GATO: Deséalo y perderás [+18...

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Una joven oficial de policía deberá entrar al mundo del boxeo clandestino en los suburbios lugares de Londres... More

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EPÍLOGO
E X T R A

D I E Z | C O N F U S I Ó N

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By thebabypes

«Me sentía mal después de como la había tratado... Pero, al fin y al cabo, este era yo y ella debía saberlo»

Gato.

FELINA

Me encontraba en el despacho de mi jefe, con las manos completamente sudadas y tratando de evitar mover la punta de mi pie contra el suelo repetidas veces mientras el capitán me arrojaba una de esas fuertes broncas.

Una vez cada cierto tiempo, debía pisar el despacho de mi jefe para hablar del caso en privado. Aún no llevaba un mes, pero juraría que cada vez que tuviese que reunirme con el capitán en la comisaría terminaría de los nervios como en ese momento.

Me maldije en silencio, mientras también insultaba en mi mente a mi compañero de trabajo por haberle chivado al capitán sobre lo que pasó el día de la prueba de fuego. Quería hablar con alguien sobre todo y sabía que no había nadie mejor que Carlo. Pero no me imaginé, ni por un segundo, que le contaría que había puesto en riesgo la operación al sacar el arma delante de Gato.

—¡¿Cómo se le ocurre mostrar frente a un luchador su arma, agente?! —gritó y, a pesar de que tuviese las puertas y ventanas abiertas, los gritos se escuchaban desde fuera, y mis compañeros nos estaban escuchando, a pesar de que no pudiesen descifrar del todo la conversación.

Tragué saliva, mientras veía como el capitán casi le daba algo por la disputa que me estaba cayendo.

—Señor, con el debido respeto... —No dejó que acabase.

—Bécquer, has podido poner en peligro el caso al sacar el arma frente a 2 sospechosos. ¿Qué hubiese hecho su luchador de sospechar de usted? —inició la pregunta con la voz algo más calmada—. ¿Sabe lo que haría ante la mínima sospecha, agente Bécquer?

Yo solo sabía que, en cuanto llegase a mi piso me prepararía una tila.

Tragué nerviosa y asentí. Sí, sabía lo que debía hacer Gato ante la mínima sospecha y también sabía que me arriesgué al mostrar el arma reglamentaria que siempre llevaba frente a mi luchador.

Doy gracias a que Gato solo me preguntase porque la llevaba encima y esperaba que no me hiciera más preguntas futuras. Debía tener más cuidado la próxima vez.

—La mataría y perderíamos a una compañera —contestó ante mi silencio y observé a mi jefe mientras se desabotonaba un botón de la camisa porque parecía ahogarlo—. Su vida es muy importante, no la de su luchador.

Si, estaba claro que mi vida era más importante... Pero tampoco podría estar tranquila si aquel hombre hubiese disparado a Gato. En cierto modo, me preocupaba por él y empezaba a verlo de otra manera.

—Capitán, si no hubiese hecho nada, lo hubiesen matado y yo no podría quedarme a investigar el caso —mentí para poder evitar preguntas, como las que me hacía Cronos.

Y hablando de ese último, más le valía alejarse de mí en cuanto me viera.

—Lo sé... Pero si Gato la hubiese descubierto, se lo diría a Magnus y este te hubiese asesinado a sangre fría.

No respondí, prefería no hacerlo ante las posibles preguntas que me haría.

—Agente Bécquer, quiero que tenga más cuidado a partir de ahora —informó con voz más suave—. Lejos de que sea una novata, soy consciente de la inteligencia que tiene y todos sus antiguos profesores me lo han dicho... Pero el sitio que le hemos destinado es muy peligroso y cualquier sospecha, podría costarle la vida. —Apretó la mandíbula mientras se sentaba en su silla después de desahogarse—. Haremos lo imposible para que no le ocurra nada, para que todos mis agentes estén a salvo... Igualmente, tenga más cuidado. Sé que debía sacar esa arma, y gracias a que su luchador simplemente creyó que conseguirías esa arma para defenderte, pero no cometa ningún error más. ¿Le ha quedado claro?

