lost the game

By powako

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"¿Me quieres, cariño?" "Si, Hanma, te quiero" Hanma y Kisaki podían fingir el abismático amor entre ellos so... More

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀the game.

lost the game, i can't get lower.

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By powako

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Lo mas fuerte es la necesidad, dominando todo sentido que acopla lo idóneo hay ninguna necesidad de subyugarse debajo los adoquines el imperio del menester. Las personas estaban llenas de requisitos; y no aman sino a aquellos que pueden satisfacerlas completamente sin restricción.

De ningún modo, Kisaki se había rebajado a las tantas necesidades frecuentes que podía percibir en otras personas. Sin embargo, Kisaki era solamente un humano, no un Dios, incluso si el se izaba como tal al ver las marionetas moverse cuando se lo ordenaba, pese a ellos, tenía necesidades, tres de ellas.

La venganza; una pobreza del espíritu obstinado en devolver el daño que ha recibido. Sin que la necesidad de poder derrotar el aliciente del resarcimiento, la rabia, el orgullo, la ira y el disgusto sea descifrable.

Hinata Tachibana; insaciable amor alojado dentro que rasga contra sus ideales devotos, cercenando la magnética hendidura correcta sin inexactos. Porque la necesidad de vehemencia era ella.

Shuji Hanma; una necesidad inculta que a Kisaki lo abrumaba, lo descolocaba en tantas formas que no podía siquiera racionalizarlas.

Se sentó en las escaleras con la espalda descubierta hacia Hanma. Todos sus instintos le gritaron que se volviera, que se protegiera de todo a su alrededor sin tener un nudillo de confianza. Apretó los dientes, luchando contra el impulso con toda su desapacible voluntad. Podría ser un omega, pero no era una jodida perra dócil que se dejaría dominar por la sumisión, no sería obediente; degradándose.

Los pasos se hicieron más fuertes cuanto más se acercaba Hanma. Un escalofrío le recorrió la espalda y todos los pelos de la nuca se le erizaron. La grava crujió bajo sus pesadas botas. Como siempre, su paso sobre el suelo era perezoso y despreocupado.

─ ¿No se supone que los omegas deben estar arropados y durmiendo a esta hora? ─ él bromeó, con sonrisa de socarronería en sus labios.

El tono, como siempre, lo cabreó. Sus uñas se clavaron en las palmas de sus manos; intentó de mantener su apariencia apacible. Los alfas eran estúpidos y solo buenos follando cualquier agujero que se les pusiera al frente como un perro con un hueso. Se puso de pie, poniendo sus músculos en una pose relajada. Kisaki metió las manos en los bolsillos y movió los hombros.

─ Llegas tarde.

─ ¿Uhm?

Podía escuchar la sonrisa en su voz. Hanma pasó junto a él y lo miró fijamente a la cara. Su cabello estaba suelto y desnudo de su gel que habitualmente poseía logrando un efecto hacía arriba. Kisaki le devolvió la mirada con la expresión de aburrimiento que se había entrenado para tener en la pluralidad de situaciones. Su olor era lo único que traicionaba el estado en el que se encontraba.

El ciclo de apareamiento, calor o celo era algo molesto por lo que todos los omegas tenían que pasar. Él no fue la excepción a esa regla, lamentablemente. Lo que hacía desaparecer el calor en pocas horas era un nudo, así que ahí estaba. Y allí estaba Hanma, justo frente a él como un alivió intensivo, irónicamente.

─ Quince minutos tarde, para ser exactos. ─ acomodó sus gafas hacía arriba, mirando en el transcurso de segundos el cuerpo de Hanma.

Hanma sonrió, inclinando la cabeza hacia un lado. Respiró hondamente, inhalando como un fumador la nicotina, drogándose con las esencias moldeadas a su piel y emborrachando su sistema con el líquido adherido a su paladar al olfatear el aire circundante con meticulosidad.

Apretó las mandíbulas, el fuego en las entrañas de Kisaki rugió cobrando vida. Podía sentir la mancha de lubricante comenzar a acumularse en el agujero de su trasero; como vertiente esperando desembocar.

─ Mmm, no has entrado en celo ─ dijo, dando una última calada al aire exuberantemente envuelta en melaza ígnea. ─ No aún.

Le tomó un momento reunir sus pensamientos en una oración, sellándolo en sus labios sin darle el gusto de dejar que Hanma lo condujera a una vía descarrilada del no poder contestarle.

─ No soy tan estúpido como para salir a la calle en medio de un calor ─ respondió con fingida calma y obviedad absurda, entornando sus ojos. Hanma volvió a reír.

─ ¿No? Si no tuvieras mi polla a tu servicio, ¿No saldrías en busca de una? ─ tomó de la barbilla a Kisaki, relamiéndose una esquina de su labio inferior donde una pequeña cortada reciente se dejaba ver, un indicativo de el porque había llegado quince minutos después, se debió haber involucrado en una pelea cualquiera.

Enarcó ambas cejas y con un perezoso parpadeo quito la mano de su rostro con un manotazo, dando la espalda a Hanma.

─ Llamaría a uno a mi apartamento ─ dijo, como si no fuese nada ─ Vámonos.

El camino hasta su casa desde allí fue corto con una tensión atravesando cada capa de si mismo, enclaustrándolo en un pináculo de contingencia. Cada paso se hizo más difícil que el siguiente, el óbice que explicitaba su cuerpo lo volvía casi lánguido. A Hanma le encantaba caminar detrás de él. Era como si supiera que lo ponía nervioso al disminuir y aumentar sus pasos. Podía sentir sus ojos recorrer de arriba hacía abajo de su cuerpo, como un depredador a una fructífera presa.

─ ¿Vas a dejar que te pague esta vez? ── preguntó, tratando de soslayar el progresó de la languidecía fermentación de su aún coherente cuerpo.

Hanma arqueó una ceja y se frotó su labio inferior con un dedo pulgar. Esbozado en sus labios una sonrisa ufana.

─ Verte llorar mientras mi polla esta dentro de ti es un pago suficiente. ─ Se negó indolentemente al ofrecimiento de Kisaki. Hasta ahora, Hanma no había aceptado ninguna paga por su 'servicio' sin importar cuantas veces lo preguntaba.

Lo que hizo que su arreglo fuera perfecto e irreprochable fue que Hanma sabía cómo mantener la boca cerrada. El último alfa con el que había estado tenía que ser tratado. Era molesto tener que cambiar de pareja cuando se sentían demasiado cómodos. Cuando pensaron en Kisaki como suyo.

