, había una fuente donde personas estaban lavándose las manos y Wei Ying le hizo una señal a los chicos para que fuesen a hacer lo mismo.

—Es necesario purificarse antes de entrar a un santuario —explicó a los chicos mientras les mostraba cómo debían lavarse las manos—. No pueden entrar a rezar con sus manos sucias.

—No están sucias —aseguró Jin Ling ofendido—, y tampoco venimos a rezar.

—Respeta las costumbres ajenas —espetó Jiang Cheng para reprender a su sobrino—. Hazlo.

El niño se quejó y Sizhui le sonrió poniendo una mano en su hombro.

—Tampoco es tan grave —dijo para animarlo—, sólo se trata de agua.

—Además, tienen que tener cuidado, porque el dios de este lugar puede estarlos viendo —agregó Wei Ying para molestar a los chicos, pero un poco en serio hablaba.

Desde que entró a ese lugar, podía sentir un aire completamente distinto y silencioso. Como si todo el ruido y el bullicio que había en el mundo hubiese quedado olvidado apenas cruzaron el torii. Sin mencionar que se sentía observado a cada instante y eso le incomodaba, pero aún no se había atrevido a decirlo, aunque de vez en cuando se encontraba observando a su alrededor o volteando cuando percibía esa sensación.

A pesar de eso, no sintió ningún tipo de amenaza u olor particular en el aire que pudiera inquietarlo. Todo lo contrario, ese ambiente parecía muy pacífico, y no pudo evitar mirar a Jiang Cheng de vez en cuando para saber si estaba pensando lo mismo.

Hubo un pequeño instante donde oyó un sonido que le hizo pegar un respingo y, cuando se volteó, sólo vio que se trataba de un gato anaranjado subiendo a un árbol. Miró al animal y sintió un poco de curiosidad. Si prestaba un poco de atención, tal vez encontraría más gatos.

Luego de purificarse, se dirigieron al altar del templo donde había personas inclinadas rezando y Wei Ying se sorprendió cuando una chica joven se acercó a ellos.

—Disculpen, ¿necesitan ayuda? —preguntó ella—. Mi nombre es Ami, soy sacerdotisa del templo.

Wei Yin parpadeó viendo a esa mujer y pensó que debía ser muy joven, apenas un poco mayor que Sizhui. Llevaba ropa blanca y roja y un largo cabello negro brillante recogido mientras le sonreía. Él no dudó en devolver el gesto y asentir.

—Señorita Ami, llegó en el momento indicado —espetó con una mano el pecho expresando alivio de una forma exagerada—. Estábamos visitando el templo, es la primera vez que venimos, ¿cree que podría hablarme un poco al respecto? Soy una persona bastante curiosa y me sentiría honrado porque una hermosa sacerdotisa me hable sobre su increíble santuario.

Casi pudo sentir a su compañía suspirar con fastidio al oírlo, sobre todo a Jiang Cheng y a Jin Ling. Tal vez porque pensaban que otra vez los haría pasar vergüenza diciendo tonterías y molestando a esa mujer, pero a Wei Ying no le importó. La joven sólo lo miró confundida por sus palabras, pero no pareció enojada. Ella accedió a hablarle sobre su templo y mostrarles un poco el lugar.

La bonita sacerdotisa le dijo que ese templo llevaba más de cuatrocientos años en pie y era visitado tanto por personas de los alrededores como por extranjeros. Allí se hacían rituales a los dioses y también se celebraban festivales. Wei Ying escuchó atento lo que la joven le decía mientras le mostraba el altar, el espacio donde los fieles hacían sus ofrendas y también una pequeña tienda junto al templo donde los visitantes podían comprar amuletos de protección y también podían consultar su fortuna.

—¿Les gustaría saber si van a tener buena suerte? —preguntó la joven.

—Claro que sí —aseguró Wei Ying y se volteó hacia su shidi—. Vamos, Jiang Cheng, no seas tacaño.