—Si, capitán.

Más claro que el agua me había quedado y la tila me seguía esperando en mi piso. Pero tenía razón, debía tener más cuidado la próxima vez. No dejaba de ser policía dentro de un lugar tan oscuro como el boxeo clandestino. Y por mucho que supiera que Gato estaba sufriendo esos abusos de poder, al igual que todos los que trabajaban allí en contra de su voluntad, no dejaba de ser un luchador que mataría a cualquiera que se interpusiera en el camino de Magnus y ese hombre mandaría a asesinar a cualquiera que deseara. De imaginarme que Gato fuese obligado a hacerme algo, ya era bastante duro de imaginar.

—¿Hay alguna novedad en el caso? —preguntó el capitán.

—Todavía no. Nada que sepan ya.

—¿Y su luchador? ¿Ha encontrado algo relevante? ¿Por ejemplo su nombre?

Su nombre... Solo sabía que se llamaba Gato y que tenía todo el cuerpo tatuado, excepto su trasero, que solo llevaba una frase bastante sugerente. Ni siquiera sabía que edad tendría, pero a juzgar por sus ojos, debía tener 10 años más que yo. 34 años o un poco más. También sabía que algo malo le tuvo que haber pasado con su familia. Debía haber sufrido mucho y él, aunque no lo expresara, pedía a gritos ayuda.

—Es muy misterioso, capitán. No consigo que hable conmigo de cosas privadas suyas.

El capitán Anderson asintió.

—Ya lo conseguirá. Solo lleva unas semanas. No dude en contactar con sus compañeros en caso de saber cualquier cosa importante para el caso —habló mientras tomaba una taza de café, pareciendo que se olvidaba del caso para centrarse en otro nuevo que tenía en su mesa—. Ya falta poco para poder encerrar al cabrón de Magnus y que no haga daño a ninguna persona más.

Entonces, mi cabeza empezó a dar demasiadas vueltas, haciéndome miles de preguntas y preocupándome más de la cuenta.

Y decidí que debía hacerle dicha pregunta;

—Señor... ¿Qué pasará con esos luchadores una vez caiga Magnus?

Necesitaba saber que haría la justicia con ellos. Lejos de todo el mal que les obligaran a hacer, no dejaban de ser víctimas de una trama oscura. Eran personas que habían sido capturadas por una mafia para el beneficio y diversión de los ricos. Mientras la policía buscaba quienes colaboraban en las sombras a esa mafia, nosotros, los infiltrados, buscábamos pruebas de todo acto delictivo... Y no eran pocos. Suponía que debíamos tener ya mucha información, pero cualquier paso en falso, terminaríamos cavando nuestra propia tumba.

—No dejan de ser víctimas, pero lo más probable es que acaben en la cárcel, dependiendo de lo que diga el juez. —Aquella respuesta me asqueó, pero no quise decir nada más. El jefe vio mi gesto—. No está en mi mano, agente Bécquer.

Lo sabía. Él no era juez, pero igualmente podríamos hacer algo para ayudar a esas personas.

Me despedí y me fui más cabreada de lo normal.

🥊

Aquella tarde me encontraba en un gimnasio cerca de la zona donde trabajaba. Tenía tanta tensión en mi cuerpo, que necesitaba desahogarme haciendo ejercicio y al ver a Cronos entrenando aquí, sin lugar a dudas eso me incendió más por dentro.

Estaba tan cabreada porque le dijese aquel secreto al capitán, que podría sustituir las manoplas que él se había puesto para practicar yo mis golpes de boxeo por la bonita cara de él. Pero no era de ser buena compañera, aunque sabía que él debía percatarse de que no estaba muy contenta.