Buscó las llaves durante unos segundos antes de entrar a la casa de su familia. El genkan estaba iluminado con luz automática. Hanma aun se colocaba detrás de él. Kisaki estaba al tanto de cada movimiento que hacía con su olor envolviéndolo.

Sus rígidos pezones rozaron una y otra vez la tela de la camiseta que llevaba puesta. El silencio se prolongó a través de las paredes entre ellos mientras se quitaban los zapatos y entraban en la sala de estar. Ninguno de los dos tocó al otro.

Todo era parte del juego que jugaban, ninguno de los dos de molestaba por eliminarlo. Kisaki se humedeció los labios rosáceos.

Caminar con una erección no era cómodo, dolía en toda su expresión pélvica, agarró una botella de agua de la nevera y subió las escaleras hasta su habitación. Crujieron bajo su peso. Estaba seguro de que Hanma podía oler con explicites la mancha de lubricante resbaladizo comenzar a gotear; trazando como una marca de éxtasis sus ropas interiores.

Kisaki mordió el interior de su mejilla. No entraba suficiente aire en sus pulmones. La sangre rugió más allá de sus oídos, su piel sucumbió contra la sensibilidad; erizándose por completo. El sudor le pegaba la camisa por la espalda. Abrió la botella de agua y bebió de ella. Cuando llegaron al rellano de la escalera, Kisaki tuvo que detenerse.

Sus lentes se empañaron por el calor que emanaba de su cuerpo calinoso ante las sensaciones incontrolables que iniciaban a consumirlo empíricamente sobre su situación lasciva.

Hanma se detuvo justamente detrás de él, lo suficientemente cerca como para sentir su respiración contra su cuello que parecía quemar su piel ante el envío de corrientes ensordecedoras por la necesidad acostumbrada a la inercia. Un alfa estaba a centímetros de su cuello. Sus dientes estaban justo donde podían marcarlo, Hanma tenía la oportunidad de marcarlo como suyo.

─ ¿Por qué razón te detienes? Estamos cerca de tu habitación ─ hizo saber Hanma, el aliento denso de su habla colapso encima de su piel, su sangre bombeo a sus orejas tintándolas de un matiz rosa por la voz del alfa; gruesa y ronca.

El subido de tono en necesidades carnales que surgió de sus labios rozó su piel. El ansia se apoderándose de su cuerpo, un aliento irregular salió de su pecho ardido en euforia. La parte que más odiaba del calor era perder todo pensamiento racional.

Volvió la cara y miró a Hanma. Odiaba esa jodida cara con todo lo que tenía.

Sus largas pestañas revolotearon, sus ojos húmedos comenzaron a perfilar con su iris azul cobalto. Sus labios esbeltos, pero pulposos, que siempre tenían un sabor vigoroso y perdurable entre sus pliegues. El filo de sus ojos, rasgados y acompañados de un par de cejas delgadas que acentuaban su rostro. Su recta nariz respingada, varonil y que encajaba con sus delgados pómulos. Su barbilla cuadrada descendida en un cuello largo y ancho.

Le hizo sentir cosas que no quería sentir, una necesidad que nunca podría satisfacer. Una necesidad que nunca se permitiría reconocer fuera de estos momentos entre los dos.

Gravitaron el uno hacia el otro; quería su boca sobre la suya. Se humedeció los labios antes de estrellarse contra él. Hanma gruñó en el beso, en un movimiento súbito y violento, lo empotró contra la pared más cercana.

En el momento en que sus lenguas se tocaron, el fuego en su vientre acarició rigurosamente todo su camino a través de su cuerpo humeante de embriaguez.

Kisaki jadeó, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Hanma, poniéndose de puntillas para llegar más abajo de su boca, presionando su cuerpo contra el suyo. Las manos de Hanma encontraron la parte posterior de sus muslos y lo levantaron fácilmente.

─ Mierda ─ la maldición fue un gemido dulce.

Sus bocas consiguieron unirse de nuevo; la lengua de Hanma recorría su pequeña cavidad bucal. Era lascivo y hambriento, un beso escabroso e inmoral donde sus salivas, espesas, se mezclaban en una sola acuosidad en donde sus respiraciones salían espesas sobre el poco aire que salía entre sus labios.

─ Estás desesperado por esto ─ dijo con esa molesta sonrisa pintada en su rostro. Hundió sus dedos en la corta cabellera de Hanma, sin permitirle alejarse del contacto profano de sus bocas.

El sabor cobrizo de la sangre hizo aparición su boca cuando mordió el labio de Hanma. Siseó entre dientes y lo golpeó contra la pared. El placer se combinó con lo hiriente cuando una nueva oleada de lubricante se deslizó por las mejillas de su trasero. Kisaki lamió la boca de Hanma antes de besar su camino hasta su largo cuello.

Sus erecciones se sentían por debajo de la ropa. Duras y palpables al contacto. Kisaki tembló al sentir a Hanma comenzar a frotarse contra él, manchando sus propios pantalones con el lubricante.

─ Estas tan jodidamente mojado. ─ pronunció, cepillando el borde del labio superior de Kisaki con la punta de su lengua, haciéndolo jadear, comenzó a restregar su trasero sobre la erección de Hanma quien gruño ronco y duro contra su cuello. ─ ¿Acaso quieres que te folle contra la pared?

Recalcado sus palabras en posibles acciones, presiono completamente su espalda contra la fría pared. Sin espacio para moverse, sin espacio para escapar, tal como a ambos les gustaba.

Hanma deja escabullir una de sus manos, estrujando y apretando fuertemente una de sus nalgas con el deleite famélico. La gorda polla de Hanma se posicionó entre las mejillas de su trasero. Enrosco sus piernas temblorosas a la cintura del alfa para no caer al dar pequeños y repetitivos saltos sobre la gruesa y larga polla que deseaba tener dentro.

─ Saltando sobre mi polla de esa manera ─ el alfa lo miró fijamente. Hanma se acercó más a el hasta el punto en que no podía estar más cerca. ─ ¿Acaso quieres empujar toda mi enorme polla en tu estrechó agujero? Tener mi nudo llenándote y estirándote hasta abultar tu estómago ¿Eso quieres? Puedo joder tu lindo trasero aquí mismo si estas tan desesperado.

Sus dientes se hunden en su labio inferior, tratando de tragar los sonidos de necesidad que intentan brotan de su garganta por los cuestionamientos.

