I love you too

By BilingualDesastre

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En donde Yachi encuentra un tweet de un seguidor, le da me gusta y se encuentra con su música. Le muestra los... More

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By BilingualDesastre

Haha. Nice.




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Yachi no era una persona que se estresara demasiado. De hecho todo lo contrario, hacía falta mucho para lograr que la rubia entrara en pánico. Podía contar con una mano las veces en su vida que el estrés había tomado lo mejor de ella y-

¿A quién queremos engañar? Hitoka está siempre a una inconveniencia menor de tener una ataque de pánico, no es raro que esté caminando en círculos por el frente de su casa a una velocidad que Sonic el erizo envidiaría. Bueno, no era raro para ella, pero sí para los peatones que se quedaban mirando a la rubia hacer, lo que ellos presumían, era alguna clase de ritual.

Yachi era consciente de que se dejaba llevar mucho por las situaciones, y al menos la mitad de las veces en las que ha perdido la cabeza fueron por cosas que la mayoría de personas hubiera manejado sin ningún inconveniente, pero esta no era una de ellas. Verán, Hitoka tenía que salir de viaje por unas semanas para un comercial de una marca con la que ella ha estado trabajando por años ya. Eso no era el problema, ya había hecho cosas como esa desde hace mucho tiempo, era un experta. El problema tenía nombre y apellido: Tsukishima Kei.

Estaban en la sala del rubio, una escena ya demasiado familiar para ambos. Estaban comenzando a acomodar todo para grabar su podcast cuando Yachi recordó su viaje. Hablar de su viaje con Kei era importante, ya que no solo era contarle algo importante a su amigo, sino que, ya que ambos tenían no solo un canal conjunto, sino que también un podcast, la absencia de uno afectaba al otro, así que tendrían que grabar videos por adelantado para mantener el canal como normal. 

—Oh, Kei, tengo que decirte, tengo que irme de viaje dentro de un mes, tenemos que grabar cosas por adelantado —Explicó rápidamente. Los detalles podrían ser discutidos luego.

Tsukishima hizo un gruñido de gremlin en respuesta. —Okay —Murmuró el rubio. Grabar un video de por sí era un proceso, tener que grabar varios y tenerlos listos siempre era peor, pero era necesario. —¿Necesitas a alguien que te lleve? —Preguntó el rubio mientras conectaba los micrófonos.

—Oh, no, puedo ir en Uber o algo, no es necesario —Declinó Yachi, haciendo un gesto con la mano indicando que olvidara la idea. Hitoka tenía auto así que ir a lugares no era un problema, la cosa era que se iba a ir por dos semanas y no podía dejar el auto ahí, así que tendría que pedir un taxi, no había problema.

—No tienes que, te puedo llevar si quieres —Volvió a insistir. Hitoka iba a negarse otra vez pero luego recordó la última vez que había pedido un Uber. El GPS no marcó su destino exactamente a donde quería llegar, por lo que el conductor se desvió del camino ya cuando estaban a punto de llegar sin decir nada. Está de más decir que a Hitoka casi le da un paro cardiaco.

Pensándolo mejor, le iba a tomar la palabra a su amigo. Tsukishima era muchas cosas, pero alguien que no cumple sus promesas no era una de ellas.

Puros huevos.

Bueno, técnicamente no tenía que estar en el aeropuerto hasta dentro de dos horas, pero Tokio era una ciudad grande y uno nunca sabía con los aeropuertos; a veces llegabas nueve horas antes y el vuelo se fue sin ti.

Hitoka intentó llamar al rubio una vez más, pero no respondió. De nuevo. Ya iban cinco veces. Ahora Hitoka no estaba preocupada por perder su vuelo, sino porque estaba empezando a considerar la idea de que algo le hubiera pasado a Tsukishima. Debía averiguarlo. Su instinto maternal se lo decía.

Olvidando (aunque no por completo, porque ansiedad) su límite de tiempo, tomó su auto y fue a la casa de Tsukishima.

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Cuando Hitoka llegó, no se esperaba ver la casa completamente a oscuras. Las cortinas estaban cerradas y todo estaba ligeramente desordenado, como si alguien más hubiera estado ahí pero desde hace rato ya se hubiera ido, y el rubio no tuvo ninguna intensión de limpiar. Eso ya de por sí era raro, Kei era tremendamente perfeccionista, aunque se quejara todo el proceso, su casa siempre estaba reluciente. 

