Before the baby ║ Kookmin/Vmin

By neremet_001

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Precuela de A BABY FOR MINNIE ||Las parejas de colegio no siempre duran. Especialmente cuando se trata de Ji... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1: "Alumno nuevo"
CAPÍTULO 2: "Patrulla anticrimen"
Capítulo 3: "Cigarrillos"
Capítulo 4: "Primer contacto"
Capítulo 6: "Secreto polverulento"
Capítulo 7: "Celos y desconfianza"
Capítulo 8: "Beso al ángel"
Capítulo 9: "Sinceridad y confrontación
Capítulo 10: "Explosión de ira"
Capítulo 11: "Corazón dividido"
Capítulo 12: "Olvídate de mí"
Capítulo 13: "Vulnerable"
Capítulo 14: "Necesitado de ti"
Capítulo 15: "Distanciamiento"
Capítulo 16: "Vacío y consumido"
Capítulo 17: "Él 'junto' a nosotros"
Capítulo 18: "Al borde"
Capítulo 19: "Mucho mucho mucho"
Capítulo 20: "Fusión de amor"
Capítulo 21: "Invitación"
Capítulo 22: Señora Park
Capítulo 23: Beso ajeno
Capítulo 24: Ultimátum
Capítulo 25: Tres
Capítulo 26: Trío en acción
Capítulo 27: Los suegros
Capítulo 28: Bebés
Capítulo 29: Placentero recibimiento
CAPÍTULO 30: El principio del resto de nuestras vidas
Extra 1: Atados para la eternidad
Extra 2: Tríada consolidada

Capítulo 5: "Hacer novillos"

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By neremet_001

Jimin


Los asientos que ocuparíamos por el resto del año, ya estaban decididos. Cada quien lo había seleccionado desde el primer día y así permanecerían hasta que terminara el ciclo escolar.

En su momento, preferí tomar sitio en un pupitre al lado de la ventana, más o menos en la zona central del aula. No quería ser el típico nerd que elige estar lo más próximo al profesor ni tampoco distraerme con los murmullos de los que se la pasan conversando al fondo. Estar en el medio era lo justo. El plus le brindaba la ventana, gracias a la cual podía distraerme de una clase demasiado aburrida. Además, durante el invierno dejaba pasar los rayos del sol, que abrigaban mi cuerpo delgado con calor extra.

Para las nueve de la mañana, la clase de inglés se tornó asfixiante, con la profesora de turno llamando a algunos para que leyeran en voz alta fragmentos de un texto que estábamos aprendiendo. Como era bueno en la materia, la profesora me dejaba en paz para concentrarse en aquellos cuyo nivel estaba más flojo. Luego tocaría responder preguntas acerca de la lectura.

Desvié la vista a un costado, apreciando cómo el patio exterior se mostraba a través del vidrio. Era el centro social para los estudiantes, el espacio para que nos relacionáramos entre nuestros pares.

Un poco más a lo lejos, se distinguía la cancha de fútbol. Las gradas de madera fueron construidas alrededor para que la gente disfrutara de los memorables partidos que se sucedían los sábados, atrayendo incluso a multitudes de otros institutos privados que competían por arañar los puntos del campeonato intercolegial.

Parpadeé confundido al distinguir una solitaria figura masculina caminando con total tranquilidad a través del patio, tomando rumbo hacia las gradas. Llevaba el uniforme de estudiante y justamente por eso me concentré en seguirlo con la mirada. Descubrí que se escondió bajo las tarimas, exponiendo sus intenciones al rebuscar entre sus ropas hasta dar con una caja de cigarrillos.

Mis labios se presionaron en una fina línea. Mal asunto para aquél sujeto; debía atraparlo y llevarlo a la oficina del director.

–Disculpe, profesora –interrumpí la pregunta que justo le formuló a un compañero–, necesito salir por un minuto.

Como imantadas, las cabezas del salón se giraron hacia mí. Los comentarios en susurros explotaron y la clase entera fue dispersándose.

–¿Qué sucede, Park? ¿Te encuentras bien?

–Sí, lo que pasa es que olvidé que tenía una reunión con el centro de estudiantes en diez minutos.

Esa excusa la había usado un millón de veces. Era la típica frase que los profesores no discutían y otorgaban los pases reglamentarios para poder salir y andar con total libertad por las instalaciones.