El nudo de Hanma atascado en su entrada apuñalando sus paredes internas hasta dejar un bulto en su vientre por lo grande y grueso que se vuelve su pene con el nudo sería la cúspide de la saciedad para su celo que desaparecería y le dejaría de molestar. En cambio, una parte de si mismo no lo quería, no tan rápido. Deseaba disfrutar cada atención que le diera Hanma a su pequeño cuerpo necesitado.

A Kisaki nunca le ha gustado el caminó fácil a lo que ansia tener, está mas de consciente que si lo exige, Hanma lo cederá, pero los dos saben que ninguno quiere que esto acabé, no tan pronto.

Negó con su cabeza, retorciéndose sin parar el roce sobre la reciente erección de Hanma que se sentía especialmente bien contra su respingoso trasero, sus grandes manos apretaron sus muslos.

─ Habitación ─ gimió al sentir la punta dura de la polla de Hanma tocar su agujero bajo las telas de las ropas húmedas, arqueo levemente su espalda, buscando de nuevo ese contacto placentero.

Hanma dejo caer sus calientes labios contra los suyos un corto beso antes de apartarse, tarareando en afirmación a lo dicho por Kisaki.

Llevándolos a los dos a su habitación, abrió la puerta de una patada brusca y lo colocó en la cama. Se quitaron las camisas dejando sus pezones rosados fuera, deslizando sus pantalones y los calzoncillos. Kisaki suspiró cuando su pene rojo de excitación se liberó de los confines de su ropa interior, tan empapados con la mancha que se arruinaron de todos modos.

Hanma lo miró desde arriba. Todo extendido, sonrojados y aturdido en los deseos carnales que espesaba su cuerpo. Kisaki fue a quitarse las gafas, pero lo detuvo.

─ No, quiero que me mires. ─ Hanma acomodó las gafas sobre las mejillas matizadas por un sonrojo delicioso ─ Quiero que mires bien a quien te va a follar hasta que no puedas pensar en algo más que en mí.

Kisaki logró enfocar su vista, miró fijamente la extensión del cuerpo de Hanma. Desde donde estaba, podía ver cada sombra de cada músculo fuertemente trabajado, las largas líneas de su complexión tonificado. Bajando sus fanales ojos azules hacia lo largo y ancho de la polla que se posaba entre las piernas largas de Hanma, la cual pronto se enterraría dentro de él.

La polla se erguía, alta, gruesa y corpulenta. Se humedece los labios mientras lo mira. Abriendo más las piernas al ver la gran polla de Hanma e inclinó las caderas hacia arriba, un acto de necesidad acalorada.

Los ojos de Hanma se oscurecieron, su sonrisa se estiró en su rostro. Kisaki se mordió el labio inferior, incapaz de controlar el deseo que corría por sus venas calientes. Los hermosos rasgos de su rostro se acentuaron bajo ese destello depredador.

─ Me quieres.

No pudo evitar ahuecar su polla ante el sonido de la voz ronca. Se estremeció y asintió. Haciendo sonreír al alfa cuando hace que el omega se sacuda debajo del cuerpo que lo cubría su pequeño figura.

─ Sí ─ jadeó, sus largas pestañas agitándose por la humedad de sus ojos azules, nublados por la neblina de lujuria cada vez mas pastosa.

─ ¿Cuánto?

Kisaki se levantó sobre los talones de sus pies, giró su pequeño cuerpo, poniéndose sobre sus manos y rodillas, dejando caer su polla por el movimiento. Con las piernas abiertas y el trasero hacia arriba; presentándose mojado por su lasciva necesidad.

Su tierno y rosado agujero deslizaba abundante lubricante por sus muslos como miel caliente; tentadora. Contrayéndose al sentir la mirada de Hanma encima suyo, sus pezones contra las sábanas buscando un poco de fricción para ser capaz de alivianar su doloroso y lloroso pene.

─ Esto es mucho ─ dijo, cerrando sus ojos como un insuficiente intento de calmar los pecaminosos deseos que atacaban su mente por la demostración tan obscena delante.

La polla de Hanma se contrajo con interés desenfrenado. Extendió la mano para tocarlo, las mejillas del trasero de Kisaki era suaves debajo de su gran mano. Contrastando un toque delicado sobre la mejilla derecha y un ardor vasto que sacó un gemido glorioso de los labios carnosos cuando aterriza una bofetada en la otra.

El movimiento ondeante del trasero luminoso y jugoso con el lubricante húmedo saliendo sin parar de esa pequeña entrada al ser azotado por las manos de Hanma.

Mierda, esa linda entrada, tan apretada antes y después de que pusiera su polla dentro de ella. Siempre tan mojada bajo su toque, contrayéndose por la anticipación de tener una polla dentro que le penetrara hasta su agotamiento.

Relamió sus labios, golpeando una vez más el regordete trasero de Kisaki, viendo nuevamente como gotas gruesas y espesas de lubricante bajaban por todo su perineo, descendiendo como un aderezo al postre principal por sus muslos gruesos y carnosos.

Kisaki echó la cabeza hacia atrás y trató de sofocar el gemido atascado en su garganta cuando los dedos de Hanma frotaron su agujero sin entrar; extendiendo la mancha de lubricante al alrededor de su entrada necesitada.

Fruncido su ceño, cuando Hanma retiró sus dedos, miro sobre su hombro, abriendo su boca dejando escapar un jadeo silencioso ante la vista de los dedos gruesos y largos de Hanma empapados de su lubricante, metiéndolos a su propia boca y lamiéndolos con exquisitez.

─ ¿Qué quieres que haga, Kisaki? ─ preguntó, humedeciendo los labios al poner de nuevo su vista en el cuerpo del omega embriagado por su propio celo caudaloso de estímulos.

Las palabras eran grandes e incómodas dentro de su boca. Quería que hiciera de todo y que nunca se detuviera, que lo siguiera jodiendo para siempre. Sus respiraciones salían de él en movimientos desiguales y le devolvió la mirada.

Los motes en los iris de Hanma eran hambrientos, sus labios delgados y tortuosos relucientes al haber lamido su lubricante, su pecho musculoso trabajaba en respirar casi pesadamente. Se sintió especialmente al ver la polla del alfa palpitar con sus venas realmente marcadas en la piel enrojecida, Hanma estaba igual de necesitado por Kisaki.

─ Fóllame ─ jadeo la única palabra que su garganta lograba ocasionar ante el ahogamiento de su profundo apetito.