Su shidi estuvo a punto de gritarle, pero la presencia de la chica allí mirándolos lo obligó a contenerse. Luego de hacer la ofrenda correspondiente, la joven Ami le mostró una caja para que sacaran su fortuna divina al azar.

—¡Sí, saqué muy buena suerte! —espetó Wei Ying luego de leer su papel.

—Yo igual —afirmó Sizhui mostrándole.

—¿Qué hay de ti, Jiang Cheng? —preguntó acercándose a su shidi.

—Buena suerte —respondió.

—Y su predicción también anuncia una gran noticia, señor —asintió Ami con una sonrisa.

—¡Triunfaste, Jiang Cheng! —rió palmeando el hombro de su shidi y luego se volteó a ver a Jin Ling—. ¿Qué te tocó?

El niño no le respondió y sólo por su expresión se dio cuenta que algo no andaba bien. Apenas leyó el papel de Jin Ling, notó que decía "Mala Suerte" y suponía que por eso el chico parecía molesto, aunque Wei Ying le pareció un poco tierno el puchero que hizo en su rostro infantil.

—No tienen de qué preocuparse —intervino Ami cuando vio a Jin Ling decaído—. Acompáñenme.

Ellas los llevó a un sitio donde había varios árboles junto al altar del templo y les mostró un espacio donde habían varios papeles atados.

—Aquí es donde se dejan todas las malas fortunas —explicó la joven—. Sólo tiene que atarlo aquí y la mala suerte no irá a buscarlo.

—¿En serio? —preguntó Jin Ling impresionado y también algo desconfiado, pero de todas formas se acercó a atar su papel junto a los demás.

Wei Ying se asombró por todas las malas fortunas que había en ese lugar y, de todas formas, no se tomó esas predicciones como algo serio. Sólo era algo que daban en el templo a cambio de la ofrenda, pero sin duda había muchas personas que visitaban ese lugar.

Observó cómo junto a Jin Ling, un pequeño gatito gris se acercó para jugar con los papeles que estaban colgando. La joven sacerdotisa se acercó al animal para pedirle que no haga eso con las predicciones y el gato sólo le maulló. Eso le hizo pensar que ese animal no era el primer gato que veía allí y se preguntó si había más, si eran las mascotas del templo o si la persona que buscaba se encontraba allí.

—Sabe, señorita Ami —mencionó con amabilidad—. Le agradezco por su ayuda, pero nosotros estamos buscando a una persona que tal vez podría estar por aquí.

Ella pensó por un momento antes de responderle y Wei Ying pudo sentir que ella se puso un poco a la defensiva.

—Lo siento, no creo poder ayudarlos ahora, pero... Tal vez si vienen en otro momento, podrán hablar con el sacerdote a cargo.

Esa respuesta no lo dejó conforme, pero entendió que la joven no le respondería más. Ella tenía un olor suave, pero al instante pareció retroceder e incomodarse cuando le habló de esa forma. Por alguna razón, tenía el presentimiento de que aquella joven le estaba ocultando algo.

Apenas se volteó para ver cómo Jin Ling se había inclinado para acariciar al pequeño gatito gris y luego observó cómo el animal se acercaba a la sacerdotisa para saltar a sus brazos. La joven Ami los saludó de una forma educada antes de retirarse con el gato en sus brazos y Wei Ying la miró marcharse antes de voltearse hacia Jiang Cheng.

Su shidi no le dijo nada, pero Wei Ying entendía que él también percibía algo extraño en ese lugar. No podía terminar de definirlo, pero podía sentir una presencia poderosa dentro de ese santuario que le hizo preguntarse si en serio esa sería la morada de un dios o de otra cosa.

Decidieron retirarse por el momento. El paseo resultó interesante e intrigante, pero todavía seguía con demasiadas preguntas dentro de su cabeza.

El atardecer comenzó a hacerse presente mientras abandonaban el santuario y bajaban las escaleras. No encontraron a nadie bajando por allí, lo que era lógico si consideraba que ya era un poco tarde y era normal que las personas comunes se asustaran con facilidad durante las noches. Wei Ying no se sentía especialmente preocupado porque todavía era de día, aunque deberían buscar un lugar donde quedarse al regresar al pueblo. El día estaba muy agradable aún, pero si se demoraban mucho la noche los atraparía y ellos deberían buscar algún lugar para refugiarse. No podían arriesgarse a lidiar con los peligros de un lugar desconocido.

