Capítulo 20: El Santuario de los Gatos

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Por más que sentía que todos dudaron en avanzar, Wei Ying fue el que dio el primer paso y los demás lo siguieron. Estaba muy tranquilo, por más que la noche estaba cada vez más presente y ese bosque parecía envolverlos en un aire peligroso. No tenía idea dónde el gato los quería llevar y se preguntó si no hubiera sido mejor dejar a los chicos en el pueblo desde un principio, pero ya no había tiempo para arrepentirse. Debía confiar que Jin Ling y Sizhui eran lo suficientemente fuertes para afrontar esa situación. Si no podían hacerlo, siempre estarían para protegerlos con Jiang Cheng. Sin embargo, no creía que pasara nada malo, por más que no tuviera ninguna evidencia que lo respaldara.

Además, ¿no seguían en el territorio del templo? Wei Ying pensó que, si esa era tierra sagrada, las personas dentro del santuario deberían estar en conocimiento sobre las criaturas que vivían en su territorio. ¿Los sacerdotes y sacerdotisas estarían conscientes de esto? Suponía que sí. Tal vez era un problema con el que lidiaban continuamente. Sin embargo, recordó la sensación extraña que le generó ese lugar y sintió que había algo que no terminaba de encajar para él.

A pesar de la desconfianza inicial, entre los espesos árboles cada vez más oscuros y laberínticos, continuaron siguiendo al gato y grande fue su sorpresa cuando el animal los guió de regreso hacia las escaleras del santuario y comenzó a subir. Fue extraño notar que habían regresado a las escaleras del santuario, porque parecía en realidad que habían caminado mucho más tiempo con ese gato y se preguntó qué había dentro de ese bosque que abrazaba la montaña.

Wei Ying miró a Jiang Cheng y a los chicos unos instantes antes de ascender de nuevo cuesta arriba por esas escaleras. ¿Por qué el gato subía hasta ese lugar? ¿No se supone que debería temerle a los sacerdotes dentro del templo? Es más, probablemente el dios que todos allí veneraban no estaría conforme con la presencia de una criatura como él. A pesar de esos pensamientos iniciales, Wei Ying se dio cuenta que la seguridad con la que avanzó ese gato no era propia de la de un intruso, un espía o un ladrón; sino la de alguien entrando a su propio hogar y eso le generó escalofríos.

El santuario ya no estaba como cuando apenas lo visitaron. Las personas que había visto rezando, paseando o comprando amuletos luego de dar sus ofrendas ya no estaban. En cambio, el ambiente se había tornado exageradamente frío cuando el sol terminó de caer y apenas algunas lámparas estaban encendidas para iluminar su caminar. La presencia densa y poderosa que había sentido apenas visitaron ese lugar sólo se acrecentó a medida que se dirigían al altar. Esa tarde, ellos no habían entrado al ver gente que se encontraba rezando, pero ahora estaba completamente vacío a excepción de una persona.

Wei Ying se asombró cuando vio a la sacerdotisa que los atendió esa tarde. La joven estaba arrodillada en el suelo en una correcta posición y, apenas ingresaron, ella hizo una pronunciada reverencia. Eso llamó su atención, más aún cuando notó que a quien estaba recibiendo era al gato.

—Maestro Geto, bienvenido —saludó la joven con una sonrisa levantándose—. Pudo encontrar a las personas que lo estaban buscando.

Eso le hizo pegar un respingo y recordó la pregunta que esa tarde realizó hacia esa joven, pero ella no había querido responder. ¿Cómo pudo saber que ellos buscaban a su maestro? ¿Por qué no lo mencionó antes? Quizás el gato siempre los había estado observando desde que lo encontraron en el puerto, cosa que no le parecía extraña.

—Cierra el santuario —ordenó Geto a la sacerdotisa y ella asintió—. Debemos reunirnos con los demás.

—¿Los demás? —repitió Jin Ling confundido, pero el gato sólo les sonrió.

El ruido de la puerta cerrándose detrás de ellos los alertó. Apenas habían notado cuando Ami se levantó para ir a cerrar las puertas del templo por donde acababan de pasar y, cuando se voltearon, la joven ya no estaba.

Mil vainas de lotoМесто, где живут истории. Откройте их для себя