Los días habían pasado, parecía que los Larusso creían que si me movía me quebraria.
Mis padres me hablaron una vez, solo una, y nada más duro 6 min donde ni siquiera preguntaron como estaba, ni como me sentía. Y para que mentir, me dolió, me dolió mucho. Pero Anthony siempre estuvo para mí, si antes no nos despegabamos —según el sensei— ahora menos.
Al tener que estar en cama Anthony trajo sus videojuegos a mi cuarto temporal y así nos la pasamos; jugando videojuegos hasta la madrugada, o viendo películas.
Anthony obligado, claramente.
Ni loco iba a querer ver toda la saga de Harry Potter o la de Maze Runner, pero ponle ojitos de cachorrito mojado y listo, acepta.
Pero claro, sólo funciona conmigo.
Hoy puedo volver a la escuela, él médico ya lo autorizo. Dijo que la contusión sanará completamente en unos días, que tan solo me darían mareos por movimientos repentinos, por lo que aún debo de cuidarme.
Daniel nos llevó a su hijo y a mí, la primera en resivirme fue Lia, por supuesto.
— ¡Me alegra que ya estés aquí! Tenemos que ponerte al corriente en muchas cosas. Te la robo, Anthony. — entrelazo nuestros brazos y me arrastró dentro de la escuela.
— ¿Anthony? Pensé que lo llamabas LaRusso.
— Bueno, he llegado a la conclusión de que como ambos somos tus mejores amigos ambos nos debemos de llevar bien.
— Claro... —murmuré sin creerle del todo.
— ¡Hey Camila! Qué gusto verte de nuevo por acá, ¡nos vemos en
historia! —fruncí el ceño viéndola alejarse.
¿Quien era ella? Ni idea.
— No la conozco, ¿y tú? —pregunté hacia Lia.
— Es Emily, si no recuerdo mal. —respondió arrugando el ceño tratando de recordar— No importa, todos se enterraron de lo que te paso, tal vez sean así por hoy. Pero dime, ¿como te pasaste estos días pegada a Anthony?
— No empieces Lia Cabrera. —reí cortamente al pensar en lo que iría la conversación.
— Anda, dimeee —me sarandeo un poco.
— Nada del otro mundo.—me encogí de hombros, mientras ponía mi contraseña en mi casillero.
— Para mi que no me estas contando algo. —se cruzó de brazos.
— Sabes que jamás te guardaría un secreto. Excepto si salgo con Noah Schnapp, ya sabes, para la privacidad y eso. —mencioné divertidamente.
Lia rió.
— ¿Qué clase tienes? —revisé mi horario.
— Matemáticas.
— Uy, yo tengo Literatura. ¿Te veo después?
— Claro.
Se despidió con un beso en la mejilla y se fue... Se fue con ¿Anthony?
No quise darle tanta importancia, y lleve mi vista a mi casillero de nuevo. Pero escuché sus risas, y volte de nuevo, ambos conversaban mientras reían.
Sin darme cuenta estaba apretando mucho la puerta de mi casillero, me di cuenta cuando empezó a doler.
— Mierda. —susurre mirando mi mano, mientras se ponía roja.
<<No es nada, es una platica de amigos, sí, de amigos..
¿¡PERO PORQUE ME ENOJA ENTONCES!? >>
Decidí ignorarlos he ir a mi siguiente clase.
Las clases siguieron, y ahora la clase que tenía era historia y tenía que pasar por los vestidores de hombres para ir al salón.
— ¡Hey! ¡Hey! —oí a alguien gritar.
Me acerque a ver que pasaba, y como no, era Anthony y la bola de idiotas.
Anthony salía corriendo de los vestidores con ¿ropa en las manos?
Kenny veía detrás de él... en boxers.
Oh mierda, aquí vamos de nuevo.
Todos los que estaban ahí se empezaron a reír. No le encontraba lo gracioso a decir verdad.
Un Kenny avergonzado miró para ambos lados, y se metió enseguida al vestidor cerrando de golpe la puerta.
Avancé hasta donde Anthony, chocando mi hombro con el suyo.
— ¡Hey, mira por don- —dejo la frase en el aire. Anthony me miró enojado por unos segundos, al ver que era yo, su rostro cambió a uno nervioso.
— Camila, yo.. —trató de acercarse, pero retrocedí.
— Ya no te diré nada, nunca entiendes. —negué mirándolo, Anthony apretó los labios asintiendo.
Me fui de ahí rápidamente, por más que Kenny me llamara "traidora", estas "bromas" me seguían sin gustar.
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Omnisciente POV.
Más tarde, en casa de los Larusso Anthony se acercó a Camila en la sala, pues en la escuela trató de ignorarlo lo más que pudo.
— Cami yo...
— ¿Te disculparas? Ahorratelo, Anthony. Cuando me pediste disculpas a mi, te dije para tener mi perdón al 100% que le tendrías que pedir disculpas a Kenny también, no veo que lo hagas.