Tal vez deberían haber dejado a los niños en alguna posada antes de ir al santuario, pero ya estaban hartos de que ellos se metieran en problemas queriendo averiguar qué harían. Así que optaron por ir todos juntos a esa pequeña investigación. No había estado mal, tampoco fue nada demasiado intenso o al menos por ahora había sido así. Si volvían a intentar inmiscuirse en ese lugar, tal vez no podrían ir con los chicos.

Otra cosa que llamó la atención de Wei Ying fue que no vio cultivadores por algún lado. Tal vez no había demasiados en ese pueblo portuario. ¿Habría sectas importantes como las que conocía? ¿Cómo eran las reglas de la cultivación en las tierras de Dongying? Esperaba poder enterarse un poco al respecto, aunque tenían varias cosas puntuales que hacer. Quizá después, si todo salía relativamente bien en su vida, podría viajar un poco más por esas tierras del este.

Observó cómo Sizhui, en medio de la caminata bajando las escaleras, se detuvo un momento.

—¿Qué ocurre? —le preguntó Jin Ling al ver a su compañero y éste no le respondió, sólo continuó mirando hacia el bosque.

—No, sólo oí... —respondió Sizhui pero no respondió porque un ruido volvió a viajar a través de los árboles hasta ellos.

Aquel chico fue el primero en apartarse del camino para perseguir ese sonido y lo siguieron.

Wei Ying tenía que admitir que el chico era atento y se fijaba en detalles muy minuciosos, cosa que le generó bastante orgullo. Lo observó caminar en el bosque y Jiang Cheng parecía haber notado, al igual que Wei Ying qué estaba sucediendo, porque no le impidió a su discípulo avanzar. Ambos querían ver qué había descubierto ese chico y qué tan talentoso era como para darse cuenta qué ocurría con ese árbol al que se acercó, el cual sin duda tenía algo fuera de lo común.

El tronco se alzaba hacia el cielo en una forma dura con su corteza gruesa, oscura y agrietada. Las hojas verdes estaban casi negras, marchitas, a diferencia de toda la vegetación del bosque comenzaba a florecer por la primavera.

—Este árbol no es como los demás —comentó Sizhui.

—¿Por qué? —preguntó Jin Ling—. Parece que está muerto... Todo florece menos este árbol.

—No está muerto —agregó Wei Ying—. Sólo tiene un tiempo distinto de maduración, estos árboles dan frutos en otoño.

—Ja, eso no tiene sentido —espetó Jin Ling cruzándose de brazos pero al instante un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando escuchó su voz en eco, pero no era su voz.

Todos lo oyeron y miraron con atención hacia el árbol.

Ja, ja, ja, ja, ja.

—Cálmense —ordenó Jiang Cheng a los chicos cuando estuvieron a punto de sacar sus espadas—. No entren en pánico con tanta facilidad.

—Pero eso es...

—Jiang Cheng tiene razón —interrumpió Wei Ying y miró a su shidi de una forma cómplice.

Sonrió cuando lo vio sacar su espada y la guió hacia una parte muy específica del árbol, entre las oscuras hojas, y dio un corte limpio. De entre el matorral negruzco cayó una fruta que aterrizó en las manos de Jin Ling. El niño miró el fruto con una mueca asqueada porque ya estaba algo arrugado y cercano a un estado de podredumbre, además que no tenía el mejor olor del mundo. El aroma agrio hizo a su sobrino fruncir la nariz incómodo mientras miraba la fruta.

No era una manzana, parecía más a un durazno que en algún momento de máximo esplendor fue una fruta magnífica de piel rosada, pero ahora ya no quedaba mucho rastro de esa forma de corazón que podría generar apetito en cualquiera.