Hanma tarareó y volvió a lamer los dedos que había usado para esparcir la mancha alrededor de su agujero. La desesperación le arañó el estómago. Quería la polla de Hanma; lo quería ahora. Él lo necesitaba llenando su interior hasta abultar su vientre, estirando su agujero con su polla gruesa, encerrándolo con su nudo sin dejar que ninguna gota de semen se despreciara, quedando enteramente dentro de la tersura piel de su entrada.

─ Hanma ─ llamó lastimero, la sensación acalorada estancándose dolorosamente en su interior al no tener a Hanma profundamente extasiando su cuerpo y desmantelando su mente entre caricias.

─ Quiero comerte primero. ─ Kisaki apretó los dientes. Un gemido escapó entre ellos. ─ Pero si quieres mi nudo, entonces...

Él se movió, levantando su torso pegado en la cama, negando con la cabeza ─ ¡No!

─ ¿No?

Gotas de sudor rodaban por su frente, la nuca, la espalda. Su pecho subía y bajaba en un ritmo descarrilado e incontenible por el aturdimiento espeso que se concentraba en su cuerpo atrapado en las redes de la lujuria.

─ Tu boca, dame tu boca ─ pidió entre respiraciones calientes, aceptando el deseo hambriento de Hanma. Mordiendo su labio interior, esperando una acción o una respuesta; el omega obtuvo las dos.

El alfa uso su mano para agarrar el pecho de Kisaki, jugando y maltratando el pezón con los grandes y largos dedos, sacando jadeos antes de darle un besó en la espalda baja.

─ Date la vuelta, quiero ver tu rostro mientras te folló con mi lengua.

Un establecimiento atravesó toda su columna, su cuerpo casi débil ante el pequeño roce de la boca del alfa contra su piel caliente, dejo caer su cuerpo, girando y dejando su espalda sudada pegada a las sábanas desordenadas y manchadas por el lubricante que caía.

Abrió sus piernas al ver a Hanma directamente a sus ojos depredadores que captaban con detalle cada acción desesperadamente necesitada que hacía el pequeño omega debajo suyo.

Hanma sonrió y cayó de rodillas al ver su petición hecha. Se deslizó más cerca y agarró la parte posterior de sus muslos. Tiró de él para que su trasero quedara a centímetros de su cara y sus piernas sobre sus hombros. La mano de Kisaki cayó sobre su cabeza, tomando sus cabellos sedosos entre sus pequeños dedos.

─ Qué buen pequeño omega ─ inhaló, dejando escapar un suspiro al oler el delicioso aroma y doloroso para su adolorida polla.

Cuando los labios de Hanma se presionaron contra su agujero, cada pensamiento fugaz escapó de su mente, sin dejar rastro de existencia, un matiz de placer se desplegó sobre su cuerpo sin dejarle recibir otra cosa que no fuera el placer.

El mundo entero podría desmoronarse y arder en llamas y a él no le importaría una mierda mientras la boca del alfa estuviera sobre su entrada. Se empujó hacia él y movió las caderas, intentando buscar más.

La lengua y los labios de Hanma lo desgarraron centímetro a centímetro, la punta de su lengua trazando líneas por sus paredes internas que solo dejaban salir mas lubricante para éxtasis del alfa. Su larga y gruesa lengua introduciéndose cada vez mas dentro, moviéndose sin piedad a los movimientos bruscos del omega, apretando sus muslos y dejando marcas en la piel enrojecida.

─ M-Mierda, no te d-detengas ─ una orden titubeante salió de sus labios, lágrimas formándose en los bordes de sus ojos cubiertos de la nubosidad placentera que le otorgaba Hanma entre sus piernas temblorosas.

Kisaki tomaba puñados del cabello de Hanma, empujando mas el rostro del alfa en su agujero, quería que fuera mas profundo, se sentía tan jodidamente bien cuando su lengua recorría en círculos, sacando e introduciéndola en una penetración constante que hacía inducir su cuerpo en los placeres ígneos.

En este momento, no estaba tratando de derribar a Toman, no estaba planeando, ni buscando alternativas a sus jugadas despiadadas hacia sus objetivos.

No le importaba nada más que Hanma y su lengua separando su trasero. Sus bolas estaban pesadas con la necesidad de liberarse cuanto más trabaja su lengua en su entrada.

Hasta que el alfa lo anudara, el calor no terminaría. Podía correrse hasta llorar por la sobre estimulación y su culo y su pene no dejaban de rogar por más hasta que un nudo lo abriera. Un gemido quejumbroso salió de él cuando Hanma separó su cara de su entrada.

─ Sabes tan jodidamente bien ─ habló, dando largas y lentas lamidas sobre los muslos chorreantes de lubricante ─ Tan dulce para mi ♡.

Estremeciéndose por el elogió de Hanma quien sonreía sensualmente junto a su muslo derecho, quiso juntar sus piernas cuando sintió los dientes del alfa comenzar a hundirse en la piel de las partes internas de sus muslos. Ni siquiera pudo reclamar por dejarle marcas, cada mordida le hacía fluir mas lubricante ante los espasmos. Los muslos antes de tez morena ahora eran morados y rojizos alrededor de los mordiscos esparcidos sobre sus pequeños muslos carnosos y pulposos, apretujados en las grandes manos del alfa.

Kisaki estaba siendo arrastrado por olas de placer, ardientes, exorbitantes, todo su cuerpo era abrasado y su mente solo podía sentir el placer y necesidad que le profanaba fervientemente.

─ H-Hanma. ─ colocando una mano en el cabello de Hanma para apartarlo, pero esto solo incrementó su afán; mordiendo con fuerza hasta perforar con sus dientes, Kisaki grito, arqueando su espalda ─ ¡Hanma! ¡Espera!

Se detuvo, sin embargo, pasaba sus manos en los muslos sobre las marcas, estremeciendo el cuerpo del omega que soltaba ligeras lágrimas en las esquinas de sus ojos opacos de sensaciones.

─ ¿Qué espere? Pero si estas mojándote cada vez que te tocó. ─ dijo antes de volver a sumergirse entre sus mejillas húmedas sin darle tiempo de protestar por lo perceptible que estaba volviendo su cuerpo.

Introdujo su larga lengua nuevamente en su entrada, arañó los hombros de Hanma, intentando tener un ancla para su mente desdibujada de pensamientos coherentes.