Hitoka se quitó los zapatos y dejó sus llaves en la cocina, pudiendo observar las bolsas vacías de comida rápida. No era anormal porque el rubio casi nunca come comida de verdad, habiendo meses en donde lo único que comía en el día eran nuggets de McDonald's (¿Cómo seguía vivo? nadie lo sabe), pero juntándolo con toda la atmósfera, le daba mal rollo.

Como si se tratara de una película de terror, Yachi caminó lentamente hacia la habitación de Kei, todo el piso de arriba igual de oscuro que el de abajo. Tomando un paraguas que estaba al lado de la escalera como arma, Hitoka se adentró al oscuro pasillo, paso a paso, donde escuchó...

Espera.

—¡Tsukishima Kei de las Mercedes! ¡¿Por qué estás escuchando Taylor Swift?! —Hitoka gritó, azotando la puerta y arrojando el paraguas al otro lado, este cayendo por las escaleras dramáticamente. —Y All Too Well, ni más ni menos.

—¡Agh! —Kei gritó tan fuerte que se cayó de la cama. —¡¿Qué estás haciendo aquí?! —Preguntó Tsukishima, aún sentado en el piso recuperándose del tremendo putazo que se dio en la pierna.

—Creo que la pregunta es: ¿Por qué tú no estás en mi casa? —Dijo Yachi cruzada de brazos. Quiso mantener un gesto enfadado, pero al ver el estado de Tsukishima, no pudo mantenerlo. 

Primero que nada, Tsukishima seguía en cama. A esta hora lo normal es que ya estuviera trabajando, pero seguía acostado, con las luces apagadas, no llevaba sus lentes, su cuarto estaba hecho un desastre y había bolsas y contenedores de comida rápida en el escritorio. 

—¿Por qué debería de estar en tu casa? —Preguntó el otro genuinamente. Ahora Yachi casi baja las escaleras por el paraguas para jugar a la piñata con Kei.

—Es Martes. Son las once de la mañana. Ambos deberíamos de estar en otro lugar ahora mismo.

Tsukishima le siguió mirando confuso, pero luego de ver la mochila que Hitoka llevaba colgada de la espalda, se acordó. —¡Mierda! ¡Cierto, perdón! Joder, dame cinco minutos —Exclamó Tsukishima parándose y buscando su celular fráncicamente por la habitación. 

—Te marqué como cinco veces —Mencionó Hitoka recargándose en el marco de la puerta.

—Sí, es que lo apagué después de que entré a Twitter y- —Tsukishima cerró su boca tan rápido que Hitoka temía que se hubiera mordido la lengua. —Estaba apagado.

Yachi suspiró tristemente. Se acercó a su amigo y tomó sus manos, guiándolo para que ambos se sentaran en la cama. Una vez ahí, Yachi preguntó: —Kei, ¿Qué pasó?

En el momento exacto en el que hicieron contacto visual, pudo ver el corazón del rubio romperse. Sus ojos cubiertos por ojeras se cristalizaron en un instante y tuvo que romper el contacto visual, reposando su cabeza en el hombro de Hitoka. Se estaba rompiendo la espalda para llegar a esa posición, pero eso no importaba. Kei solo quería alguna clase de contacto físico reconfortante.

Yachi comenzó a murmurar pequeñas afirmaciones y soltó una de sus manos para acariciar la espalda del más alto. Kei no lloró, pero tampoco se le veía feliz. Era más como ese cansancio que te da cuando has llorado por horas y ya nada importa.

—Yamaguchi llegó a los 250,000 subscriptores —Dijo Tsukishima luego de un rato.

—Sí, lo vi hace rato. Me siento muy orgullosa de él, se lo merece —Respondió Hitoka suavemente.

—... Por eso apagué el celular. Porque llegó a una meta importante y no lo pude felicitar.

Hitoka ladeó la cabeza confundida. —¿Por qué? Están saliendo, debería de ser normal hablarle a este punto.