Tan pronto como obtuve el mío, corrí a través de los largos pasillos. Bajé las escaleras que conectaban con el primer piso, saltándolas de dos en dos y salí al aire libre para ir directo hacia las gradas.

En cuanto estuve fuera, mi rostro recibió el calor del viento primaveral. Aflojé el trote al ir llegando, tomando partido por una caminata suave para no asustar a mi objetivo.

Y... ¡Oh, sorpresa!, se trataba de alguien a quien venía controlando desde hace días.

Tras encontrar al alumno nuevo fumando, me mantuve atento para que no se me pasara algo así otra vez. Él volvería a intentar encender otro cigarrillo, y ahí sería mi momento de atraparlo. Y como la divina providencia recompensa a los perseverantes, mi oportunidad llegó por fin.

Reconocí de espaldas el largo cabello castaño atado en una coleta, seguido de esos hombros anchos y fuertes. Tenía el cuerpo recostado sobre una de las columnas que resistían el peso de las gradas, manteniendo una pose despreocupada. La prueba fehaciente del crimen era el cigarrillo humeante que sostenía en la mano derecha.

–Creo haberte advertido antes –dije con seguridad, sobresaltándolo.

–¡Mierda, Park! –tosió al encontrarme junto a él. Se atoró con el propio humo que aspiraba y tuve que cederle un minuto para que se recuperara–. ¿Quieres matarme o qué? –se quejó mientras trataba de respirar más acompasadamente.

Sería una buena solución a mis problemas. Ya no tendría que andar espiándole cada vez que tuviera un momento libre, a la espera de que la cagara tal como lo estaba haciendo ahora mismo.

Por supuesto que no lo haría. En primera, sería un cargo de asesinato, y en segunda, el chico tenía algo extraño que me obligaba a dar vuelta la cabeza para mirarle. Quizá fuera su manera tosca de ser, su postura de "yo aquí hago lo que quiero" o sus rasgos amenazantes, con todo el morbo de los tatuajes. No tenía idea, pero era magnético.

–Imagino que tienes un pase para andar por aquí –indagué.

Él apretó la mandíbula y devolvió el cigarrillo a sus labios. Rebuscó entre sus ropas hasta dar con un pequeño carnet plastificado. Me lo tendió, con una sonrisa de medio lado tras la cortina de nicotina que liberó por la nariz.

–Esto es para ir al baño. ¿Ves un baño por aquí cerca, Taehyung? –me crucé de brazos.

Kim Taehyung sabía a la perfección que podría mandarlo con el director si quisiera, y no podría darle más igual. No buscaba pasar desapercibido, sino que hacía las cosas a propósito para ser descubierto. Era como si quisiera problemas adrede.

Arqueé una ceja ante la falta de una respuesta y le quité el cigarrillo de la boca con brusquedad para llevarlo a mis labios. Lo dejé atónito por mi atrevimiento.

Tomé una bocanada a través del filtro, con total tranquilidad. Saboreé el humo caliente en mi boca y lo dejé pasar a través de mi garganta hasta los pulmones. Cerré los ojos para digerir con mayor placer la sensación.

–Hacía tiempo que no probaba uno –dije, liberando una ráfaga de niebla por la boca, en su dirección.

–Te ves tan... malditamente erótico.

Taehyung sacudió la cabeza al culminar el comentario, como liberándose de sus pensamientos. Podía leerle la expresión y sabía a la perfección lo que estaría rondándole.

–¿De verdad? –reí, sintiendo mis mejillas acalorarse. Apuré otra calada y miré a un costado, confiriéndome aires de seducción.

Si quería, podía mostrar mi faceta coqueta. Servía a menudo cuando quería cautivar a alguien, dejarlo sin palabras y con la mente en blanco, tal como se mostraba el chico frente a mí. Así me era más fácil sonsacar información. Era una técnica que aprendí con Jungkook que servía bastante bien. Por lo general, los hombres se vuelven dóciles cuando algo capta su atención.

Pestañeé para él, acercándome más. Su cuerpo entró en tensión cuando invadí su espacio personal, pegándose todo lo posible a la columna tras su espalda. Tomé ventaja y lo arrinconé contra el hormigón, haciendo que nuestros pechos se tocaran.