El orgasmo lo tomó por sorpresa, cuerdas de semen pintaron su vientre y pecho errante de respiraciones. Sin embargo, Hanma no se detuvo allí, ni siquiera lo dejo recuperarse. Continuó moviendo su lengua con trasiego en su interior. Vibrante jadeo salió de su boca al sentir un dedo presionando su hendidura.

Sus piernas se apretaron alrededor del rostro de Hanma penetró con su largo y huesudo dedo, moviéndose casi frenéticamente en contraste con su lengua pasiva que acariciaba los pliegues de sus paredes.

Ojos cristalizados derramaron sus lagrimas cuando Hanma encajo dos dedos mas dentro junto con la lengua, estirando su agujero hasta el borde de una calima.

─ ¡Hanma! ─ Kisaki dejó escapar un gemido cuando apartó la boca, pero sin sacar sus largos dedos sin reducir la velocidad de empuje, golpeando su interior implacablemente.

Hanma se rio entre dientes, subiendo, lamiendo su semen y limpiándolo. Cuando sus labios encontraron sus pezones, trabajó en ellos mordisqueándolos, jalándolos y retorciéndolos con sus dedos antes de besarlo, una lengua hábil, rápida y caliente que solo lo hace gemir sin poder hacer nada.

─ Te ves tan lindo gimiendo, tan jodido por mi ─ susurró lentamente, el agujero de Kisaki se apretó alrededor de sus dedos. Hanma silbo ─ ¿De esa forma vas a apretar mi polla cuando este dentro? Apenas si puedes soportar mis dedos y mi lengua, ¿Podrás con mi polla?

─ ¡Si! ─ Kisaki se retorció de placer. Su polla ya estaba flaqueando de nuevo, dura otra vez contra su vientre volviendo a buscar un orgasmo, sin satisfacerse del anterior.

─ Ese es el entusiasmo, veamos que puede hacer este lindo agujero tuyo, Kisaki ♡.

Los dedos de Hanma lo abrieron como una tijera. Le gustaba más el pelo suelto de Hanma; tiró de él y apretó sus labios juntos de nuevo. Sus bocas se movieron sobre la otra en sincronía. Aferrándose del sentimiento cálido de su boca.

El cuerpo de Hanma cubrió el suyo, su piel se frotó contra él. Podía sentir su dura polla sobre su muslo. Un movimiento rápido de los dedos de Hanma disparó un placer líquido a través de él. Kisaki echó la cabeza hacia atrás y no pudo evitar sollozar y gemir ruidosamente.

─ ¡Ahí! ─ gritó, agarrándolo del brazo, instándolo a repetir el movimiento ─ Hanma, ahí, joder justo ahí, ¡Más!

─ ¿Ahí? ─ repitió el movimiento y Kisaki se sintió reducido a un desastre de gemidos suplicantes que hacían destilar una sonrisa en los labios de Hanma ante la vista deleitosa al tocar directamente el dulce punto delirantemente sensible.

Kisaki asintió y volvió a juntar sus bocas ahogando sus gemidos. Cuando terminara el celo, tendría que esperar un mes entero para volver a tener los labios de Hanma sobre los suyos.

Anhelaba tomar todo lo que pudiera mientras durara, mientras tuviera a Hanma a su lado de esta forma, juntando sus cuerpos que más allá del placer tenían sentimientos codiciosos que en cualquier momento se desbordarían sobre ellos y los hundirían.

Los dos jugando con sus cuerpos sin darse cuenta de que empujan sus corazones al juego, empujándose a los límites del otro. Ahogándose cada vez que sus labios se unen y deteniéndose de asfixiarse cuando sus cuerpos se abrazaban, un juego cruel.

Hanma se separó y lo miró como si buscará que confesará su lujuria. Kisaki trató de sostener su mirada. Sus anteojos se empañaron cuando se clavaron en su rostro, sus ojos se cerraron cuando golpeó su próstata de nuevo.

Necesitaba más, más que dedos, más que su boca. Necesitaba una polla; la polla de Hanma necesitaba su semen para llenarlo. Su mente colapsando, cayendo en la necesidad de tenerlo.

─ Más, Hanma ─ suplica ahogada en su garganta acuosa de complacencia exorbitante ─ Más, necesito más, te quiero a ti.

Sus caderas seguían meciéndose hacia atrás en los dedos. Buscando de nuevo ese dulce placer. Dejó marcas de uñas en los brazos, cuello, omóplatos de la ancha y musculosa espalda de Hanma.

Kisaki empujó su rostro contra su cuello y lo mordió con todas sus fuerzas. Los omegas no podía marcar a alguien, menos a un alfa, pero siempre lo intentaba en la piel de Hanma.

─ ¿Intentando marcar algo que no te pertenece? ─ Hanma gruñó al sentir los dientes aun mas profunso y lo instó a que siguiera presionando su rostro contra el mordisco posesivo.

Kisaki continuó mordiendo y besando su camino arriba y abajo de su largo cuello, pintando besos, lamidas y chupetones que cobran una gama de colores oscuros en su piel.

─ Jamás marcaría algo que no es mío. ─ su voz intento ser firme, pero sus labios temblaron.

Follarían por una noche, los recuerdos perdurarían en su piel por unos días, pero los sentimientos abiertos como heridas, cicatrizarían y perdurarían.

─ Hanma ─ la sobre estimulación haciendo sentir los sentimientos más eufóricos mientras sus labios se secaban a la pronunciación de su nombre.

Un beso en la manzana de Adán de Hanma que subía y bajaba, mordiendo su garganta, sacando un jadeo silencioso de la boca del alfa que penetró duramente, sin compasión contra su próstata. Gimiendo alto sin detenerse al ser maltratado por sus dedos.

─ Sí, sigue así Kisaki, jódete en mis dedos.

Esto no es lo que él quería. Quería la polla de Hanma. Kisaki se quejó, incapaz de formar las palabras para expresarse. Siguió moviendo sus caderas hacia atrás. Sus ojos se pusieron en blanco cuando la presión sobre su próstata aumentó la sensación de pesadez en sus testículos.

Iba a correrse de nuevo. Sabía que iba a pasar si los dedos no detenían su furiosa penetración que hacía delirio en su boca desastrosa en gemidos.

─ Eso es todo bebé, corre con mis dedos ─ dijo Hanma antes de juntar sus bocas de nuevo, deseos comprimidos recorriendo sus lenguas en palabras sin sonidos.

Todo su cuerpo se tensó bajo el implacable ataque de sus dedos. Sus bolas se apretaron, pero no pudo acabar con eso. Kisaki se retorció. Se presionó contra el cuerpo de Hanma, buscando esa fricción en su pene.

