Hammer
Este pequeño gamma es un cabezón, y ahora le duele el culo y me da patadas.
Se lo dije, le iba a doler, pero se montó a horcajadas sobre mí ayer por la noche, me cabalgó hasta arrancarme todas mis buenas ideas mientras gemía por mí, gemía por mi polla y mi nudo.
—Sé un puto buen alfa y anúdame, joder —comenzó a provocarme.
Lo sentía tan al borde, se estaba hinchando y su culo parecía dilatado, por eso cuando dio una de sus sentadas duras contra mi polla le sujeté de los hombros y me dejé ir.
Solo había anudado una vez a una alfa, y había sido una humillación para ella cuando no pudo deshacerse de mí delante de los demás.
Por muy superior que sea, entre alfas no nos anudamos, ni siquiera durante el celo de las hembras ellas permiten dejarse anudar.
Oven comienza a gemir pero ahora es de dolor, está hiperventilando, está queriendo sacárselo y entonces sí que tendrá un serio problema anal.
—Tranquilo. —Le abrazo inclinándolo sobre mí, mientras contiene las lágrimas de dolor, y yo soy incapaz de dejar de correrme, es pura fisiología— Solo serán unos minutos, Oven.
Se muerde los labios, y yo le acaricio apretando su cadera para que no se mueva y se haga más daño.
—Lo estás haciendo bien —le aliento, y a pesar de todo, de su dolor, de su cabezonería, anudar es mi instinto natural y él es mío, mi omega.
El pensamiento es espontáneo, Oven no es mi omega, ni siquiera es un omega, pero es mío y yo soy suyo, y se lo susurro al oído.
En un pequeño susurro que le relaja, mío, yo te cuido, yo estoy aquí, no te pasará nada a mi lado. Y son promesas a mí mismo.
Beso sus labios con suavidad y su respuesta es pequeña, pero está ahí. Se está adaptando, muevo por reflejo mi cadera, el aprieta los labios pero cuando los suelta es un gemido de placer, no uno de dolor, y comenzamos a movernos en esa pequeña franja de espacio que nos permite el nudo. Por primera vez en mi vida me corro otra vez después de haberle anudado, y es el orgasmo más alucinante que he tenido en mi vida.
Noto la viscosidad del semen de Oven en mi estomago, y su cabeza enterrada en mi cuello. El nudo va a tardar en bajarse, pero sé que a partir de ahora voy a necesitar anudarlo siempre.
Eso hasta que despierta, claro, no hay nada del dócil y sumiso gamma anudado, no hay nada de nada. Solo golpes, que no son nada para mí.
Le abrazo con fuerza.
—¿Necesitas que llame al sanador? —le pregunto serio.
—¿Y decirle que un puto alfa me ha roto el culo? —me dice encarándome, buena contestación.
—Lo tienes bien, te lo miré ayer.
—¿Mientras dormía? —me pregunta escandalizado—. Maldito pervertido degenerado.
—Debes de reconocer que fuiste tú quien lo pidió.
—Vete a la mierda.
—¿Tan malo fue? —le pregunto sincero.
—Me escuece bastante y siento que no se me va a cerrar nunca.
Me siento a su lado, parece que ya no me va a volver a patear.
—Para mí fue muy bueno, me gustaría volver a hacerlo. —Sonrió cuando le veo por primera vez asustarse de verdad. Ni si quiera me pega o insulta.
—No —le tranquilizo—, no ahora, sino cuando estés bien.
—No creo que vuelva a ocurrir.
—Acabaste gimiendo cuando te follé anudado, me pringaste de semen mientras tu culo me hacía casi alcanzar el cielo de placer por segunda vez.
Cuando intenta volver a patearme le detengo, no es difícil, y lo veo, una pequeña humedad en la tela de su pantalón, su pequeño pene erecto y húmedo.
Nada muy distinto de la erección que yo mismo tengo.
Noto su mano acariciando mis huevos, y tengo que sonreír.
—No, ahora no, pero lo haremos de nuevo así —le digo.