Los chicos no entendieron qué era lo importante de esa fruta hasta que oyeron la débil risa de nuevo y Jin Ling miró otra vez el durazno hasta que lo lanzó horrorizado.

—¡Tiene una cara!

Sin miedo alguno, Sizhui atrapó la fruta en el aire para verla y la impresión se dibujó en su rostro. Un rostro arrugado y casi sin forma se dibujaba en la cáscara de la fruta que sostenía, pero el escalofrío que recorrió la piel del niño fue peor cuando la boca de ese rostro se abrió para seguir riendo.

¡Ja, ja, ja, ja!

—Es muy entusiasta —comentó impresionado Wei Ying inclinándose para ver la fruta—. Debe haber reído mucho cuando apenas brotó.

Tomó la fruta de las manos de Sizhui observando la cara mientras intentaba no reírse por las expresiones inquietas de los chicos.

—Es inofensivo —aclaró Jiang Cheng—. Los ninmenju no son árboles comunes. Tienen frutas con rostros humanos y pueden reír o hablar en algunos casos.

—¡¿En serio?! —dijeron ambos chicos impresionados.

—Claro, ¿acaso no les enseñan nada? —preguntó Wei Ying impresionado y miró a su shidi—. Jiang zongzhu no les ha enseñado bien.

Pudo sentir cómo Jiang Cheng quería matarlo en aquel momento y Wei Ying se preparó por si tenía que esquivar algún golpe de parte del puño o las armas de su shidi. En realidad no creía que él los instruyera de una forma indebida, esos conocimientos eran algo difíciles y demasiado rebuscados para poder aprenderlos. Ese tipo de árboles no crecían en todas partes y era muy poco común verlos. Ni siquiera daban frutos todos los años, sólo cuando existía alguna condición particular para que emergieran de entre las hojas. Así que no era culpa de los niños no saberlo, pero estaba seguro que no lo olvidarían nunca a partir de ahora.

—Suelen reír, a veces hablan e incluso predicen el futuro —comentó Wei Ying mientras jugaba con la fruta que seguía haciendo ruidos de risas débiles—. Es una lástima no haberlo visto con todos sus frutos en plena época, no sabía que aquí también habría de estos... Increíble que este sobreviviera todo el invierno.

Miró la fruta entre sus manos. Observó la cara que carcajeaba y, en un instante, se la llevó a su boca para darle un mordisco. Las risas pararon y sólo se oyó cómo Wei Ying masticaba. El jugo se le escapó por la comisura de sus labios y su expresión se arrugó mientras el sabor agrio se le esparcía por toda la boca.

No lo soportó y escupió los pedazos de fruta masticada en el suelo a un lado del árbol.

—¡Es horrible! —declaró sin quitar la mueca de asco y se limpió la boca mientras le ofrecía el resto a los niños—. ¿Quieren probar?

Ambos chicos lo miraron con horror y se negaron.

—Dijiste que era horrible —dijo Jin Ling indignado.

—Oh bueno —respondió Wei Ying alzando los hombros—. Ustedes se pierden de ser inmortales, ¿quieres un poco, Jiang Cheng?

Apenas dijo eso, la mirada interesada de los niños volvió a instalarse en él y no pudo contener la risa.

—¡Es mentira! —aseguró Jin Ling.

—Bueno, no es una fruta de la inmortalidad, pero te deja los dientes más blancos.

Los chicos ya no le creyeron sus palabras. Sólo estaba queriendo molestarlos un poco. ¿Quién podía culparlo? Eran muy graciosas esas muecas impactadas cada vez que decía alguna tontería así, quizá ya habían sido suficientes risas.

Lanzó el resto de la fruta al pie del árbol imaginando que las hormigas se encargaría de devorar lo que quedaba y estuvo dispuesto a continuar, pero un sonido lo detuvo. Un ruido pegajoso que le dio escalofríos y lo hizo mirar hacia arriba de su cabeza. De entre las hojas oscuras, vio un animal aparecer con un millón de patas negras y unos ojos amarillos hambrientos que quedaban opacados por su viscosa boca rebosante de veneno.