Tsukishima inhaló profundamente y enderezó su espalda. Abrió la boca, pero la cerró de nuevo. Trató de hacer contacto visual pero lo evitó. Kei ni siquiera sabía cómo comenzar a explicar todo lo que estaba pasando por su cerebro de manera que tuviera sentido. —Nos peleamos. Hace tres días. Nos peleamos feo, empezamos a gritar y yo dije cosas que no debería de haber dicho... me dejé llevar mucho por mis inseguridades y todo fue de 0 a 100 en unos segundos y no sé cómo hablarle. Me siento patético.

Hitoka no iba a mentir, la razón le había tomado por sorpresa. Claro, solo se había enterado de la relación de ambos hace poco, pero solo estar con ellos en una habitación era suficiente para saber lo tan asquerosamente enamorados estaban el uno del otro. Por supuesto, ninguna relación es perfecta, no era sorprendente que hubiera una discusión de por medio, lo raro era que ni Tsukishima ni Yamaguchi eran personas propensas a tener una pelea a gritos.

—¿Fue hace tres días? —Preguntó Hitoka. Tsukishima asintió.

—Sí. Perdón que no te dije nada, es que-

—Tsukishima, no me importa. —Interrumpió Hitoka. —Lo único que quiero saber es si estás bien.

Si Kei no hubiera derramado ya todo lo que le quedaba, probablemente hubiera llorado al escuchar esas palabras. Normalmente le disgustaban los abrazos, pero esta situación lo requería. Tsukishima envolvió a la rubia en sus brazos y ella rápidamente devolvió el gesto.

—Y no te deberías de sentir patético. Es totalmente normal que te sientas triste al pelearte con una persona a la que quieres mucho —Yachi volvió a romper el silencio.

—Pero es que —Tsukishima rompió el abrazo. —Es exageradamente patético. Mírame. Mira a tu alrededor. Todo está lleno de basura, no he dormido pero no he salido de la cama y no puedo ni escuchar música porque Tadashi le ha hecho cover a todas las canciones en mi playlist y el solo recuerdo de su rostro hace tres días —La voz de Kei se rompió en esa última parte. —Soy patético. Ni siquiera cuando me pelé con mi hermano aquella vez estuve así, no entiendo qué me está pasando.

Hitoka se quedó pensando por unos segundos. —Creo que tengo una teoría.

Tsukishima se encogió de hombros. —A este punto estoy abierto a cualquier teoría que tengas. 

—Bueno, no es tan complicado de ver, pero tú estás emocionalmente constipado entonces probablemente no te hayas dado cuenta.

—Wow, gran soporte moral —Respondió sarcásticamente el rubio. Ya estaba volviendo a su elemento.

—Shhh —Yachi suspiró. ¿Cómo podía decir esto sin decirlo textualmente? —Ya te has peleado con personas que has querido mucho, ¿cierto? —Tsukishima asintió. —Y en todas esas veces nunca te has sentido así —Kei volvió a asentir. —Y... ¿Cómo exactamente te sientes ahora?

Tsukishima resopló. —Siento todo —Kei frotó su rostro. —Me siento pesado, me duele el pecho físicamente... Lloré anoche, Hitoka. Yo. Llorar. Nuestra pelea fue la más fuerte que hemos tenido, sí, pero no ha sido tan intensa como otras que he tenido pero es la que me ha afectado más... Principalmente estoy decepcionado de mí mismo... Cuando conocí a Tadashi... Dios, no puedo creer que voy a decir esto en voz alta.  Bulleaban mucho a Tadashi cuando era niño. Ni siquiera se debería de llamar bullying, era abuso. —Yachi ya sabía esos detalles. Yamaguchi era muy abierto con su pasado, ya fuera en forma de chistes oscuros o dando su perspectiva personal. Tsukishima no estaba invadiendo su privacidad contando todo esto. —No había día que no regresara de la escuela llorando porque había un grupo de niños que lo dejaban mal. Siempre esperaban que yo no estuviera para subírsele encima, y además Tadashi era muy bajito y delgado en ese entonces, nada comparado con lo que es ahora. El caso es que hubo una vez en donde lo golpearon y... fue fuerte. Tuvo que faltar a clases por tres días mínimo. 

—Fui a su habitación a visitarlo y dejarle las tareas de ese día y cuando vi que, en lugar de estar enojado con los que lo golpearon estaba convencido que la culpa era de él. Que era una persona tan basura que se merecía eso y más. Todos en su vida lo habían lastimado tanto; me prometí a mí mismo en ese entonces que yo jamás le causaría ese mismo gesto de dolor. Y fallé. Miserablemente.