─ Necesito-

Antes de que convocara su necesidad, la mano de Hanma se envolvió alrededor de su pequeño pene, sollozó mientras el semen pintaba sus cuerpos unidos por el hilo del deseo. Escondió su rostro sobornado en su cuello, sus músculos temblaron cuando los dedos salieron de él.

─ Hanma. ─ Miró a Hanma, las lágrimas se acumularon en sus ojos. ─ Fóllame, necesito tu polla, por favor.

El rostro de Hanma se oscureció. Ignoró sus súplicas y cubrió su torso con besos y marcas de mordiscos erizando su piel sensible. Después de correrse dos veces, le dolía el cuerpo por el agotamiento y, sin embargo, no podía dejar de temblar al los roces delicados.

No podía dejar de necesitar más. Cuando la boca de Hanma cubrió su pene, ahogó un grito con el dorso de su mano, mordiéndola.

Tratando de distraerse del calor húmedo que rodeaba su pene. Le dolía la polla y le dolían las bolas por tener un orgasmo tan juntos, uno tras otro, dejando que su mente de plague de placer. Agarró el cabello de Hanma y trató de quitárselo de encima.

Era demasiado abundante las sensaciones que recorrían su cuerpo como una corriente continua que no le tenía piedad, sin dejarlo descansar de las olas placenteras que lo molían.

─ No, no quiero eso ─ las lágrimas corrían por su rostro, uniéndose al sudor y la saliva que salía de su boca. ─ Quiero tu nudo, por favor-

Se atragantó con las palabras que iba a decir cuando Hanma se movió arriba y abajo. Sus dedos lo atravesaron una vez más. Hanma mantuvo sus caderas hacia abajo y tarareó alrededor de su sensible pene.

Kisaki se consumió en jadeos sollozantes persiguiendo su liberación una vez mas, su cuerpo teniendo espasmos vehementes. Lagrimas calientes traspasando sus mejillas.

Los dedos de Hanma se clavaron en su piel con tanta fuerza que sabía que dejaría moretones. La saliva goteaba por su barbilla, el ruido estático llenaba sus oídos. La boca de Hanma se sentía tan bien envolviéndola, pero su agujero era solitario. Incluso con tres dedos trabajando adentro y afuera en una melodía insuficiente.

─ Te necesito adentro. ─ trago al mismo tiempo que Hanma tragaba su semen, levándose y sacando su pequeño pene de su boca.

─ Ruega más ─ ordenó, con una sonrisa satisfecha en su rostro, sentándose sobre sus talones, dejando como centro de vista su cuerpo desnudo. ─ Vamos cariño, ruega por que mi polla entre en tu coño de puta ♡ .

─ Por favor, dame tu polla ─ Kisaki se apoyó en los codos y miró suplicante a Hanma. ─ Por favor Hanma.

Sus mejillas estaban sonrojadas y podía ver la enorme circunferencia de su polla sobresaliendo entre sus musculosas piernas, guio su pie intentando tocarla, tocar lo que necesitaba dentro de si, pero Hanma tomó su tobillo, jalándolo y haciéndolo caer sobre su espalda nuevamente.

─ Si no ruegas adecuadamente no puedes tener mi polla, cariño. ─ Dio un suave beso en su tobillo, mirándolo desde arriba un reflejo complacido en sus ojos. ─ Vamos, inténtalo de nuevo.

Podía adivinar cómo se veía desde el punto de vista de Hanma.

Despeinado, un patético desastre de gemidos. No le importaba; no le importaba una mierda. Quería ser jodido por él hasta que olvidara su nombre. Hasta que se desmayara sobre las sábanas. Abrió las piernas y separó las mejillas. Instó a sus caderas hacia arriba en un movimiento de balanceo provocativo.

─ Mírate ─ presionando un beso en el interior de su muslo, se enderezo, sujetando la base de su propia polla erecta; resbaló una gota de semen por toda la gran extensión con venas sobresalientes. ─ Estás desesperado por esto, ¿No?

─ ¡Sí! ¡Lo quiero! ─ asintiendo frenéticamente, arqueó la espalda. ─ Te quiero tanto dentro de mi coño.

Los ojos dilatados de Kisaki lo miraban atentamente cuando Hanma paso su dedo la polla, recogiendo la gota de semen llevándolo hacía la boca de Kisaki quien sacó su lengua, lamiendo el largo dedo, dejando salir un murmullo de satisfacción frustrada cuando su paladar saboreo la pequeña prueba líquido del semen de Hanma.

─ Pero ya ves bebé ─ tarareo con una sonrisa, viendo a Kisaki introducir sus dedos en su boca, presionó su lengua con ellos, logrando que prestará atención entre su excitación ─ Me olvidé de traer condones, entonces, ¿Qué hacemos?

El aire quedó atrapado en sus pulmones, Kisaki sentía las pocas hebras de aire intentar pasar a su pecho denso de desasosiego.

─ ¿Tienes alguno aquí? ─ pregunto fingiendo inocencia, un brillo travieso en sus pupilas demostraban lo contrario a lo que aparentaba.

─ No ─ apartó los dedos de Hanma de su boca ─ No, no lo hago, joder, ¿Por qué? ¡Porqué no los trajiste, siempre los traes!

La desesperación arañó su camino hasta su estómago. Necesitaba su pene dentro de él y lo necesitaba ahora. Iba a morir; Iba a morir si no lo penetraba con su pene, dejándolo encerrado con su nudo, lo necesitaba.

─ Hmm, ¿Tal vez quería correrme dentro de ti? ─ murmuró Hanma inmaculado, sumergido en pensamientos que están tan llenos de Kisaki. Mordió su muslo recorriendo con su lengua sobre la piel maltratada. Lo miró a través de sus pestañas, un tono depredador sobre sus labios. ─ ¿O puedo seguir comiéndote y haciéndote correr hasta que superes el calor por tu cuenta?

Los brazos de Kisaki cedieron debajo de él. No sabía qué pensar, qué decir. Lo deseaba tanto. El semen caliente de Hanma disparando dentro de él llenó sus pensamientos. Hanma llenando su vientre con su polla, anudándolo, estirando su pequeña entrada hasta el borde y su semen pintando sus paredes sin que ninguna gota se escapara de su agujero al estar atrapado en el gran nudo de Hanma.