Wei Ying no pensó en ese instante nada que no fuera alejarse de esa posición y tomó el brazo de Sizhui para apartarlo. Por su parte, Jiang Cheng hizo lo mismo con Jin Ling y sacó su espada viendo cómo esa bestia se retorcía en el árbol marchito.

Era el ciempiés más grande que había visto en su vida. Los anillos de su cuerpo se contorsionaron alrededor de la corteza hasta casi partirla y Wei Ying no fue capaz de calcular el largo de ese animal, pero superaba por mucho su altura y las enormes pinzas de su boca podrían arrancarle la cabeza.

—No dejen que los pique —le dijo a los chicos y éstos asintieron. Sería problemático lidiar con un insecto así de venenoso para ellos, tenían que matarlo pronto.

Antes que alguno pudiera moverse para acabar con el animal, otra bestia diferente surgió de entre las sombras del bosque y saltó encima del ciempiés para arrancarlo del árbol.

Apenas habían escuchado a esa criatura correr hasta donde estaban y el atardecer cada vez más presente les impidió ver claramente la forma que tenía. La luz del día cada vez se veía más ausente creando sombras monstruosas y desdibujando las realidad.

Wei Ying apretó su flauta de bambú y la respiración le pesó al sentir la gran cantidad de energía resentida que se empezó a acumular en el ambiente. Pensó en decirle a Jiang Cheng que se alejara con los chicos pero se quedó en silencio por la escena que se mostró frente a él.

La bestia destruyó el cuerpo del infinito ciempiés y sus viscosos jugos mancharon de oscuros colores el bosque. Vieron cómo esa criatura rasgaba la dureza impenetrable del exoesqueleto del animal y lo devoraba con ahínco hasta que no quedara nada. La energía resentida sólo aumentó mientras esa bestia se alimentaba y su cuerpo parecía crecer en tamaño. Sin embargo, algo le resultó familiar en ese animal.

El pelaje blanco con apenas algunas manchas le dio vueltas en la memoria. Ese mismo pelo brilló con la luz del fin de tarde y los ojos amarillos, grandes y fantasmales, se clavaron en su grupo, en él. Observó las orejas erguidas sobre la cabeza del animal y se dio cuenta que una de ellas estaba cortada. Wei Ying sintió que su propia boca se abrió por la impresión al ver a esa bestia levantándose hasta quedar derecho sobre sus patas traseras.

Era un gato.

Era ese gato.

Se veía igual que el que acarició esa tarde apenas llegaron. Era el mismo color de pelo y los ojos que le miraron como si albergaran un millón de secretos. Aun así, lucía mucho más grande, fuerte, humano, sobre todo cuando se paró como una persona frente a ellos, y vio la cola bifurcada danzando justo detrás del animal.

No era un gato ordinario y lo acababan de ver devorar un enorme ciempiés. ¿Ahora querría seguir con ellos?

Por más que sintieron el evidente peligro, no se movieron. Podía percibir cómo Jiang Cheng y los chicos estaban listos para atacar, pero Wei Ying permaneció pensativo observando cómo la energía resentida seguía arremolinándose alrededor del animal. Había algo que no terminaba de cuadrarle en esa escena, pero no podía definir qué.

—Creo que tienes algo para mí.

Esa voz fuerte y clara les hizo pegar un respingo. Era la voz de un hombre, la voz rasposa de una persona que había vivido muchos años y cargaba con una gran confianza, con una gran experiencia, pero no sabían de donde vino hasta que observaron mejor al gato.

¿Acababa de hablar?

—¿Eres sordo, chico? —espetó de nuevo y todos vieron cómo los labios de ese animal se movieron—. Dame ese frasco que tienes.

Sí, la voz venía del gato. Estaba parado frente a ellos y hablaba como si fuera un humano. Wei Ying había oído rumores y leyendas sobre la existencia de esas criaturas, pero jamás imaginó ver uno frente a él. Siempre había imaginado que esas bestias se comportaban de una forma diferente y se sintió incapaz de dejar de ver a ese monstruo felino frente a él. Debería sentirse preocupado, sorprendido o desconfiado, pero se encontró sonriendo con emoción.