Liberé una exhalación grisácea directo a su cara. Aun así, no se amilanó y me devolvió una sonrisa desafiante. Sus pupilas brillaban de satisfacción, demostrándome que disfrutaba del jugueteo.

–¿Sabes que tendré que confiscarte los cigarrillos otra vez?

–Lo sé –gruñó, bajando el rostro a la altura del mío.

–¿También sabes que el director debe ser notificado?

–Perfectamente –asintió, orgulloso de eso.

–¿Por qué te da exactamente igual? –arrojé a un lado la colilla, antes de que me chamuscara los dedos. Él la pisó por mí.

–¿Quieres saber, bebé? –lo dijo en un tono tan bajo, gutural, a sólo centímetros de mi rostro, que su aliento calentó mis mejillas y acarició mis párpados.

Nuestros pechos apenas se rozaron, pero pude sentir la electricidad que desprendía a mi alrededor, una especie de halo. La tensión que emanó me obligó a entrecerrar los ojos. Su colonia flotó a mi alrededor, haciéndome perder el hilo de mis propios pensamientos.

No conocía a este tipo de nada, y anhelaba hacerlo. Constituía un misterio que quería ser el primero en develar. Más todavía porque sospechaba que su personalidad dura y amedrentadora no era más que una fachada autoimpuesta para desviar sus auténticos sentimientos.

–Sí, quiero saber –respondí, tragando saliva. Intentar mantener contacto visual con esos felinos ojos grises era tarea imposible. Me acorralaban y asfixiaban.

Sentí el calor de su mano en contacto con mi mentón. Me alzó la barbilla para observarme mejor, como el lobo del cuento de Caperucita Roja habría hecho. La diferencia estaba en que yo quería que este lobo me comiera.

Ni siquiera me detuve a reflexionar en lo que eso le haría a mi relación con Jungkook. Cuando se trataba de este hombre tatuado, algo en mí se encendía sin mi autorización y volvía mis piernas de gelatina.

–Tal vez te lo cuente más tarde.

Eso fue todo.

Me guiñó un ojo, picó mi nariz y se escabulló durante mi momento de debilidad. ¿Quién diría que el seductor terminaría seducido?

–¡Hey, Taehyung! –elevé la voz para llamarlo, puesto que se me escapaba a paso lento. Él se detuvo a un par de metros y se giró para contemplarme–. ¿A dónde vas?

–Por ahí –sonrió de lado, demostrándome una vez más esa forma particular que tenían sus labios al curvarse hacia arriba–. ¿Por qué? ¿Quieres hacer novillos conmigo?

Me lo pensé en medio segundo.

Yo era el estudiante correcto que siempre hacía lo que debía, ayudaba a mis compañeros sin rechistar y los profesores me querían. Por una vez en la vida que rompiera las reglas, no pasaría nada malo. Tenía un pase de mi profesora, al fin y al cabo, y podría hacer lo que quisiera durante los próximos ochenta minutos que ocupaban la clase y el respectivo recreo. Podría regresar para la próxima clase y nadie se enteraría de mi desaparición.

Sin darle demasiadas vueltas, obedecí al impulso irracional que me instaba a seguir a Taehyung. Estaba siendo irresponsable al permitirle marcharse sin un castigo y, además, lo estaba siguiendo, fomentando su impulsividad.

Hizo una mueca de sorpresa al verme llegar a su lado. Supongo que no se esperaba mi respuesta afirmativa a su ofrecimiento.

–Bueno, ¿a dónde vamos?

Él sacó su caja de cigarrillos de nuevo, secuestrando uno del interior del empaque. Lo prendió sobre sus labios con un encendedor de metal y negó con la cabeza.

–No te conviene relacionarte conmigo, Jimin –se limitó a decir, continuando con su camino. –Aunque, ya que estamos, vamos a por una cerveza helada.

Maldije para mis adentros, contemplándolo.

Este hombre podría ser mi perdición. Sentía cosquillas en el estómago al cruzar miradas con él. Era una sensación tan intensa sentir sus ojos fríos posados en mí, porque carecía de pudor alguno y estudiaba mi cuerpo por completo con su mirada pesada. Me medía, para tomar nota de cuánto le convenía acercarse a mí.

El motivo detrás era Jungkook. A Taehyung le costaba no interferir en nuestro noviazgo.