—¿La Felina está enfadada?

Di varios golpes más en uno de sus manoplas, el cual hizo mover su brazo y podía verle el rostro de como aguantaba cada golpe que asestaba con mis guantes.

—Si, no sabía que mi compañero fuese un soplón —contesté con enfado antes de que Carlo elevase la ceja, divertido—. ¿Sabes la bronca que me he llevado hoy?

Paré un poco para mirarlo a los ojos, enfadada y él apretó la mandíbula, asintiendo.

—Alisa, si no lo hacía era peor. No puedes mostrar tu arma, para algo llevas ese collar en caso de peligro. —Señaló el collar que llevaba puesto y no hice ningún gesto.

Solo podía recordar la imagen de aquel hombre sacando su arma y señalando a Gato, dispuesto a asesinarlo. Lo que él hizo luego, todavía me impacta, pero de volver a atrás en el tiempo, seguiría haciendo lo mismo para protegerlo. Lo iba a hacer, aunque volviese a caerme una buena bronca o una suspensión temporal.

Me acerqué a Carlo, enfadada y dije;

—Iban a matarlo delante de mí.

Mi compañero negó con la cabeza antes de advertirme;

—Alisa...

Elevé la ceja y pregunté;

—¿Qué?

Parecía que él sabía mucho más que yo sobre todo esto, sobre proteger a alguien que debías investigar. Mi trabajo era investigar a Gato y así poder encontrar cosas secretas de Magnus. Cuantas más pruebas, mejor. Pero lo cierto es que, viendo ahora las palabras que acababa de decirle a Carlo, parecía que me preocupaba más por él que por el mismo caso.

Y quizás tenía razón, pero no había que olvidar que todos ellos eran personas bajo un mando y que estaban oprimidos para hacer algo que se les había obligado seguir. Ninguno había elegido llegar ahí y, de ser así, no sabían las consecuencias de trabajar en un lugar tan lúgubre como ese.

—¿Qué parte de "no sientas nada por tu luchador" no has entendido?

Aquella pregunta, la cual me tomó por sorpresa, me enfadó tanto que arrugué la frente y elevé el tono de voz unos decibelios.

—No estoy sintiendo nada por Gato.

El rostro que me dedicó Carlo fue tan obvio que hasta yo me había fijado en como le había contestado. Pero era cierto, no conocía para nada a Gato. No pertenecíamos en el mismo mundo y yo le estaba mintiendo con toda mi vida, quien era, como me llamaba y hasta como actuaba. Gato jamás debía saber que era policía y lo investigaba. Y de él saberlo, seguramente no acabaría viva o, quizás, se enfadaría de tal manera conmigo que no me dirigiría la palabra.

No, no sentía nada por Gato más que comprensión por lo que estaba viviendo. Y esperaba que en un futuro siguiera siendo así. Debía centrarme en mi papel de ayudante y nada más. Tan difícil no era, ¿no?

—Ese hombre está muy dañado por dentro. Se lo veo en la mirada. Y hace unos días su jefe tuvo que amenazarlo, porque antes no estaba así y de pronto comenzó a gritarme —confesé mientras recordaba una y otra vez lo del fin de semana pasado—. Magnus tuvo que decirle algo muy fuerte para que estuviese así de alterado.

Y era cierto.

No estaba enfadada con Gato, ni por asomo, pero jamás le dejaría que volviese a tratarme como la otra noche. Por mucho que su jefe le amenazara. Debía ponerle al día para que me tratase con más respeto las próximas veces y lo mejor que podía hacer aquella noche, era irme. Gato no estaba en condiciones para hablar conmigo, al igual que no estaba en condiciones para hablar con su compañero Serpiente.

Eran víctimas, por mucho que me demostraran que eran lo contrario.

—Magnus no quiere que ninguno de sus luchadores se enamore de sus ayudantes —contestó Carlo, preparando de nuevo sus brazos para que dirigiera mis puñetazos a las manoplas que se había puesto.