—¡¿El gato habla?! —preguntó Jin Ling impactado sosteniendo su espada.

—Creo que no es un gato normal —agregó Sizhui sin dejar de ver a esa bestia que se cruzó de brazos impaciente.

Entendía la confusión de los chicos. Ellos apenas habían tenido algunas cacerías nocturnas, todavía no habían tenido oportunidad para explorar y ver qué cosas había en el mundo, aunque él mismo también se encontraba con sorpresa. Era la primera vez que veía uno de estos gatos con cola bifurcada y más aún le impresionaba verlo comportarse como una persona.

Wei Ying dio un paso al frente para acercarse al gato, pero Jiang Cheng puso una mano en su hombro para detenerlo.

—¿Qué crees que haces? —espetó de una forma dura y Wei Ying entendió que su shidi no quería que fuera imprudente, pero no tenía que preocuparse.

—Tranquilo, yo me encargo —respondió tomando la mano de Jiang Cheng para que lo soltara.

Apenas dijo esto, se alejó de su shidi para acercarse a ese animal. Podía sentir que Jiang Cheng quería volver a retenerlo para que no se acercara al gato, pero Wei Ying no sintió miedo. A pesar de la escena monstruosa que presenciaron, tenía un buen presentimiento. El animal era mucho más grande de lo que recordaba cuando lo vio en el mercado, pero aun así tuvo que inclinarse para poder hablarle. La energía resentida que rodeaba al gato lo recibió de una forma cómoda y sonrió mientras lo miraba.

—¿Maestro Geto? —preguntó recordando el nombre de la persona que Xue Yang le dijo que buscara y el animal sonrió enseñando sus colmillos—. Sí, tengo algo... pero Xue Yang nunca mencionó que fuera un gato.

—¿Decepcionado? —dijo entrecerrando los ojos y su cola bifurcada se movió mientras hablaba—. Nadie le dijo a ese tonto que podía enviarme gente de visita... Ya, dámelo.

Wei Ying buscó entre sus mangas para entregarle el frasco y vio cómo el animal lo tomó entre sus garras para destaparlo sin ningún problema. Sintió el aroma del aceite de pescado y también un ligero dejo de alcohol, lo que lo llevó a preguntarse qué tipo de mezcla sería esa que Xue Yang le dio.

Por su parte, el gato agitó el frasco un poco antes de beberlo de un solo trago. Bebió hasta la última gota y suspiró con satisfacción como si se acabara de beber el mejor licor del mundo.

—Nada mal, nada mal —dijo el animal mirando dentro del frasco para asegurarse que no había quedado ni un poco por probar—. ¿Qué quieres hablar conmigo, chico? Aunque puedo imaginar por qué ese desagradecido te envió, eres otro de los que han elegido el camino oscuro.

Observó cómo la energía oscura se arremolinaba a los pies del maestro Geto y éste simplemente la barrió con sus colas como si se tratara de simple polvo, como si se tratara de algo con lo que convivía hacía muchísimos años, al igual que él.

—No creo ser el único que eligió otro tipo de vida —murmuró Wei Ying de una forma astuta—. Creo que un gato que se ha convertido en algo muy cercano a un humano podría comprenderlo.

—Habla con más respeto, ¿cuántos años crees que tengo? —Se quejó analizando con sus ojos enormes a la persona que tenía enfrente y, de alguna forma, Wei Ying pudo darse cuenta que estaba intrigado—. No llevo tantos años de vida para que unos mocosos vengan a molestarme con sus problemas... Toma a tu gente, este no es lugar para hablar.

No sabía si sentirse impresionado por haber estado conversando con un gato o porque éste acababa de darle una orden.

Cuando se volteó para ver a los chicos y a Jiang Cheng, pudo sentir el desconcierto de todos y fue aún peor cuando les dijo que éste era el guía al que estaban buscando. Wei Ying entendía que parecía algo raro y que no deberían fiarse de una criatura que se notaba peligrosa, pero el felino tenía algo llamativo que lo hacía querer seguir hablando con él. Tal vez fuese por la energía resentida u otra cosa, pero quería seguirlo.