Y, pensando en mi novio en algún rincón del colegio, intuí que debería sentirme mal con lo que estaba haciendo. Escaparme con otro sujeto a plena vista iniciaría una serie de rumores que no tardarían en dar con él. Quizá entonces me estuviera viendo a través de una de las ventanas que da al patio.

No le gustaría para nada. Por más que no demostrara sus celos abiertamente, los tenía. No lo culparía, pues yo tendía a armarle un escándalo cuando lo encontraba rodeado de chicas con oscuras intenciones hacia su persona.

Estar haciendo a un lado lo que conseguimos juntos en pos de seguir a otro, no estaba bien. Poniéndome en su lugar, no me gustaría que me hiciera lo mismo.

–Espero que no tengas problema con esa faldita –la voz profunda de Taehyung me llamó, mofándose. Se acabó el cigarrillo que sostenía y lo arrojó sobre el pavimento.

Capté el estacionamiento a mi alrededor, con un montón de vehículos alineados a un lado y a otro de donde permanecía aparcada una gran motocicleta negra. Estaba prohibido que semejante nave estuviera entre los automóviles y, como no podía ser menos, a Taehyung le daba igual. Rompería cualquier regla que hubiese.

Me tendió un lustroso casco cuyo color hacía juego con el de su motocicleta. "Al menos piensa en su seguridad vial", bromeé interiormente.

–¿Vas a venir? –inquirió, ya montado, al verme dubitativo.

Me invadió la ansiedad y el remordimiento de golpe. ¿De verdad quería hacer esto? ¿Estaría bien con la decisión de escaparme con alguien que ni siquiera conocía?

Él se inclinó para tomar con delicadeza una de mis manos. Me acercó a él y, para ese punto, mi entereza flaqueó.

Con tan sólo verle a los ojos, le diría que sí a todo. Me insuflaba tranquilidad, seguridad. No me hacía falta haber tenido largas charlas con él ni haberlo conocido de antes como para sentirme a salvo en su presencia.

Era una sensación bastante parecida a la que me embargaba con Jungkook. Tenía el presentimiento de que no me dañaría, que no buscaría aprovecharse de mí. Era precavido con lo que hacía porque no quería asustarme o darme una idea equivocada y también le gustaba presionarme.

Inspiré profundamente para darme ánimos. Quería hacerlo. Estaba ansioso por romper las reglas por una vez en mi estática vida, hacer algo diferente, temerario, por más que fuera una tontería como saltarse las clases. Lo haría.

Le arrebaté el casco de la mano. Él se carcajeó y me ayudó a ponérmelo bien. Me indicó cómo subir a la parte trasera de la moto y me encaramé a lo alto de aquella bestia.

Taehyung giró la cabeza para encontrarse con la mía. En un repentino gesto, palmeó mis muslos bajo la falda con las manos desnudas.

–Me alegra que hayas decidido acompañarme –dijo, antes de encender el motor.

Quedé pensando en la calidez de su contacto, en ese simple toque que hirvió mis mejillas y alborotó los latidos de mi corazón. Maldita sea, creo que incluso me puso a transpirar dentro del casco.

–Rodea mi cuerpo con tus brazos.

Su orden fue dada con suavidad, a lo que no tardé en enroscar mis escuálidos brazos en torno a los músculos de su cintura. Palpé sus abdominales con ingenuidad, sorprendiéndome por lo pulidos que estaban.

Lo siguiente que recuerdo fue el sacudón de la acelerada. Mi cuerpo respondió al envión amoldándose al suyo, percibiendo cada fibra de músculo entre su camisa y la mía. Recosté el casco sobre su espalda y cerré los ojos, abrazándolo con fuerza.

Estando con él, me sentía capaz de presionar mi borde rebelde. Lograba que quisiera encender mi vida para vivirla como se debe, en lugar de mantenerme atado a una caja de reglas. Taehyung siempre supo cómo arrancarme de la estabilidad para arrojarme directo al vacío.   

Mmmm... alguien aquí se va a enojar feo. Mimi, esas cosas no se hacen 🙈

Y pues bueno, aquí tenemos una muestra del principio del caos para el Kookmin. Con este Mimi picarón va a haber un poco de tensión en el colegio.

Me muero por ver estallar todo jajaja. 

-Neremet-

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