Su pene se contrajo ante el pensamiento. Pero si se corriera dentro, podría quedar embarazado. Joder, no quería quedar embarazado, incluso si era el hijo de Hanma el que crecería dentro de su vientre.

─ Podría quedar embarazado ─ habló, mirando al techo, sus pensamientos difusos. Hanma trepó por su cuerpo y lo besó suavemente, se mordió el labio inferior jadeando cuando volvió a introducir sus dedos en su húmeda entrada.

─ Sí, podrías, te engordarías con mi hijo dentro. ─ Lo volvió a besar hasta que todo el oxígeno dentro de sus pulmones comenzó a volverse caliente, Hanma relamió sus labios ─ ¿No quieres eso?

─ N-no lo sé.

Hanma sacó los dedos de su interior, tomando su dura erección y jugueteando con su agujero con la punta de su polla sin meterla. Abrió más las piernas; Hanma encajó la punta de su pene, se enganchó en su borde y tiró de él, deslizando gemidos en su garganta, saliva derramando por la comisura de sus labios rojos.

─ Quiero hacerlo ─ Hanma pronunció sus anhelos, mordisqueando la oreja y respiró en ella, un murmullo para que únicamente fuera escuchado por Kisaki ─ Quiero dejarte embarazado.

Kisaki no podía llevar suficiente aire a sus pulmones como para formular una respuesta, ni siquiera su cuerpo parecía tener una o crearla, sus lineales pensamientos sólo estaban tejiendo camino a las palabras deseosas de Hanma.

─ Serías tan bonito con tu vientre redondo, tus tetas creciendo para mi y nuestro cachorro, para saciarnos como un omega adecuado.

Sus palabras y sus acciones desembocan en los oscuros rincones de sus deseos, se apoderan de la escasa voluntad.

Él asintió en una neblina de lujuria y necesidad. La presión se acumuló en su agujero mientras Hanma avanzaba. El estiramiento borró todo pensamiento de su mente. El placer aumentaba cuanto más introducía su pene en su entrada.

─ Te voy a llenar tan bien con mi polla. ─ Se desliza dentro de él lentamente, centímetro a centímetro follando su estrecho agujero. Está solo a mitad de camino. Kisaki siente que no puede respirar correctamente, su polla presionando sus paredes, demasiado grande y grueso. ─ Sólo un poco mas, ¿Quieres toda mi polla dentro, cierto?

─ Si, te q-quiero ─ Kisaki asintió, respirando densamente a través de un éter de placeres incitantes, posando su mano sobre su vientre, palpando ─ Aquí, todo.

Hanma lo tomó de la barbilla, introduciendo y enlazando sus lenguas, la sensación delirantemente asfixiante de su pecho abrasador fermento. Sintiéndose tan soluble en sus manos recorriendo con tenue suavidad mientras lo desplazaba hasta el linde de si mismo.

Enlazó sus brazos alrededor de sus hombros y enterró su cara en su cuello. El olor a alfa lo rodeaba. Agudo y profundo, deseaba poder enterrarse allí y vivir su vida como una extensión de él, aferrándose sin dejarse ir ninguno de los dos.

Cuando la punta de su polla tocó fondo presionando completamente dentro de la calidez, Kisaki dejó escapar unos jadeos ásperos. Podía sentir la polla desnuda de Hanma estirándolo, las venas pronunciadas raspando sus paredes, la pelvis chocando con su trasero, las bolas pesadas de Hanma balanceándose.

Iba a correrse dentro de él, y su esperma llegaría a su matriz. Iban a hacer un bebé, uno de los dos, uno que llevaría en su vientre.

Hanma retrocedió y se lanzó hacia adelante, penetrando con fuerza. Kisaki cerró los ojos y mordió su hombro reteniendo los gemidos altos que soltaba. Enganchó los talones en su trasero y lo empujó dentro de él repetidamente. Hanma gruñó su nombre y movió sus caderas hacia adelante cada vez mas rápido.

Agarró una de las piernas de Kisaki, se balanceó hacia adelante, ambos empujando el cuerpo del otro hasta el punto en que Hanma golpeaba implacablemente, escuchando el fuerte golpeteo de piel contra piel.

─ ¿Vas a tomarlo, Kisaki? ─ preguntó, apretando fuertemente las caderas del omega. ─ ¿Vas a tomar todo mi semen?

Kisaki asintió, aceptando con los ojos entrecerrados sollozando gemidos en su cuello mientras el lobo levantaba sus caderas tan rápido que se sentía mareado por la necesidad; su pene palpitaba contra sus cuerpos, desesperado por correrse.

─ Eres tan jodidamente hermoso. ─ susurró, enterrando su cara en el cuello de Kisaki e inhalando su olor profundamente inclinándose para morder su clavícula. ─ Hueles tan delicioso bebé.

Ver a Hanma perder la compostura fue una de las mejores cosas que jamás había experimentado. Sus colmillos cayeron, sus pupilas ensanchándose. Su polla se clavó en él una y otra vez, se estremece alrededor de la polla cuando las penetraciones se vuelven más erráticas.

─ Te sientes tan bien ─ empujo dentro de él bruscamente, gruñéndole. Los ojos de Kisaki estaban nublados mientras miraba a Hanma, gimiendo en voz alta mientras penetraba más rápido, golpeando su próstata de lleno. ─ Tan perfecto, tan bueno para mí.

─ ¡Justo allí! ¡Hanma! ─ ahogándose con el aliento una vez que Hanma lo penetró en su punto placentero, las lágrimas corrían por sus mejillas rosadas.

Bruma tenue que enturbia ligeramente su noción, como una calina que deambula su cuerpo completó, llenado sus puntos sensibles de un placer ensordecedor a su alrededor.

─ ¿Me quieres, cariño?

─ Si, Hanma, te quiero, quiero tu nudo, quiero tu semen, quiero a tu bebé, por favor. ─ siente decir lo correcto cuando las caderas de Hanma golpean contra él, apretándose alrededor de la gruesa polla.

El gruñido de Hanma comenzó en lo profundo de su pecho y reverberó a través de su cuerpo tembloroso. Sus dientes se arrastraron sobre su cuello. Todos los vellos de su cuerpo se erizaron, sus labios adormecidos, su pecho latiendo descolocado, sucumbiendo al sosiego de la idea de una marca de reclamo sobre su cuello pulcro.

Le pertenecería a Hanma y Hanma a él. Todo el mundo lo sabría.