Hitoka olvidó su tren del pensamiento por unos instantes. Ahora Yachi era la que estaba llorando. 

—Pero aún así —Continuó Tsukishima. —No ha sido la primera vez que me siento decepcionado de mí mismo, pero es la que más me ha dolido, aunque haya sido sobre una promesa que hice años atrás de la que ni siquiera me acordaba.

Yachi pudo recordar lo que tenía en mente. Tomó un suspiro y comenzó a hablar. —No soy una experta ni mucho menos, pero creo que hay una explicación lógica en este caso... Si seguimos tu punto en el que dices que esta es la pelea que más sentimiento te ha causado, no sería raro decir que, bueno, tienes más sentimientos con la persona que la causó.

Kei lentamente se estaba dando cuenta de lo que Yachi estaba sugiriendo y no estaba seguro de que si debería sentirse tan asustado como lo estaba. 

—Entonces... —Hitoka pudo observar que Tsukishima sabía de lo que estaba hablando, pero probablemente necesitaba el último empujón para que no hiciera lo que normalmente hacía: embotellar sus sentimientos e ignorarlos hasta que muriera. —¿Lo amas?

Tsukishima casi se cae de la cama otra vez. Nunca había estado enamorado de alguien en su vida. Por supuesto, ha estado en relaciones estables antes, pero nada se parecía a lo que sentía por Yamaguchi.

Ahora el pensamiento intrusivo de la mano de Yamaguchi con un anillo bonito se hacía más tangible en su cerebro.

—Creo que ya tengo mi respuesta —Dijo Yachi, admirando el intenso rubor de su amigo, que se extendía desde su cabeza hasta su cuello. 

—¡De todos modos! ¿Qué tiene que ver eso con la pelea? —Refunfuñó Kei con los brazos cruzados. 

—¿Desde hace cuánto lo amas? —Preguntó Hitoka.

—¡¿A qué viene esto?!

—Responde la pregunta, papa frita —Demandó Yachi.

Tsukishima suspiró. Había amado a Yamaguchi desde que eran niños, pero no había ninguna manera de que lo fuera a admitir en voz alta. —Desde hace meses —Murmuró casi inaudiblemente.

—¿Y se lo has dicho? —Antes de que Tsukishima pudiera volver a gritar, le interrumpió. —¿Le has hablado de cómo te sientes? Yamaguchi es una persona que necesita interacción directa y lo sabes, incluso aunque pueda leer tu mente si es algo que tiene que ver con él nunca se va a dar cuenta. Tienes que hablarle de las cosas directamente y ya, no puedes dejarle de hablar hasta que la situación desaparezca porque no va a pasar. Si lo amas de verdad, que no lo dudo por un segundo, perderlo te pondría mil veces peor que como estás ahora, y no hablarle cuando seguramente esté igual que tú es una de las maneras más rápidas de construir un nivel de desconfianza. Ya tuviste tu momento depresivo en la cueva, ahora lo que tienes que hacer es ducharte porque tu pelo es un asco, prender el celular y llamarle —Puntuó Hitoka tomando el teléfono de Kei y presionándolo en su pecho, no soltándolo hasta que el otro lo tomó.

Tsukishima hizo una mueca. —Odio cuando tienes razón.

—Que es casi siempre. Excepto cuando estoy convencida de que los pájaros son espías del gobierno, ese sigo en 50/50 —Proclamó orgullosamente, sacándole una risa genuina al rubio.

—Hitoka, yo... gra- —Un sonido de notificación interrumpió su agradecimiento. Hitoka revisó su celular y se puso pálida. —... ¿Qué?

—... El avión se va en quince minutos. Lo adelantaron.

Los dos rubios se quedaron mirando mutuamente por unos sólidos cinco segundos. Inmediatamente ambos se pararon de la cama y salieron corriendo a el auto de Hitoka, ni siquiera molestándose por ponerse los zapatos, simplemente tomándolos y poniéndoselos en el auto.

—Te juro que no vuelve a pasar —Comenzó Tsukishima encendiendo el auto.

—¡Písale, palo de bamboo!

—Sí patrona.




¿Se acuerdan cuando subía capítulo dos veces a la semana? Buenos tiempos.

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