—Yo sé que es extraño —comentó refiriéndose al gato detrás de él—, pero creo que podemos confiar en él.

—¿Por qué tienes esa estúpida costumbre de confiar con tanta facilidad? —espetó Jiang Cheng con molestia—. Sólo quieres ir porque es un gato que habla.

—¡Pero Jiang Cheng! —se quejó porque, un poco, sintió que lo habían dejado en evidencia—. Sabes que es necesario y una oportunidad importante. Por favor, a esto veníamos, no intentes negarlo.

—¿Vinieron a buscar a un gato que se comporta como un humano? —preguntó Jin Ling casi sintiéndose estafado.

—No creo que sea eso —agregó Sizhui—. Tiene que ver con esa parte del cuerpo que nosotros encontramos, ¿verdad? Aunque no termino de entender qué podría tener que ver un gato así.

—Por eso es que debemos hablar con él —sentenció Wei Ying como si eso fuese suficiente argumento para que aceptaran sus palabras.

No hacía falta que le dijera más a esos niños. Era obvio que la situación que los llevó allí tenía que ver con A-Huang, pero era mucho más complejo el asunto. Ese gato sabía sobre la cultivación demoníaca, pero tenía algo diferente que Wei Ying quería averiguar. Necesitaba saber más, porque quizás así podría solventar uno de los errores de su pasado que seguía molestándolo ahora que revivió. No sabía si lo lograría, pero ahora seguir el camino que ese gato le mostraba parecía ser la única alternativa.

Luego de unos instantes, Jiang Cheng suspiró y cedió sin mucha paciencia. Sabía que su shidi no estaba de acuerdo con su forma de proceder, jamás lo estuvo, pero al menos coincidía que esto era necesario. Era uno de los motivos de su viaje y para lo que habían ido allí.

Cuando volvieron a acercarse a ese gato, éste parecía satisfecho porque al fin se habían decidido.

—Veo que convenciste rápido a tu alfa y a tus cachorros.

Ese comentario le dejó un poco perplejo y no pudo evitar mirar de reojo a Jiang Cheng, quien volteó el rostro sin querer observarlo. Claro, ya esas palabras deberían haberlo incomodado demasiado, pero no era su culpa que el animal dijera eso. No entendía por qué tanta gente se empeñaba en decir algo así sólo porque eran un alfa con un omega viajando junto a dos chicos jóvenes. No eran una familia y en realidad no le importaba que los confundieran, pero en ese instante pensó que tal vez a su shidi no le gustaría que pensaran así de él. Incluso quizá debía sentirse demasiado incómodo por esas palabras porque no quería que lo asociaran a él de esa manera.

—No es mi alfa —aclaró Wei Ying viendo al maestro Geto—, y tampoco son mis cachorros... Son...

—Ah, no me expliques, no me interesan las tonterías que hacen los jóvenes para complicar sus vidas —aseguró el gato negando y se volteó—. Síganme.

El animal se perdió entre los árboles y un poco se sintió asombrado al verlo correr en sus cuatro patas, como un gato normal. Le parecía fascinante poder observar a esa criatura. Había conocido muchas leyendas y presenció montones de ilustraciones sobre gatos que llegaban al estatus de una bestia mítica que imitaba el comportamiento humano. Sin embargo, jamás creyó que llegaría a ver uno. Tenía deseos de indagar más en los conocimientos de ese gato.

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Notas: Hola! Estoy emocionada porque ya conocieron a mi gato shizun jajaja No soy muy buena creando OCs, pero lo hice con mucho amor y espero les guste esta etapa. Es un nekomata y el otro yokai que aparece en el capítulo es un ninmenju, pero obvio que uso el concepto de estos yokai e les invento características para los capítulos. Así que no todo lo que digo es cierto, muchos detalles los agrego.

En fin, nos vemos en el próximo capítulo. Saludos!

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|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...