— Lo sé, es solo que...
— ¿Es solo que?
— Lo haré cuando pueda.
— Que yo sepa siempre tienes tiempo.
— Bien, te prometo que lo haré. —la castaña lo miró entrecerrando los ojos sin creerle del todo.
Hasta que una idea pasó por su mente, o más bien, un recuerdo.
Levantó su meñique, él la miró con una sonrisa; pues eso lo hacían a los 5 años cuando prometían no comerse los dulces del otro. Y pues... nunca cumplian, con esa promesa, todas las demás sí. Era algo suyo, algo que ambos seguían valorando como el primer día.
Anthony entrelazo ambos meñiques.
— Por el meñique. —dijieron a la vez.
— Pero esta vez si cumple, no como a los cinco años. —Camila golpeó levemente su hombro.
— ¡Hey! Te recuerdo que tu tampoco cumplias.
— No diré nada hacerca de eso, tengo que ir al entrenamiento.
— Cuidate.
— Siempre lo hago, Thony.
— Si como no. —Camila tomó su distracción como una oportunidad para darle un buen zape.
— ¡Deja la violencia!
— ¡No! —le sacó la lengua, Anthony sonrió.
Mientras los adolescentes discutían, los adultos los veían con ternura desde la cocina.
— Acabarán juntos, lo sé. —le dijo Amanda a su esposo.
— Ojalá y si.
— Cami lo hace muy feliz, esa sonrisa jamás la tiene cundo no está ella, ¿lo has notado?
— Sí Amanda, ambos están tan enamorados del otro pero ellos aún no se dan cuenta.
Camila salió de la casa LaRusso, al llegar a la dirección que le mando Miguel pensó que se había equivocado de dirección.
Por suerte Bert acababa de llegar también, y le indicó por donde era.
— Bien, el tiempo se agota ¿Alguien tiene alguna amiga? ¿O conoce a alguna chica?
— Ya todos dijieron que no, sensei.
— Enserió, sensei. La chica del debate es buena candidata.
— Sensei, creo a que deberíamos darle una oportunidad —comente.
— Bien. Gafas, Miguel, Hamilton, iremos después del entrenamiento. Ahora, ¡a correr! Excepto tu Camila, siéntate.
— Sensei si pue-
— ¡Dije siéntate! —gritó.
— Poco más y me deja sorda. —dije tocandome el oído.
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Tal como había dicho el sensei, salimos del entrenamiento y fuimos al debate.
— La pena capital es una sanción del estado de California. Desde marzo del 2019, se detuvieron las ejecuciones por una notoria emanada del gobierno...
— ¿Sensei? ¿Qué no el debate es de nerdos?
— Pues este está interesante, eh. El chico parece que se orinara en cualquier momento por los nervios. —reí. El senséi también rió, mirándome.
— Lo es, Miguel. —comentó— Por eso nos vamos. Tienes razón. No renunciaré a la división de chicas. Estoy siendo original, mira.
— Esta bien.
El sensei le pasó una mochila negra a Miguel, este la abrió ¿y sacó una peluca?
— Sensei...
— ¿Viste la película de Ladybugs? —Miguel negó— La vi con una chica, larga historia. Es sobre un entrenador que nadie respeta, y su equipo de fútbol femenino apesta. Hace que su hijastro se vista de chica y empiece a ganar.
— ¿Quiere que Miguel se vista de chica? —pregunté frunciendo el ceño, el senséi negó.
— ¿Qué? No, debe ganar la división de chicos. Aliento de gorila. No es el mejor, pero puede derrotar a las chicas. ¿Qué opinan?
— ¿Honestamente? Muchas cosas, no sé por dónde empezar.
— ¿Enserió? ¿Eso fue lo mejor que se le ocurrió? —pregunté.
El sensei iba a responder, pero el debate se puso... digamos que interesante.
— Mi oponente es un idiota. —habló la chica apuntando al su oponente— Sus pruebas y sus argumentos no tienen sentidos y morí de aburrimiento. Lo que es irónico, porque debatimos sobre la pena de muerte. —lo último lo comentó con gracia, provando una risa mía.
— ¿No le restará puntos por falta de decoro? —pregunto su oponente.
— Al diablo el decoró. ¿Quieres saber que opino sobre la pena de muerte? — la chica camino hacia el chico decidida, llegó a su lado y rompió su libro. El chico retrocedió asustado.
— ¡Oye mi libro!
— Cometelo. —le aventó su libro, o lo que queda de el— Cedo mi tiempo.
— Sensei, a ella me refería. —habló Bert— Le encantan las actividades...
— Cállate Bert.
—... Encontré a la chica más ruda del valle.
—No bueno. —me crucé de brazos.
— Esta bien, la segunda. —dijo, y sonreí. El senséi también sonrió mirándome.
¿Es raro que de alguna manera lo empiece a ver como un padre?
Dude si cambiar el cap del parque para que se adapte más a este, pero al final no me convenció.
– Luisa <3