—¿No es incongruente por su parte? —cuestioné y volví a pegar varios puñetazos.

Carlo aguantó muy bien mis golpes y preguntó;

—¿Por qué?

Lancé uno de mis mejores ganchos de izquierda, sonando un fuerte sonido del golpe y luego volví a parar, ante la atenta mirada de mi compañero.

—Metes a 2 personas juntas, la cual su ayudante ayudará a curarle las heridas y a escucharlo cuando lo necesita, si no es que llegan a hacer más cosas... —susurré y luego seguí. —¿No crees que muchos se terminan enamorando de sus ayudantes?

Había algo que no me cuadraba en ello y empezaba a pensar que era una estrategia para que el propio Magnus asesinase a sus luchadores para que entrasen nuevos y más jóvenes que les diesen más dinero.

—No es nuestro caso —contestó Carlo, volviendo a ponerse en posición, pero yo no me moví.

—Somos... Ya sabes... —Evité decir la palabra "policía" y él asintió, comprendiéndome—. Pero no me refiero a nosotros, sino a los otros ayudantes que no tienen nuestro trabajo.

Aquello dio que pensar al hombre que tenía frente a mí y se quedó más de un minuto pensativo, hasta que cayó en la cuenta.

—En parte, creo que Magnus lo hace para que no se sientan tan solo y a la vez para limpiar a algunos luchadores que ya no sirven. —Pensó lo mismo que yo y yo asentí—. Cada día hay más jóvenes que secuestran esta mafia para meterlos aquí a luchar ilegalmente. Cuanto más dinero, mejor.

—Exacto... Por desgracia, creo que esa es la respuesta a varias preguntas.

Volví a ponerme en posición y di un fuerte gancho en uno de sus guantes sin que él se lo esperase y sus quejas fueron bastante claras.

—Joder... No pensé que fueses tan fuerte. No está mal para ser una mujer —dijo divertido.

Por lo que respondí;

—No haberte puesto como voluntario.

Me preparé para dar varios golpes más, antes de cambiar de posición y fuese Carlo quien entrenase, cuando el tono de 2 teléfonos diferentes y, a la vez, sonó en el gimnasio.

Uno de esos teléfonos era el mío. Rápidamente me quité los guantes y miré el número extraño que me llamaba. Cuando elevé la ceja y miré a mi compañero, este también tenía su móvil en mano, mirando otro número diferente. Nos llamaban a la vez y eso no debía ser una sola coincidencia.

Un mal augurio empecé a sentir y contesté, alejándonos nosotros para poder escuchar a la otra persona que teníamos por teléfono.

—¿Felina? —preguntó una voz que reconocía, la cual ahora mismo no sabía quien era.

—Si, ¿quién es?

—Venecia. —Carraspeó antes de continuar. —Debes venir a la dirección que te enviaré dentro de una hora. Una vez leas la dirección, bórrala. Tu luchador pelea esta noche.

Arrugué mi frente y, sin despedirse de mí ni nada, colgó.

Me quedé un rato mirando mi móvil y, sin saber como cojones habían descubierto cual era mi número, me giré y vi a Cronos con un rostro de desconcierto igual que el mío.

—¿Gato pelea esta noche? —preguntó.

Asentí.

—Si... ¿Quién te llamo?

Señaló un número extraño de su móvil desechable y dijo;

—Mi luchador también pelea esta noche. —No dijo nada por largos segundos, antes de acabar por decir. —El contrincante de mi luchador es el tuyo, Felina.

***

Y hasta aquí el capítulo de hoy.

No ha sido largo ni mucho menos, pero este capítulo es importante para el futuro de la novela. Y les aseguro que el siguiente será muy, muy interesante ;)

¿Que piensan de este capítulo?

¿Y del capitán y de Cronos?

Nos leemos el próximo viernes ;)

Patri García

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