Y le beso para soltarle y dejar su culo tranquilo o de seguro no se le volverá a cerrar en un mes.
Hoy tenemos de nuevo asamblea, y el tema de los gammas estaba en la orden del día, lo que no esperé fue encontrar tanta hostilidad y desprecio contra ellos.
—Podemos traer a los gammas de las fronteras —propuso Dagger, ante los datos cada vez más bajos sobre el número de la casta.
—Esa no es la solución —me enfadé.
Y el gruñido de Dagger en respuesta a mi ofensa, me hizo inclinar el cuello para él por primera vez en años.
—Cada vez hay más betas —señalé—; los que viven en hogares independientes está estipulado que atiendan sus propias viviendas.
Las caras de los betas era de profundo rechazo, todos ellos tenían sus propios hogares y gammas limpiándolos, no iban a renunciar a perderlos.
—Ellos no tienen otra función, tienen techo, comida y protección, todos aportamos nuestro trabajo. Si esos apestosos andan lloriqueando deberíamos darles un ejemplo de lo que sería para ellos una vida fuera de la manada.
La vena de mi cuello se hincha por todo mi esfuerzo de no arrancarle la cabeza a ese puto beta que no era capaz ni de limpiarse el culo solo.
Pero la mano de Dagger se coloca en mi cuello, reteniéndome y calmándome a partes iguales.
—Los hogares betas los gestionan betas —sentencia— no habrá gammas en ellos.
Y una queja comunitaria se oye de fondo pero nadie se atreve a enfrentarse directamente al líder.
Tengo que salir de aquí, o pueden acabar las cosas mal para todos.
—Tranquilo, amigo —me dice Dagger a mi lado, acariciando mi cuello de nuevo.
Es complicado explicar cómo funcionan nuestras dinámicas alfas, pero la jerarquía lo es todo. Si tu alfa te dice que te tranquilices, tú lo haces.
Y yo no lo estaba haciendo, por lo que Dagger cambia su mano por sus dientes, mordiendo mi nuca.
Aquello sí consigue calmarme como si me hubiera inoculado un sedante.
Para nosotros no tiene nada que ver la edad, y que yo fuera mayor que él no hace diferencia, el rango sí. Y le agradezco que me calme.
—Llevas días con este tema, ¿qué ocurre? —me pregunta— Y no eres el único, Blue tampoco deja de hablar de las malas condiciones en las que viven los gammas.
Él es mi líder, y también es mi amigo, y yo tengo un secreto con el culo roto que necesito compartir, pero solo aprieto los labios.
Debo contárselo, necesito contárselo, pero sé que entonces, con toda seguridad, tendré que renunciar a Oven, y no quiero hacerlo.
Quiero decirme a mí mismo que todavía no, pero no quiero perderle nunca, y ese nunca era el problema real.
La mano de Dagger me acaricia el pelo revuelto, ese mismo pelo que hace poco Oven ha estado tiroteado de placer.
—Eres mi Primero, pero sobre todo eres mi amigo, Hammer. Puedes contarme lo que sea, trataremos de encontrar una solución —me dice mi líder y mi amigo.
Y sé que es el momento de contarlo, de poner en palabras mi relación secreta con un gamma poco común.
Miro a la sala del Consejo ahora completamente sola, sin esos putos betas privilegiados, es el momento, lo es.
Pero la puerta del consejo se abre, y quien aparece por ella no es ningún beta, ni siquiera un gamma de la limpieza.
Es Axe, y no viene solo, no lo hemos olido antes porque apesta al Segundo; un omega, un joven omega que huele a miel y canela, que hule a miedo y necesidad de protección bajo una capa de viaje demasiado grande para él.
La criatura más hermosa que he visto en mi vida, y teniendo a nuestro omega ya en la manada, es mucho decir.
El omega eleva sus ojos hechos de pura miel, y lo sé, ese omega es para mí.
Problemas que huelen a miel y canela.
Mandadme ánimos para que siga escribiendo que llevo días muy dispersa con esta historia y mira que me gusta. Tengo que acabarla.
Hasta el martes.
Besos
Sara