Cada perra sabría que Hanma le pertenecía de todas las maneras que sólo ellos conocían, como cada parte de sus cuerpos reaccionaban a las caricias del otro, el como sabían besar cada parte de su piel que era corrompida por sentimientos y confusos pensamientos que se abrían bajo sus pieles, como mariposa al descubrir la miel.

Ofreció su cuello, dejando a vista su tersa piel mientras la polla abusaba de su próstata. Placer acumulado en su cuerpo. Los empujes de Hanma se volvieron cada vez más erráticos. Su pesadez aumentó. Kisaki sintió como el nudo comenzaba a hincharse en la base.

─ ¡Hanma!

Iba a anudarle; iba a anudarlo y dejarlo embarazado. Los ojos de Hanma brillaron dorados en la oscuridad de la habitación.

Su nudo tira contra el borde sensible de Kisaki cada vez que lo folla, Hanma simplemente folla hacía adelante sin piedad. Gemidos sollozantes, lagrimas bajando por sus mejillas sonrojadas.

─ Eso es, Kisaki, tómalo ─ susurró entre dientes. ─Toma mi semen.

El nudo se enganchó en su agujero y creció. El mundo de Kisaki se agudizó cuando el placer alcanzó su punto máximo en todo su cuerpo. Abrió la boca en un grito silencioso, todos sus músculos se tensaron, sus testículos se pusieron duros como rocas empujando todo el semen que quedaba dentro de ellos.

Hanma gimió y una ráfaga de calor brotó dentro de él con el último movimiento de sus caderas. Cuerdas de semen se disparan desde su polla hasta su agujero. Y siguió disparando cada vez más, pintando sus paredes con su semen.

Los ojos de Kisaki se abrieron, las lágrimas se deslizaron por el placer incontrolable.

Llevo tres puntos suspensivos en mi cuello, esperando que sus labios continúen la historia y hunda sus dientes, reclamando a Kisaki.

A pesar de ello, nunca sintió los dientes perforar su cuello aterciopelado, Hanma no lo reclamó suyo.

Eso es porque no era suyo. Jamás lo sería.

En cambio un beso tenuemente suave con sus sedosos y finos labios se acento en su cuello, como una promesa silenciosa que hizo sentir su cuerpo perecer bajo sus caricias.

Nunca antes había sentido algo así. Su propio gasto cubrió el pecho de ambos. Hanma se derrumbó encima de él. El peso que lo aplastaba era cómodo. Se sentía protegido como si nadie pudiera tocarlo mientras estuviera dentro de esos grandes brazos.

Kisaki supo cuando su calor se rompió, la temperatura de su cuerpo bajó y su respiración se volvió regular. Hanma presionó suaves besos a un lado de su cabeza. Necesitaba esto después del sexo brutal que acababan de tener. Su trasero estaba contento y lleno hasta que el nudo de Hanma bajará, sus cuerpos seguirían unidos.

Se movieron en tándem para que Kisaki se acostara encima de Hanma.

─ ¿Porque el beso? ─ preguntó susurrante, los dos sabían a que beso se refería, el toque de labios que Hanma había dado a su cuello y el que ahora repasaba con la punta de sus dedos.

─ Quien sabe ─ respondió sin mirar un punto fijo, sumergido en su propios pensamiento, acarició de nuevo su cuello, mirándolo directamente. ─ Te lo diré cuando estés muerto.

Kisaki odiaba admitir que amaba esos ojos, el color ámbar que los revisten, el silencio que presumen, los sentimientos que reflejan en los suyo. El único momento en que las emociones vacantes eran vistas.

─ ¿Es en serio? ─ le descoloco la respuesta, aunque en este punto, todo lo que ha compartido con Hanma, sigue siendo un enigma incluso si el sabe cada cosa de él.

─ Te lo prometo ♡.

Suave sonrisa de formó en sus labios, los mismos labios que se acercaron a los suyos, encajando millones de piezas, terminando de saciar su necesidad, un punto final, un nudo que formaban sus bocas para que ninguna palabra más se formará.

Apoyó la cabeza en su pecho y suspiró.

Mañana, tendría que construir todas las paredes que tenía, las que fueron destruidas incluso si fueron hechas para mantener a Hanma a fuera, siempre encontraba esa manera de derrumbarlas, pero las construiría las paredes de nuevo, un poco más altas esta vez.

Tendría que volver a concentrarse en las cosas importantes una vez más.

Tendría que ir a la farmacia, tomar la pastilla del día después, echar a Hanma y fingir que sus sentimientos no existían, que aquello que demostraban de todas las formas era solo era sexo. Kisaki cerró los ojos. La mano de Hanma se deslizó por su cabello. Se quitó las gafas y las dejó sobre la mesita de noche.

Pero eso era mañana. Esta noche podía fingir que Hanma y él se amaban, que tendrían un bebé juntos, que Toman, Valhalla, Moebius y su venganza no importaban. Que no era un bastardo.

Que ese amor podría saciar su sed de sangre.

Cerró los ojos, dejándose perder la conciencia entre la calidez de sus cuerpos, escuchando los latidos tranquilizantes del corazón de Hanma.

─ Te odio ─ murmuró en voz baja. Escuchando a Hanma reír entre dientes.

─ Tambien te odio.

Los dos eran mentirosos, esclavos de las mentiras entre sus labios. Aunque los dos sabían que mentían, ninguno dijo nada. Se mentían uno al otro, no era justo y lo harían de nuevo.

La forma en la que mienten excepto cuando su ojos se encontraban, sus desnudos cuerpos se entregarán al deseo, y en un beso profundo explotará toda la pasión contenida debajo de sus pieles ardientes.

En un momento de respiro, sus delirantes labios gritaran sentimientos encerrados, sin que nadie los escuche, el mundo dormido, totalmente ajeno a lo que sucede cuando ellos se tocan de extremo a extremo entra las sombras de la lujuria y el deseo incrustados como delirios.

Solo existiendo ellos, solos en este mundo. Presos voluntarios en la embriagante éxtasis de la noche.

Todo estaba permitido en este juego peligroso, en este juego cruel. En el cual disfrutaban de este paraíso pasajero. Aunque luego de esta gloria, se expulsen y se condenen al destierro del cual mienten diciendo que no existe la necesidad de tenerse, la necesidad que nunca de sacia, no eran satisfechos, no cuando al siguiente día, sus cuerpos ya no se pertenecían. Sin dejar de perecer su necesidad del uno por el otro.

Habían perdido el juego, ambos, solo había que saber quien tiro la toalla primero.
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